"Tendencia + Torpeza" (Adap.)...

By jjkkbunie

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En donde Jungkook no tolera a su reconocido jefe y Seokjin estรก harto de su torpe asistente. ๐ŸŽ–#1 btsstory โ–ช0... More

โ€ข Sinopsis โ€ข
โ” Prรณlogo โ”
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By jjkkbunie

Ayer se cumplieron tres meses desde que Seokjin me pidió que seamos novios.

Inicialmente él quería celebrar a lo grande, pero ambos tuvimos un día de locos en el trabajo y decidimos modificar un poco el plan. Como era viernes y teníamos el fin de semana por delante, mi pareja ofreció pasar estos días en su sitio especial, y yo ni siquiera vacilé; acepté de inmediato.

Me encargué de la cena y Seokjin se apropió de la tarea de lavar los platos una vez que terminamos. Esta vez, Gwanhi estuvo con nosotros, así que fue una sensación hermosa tener en mi regazo a esa bolita de pelos mientras mirábamos una película en la sala.

Ahora que he despertado, no puedo sentirme más relajado; no hay ni un rastro de tensión en mis músculos, ni muchos pensamientos en mi mente. Retozo sosamente en la cama, pego la nariz a las sábanas que todavía huelen a mi novio y luego la mejilla al colchón. Lo de anoche fue excepcionalmente estupendo.

Mis ideas imprecisas se pierden en el aire cuando escucho que la cadena del baño fluye y, unos segundos más tarde, la figura holgazana y desalineada de Seokjin aparece en mi campo de visión.

Hace el esfuerzo por sonreír cuando notifica que estoy despierto, aunque es un gesto extraño el que esboza ya que parece estar más dormido que despierto. Arrastrando los pies, regresa a la cama y busca refugio en mis brazos, escondiendo su rostro frío en mi pecho desnudo una vez que nos encontramos acurrucados el uno en el otro.

Luego de que deposito un beso en su frente, todo se vuelve silencioso. Considerando que el exterior es un bosque en todo su esplendor, mi capacidad auditiva logra diferenciar algunos cantos de aves y el sonido de las copas de los árboles moviéndose gracias a la brisa. A diferencia de ayer, todo indica que hoy no lloverá.

— ¿Todavía tienes sueño? —Le pregunto en voz baja, mientras mis labios rozan su frente.

Niega con la cabeza, pero no se molesta en incorporarse o siquiera abrir los ojos.

Sonrío en respuesta y lo aprieto con más precisión contra mi cuerpo.

Pasada una prolongada pausa, lleno mis pulmones con el oxígeno necesario para rellenar el espacio con algo de charla. Aunque me asusta un poco cómo pueda llegar a reaccionar, siento que es momento de expresar mi duda.

— ¿Podemos hablar sobre algo? —Más que cauteloso, sueno tímido al interrogar.

—Lo que quieras —me replica sin vacilar.

Me relamo los labios.

—Tu mamá —pronuncio con cuidado—. Dijiste que había fallecido, pero...

Su figura se alza lentamente bajo mi atenta y ligera mirada, porque no quiero perderme ni un detalle de su reacción. Por su expresión, puedo deducir que mi curiosidad no lo ha ofendido o molestado.

Seokjin queda sentado contra el respaldo de la gigantesca cama de madera maciza y se humedece los labios, mientras que sus orbes están fijos en un punto perdido de la habitación.

—La perdí cuando tenía diecinueve años —espeta en voz baja—. Según mi punto de vista, fue un cúmulo de acontecimientos muy desacertados. Ella había conseguido un excelente trabajo en la escuela más prestigiosa de Daegu, estaba tan contenta... Llámalo desgracia o simplemente destino; me dijo que iría ya mismo a casa para que celebremos, se subió a un taxi y tuvieron un accidente. El conductor se salvó, pero no pudieron hacer nada por mamá.

Un atisbo de tristeza me estruja el pecho. Un duro nudo empieza a formarse en mi garganta y quiero golpearme por ser tan susceptible frente a esto, pero odio cada idea de Seokjin pasando por un momento desagradable.

—Lo siento mucho —murmuro.

—La extraño todos los días, niño —él agrega, presionando sus labios para formar brevemente una sonrisa ladina cargada de angustia—. No tuvimos tiempo.

Me acerco a su figura para regalarle un beso en los labios.

—Gracias por contarme.

—Te amo —me dice.

—Te amo —le respondo de inmediato. Ya es una contestación natural.

Lo siguiente que obtengo de su parte, es una de las sonrisas más dulces y honestas que he tenido el placer de apreciar. Como acto seguido, hace tronar los huesos de sus brazos al estirarlos y finalmente se quita las sábanas que cubren su cuerpo.

— ¿Sabes? Vamos a desayunar al comedor —espeta—. Necesito que tú y yo tengamos una conversación privada sobre trabajo.

Mi ceño se frunce en señal de confusión y mi mente comienza a recapitular los pasados días en la oficina, tratando de localizar algún posible error en mi labor.

A pesar de que este es mi último mes como su asistente (luego ocuparé el puesto en el departamento de recursos humanos), considero que mi eficiencia e interés no han disminuido en absoluto. Creo que he estado haciendo todo debidamente.

— ¿Qué ocurre?

—Tengo dos propuestas para ti —espeta, y ante eso me relajo un poco.

—Déjame ir al baño primero.

—Bien —presiona sus palmas sobre el colchón para acercarse a mí y besarme—. Voy a preparar tu té y mi café.

Veo a mi novio desaparecer de la habitación mientras me arroja besos voladores que me roban varias risas y yo no me demoro demasiado en levantarme también.

Hago mis necesidades y cuando mis pies conectan con el suelo de la habitación, noto que la pantalla de mi teléfono está encendida mientras reposa sobre las sábanas arrugadas. A pesar de que hago el intento de tomarlo antes de que la llamada se pierda, el aparato deja de vibrar cuando estoy a punto de contestar. Suelto un carajo por lo bajo, pero inmediatamente le devuelvo la llamada a Sushi, quien fue la que hizo el intento de comunicarse conmigo.

—Buen día, Koo. —Su dulce voz llega a mi oído en breves segundos.

—Hola, nooni. ¿Cómo te sientes hoy?

—Bastante bien, creo que no voy a quejarme por absolutamente nada —suelta una risita—. Pero, quería contarte algo y pedirte un favor.

—Dime, soy todo oídos.

Yunbi hace una pausa, como si se sintiese algo insegura.

—Mi padre nos invitó a almorzar mañana. A los cuatro.

— ¿Cuatro...? —Su declaración me deja más que desconcertado.

—Sí. Tú, Jin, Joo y yo —dice, seguido de un suspiro largo. Todo mi sistema parece sufrir de un cortocircuito—. No sé qué pretende, Minjoo quiere ir armada, por si las dudas. En un rato llamaré a Jin para contarle, tú finge sorpresa. Lo que quería pedirte es que si ves que él no está convencido al respecto, no le insistas. Si no quieren asistir, no hay problema con ello.

No sé cómo reaccionar frente a esto, porque considero que no es lo más normal del mundo. ¿Kang Wooshik quiere vernos? Eso puede significarse peligro, y uno muy grande.

Me doy cuenta de que he estado callado más tiempo del necesario en mi intento de organizar las ideas que bailan en mi mente, así que me relamo los labios antes de preguntar:

— ¿Tu intuición te dice algo positivo frente a esto, nooni?

—Sí, pero quizás me equivoque —musita, y noto la pizca de desconfianza que se filtra en su tono—. Nunca se sabe con ese hombre impredecible.

—Está bien. Gracias por la advertencia, noona.

—Diviértanse —espeta, y mágicamente la tensión se fuga de la comunicación telefónica—. Los queremos y extrañamos.

Sonrío una vez que ella cuelga y me quedo quieto durante unos instantes, pensando en la información que Yunbi-ssi acaba de comunicarme.

Pero mi cerebro me obliga a reaccionar poco después e ir en busca de Seokjin, porque apuesto que comenzará a quejarse si tardo mucho en llegar al comedor para nuestro desayuno.

El clima de hoy es una maravilla, porque no hace ese calor agobiante y tampoco un frío helado incesante. Hay algunas nubes en el cielo, pero no tantas como es habitual en esta época del año. Tampoco hay evidencia de alguna llovizna cercana, por lo cual seguramente luego podamos salir a caminar un rato con Gwanhi.

Las comisuras de mi labio se elevan cuando me ve llegar y, al tiempo que yo me siento en una de las sillas de la extensa mesa, él deja la taza de porcelana que contiene el líquido caliente delante de mí.

—Gracias.

—Tres de azúcar, como al niño le gusta —menciona.

—Tú me gustas —espeto, justo cuando él se ubica en el centro de la mesa.

Arruga su nariz en un gesto que se me hace muy dulce y se acerca para robarme un beso rápido. Mientras iniciamos el desayuno, dialogamos un poco sobre una cuna que vio en línea y que está empeñado en comprar para el bebé, pero que desea que le realicen unos retoques personalizados. Después nos burlamos de Gwanhi y de su fracaso intento de cazar una mosca.

Luego viene el silencio y su mirada cautelosa.

— ¿Y bien? —Pregunto, para romper el hielo. Es entonces cuando él comienza a mirar las patas de la silla en la que me encuentro—. Jin, ¿qué pasa?

—Verifico si estás bien sentado, no quiero que te caigas.

— ¿Por qué me caería? —Pregunto, levantando una ceja, antes de enviar un sorbo del té a mi boca.

—Yoongi quiere que hagas un pequeño cameo en su próximo vídeo musical.

Tan pronto como lo escucho, mi boca se abre e inevitablemente la bebida caliente sale disparada de mi interior, cayendo en pequeñas gotas sobre la mesa. No puedo evitar toser un par de veces, mientras que mis párpados abiertos ampliamente se centran en él.

Una mueca de disgusto se ha apoderado de sus facciones y quiero golpearlo.

— ¿Q-Qué? —Es lo primero que consigo decir—. Seokjin, me estás haciendo una broma... No es gracioso, idiota.

—No estoy bromeando —por lo tajante y serio que suena, me veo obligado a creerle—. Me tiró la bomba hace tres días y le dije que te lo comentaría... Sé que eres tímido.

—Yo... —Intento hablar, pero termino negando con la cabeza—. Siento que mi cerebro dejó de funcionar.

—Solo sería una escena —me aclara y añade—: También le pidió a Taehyung que participe.

— ¿Tu amigo alto?

—Mide lo mismo que nosotros dos —rueda los ojos.

—No es cierto. Yo soy más alto que tú.

— ¡No es cierto! —La indignación es evidente en su exclamación—. No me hagas enojar o–

—Resérvese los comentarios desubicados cuando estamos desayunando.

—... O me voy a ir y te dejaré comiendo a solas —termina de recitar, muy a su pesar—. Entonces, ¿qué dices? Piénsalo bien y con calma.

— ¿De verdad él lo pidió? —Interrogo con cierta timidez, analizando a fondo su rostro para intentar descifrar si esconde algo—. ¿O tú se lo sugeriste?

—Fue su idea, te lo juro.

—Carajo...

El ambiente se torna silencioso luego de esta gigantesca bomba y yo tengo tanto en la cabeza, que siento que voy a explotar. Sin embargo, no es una sensación del todo desagradable, porque a diferencia de otras veces, mis pensamientos ahora son genuinamente inocentes y triviales.

—Hay otra cosa —Seokjin suelta luego de unos minutos—. Y esta es un poco más urgente y grande que lo del video musical.

Me abstengo de decirle que no hay nada más urgente y grande que algo relacionado a Yoongi y su música, porque no quiero que se ponga celoso a estas horas de la mañana.

—Estoy listo —miento. No estoy listo, carajo; todo lo que está ocurriendo es digno de un fan-fiction.

—Uno de mis colegas de Estados Unidos me comentó el otro día que Calvin Klein está en busca de nuevos modelos —menciona pausadamente y levanta la mirada hacia mí—. Sé que me dijiste que quizás decidas intentarlo en algún momento, pero de verdad intuyo que puedes hacer grandes cosas en este ambiente, niño.

— ¿Calvin Klein? —Pronuncio con sorpresa—. Es una firma muy grande.

—Lo es. Y también es una compañía muy igualitaria.

Le doy un sorbo más a mi taza caliente de té y le dedico un asentimiento con la cabeza a mi novio.

—Está bien. —Accedo, al fin.

— ¿Qué? —Me mira con verdadera incredulidad.

—Que lo haré —aclaro con una sonrisa, pues su estado actual me causa mucha gracia.

Apenas soy capaz de registrar sus movimientos, así que no me doy cuenta de su cercanía hasta que sus labios rozan los míos en una caricia apenas perceptible. Dulce y gentil.

—No esperaba... —La emoción no le deja terminar la oración, pues suelta una risa en el medio—. No esperaba que aceptaras a la primera.

—Siempre te sorprendes conmigo —añado un matiz burlón y altanero a mis palabras. Él me arranca otro beso.

—Voy a llamar a mi amigo.

No puedo ignorar el entusiasmo que está demostrándome con sus palabras y gestos.

— ¿Ya tenías todo planeado? —Interrogo, frunciendo el ceño y con aire bromista.

Estando de pie, se encoge de hombros a modo de respuesta.

—Simplemente le dije que conocía al chico perfecto para su próxima campaña, pero que primero tenías que aceptar —él me regala una sonrisa arrogante y un guiño antes girarse sobre sus talones, mirando la pantalla de su móvil—. ¿Qué hora es en Estados Unidos? Ah, no importa. Me contestará de todas formas.

Aquello que comunica es como un balde de agua fría cayendo sobre mi sistema. No me cuesta más de tres segundos llegar a una conclusión que consigue asustarme un poco.

—Espera, espera... —Me levanto de mi asiento para encararlo, mientras que mis dudas se acrecientan—. ¿La sesión de fotos dónde será?

Un semblante agraciado se instala en mi novio y se relame los labios antes de replicarme.

— ¿Tienes pasaporte? —trata de sonar despreocupado y profesional, pero el filo jubiloso que hay en su voz lo delata por completo.

Carajo.

—Kim Seokjin. —Pronuncio, dedicándole una mirada fulminante.

Chasquea la lengua en una muestra clara de frustración y achica la distancia presente entre nosotros para posar sus amplias manos sobre mis hombros.

—Vida, sé que suena aterrador, pero podemos hacer que este viaje por trabajo no dure más de tres días.

— ¿Podemos? —Repito aquella palabra que acaba de abandonar sus labios.

Me mira con confusión, casi rozando la indignación.

— ¿Crees que te dejaría ir solo?

—Pero... Tu agenda y tus obligaciones... Y mini-sushi —mis ojos se abren al pensar en la bolita—. ¿Qué tal si noona necesita algo?

—Todos estarán bien en casa —suena seguro de lo que está diciendo—. Y mi agenda puede esperar, amor.

—Estás actuando como si fueras mi mánager.

— ¿Quieres que lo sea? —Mueve las cejas en un gesto pícaro y divertido antes de agregar—: Solo se tiene esta oportunidad una vez en la vida.

Mi corazón se detiene una fracción de segundo y reanuda su marcha a una velocidad antinatural. Estas cosas definitivamente no pasan en la vida real.

—Tengo mucho miedo —comento con una sonrisa amplia y cargada de incontenible terror.

—Lo harás increíble, bebé, estoy convencido de ello —me roba un beso rápido—. Además será una nueva experiencia que seguramente te gustará y conocerás a personas muy talentosas y simpáticas.

Su pequeño discurso no hace más que aminorar varias de mis inquietudes. Logra conmoverme que apueste tanto por mí.

—De acuerdo.

— ¿De verdad? —Su sonrisa se mantiene clara y honesta, emocionada.

—Sí. Tu confianza significa el mundo para mí.

Seokjin une su frente con la mía mientras me sujeta la nuca.

—Tú eres mi mundo, niño.

El resto de la tarde transcurrió con normalidad, pero el tiempo pareció detenerse cuando Sushi llamó a Seokjin como dijo que haría, para contarle las novedades respecto a su padre. Su expresión apenas se alteró mientras conversaba con ella, pero la tensión era palpable en sus demostrativas facciones; no estaba muy convencido al respecto. Pero por alguna razón que no compartió conmigo, no dudó en asistir. Sin embargo, me aclaró que yo no tenía la obligación de acompañarlo, que fuera cual fuese mi decisión frente a esto, estaría bien.

Y así fue como llegó el domingo.

Durante la mañana no hablamos mucho, pero había cierta incertidumbre, tensión; no precisamente entre nosotros, sino por lo que pasaría en algunas horas, lo cual era algo desconocido e incierto. Estoy nervioso, por supuesto que sí, soy una persona ansiosa hasta el carajo y me juega en contra porque no puedo evitar pensar en los peores escenarios posibles.

El camino de regreso a la ciudad y, por ende, hacia la casa de Kang Wooshik fue silencioso, pero el ambiente se había relajado considerablemente. Seokjin aprovechaba en los semáforos para acariciarme el cabello o darme un beso en la mano.

Pero la ansiedad, el miedo y la desesperación se disparan por todo mi sistema cuando mi novio me comunica que hemos llegado. Como era de esperarse, el renombrado doctor posee una casa gigantesca en un pintoresco y ostentoso vecindario, es el lugar en donde todos desearían poder vivir. Seokjin me murmura que todo irá bien y yo asiento, haciendo mi mayor esfuerzo por llevar esta situación de la mejor manera posible.

No nos tomamos de la mano para caminar hasta la entrada, pero estamos brazo con brazo, avanzando a la par. Él es el encargado de hacer sonar el melodioso timbre y escucho un suspiro largo que es expulsado de sus labios.

Los dos estamos firmes y rígidos como una piedra cuando la puerta se abre delante de nosotros, revelando la fresca imagen del mayor, el papá de Yunbi.

—Gracias por venir. —Es lo primero que dice el doctor, y me gana de mano al efectuar una reverencia leve frente a nosotros.

— ¿Qué escondes, Wooshik? —Seokjin escupe, y se oye completamente envenenado.

Le doy un ligero golpecito con mi codo.

Wooshik lo mira con detenimiento y se aclara la garganta.

—El umbral de mi puerta no es un espacio apropiado para tener esta conversación, ¿no están de acuerdo? —Su ceño se arruga un poco—. Pasen, por favor.

Tengo que tomar la muñeca de mi novio y tirar de él para que avance, porque sus pies se habían aferrado al suelo y parecía negarse a moverse.

—Permítanme recoger sus abrigos. —El doctor espeta con un tono afable, muy respetuoso.

Pero Seokjin insiste con mantenerse a la defensiva.

—Yo puedo tomar el abrigo de mi novio, no te molestes —la brusquedad en cada palabra que escupe logra molestarme un poco.

—Seokjin, por favor —murmuro, casi suena a una súplica.

Me sorprende de sobremanera que él esté comportándose así, considerando que antes de que el padre de su mejor amiga se entrometiera en nuestra relación, Seokjin respetaba muchísimo a mencionado hombre. Más de una vez pensé que en Kang Wooshik hallaba la figura paterna que jamás tuvo.

Wooshik decide ignorar la actitud bastante grosera de mi pareja y nos mira.

— ¿Qué se les ofrece para beber?

—Quiero ver a Yunbi —Seokjin vocea.

Y nuestro respectivo hyung, luego de dedicarle una mirada serena y pacífica, señala con su índice hacia el interior de la espaciosa y maravillosamente decorada sala.

Su semblante cambia y mejora considerablemente una vez que sus ojos localizan a noona. Puedo jurar que lo he oído suspirar del alivio. Cuando él llega hacia donde su pequeña y embarazada figura se encuentra a un lado de Minjoo, ella se levanta y Seokjin no se demora en abrazarla.

— ¿Estás bien? —Escucho que le pregunta.

—Sí —la voz dulce de Yunbi replica, mientras le acaricia la espalda a su mejor amigo—. Estás tenso, relájate.

Seokjin está a punto de contestarle algo, pero de pronto el padre de noona se acopla a la escena para tomar la palabra.

—No hay maldad en mi corazón como para dañar a mi hija y a las personas que ella quiere, Seokjin —lo que el mayor expresa no suena a reproche, pero hay un matiz amargo en sus vocablos—. Nos conocemos desde hace más de diez años, no hay razón alguna para que me temas.

—No te temo —mi novio refuta con seguridad—. Pero por tu culpa hemos pasado por un pequeño infierno.

Los ojos de Wooshik parecen adoptar un brillo culpable y baja momentáneamente la mirada hasta sus pies.

— ¿Vino? —Nos pregunta, para variar y restarle tensión al extraño encuentro.

—Quiero agua —Seokjin escupe. Al parecer, no tiene deseos de modificar su actitud grosera y fastidiosa.

— ¿Seguro? —El mayor insiste cautelosamente—. Tengo una botella de Château d'Yquem reservada para una ocasión especial —se encoge de hombros.

Y el silencio reina de repente; la vista de Seokjin se pierde en las sílabas que el contrario ha dicho.

El vino es el segundo punto débil del hombre que amo.

—Puedes beber, si quieres —me incorporo con cierta timidez—. Yo conduciré.

Seokjin ya no tiene excusas para negarse, y eso le arranca una sonrisa al renombrado cirujano.

—Iré a traerla —nos informa con una genuina nota de simpatía, pero sin sonreír.

Me pregunto cuántos arreglos dentales que tuvo que hacerse gracias al puñetazo de mi novio hace tres meses.

—Señor Kang... —La pronunciación sale de mi interior sin ni siquiera frenarme a pensarlo, y también me permito dar un paso al frente, abandonando el escudo protector que Seokjin se ha dedicado a proporcionarme. Cuando la mirada atenta y curiosa de Wooshik está sobre mí, finalmente agrego—: Lamento mucho su pérdida.

No necesito ser un genio para saber que mi comentario les ha resultado inesperado a todos, pues la sala se hunde en el más profundo de los silencios. De todas formas, era algo que siempre quise decir, pero no había contado con la oportunidad hasta ahora.

—Gracias, Jungkook —dice, al cabo de unos segundos, y sus comisuras labiales se elevan apenas—. Pónganse cómodos.

El hombre se retira para ir a buscar la mencionada (y costosa) botella de vino tinto, y me permito soltar un bufido que ni siquiera sabía que llevaba conteniendo desde que ingresamos a la enorme mansión. Seokjin, ahora más tranquilo, avanza hasta tomar asiento en el sofá opuesto a donde están ubicadas mis noonas. Luego de tantear un poco el terreno, imito su accionar.

— ¿Qué es eso? —Pregunta, deteniendo sus orbes oscuros en el ¿libro? que descansa sobre el regazo de Yunbi.

—Papá trajo álbumes familiares —contesta, más que ensimismada en los dichosos—. Este es de cuando yo tenía diez años.

Puedo notificar un leve atisbo de sonrisa en el rostro de mi novio.

—Quiero ver.

Ante la petición de Seokjin, nooni se levanta y avanza para llegar al cómodo sofá en el que él y yo estamos ubicados, y se sienta a mi lado. A continuación, desliza el extenso álbum familiar hasta dejarlo sobre mi regazo y yo procuro ser muy cuidadoso cuando empiezo a pasar las páginas, admirando enternecido cada imagen en la que Yunbi-ssi figura.

Una de las imágenes, en particular, me llama la atención y no puedo contener la risita que se me escapa.

— ¿Por qué estabas disfrazada de ardilla? —Le pregunto, con aire divertido.

Mi noona está a punto de responderme, pero en ese mismo instante su padre reaparece en mi campo de visión y se toma la molestia de ofrecerme una contestación él mismo.

—Para una producción escolar. Yunbi ha participado en todas las obras de la escuela —comenta, un una nota orgullosa en su voz pausada y tranquila.

— ¿Recuerdas cuando tuve que interpretar a Emmeline Pankhurst? —Noona le pregunta, y no me pasa desapercibido el dulce brillo presente en sus ojos.

—Sin duda fue mi favorita —el doctor asiente, supongo yo, recordando aquel suceso—. Tuve que decir que estaba en medio de un resfriado, porque las lágrimas no dejaban de caer.

—Tu cara no ha cambiado en nada, noona —le comento, haciendo reír tanto a ella como a su progenitor.

— ¿Te molesta si tomo esta para hacerle una copia? —Seokjin alza la voz para expresar su petición, clavando la mirada en el mayor presente en la sala—. Te la devolveré en la semana.

—Puedes quedarte con la original —Wooshik contesta y, a juzgar por la expresión del hombre que amo, el señor lo ha agarrado con la guardia baja. Seokjin no esperaba tal gesto considerado por parte de nuestro hyung.

— ¿Cuál es? —Yunbi levanta la mirada para observar la fotografía en las manos de su mejor amigo y sonríe—. Oh, todavía siento la comezón que me causaba ese disfraz de sol.

—Pasamos tres días arreglándolo, ¿te acuerdas?

Yunbi asiente con mucho entusiasmo. Y, por lo poco de lo que estoy enterándome ahora, puedo confirmar que ella ha tenido una infancia más que grata y feliz.

—Siempre me ayudabas a crear mis trajes —le dice a su padre.

El doctor le dedica una mirada dulce y algo melancólica a su hija.

—Tu madre insistía en comprarlos ya hechos, pero era divertido armarlos, ¿verdad? —Y con una sonrisa brillante y cálida, Yunbi-ssi vuelve a mover la cabeza en una positiva contenta.

Por alguna razón que no logro comprender, una sensación decaimiento me embarga al recordar ligeramente mi infancia, en la cual mi madre estuvo, la mayor parte, ausente. En mi mente casi no hay recuerdos compartidos con ella, y eso me deja mal sabor. Sin embargo, aunque sé que el pasado no se puede modificar —tampoco puedo cambiar a mi mamá—, me consuela tener siempre presente que mi papá nunca se dio por vencido conmigo. Youngnie tampoco.

Pero mi momentáneo desorden de ideas y pensamientos se ve interrumpido cuando Wooshik nos invita al comedor, pues la cena ya está lista. Dos de sus trabajadoras domésticas nos sirven el increíble samgyeopsal que huele delicioso, y luego de agradecerles a las mismas, yo soy el primero en dar la primera degustación.

Sin embargo, a diferencia de Yunbi y yo, Seokjin y Minjoo no están muy convencidos con la comida. Se toman su tiempo antes de comenzar e incluso intercambian algunas miradas cómplices cargadas de desconfianza. Ah, qué paranoicos. ¡No es como si fuese a envenenarnos!

La estancia se silencia, otra vez. La comida está tan rica que no deseo llenar con conversación este momento. Sin embargo, Wooshik se da un momento para continuar.

—La razón por la que los he invitado a esta cena es porque les debo una sincera y enorme disculpa a todos —empieza a decir, y mis cejas se disparan al cielo—. Me esforcé en demasía por complacer los deseos de mi difunta esposa cuando comprendí que no le quedaba mucho tiempo, y no pude ver todo el daño que estaba causándoles. No era mi intención —hace una pausa, mientras baja un poco la cabeza—. Pero mi compañera de vida se estaba yendo de mi lado y no quería que tuviese que pasar por ninguna insatisfacción.

La disculpa es acogida con el mayor de los silencios y la mirada de nosotros cuatro está clavada sobre el doctor, que mantiene una expresión serena y franca.

—Mamá se murió odiándome —Yunbi murmura.

—No puedo decirte lo que pasaba por su mente, porque no lo sé —su padre replica, procurando ser sensitivo y cuidadoso en la elección de palabras—. Pero sé que ella te quería mucho. Eres nuestra única hija.

—Y soy lesbiana —puntualiza, elevando un poco más la voz—. Ella odiaba todo lo que tuviese relación con la homosexualidad.

—Te dimos una buena educación y varios de nuestros valores —cuando él contesta, siendo que la tensión se fuga un poco de la mesa—. Como cada persona, tú luego tomaste tus propias decisiones para llegar a ser quien eres hoy en día... Y me enorgullece la mujer en la que te convertiste, Yunbi, independientemente de tu elección sexual.

La mudez sigue siendo patente. Por mi parte, le doy un vistazo veloz a Yunbi y a Seokjin, y luego le doy otro bocado a la comida en mi plato. No sé qué decir, y no sé si deba ser yo el que deba hablar en este momento. Por supuesto que acepto sus disculpas; comprendo su situación, el amor que sentía por su esposa y que quiso hacer lo mejor para ella en su último tiempo.

Por otra parte, ¿cómo no voy a perdonarlo, si nos ha brindado este increíble samgyeopsal?

—Jungkook, Minjoo, yo no tengo ningún problema con las personas que difieren de la heterosexualidad —continúa, y por poco me ahogo al escucharlo decir mi nombre. Cuando logro mirarlo fijamente, el señor prosigue—: Es algo que ocurre en todo el mundo y que no debería condenarse en ningún aspecto. Mi esposa, que en paz descanse... Ella simplemente no lograba tolerarlos. Pero ella ya no está y me hace feliz que los cinco podamos estar reunidos en esta mesa, sin máscaras ni muros alrededor.

Soy el único que asiente, e incluso me permito sonreír un poco.

Pero noona sigue fulminándolo con sus pesados y obstinados ojos. No, ella no va a ceder así nomás, es claro. No después de tantas disputas, peleas y desentendimientos.

A continuación, la mirada del recientemente viudo, se desvía hasta posarse sobre la tacaña figura de mi novio.

—Seokjin... —Vocaliza y cierra la boca lentamente, como si le costase un poco más de trabajo encontrar las palabras adecuadas con las cuales dirigirse a su falso yerno—. Lo lamento. Perdóname por haber chantajeado al chico que te gusta.

El opuesto le dedica un vistazo frío y mesurado.

—Al chico que amo —corrige, con significativa violencia en cada vocablo que brota de sus labios.

Wooshik, figuradamente comprensivo, asiente con la cabeza.

—Espero que puedas perdonarme.

La habitación ya no se nota tan intricada como lo era hace diez minutos. Por mi parte, procurando ser lento y cuidadoso, continúo comiendo. Sé que es un momento muy determinante, pero no puedo evitarlo. ¡La comida está riquísima!

—Gracias por esto, papá —Yunbi le dice, deteniendo su pequeña mano sobre la muñeca de su padre.

Él corresponde al gesto con una caricia muy paternal y delicada.

—Y si me lo permiten —Wooshik prosigue, y la vergüenza comienza a picarme en todo el rostro cuando el señor me atrapa comiendo como el desesperado que soy—, mi mayor deseo ahora mismo es ser un abuelo presente para el bebé —espeta, atento a nuestras reacciones, pero especialmente a la de Seokjin—. No quiero perderme ningún momento de su crecimiento, al menos hasta que llegue mi hora.

Ya se han reunido los cuatro y han aclarado muchas cosas. A pesar de eso, ¿creen que ahora se calmará todo y se dará fin a la enemistad? ¿Kang Wooshik podrá seguir viendo a su nieto?
Nos queda nada para terminar esta historia, estén pendientes.
¡Nos vemos el viernes!

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