Mirando La Lluvia Caer

By Ai31_28

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Becca Hithek es una chica divertida y positiva que siempre espera lo mejor incluso en los peores momentos. Su... More

Prólogo:
I Mala Suerte
II Different Worlds
III El 100%
IV Quesito
V Tóxica
VI Tarea De Psicología
VII Guerra
VIII Happy Birthday
IX Día De Locos
X Amigos
XI Defectos
CAPÍTULO XII
CAPÍTULO XIII
CAPÍTULO XIV
CAPÍTULO XV
CAPÍTULO XVI
NOTA:
CAPÍTULO XVII
CAPÍTULO XVIII
CAPÍTULO XIX
CAPÍTULO XX
CAPÍTULO XXI
CAPÍTULO XXII
CAPÍTULO XXIII
CAPÍTULO XXIV
CAPÍTULO XXV
CAPÍTULO XXVI
CAPÍTULO XXVII
NOTA SÚPER IMPORTANTE
CAPÍTULO XXVIII
CAPÍTULO XXIX
CAPÍTULO XXX
CAPÍTULO XXXI
CAPÍTULO XXXII
CAPÍTULO XXXIII
CAPÍTULO XXXIV
CAPÍTULO XXXV
CAPÍTULO XXXVI
CAPÍTULO XXXVII
CAPÍTULO XXXVIII
CAPÍTULO XXXIX
CAPÍTULO XL
CAPÍTULO XLI
Lo siento.
CAPÍTULO XLIII
CAPÍTULO XLIV
CAPÍTULO XLV
CAPÍTULO XLVI
CAPÍTULO XLVII
CAPÍTULO XLVIII
CAPÍTULO XLIX
CAPÍTULO L
CAPÍTULO LI
CAPÍTULO LII
CAPÍTULO LIII
CAPÍTULO LIV
CAPÍTULO LV
CAPÍTULO LVI
CAPÍTULO LVII
CAPÍTULO LVIII
CAPÍTULO LIX
CAPÍTULO LX
CAPÍTULO LXI
CAPÍTULO LXII
CAPÍTULO LXIII
CAPÍTULO LXIV
CAPÍTULO LXV
Notita:
CAPÍTULO LXVI
CAPÍTULO LXVII
CAPÍTULO LXVIII
CAPÍTULO LXIX
CAPÍTULO LXX
CAPÍTULO LXXI
CAPÍTULO LXXII
CAPÍTULO LXXIII
CAPÍTULO LXXIV
LXXV La cacería empieza
LXXVI Amor de madre
LXXVII Caos y desconfianza
LXXVIII El gato y el ratón
LXXIX ¿Todo estará bien?
LXXX CAPÍTULO FINAL
EPÍLOGO
¿Segunda Parte?
Nota nueva:
Ya esta disponible el segundo libro.

CAPÍTULO XLII

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By Ai31_28


¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?

—vincent van gogh

•· • ♥ •·•

Nota rapida:

Ustedes sabrán cuando poner la canción, confío en ello😏

Me duché lo más rápido que pude para vestirme con una falda corta negra, botas altas y una blusa simple de hombros caídos color violeta. No me maquille demasiado así que estuve lista antes de que alguien fuera a mi habitación a por mí. Tomé un pequeño bolso de manos en el que llevaba mi celular, identificación y tarjetas. Salí para bajar las escaleras y encontrarme con el resto.

Todos a excepción de Hera estaban sentados en la sala riéndose de alguna cosa. No notaron mi presencia hasta que estuve realmente cerca y Auggie fue el primero en voltear.

— ¡Que hermosa! —me halagó de inmediato logrando que todos enfocaran su atención en mí.

Me intimidaba ser observada así que busque los ojos verdes de Parch quien se mojó los labios mirándome de pie a cabeza.

<<Le gustaba como me veía>>.

—Estás muy bonita —intentó halagarme también Harry.

—Muchas gracias, ¿ya nos vamos?

—Solo esperamos a Hera —contestó Raion con un poco de impaciencia que me hizo sonreír.

— ¿Quieren que vaya por ella?

Todos negaron.

—Ya bajará.

—Algún día —bromeó el hombre asiático con una pequeña sonrisa en labios.

Estaba sentado solo en el enorme sofá con una pierna sobre la otra y ligeramente inclinado a un lado. Como un rey poderoso y estricto que sabía perfectamente lo perfectos que eran sus atributos físicos. Cada parte de él gritaba confianza e inteligencia. Vestía de traje, pero se había deshecho del saco, dejándose solo la camisa blanca de la cual había acomodado las mangas hasta los hombros.

Y justo en ese momento se me ocurrió seguir el plan de Parch para ayudarlo con su banda. No podía aguantarme, no era paciente. Así que sonriendo como si acabara de tener la maravillosa idea, señalé a mi hermano.

— ¿Y si mejor vamos al karaoke? —Ofrecí muy emocionada —nunca he ido y escuché que hay uno cerca.

Todos parecían extrañados.

— ¿Karaoke? —preguntó Raion no tan convencido.

<< ¿Qué mejor lugar para reconstruir una banda que en un karaoke? >>.

—No me gusta esa idea —se negó su hermano mayor con el ceño fruncido —todos ustedes cantan, no sería nada divertido.

—Yo no sé cantar —solté divertida —me encargaré de ser la burla si la falta de comedia es el problema.

Parch soltó una corta carcajada antes de levantarse y tomar lugar a mi lado.

—A mí me gusta la idea. Podemos pedir comida y pasar un buen rato solo nosotros.

— ¡Ya estoy lista! —gritó Hera bajando rápidamente las escaleras, casi chocando con las decoraciones navideñas que había dejado al final de la misma.

—Bien —aceptó el mayor de todos encogiéndose de hombros —no suena tan mal.

— ¿Es en serio? —su hermano parecía sorprendido.

— ¿Qué es en serio?

Hera estaba perdida.

—Iremos al karaoke.

— ¡¿Qué?! —Gritó moviendo las manos exaltada antes de señalarse a sí misma — ¿para eso me hicieron ponerme vestido?

Todos nos reímos.

•· • ♥ •·•

Llegamos al lugar con comida y licor para hundirnos en locura sin importarnos una mierda el bienestar de nuestros riñones. Nos habíamos separado para poder transportarnos así que cuando entramos ya la mitad de nosotros había llegado y adelantaron el proceso pagando muchas horas en la pequeña habitación que sería nuestro hogar de locuras.

Al momento de cruzar la puerta me sentí abrumada. Era una habitación cerrada, pequeña y oscura con luces de colores en el techo. El televisor que nos mostraba letras de canciones. Las paredes cubiertas de manera que fueran insonoras. Un gran sofá y una mesa en frente donde dejamos nuestras cosas. Éramos demasiados en poco espacio...

Sentí su mano entrelazarse con la mía antes de que dejara un beso en mi frente que rompió la burbuja de pánico en la que me estaba encerrando.

Al mirarlo me dio una dulce sonrisa de labios cerrados que calentó mi pecho haciéndome sentir segura, recordando aquella vez que me ayudo a superar el ataque de pánico en la feria.

Si estábamos juntos las paredes no podían aplastarnos.

Y estábamos todos juntos.

Así que nos unimos al grupo tomando asiento en el sofá, cada uno tomando una hamburguesa y soda para comer primero que nada.

—Bien, como todos cantan deberíamos hacer un juego o algo así —sugirió Kwang.

Él le dio un enorme mordisco a su comida y pareció aparentemente mucho más relajado que la primera vez que le vi. Aunque seguía pareciéndome intimidante, lucía menos amenazador.

—Deberíamos separarnos en equipos —propuso Auggie con evidente emoción —que el equipo contrario elija las canciones del otro y así sabotearnos un poco.

—Yo que no sé cantar debería ser juez.

—Oh, no —me señaló —tú fuiste la de la idea, no vas a salvarte.

Me reí sin más nada que poder hacer, esperando que esta idea de Parch si funcionara y que estar todos reunidos cantando les mostrara cuanto necesitaban volver a ser Different Worlds. Miré al rubio que aún tenía su mano con la mía, pues estaba demasiado callado, y me inquieto notarlo perdido en sus pensamientos mientras miraba el piso.

Quizás tenía miedo de que no funcionara.

Apreté con fuerza su mano y al conseguir su mirada le sonreí yo a él, mostrándole todo mi apoyo.

— ¡Que empiece la fiesta! —gritó Auggie al ser el primero en terminar de comer, agitando los micrófonos con esmero.

A penas alguno terminaba su hamburguesa era levantado del sofá a la fuerza por el castaño que entregaba los micrófonos y nos animaba uno a uno. Sonreían, y se divertían cantando, saltando, bailando y aplaudiendo. Incluso dejaban de mostrar cuan talentosos eran en ello, simplemente disfrutando y bromeando. Empezaron a beber y los géneros de música cambiaban tan repentinamente que solo podía reír.

Me obligaron a empezar un dueto romántico con Parch que solo lograba sacarles carcajadas, ante lo terrible que era.

Hera incluso se dejó caer al piso sosteniendo su abdomen como una obvia burla a mi falta de voz. A pesar de ello nunca me sentí ofendida. Amaba verlos reír y subirse sobre el sofá para gritar en vez de cantar.

Incluso Kwang, que parecía tan serio, estaba disfrutando todo sin dejar de ser el menos demente.

— ¡Pongámonos fogosos! —gritó Auggie con el mando en manos, cambiando canciones a lo bruto.

— ¿Fogosos? —me burlé.

—Siempre quise cantar esta canción —ronroneó coquetamente mirándome sobre mi hombro —cuando la encuentre te muestro cual.

— ¡Muévelo niño!

—Espérate, bruja.

Me reí ante la pelea inmadura que empezó por el mando entre él y la pelirroja. Tomé otro trago de mi bebida y lo dejé en la mesa junto al resto de vasos vacíos. No había bebido tanto, pero si lo suficiente para sentirme un poco más ligera.

Sentí una suave caricia que inicio desde mi cabello, apartándolo suavemente para colarse hacia la sensible piel de mi cuello. El escalofrió me hizo cerrar los ojos asorda. Y cuando su mano bajó muy despacio por mi hombro hacia mí espala, en un recorrido ligero y tentador, tuve que contener la respiración.

—Necesito tenerte a solas —me susurró muy cerca, podía sentir su respiración en mi mejilla descontrolando mis latidos.

Su mano que antes había estado dejando caricias tan suaves terminó de alguna forma en mi muslo, deslizándose hacia arriba, muy despacio dentro de mi falda.

Jadeé.

Aquello pareció provocarlo lo suficiente para que con su otra mano tirara de mí por mis caderas acercándome aún más a su cuerpo.

—Sal primero y espérame afuera —me ordenó al oído y solo fui capaz de asentir.

Ni siquiera lo dude. Lo que fuera que el quisiera hacer conmigo por mi estaba bien. Así que cuando dejó de tocarme me puse de pie y fingiendo que necesitaba ir al baño salí de la pequeña habitación. Lo esperé en el pasillo junto a la puerta, sintiendo que la luz iba a darme jaqueca cuando Parch salió y tomando mi mano me llevó de nuevo a recepción donde pago por una sala aparte.

Mi corazón latía rápidamente ansiosa, y aunque quería ocultarlo, no podía.

Nuevamente entramos al pasillo ahora con la tarjeta de entrada a una sala en la que estaríamos solos. No soltó mi mano hasta entrar en ella y cerrar la puerta. Para ese momento mi pecho estaba por explotar y mis piernas amenazaban con empezar a temblar.

Era el momento extraño en que sus ojos se fijaban en mí, observándome, y yo no sabía qué hacer con mis estúpidas manos.

—Luces preciosa —su voz al halagarme sonaba tan sincera que generaba un remolino en el estómago.

Dejó caer su espalda contra la puerta mirándome desde allí. Y aunque sus ojos eran verdes, su mirada era fuego. Me estaba fundiendo de una manera placentera, recorriendo cada espacio de mi piel en silencio. Logrando desestabilizar mi respiración.

— ¿Qué quieres que haga? —pregunté muy suavemente, necesitando cumplir lo que sea que pidiera.

Por un segundo, por la forma en que miraba mi falda, pensé que quería que me la quitara. Pero cuando mis manos tocaron sus botones hizo un ruido de negación.

—Déjatela —ordenó —voy a follarte con ella puesta.

Esas palabras de su parte eran suficientes para encender hasta el más pequeño rincón de mí.

Sintiendo que cada paso más cerca me debilitaba. Me convertía en una gelatina. Me acerqué lo más que pude, levantando el rostro para siempre mantenerle la mirada como le gustaba. Tímidamente llevé mis manos a la camisa azul que llevaba. Como no se movió lo tomé como un permiso para empezar a desabotonarla y así obtener esa vista que tanto veneraba.

Se sentía como si la tensión entre ambos pudiera aplastarnos en cualquier momento. Como si el fuego en su mirada pudiera pasar de irresistible a insostenible.

Deslicé mis manos acariciando su pecho hacia sus hombros para hacer resbalar la tela y que cayera al suelo. Mis ojos no pudieron evitarlo. Simplemente admiré con deseo sus brazos, y como si necesitara demostrar la excitación inentendible que estos me causaban, mordí mi propio labio inferior.

Parch tomó con fuerza mi mandíbula para que levantara el rostro hacia él.

—Necesito tocarte —admití sin vergüenza alguna.

—Arrodíllate para mí.

Jadeé ante su petición. Atónita, pero aún más excitada que antes.

Su mano acarició suavemente mi mejilla hasta llegar a mi labio y con su pulgar rozarlo antes de sonreír.

—Vamos pequeña, obedece.

Era tan magnifico como sus labios con solo ladearse, me mostraban tanto poder, seducción y soberbia. Me tenía totalmente sumisa, y aunque nerviosa, mis rodillas cedieron hasta descansar en el suelo.

Desde allí lucía como un dios, y para mí no estaba lejos de serlo.

Mi mirada siempre en sus ojos. Mis manos temblando ante la necesidad de ser yo quien desabrochara su pantalón, pero su postura y dominio negándomelo por completo. Escuché el cinturón y luego la cremallera del pantalón. Llenándome de expectativa. Mi pecho cada vez era azotado más fuerte por mis latidos, y solo podía tragar saliva ante la espera. Cada vez parecía estarlo disfrutando más, su expresión me lo mostraba.

Y cuando sus ojos bajaron hacia sí mismo entendí que ya podía mirarle y empezar.

Nunca lo había hecho, así que al clavar la mirada en su miembro no pude evitar sonrojarme a más no poder y mojar mis labios nerviosa. No sabía ni cómo empezar o que hacer, pero en serio deseaba hacerlo. Quería causarle placer y tener aunque fuera un poco de control en ello. Además mi sexo palpitaba con ansias, deseando ser atendido por culpa de la magnífica vista que me estaba dando.

Parch lo sujetó y acarició un poco como si quisiera guiarme, logrando encenderme aún más.

Me animé y llevé mi mano hacia su miembro para tomar un poco el control. Analizando cada detalle, como la humead en la punta rosada y la forma en que se marcaban sus venas. Le miré de nuevo a los ojos empezando a mover mi mano arriba y abajo lentamente, sin querer perderme su expresión.

Apretaba la mandíbula y cuando me acerqué para darle solo una lamida y provocarle, hundió con fuerza una de sus manos en mi cabello robándome un gemido.

—Si no puedes más, solo aprieta mi muslo —sugirió apretando bastante mi cabello —ahora abre la boca, Becca.

Obedecí y sin más me guió él mismo hasta que metió su miembro a mi boca, lentamente, hasta donde pude soportar por primera vez, y nuevamente fuera. Queriendo comprobar si no era demasiado para mí, y aunque tosí un poco intenté tomarle de nuevo para hacerlo yo misma.

—Dame tus manos.

No dudé, con él al parecer nunca lo hacía. Puse mis manos juntas y las tomó de las muñecas hasta guiarlas detrás de mi cabeza, junto al agarre de mi cabello.

Le gustaba inmovilizarme eso estaba claro, y por la forma en que me estaba mojando, a mí también me gustaba.

Sin mis manos lo metí a mi boca. Su cuerpo se tensó y yo traté de ignorar por completo lo incomodo que podía ser su tamaño. Le miré a los ojos encontrándome con la motivación necesaria para soportar, y disfrutar de como empezaba a utilizarme, acelerando el ritmo hasta dejar de ser gentil. Embistiendo mí boca a placer una y otra vez hasta que mi saliva chorreaba y mis ojos se humedecían.

Nunca dejaba de mirarme. Y verlo jadear, sus músculos tensarse y las venas de su cuello marcarse, era tan excitante que todo se volvió delicioso. Mis gemidos se ahogaban, apretaba mis muslos con fuerza y mi respiración se volvía cada vez más pesada.

Su mano sosteniendo mis muñecas y cabello generaba una presión que me enloquecía. Moviéndome a su antojo. Se hundió hasta el límite y se sostuvo allí, obligándome a intentar controlar un poco las arcadas tragando, y justo cuando sentía que no podía más lo sacó para permitirme toser.

—Esa es mi chica —me sonrió acariciando dulcemente mi barbilla, limpiándome un poco —ahora, vamos a premiarte.

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