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ONE SHOTS TOKYO REVENGERS +18 SE PROHIBE COPIAR LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN, A EXCEPCIร“N DE LAS OC. CON... More

A N T E S D E L E E R
S H U J I H A N M A
M A N J I R O S A N O
M A N J I R O S A N O P A R T E I I
K E I S U K E B A J I
S H I N I C H I R O S A N O
T A K A S H I M I T S U Y A
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C H I F U Y U M A T S U N O P A R T E I I
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R Y ลช G U J I K E N
E S P E C I A L: M I T S U Y A & H A K K A I
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โœจ ยกG R A C I A S! โœจ
W A K A S A I M A U C H I - EXTENDIDO โœจ
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S H U J I H A N M A P A R T E I V
H O A X: NUEVA HISTORIA
E S P E C I A L: H A R U C H I Y O &. S E N J U A K A S H I
S ลŒ Y A K A W A T A
R A N H A I T A N I
N U E V A H I S T O R I A: R A N VS K A Z U T O R A
H A R U C H I Y O S A N Z U: M O R P H I N E
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R Y O H E I H A Y A S H I

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By champagnexproblem

ℙ𝕖𝕪𝕒𝕟
𝕄𝕖𝕟𝕥𝕚𝕣𝕒𝕤 𝕪 𝕒𝕞𝕠𝕣

Somos tú y yo, ese es todo mi mundo
Ellos susurran en los pasillos: Ella es una muy mala chica
Toda la escuela está lanzando los dados en falso
Tú juegas estúpidos juegos, ganas estúpidos premios
Somos tú y yo, no hay nada como esto

...

Siempre fui la reina de la escuela, inalcanzable, destinada a cosas importantes y grandes, un futuro comprometedor. Pero tenía la mala fortuna de juntarme con las personas incorrectas.

—¡Anda, ______! —me animaban mis amigas—. Solo es una pequeña apuesta, un jueguito inocente...

—¿Y si esa apuesta lastima los sentimientos de alguien? —pregunté mientras jugaba con el lápiz entre mis dedos, recargada sobre la mesa con mi codo.

—¿A quien vas a lastimar? —se reían mis amigas—. Cualquiera de estos idiotas moriría por salir contigo, solo tienes que resistir una semana y te daremos cincuenta mil yenes. 

—Cincuenta mil es muy poco —respondí—. Puedo pedirle eso a mi padre solo para ir a una cafetería —suspiro, y es cierto, mis padres son ricos. Tan ricos que al pestañar están ganando dinero.

—¿Recuérdanos por que no estás en una escuela privada?

—Mis padres quieren que aprenda  a convivir con toda clase de gente. Que la vida no va solo de los vecinos de Roppongi —respondo sacando mi espejo de bolsillo para acomodar mi collar de perlas.

—Hablando de tus vecinos, ¿volviste a llamar a Rindou Haitani? —preguntaron las curiosas de mis amigas, tan interesadas en mi vida, una vida a la que solo pueden aspirar por medio de mi.

—Claro que no, estuvo en prisión. No puedo mezclarme con esa gente, fue solo un polvo y ya.

—¡Pero si estaba muy guapo! —insistían.

—¡Pues cójanselo ustedes! —culminé—. Ya estoy cansada de los pandilleros. Aunque hay uno al que siempre le voy a tener ganas pero nunca me hace caso —suspiré.

—Es que Mitsuya solo piensa en ser diseñador y en cuidar a sus hermanas —dicen ellas, suspirando también —. ¡Tengo una idea! —interrumpe una de ellas.

—¿Idea de que?

—La apuesta, si conquistas a ese amigo de Mitsuya, el que se viste horrible. Así podrás acercarte más a Mitsuya.

—¿Peyan? —pregunté apuntando hacía él, que caminaba  con las manos metidas en los bolsillos por el pasillo de la escuela, con una camisa con estampados chillones que no combinaba en absoluto —.¿Ustedes quieren arruinar mi reputación o que?

—¡Solo será una semana!. No te estamos exigiendo que te lo cojas tampoco... —rieron—. Solo un par de citas y el próximo fin de semana rompes con él.

Me lo pensé un poco. Había que equilibrar las cosas en la balanza. Podía verlo como un experimento social, acercarme al amigo al que nadie quiere para finalmente conseguir un polvo con el mas guapo y deseado. Si algo llegaba a salir mal, simplemente podría decir que era una apuesta, no tenía nada que perder, y tenía mucho que ganar.

—Está bien, pero solo una semana. Ni un día más.

El trato estaba cerrado. El siguiente día me encontré a Peyan caminando cerca del jardín trasero de la escuela. Con las manos metidas en sus bolsillos como era costumbre en él, lucía triste, algo perdido, y consideré que tenía la excusa perfecta para acercarme a él. No sería necesario exacerbar mis encantos, con alguien como él las cosas se me darían fácil.

—¿Estás bien, Peyan? —pregunté fingiendo inocencia.

El alzó su vista y por primera vez me fijé en sus grandes ojos color miel, eran tan bonitos que me sentí una tonta por no haberme fijado antes en ellos. Tan brillantes, tan expresivos.

—La verdad no. Pero, ¿Qué le va a importar a la reina de la escuela la vida de un idiota? —respondió esquivo, tal vez lo había subestimado pensando que era solo un simplón.

—¿Y si me importas mas de lo que tú crees? —él se me queda viendo, y al fin siento que he avanzado al ver como sus ojos muestran una pizca de ilusión.

—No te lo creería.

—¿Me creerías si te invito a una cita?

Él dijo que si. No sé si habrá sido con la genuina ilusión de que entre alguien como él y alguien como yo pudiera pasar algo mas allá de una conversación, pero el hecho de que aceptara me tenía un paso mas cerca de ganar la apuesta, y un paso mas cerca de Mitsuya.

Nuestra cita era un día Sábado, él insistió en que nos encontrásemos en un parque porque no podría pagarse uno de los restaurantes caros a los que estaba acostumbrada a ir. Ni siquiera sabía que cosa usar para eso, mis trajes de Chanel no se verían nada bien con la caca de una paloma luego de sentarme en uno de esos bancos de piedras que hay en los parques, donde la gente suele sentarse a lanzar migas a los pájaros o a comer comida callejera, y juré al cielo, prometiéndole a Santa Coco que algo de su marca nunca sería manchado por un chorro de mostaza.

Al final me decidí por unos viejos jeans Levi's que una amiga me había regalado para mi cumpleaños anterior y una camiseta Tommy Hilfiger que usaba algunas veces que me quedaba todo el día en casa. Mi chofer me dejó en en parque, y mi guardaespaldas me hizo prometer que no me alejaría más de veinte metros de él. No sería la primera vez que escapaba de su custodia, por que había que admitirlo, no era una chica perfecta, era un desastre, un desastre que usaba zapatos de millones de yenes y bolsos de diseñador.

Peyan vestía un simple pantalón de mezclilla y una camiseta gris con un estampado ligero. Tengo que admitir que al menos se esforzó un poco en no llamar la atención con su ropa esta vez.

Y allí estábamos, mientras me contaba de su amigo Pah Chin, de todo lo que vivió cuando era parte de la Tokyo Manji, y a mi en un principio me interesaba escuchar de aquello por que era divertido saber las andanzas de Mitsuya. Y tal vez fue en ese momento en que mi amor platónico pasó a ser algo irrelevante, por que el chico de los ojos color miel me estaba haciendo reír de una forma que jamás pensé que podría hacerlo.

—Y entonces casi cometo el error de asesinar a Draken —confesó antes de morder el hot dog que habíamos comprado en un carrito en el parque, y que no supe porque no había probado antes por que era mejor que cualquier elegante plato francés que haya probado en mi vida—. Para mi suerte, los chicos entendieron mi desesperación, me perdonaron y me dejaron quedarme.

—Debe haber sido pasar por eso, que tu mejor amigo haya ido al reformatorio y que nadie mas quisiera escuchar lo que sentías.

—Sigue siendo duro, pero este año sale del reformatorio. Y vamos a volver a hacer de las nuestras —sonrío, y su sonrisa era algo que no me esperaba, tan genuina, tan real, sobre todo para mi que vivía perdida en un mundo de apariencias—. ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Tú solo dime, ¿Qué quieres saber?

—¿Por que hay un hombre mirándome con cara de asesino desde que llegamos aquí?

No pude evitar reírme, sé que había prometido que no lo haría. Pero nunca confíes en una princesa malcriada.

—Es mi guardaespaldas, pero ¿te cuento un secreto?

—Anda, dímelo

—No es muy bueno corriendo...

—¿Y tú, eres buena corriendo con esas sandalias de diseñador? —se carcajea.

—Si no crees que lo sea tal vez puedas cargarme...

Corrimos por el parque, bueno, el corrió mientras me cargaba en su espalda. Jamás me hubiese atrevido a una locura como esa, la noche ya había caído, ya no quedaba mucha gente, habíamos perdido a mi guardaespaldas desde hace mucho rato, ahora estábamos tumbados en el césped mirando las constelaciones. A él le gustaba mirar las estrellas, era algo que quizás nunca habría sabido de no hablarle, así como no sabía muchas cosas de las que me enteré esa noche. Como por ejemplo de que las cosas simples son las que te pueden hacer mas feliz. 

Y nuestra cita terminó porque mi guardaespaldas decidió llamar a mi padre, quien a su vez casi llama a seguridad nacional. Peyan tuvo que llevarme en su moto a mi casa, y se sintió tan bien aferrarme a su espalda mientras el viento elevaba mi cabello, me sentía tan libre, como si fuera una nueva yo que hasta ese momento no conocía, y me gustaba conocerla.

—Buenas noches, _______ —dijo cuando se quito el casco para despedirse—. Ha sido genial, jamás me imaginé que serías tan divertida.

—¿Qué pasa con esos prejuicios? —respondí. Y era una respuesta que también iba para mi—. ¿Nos vemos el Lunes en la escuela?

—Voy a contar las horas... —dijo él.

—No tienes que seguir contándolas —culminé antes de que pudiera seguir resistiéndome, y mis brazos se cruzaron tras su cuello. Mis labios se fundieron con los suyos, en un encuentro apasionado, su lengua recorrió mi boca y no quería separarme de él. Quería quedarme atrapada en ese momento para siempre, por que allí comenzaría la que fue la semana mas hermosa y emocionante de mi vida.

El día Lunes nos besamos en los camarines de hombres, cuando todo el mundo estaba en clases, no quería separarme de su lado, me hacía reír, me hacía sentir tan bien. Tanto que había olvidado completamente el tema de la apuesta, que había olvidado incluso a Mitsuya.

El Miércoles nos dejamos llevar por la pasión. Nunca habría sospechado que Peyan ya no era virgen, pero pudo comprobármelo de una forma exquisita. 

La sala del consejo estudiantil, yo tenía la llave al ser la presidenta. La escuela ya estaba casi vacía. Nos estábamos besando detrás de la puerta, sus manos levantaban la falda de mi uniforme, estaba amasando mi trasero metiendo sus dedos bajo mis bragas, su lengua humedecía mi cuello, y mis manos acariciaban su abdomen bajo su camisa.

—¿Estás segura de que quieres hacerlo aquí? —me preguntó mientras me quitaba la blusa botón por botón.

—No puedo resistir más, Peyan —respondí con un puchero, él respondió mordisqueando suavemente mi labio inferior—. Fóllame duro, ¿si?.

Él sonrío cuando logro quitar por completo mi blusa, lanzándola por cualquier lugar del salón, bajando mi sujetador luego de luchar por quitármelo y no lograrlo. Mordisqueó mis pezones, los chupó, amasó mis pechos. Yo tan solo podía aferrarme a él, jadeante, entregada a aquel chico del que comenzaba a enamorarme casi por arte de magia, que me había hecho sentir tanto en casi nada de tiempo.

Quité su cinturón, luchando entre besos y caricias para desabrochar el pantalón y bajar su ropa interior, y a regañadientes me arrodillé frente a él, llevé su polla a mi boca y lamí desde su base hasta el glande, la lleve adentro de mi cavidad bucal, haciendo presión, pasando mi lengua por su extensión, chupando intensamente, mirando sus hermosos ojos color miel que me miraban con tanto deseo.

—Sabes hacerlo tan bien, princesa —soltó culminando en un gemido, no dejaba de jadear y de guiar mis movimientos, acariciando mi rostro, haciéndome sentir como una puta diosa del sexo mientras me follaba la boca. Me llenó la lengua de su semen y lo tragué todo para él.

Sus ojos brillaban, tal vez el comenzó a sentir lo mismo que yo.

Me volteó y apoyé mis codos sobre la mesa, él levantó mi falda y con una de sus manos comenzó a estimular mi clítoris mientras la otra se encargaba de ubicar el condón en su lugar. Se inclinó para besar mis labios y luego se separó para golpear duramente mis glúteos, sentí un ardor placentero antes de que su polla comenzara a deslizarse entre mis labios íntimos, mojándose con mi humedad, preparándose para penetrarme.

Él se sujetaba de mis hombros mientras me penetraba duro, mis pechos rebotaban contra la mesa y mi piel chocaba con la suya una y otra vez.

Gemí su nombre una y otra vez mientras él bombeaba mi interior, nadie me había hecho sentir se esa manera, nadie me había vuelto tan loca como él.

Sus gemidos eran tan suaves, parecidos a eroticos ronroneos. Volviéndose mas intensos y profundos cuando llenaba el condón en mi interior, y mis paredes lo estrujaban con intensidad.

Los días siguientes no nos separábamos el uno del otro, creo que comencé a enamorarme del chico que menos pensaba, dejando de lado prejuicios, diferencias de clase, todo, incluso olvidando que ese fin de semana todo debía acabar.

Pasábamos el tiempo juntos, incluso había estado en mi casa, no quería que el tiempo acabara, quería estar junto a Peyan por siempre.

Mis "amigas" se molestaron al ver que no cumpliría con la puesta. Pues yo no había sospechado cuales eran sus verdaderas intenciones. No lo supe hasta el día en que paso, en medio de uno de los partidos del equipo de fútbol y en la pantalla principal.

—¿Sabían que ______ ganó la apuesta en que tenía que salir con Peyan? —escribieron en la barra de saludos.

Peyan estaba junto a mi, soltó mi mano al instante, era el fin, estaba acabada, todo se había terminado.

—¿Que clase de persona eres, ______? —me preguntaban algunos.

—Eso no se hace... —agregaban otros—. No puedes jugar con los sentimientos de las personas.

Pero yo no estaba jugando, yo lo amaba de verdad, y lo veía marcharse cabizbajo. Intenté seguirlo, corres detrás suyo, pero alguien me detuvo.

—No te acerques a mi amigo —sentenció Mitsuya—. ¡No le hagas más daño!

—Mitsuya... Yo no... Ya no estaba mintiendo...

Las siguientes semanas fueron una pesadilla. La gente corría rumores sobre mi, que tenía sexo a cambio de dinero. Que mis padres eran en realidad estafadores y no dueños de un banco como decían. Que me acostaba con un chico diferente cada día.

Todos me trataban como a basura. Y lo peor es que sentía que lo merecía, por que había sido la peor de las basuras con Peyan, y con el peor resultado, por que lo estaba amando con tanta fuerza, a pesar de que dolía.

Él no respondía mis mensajes, en la escuela me evitaba a toda costa. No quería saber nada de mi y tenía todo el derecho de hacerlo.

Todo llegó a un punto sin retorno un día Viernes por la tarde. Ya nadie me respetaba, y unas chicas de un grado superior comenzaron a golpearme en medio del patio, toda la escuela las animaba a hacerlo. ¿Quien iba a apoyar a la basura que había apostado salir con un chico?. Incluso las que se decían mis amigas se burlaban de mi.

Y el dolor de los golpes no era nada comparado con el dolor de mi corazón, el dolor que creía merecer.

—¡Ya deténganse! —gritó Peyan en medio de todos—. ¿Les ha hecho algo a ustedes?. ¿Con que derecho la tratan de esta forma?

—Pero Peyan, ella te mintió...

—¡Ella se equivocó! —respondió, defendiéndome. Y yo no podía contener el llanto—. ¡Pero si yo puedo perdonarla, ¿que les hace creer que ustedes no?!

Todos se quedaron en silencio, él caminó hacía mi, tomándome en sus brazos, abrazándome con fuerza.

—Perdóname... —murmuró en mi oído, sin soltarme. Si alejarse.

—Perdóname tú, Peyan. Tú no hiciste nada malo.

—Claro que lo hice. No defendí a la persona de la que me enamoré, permití que le hicieran daño. Que los demás hablaran de ti.

—Los demás no me importan —sollocé—. Solo me importas tú.

—Yo nunca voy a dejarte sola. No importa lo de la apuesta. Me importa más que yo conozco esa otra parte de ti que nadie aquí conoce.

—Soy una mejor persona cuando estoy contigo —confesé.

—Lo sé, y eso es lo importante —suspiró, y me regaló una sonrisa—. ¿Podrías acompañarme esta tarde?

—¿A donde vamos?

—A un lugar donde es mejor que no uses tus bolsos de diseñador... —dijo caminando conmigo de la mano, en medio de todos quienes me juzgaban.

—Vamos a buscar a Pah Chin al reformatorio...

—¿Pido que nos acompañe mi guardaespaldas? —ofrecí.

—Está vez no sería una mala idea...

No es mucho, pero es trabajo honesto jsjsjs
Es lo mejor que puedo hacer con fiebre 🥺

Espero les guste, agradezco mucho todo el apoyo que le dan a este libro, aún no puedo creer que lleguemos a los 230k de lecturas.

También quería decirles que si les gusta Megumi Fushiguro de Jujutsu Kaisen he empezado un fanfic bien hot de él en el que he puesto todos mis esfuerzos y que estoy actualizando casi a diario. Se llama "Sombras en el paraíso".

Nos vemos pronto, les amo un montón y porfa cuídense mucho, el covid está volviendo muy feo 🥺

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