Capítulo veinticuatro.
Lukas Smith.
Estoy solo en mi cuarto mientras veo el cuadro de Miel, es muy lindo. Un hombre y una mujer mirándose enamorados, mientras están bajo la lluvia, y con la historia que me conto puedo entender mucho mejor el cuadro.
Me siento en mi cama y veo mi tatuaje, el que tengo con Miel. También me gusta este, y pensar que ella lo hizo, ella lo dibujo y salió de imaginación.
Veo la hora en mi celular y son las nueve de la noche, mi madre entra a mi cuarto y me modela un vestido negro. Esta maquillada con un labial rojo vino, unas sombras cafés con un poco de brillo, y el rímel que alarga sus pestañas, se ve bien.
- ¿Qué opinas? – ya se estaba tardando en preguntarme. - ¿Crees que me veo bien?
- Sí, mamá. – dije tomando mi guitarra. – Te vez bonita.
- Gracias. – ella me sonríe. – Quería decirte que saldré con Eduardo, llegare mañana por la mañana.
- De acuerdo. – dije afinando la guitarra.
- No quiero fiestas, ni que invites a tus amigos... ni mucho menos s a tu novia. – me mira seria.
- Sí... - dije mirándola divertido. – Nada de nada. – alce la mano prometiéndolo.
- ¿Te hiciste un nuevo tatuaje? – se acerca y me toma la majo jalándome para que ella pueda ver bien el tatuaje. - ¿Cuando?
- Este lunes. – dije haciendo que me suelte la mano. – Me lo hice con Miel.
- ¿Con Miel? – me pregunta y asiento con la cabeza. - ¿Cómo esta ella? No la he visto estos días, como me gusta esa muchacha.
- Estuvo aquí esta tarde, hizo ese cuadro. – apunte el cuadro que tanto me gusta. – Se llama Lágrimas de miel.
- ¿Por qué le puso ese nombre?
- Porque se trata de ellos dos, que se aman... pero por cosas de la vida están diciéndose cosas feas mutuamente. Y están debajo de la lluvia que serían sus lágrimas... y como se aman aunque duelan son dulces como la miel, siempre después de la tormenta sale el sol.
- Que profundo... - dice mirando el cuadro. – Es muy talentosa.
- Yo digo lo mismo.
- Bueno... como sea ya me voy, de verdad no quiero que evites a nadie ni tampoco quiero que vayas a alguna fiesta. Mañana tenemos una nueva hora para...
- El psicólogo... - dije sin ganas. - ¿Para qué voy si no me ayuda en nada? Es una pérdida de tiempo.
- No te ayuda porque tú no quieres que te ayude. – me dice seria. - ¿Por qué no le dices a Miel y así ella te entra en razón?
- ¿Por qué razón le diría a Miel?
- ¿Sabes cuál es la razón por la que no eres abierto con Miel? – comencé a irritarme.
- Ilumíname. – dije irónico.
- Porque no quieres que ella te vea como en realidad eres, porque tú no eres perfecto y cómo crees que ella es prefecta no quieres que te vea así... destruido, con problemas en el interior. Pero si te abres con ella...
- Mamá. – dije molesto. - ¿No tenías una cita?
- De acuerdo... me voy a ir, pero sabes que tengo razón. Lo sabes bien. – se va de mi habitación y cierra la puerta detrás de ella.
Cuando escucho que cierra la puerta de la entrada me paro de mi cama molesto dejando la guitarra a un lado, saco de mis cajones mi moledor, una boquilla y un papelillo, me siento en la silla del escritorio y muelo la marihuana, hago un cigarro y lo prendo.
Abro la ventana hasta atrás para que el cuarto se ventile y me termino el cigarro antes de que me dé cuenta, hago otro pero antes de prenderlo escucho el timbre, salgo de mi cuarto y bajo las escaleras, cuando abro la puerta veo a Olivia con una sonrisa y una bolsa con el logo de un restaurante de comida chica. Sabe bien que amo la comida china, se acerca a mí y me besa la mejilla, la dejo pasar extrañado un poco.
Sigo un poco molesto por lo que paso en la fiesta, es decir, solo bailaba con Miel, no hacíamos nada malo y ella llega armando una escena de celos. Me fastidia que sea tan celosa, yo no hago lo mismo con ella. Además que estoy molesto por lo que me dijo mi mamá, pero lo que más me molesta es que ella tiene razón, no quiero que Miel me conozca como en realidad soy por el miedo a que se vaya, a que no me hable más porque sabrá que soy una mala persona, que solo sabe drogarse y no sirve para nada.
- ¿Cómo estás? – me pregunta con una sonrisa. – Traje comida china. – no le dije nada, solo me acerque a ella tomándole la chaqueta y la bese.
El contacto de sus labios con los míos no se sintió como cuando Miel me ha besado, de todos modos la jalo contra mí y escucho un gemido salir de ella. La abrazo y la tomo ella enrolla sus piernas en mi cintura, gime de nuevo y la apoyo contra el sofá. Ella abre las piernas y le desabrocho la sudadera, le quito su camiseta. Arque la espalda y gime, yo le toco un pecho con cuidado.
Los pechos de Olivia son muchos más grandes que los de Miel, pero no los prefiero mucho la verdad. Como sea yo me quito la camiseta y me besa el cuello, gimo pensando en Miel... ¿por qué pienso en ella en estos momentos?
Olivia me desabrocha el pantalón y le quito los zapatos, desabrocho su pantalón y se lo quito, ella gime, me alejo de ella un poco y la tomo de nuevo, mientras me besa el cuello llegamos a mi cuarto y la acuesto en mi cama, saco un condón de mi mesa de noche y le quito las bragas a Oli, ella jadea jalándome para que me acerque.
Entro en ella y gime, lo hago, estoy haciéndolo pero no siento placer, no me gusta pensar que lo estoy haciendo con Oli. Ella me da la vuelta y quedo yo abajo, ella pone su mano en mi pecho y yo pongo mis manos en su cadera mientras hacemos movimientos arriba hacia abajo, cada vez más rápido.
Cuando logro que Olivia llegue al orgasmo se acuesta a un lado de mí, y me besa la mejilla. Yo me hago a un lado y me paro poniéndome la camiseta, me quito el condón y no veo la leche por decirlo de alguna manera, la que siempre está ahí, ahora no.
Le hago un nudo al condón en la parte de arriba y lo boto en el basurero de mi cuarto, me pongo la ropa interior y la veo, ella se pone una camiseta mía y sus bragas.
- Tengo que admitir que no me lo esperaba. – dice atándose su cabello rubio.
- Yo tampoco... - dije viendo el cigarro que había dejado antes. - ¿Quieres? – le estire el cigarro con un encendedor.
- No... no tengo ganas de fumar. – ella se para y me besa. - ¿Quieres comer? Traeré la comida china.
- Dale. – me siento en la silla y prendo el cigarro, comienzo a fumar y me llega un mensaje.
Tomo mi celular que está a un lado y veo que es de Miel.
Princesa: Hola.
Yo: Hola princesa.
Princesa: ¿Qué haces? ¿Quieres hacer una llamada por FaceTime?
No espera a que le responda y me llama, le corto. No quiero que me vea ahora, de seguro tengo los ojos muy rojos, además de que Olivia va a llegar en cualquier lado. Mejor que no me vea así.
Yo: No puedo hablar ahora, nos vemos después en clases.
Princesa: De acuerdo... quería mostrarte algo. – me manda una foto de un dibujo de nosotros.
Princesa: Me base en una foto que nos tómanos hace unos días, ¿te gusta?
Yo: Me encanta, está muy lindo.
Me sorprende la capacidad que tiene Miel de captar una esencia con el dibujo.
Cuando Olivia entra con la comida dejo el celular en el escritorio y me estira la comida y ella se sienta en mi cama. Mira el cuadro de Miel y luego me mira a mí, no comenta nada del tema, mi celular suena de nuevo y lo tomo.
Princesa: ¿De verdad te gusta?
Yo: Es muy bueno, de verdad me encanta y es una lástima que no puedo decírtelo por llama.
Princesa: ¿Qué es lo que haces?
Yo: Una cena familiar.
Princesa: Yo estoy en un restaurante cenando con mis padres, quiero puro irme. Te llame cuando estaba en el baño y fue cuando saque la foto del dibujo, busque cualquier excusa para hablar contigo.
Yo: No puedo escaparme ahora, lo siento.
Princesa: No te preocupes. ;)
- ¿Me puedes traer una servilleta? – me dice Oli.
- Claro. – dije parándome y saliendo de mi cuarto.
Cuando estoy en la cocina le marco a Miel, ella no tarda en contestarme.
- Pensé que no podías escaparte. – me dice ella.
- Pues lo logre. – miro las servilletas. – Miel... la verdad es que no estoy en una cena familiar.
- ¿Qué? – pregunto ella sonando confundida.
- La verdad es que cuando mi padre murió mis abuelos de parte paterna dejaron de hablar con mi madre, le echan la culpa de todo lo que paso. Y los padres de mi mamá murieron hace años, no tengo primos ni tíos, ni nada que sea familiar... solo a mi mamá entonces... te mentí.
- ¿Qué...?
- Lo siento, no quería que me vieras como una mierda. – me apoye en la mesa de la cocina.
- Luka, tú no eres una mierda... tu eres un chico encantador con sus problemas, como todos... todos tenemos problemas y no tienes que sentirte mal por tener problemas.
- Estaba con Olivia, de hecho esta en mi cuarto.
- Ya... - pero me gustaría que la que estuviera esperándome ahí arriba fuera Miel, no Olivia.
- Miel... - dije apunto de confesarle que quiero que ella este aquí conmigo, de decirle que la quiero de una manera que nunca antes quise a alguien.
- Mamá... - dice Miel. – Estoy en una... Te estamos esperando Miel, van ahora y deja ese celular. – le dice si madre. – Hablamos luego, te quiero amigo, recuerda que eres increíble. – y me corta antes de que pueda despedirme.
Tomo las servilletas y subo de nuevo a mi cuarto, cuando entro Olivia me está mirando con mala cara.
- ¿Qué? – le pregunto.
- Como que ¿qué? – me dice molesta. - ¿Por qué estabas hablando con ella?
- ¿Con Miel? Ella es mi amiga.
- Ay si... y soy idiota. – dice molesta, y yo me estoy molestando.
- Olivia no empieces.
- ¿Te la follas? – me pregunta de golpe. – Solo dime si te la estas follando.
- ¿¡Es enserio!? – ya me esto molestando mucho más. – No me puedo creer que después de que hayamos follado nosotros me haces una escena de celos.
- Solo dilo.
- ¡No! ¡No me estoy acostando con Miel! ¡S-O-L-O S-O-M-O-S A-M-I-G-O-S!
- Pues no te creo, ya me caga que seas amigo de esa idiota.
- No le digas así.
- ¡Ves como la defiendes! – ella se da media vuelta y toma un pincel con pintura que está entre las cosas de Miel. – Estoy cansada de que te juntes con esa tipa, que ni guapa es. – y pinta el cuadro de Miel.
- ¡No espera que haces! – le quito el pincel pero ya es tarde, el cuadro que más me gusta de Miel esta arruinado.
Lágrimas de miel está manchado de pintura roja, los dos enamorados que estaban ahí están manchados... la lluvia esta manchada, la firma de Miel esta manchada. Tengo un uno en la garganta y mi corazón comenzó a latir mucho más fuerte.
Miro a Olivia molesto.
- Terminamos. – le dije mirándola con odio. – Tú y yo terminamos, no quiero verte nunca más.
- ¿Qué? No, tú no puedes terminar conmigo.
- Yo puedo hacer lo que quiera, y no quiero verte, no quiero que me busques, ni que me invites a fiestas, ni nada. – dije guardando la calma. – Vete.
- ¿Qué?
- Lárgate de mi casa.
- ¿Sabes? De acuerdo, no me importa. De todos modos que termináramos fue lo mejor, el sexo contigo es bueno pero es mucho mejor cuando lo hago con Zack, o el Ángel, o Nick.
- ¿Estabas metiéndote con mis amigos? Y me decías a mi infiel.
- Lo siento... pero lo hacen mejor.
- Eso no hacías hace media ahora cuando gemías mi nombre, cuando tenías un orgasmo tras otro. – ella solo me mira y sale de mi cuarto, supongo que se va a poner su ropa y se va.
Escucho la puerta y me siento en la cama, veo el cuadro de Miel con lastima. ¿Qué le voy a decir? ¿Cómo mierda le digo?