La lista || Terminada

By MsMistery19

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Nuestra historia empezó con un trato entre ambas. Un beneficio para las dos, un sentimiento disfrazado hacién... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capitulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Final
Epílogo
Epílogo extra

Capítulo 32

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By MsMistery19

Caminos separados, con almas gemelas sangrando al haber coincidido.

Pov Poché.

Sentía que estaba soñando, sentía que todo era irreal, simplemente no podía creer que después de tantos años, después de tantos sueños por las noches, se hacía realidad el volver a besar a mi castaña engreída.

Había extrañado sentir sus labios, sentir sus manos aferrándose a mi cintura, saborear el vaivén de su boca y enloquecerme con ella. Entonces lo recordé, la separé de golpe y ella tastrabilló.

Tragué grueso sintiendo mi ropa mojada de pies a cabeza, escuchando la tormenta, las gotas de agua aún cayendo sobre mi cabeza, escuchando los latidos de mi corazón, Daniela me vió desconcertada y entonces empecé a dejar golpes en su pecho.

—¡¿Poché, qué mierda?!— Gritó, alzando sus manos y esquivar mis golpes.

—¡Eres una idiota!— Espeté furiosa, dejando golpes en sus hombros y torso.

— Ya, ya, ya...¡Ya!— Gritó Daniela, tomando mis muñecas fuertemente, me removí intentando safarme.—¿Te sientes mejor?— Preguntó al ver que había parado mi lucha.

— No. Suéltame.— Exigí Intentando soltar mis muñecas.

—¿Por qué los golpes?— Inquirió pegandome a su cuerpo de golpe, retuve el sonido gutural de mi garganta.— Dímelo y te suelto.— Ordenó viendo mi rostro.

Dios, no era fácil ver a una diosa con el semblante serio, tomando mis muñecas, con pequeñas gotas de agua cayendo por su suave e impecable piel.

«Siento calor y está lloviendo» Pensé viendo la boca entreabierta de Daniela.

— Calle, suéltame.— Ordené con mi voz estropeada, apreté los labios.

— Te pregunté algo, María José.— Exigió la castaña frente a mi a centímetros de mi boca, tragué grueso.

— Porque sigues siendo una idiota.— Repliqué.— Porque hace unas horas te estabas besando con otra y ahora vienes y me besas.— Daniela alzó una ceja y sacudió su cabeza.

—¿Podemos ir al coche?— Inquirió, negué con mi cabeza.— Te puede dar un resfriado.— Habló en reproche, rodé los ojos.

— Responde y te digo si me voy contigo o no.— Alcé una ceja esperando, Daniela bufó.

— Está lloviendo, Poché. No seas infantil.— Habló seria, me sentí chiquita ante su tono de voz.

— De acuerdo...— Murmuré sintiendo la timidez llegar a mi de la nada.

Calle soltó su agarre para tomar mi muñeca, decidí ignorar que su tacto me ponía nerviosa y ansiosa de que me tocará más. Bajo la lluvia caminamos hasta llegar a su auto, solo ahí soltó mi muñeca para abrirme la puerta, bufé y me subí al coche.

Ella rodeó el auto y se subió, por suerte los asientos del auto eran de cuero, por lo cuál quitó su gabardina mojada y la tiró al asiento trasero, me vió unos segundos soltando un suspiro y arrancó el coche yendo a mi hotel.

En el hotel.

Todo el camino fue silencioso, Calle solo se limitó a manejar y yo ver la ventana, mientras sentía un tremendo frío. Si, mi cuerpo estaba bipolar, aún y cuando mi acompañante había puesto la calefacción sentía frío.

Ahora caminábamos a mi habitación de hotel en total silencio, no sé porqué pero me ponía muy nerviosa saber que estaríamos en una habitación, a solas.

—¿Por qué te ibas a ir sin decirme nada?— Calle rompió el silencio, mientras caminábamos por el pasillo que daba a mi habitación.

—¿Qué querías que hiciera?— Repliqué molesta.—¿Interrumpir tu besuqueo y hablarte?— Intenté ocultar mi tono de voz celoso, pero fue imposible.

—¿Celosa, Garzón?— Inquirió Calle con arrogancia, fruncí los labios.

— No vengas con estupideces, Daniela.— Reproché sacando la llave magnética del cuarto.

— Está bien, está bien.— Se rindió, abrí la puerta y solté un suspiro.— No estoy con Rebeca, para que quede claro.— Aclaró, entré a la habitación.— Para mí mala suerte sentí el impulso de besarla, pero no sentí nada luego de eso, me gustó pero no sentí nada.— Finalizó cerrando la puerta a sus espaldas.

—¿Te aplaudo o qué?— Arrojé alzando mis cejas, Calle rodó los ojos.

—¿Puedes dejar tus celos de lado y hablar conmigo?— Espetó poniendo sus brazos en jarras.

— No estoy celosa.— Fingí demencia, porque claramente estaba más que celosa.

—¿Hablaremos cómo adultas?— Bufé y asentí con mi cabeza.— Bien, yo no tengo nada con Rebeca, que quede claro.— Resaltó otra vez.— Ahora, explícame porque en el pasado te alejaste de mi.— Sentí que los celos se iban y los nervios llegaban a mí.

— El día del funeral de papá después de que fuiste por el coche, miré a mi mamá peleando con el que fue su amante.— Empecé a relatar, Calle me veía atenta.— Ese día me di cuenta que no soy hija de Juan Carlos.— Confesé bajando la vista.

— Poché, lo siento tanto.— Murmuró la castaña, alcé la vista y sonreí a medias.

— He aprendido a vivir con ello, aún así sé que mi padre siempre será él.— Arrojé con orgullo, papá siempre sería mi héroe.

—¿Y qué pasó después?— Inquirió intrigada.

— Mi mamá se fumo un puro o se metió cocaína, pero me dijo que era hija de tu padre.— Solté cruzandome de brazos, viendo cómo la cara de Calle era un poema.

—¿Qué?— Replicó arrugando el rostro.

— Ajá.— Respondí.— Juró que era hija de Germán y bueno, sabes lo que significaba eso.— Añadí alzando mis cejas viéndola.

— Que éramos hermanas...— Murmuró sentandose en un pequeño sofá de la habitación, imité su acción sentandome en la cama.

— Con ayuda de tu papá descubrimos que era mentira, pero cuando quise decirtelo te había lastimado.— Empecé a jugar con mis dedos.— Tú ya no quisiste escucharme y el resto ya lo sabes.— Finalicé con vergüenza.

Un silencio sepulcral llegó a la habitación, solo se escuchaba el golpe de la lluvia golpear contra el vidrio de la ventana, Daniela estaba absorta a sus pensamientos y yo, bueno yo solo estaba esperando.

—¿Por qué no me lo dijiste?— Rompió el silencio, viéndome a los ojos.

— Porque tenía miedo de que la mentira de mi mamá fuera una posibilidad.— Confesé sintiéndome débil ante su mirada.— Tenía miedo de que fuera real.— Murmuré bajando la vista.

Era la verdad, sabía que podía ser una posibilidad algo nula, pero a fin de cuentas nada era imposible, en aquel entonces actué mal, pero debo admitir que me dejé llevar por el miedo y no por lo que mi corazón se negaba a creer.

— Debiste decírmelo, Poché.— Respondió Calle, pasando una mano por su cabello.

— Lo sé y me arrepiento de no hacerlo.— Solté un suspiro.— Pero entiéndeme, no sabía que pensar en aquel entonces.— Añadí con voz serena.

— No pensé que estuvieras pasando por todo eso tú sola.— Mencionó ladeando el rostro, reí amargamente.

— Si bueno, pasaron muchas cosas en poco tiempo.— Susurré viendo a la ventana.

—¿Y qué pasará con nosotras ahora?— Soltó Calle de pronto, giré mi cabeza y la ví ponerse de pie, tragué grueso.

— No tengo la menor idea.— Declaré, pues era la verdad.— Tú tienes tu vida acá, tu carrera cómo deportista está acá y yo, yo estoy en Colombia.— Agregué rascando mi cabeza.

— Dejando eso de lado...— Murmuró pensativa.—¿Nos darías otra oportunidad?— Inquirió pasando un dedo por su mandíbula.

— Todo este tiempo solo he querido estar contigo, Dani.— Confesé acercandome a ella.—¿Tú quieres estar conmigo?— Pregunté tímidamente, buscando sus ojos.

— Yo creo que es un poco tarde.— Replicó yendo a la puerta para irse.

Me quedé ahí estática viendo cómo se iba, pero no iba a permitirlo de nuevo. Caminé rápidamente hasta ella y cerré la puerta de golpe, acorralé a Calle contra la puerta con mi cuerpo.

— No te dejare ir otra vez.— Musité, viendo cómo una sonrisa se desplegaba por sus labios.

— Ha pasado mucho tiempo, no sé.— Dudó, enchiné mis ojos.— Tal vez necesitamos un incentivo.— Añadió tomando mis caderas y acercarme más a ella.

—¿Incentivo?— Inquirí tragando grueso, una línea de electricidad recorriendo mi estómago.

Sentía el calor del cuerpo de Calle emanar el mío, sus dedos clavándose en mis caderas y su respiración pesada. Ella empezó a retroceder con mirada enegrecida, mi espalda chocó con la pared más cercana. Sentí mis piernas fallar.

— Si, cómo una lista...— Declaró mirándome la boca, sonreí con picardía.

—¿Una lista entonces?— Contesté pasando una mano por su abdomen, Calle no dejaba de verme la boca.

— Te deseo...— Susurró, atoré un gemido en garganta al sentir su rodilla en mi centro.

— Calle...— Musité cerrando los ojos unos segundos, su rodilla ejerciendo presión en mi centro.

—¿Me dejas cogerte en cada rincón de está habitación?— Mordí mi labio inferior viendo sus ojos.

— Solo si vas a cumplirlo.

No hubo más charla, Calle tomó mi cuello con una de sus manos y me acercó a ella para colisionar su boca con la mía, sentí mis piernas de gelatina, mientras su boca hacía un arduo trabajo dejándome en las nubes.

Pov Elizabeth.

Busqué las llaves en mi bolsillo temblando del frío, estaba lloviendo muy fuerte y de camino a casa no pude salvarme de la lluvia, abrí la puerta y dejé los zapatos mojados en la entrada de mi departamento.

Quité mi chaqueta y de mi costado saqué la cámara de Poché, sonreí al ver que estaba intacta y sin ninguna gota de agua. Terminé de quitar mi chaqueta y ropa mojada quedando en ropa interior, tomé la cámara y la dejé en la mesa del comedor.

Me dirigí a mi habitación y busqué un suéter enorme, necesitaba calentarme y quitar la cruda, dirigí mis pasos a la cocina y me dispuse a hacer un café. Encendí la cafetera esperando y solté un suspiro, me recargué en la mesada cruzandome de brazos.

“—¿Quién nos sacará de aquí?

— La chica de la que te hablé, se llama Daniela pero le dicen Calle, creo que nos ayudará”

¿Era tan pequeño el mundo para que Poché estuviera enamorada de mi ex?

Sacudí mi cabeza sin poder creer que pequeño era el mundo, por más que corría de mi pasado el me alcanzaba otra vez.

Me senté en la mesada y pasé una mano por mi cabello mojado, todos los recuerdos con Daniela aún permanecían en mi mente, a pesar de que para ella estoy muerta.

Me pregunto que pasaría si Daniela me viera frente a ella...

— Hey, ahí estás.— Salí de mis pensamientos al ver a Alondra, mi compañera de piso.

—¿Que tal, Alo?— Saludé con media sonrisa.

Alondra era cómo mi mejor amiga, teníamos años viviendo en el mismo departamento, era una gran amiga. Ella era una chica de cabello rosa, con un piercing sutil en ma nariz, alta y de cuerpo hermoso, ella era muy linda.

Observé cómo dejaba un paraguas, cerró la puerta del departamento y dejaba su chaqueta mojada en el perchero.

—¿Vienes llegando?— Inquirió revolviendo su cabello rosa, asentí con mi cabeza.

— Si, estuve presa.— Confesé soltando una risita, tomando una taza de la alacena.

—¿Qué?— El tono de voz sorprendido de Alondra no pasó desapercibido.—¿Por qué?— Añadió acercándose a mi.

— Es una larga historia.— Me limité a responder.— Te llamé pero nunca contestaste.— Solté divertida.

— Mierda, lo siento tanto.— Se disculpó avergonzada, tomé la cafetera y me serví café.

— No importa, logré salir.— Le resté importancia dando un sorbo a mi café, Alondra me veía con medio puchero.

— Lo siento.— Se disculpó otra vez, reí.— Es que salí con Lucas y perdí la noción del tiempo.— Añadió con una sonrisa, alcé una ceja.

—¿Tú novio en turno?— Bromeé, Alondra rodó los ojos.

— No es mi novio en turno, está vez es muy en serio.— Puntualizó, di otro sorbo a mi café.— Cenaré con sus padres.— Añadió contenta, empecé a toser.

— Vaya, eso me sorprende viniendo de ti.— Hablé con voz entrecortada, deteniendo mi tos.—¿Lucas es buen tipo?— Inquirí curiosa, sentandome en uno de los taburetes.

— Es increíble.— Soltó mi amiga con ojitos brillantes.— Es un latino sexy de ojos azules que se mueve muy rico en la cama.— Arrojó mordiendo su labio inferior.

— Ahorra tus detalles, Alo.— Repliqué arrugando el rostro, Alondra rió.

—¿Cuando cenaras con nosotros?— Inquirió emocionada.— Así lo conoces.— Agregó viéndome.

— Dime que día y lo hacemos.— Mencioné.— A ver si el tal Lucas es tan perfecto.— Reí tomando de mi café.

— Verás que si, es perfecto.— Replicó Alondra.— Su familia es de dinero, son de Colombia.— Me atragante con el café.

—¿C-colombia?— Titubeé sintiendo mi pulso acelerarse.

— Ajá, son adinerados.— Explicó, tragué grueso.— Lucas estudiaba en España, pero está de intercambio acá.— Finalizó con tono de voz jocoso.

Tal vez estaba equivocada, podrían haber muchos Lucas en el mundo y que vengan de Colombia, no era nada de que preocuparme.

—¿Y cuál es el apellido de tu adorado?— Pregunté con cautela.

— Uhmm.— Dudó Alondra.—¿Beltrán Calle? ¿Te suena?— Apreté los ojos unos instantes y negué con mi cabeza.

— No, nunca.— Solté con media sonrisa.

Por supuesto que me sonaban, esos apellidos me persiguen. Mi ex Daniela Calle y su primo Lucas Beltrán, ambos disputando y peleando por mi, para que al final yo terminara perdidamente enamorada de Daniela.

Para mi desgracia no tuvimos un final feliz, o un desenlace típico dónde los ex's que se dejaban por motivos de la vida o algo mas. No, para mí mala suerte tuve que soportar el hecho de que ante sus ojos quedaría muerta.

Aunque ahora que lo pienso con más claridad, lo único que hice fue poner una carga de culpa en los hombros de Daniela y el odio de mi padre detrás de ella, aunque él lo sabe todo.

César Bustamante era capaz de todo. Lo que no sabía es que conocía cada uno de sus pasos.

Todo esto empezó por él, por su capricho, por una mujer, matando a mi mamá en el camino y de paso a mi también, aunque era hipotético.

Flashback.

Miré a mi padre quién limpiaba sus lágrimas, negué con mi cabeza y enfoqué mi vista al frente, el cuerpo de mamá yacía bajo tierra con una lápida que tenía su nombre escrito, suspiré tragando mis lágrimas.

Faites vos valises, nous partons ce soir.«Prepara tus maletas, nos vamos está noche»— Soltó papá cómo si nada, lo ví incrédula.

—¿Qué?— Arrojé.— Mamá acaba de fallecer, papá.— Puntualicé a punto de llanto.

No me gusta que pierdas tu idioma natal.— Regañó, arreglando su corbata.— Está en tu sangre ser una Bustamante.— Puntualizó serio.

No me vengas con eso cuando tienes un hijo tirado no sé dónde.— Reproché con molestia.

Yo no tengo hijos, le fui infiel a tu madre pero no tuve hijos.— Afirmó con cinismo.— Supéralo, fue hace mucho tiempo atrás.— Finalizó apretando su mandíbula.

—¡No mientas!— Grité enfadada.—¡Tú amante tuvo un hijo! ¡Mamá me lo dijo antes de morir!— Acusé apuntandolo con mi dedo índice.—¡Por eso a mamá le dió un paro cardíaco! ¡Porque contigo no tenía paz nunca, cada vez eras peor!— Finalicé con voz rota.

Yo le di todo a tu madre.— Respondió papá inmutable.— Dinero, apellido, amor, lujos, viajes, caprichos y a ti también.— Espetó con severidad.

—¿Y por darle todo tenías el derecho de serle infiel?— Papá alzó su mano, cerré los ojos esperando el golpe, pero nunca llegó.

No quiero discutir contigo, Elizabeth. Prepara tus maletas.— Ordenó apretando su puño.

No me iré.— Afirmé seria.— Daniela está aquí y yo me quedo con ella.— Finalicé empezando a caminar.

Me tienes cansado con ese jueguito tuyo de niñas inmaduras.— Espetó papá tomando mi brazo, giró mi cuerpo para que lo viera.— Termina con ella y nos vamos.— Exigió, negué con mi cabeza.

Sin Daniela no me voy.— Hablé con seguridad, viendo sus ojos.

Está bien.— Aceptó, soltando mi brazo.— Dile que venga con nosotros, si acepta veremos qué pasa luego.— Añadió pasando de mi e irse.

—¿Y si no?— Repliqué con los puños apretados.

Vienes a Francia conmigo.— Contestó sin más dándome la espalda.

(...)

Sonreí al ver a la chica que me tenía con los pies de cabeza, ella era tan increíble que no quería perderla por nada en el mundo, ni por mi padre.

Habían pasado unas semanas, por mi insistencia y algo de capricho, papá había decidido no irse de Colombia, todo este tiempo lo he pasado con Daniela, no quería separarme de ella, pero no sabía que hacer.

Incluso busqué consejo en Lucas, el primo de Daniela, pero no me dió muchas respuestas, tal vez lo hacía para que me separara de Daniela, después de todo él sentía cosas por mi, aunque habíamos quedado en ser amigos.

Hola, francesa sexy.— Saludó mi novia divertida, reí.

Hola, cariño.— Correspondí el saludo dándole un beso.

Después de darle tantas vueltas al asunto, decidí decirle a mi novia los planes de mi padre, por eso había venido a su casa.

—¿Cómo estás?— Preguntó rodeando mi cintura con sus brazos.— Se me hizo raro que vinieras hasta acá, cariño.— Añadió acariciando mi mejilla.

Estoy bien, mejorando. Y vine porque tengo que-

—¡Lizzie!— Mi respuesta fue interrumpida.—¡Que gusto verte!— Escuché la voz de Lucas, suspiré.

Hola, Lucas.— Saludé cordial, él sonrió.

Lucas, vete, estoy ocupada con mi novia.— Exigió Daniela con seriedad, sintiéndola tensa.

Oh... ¿Le dirás lo qué me comentaste?— Abrí mis ojos sorprendida viendo a Lucas, él frunció el ceño.

Lucas...— Murmuré con tono de voz molesto.

¿De qué habla?— Preguntó mi novia alejándose de mi.

—¿No lo sabes?— Se metió Lucas, le di una mirada asesina.— Lizzie vuelve a Francia.— Arrojó, apreté los labios.

—¿Qué?— Soltó Daniela perpleja.

Calle, y-yo

Increíble...— Murmuró negando con su cabeza.

De eso venía a hablarte.— Expliqué rápidamente, con temor.— Me voy pero quiero que vengas conmigo.— Agregué tomando su mano.

—¿Te estás escuchando?— Replicó soltándose brusca, para dar media vuelta e irse.

¡Cielo, espera!— Grité intentando detenerla, pero fue en vano.— Gracias, Lucas.— Me dirigí al ojiazul con rabia.

Corrí detrás de Daniela viendo cómo subía al coche, bufé frustrada intentando detenerla, aún no tenía permitido manejar y eso no era bueno. Rápidamente me subí a la camioneta con ella.

Se veía muy molesta, arrancó el coche rapando llantas, iba en silencio ni siquiera le importaba mi presencia, me quedé quieta esperando alguna palabra de su parte.

¿Por qué no me lo dijiste?— Arrojó apretando el volante.

Porque no quería dejarte.— Afirmé con certeza.

—¿Y te parece justo empezar algo conmigo y qué tú te vayas a Europa?— Me quedé en silencio, ella tenía razón, pero no me rendiría.

Te he dicho que podemos irnos juntas.— Respondí viendo su perfil, ella dió un golpe al volante.

—¡No se trata de eso, Elizabeth!— Gritó enfadada, bajé la vista avergonzada.—¡Me mentiste con un demonio!— Añadió con voz dolida, apartando la vista de la carretera unos segundos.

—¡No sabía cómo decírtelo!— Grité en respuesta, jalando mis cabellos sintiéndome frustrada.

No quería perderla, pero no sabía cómo decirle que me iría, de verdad me había enamorado de ella y, estaba entre la espada y la pared escogiendola a ella sobre mi propio padre.

—¡¿Y Lucas si podía hacerlo?!— Replicó con tono de voz celoso, pasé una mano por mi cara.

—¡Lucas es mi amigo!— Espeté furiosa, harta de discutir sobre su primo y el amorío que siente por mi.

—¡Amigo que te quiere coger!— Escupió dejando de ver el camino, negué con mi cabeza.

—¡Ya te he dicho que... Cuidado!

(...)

Abrí los ojos lentamente y los cerré de golpe al sentir cómo una luz quemaba mi vista, empecé a mover mis dedos intentando descifrar donde estaba, me dolía cada parte del cuerpo, me dolía hasta respirar.

Intenté pararme de la cama, pero no lo logré, empecé a respirar con pesadez quitando la mascarilla que había en mi rostro, entonces una puerta fue abierta, alcé la cabeza con esfuerzo y caí a la cama de golpe gimiendo de dolor.

Père, où suis-je ? Que s'est-il passé?«¿Padre, dónde estoy? ¿Qué pasó?»— Pregunté con la garganta seca.

Volverás conmigo a Francia, olvida que volverás a ver a Daniela.— Replicó mi padre con furia.

No puedes hacerme eso.— Contesté haciendo una mueca de dolor.

Lo haré porque debo protegerte... Daniela va a pagar muy caro todo esto.— Murmuró con los dientes apretados, negué con mi cabeza.

Ni... T-te atrevas a tocarl-a.— Amenacé con un dolor horrible en mis costillas.

Nos iremos, Lizzie.— Replicó mi padre, apretando mi pierna, gemí de dolor.— Vivirás bajo mis reglas y olvidarás a esa muchachita que casi te mata.— Apreté los ojos negando con mi cabeza.

No...— Murmuré, mi papá soltó mi pierna y dió media vuelta.

No está a discusión.— Replicó, saliendo de la habitación.

Flashback off.

Pero no me fui con él, en vez de eso jugué mis cartas, huir de ese hospital. Sin embargo con el tiempo me di cuenta que mi padre fingió mi muerte. No sé con qué propósito lo haría, pero sé que se ha dedicado a buscarme todo estos años, tenía ojos que lo veían de cerca.

Sabía los pasos de mi padre, sabía que todo el tiempo me ha buscado, su error fue no buscarme en nuestro país natal, aún tenía muchas incógnitas, pero solo sabía una cosa con certeza.

César Bustamante odiaba a los Calle, no sé porqué razón, pero lo hacía.

— Esos apellidos son tan sexys.— Salí de mis pensamientos al escuchar a Alondra.— Cuando me case con Lucas seré la señora Beltrán.— Habló con ilusión.

— Rayos, relaja la pelvis y no hables de boda tan rápido.— Bromeé rascando mi cabeza, levantándome de mi asiento con la taza de café vacía.

— Es inevitable, Lizzie.— Alondra suspiró enamorada.— Me veo con Lucas sentando cabeza y un hermoso vestido.— En su cabeza ya se veía con hijos y perros.

— Así cómo los anteriores también.— Recordé a mi amiga, ella me vió mal, reí.

— Pero está vez lo siento aquí dentro.— Tocó su pecho, alcé una ceja.— Lucas es el correcto.— Otra vez soltaba un suspiro enamorado.

— También lo eran los otros.— Repliqué con sarcasmo, Alondra se quejó.

— Bueno, deja ser feliz, mujer.— Regañó apuntandome con su dedo índice, rodé los ojos.

— Perdona, no quiero que te lastimen otra vez.— Declaré con media sonrisa.

Y tampoco quiero seguir sosteniendo tu cabello a la hora de vomitar, limpiar tus mocos y desvelarme contigo por onceava vez, tenía la intención de decirlo, pero lo dejé solo cómo un vago pensamiento.

— Awww, eres un amor, Lizzie.— Alondra sonreía y se acercaba a mi, me estrechó en un fuerte abrazo.— Y eso no pasará, te lo aseguro.— Agregó separándose un poco del abrazo.

Sacudí mi cabeza y sonreí antes de abrazarla otra vez, esperaba que no rompieran el corazón de mi amiga otra vez. Nos separamos del abrazo al escuchar el timbre.

—¿Esperas a alguien?— Cuestioné frunciendo el entrecejo, Alondra negó.

— Uhmm no.— Afirmó extrañada.—¿Tú si?— Inquirió viéndome, negué con mi cabeza.

— Iré a ver quién es.— Avisé.

Me separé de Alondra y caminé hasta la puerta, tomé el pomo de la puerta y abrí esta, sentí mi corazón caer a mis pies, tragué grueso y me sostuve de la puerta con fuerza.

No podía creer que tenía tan mala suerte, Lucas Beltrán estaba frente a mi.

Él me veía en un estado de shock, yo estaba sudando frío, sabía que este reencuentro podría traer muchas cosas. Pasé saliva y Lucas negaba con su cabeza, para él era cómo si estuviera viendo un fantasma.

—¿Lizzie?— Murmuró perplejo, rasqué mi ceja sin saber que hacer.

— Lucas...— Respondí viendo sus ojos azules.










































































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Caché es real para los que aman Caché, eh.

¿Qué creen que haga Lucas?

¿Elizabeth buscará a Calle?

¿Qué hará César?

*Se va escuchando Like that de Bea Miller*

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