Camila POV.
Un rayo del sol se colaba de la ventana, dándome justo en la cara. Bostece y estire mis brazos para despertar totalmente, fue hasta que me di cuenta de un peso en mi cintura. ¿El responsable? Anthony, el cual dormía plácidamente.
Al darme cuenta, un cosquilleo se hizo presente en mi estómago, lo más raro es que... era agradable. Comencé a acariciar su cabello, él se acomodo en el hueco de mi cuello disfrutando del gesto. Anthony suspiro en mi cuello, mandando un escalofrió por mi espalda.
— Se que ya despertaste, no seas flojo. —mencione levantándome.
— Paso. —dijo, volviéndose a cubrir con la cobija.
— Nada de paso, anda tengo hambre.
— Ve tú, tengo sueño.
— ¿Y eso a mi que? Vamos, ya levántate. —quite la cobija con la que se cubría, quitándosela.
— Camilaa. —se quejo mientras se sentaba en la cama.
Me miró mal antes de pararse de la cama e ir al baño.
— Te espero en la cocina, ¡y más te vale no volverte a dormir!
Salí corriendo del cuarto, y baje a la cocina, donde los tres Larusso ya estaban ahí.
— No digan nada, ni se rían. —los apunte, ellos asintieron algo confundidos. Me senté al lado de Sam minutos después Anthony llegó.
Sam y Amanda casi se ríen, pero para mí buena suerte Anth no se dio cuenta.
— Buenos días, Anthony ¿Cómo dormiste?
— Con los ojos cerrados. —dijo sin ánimos, sentándose mi lado.
— ¿Amanecimos de malas? —habló Sam, Anthony la fulmino con la mirada.
Alcance su mano, la entrelaze con la mía y comencé a acariciarla, eso pareció relajarlo. Su relación de hermanos es la típica: sacar al otro de sus casillas.
Casi siempre he hecho ese gesto, se ve que le agrada y a mí también.
— Al menos ya habla. —comentó Amanda, dándome un plato de hot cakes.
El desayuno transcurrió tranquilo. Hasta que Sam se empezó a reír, seguida de Daniel, Amanda y de mí.
— ¿Qué les sucede? —nadie respondió, sólo se seguían riendo.
Anthony confundido salió de la cocina, mala idea.
— ¡Camila Hamilton! ¡¿Que me hiciste?! —se oyó el grito de Anth por toda la casa.
— ¡Venganza! —grite de vuelta desde mi lugar.
— Creo que es mejor que corras. —aconsejo Sam al ver a Anthony en la entrada de la cocina, enojado, muy enojado.
— ¿Si verdad? —no espere más y salí corriendo, con Anthony detrás mío. Vi detrás de mí y venía cerca, casi alcanzándome.
Corrí lo más rápido que pude por la casa, hasta llegar al lugar de la piscina.
Perdí a Anthony, no llego detrás de mi como creí. Volte hacía todos lados y aun así no lo veía.
— ¡AHHHHH! —grité, cuando sentí que alguien me tacleaba por mi izquierda, cayendo ambos a la piscina.
Aunque la piscina no estuviera taan profunda, aún así mis pies no tocaban el fondo.
Al salir a la superficie comencé a toser, por la sorpresa del empujón, trague agua.
Unas manos en mi cintura me ayudaron a llegar a la esquina, donde pude sostenerme mejor.
— Hey, hey, ¿estas bien?
— ¡Fantástico! Solo tomé agua y casi muero. —dije irónicamente, pero el rió— ¡Genial! Mi casi muerte te da risa.
— Oye, yo no dije eso. Además, es la venganza de tu venganza. Estamos a mano.
— Te odio. —golpe su hombro, pero ni le dolió.
— No lo haces.
— ¡Pude morir ahogada!
— No exageres. No te dejaría morir. —me dio una sonrisa sincera, que al instante respondí.
— Cierto, luego tendrías que pagar el funeral.
— Eso es lo de menos.
— ¿Sabes que? Me voy, empiezo a tener frío.
Ambos salimos de la piscina, y comenzamos a caminar hacia la casa. Pero antes de eso, empuje de nuevo al agua a Anthony.
— ¿¡Qué mierda Camila!? —grito enojado.
— ¿Verdad que no es divertido? —le levante mi dedo corazón.
— ¿Porque se tiraron a el agua? —pregunto Sam, en la entrada de la cocina junto a dos toallas.
— Fue obra de el idiota que está allá. —conteste, mientras pasaba una de las toallas por mis hombros.
— Tu me manchaste la cara, y me tiraste al agua. —Anthony llegó detrás de mí.
— Mejor vayan a secarse.
— Voy a tu cuarto por ropa. —Sam asintió.
— Claro, ya sabes donde esta mi closet. Toma lo que necesites.
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Narra Anthony.
— ¿Puedo pasar? —pregunto Cami tocando la puerta.
— Pasa y ayúdame a quitarme esto.
— Pero si te vez lindo así. —se burlo.
— Ayúdame. —resopló, y cerro la puerta.
— Bien, siéntate. —ordenó.
— ¿Tienes botiquín de primeros auxilios? —pregunto.
— Sí. —fue al baño y regreso con un bote rojo. De ahí saco alcohol y algodón.
— Bien, será una lástima quitarte eso. —hizo un puchero falso, mientras mojaba el algodón.
— Para ti, para mí no.
Tomó mi cara levantando la un poco, y empezó a pasar el algodón por mis mejillas.
Mientras ella limpiaba mi cara yo prestaba atención en sus ojos. Jamás los había observado con detenimiento. Son de tono café muy, muy lindos.
Unas cuantas pecas adornaban sus mejillas, las cuales son difíciles de observar a distancia.
— ¿Tengo algo en la cara o por que me ves mucho?
— ¿Qué? Oh no, no, es que... nunca había visto con detenimiento el color de tus ojos.
— A mí no me gustan tanto, desearía que fueran como los de Carl, así tendríamos algo en común. —suspiró.
<< Carl, Carl, Carl, ¿por qué no yo? >>
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Camila POV.
Después del incidente de la piscina, tuve que irme con el señor LaRusso al dojo para el entrenamiento.
— Vamos, derramaste una copa. ¿Y qué?
— Fue divertido. —mencioné, uniéndome a la conversación.
Todos me miraron confundidos, excepto Miguel, él me miró mal.
— ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? —Eli hizo un ademán de restarle importancia.
— No sé. Debías haberlo oído hablar del futuro de Sam. No puedo pagar un auto, menos la universidad. ¿Y si creen que soy poca cosa?
— ¿Y eso qué? Vales más de lo que crees, Miggy. Él lo sabe, y si no... Te puedo ayudar, total me la vivo más en casa de los LaRusso que en la mía. —mencioné alzando los hombros.
Miguel y Eli compartieron una mirada pícara antes de girarse hacia mí.
— ¡No, no, no! Ni empiecen. —los apunte con mi dedo.
— Bueno. Pero Camila tiene razón. Amigo, eres El serpiente, el campeón del All Valley. Solo muestra de qué estás hecho
— Superaras lo que sea que hagamos hoy. —puse mi mano en su hombro como apoyo.
— Luego de entrenar con el sensei Lawrence, lo de hoy serán
vacaciones. —habló Mich.
— ¿Quién se va de vacaciones? —nos asustó Daniel.
— Nadie. —respondió rápidamente.
— ¿Qué haremos, señor LaRusso? —pregunto Miguel.
— Vengan.
Seguimos a Daniel hasta el mini lago que tenía el dojo.
— Se que les enseñaron a golpear primero. ¿Qué hacen cuando su oponente es más rápido? —nadie respondió.
— ¿Son reales? —pregunto Mich acercándose al mini lago.
— Por supuesto.
Fruncí el ceño, ¿qué se supone que era real?, me acerque junto a los demás y vi que en el lugar habían peces dorados.
<< ¿Y si me robo uno? >>
Sonreí ante mi propio pensamiento que no me di cuenta de lo que decía Daniel hasta que vi a alguien tronando los dedos delante mío.
— ¿Camila, me escuchas? —pregunto miguel.
— Perdón, ¿qué? —Daniel negó divertidamente.
— Aww, de seguro pensaba en su novio. —comento Eli con burla, todos rieron haciendo que mis mejillas comenzarán a pintarse de un tono carmesí.
— Novio mis h...—alguien tapo mi boca antes de poder terminar la oración.
— Sensei, prosiga.
— De acuerdo, como decía, el primero que lo logre, tendrá el honor de liderar la clase toda la semana. —todos hicieron una mueca de desagrado. Daniel vio eso, y agrego algo mas— Y podrá elegir el sabor del Gatorade.
— ¡Eso es! Ojalá les guste la mora. —celebró Mich.
— Eso si es un premio. —comente, Miggy rió y revolvió mi cabello despeinándolo
— Y... ¿Dónde están las cañas? —pregunto Miguel.
— En mi garaje. —contesto con simpleza.
— ¿Entonces como..?
— Solo usarán sus manos, es todo lo qué necesitan... En sus marcas. Listos. ¡Fuera!
Subí mis mangas hasta mis codos, y me puse en medio de Miguel y Eli para tratar de atrapar uno.
Miguel intentó atrapar uno, pero se cayo al agua y casi me llevo con él. Por suerte Eli me sostuvo a tiempo.
— Gracias, Eli. —él asintió sonriendo.
Desde que conozco a Eli hemos sido amigos, lo veo más que nada como un hermano mayor. El que siempre quise, al menos.
Lo malo es que también es celoso como uno.
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— Casi atrapó uno, definitivamente toqué una escama.
— Conozco un restaurante con una gran pecera. Podemos ir a practicar, ¿vienen? —pregunto Eli.
— Yo no, tengo tarea y mañana escuela. —resople, rodando los ojos.
— ¿Y tu Miguel? —pregunto Mich.
— No, mi mamá viene a buscarme.
— De acuerdo, mantente seco, amigo.
— Adiós, Miguel. —me despedí agitando la mano, él copio mi gesto.
— Adiós Mila.
Alcance a los chicos a la salida.
— Los veo mañana, adiós.
— Adiós Cami. —Eli me dio un beso en la mejilla, y se fue.
Empecé a caminar hacia mí casa, hasta que la bocina de un auto me hizo detenerme.
— ¿Mamá? —pregunte frunciendo el ceño al ver el carro de mis padres estacionándose en la calle del frente.
— Luisa. <3