Lágrimas de miel. #1

By inakii_

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Una chica obsesiva con el orden y el control. Un chico despreocupado, sedordenado y drogadicto. Dos polos opu... More

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Epílogo

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By inakii_

Capítulo diecinueve.

Miel Ortiz.

Me siento en el sofá cuando los veo irse, Lukas sigue afuera hablando con su novia... que chica más irritable, tengo que continuar con el plan para saber qué es lo que esconde, tal vez está engañando a Lukas con otro chico, o con muchos chicos.

Me muerdo el labio nervioso y es cuando Lukas entra empapado y cierra la puerta, nos miramos unos segundos. Tengo la maldita necesidad de ir corriendo a sus brazos y abrasarlo como nunca antes. Pero claramente eso no pasara.

- ¿Estas...?

No pude terminar de hablarle porque ya estaba en frente de mi abrazándome, sus manos presionan mi espalda haciendo que mi pecho se apegue con el suyo, esconde su cabeza en mi cuello, siento su cálida y lenta respiración. Aprieta un poco más fuerte y eso hace que me queje un poco, Lukas al escucharme me suelta y lo miro.

Nuestros ojos se conectan, bajo un poco la vista y veo sus labios, sus carnosos y húmedos labios. Tengo la tentación de besarlo.

- Lo siento.

- No te preocupes. – dije acercándome a él y abrazándolo.

Me molesta que tenga una novia como ella, él se merece que le den el cielo, mar y las estrellas. Y no alguien como ella, que solo... solo se enoje por tonteras, que lo incite a hacer cosas que le hacen daño, que se ponga celosa por nada. Olivia es tan... dios santo es una perra.

Espera... ¿dije perra? No... no, yo no soy así.

- No está bien que Olivia se ponga celosa por cualquier cosa. – le dije no esperando una respuesta. – Luka... te mereces algo mejor que eso.

- Me fastidia... - dice obviamente molesto. – Me molesta que sea así, tal vez tienes razón y me merezco algo mejor que ella.

- Mira... - dije pensando en Henry y en Sarah. – Tomemos de ejemplo la relación de Sarah y Henry... ambos se notan que se quieren, la relación es muy sana. Ni Henry cela a Sarah por una estupidez, ni por nada la verdad. Ni Sarah le prohíbe tener amigas, de hecho él tiene a su mejor amiga, creo que se llama Susy... - dije pensando, la conocí en una ocasión. Es buena onda. – Mi punto es que su relación en si no es muy sana.

- Sí... bueno tienes razón. – nos miramos.

- Yo presiento... presiento que ella esconde algo.

- ¿Esconde algo? – me pregunta.

- Sí... bueno lo presiento. – dije recordando el día que la vi en el centro comercial. – Es muy perfecta para ser real, es tan... bueno no lo sé.

- Mejor dejemos de hablar de ella, no quiero pensar en Olivia.

******

Cuando llego el lunes llegue al instituto y entre a mi clase, me senté en el mismo asiento de siempre y espero a que Lukas entre. Nos toca química esta vez, nuestro horario va rotando por cada semana, hay días en donde los lunes por la mañana me toca matemáticas y otras química, la cosa es que llego una profesora de remplazo ya que la profesora de química tiene un bebé al cual cuidar.

Cuando entra veo que es una señora de mediana edad, tiene el cabello rubio y usa unos lentes que se nota que tienen auto aumento. Ella ya antes había remplazado a otro profesor, así que ya la conozco. Se llama Josefa, le decimos la señorita José o la profesora José.

- Buenos días clase, ya muchos me conocen pero para los que no, soy la profesora José y seré su nueva profesora de química. – dice anotando materia en el pizarrón.

En ese momento llega Lukas, nos vemos y sonrió, ya creí que no iba a llegar a esta clase, ¿Dónde estaba?

- ¿Tu qué haces en mi aula? – le pregunta la profesora enojada.

- Soy Lukas Smith. – dice mientras ve el registro de clases.

- ¿Por qué nunca antes te había visto? – la profesora sigue molesta.

- A lo mejor es ciega. – se encaje de hombros. - ¿Los lentes los tiene de adorno?

- ¿¡Que dijo!? – ay no... Lukas solo discúlpate, no hagas que se enoje aun más.

- Y sorda también. – sonríe.

- ¡FUERA DE MI CLASE! – le grita. - ¡Fuera o te mando a la dirección!

- En fin que ni quería entrar. – se encoje de hombros de nuevo y se da la vuelta para irse, todos los alumnos le aplauden.

- Lukas... - dije parándome con mis cosas.

- ¿Adónde va señorita Ortiz?

- Yo... - dije intimidada.

- Vaya a sentarse.

- No. – la hice a un lado y salgo.

Veo que en el pasillo esta él caminado con las manos metida en los bolsillos, corro a donde esta él y cruzo mi mano mi mano en su brazo.

- Hola princesa. – me dice mientras seguimos caminando.

- ¿Por le dijiste eso a la profesora?

- Ella no me dejo entrar.

- Porque llegaste tarde.

- En nueva, obvio que no me ha visto antes.

- Es suplente, nos conoces... como tú eres nuevo no sabía de tu existencia. Solo tenías que decirle que eres nuevo, y todo eso.

- Llevo medio año aquí, tan nuevo no soy.

- No importa, de todos modos ya estamos aquí afuera. – dije viendo las escaleras que llevan a la azotea. - ¿Quieres subir?

- ¿A la azotea?

- ¿A dónde más? – le tomo la mano y lo jalo para que me siga.

Cuando estamos arriba nos sentamos en una de las bancas que hay ahí y saco mi celular, comienzo a ver publicaciones de Instagram. Me sale una de un tatuaje y me quedo viéndola, siempre he querido hacerme uno, claro que si me atrevo a decirle a mis padres que quiero hacerme uno me matan. Como cuando les dije que me hice un pirsin en el ombligo con Sarah.

Cumplimos quince años y solo lo hicimos, cuando llego a casa mis padres casi me matan. Se enojaron mucho conmigo por hacerlo, y es una de las razones por las que mi madre lo le cae muy bien Sarah. Cree que ella me corrompe. Es una tontera la verdad pero qué más da.

- ¿Te gustan los tatuajes? – le pregunto.

- Sí, quiero hacerme otro.

- ¡¿Ya tienes uno?! – le pregunto sorprendida.

- Tengo dos.

- ¿Dos? – nunca me lo espere. - ¿Dónde?

- ¿Quieres saber? – me pregunta con una cara de picardía.

- ¿Dónde te los hiciste? – pregunte ya esperando lo que sea.

- Solo bromeo, tengo uno aquí. – punta el tobillo, se sube un poco el pantalón. – Es el logo de un juego que amo.

- ¿Te gustan los videojuegos?

- Sí, es el logo de la corporación Umbrella de Resident Evil. Y el otro lo tengo en el pecho, que es un fuego, aquí. – punta el corazón. – Y ya.

- ¿Te dolieron?

- El del tobillo si me dolió un poco, pero el de pecho no.

- Wow, sin palabras. – dije mirando su pecho, tengo la curiosidad de saber cómo es el fuego que tiene.

- ¿Quieres hacerte uno? – me pregunta con curiosidad. – Si quieres te llevo a donde mi tatuado.

- No... mis padres no me dejan.

- ¿En serio? – dice sarcástico. – Como si es te impidiera hacerte un tatuaje, por ejemplo mi mamá no me dejo hacerme el del tobillo, no supo nada por dos meses... luego me lo vio cuando fuimos a la playa, entonces se enojó y no pasó nada, no se acabó el mundo.

- ¿Te dejo hacerte el del pecho?

- Sí, con ese me dio permiso. – me quede pensando un momento.

- No lo sé... - dije con duda. - ¿Te harías uno conmigo?

- ¿Hablas en serio? – me pregunta sorprendido. – Hablamos de un tatuaje, te dura toda la vida. ¿de verdad te gustaría tener uno conmigo?

- Sí... ¿por qué no? ¿No quieres?

- Nunca dije eso. – se encoje de hombros. – De acuerdo, ¿tienes algo en mente?

- Bueno... no. – dije pensando en algo. – Creo que igual tiene que ser algo que tenga que ver con los dos, como... la música y el arte.

- Me gusta. – saque la libreta de dibujo de mi mochila y comencé a dibujar algo. – Le diré a Nacho, el chico de los tatuajes. Veré cuando tiene hora.

- De acuerdo.

Nunca pensé que sería así, desde que conozco a Lukas he sido más lanzada, no he planeado tanto las cosas. Como por ejemplo esto, nunca lo imagine de mi... pero ¿qué importa? Como dice él, la vida es una, y hay que disfrutarla mientras se pueda.

Cuando termino de dibujar, se lo muestro. Es una línea en zigzag que terminan en un corazón y en el fondo son como líneas de pintura.

- Me gusta... - toma la libreta. – Esta lindo.

- Elegí las líneas porque me recuerdan a un ritmo, no se... cualquier ritmo pero...

- Es perfecto. – me interrumpe.

- ¿Sí?

- Sí, es perfecto. Me gusta. – le sonrió y en ese momento le llega un mensaje.

- Me dice que no tiene hora hasta el otro mes...

- Mmm...

- ¿Y me imagino que quieres que sea pronto o te arrepentirás?

- ¿Cómo me conoces tan bien?

- Obvio te conozco muy bien, pero el punto es que ¿lo hacemos hoy después de clases? O si no será hasta el otro mes.

- De acuerdo, dile que sí. – dije rápido. – No puedo creer que voy a desobedecer a mis padres... - dije mirando la ciudad que se ve desde aquí, claro que no se ve toda, pero es na linda vista.

Miel concéntrate, tus padres.

¿Qué importan tus padres? A la mierda con ellos, desde que conoces a Lukas estás viviendo por primera vez en tu vida.

Conciencia cállate.

- ¿Estas segura que quieres hacerlo? Necesito verificar de qué no te vas a arrepentir.

- Estoy 100% segura, como que me llamo Miel Rosa Ortiz.

- De acuerdo. – se encoje de hombros. – Nos tatuamos esta tarde.

- Nos tatuamos esta tarde... - repetí. – Tengo que llamar a mi mamá. Tengo que decirle que no llegare a casa después de clases, le voy a decir que salí con unos amigos.

- De acuerdo... relájate no es como que vamos a robar un banco.

- Ya lo sé... - dije pensado un poco. – Pero mis padres cuando lo vena pensaran que ahora soy una ladrona, porque así son de exagerados. Pero en fin.

Me pare de la banca y llame a mi madre.

- Hola hija, ¿no deberías estar en clases?

- Sí... - maldición. – Pero salí al baño.

- Entiendo, ¿para qué me llamas?

- Para decirte que esta tarde saldré con unos amigos.

- ¿Qué amigos?

- Sarah, Henry... Lukas.

- ¿Lukas? ¿Qué pasa entre tú y ese muchacho?

- Somos amigos, mamá. – pongo los ojos en blanco.

- Bien, porque sabes bien que no puede tener novio.

- ¿Cómo crees mami? Si me lo tienes prohibido.

- Bueno me tengo que ir, entro a reunión.

- Buena suerte.

- Gracias, adiós.

- Chao...

- ¡¿Desde cuando dices chao?!

- Lo siento, adiós. – y cuelgo. – Listo, ahora según salgo contigo, Sarah y Henry.

- Bueno... no estabas mintiendo al decir que saldrás conmigo. – se ríe.

- Pero si al decir que sería con Sarah y Henry. – me siento de nuevo a su lado y él saca un cigarro, lo siendo y le hecha una calada.

Me llama la atención lo de fumar, no porque yo quiera hacerlo, si no el hecho de ¿por qué lo hace? O la gente en general, ¿por qué lo hacen? Si es dañino, eso es obvio.

- ¿Puedo probarlo? – le pregunte mirándolo.

- ¿El cigarro? – me miro con sorpresa. - ¿Quieres probarlo en serio?

- Sí... bueno me gustaría entender por qué lo haces, ¿por qué haces algo que daña tu salud? Y claro que no saco nada con decirte que no lo hagas cuando nunca lo he probado yo... entonces... bueno de seguro tienes tus motivos... mejor voy a dejar de hablar.

- No espera. – nos miramos. – Mis familiares siempre me han criticado por fumar marihuana, tu eres la primera que no me crítica y que quiere saber el porqué lo hago.

- Bueno... una lástima que te juzguen. – dije sonriéndole. – Pero por experiencia te digo que es mejor ignorar todo lo que te dicen.

- Toma. – me estira en cigarro. – Me imagino que nunca lo has hecho.

- Nunca...

- Lo que tienes que haces es aspirar. – me dime mientras él lo hace, cuando bota el humo. – Aguantar la respiración y después de unos segundos botar. Es como si guardaras el humo en tu pecho y luego lo escupieras... mejor dicho es como inhalar y exhalar.

- De acuerdo...

- ¿Lista?

- Supongo.

Tomo el cigarro y antes de ponerlo en mis labios Lukas me detiene.

- Tienes que prometerme que no lo harás siempre... que no serás una adicta como lo soy yo, porque la sensación termina siendo normal. – no entiendo lo que me dice.

- ¿Sensación?

- Ya me entenderás una vez que lo hagas.

Ahora si pongo el cigarro en mi boca y aspiro, como Lukas me dijo trato de aguantar la respiración pero no puedo, boto y toso.

- Ese fue un buen intento...

- No, una vez más. – no me voy a rendir tan fácil.

Lo hago de nuevo y toso otra vez, lo intento una vez más y toso de nuevo así unas dos veces más hasta que por fin logro aguantar el humo, ya tengo los ojos llorosos pero no importa, cuando boto el humo por fin celebro como si hubiera ganado una maratón.

- Bien... - Lukas se ríe. – Aunque no fue para tanto. – después de un rato comienzo a sentir la boca un poco amarga.

- Es una victoria para mí, le gane a ese humo... no tosí.

- Te felicito. – dice echándole una calada. - ¿Cómo te sientes?

- Normal... - dije mirando a mí alrededor y es por el movimiento brusco que comencé a marearme. – Bueno... me acabo de marear

- Es por la marihuana... - dice votando el uno por la nariz.

- ¿Cómo lo hiciste?

- ¿Qué cosa?

- Botarlo por la nariz.

- ¿En serio? – me pregunta burlista. – Inténtalo tú y me dices.

- Bien. – tomo de nuevo el cigarro y aspiro, luego aguanto un poco y en vez de botar por la boca lo hago por la nariz. – No era tan difícil.

- La verdad es que no.

- Solo que sentí un pequeño ardor en la nariz, pero es todo. – dije ya riendo.

- ¿Por qué te ríes? – me pregunta Lukas riendo.

- No lo sé... - reí de nuevo. – Es que estar contigo me hace feliz... tú me haces muy feliz.

- Tu también me haces feliz, princesa. – me besa la frente.

- Te quiero, Luka.

- Yo también te quiero, mi princesa.

- Oye...

- Dime.

- Estoy feliz, de verdad que lo estoy... es como una extrema felicidad, que me sale de adentro.

Tengo ganas de saltar, correr, reír y bailar. De hacer cosas que nunca antes me había a atrevido a hacer por el miedo del que dirán, ahora me importa una mierda el que dirán.

- Quiero hacer algo. – dije parándome y acercándome al borde de la azotea.

- ¿Qué vaz a hacer? – Lukas se para y se pone a un lado de mí.

- ¡QUIERO ESTUIAR EN UNA ACADEMIA DE ARTE! ¡ME LA PELA ECONOMIA! ¡Y ME LA PELAN MIS PADRES! ¡ES MI VIDA, NO LA DE ELLOS! ¡MI DECISIÓN! – termine de gritar. – Eso se sintió tan bien.

- ¿Estudiaras en esa academia?

- Quiero hacerlo, siento la necesidad de hacerlo.

- Que bueno. – me abraza y me toma en sus brazos. – Estoy feliz por ti.

- Es gracias a ti... tú me diste el valor para reconsiderarlo de nuevo, tú me animaste a pintar de nuevo.

- Bueno... pues tú me animaste a tocar de nuevo, me diste la confiesa en mí mismo, la que había perdido hace tiempo. – acaricio su mejilla y lo beso.

Nuestros labios se juntan y no se despegan, por lo menos no hasta que toco la campana de que inicio el primer receso.

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