Cuestión de orgullo

By MariselMaluenda

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Bright Chiva-aree es un joven aristócrata, soltero, dueño de grandes extensiones de dinero. Con una educación... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48

Capítulo 6

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By MariselMaluenda

✒📖

El aroma suave de Win aceleraba su corazón, intentó concentrarse en la lectura, mientras lo hacía, la cabeza del joven se posó sobre su hombro y ¡por Dios que olvidó respirar! Se mordió el labio e intentó calmarse, respiró nuevamente al ver cómo el joven se acomodaba para escucharlo.

Comenzó leyendo a Víctor Hugo...

"Cuando por fin se encuentran dos almas,
Que durante tanto tiempo se han buscado una a otra entre el gentío,
Cuando advierten que son parejas,
Que se comprenden y corresponden,
En una palabra, que son semejantes,
surge entonces para siempre una unión vehemente y pura como ellas mismas,
una unión que comienza en la tierra y perdura en el cielo".

Win miraba hacia la chimenea, cansado por un largo día, y tal vez, solo talvez, del cansancio mental vivido. Posando su cabeza en el hombro de Bright se dejó vencer, cansado de tanto pensar y de tanto sentir.

Por su parte Bright, quien intentaba concentrarse vanamente en la lectura, parecía disfrutar del pequeño momento que el joven le brindaba. Era por ahora, lo más cerca que habían estado y se sentí ¡Dios se sentía en la gloria! Por no decir, correcto. Prosiguió...

"Esa unión es amor,
amor auténtico, como en verdad muy pocos hombres pueden concebir,
amor que es una religión,
Que deifica al ser amado cuya vida emana
Del fervor y de la pasión y para el que los sacrificios
Más grandes son los gozos más dulces".

Víctor Hugo.

Sintió una suave respiración, la que provenía del joven dormido, alzó su mano con la ferviente convicción de tocarlo y se detuvo, contuvo desde su ser las inmensas ganas de tocar esa pálida y suave piel. Pensó un momento para sí, que aquello, con el tiempo podría ser una realidad, tal como había recitado hace un momento... un amor auténtico, como muy pocos hombres pueden concebir. ¿Y si ellos podían? ¿Y si fuese correcto? Porque así se sentía, algo así de puro y genuino, no podía estar mal. Y fue ahí en ese instante en que alzó nuevamente su mano y tocó un mechón de cabello que caía sobre la frente del joven. Éste se removió en su lugar abrazando por la cintura a Bright, acercando aún más su cuerpo.

Bright se derritió por completo en su lugar, no quería despertarlo. La lluvia aún se hacía presente en el exterior, la chimenea calentaba toda la habitación, se extendió en el gran sofá y llevó consigo el cuerpo del joven. Suspiró ante sus pensamientos y se dijo así mismo, que no dejaría que nada le pasara, que lo cuidaría y protegería, aún cuando, él no sintiera lo mismo.

Metawin se estremeció entre sus brazos, y Bright vio ante sus ojos con tanta ternura y sobreprotección al joven que no pudo evitar depositar tímidamente un beso en su frente.

¿Quiénes eran las personas para decir que no podían? ¿Qué ellos no podían ser ni sentir? Con aquellas preguntas dando vuelta en su cabeza cerró sus ojos y se durmió.

Casi al alba, Metawin se despertó, no sentía frío, estaba tapado con la frazada y bajo su cuerpo yacía Bright.

Ambos estaban juntos, abrazados, en un principio se asustó, pero luego recordó la poesía en la voz varonil de Bright, esa mirada que lo derretía y decidió no moverse, no quería, no podía. Cerró sus ojos y se envolvió tanto en el calor de su cuerpo como en el aroma que éste emanaba. Suspiró. En ese momento Bright se da cuenta en el cambio del ritmo de la respiración del joven, está despierto, se dijo, e intentó no entrar en pánico. Pensó en que podría asustarlo, provocarle rechazo ante esa "incorrecta" y "poco decorosa" situación, pero se relajó cuando Metawin presiona su cuerpo más al suyo, sin ser carnal, sólo afectuoso y eso terminó por bajar sus barreras y se dejó ser, ahí, aferrado a ese cuerpo. Ambos cruzaron sus brazos sobre el cuerpo del otro y volvieron a dormir.

La mañana estaba brumosa, había humedad en el ambiente. La neblina y el frío calaba los huesos, pero no el corazón de los jóvenes.

El mayordomo preparó el desayuno y las ropas de ambos y se dirigió donde creyó que indudablemente los encontraría, el escritorio del joven amo. Abrió suavemente y se dirigió sin emitir ruido hasta donde su amo, le tocó el hombro para no despertar al joven Opas. Lo hizo deslizarse y salir de ahí, esa situación era comprometedora para ambos.

Bright primero lo miró asustado, luego respiró tranquilo y suavemente sacó sus brazos de ese cuerpo pálido sintiéndose vacío, era ahí donde debían estar siempre. Miró a su mayordomo y lo siguió hasta su habitación, ahí quiso hablarle, decir algo.

- Lo que acaba de ver, es... es un poco – casi tartamudeaba intentando explicar.

- No vi nada Señor. Si me disculpa iré a despertar a su invitado para que se prepare, les avisaré cuando el desayuno esté listo. Si me disculpa – hizo una reverencia y se retiró.

Bright se aseó y cambió su traje, esperaba ansioso a Metawin. Éste fue conducido hasta la habitación que le habían ofrecido la noche anterior, aquella en la que no durmió. También se aseó y cambió por un traje que el mayordomo señaló como suyo.

Ambos bajaron hasta el gran comedor y les sirvieron el desayuno, al principio fue un poco incómodo, pero luego la conversación fluyó. Al parecer ninguno se percató de que el otro sí se había dado cuenta de lo sucedido y prefirieron callar; eso era lo correcto.

El carruaje los condujo hasta una de las industrias de carbón en las afueras de la ciudad, se detuvieron y ambos descendieron de éste para ser conducidos por el encargado hasta las oficinas.

Bright se sentó y comenzó a hablar con el jefe, revisó varios papeles y se los iba ofreciendo a Metawin, quien leía minuciosamente todo lo que llegaba hasta sus manos.

Cada cierto tiempo Bright lo miraba curioso, hasta en algún momento se perdió de una parte de la conversación que llevaba con el jefe de esa industria. Para cuando se dio cuenta ya estaba perdido completamente en esos ojos acuosos que leían los informes. Se giró hasta el joven y le habló con suavidad.

- ¿Algo le preocupa joven Opas? – sintió su garganta apretarse.

- ... - sólo levantó su vista y juró por un momento haber gemido bajito, casi ronroneando a Bright, entonces sólo suspiró de tristeza.

Toda aquella situación agobiaba demasiado a Metawin, demasiados niños, demasiados enfermos y ninguno sin educación, esto era demasiado.

- Dígame lo que piensa y veremos una solución – Bright buscaba mitigar la angustia y el dolor en el corazón del joven, sentía propia su angustia.

- Es que, siguen trabajando tan duro ¿podrían tener un poco de descanso?, yo sé que pido mucho, pero... - sus ojos casi estaban a punto de llorar.

- Puede dejarnos solos un momento por favor – Bright le solicitó al jefe.

Su corazón se estrujó al ver una lágrima deslizarse y ser secada casi de inmediato. Tomó aire y se arrodilló frente a él, posó sus manos sobre las rodillas del joven.

- Por favor, no se angustie, lo que sea, lo vamos a solucionar, buscaremos la manera de hacerlo mejor, ahora, dígame qué tiene en mente – eso hizo que el joven se recompusiera un poco.

- Pensaba en que podrían tomar un descanso una vez al día, se que lo hacen al almuerzo, pero es un trabajo hecho para hombres y sus cuerpos tan pequeños y débiles no siempre soportan las largas faenas – Bright se perdió en aquel preocupado rostro, mordió su labio intentando contener las enormes ganas de abrazarlo ¿Cómo podía ser tan bueno?

- Me parece que lo podemos considerar, podemos revisar los horarios y hacerlo por turnos, así el trabajo no se detiene y ellos pueden descansar ¿Qué le parece eso? – Bright admiraba el enorme corazón del joven.

- ¿Usted cree eso posible? - sus ojos se abrieron de emoción y se iluminaron, Bright sonreía sin darse cuenta.

- Claro que es una posibilidad; ahora deje esa preocupación y acompáñeme a dar una vuelta por las instalaciones, seguramente quiere verlos – se pusieron de pie quedando frente a frente, sus miradas se encontraron por un momento y salieron de la oficina.

Recorrieron la fábrica y llegaron a la sección donde, tanto como hombres y niños trabajaban. Todos, sin distinción alguna se veían enfermos, tosían, había humedad en el ambiente, algunos desfallecían de cansancio, sin embargo seguían trabajando y picando carbón, cargando grandes sacos para llevar el mísero sustento a sus hogares y sobrevivir así a un día más.

Esa imagen, que jamás se quitaría de su retina, se grabaría a fuego en la mente de Metawin, el hambre, la miseria, la desesperanza se palpaban en el aire, sólo pudo llevarse una mano al corazón antes de salir corriendo a ayudar a un pequeño que caía en ese momento producto del cansancio y la fatiga, además de su evidente desnutrición.

Bright salió tras él, el lugar no era seguro, sabía de las enfermedades que aquejaban a los trabajadores, como en cualquier fábrica de carbón, pero su preocupación se acrecentó al verlo a él ahí expuesto.

- ¡Hey pequeño! ¿Están bien? – Metawin tocaba su pálido y huesudo rostro, mientras sus brazos lo sostenían.

- ¡Metawin, por favor! No debe andar usted así, aquí no es seguro – Bright se acercó hasta él.

- Si no es seguro para mí, imagínese para ellos – su mirada paseó alrededor y Bright frunció el ceño.

- Le pido que nos retiremos, el personal se encargará de él – le extendió la mano para que se levantara y soltara al niño.

- Necesita descansar y comer, no puede seguir por hoy ¿hay algún servicio donde lo atiendan? Puedo ir y dejarlo ahí.

Bright miró al jefe y este negó con la cabeza.

- ¿No hay? ¿Y cómo los atienden si algo pasa? – Metawin increpó al jefe ganándose una mala mirada.

- Traiga algo de comer y déjelo descansar – le dijo al jefe – atiéndalo y que sea todo por hoy. Metawin sígame por favor.

Estaba entregándole el niño al jefe cuando otro niño se acerca a Metawin y se abraza a sus piernas, su sucio rostro pegado a su cuerpo lo hizo girarse.

- ¡Hola amiguito! – Metawin se agachó hasta quedar a su altura.

- Hola señor – hizo una reverencia - ¿usted quién es? – aquellos ojitos sin luz conmovieron al joven.

- Yo soy un estudiante y hoy vine a conocer donde trabajas – el joven acarició su mejilla. Bright miraba atentamente la escena y su corazón se aceleró, el joven era demasiado bueno para este rubro, pensó.

- Tengo hambre – y eso caló en ambos, sus cuerpos pequeños, desnutridos, pálidos, enfermos, ojos sin luz, perdidos, tan solo niños sin esperanzas más que llevarse un trozo de pan a la boca, movió sus corazones y Bright sintió un nudo en la garganta.

La verdad es que él no solía entrar a ese sector, llegaba hasta la oficina, revisaba papeles, pero jamás había palpado de cerca la miseria, la pobreza, la hambruna, la desesperanza de todos los que ahí estaban. Pensó demasiadas cosas en ese momento, miraba al joven y a ese pequeño niño y suspiró.

- Metawin, debe acompañarme y veremos qué hacer ahora – tocó su hombro para que salieran de ahí.

Metawin se despidió del niño, no sin antes decirle que hallarían la forma de ayudarlo. La evidente desnutrición dejó marcada su mente y su alma, su corazón se destrozó con cada paso que daba al salir de ahí.

- Lo siento... Bright, yo no quería causarle ningún problema, pero – su rostro tembló, sus ojos humedecieron y eso rompió más a Bright.

- No se preocupe, vamos a la oficina, veamos los documentos que faltan y usted me dirá qué más se le ocurre, qué podemos hacer para mejorar en algo su alimentación, que veo que es evidente que no es adecuada ni mínima para estos niños. Yo me disculpo con usted, porque tampoco había reparado en estas condiciones.

- Señor Chiva-aree, no fue mi intención, yo no quise inmiscuirme así, lo siento... yo...

- Bright- fue interrumpido – por favor use mi nombre, estamos solos aquí. Y no lo sienta, que aquí el avergonzado soy yo.

Bright estuvo mucho tiempo con la mirada perdida en los papeles, veía de reojo al joven, estaba profundamente avergonzado ¿Qué pensaría ahora de él? ¿Cómo no se dio cuenta de lo que estaba pasando? ¿Y si ahora el joven lo despreciaba, y con justa razón, por ser un completo tirano? Todo eso pensaba en ese instante, debía resolverlo pronto, su corazón dolía demasiado ante un hombre tan bueno como Metawin.

Metawin tomó una pluma, hoja y comenzó a tomar notas, estaba viendo posibles mejoras, que no afectaran el negocio de Bright, pero que sin duda fueran en ayuda de tantas personas. En ese momento se prometió, que al terminar sus estudios se dedicaría a ayudar a los desvalidos ¿No eran todas las personas iguales? Obviamente no.

~Miss Winita 🐰
__________________*

Hola a todxs!

Durmieron juntitos! 🙈 amo al mayordomo 😂

Me dio mucha rabia y pena escribir esto. Hasta en la actualidad hay personas que trabajan en esas condiciones, como esclavos, pero en aquella época era "normal".

Metawin tiene un corazón de oro y unos ideales que no van con la época, pero eso es lo que más cautiva a Bright...

Hasta dónde llegará todo esto? Bright puede hacer todo y darle en el gusto sin ser condenado por aquello?

Espero que les esté gustando 🥺🙏

Recuerden votar 👇 leo sus comentarios y teorías... 👀

Lxs amodoro!! 😘❤

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