Melodías del corazón || PJM

By CheilaAbreu_

2.2K 590 71

¡Sin editar! Mérida, una talentosa diseñadora, decidió viajar a Corea del Sur para encontrarse con su amiga... More

Prólogo
Cap. 0
Cap. 1
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Epílogo
Extra
ANUNCIO

Cap. 2

128 23 0
By CheilaAbreu_

Volví a enderezarme y caminé hasta la cama desplomando mi cuerpo sobre ésta. Me sentía exhausta y no sabía por qué, ¿Acaso sería el viaje? O ¿simplemente me sentía así porque estaba en Corea?

Venir a Corea siempre fue uno de mis más preciados deseos y metas en la vida, y ya se había hecho realidad. Ahora solo necesitaba seguir con las otras, la cual era visitar sus museos y lugares más visitados, ir al museo de big hit y lo más importante, conocer a bangtan.

Conocer a bangtan siempre fue mi más grande sueño, tanto que hasta llegué a pensar muchísimas veces que sería algo imposible de realizar, pero las cosas a veces suceden por algo. Nunca imaginé que vendría a Corea del Sur y miren donde estoy, en la casa de mi amiga coreana que vive en Seúl. Ahora sí puedo decir que los sueños, con esfuerzo sí se pueden realizar y eso era lo que estaba logrando, que con mis esfuerzos mis sueños se realizaran.

Me quedé rendida en el instante en que caí sobre la cama, dormí durante un buen rato. Me desperté por la vibración de mi celular dentro de uno de los bolsillos de mi pantalón. Me levanté sorpresivamente por el efecto del celular, me senté sobre la cama aún con los ojos entreabiertos, saqué el celular del pantalón y deslicé mi dedo índice a la derecha para contestar.

— ¿Hola?

— Hola mi amor, ¿cómo estás, llegaste bien? Cuéntame.

— Hola, mamá, estoy bien y también llegué bien. Tú, ¿cómo estás? — acaricié mis ojos para poder ver el celular

— ¿Estabas durmiendo?
Bostecé.

— Sí, me desperté por tu llamada.

— Disculpa, no sabía que estabas durmiendo. Aquí todos estamos bien, aquí ya es de día.

— Que bueno má', me alegro. Aquí ya son las... Siete de la noche. ¡Espera! ¡Qué! ¿¡Ya son las siete de la noche!? — exclamé alterada. No sabía que había dormido tantas horas.

— Eso acabas de decir. — dijo confundida a través de la pantalla con el ceño fruncido. — ¿Sucede algo?

— Eh, no. — respondí más relajada.
Me levanté de la cama.

— Mamá, te tengo que dejar, tengo que bañarme y comer algo. Hablamos después.
Ella asintió. — Está bien, entonces cuídate mucho, ¿Bien?

Asentí. — Sí, no te preocupes. — sonreí a la pantalla. — Bueno, ya colgaré, adiós.

Tiré uno besos a la pantalla donde se encontraba mi madre haciendo lo mismo y colgué la llamada.

Tiré el celular a la cama después de terminar de hablar con mi madre. Caminé de un lado a otro sin saber qué hacer primero por toda la habitación. Pensé:

— Primero desempacar.

Fui rápido hacia donde se encontraban las maletas y las llevé hasta la cama donde las abrí. Toda la ropa de arriba rebotó por la presión que tenía, ya que estaba muy llena. Levanté la maleta al aire y la giré hacia abajo para que la ropa cayera sobre la cama.

Me dirigí al closet, lo abrí, tomé las perchas que habían dentro de éste y las coloqué al lado de la ropa.

Miré toda la ropa que había traído, la verdad no había preparado yo las maletas sino mi madre y, en definitiva, ni debí dejarla hacerlo. La ropa que me había empacado parecía la de mi hermana pequeña, no iba a guardar eso en el closet.

Caminé nuevamente hasta la otra maleta y la puse sobre la cama, la abrí y revisé detenidamente cada ropa. Esta maleta la preparé yo, pero no había guardado abrigos dentro y estaba haciendo frío. Solo tenía tres suéteres y eso no era suficiente, necesitaba algo que realmente me mantuviera en calor.

Había venido para la primavera, solo faltaban unos meses para que los árboles de cerezo florecieran, ya se estaba sintiendo algo de calor y la verdad no estaba acostumbrada a un clima tan fuerte como el de Corea.

Después de pensarlo tanto, decidí organizar toda la ropa en el closet, y sí, hasta la que mi madre había guardado en la maleta. No la iba a dejar dentro de ésta, igual había algunas cosas que me gustaban.

Cuando terminé de guardar todo en el armario, saqué de la mochila que traía en los hombros y que había colocado al lado de la cama. Hice lo mismo que hice con las maletas, saqué todo lo que traía dentro y lo ordené sobre frente al espejo del armario.

La mochila en general no traía muchas cosas, solo tenía dentro unas toallas para bañarme, mi cepillo dental, cepillo y peines para el cabello, maquillaje y esas cosas personales que necesitamos las mujeres.

Pasé mis manos por mi rostro y cabeza después de terminar en definitiva con todo, ahora faltaba lo más importante, bañarme. Me gusta mucho bañarme, amo el agua, pero cuando hace mucho frío le huyo.

— Seguro la ducha tiene calentador. — pensé en voz alta rascando mi cabeza.

Caminé hasta la puerta del baño y la abrí. En cuanto la puerta se abrió, quedé sorprendida con lo que vi. El baño era muy lindo, era de color rosa pastel y tenía diseños de color dorado, tenía una puerta de vidrio que separaba la ducha de lo que era el espacio del lavamanos y el inodoro. Al lado del inodoro estaba el sujeta papel y el bote de basura. Cerca de la puerta estaban las toallas sobre un tubo de metal de color dorado.

Sobre el suelo de cerámica, había una alfombra blanca que iniciaba en la entrada hasta la puerta de la ducha. Sobre el lavamanos había un jabón y pasta dental, unos centímetros arriba un espejo redondo y al lado derecho un estante pequeño con productos para el cabello.

Todo era tan simple y bonito que sentía que estaba soñando, pero no era así. Caminé devuelva hasta la cama y quité la ropa que tenía puesta, coloqué la toalla sobre mi cuerpo, cogí el celular y entré al baño emocionada.

Estando dentro, reproducí una de mis playlist favoritas y coloqué el celular sobre el pequeño estante mientras me duchaba.

Solo bastaron unos treinta minutos para que saliera del baño. No quería salir porque era muy lindo todo ahí dentro. Con la toalla alrededor de mi cuerpo y con los pies descalzos caminé hasta la cama donde había dejado el pijama.

Después de vestirme, me acerqué al espejo para arreglar mi cabello cuando escuché a mi estómago gruñir. Me había olvidado de que no había comido nada después del vuelo así que hice una coleta en el cabello, puse unas sandalias y salí a la cocina en busca de algo para comer.

Cuando llegué, me acerqué a la nevera y revisé lo que había. De verdad tenía de todo ahí dentro, pues la nevera era muy grande y no era de esperarse.

— Ella dijo que podía comer cualquier cosa de la nevera, ¿No? — me dije a mí misma mientras observaba cada producto. — Pero tampoco quiero abusar, solo soy una invitada, no la dueña de la casa.

Cogí dos huevos, un aguacate y dos pares de pan integral que había sobre la meseta de la cocina. Busqué un plato llano en el estante, un tenedor, un cuchillo y una pequeña olla. Coloqué los panes sobre el plato, la olla en la estufa con agua después de encenderla, introduje los huevos en la olla para que hicieran mientras cortaba el aguacate para volverlo pasta y ponerlo sobre los panes.

Después de unos minutos apagué la estufa y saqué en un pequeño tazón con agua fría los huevos para retirar su cáscara y cortarlos en dos partes sobre el pan y la pasta de aguacate, cogí un poco de la pimienta que había guardada en el estante y la eché sobre los huevos ya cortados.

Después de terminar de preparar los panes, limpié todo lo que había utilizado y los puse en sus respectivos lugares.

— Ahora sí, a comer un poco. — dije cogiendo el plato de la meseta.

Unos minutos pasaron y escuché la puerta de la casa abrirse. Miré en dirección a la puerta de mi habitación curiosa aún sin levantarme de la cama.

— Esa debe de ser Jisoo que llegó. — dije aún con comida en la boca y medio pan en las manos.

La escuché hablando con alguien al fondo, pero casi no podía entender lo que decía. No presté mucha atención a lo que sucedía afuera y seguí viendo la película.

Las voces se escuchaban más cerca, eso hizo que detuviera la película y me levanté de la cama, me acerqué a la puerta y pegué mi oído a la madera para entender mejor lo que decían. Se escuchaban varias voces juntas, hablaban coreano, lo digo porque Jisoo y yo siempre hablamos en inglés, pero a veces hacíamos videollamadas para practicar el coreano. En fin, escucho que no es una voz femenina la que habla con ella sino una varonil.

La curiosidad no pudo conmigo, así que abrí despacio y sin hacer ruido la puerta unos centímetros para mirar de reojo hacia donde ellos estaban, pero no logré captar nada. Pues el lugar en donde estaban estaba demasiado retirado del pasillo.

— ¡Oh, maldición! — reclamé en un susurro.

No tuve de otra que salir de la habitación y espiar un poco más de cerca.

Sí, sé que está mal espiar y más a tus amigas, pero era un tanto necesario, e intrigaba mucho esa voz varonil, además se me hacía muy familiar, creo que la había escuchado antes y tenía que averiguar de quién se trataba.

Di unos pasos por el pasillo después de salir de la habitación e incliné un poco la cabeza hacia delante para observar al chico parado frente a Jisoo los cuales estaban de perfil a mis ojos. Di un mordisco al pan que tenía en mano sin despegar la vista de ellos dos hasta que noté que uno de ellos miró hacia donde me encontraba. Mi corazón se detuvo, mis ojos se abrieron como platos y mi boca dejó de masticar. En cuanto me di cuenta de lo que ella hizo, me giré rápido contra la pared sin hacer ruido, miré hacia los lados, coloqué el pan sobre el plato y con la mano libre sostuve mi pecho.

Tenía el corazón muy agitado, acelerado, tenía mucho sin esa adrenalina. Esperé unos segundos y volví a mirar discretamente hacia donde ellos se encontraban. Seguían platicando, como si nada hubiera pasado.

Respiré profundo de alivio.

Despacio y sin que se dieran cuenta, a pasos de tortuga y de espías volví a mi habitación, cerré con cuidado la puerta y volví a respirar de alivio detrás de ésta. Unos minutos y ya me encontraba en la cama viendo nuevamente el televisor hasta que entró.

— ¡Hey!, ¿cómo estás? — preguntó Jisoo acercándose a mí con una sonrisa en su rostro.

Yo la miré sorprendida, luego sonreí y volví a detener la película.

— Mucho mejor, y ¿tú cómo estás?, ¿qué tal estuvo tu día?

Ella se acercó más hasta que llegó a la cama y se sentó a mi lado. Moví mi cuerpo un poco al lado para darle espacio.

— Me alegra que estés mejor. — respondió. — Yo estoy bien también, mi día estuvo un tanto agotador, pero bueno. Veo que te preparaste algo.

Dijo mirando el plato con el pan y la mitad del otro sobre la cama. Yo miré al plato y luego a ella.

Sentí un tanto de vergüenza, no sabía que responder, estaba asustada, tímida.

— He... Sí. — respondí fingiendo una sonrisa. — ¿Quieres uno?

Levanté el plato y lo acerqué a ella invitándola a que cogiera el pan que aún estaba completo. Ella lo miró y luego a mí, me sonrió.

— No, no, gracias. — río alejando el plato. — ¿Cómo crees? Puedes terminarlo tú, yo ya cené.

— Ah, ¿sí?

— Sí. Fui con mi primo a cenar. — me explico. — Me dijo que tenía unos libros que regalar y quería que habláramos un poco de todo lo que ha sucedido en la vida de cada uno.

— Ah, ¡sí!

— Sí, de hecho, estaba aquí. — asintió. — Me vino a dejar en la puerta, nos despedimos y se marchó.

— Ah, entonces esas voces que escuché, ¿eran de ustedes dos? — solté curiosa.

«No debí preguntar esas cosas. ¡Tonta Mérida!»

Ella no dijo nada por unos segundos, entonces hablé.

— Lo siento, no debí preguntar eso. — agaché la cabeza avergonzada. — Eso es cosas de familia y privacidad.

— ¡No! ¿Cómo crees? — me interrumpió. — No, no te preocupes.

— De verdad no fue mi intención, es que
— Mérida. — dejó caer sus manos sobre las mías. Yo la miré. — Está bien, no tienes por qué disculparte. Sí era él. Es del que siempre te he hablado y con el que siempre me reúno cada que podemos.

Me sentí muy avergonzada e incómoda, pero ella confiaba en mí y eso me hacía sentir mejor.

— Se me olvidó presentarlos, siempre le he hablado de ti, pero esta vez no pude. Estábamos muy emocionados hablando el uno del otro que se me olvidó contarle de que habías llegado.

— ¿Le contaste que vendría? — sorprendida y curiosa le pregunté.

Asintió. — Sí. Le dije que vendrías a conocer la ciudad y a quedarte un tiempo. Él me había dicho que tendría tiempos cortos pero necesarios para salir a pasear y que si necesitabas algún compañero como guía, que lo llamara a él.

— ¡Wow! ¿¡De verdad dijo eso!? — volvió a asentir. — Es increíble. Suena bien la idea.

— Lo mismo le dije. — se levantó de la cama. — Bueno, ya me voy a mi cuarto, estoy exhausta y necesito descansar.

Volví a sostener su mano a distancia, de rodillas sobre la cama sonriéndole.

— Está bien, ve y descansa.
La seguí con la mirada hasta que cerró la puerta detrás de ella. Me dejé caer sobre la suave sábana de la cama mirando al techo.

— Le habló de mí a su primo. — solté al aire. — ¿Qué habrá pensado él de mí?, ¿Cómo será él? Jisoo no me ha enseñado nunca una foto de él.
Tenía tanta curiosidad de saber cómo era él, a detalle, de pies a cabeza, pero Jisoo no me había mostrado nunca una foto, solo me hablaba de él y eso era lo que más me intrigaba.

[...]

— Necesito conseguir un trabajo. – murmuré mientras mordía un sándwich de mantequilla de maní.

Ella dejó de masticar mirándome perpleja ante lo que dije, en cuanto sentí el peso de su mirada sobre mí la miré confundida sin decir nada.

— ¿Estás loca, apenas llegaste ayer y ya quieres conseguir un trabajo?

— ¿Y qué tiene? — pregunté. — ¿Está mal?
La expresión en su rostro era más que obvia, no tenía que decirlo, estaba más que claro que lo que decía al menos para ella estaba mal, pero ¿qué tiene de malo querer trabajar? Además, vine no solo para conocer chicos y lugares bonitos porque no tengo mucho dinero que digamos, por eso quiero trabajar, para poder conseguir dinero e ir a los lugares que quiero visitar, porque son bastante caros. También porque no estaré viviendo bajo su techo todo el tiempo, no quiero ser una carga para ella como pienso que era para mi familia. Tenía que hacer algo.

Rodó los ojos y suspiro. — No, no está mal, solo que es muy pronto para andar pensando en esas cosas, ¿no crees?

— Pues sí, pero ¿qué puedo hacer? Sabes que no tengo suficiente dinero para quedarme mucho tiempo y además no viviré bajo tu techo todo el tiempo que me vaya a quedar. No quiero sentirme como una carga para ti. — comenté.

— Mérida, te dije que podrías quedarte el tiempo que quieras, vivo sola y ahí tienes una habitación propia. — agachó la mirada. — Además, me gusta que estés aquí, solo tienes horas, pero así la casa no se siente tan sola y vacía cuando no estoy, y pues cuando llego estoy contigo y tú estás conmigo y eso me hace sentir más segura.

«Eso... Fue hermoso.»

No sabía que decir ante tan bonitas palabras, sentía mi corazón derretirse de ternura y amor. Tenía ganas de abrazarla, así que con los ojos cristalinos y casi llorando me levanté de la silla frente al comedor y me acerqué a ella. Al ver el movimiento que hice, notó lo que haría y también con los ojos llorosos se levantó de su silla y me abrazó.

Unos segundos pasaron. Luego nos separamos y nos miramos a los ojos, cada una sonrió y limpiamos las pequeñas lágrimas que rodaron por nuestros rostros.

— Eres lo mejor que me ha podido pasar en estos últimos años. — pensé en voz alta.

— Lo sé, también te quiero. — respondió a lo que dije.

Le di un pequeño golpecito en el hombro para luego terminar de separarla de mí mientras nos reíamos.

— Oye

— Sí?

— ¿Qué tal si te llevamos a conocer uno de los lugares que más habías anhelado ver en cuanto pisaras Corea del Sur?

— Ah, ¿sí? ¿Cuál?

— Pues se supone que tú tienes que saber, porque es el que más anhelas conocer, ¿No?

— Pues sí, pero son muchos lugares a los cuales anhelo visitar, así... Que no sé cuál de todos mencionar.

— ¡Agh! Ven.
Concluyó halándome del brazo para que la siguiera.

— ¡Espera, no he terminado mi desayuno! — refute sosteniendo con la boca el pedazo de pan que quedaba sobre el plato y el otro con la mano.

— Te compraré de camino algo.
Me sacó de la casa cerrando detrás de nosotras la puerta.

— Pero ¿Qué, a dónde vamos?
— ¡Ay, ya te dije!
— Oye y ¿no vas a trabajar hoy?
— No, hoy no tengo trabajo.
— Con razón quieres salir.
— Estoy de buen ánimo cuándo tengo días libres.

Me sonrió, tomó de la mano y salimos a caminar por las calles de Seúl.
Sonreíamos como niñas pequeñas, en especial yo. Era una gran ilusión estar en Corea del Sur, conocer sus lugares, cultura y gente, pero más especial porque siempre quise conocer a bangtan y no solo era cuestión de años y kilómetros incontables, ahora solo era cuestión de minutos u horas de distancia con ellos.

— Primero iremos a terminar de desayunarnos en una cafetería que conozco. — comentó, aún sostenía mi mano mientras la movía de atrás adelante.

Llegamos a un bonito lugar, era una cafetería estilo vintage, había mesas hasta afuera del lugar, todo estaba tan bonito, parecía sacado de mi imaginación.
Cuando no tengo nada que hacer solo me pongo a imaginar cosas que me gustan y que me gustaría tener, y este lugar era parecido a uno de los miles de pensamientos que tenía en mi cabeza.

[...]

— Le escribí a mi primo. — comentó con la boca llena.

— Ah, ¿sí? — asintió. — ¿Y qué te dijo?
La miraba por segundos, pues estaba muy concentrada en el desayuno, aunque yo no era la única.

— Le hablé sobre que te llevaría a conocer la empresa, aunque ya lo habíamos conversado antes, solo quería recordárselo.

— ¡De verdad! ¡Lo dices enserio! — exclamé emocionada dejando de comer.

— Sí, te estoy diciendo que nos pusimos de acuerdo. — refutó. — O ¿acaso te he mentido antes?

Moví la cabeza de un lado a otro indicándole que lo que decía era cierto y que no estaba mintiendo.

— Pero entonces, ¿Qué te respondió? ¡Dime!

— ¡Cálmate! Te diré, pero no me presiones, ¿Acaso te gusta?

Arqueó una ceja.

— ¿Qué? — fruncí el ceño. — ¿Cómo me va a gustar alguien que no he visto?
La miré confundida en silencio, ella rodó los ojos.

— Sí lo has visto, solo no sabes que es él.
Eso me dejó más confundida.

— ¿Cómo así, lo conozco? — ella asintió —. Pero si ni siquiera me has enseñado nunca una foto de él.

— Ya verás. — sonrió perversamente, dejó el dinero sobre la mesa y salió tomada de mi mano.

Estaba confundida, no sabía a lo que se había referido con que ya lo conocía y de que ya sabía quién era su primo. ¿Quién será esa persona? ¿Quién carajos era su primo realmente? Y más aún ¿Cómo lo conocía ya sin siquiera ver alguna foto de él?

«¿Quién eres primo de Jisoo?»

— ¿A dónde vamos ahora?
Estábamos caminando desde hace ya unos diez minutos y ya me sentía cansada.
«Lo siento, soy muy floja.»

Estaba aburriéndome de tanto caminar y de no obtener respuestas de parte de Jisoo. Todo alrededor era bonito, muchos edificios, calles bien pintadas y muchas personas con ropas muy lindas y caras, o eso era lo que parecía, pero igual me estaba aburriendo.

— ¡Ay, ya deja de quejarte! Ya casi llegamos.

—Pero es que desde que salimos de la casa no me has dicho a dónde vamos.

Unos minutos pasaron y nos detuvimos frente a un enorme edificio al que al parecer muy pocas personas entraban. A la derecha un enorme letrero que decía: HYBE.

«Espera, ¿Qué? ¿HYBE?»

— ¡Tadá! – exclamó Jisoo expandiendo sus brazos en el aire con una sonrisa en su rostro.

— ¿¡DE VERDAD ESTOY VIENDO LO QUE MIS OJOS VEN!?

— ¡Ay! Baja más la voz. – volvió a hablar quejándose. – Y sí, estamos frente al edificio Hybe, el edificio donde se encuentra tu otra sorpresa.

Ella estaba tan emocionada como lo estaba yo, las dos no dejábamos de sonreír, instantáneamente la abracé besando su rostro de felicidad.

— ¡Ay! ¡Muchas gracias, muchas gracias, muchas gracias! – le repetía una y otra vez con mis brazos alrededor de su cuello.
Ella empezó a quejarse y me separó de su cuerpo tratando de respirar, me miró un tanto molesta y luego relajó el rostro.

— Tienes que controlar más tus emociones. Casi me asfixias.

— Lo siento, me dejé llevar. Lo siento. – le dije luego de tomarla de la mano.

— Como sea. Ven, vamos.

— ¿A dónde? — La miré confundida.

— Adentro. – respondió si expresión alguna.

— ¿Cómo? ¿Adentro, al edificio? – ella asintió.

— Sí, mi primo nos está esperando a las dos en la sala de citas y espera. Ahí dentro nos darán un pase para poder entrar sin ningún problema.

— ¡Oh, wow! ¡No puedo creer que esto está pasando! ¡Voy a entrar a Hybe! – me volví a emocionar y di unos brincos de alegría.

Luego de tantas emociones y brincos, caminamos hasta entrar al lugar donde todo era simplemente increíblemente hermoso, enorme y acogedor.
Miré a todos lados contemplando el lugar. Había personas moviéndose por todos lados, algunas sentadas leyendo un periódico o tomando café, y otras simplemente estando ahí para adornar la sala.

Caminamos hasta acercarnos a una chica que estaba detrás de un escritorio lujoso, tenía unos lentes y un hermoso rostro. En cuanto nos detuvimos frente a ella, nos recibió con una sonrisa haciendo que sus ojos se cerraran.

— Muy buenos días, ¿en qué les puedo ayudar?

Jisoo me miró y sonriendo me dijo: — He... Mérida si quieres puedes ir viendo todo el lugar y tomar fotos, mientras déjame y hablo con la chica.

Yo asentí y me alejé buscando algo entretenido o extraño para curiosear y fotografiar.

Mientras tanto Jisoo...

— He... Sí, buenos días. Estoy buscando mi primo.

— Perdón, ¿Cuál es su nombre?

— Su nombre es Kim Namjoon, dígale que su prima Kim Jisoo lo está buscando por favor.

— ¿Usted tiene una cita para estar aquí o reservó una para verlo?

— No, le escribí un mensaje donde le dije que nos veríamos aquí abajo, ¿Puede por favor llamarlo?

— Lo siento, pero sin cita usted no puede verlo o estar aquí.

— ¿Sabe qué? Olvídelo, gracias.
Jisoo sacó su celular de su bolso después de hablar con la secretaria y le marcó a su primo.

Luego de tres tonos...

— Hey, estoy aquí abajo esperándote.

— ¿Ya estás ahí? ¡Wow!

— Si estoy aquí, la secretaria o recepcionista no quiere que pase porque no tengo una cita para verte o estar aquí. ¿Puedes venir rápido?

— jaja, está bien, ya voy, espérame ahí.

— ¿Qué estás haciendo?

— Estaba viendo el increíble diseño del lugar, debieron de pagar mucho para tan magnífico resultado.

Ella dejó salir una risa leve. — Ven, mi primo ya viene en camino.

— No nos van a sacar, ¿Cierto?

— Jaja, ¡no! ¿Por qué piensas tales cosas? – me encogí de hombros sonriéndole. — Ven, sentémonos.

— ¡Ay sí! Caminamos demasiado, mis piernas necesitan estirarse.

Y nos sentamos. Estuvimos hablando de mi ropa y de mi forma de vestir, ella siempre hablaba de lo holgada que podía ser mi ropa durante dos días y lo sexualmente atrevida que podía ser algunas veces.
Así como mi personalidad, mi ropa tenía dualidad y era buena poniendo las dos en práctica.

Cinco minutos pasaron, ya estábamos de pie tomando una que otra foto de todo lo que nos rodeaba, o al menos solo yo lo hacía. Jisoo estaba mirando a los ascensores viendo si de uno de ellos salía su primo, luego sonrió.

— ¡Primito! – exclamó con los brazos abiertos acercándose a él.

El chico le sonrió también acercándose a ella para luego terminar su saludo en un corto abrazo.

— Perdona la tardanza, aún no había terminado de practicar unos pasos de la nueva coreografía.

— No te preocupes, entiendo. – le dijo aún con una sonrisa en su rostro. — Y cuéntame, ¿Cómo has estado? ¿Has comido algo?

— Estoy bien, solo un poco cansado, pero bien. Respecto a tu pregunta de la comida, iba hacerlo después de la práctica, pero viniste, se me había olvidado de que vendrías.

— Pero si te había escrito antes de venir. – dijo Jisoo haciendo puchero.

— Sabes que estoy haciéndome viejo, todo se me olvida rápido en estos tiempos. Y... ¿Dónde está la amiga de la que tanto me has hablado? Quiero ver qué tan bonita es.

Ella soltó una risa luego de pegarle despacio en el pecho mientras se acercaban. Yo sin embargo aún seguía entretenida tomando fotos, no quería que nada se me quedara, quería recordar cada detalle del momento.

— Mérida. – Jisoo habló y giré al instante dejando de hacer lo que hacía.

— ¿Sí? – pregunté mirándola.

— Te presento a mi primo, – yo miré a la persona que se encontraba a su lado. – Aunque ya lo conoces.

Quedé anonadada con lo que mis ojos en ese instante estaban viendo, no lo podía creer, una de las personas que más admiraba en la vida después de mi madre, la persona a la que siempre quise poder ver en persona durante tanto tiempo y a la persona que nunca llegué a imaginar como el primo de mi amiga, esa persona no era más que el mismísimo Kim...

— Namjoon.

Continue Reading

You'll Also Like

53.7K 2.2K 3
Una historia en la que el primer amor de Jungkook (Jimin) no lo recuerda y él decide alejarse por causa de la madre de su amado pero después de 4 año...
1.7K 369 14
En un mundo donde la lealtad es escasa y la violencia es moneda común, Tn lucha por mantener su legado vivo, sabiendo que cualquier paso en falso pod...
6.6K 425 60
¿Acaso tanto sufrimiento tendrá alguna recompensa? ¿Por qué a mí? ¿Tendré alguna maldición?
84.3K 9.2K 38
Junhoe tiene cara de pocos amigos, suele explotar con facilidad, pero es uno de los niñeros mas profesionales en Inglaterra y mas reconocido en Seul...