Me sentía terrible. ¿Por qué lo hacía? ¿Qué demonios me pasaba? ¡Yo no era así! Dios, si Hiccup se enteraba, no solo me dejaría para siempre, sino que también estaba segura de que haría mi vida imposible. Me mordía las uñas mientras esperaba en la oscura esquina de la casa de Rapunzel.
Le había dicho a mi amiga que saldría con Hiccup. Le había dicho a Hiccup que saldría con Rapunzel en una noche de chicas. Sin embargo, saldría con Jack.
¡Espera! Antes de que me odies por el resto de tu vida, permíteme explicarte: Esa tarde, en la que Jack me llamó, al principio me negué rotundamente. A pesar de eso, él siguió insistiendo por dos días más y Hiccup ya comenzaba a mirarme con mala cara por recibir tantas llamadas. Cuando le advertí a Jack que tenía novio y que lo amaba, me pidió solo UNA noche para poder conocernos mejor. Si luego de esa noche yo no quería saber nada de él, no volvería a llamar nunca más y me dejaría en paz por completo. Tuve un extraño déjà vu.
Acepté, por dos motivos: El primero era que quería que dejara de llamar para así poder continuar mi vida. El segundo... era porque estaba confundida. Quería saber el motivo por el cual mi mente me había jugado trucos sucios y había soñado con él. Necesitaba aclarar mi mente, aunque nunca, en ningún momento pensé en reemplazar a Jack por mi amado Hiccup.
Pasó por mí en su coche a eso de las ocho. No me puse nada muy elegante ni provocativo. Deseaba que entendiera mi falta de interés por él.
-Te ves muy bien.- Comentó, observándome de arriba a abajo. Oculté mi sonrojo desviando la mirada hacia la ventana.
-Gracias.- Susurré, incómoda. Jack sonrió.
-¿Vas a ser así toda la noche?- Preguntó, sin perder su humor característico.
-Quizás.- Volví a contestar, seca. Jack estacionó el auto repentinamente y giró sobre el asiento para mirarme.
-No quiero que hagas esto porque te sientes obligada.- Me dijo. Yo solté una carcajada cargada de ironía.
-¿Bromeas? Si no venía contigo seguirías molestando.- De repente, luego de mirarme por unos segundos en silencio, Jack salió del auto bruscamente y abrió la puerta del acompañante, para tenderme la mano. Al tomarla, él tiró de mí y me ayudó a salir del coche.
-Eres libre de irte ahora, si así lo deseas. Prometo no molestarte más.- Afirmó, con algo de tristeza en su voz. Me mordí el labio. ¿Por qué demonios no estaba caminando hacia casa de Rapunzel?- ¿Y bien?- Alzó una ceja, en lo que daba un paso hacia mí.
-Y-yo...- Tartamudeé. Jack dio otro paso.
-¿Si?- Susurró, poniéndose frente a mí, pegando nuestras frentes. Dios... ¡Reacciona, idiota! ¡Muévete! ¡Haz algo, lo que sea, pero ya! Volví a morderme el labio.- Me encanta cuando haces eso.- Me tomó por la nuca, sus labios estaban peligrosamente cerca de los míos y yo ya había cerrado mis ojos para esperar el momento en que éstos se encontraran. Pero no fue así, puesto que cuando Jack se inclinó para besarme, yo corrí mi rostro, brindándole mi mejilla en vez de mis labios. Él suspiró, decepcionado, pero luego me dio un ligero beso en la mejilla.
-Lo lamento.- Susurré, mirándolo a los ojos.- Amo a alguien más.- Comenté, intentado no sonar agresiva, sino dulce y apaciguada. Jack me brindó una sonrisa melancólica y luego se aproximó para besar mi frente.
-Está bien.- Murmuró y volvió a sonreírme.- ¿Quieres que te lleve a casa de tu amiga?- Preguntó. Negué levemente la cabeza.
-Prometí salir contigo.- Afirmé.- ¿Podríamos hacerlo, como amigos?- Jack me sonrió ampliamente.
-Hecho.- Aceptó, abriéndome la puerta de su auto nuevamente para dejarme entrar.
La noche con Jack no fue tan mala después de todo. Fuimos a un lindo restaurante, no tan lujosos como los que Hiccup solía llevarme, pero me sentí realmente bien allí. La gente sonreía y pasaban un buen momento, al igual que nosotros. El albino me comentó que era un agente del FBI y por ese motivo logró obtener tanta información sobre mí. Además, descubrimos que teníamos muchas cosas en común: Nos gustaba el aire libre, los climas más bien frescos, las cabalgatas y nuestro sentido del humor se asemejaba bastante.
Me la pasé excelente, a decir verdad. Era bueno tener a alguien con quien hablar. Por su puesto, cuando Jack me insistió en que le revelara quien era mi novio, me negué rotundamente. Hiccup ya corría suficientes riesgos al salir conmigo como para involucrar a un agente del FBI.
Cuando la noche no daba para más, Jack me llevó a casa de Rapunzel. Nos dimos un abrazo antes de irnos y él prometió no insistir con los llamados a menos que yo quisiera verlo. Me agradaba, era mucho más tolerable cuando no se comportaba como un seductor.
Jack me había puesto de tan buen humor, que me animé a tomar un Taxi para dirigirme hacia el hotel en donde Hiccup se hospedaba, ya que sentía unas ganas terribles de verlo. Quería sorprenderlo colándome a su cama, puesto que seguramente ya estaba más que dormido debido a que eran altas horas de la noche.
Me costó trabajo, pero al fin la recepcionista accedió a darme una llave (Tarjeta) para entrar en la habitación de Hicc. Deslicé la tarjeta despacio y me metí de puntitas a su habitación. Al acercarme a la cama, noté que dormía plácidamente. Pensé unos segundos cual sería la forma más sutil de despertarlo y terminé optando por acostarme a su lado para acariciarle la espalda suavemente (Ya que dormía boca abajo y en boxers). En cierto momento, Hiccup abrió levemente los ojos y, en cuanto me vio, se sobresaltó.
-M-Mérida.- Tartamudeó, sentándose de golpe. Solté una risita.- ¿Q-qué haces aquí?- Preguntó, sin poder creérselo.
-Quería verte.- Admití, mientras me sentaba sobre él, colocando una pierna a cada lado de su cuerpo. El castaño sonrió.
-¿Por qué?- Me cuestionó, mientras acariciaba mi espalda lentamente. Su sonrisa era tan extraña, pero hermosa al mismo tiempo. Expresaba una mezcla de increíble asombro y también de terrible felicidad. Me ponía feliz haberle provocado tal reacción.
-¿Una chica necesita tener una excusa para querer ver a su atractivo novio?- Pregunté, coqueta, acercándome a sus labios.
-¿Qué hay de Rapunzel? Sus padres notarán tu ausencia en la mañana.- Me informó, rozando sus labios con los míos, haciéndome desear aún más el encuentro de nuestras bocas.
-Eso no importa ahora.- Susurré, antes de besarlo con deseo. Él respondió positivamente y pronto compartíamos un beso apasionado que nos dejaba con ganas de llegar más allá.
Hiccup se separó de mí para ir hacia mi cuello, en donde su agitada respiración me hacía temblar de ansiedad. Sin embargo, cuando yo estaba en el auge del placer por sus besos, Hiccup se detuvo de pronto. Los besos, las caricias y su agitada respiración cesó de repente. Me quedé helada por su extraña reacción. Algo anda realmente mal.
El castaño inhaló profundamente sobre mi cuello y luego hizo lo mismo con una parte de mi cabello. Se separó de mí para mirarme con el rostro fruncido.
-¿Es eso perfume de hombre?- Me peguntó, estupefacto. Me horroricé. Jack llevaba un fuerte perfume esa noche. Incluso lo percibí en cuanto me subí a su coche y seguramente se me había pegado con el abrazo. Abrí mi boca para contestarle, pero nada salió de ella. ¿Qué iba a decirle? No tenía una excusa pensada para eso. Hiccup se puso aún más serio.- Mérida.- Me llamó, con autoridad.- ¿Es eso perfume de hombre?- Volvió a preguntarme. Mi rostro palideció.
Me hizo a un lado con algo de brutalidad y caminó con paso firme por la habitación, hasta llegar al mueble en donde había dejado su teléfono celular conectado al cargador. Estaba quieta, inmóvil; no entendía qué pretendía Hiccup. Desbloqueó el teléfono rápidamente y marcó un número aún más velozmente, para luego llevarse el auricular a la oreja.
-¿Hola? ¿Rapunzel?- Entonces caí en cuenta de lo que hacía. Me reincorporé rápidamente y corrí hacia él, intentando quitarle el móvil. Sin embargo, él comenzó a caminar lejos de mí mientras seguía hablando, sin mencionar que su altura lo hacía aún más difícil.- Lamento molestarte tan tarde, solo necesito hacerte una pregunta.-
-¡Hiccup, espera!- Rogué, pero él me ignoró.
-¿Mérida ha estado contigo esta noche?- Preguntó. Por la expresión en su rostro entendí que mi amiga le había dicho que no.- ¿Conmigo? No, ella no salió conmigo.- Afirmó, dándome la espalda, claramente enfadado.- Bueno, te lo agradezco.- Hubo una pausa.- Nos vemos.- Y colgó. Estaba a punto de llorar. ¿Qué mierda iba a decirle? Dios, la había cagado de la forma más estúpida de todas.
Hiccup se mantuvo de espaldas unos segundos más, mientras apretaba fuertemente el móvil con una de sus manos y la otra formaba un escalofriante puño. Se volteó lentamente para mirarme con el odio más profundo de todos y a mí, se me rompió el corazón.
-¿Quien es él?- Preguntó, con la voz cargada de ira.
-Hicc, yo...- Comencé.
-¡¿Quién es él, Mérida?!- Me gritó. Retrocedí un paso del susto, mientras una lágrima recorría mi mejilla.
-N-no es lo que piensas.- Me defendí, intentando sonar firme, pero no podía dejar de temblar.
-Vete.- Me ordenó, frío.
-No, Hicc, por favor.- Le pedí, sintiendo que el mundo se desmoronaba.
-Vete. Ahora.- Volvió a decir. Apreté los puños en un intento desesperado por verme fuerte, pero solté un sollozo poco después. Le di la espalda, no podía mirarlo. Sus ojos cargados de odio me lastimaban, por lo que tomé mis zapatos y salí sollozando de la habitación, cerrando fuertemente la puerta detrás de mí.