Amar a un élite ✔

By The_Silencegirl

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Estoy obligada a fingir una relación con el hijo menor del millonario más importante de Londres para salvar l... More

Sinopsis
Antes de leer
Prólogo
1| Odio mi pasado
2| Que la humildad no se note
3| Pacto con el enemigo
4| Una resaca, un vestido y deudas de café
5| Próxima Centauri
6| Atrapada en una serie adolescente
7| Secreto por secreto
8| Preludio de un desastre
9| No podemos morir
10| ¿Dedo roto? No. Corazón roto
11| Dudas
12| Confesiones placenteras
13| Mundo paralelo
14| Razones para vivir
15| Comienzos alentadores
16| Deudas pendientes
17| Todo tiene un porqué
18| Máscaras
19| (No) Feliz cumpleaños
20| Tipos de amor
21| Errores
22| Recaída
23| Caricias olvidadas
24| No es real
26| Verdades a la luz
27| Lenguas sueltas
28| Deseos incompletos
29| No eres él
30| Planes
31| Netflix es una estafa
32| El cerebro le ganó al corazón
33| Mensajes
34| Joder señora Nilon
35| ¿Cita?
36| Finalmente, choqué
37| Verdad y mentira al mismo tiempo
38| ¿Me concedes este baile?
39| Cada vez más difícil
40| ¿Por qué me dejaste...?
41| Carta
Epílogo

25| Nunca subestimes a un Feller

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By The_Silencegirl

Owen

Arremangué las mangas de mi camisa mientras cogía coraje. Alisé el cuello perfectamente recto y por último pasé una mano por mi cabello. Mis pulmones se llenaron con un oxígeno ardiente.

Aquí vamos.

Toqué dos veces la puerta de la oficina de Halton. Esperé a que se escuchara una respuesta de su parte. Me quedé expectante. Suspiré. No contestaba. Toqué por segunda vez con mucha más fuerza que antes. El vidrio vibró debajo de mis nudillos. Mordí mi labio inferior con impotencia. Apoyé la oreja en la puerta con intención de escucharlo hablar por teléfono. Sin embargo, no me sorprendió escuchar la nada misma.

No me molesté en tocar por tercera vez cuando abrí la puerta con brusquedad. Allí se encontraba. Todo elegante. Todo superior. Con el mentón en alto rebajando a todo lo que tiene enfrente. Escribía en su libreta con rapidez. Pilas de papeles amontonadas se situaban a lo largo del escritorio dejando en claro que estaba ocupado.

Carraspee cerrando la puerta detrás de mí. Alzó una ceja al escuchar el sonido de la puerta y nuestras miradas colisionaron largando chispas. Volvió a su libreta sin inmutarse ante mi presencia. Junté mis manos detrás de mi espalda e inflé mi pecho con una inhalación profunda.

—¿Podemos hablar?

—¿Y por qué piensas que no te abrí la puerta, hijo? No puedo atenderte ahora. —contestó continuando con su escritura.

Los nervios que sentía se transformaron en enojo en cuestión de segundos. Avancé hasta la silla frente a su escritorio y me senté. Crucé mis piernas y entrelacé mis dedos.

—Chase salió hace unos minutos de aquí, ¿para mí no tienes tiempo? —espeté.

Un reflejo de sonrisa pasó por su rostro.

—No tengo tiempo para celos, Owen. Si no tienes nada para decir, vete.

Asentí reuniendo fuerzas para apagar el fuego de mi pecho y centrarme en el motivo por el que fui. Lo miré fijo, queriendo captar cada facción de su rostro ante a lo que iba a preguntar.

—En el hospital cuando internaron a Clara, ¿de qué hablabas con Astrid?

La punta de su birome se detuvo sobre el papel en un segundo efímero, dejando allí una gota intensa de tinta. Cerró su libreta y descansó sus manos en su regazo. Ladeó su cabeza y me miró con toda su atención.

—¿Acaso me tienes como un insensible? —No podía dejar de escuchar la ironía en su tono de voz.

—No me respondas con una pregunta.

Levantó sus manos de manera inocente. Sus ojos se tiñeron de mentiras.

—Vale. Fui al hospital para brindar mi apoyo emocional a tu noviecita —explicó con tranquilidad. Aunque veía inquietud en su mirada.

—Dinero. Fuiste a darles dinero —corregí.

Hizo un ademán con su mano.

—Sinónimos.

No pude irme con la consciencia tranquila. Sabía que algo me ocultaba y quedarme aquí sentado rogándole a que me lo diga iba a terminar en la nada. Señaló la puerta y sonreí.

—Tengo cosas que hacer. Tu madre te espera con el desayuno.

—Tienes razón —dije mirando mi reloj —. Mejor le pregunto a mi madre. Seguro ella me dice la verdad de lo que hablaron con Astrid.

Me levanté al mismo tiempo que él. Sus pupilas dilatadas me gritaban con furia. El sudor apareció en su frente mostrándome que estaba ganando esto. Le echó un vistazo a la puerta y apoyó sus manos en el escritorio.

—¿Ocurre algo? —pregunté con sarcasmo.

—Si eres inteligente, cerrarás tu boca y harás vista gorda de lo que pasó —susurró.

Justo lo que deseaba escuchar.

Ser un Feller no solo requería ser una buena imagen y saber de negocios. Ser un Feller también significaba actuar como uno, saber dónde atacar y cuándo. Era lo único que agradecía a mis padres.

—No tienes que subestimarme, papá —pronuncié su rol como una burla. . Pasé mi dedo por el contorno de su escritorio, siguiendo el camino hasta llegar a su lado. Compartíamos la misma altura como nuestras mismas intenciones.

—Nunca lo hice. Llevas mi sangre después de todo. —Por cómo lo dijo, pareció que había dicho una maldición. Y creo que lo era.

—Entonces no creo que haya necesidad de tomarme por idiota, ¿verdad? —pregunté en un susurro.

Halton alzó su mirada y pude ver miedo en ellos. La curiosidad tomaba mi cuerpo y mete cada vez más al límite.

—Si de verdad quieres preguntarle a tu madre, hazlo. No voy a detenerte. —Irguió su espalda y se acercó a mi rostro como si las paredes tuvieran oídos y tenía miedo de que sus palabras lleguen a oídos equivocados —Pero si te importa Clara y no estás con un capricho, no dirás ni una palabra y olvidarás esto.

Estaba dispuesto a contradecirlo, a decirle que me importaba una mierda lo que él pedía. Muy pocas veces en mi vida pude discutir con Halton y ganar. Era demasiado tentador arruinar su secreto. Él lo hizo millones de veces. Y allí estaba, rogándome por mi silencio.

—¿Qué tiene que ver Clara en todo esto?

Ladeó su cabeza.

—Tampoco responderé preguntas. Tienes que confiar en mí.

Una risa seca salió de mi garganta. Me alejé de él y lo señalé.

—Dieciocho años de mi vida y esa palabra no tiene significado en nuestra familia. De nuevo, no me trates de idiota.

—Lo sé. Pero no tienes otra opción.

—Eso no lo decides tú, para tu desgracia —repliqué.

Sostuvimos nuestras miradas. Conociéndolo, sabía que no iba a obtener otra cosa que su ruego. Todavía sentía la adrenalina en mis venas. Nunca tuve tanto poder sobre Halton. Me di por vencido. Eso no significaba confiar en él. Lo observaría desde lejos. Caminé hacia la puerta y me detuve al abrirla.

—¿Eres inteligente o volveré a decepcionarme?

Sonreí.

—Eres afortunado de tener un hijo nada parecido a tu esposa o hijo mayor. Llevaré tu apellido, tu sangre, pero nunca le haré honor a estos.

Salí de allí mejor de lo que nunca había estado en esa maldita casa.

Estacioné el coche hace media hora y todavía me debatía en salir. Miraba el reloj con insistencia, tratando de parar el tiempo con la mirada. Me di cuenta que eso ocurría sólo en películas.

Me coloqué los lentes de sol antes de salir. El frío chocó contra mi piel haciéndome cerrar el botón del saco. No devolví ningún saludo de los que recibía. Hoy no era el día en el que podía fingir ser alguien quien no era. Mi mente estaba en esa persona. Si Stephen se equivocaba, iba a darle la hostia de su vida.

Las clases ya habían comenzado. La mayoría de los pasillos estaban vacíos y me crucé a algunos profesores que ni siquiera se animaron a cruzar miradas conmigo. Todo gracias a mi querida y amorosa madre. Faltaban pocos minutos para que suene el timbre para el cambio de materia. Encontré el salón que buscaba y me apoyé al lado de la puerta hasta que sea la hora.

Cinco minutos.

Tres minutos.

Un minuto.

¡Ring!

La puerta se abrió de golpe saliendo primero el profesor detrás de él los estudiantes alborotados. Cuando la vi, me impulsé de la pared para alcanzarla. Estaba distraída hablando con una compañera que no se dio cuenta de mi presencia. Sus rulos se enredaron en mis dedos cuando pasé mi brazo por sus hombros. Mariane saltó en su lugar y los primeros segundos me miró con el ceño fruncido, hasta que supo de quién se trataba. Pausó su charla y miró mi brazo.

—Owen, ¿qué haces? —vaciló. Buscó con su mirada a Clara, preocupada de este acercamiento.

No le respondí. Dibujé una sonrisa y bajé los lentes para mirar a su compañera. Al instante, sus mejillas se tornaron un color carmesí intenso.

—¿Te molestaría que me la lleve unos minutos? Prometo que será rápido —pregunté con tono seductor.

La chica asintió con su cabeza con movimientos rápidos. Si no paraba, estaba seguro de que iba a marearse.

—Claro. No hay problema. Toda tuya —respondió con dificultad.

—Muchas gracias. —le guiñé un ojo y nos di media vuelta para dirigirnos al salón de música.

Supe que sospechaba algo cuando se aferró a la tira de su mochila cada vez que nos alejábamos más de la multitud. Cuando llegamos a la puerta correcta, la abrí y estiré mi brazo cediendo el paso.

—Después de ti.

Sus ojos almendrados me miraron con miedo antes de adentrarse. El sonido de la puerta cerrándose se absorbió en las paredes. Mariane se sentó en una de las sillas y cruzó sus piernas.

—¿Se puede saber por qué estamos solos en el salón de música?

Seguí caminando hasta detenerme en un violín colgado en la pared. Su brillo y cuidado me tenía fascinado. La miré sobre mi hombro.

—Sé que lo sabes. Pero en el caso de que seas una estúpida, juguemos a las adivinanzas, ¿qué te parece? —sugerí jocoso. Me paseaba por foto el lugar, dejando que se sienta intimidada.

Acomodó un mechón de su cabello y mantuvo una postura derecha.

—En el contexto en el que nos encontramos, solos y apartados de todo el mundo..., creo que quieres sexo.

Largué una carcajada.

—No. Definitivamente no quiero sexo de ti.

—Genial, porque no iba a dártelo.

Rodee unas sillas hasta llegar a su lado. Me incliné hacia adelante, justo a la altura de su oreja, y susurré:

—Vamos, tienes una oportunidad más.

Por un momento pensé que iba a levantarse e irse, pero su vista estaba perdida en un punto neutro de la pared. Sus ojos se cristalizaron al sumergirse en sus pensamientos.

—Quieres hablar de la foto —confesó.

Di un aplauso y saltó de la silla. La rodee y quedamos frente a frente. No se atrevía a mirarme a los ojos. Sus manos se frotaban sobre sus piernas y no paraba de mover su pierna derecha. La busqué con la mirada, serio.

—¿Por qué lo hiciste?

—¿Por qué no lo haría?

Su pregunta me chocó. Crucé mis brazos y apoyé mi espalda contra la pared. Quería encontrar hilos rojos y conectarlos entre sí, pero nada parecía tener sentido.

—Dímelo tú. ¿Qué ganas haciendo esto?

La confusión se instaló en su mirada.

—¿No sabes nada?

—¿Tengo cara de saber lo que mierda pasa? —inquirí con impaciencia.

Una risa salió de su boca causándome inquietud. Las paredes comenzaron a achicarse y sentí cosquillas por mi nuca.

—Owen, Owen, Owen. Ahora entiendo por qué te ocultan todo tus padres. Eres un idiota. —Suspiró y me miró a los ojos —Tengo muchas razones para arruinar tu falsa relación con Clara. Tenía que ser yo la que estuviera caminando del brazo de tú hermano.

Negué con la cabeza con una mueca.

¿Chase?

¿Él sabía de todo esto?

—No lo entiendo —murmuré.

—Antes de que Halton se comunicara con Pablo, iba a ser la empresa de mis padres la que se uniría a la suya. Estaba todo arreglado, listo para salir a la prensa y anunciar la increíble alianza. —Se levantó de su asiento y se acercó con pequeños pasos —. Pero se ve que el rating de pobre con millonario le va mejor.

No me había dado cuenta cuánto se había acercado a mí hasta que sentí su aliento chocar contra mí pecho y su dedo deslizándose por el cuello de mi saco. Atrapé su muñeca antes de que haga cosas de las que se pueda arrepentir.

—Han pasado meses del acuerdo, ¿por qué sigues insistiendo? —pregunté entre dientes.

Ladeó su cabeza y finge un semblante confuso.

—¿Acaso tú no eras el chico de las esperanzas, Owen? No eres el único.

Me moví hacia un lado saliendo de su acorralamiento. Pasé una mano por mi cabello y abrí mi saco para tener un poco más de aire. Mariane nos había metido a todos. Su rostro dulce puede ser un arma de doble filo. Giré sobre mis talones para volver a enfrentarla.

—Todo ese comportamiento dulce con Clara era una mentira. —Quise que sonara como una pregunta, pero ambos sabíamos que lo que decía era la verdad.

—Como si de verdad le hubiera caído bien. —Revoleó los ojos.

—¿Cómo nos encontraste? —pregunté con un montón de vacíos sobre lo que estaba pasando.

Sus comisuras se elevaron formando una sonrisa maliciosa. Comenzaba a preguntarme si debía haber hecho esa pregunta, si de verdad quería saber la respuesta. Ajustó su mochila sobre su hombro y se dirigió a la puerta. Se detuvo unos segundos para mirarme.

—¿Sabías que el amor puede hacerte decir cosas que no quieres? ¿Hacer cosas que no quieres? —preguntó. No hubo doble sentido en sus palabras. Ni tampoco sentí el tono burlesco como el de antes. Sus facciones se neutralizaron.

—¿Cómo nos encontraste? —Repetí.

Bajó su mirada y la vi dudar. Tomando una decisión, alzó sus ojos marrones hacia los míos.

—Me lo dijo Chase.

N/A:

¡Holiii!

Espero que les haya gustado el capítulo de hoy y no se olviden de votar y comentar. Ayúdenme a crecer 🙏

Fue un capítulo corto pero intenso...

¿Qué piensan que es ese secreto que tiene Halton? ¿Se esperaban a que fuera Mariane? ¿Qué pasó entre ella y Chase?

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¡Nos vemos en el próximo capítulo!

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