Lágrimas de miel. #1

By inakii_

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Una chica obsesiva con el orden y el control. Un chico despreocupado, sedordenado y drogadicto. Dos polos opu... More

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Epílogo

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By inakii_

Capítulo dieciséis.

Lukas Smith.

La mano de Miel es muy suave y cálida, me gusta que ella me tome de la mano. Me gusta estar con ella la verdad, y no puedo creer que acepte a que ella me pinte, pero bueno... todo sea por la felicidad de Miel ¿no?

Me gusta verla así de emocionada. Así de feliz. Así de viva.

- De acuerdo, ven. – subimos las escaleras y cuando estuvimos en el segundo piso ella intenta tomar una cuerda que baja las escaleras del sótano.

- ¿Te ayudo? – le pregunto muriéndome de ternura al ver como ella intenta tomar el cordel.

- No, yo puedo.

- ¿Para qué quieres entrar al sótano?

- Porque ahí arriba están mis cosas, nos las saco desde hace un año y medio. – salta una vez y me mira. – De acuerdo no puedo, por favor ayúdame.

- De acuerdo. – dije y tomando el cordero bajando las escaleras.

Ella saca su celular y enciende la linterna, luego sube y cuando está arriba solo saca la cabeza sacándome la lengua. Dios santo que linda.

- Ven... - subo las escaleras y veo un montón de cajas.

- Hay muchas cajas. – dije viendo una que por fuera dice juguetes de Miel. – Quiero ver tus juguetes. – dije arrodillándome y jalando de la caja, luego la abro y veo una muñeca de trapo muy linda, tiene un vestido rodado, tiene el cabello de lana color rojo y tiene dos tresnas.

- Se llamaba Rosa. – me dice tomándola. – Era mi muñeca favorita, me la compraron un día que fuimos a la playa.

- Se parece a ti.

- Por eso se llama Rosa, es mi segundo nombre.

- No sabía que Rosa es tu segundo nombre... la verdad es que te queda. – le giño un ojo.

- Gracias... - dice riendo, me gusta escuchar su risa. La tendría de tono de llamada. – De acuerdo... entonces a buscar las pinturas y el lienzo. – veo a lo lejos un caballete.

- ¿No necesitas eso? – dije apuntándolo.

- Bueno si... también.

Bajamos del sótano con las cosas y se instaló en la sala de estar, yo me senté en el sofá mientras la veo poniendo el lienzo en el caballete, como saca las pinturas que necesita, y al parecer se prepara psicológicamente, por lo que puedo notar.

- ¿Listo? – me pregunta nerviosa. – Hace mucho que no tomo un pincel... ni pinto algo.

- Bueno... listo, listo no estoy, pero en fin. – ella suspira y se amarra el cabello en una cola de caballo, unos pequeños mechones le quedan en la cara, se ve muy linda. Me sonríe.

- De acuerdo, no te muevas mucho... y ya. – sierra un ojo y estira su mano calculando con su pulgar. – Okey... ahí voy.

Comienza a pintar muy concentrada.

- ¿Desde hace cuento pintas? – le pregunte.

- Desde que tengo memoria, aunque mis padres me dijeron que es una pérdida de tiempo entonces deje de hacerlo hasta ahora... siempre pensé que tendría una galería de arte, de pintar... de ser una pintora famosa.

- Entiendo... por lo menos tenías un sueño desde niña, aunque se desvaneció con el tiempo.

- Y tú ¿nunca tuviste un sueño? – me mira a los ojos, nos quedamos en silencio un poco.

- Sueño con tener sexo en el Vaticano.

- Ja-ja-ja-ja. – dice con una sonrisa burlona. – Que lindo. – sigue pintando. – Hablando en serio, ¿nunca soñaste con algo?

- Me gusta la música. – dije mirándola a los ojos.

- No lo sabía.

- Jamás me lo preguntaste. – me encojo de hombros.

- Nos conocemos hace medio año más o menos, y me estoy dando cuenta de que no te conozco mucho, es decir. Con tus gustos, tus sueños, lo que vas a hacer en cinco años más, que bueno... esa es la típica pregunta: ¿Cómo te vez en cinco años más?

- Bueno, me gusta la música. Se tocar la guitarra aunque deje de tocar cuando murió mi papá. – dije recordando ese día. – Cuando niño quería ser un cantante... o bueno un DJ. 

- ¿Querías? – me pregunto. - ¿Por qué querías? ¿Ya no quieres?

- Bueno... no lo sé.

- Yo nunca te he escuchado tocar, pero de seguro que eres bueno. – me lanza un beso.

- Gracias, princesa. – atrapo el beso y lo pongo en mi corazón, ella se ríe. – Pero no lo sé.

- Me gustaría escucharte... - dice mirándome. – Podrías tocarme una canción en algún momento, como una se Sebastián Yatra...

- ¿Te gusta Yatra? – le pregunte sorprendido.

- Me encanta, es decir... todas sus canciones son muy buenas.

- Mmm...

- ¿No te gusta?

- No me he tomado el tiempo de escucharlo bien.

- Bueno pues dedícate a escucharlo bien. – me dice encogiéndose de hombros. – Como sea, creo que si yo me estoy dando la oportunidad de pintar de nuevo, tú podrías hacerlo con la música, además una de las cosas que amo es escuchar música. – nos miramos. – Para mí pintar era vida... ¿qué hay de la música para ti?

- Creo que era vida igual.

Desde que deja la música hace un año y medio nunca pensé en volver a tocar la guitarra que está llena de polvo en el sótano, porque una vez que algo se guarda ahí, nunca lo vuelves a sacar, lo mismo pasa con los recuerdos. Se quedan ahí en el olvido. Pero podría darle otra oportunidad a la música, recuerdo que tocar me hacía feliz, componer canciones... ¿seguirá mi cuaderno de canciones en esa caja? Pero ¿en dónde está esa caja? ¿Mi madre la boto? No creo la verdad, le voy a preguntar.

- ¿Te dije que tienes unos ojos muy lindos? – me dijo haciéndome volver a la realidad.

- Tú también tienes unos ojos muy lindos.

- Los tuyos son azules, los míos son normales...

- ¿Normales? Son únicos. – le dije. – Son los ojos más lindos que he visto.

- No sé qué decirte. – ella dice con vergüenza, se queda callada mientras sigue pintando.

*****

Después de una hora y media termino. Ella termino con pintura hasta en la cara, se ve muy tierna, su ropa igual esta manchada con pintura. Me paro del sofá y camino hacia en donde esta ella, veo la pintura.

Le quedo muy bien, ella uso muchos colores para ponerle forma a la puntura, lo que más resalta son los ojos color azules.

- Esta muy buena. – le dije mirándola.

- ¿Sí? – me pregunta. – No pinto hace mucho tiempo... me falta práctica, pero creo que me quedo bien.

- Es que tiene mucho talento. – la mire. – De verdad que tiene mucho talento, pintas muy bien.

- Gracias. – enrolle mi brazo a si alrededor y la jale hacia mí, le beso la cabeza y nos quedamos ahí, mientras vemos la pintura.

******

Cuando llego a mi casa dejo el cuadro en el sofá y veo a mi madre en la cocina.

- Hola Lukas. – me dice mientras revuelve la sopa. - ¿Cómo te fue hoy en el instituto?

- Bien. – dije recordando que estuve con Miel todo el día. – Oye mamá. – dije sentándome.

- Dime. – deja de revolver la sopa. - ¿Qué paso?

- ¿Sabes en donde están mis cosas de música? – ella me mira sorprendida. – Como mi guitarra, mi teclado... mi amplificador... el cuaderno de composiciones, mi ukelele.

- Pensé que no ibas a tocar nunca más. – su mirada me dice que está feliz, muy feliz al parecer.

- Bueno... - dije recordando lo que me dijo Miel. – Hable con Miel y le conté que antes me gustaba la música, me dijo que como ella le está dando una oportunidad al arte de nuevo, yo debería hacerlo con la música.

- ¿Con el arte? ¿Ella pinta?

- Sí, hoy... de hecho hoy pinto de nuevo después de un año y medio.

- ¿Y por qué lo dejo?

- Sus padres dicen que es una pérdida de tiempo, que ella tiene que concentrarse en el futuro. Pero su sueño era tener una galería de arte.

- Me gusta esa chica. – se cruza de brazos. – Ella... mira ella si es una buena amiga, te está apoyando a que toques de nuevo, a mí me gustaba escucharte tocar.

- Mamá...

- Nada de mamá, ella si es una buena amiga. – se dio la vuelta y prueba la sopa. – Esta muy rico, perfecto para días de fríos y lluviosos.

- Déjame probar. – le dije acercándome, ella me da una cucharada. – Mmmm, que rico esta. – me apoyo contra el mueble que está a un lado de la cocina. – Y... bueno ¿Dónde están las cosas?

- Las empeñe.

- ¿¡Qué!? – pregunte no creyéndome lo que me dijo.

- Es broma. – se ríe un poco. – Están en mi cuarto, arriba del closet. – están arriba del closet como los condones de fresa de Miel. Sí que es un buen escondite. – Pero ahora vemos a comer y luego los vas a sacar.

- De acuerdo. – puse la mesa y saque el jugo del refrigerador.

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