"Tendencia + Torpeza" (Adap.)...

By jjkkbunie

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En donde Jungkook no tolera a su reconocido jefe y Seokjin estรก harto de su torpe asistente. ๐ŸŽ–#1 btsstory โ–ช0... More

โ€ข Sinopsis โ€ข
โ” Prรณlogo โ”
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By jjkkbunie

Todos mis familiares clavan su vista sobre mí de manera instintiva.

Sin embargo, el silencio repentino se mantiene acentuado en el ambiente durante otros instantes más.

— ¿Kim Seokjin? —Mi primo menciona, frunciendo el ceño ligeramente—, ¿el jefe de señor incesto?

— ¡Hojung! —Exclaman los mayores, aunque exceptuando a Yunho, quién carcajea al unísono con el resto de mis primos.

— ¿Tú lo invitaste, Kookie? —Hyanie me pregunta, y detecto una pizca incondicional de dulzura en su mirada.

—Sí... Me dijo que estaría solo.

— ¿Qué esperan, estorbos? —Mi abuelo es el primero en romper con el silencio establecido, quitándole tensión a la situación—. Busquen un plato para el hombre.

—Y una silla —Jungnam agrega, con obviedad—. ¿O acaso esperan que se siente sobre Jungkookie?

Una risa nerviosa se me escapa y, de repente, mis ojos se clavan en Dae en el momento justo para verla articular con los labios un «eso le gustaría», mientras intenta mantener bajo control la diversión en su expresión facial.

Es una perra sarnosa; ella está disfrutando esto. ¿Será que se está vengando de mí por todas las veces que logré sonrojarla con mis comentarios? Probablemente.

Toda mi familia parece revolucionarse con la inminente llegada de mi novio-jefe y no puedo evitar mirar a Jimin, encontrándome con aquella expresión de cachorro sorprendido que rara vez hace aparición. Está claro que no esperaba reencontrarse con su amigo hoy, mucho menos en este lugar.

Escucho que mi abuela nos susurra a todos sus nietos —y a Yunho— que, por favor, nos comportemos como personas civilizadas. Finalmente, es Hyemin la que abre la puerta para recibir a Seokjin.

—Bienvenido, señor Kim. —Dice, luego de haberse aclarado la garganta y en compañía de una leve reverencia.

—Seokjin —me entrometo de inmediato para corregirla—. Se llama Seokjin.

¡Ya empezamos pésimo! Carajo.

Mi prima mayor no parece muy segura sobre cómo tomar mi comentario, sus ojos están abiertos ampliamente.

—Sí, lo sé —replica, algo nerviosa, y luego se apresura a continuar hablando—, pero como no lo conozco, quizás no le gusta que lo llamen tan... Informal.

Un silencio tan incómodo como confuso se instala entre todos nosotros. Seokjin me mira de reojo durante un instante, para luego efectuar una respetuosa inclinación de la cabeza hacia los presentes, especialmente dedicada a mi padre y mis tíos.

—Seokjin está bien —vocea, y puedo jurar que he escuchado a Nayeon y a la esposa de mi primo soltar gritos ahogados por el hecho de oír la voz de mi novio—. Gracias.

A pesar del asombro inicial, cada miembro de mi familia le da la bienvenida a Seokjin con muchísima calidez y respeto. Por su parte, mi novio casi se desmaya de la vergüenza porque los Jeon resultamos ser más de los que él tenía en mente, y el postre que trajo para compartir, seguramente no alcance para todos. Lo consolamos lo mejor que podemos, diciéndole que ni siquiera se tendría que haber molestado en preparar algo.

Seokjin también le agradeció a mis abuelos por permitirle pasar esta fecha tan especial en su casa.

Pasado el fastidioso momento en donde tuve que introducir a Seokjin como mí jefe y amigo (y no como lo que realmente es), él se quedó charlando un rato con Jimin. Por supuesto, el mayor literalmente regañó al nuevo novio/aventura de mi prima por nunca contestar sus mensajes, y Jimin se excusó diciendo que sí le respondió, pero en su mente.

Muy típico del señor Park.

Cuando Seokjin y yo por fin tenemos un instante para nosotros —después de que a mis familiares se les pasa, lentamente, la emoción por el rostro reconocido—, le hago una seña con la cabeza para ir hacia el jardín trasero que no tiene límite, pues son varias hectáreas que le pertenecen a mis abuelos.

A pesar de que tengo ganas de abrazarlo y comerle la cara a besos, ambos entendemos sin necesidad de palabras, que debemos contenernos. No necesito ser un genio para saber que alguno de mis primos o tíos (por no decir que todos) está espiándonos ahora.

—Viniste. —Espeto el hecho, tratando de contener mi pasión al respecto.

—Te extrañaba —Seokjin contesta, haciendo que mi vientre cosquillee.

Mi necesidad de tener algún contacto físico con él es tan grande, que me acerco un poco para darle un simple empujoncito con mi codo. Él se muerde el labio, y me confirma que todo le está costando tanto como a mí.

— ¿Y Gwanhi?

—Yunbi se lo llevó —me informa—. No sabía si era seguro traerlo, sabes que él se cree un doberman y le gusta molestar a perros mucho más grandes.

—Es un peludito temerario —digo, en compañía de una sonrisa—. Debería de haberte mencionado que no había problema con traerlo, perdón.

—Descuida, vida —me dedica una media sonrisa dulce y luego se gira para darle un vistazo a lo que nos rodea. Puedo detectar cierto entusiasmo en sus gestos—. Tienen una casa muy linda aquí.

Estoy a punto de tomar su mano para entrelazar nuestros dedos, pero la acción no llega a concretarse cuando mi cerebro se espabila y termino pasándome la palma por el pelo, para disimular.

—Mi tátara-abuelo por parte de mi padre la construyó junto con sus hermanos —comienzo a contarle—. Luego, fue pasando de generación en generación. La hermana de mi padre vive en Australia y tiene su familia allá, así que nosotros la usamos como lugar de festividades y celebraciones.

Asiente con la cabeza ante cada cosa que le digo y luego refugia sus manos en los bolsillos de su pantalón negro, mientras que una brisa fina le revuelve ligeramente el cabello. Carajo, se ve como si estuviese una sesión de fotos ahora mismo. Él está tan atractivo incluso con un outfit cómodo y casual; mi novio inventó el sentido de la moda, sin duda.

—No sabía que Jimin estaría aquí también —suelta.

—Yo tampoco —una risa se me escapa y agrego—: Acabo de enterarme de que está saliendo con Dae.

Sus cejas se disparan al cielo y detiene su andar, solo para mirarme fijamente. Me llevo una mano al pecho, imitando su gesto dramático tan usual, y consigo hacerle reír.

—El mundo es muy pequeño.

Continuamos con la caminata y le enseño el árbol que mi abuelo plantó cuando se enteró de que mi abuela estaba embarazada de Jungmin; le explico que, desde entonces, es la reliquia familiar más preciada por todos.

Repentinamente Hyanie nos llama desde la distancia, avisándonos que el almuerzo ya está listo.

Una vez dentro nos ubicamos en dos de las sillas disponibles, mientras que las carcajadas son todo lo que se escucha además de la música de Blackpink de fondo, pues mi tío Yunho está haciendo su concierto anual, bailando arriba del sofá de la sala y con una botella de vino en la mano, mientras declara a viva voz su eterno amor por Jennie.

—Jisoo se partiría de la risa con la performance de tu tío —Seokjin me murmura.

Lo miro.

— ¿Eres su amigo? —Mi ceño se arruga un poco.

Asiente con la cabeza, como si aquello fuese lo más normal del mundo. Eventualmente, me cubro la boca con una mano y él rueda los ojos con desdén.

A veces —siempre— se me olvida que mi novio es una de las personas más famosas del país y que, debido a ello, tiene muchos conocidos que son celebridades al igual que él.

Mi papá, Hyanie y mi tío Yunjae son los encargados de servir el almuerzo. Damos las gracias antes de empezar y luego todo se hunde en silencio... Todos estábamos hambrientos, al parecer.

—Esto está delicioso. —Seokjin es el primero en romper con la mudez establecida.

Las comisuras labiales de mi abuela se elevan y se pasa la servilleta por los alrededores de su boca antes de contestarle.

—Hoy cocinaron algunos de mis nietos —le dice con simpatía, mientras pasea su mirada por la chef-line.

—Pues, debo felicitarlos.

—Me alegra no ser la única Kim en la mesa —mi abuela agrega.

Mis labios se entreabren de manera automática, pero mi abuelo se apresura a tomar la palabra:

—Qué bueno que destacas eso, querida —le dice, justo antes de posar su atención y mirada en mi novio—. Mire, Seokjin, toda esta descendencia y nadie ha encontrado a un compañero o compañera Kim... ¿Qué está mal con ellos?

No puedo evitar bajar la mirada para ahogar la carcajada que amenaza con salir de mi interior. A mi abuelo sólo le faltó llamarnos inútiles.

Llamarles, mejor dicho... Yo sí tengo a mi Kim.

—Sé que Jungkookie se casará con alguien de familia Kim —mi abuela espeta, haciendo que mi mirada se levante—, estoy convencida.

— ¿En serio crees eso, abuelita? —Pregunto tímidamente.

—Por supuesto —asiente—. No tengo mucha evidencia para apoyar mi teoría, pero un Jeon se complementa mejor con su pareja si es un Kim —hace una pausa para sonreír mientras mantiene el contacto visual conmigo—. Míranos a mí y a tu abuelo, ¿no te parecemos una dupla increíble?

Carajo, ¿qué pregunta es esa? Por supuesto que lo son.

—La mejor del país —afirmo, y me resulta imposible contener mi sonrisa.

Jin y yo intercambiamos una fugaz mirada, y soy capaz de apreciar la mueca afable que tira ligeramente de las comisuras de sus labios. Sé que, al igual que yo, él está repitiendo una y otra vez en su mente lo que mi abuelita mencionó; la sonrisita infiltrada en su expresión es la única confirmación que necesito.

El resto del almuerzo se desarrolla con normalidad, si es que esa palabra es apropiada para una mesa llena de personas apellidadas Jeon. Mi primo Kijung le relata a Jimin las maldades que le hacía a Dae cuando ella era pequeña, y ella no duda en contraatacar al contar que su hermano se creía Freddie Mercury cuando cantaba con pasión, pero que una vez los vecinos decidieron llamar a la policía por todo el ruido que él causaba.

Por mi parte, siento la necesidad de chequear a Seokjin cada dos minutos; a pesar de no ser telépatas, a veces pienso que podemos leernos la mente el uno al otro. Y puedo jurar que él está cómodo aquí, por más de que algunas anécdotas de mi familia sean más turbias que otras.

Cuando todos terminamos de comer, Yunho —como siempre, y haciendo honor a su apodo de tío borracho— es el primero en ceder ante los efectos del alcohol y se retira para tomar una siesta, pero que promete levantarse a tiempo para preparar la cena.

Entonces, llega el momento más decisivo del Chuseok de mi familia, y también el más estresante: el "piedra, papel o tijera" para definir quién lavará los trastos.

Ya puedo sentir la adrenalina correr por todo mi torrente sanguíneo. Esta es una batalla que nadie quiere perder.

— ¿Puedo jugar? —Mi novio pregunta, inclinándose hacia el centro de la mesa.

—Por supuesto que no, Seokjin —papá le contesta—. Usted es nuestro invitado, no debe molestarse en absoluto.

Seokjin no insiste, simplemente se limita en repetir la educada reverencia y papá le sonríe. Ah, ¡le cae muy bien! Amo aquí.

— ¿Yo tampoco? —Jimin se suma, curioso, desde su lugar.

—Tú sí —Dae le dice.

— ¡Dae! —Reprenden los mayores, especialmente sus padres.

Desde mi lugar veo que Jimin se cruza de brazos y sus labios se curvan hasta fingir un puchero ofendido, dando como resultado que mi prima plante un pequeño beso en su frente y otro en su boca.

Cuando observo hacia mi derecha, noto que Seokjin está boquiabierto por lo que acaba de ver.

«Estoy igual, mi cielo, estoy igual»

Mi tío Yunjae y el pequeño Jung-il son los que pierden en el juego, por ende, mientras todos nos dispersamos por la casa para hacer la correspondiente digestión antes de la hora de historias, ellos se ocupan de lavar los platos utilizados.

Las chicas de la familia se van a tomar café al jardín trasero, para ponerse al día. Mi papá y mi abuelo se van a recoger nueces al nogal que se encuentra en la entrada principal del terreno. Dae, Jimin y Jung-ah (quien no deja de apresurar a su gemelo para que termine pronto con esos platos) se apropian del sofá grande de la sala a mirar animé.

Por mi parte, le aviso a Seokjin que iré a ponerme la crema que el doctor me recetó para el brazo y también que llevaré su bolso a mi habitación. Él asiente y me da una palmadita gentil en el hombro; al parecer, no le asusta la idea de quedarse solo por unos momentos.

Después de ocuparme de mi brazo, aprovecho el momento a solas para responder a los mensajes de mis viejos amigos de la universidad que me desean un feliz Chuseok. Sushi también me ha saludado y yo le contesto que la extraño, que la amo y que espero que tenga un hermoso día en familia. Por último, también me encuentro con una selfie que Nahyun me envió, donde su dulce sonrisa en combinación con de la de Yoongi, me hacen sonreír también. Le respondo con un «feliz cosecha, mamá y papá», y luego le doy un vistazo veloz a mis redes sociales.

Con mis pantuflas de conejo regreso a la sala y busco con la mirada a mi novio. Jimin me invita a unirme a la maratón de Beastars que está a punto de comenzar y yo le contesto que lo tendré en cuenta, pero que primero quiero encontrar a Seokjin.

Mis pies avanzan por el resto de la casa hasta y acepto una de las tazas de té que Hyemin ha preparado. Un suspiro largo y cargado de satisfacción brota de mi interior al darle la primera degustada a la bebida caliente que contiene la taza en mis manos, y continúo caminando en dirección al comedor.

Es ahí donde me encuentro a Seokjin, en compañía de nuestro maknae, Seojung. Mi novio y mi primo están sentados juntos, y ambos tienen puesta su atención en el cuaderno delante de sus figuras.

— ¿Qué hacen? —Pregunto, mientras tomo asiento en una de las sillas contrarias.

— ¡Jungkookie! —Mi primito exclama al notar mi presencia—. Mira lo que Jin me ayudó a dibujar.

El maknae desliza su cuaderno por la mesa para mostrarme el contenido del mismo y me inclino hacia adelante, con la intención de echarle una mirada al anotador. Sonrío al encontrarme con un boceto de un vestido formal y bastante atractivo, pero que tiene un toque muy Seokjin. No sé mucho sobre moda, a pesar de trabajar en una revista cuyo interés principal es precisamente aquel. Pero cuando Jin y yo estuvimos distanciados debido al asunto de Wooshik, en una de mis noches depresivas pasé muchas horas analizando sus colecciones para Gucci en Internet: para mi sorpresa, quise comprarme todo. El emblema de mi novio en cuanto al diseño de indumentaria de lujo es, sin ninguna duda, el toque mágico y jovial en medio de la elegancia.

Seokjin tiene el don de confeccionar cualquier tipo de prenda que un adolescente, adulto o anciano podría ponerse sin sentirse inseguro o extemporáneo.

Ah, carajo, mi novio es el más talentoso del mundo.

— ¿Te ayudó a dibujar o dibujó él? —Cuestiono burlonamente, moviendo mis cejas.

—Seojung hizo todo el trabajo —mi novio contesta, dándole todo el crédito a mi primo.

—Me gusta mucho —admito mientras asiento con la cabeza y luego añado—: ¿Sabías que Seokjin es diseñador de una marca muy conocida?

—Sí, tía Hyanie habla sobre él todo el tiempo, ¿recuerdas?

Es inevitable que una risa se me escape ante su comentario.

—Cierto.

—Seo, ¿tienes colores? —Seokjin le pregunta a mi primo, al tiempo que analiza el dibujo—. Esto necesita un poco de vida.

—Sí, voy a buscarlos, hyung.

A pesar de que lo reprime muy bien, conozco a Seokjin y sé que mi primo ha llegado a conmoverlo al llamarlo de aquella forma. Mi novio le revuelve cariñosamente el cabello a mi primo de quince años y luego Seojungnie se levanta para ir a buscar sus útiles.

—Le caes bien. —Le murmuro una vez que estamos a solas y me dispongo a rodear la mesa para sentarme a su lado.

—Es un muchachito encantador —me contesta, con una pizca genuina de ternura filtrándose en su voz profunda.

—Ya te dije, los Jeon tenemos unos genes muy particulares: somos adorables, hermosos, graciosos y carismáticos.

Una risita brota de su interior y se acerca para hablar:

—Y egocéntricos, al parecer —espeta, acentuando un gesto burlón.

Me muerdo el labio mientras mis ojos están clavados en su boca y él toma una honda respiración. Esto de no poder darnos ni un miserable besito nos está matando.

Quizás el próximo Chuseok sea diferente... Eso espero. Sería el mayor logro de mi vida no tener que ocultar mis sentimientos por el hombre al que le entregué mi corazón sin darme cuenta.

— ¿Te estás divirtiendo? —Interrogo, vacilando entre la inquietud y la curiosidad—, ¿te sientes cómodo?

El alivio me invade de inmediato al verlo asentir con la cabeza. Su semblante parece algo tímido ahora y hace que mi corazón cosquillee de la dulzura.

Me pregunto cuándo fue la última vez que estuvo en una mesa familiar...

—Todos son muy cálidos, me siento... —Hace una pausa y traga saliva—. Como en casa.

No se lo hago saber, pero todo mi cuerpo ha temblado en el mejor de los sentidos. Que me cuente aquello y sea honesto al respecto es muy liberador, se siente como si me hubiese desecho del peso que la inseguridad me provocaba. Mi familia no es mala, eso puedo afirmarlo incluso si yo fuese ciego, sordo o mudo. Sin embargo, sé que a veces mis primos pueden ser algo entrometidos y esa era mi principal preocupación referente a la presencia de Seokjin, pero todo está saliendo más que bien.

—Bueno, ya eres parte de esta familia, así que disfrútalo.

Me dedica una sonrisa que no llega a concretarse y posa su mano en mi rodilla. Lo siguiente que noto es que él mira a nuestros alrededores y, cuando termina de verificar que no hay nadie cerca, me da un piquito apresurado.

La chef-line de la noche está formada por Yunho, mi papá, Hyanie y Jungseok.

El resto de la familia se encuentra en el comedor, mientras nos disputamos una ardua partida de jenga.

Como siempre, Dae se toma entre tres y cinco minutos para evaluar detalladamente la torre, antes de seleccionar una de las fichas factibles a quitar, y yo siento que envejezco cada vez que es su turno.

—Eres malísima, mujer —le reprocho, pues está acabando con mi paciencia.

¡Carajo! Cada vez sueno más parecido a mi novio.

Dae se incorpora, me mira con esa expresión de «te odio, esperaré a que te duermas para raparte la cabeza» y cruza sus bracitos de palitos.

— ¿Te crees muy listo, hombre? —Vocea a la defensiva, mirándome desde su posición.

—Puedo sacar la maderita del carajo con más rapidez y precisión que tú.

Comprendo rápidamente que he sobrepasado el límite de su tolerancia e irritabilidad cuando apoya su culo en la silla y me señala la torre con aire molesto.

—Adelante, asno —protesta—. Deslúmbrame.

Acepto el desafío y me levanto, sin interrumpir la desafiante guerra de miradas cargadas de odio.

Pero, por supuesto, no podía faltar que Nayeon abra su boca de yegua para acotar:

—Los que se pelean, se desean en secreto —dice.

—Estaba a punto de decir exactamente lo mismo —el tío borracho, desde la cocina, agrega.

Dae y yo parecemos caer en el pozo de una crisis existencial y no podemos defendernos de ninguna manera, porque nada logra escapar de nuestras bocas. Seokjin y mis primos agachan la mirada para contener carcajadas, mientras que Jimin observa a todos con una sonrisa tonta, sin comprender nada de lo que está ocurriendo.

Ah, estas "bromas" privadas de familia son una mierda cuando hay alguien de afuera.

—Eso sería cierto si no fuesen primos —Jimin espeta, y una risotada se le escapa a mi novio desde su lugar.

—Correcto —atajo a la brevedad y me aclaro la garganta—. Continúa.

Cuando el turno de Dae pasa favorablemente, le toca a Jimin. Carajo, espero que él no empiece a pensar y a desglosar las indirectas que mi familia arroja como si fueran pequeñas piedritas, ¡qué vergüenza!

—No sé si tenga algo que ver, pero Jungkook siempre encuentra alguna razón para pelear conmigo... —Mi amigo habla y me mira con esos ojos pícaros—. ¿Hay algo que quieras decirme?

—Sí, te deseo profundamente, Jiminssi —digo y, seguidamente, me encuentro con la ojeada mortal de mi prima—. ¿Qué? Es lindo.

—Y está saliendo conmigo, por favor, ten más respeto —Dae replica, con un tono de reprobación absoluta.

—No hagas enojar a la dama, Jungkookie —Jimin continúa y luego agrega en un murmullo simpático—: Te llamo más tarde, bebé.

Todos carcajeamos por el reciente ligue público entre Jimin y yo, y luego él logra retirar la maderita con éxito, para volver a colocarla en la cima de la torre.

Mientras se lleva a cabo el turno de Hye, la mayor de los gemelos (por tres minutos) se gira hacia Seokjin.

—Seokjin —ella espeta, y la alarma se dispara por todo mi cuerpo—, ¿puedo hacerle una pregunta?

Oh-oh.

—Sí, por supuesto.

— ¿Por qué no pasa Chuseok con su esposa? —Suelta, y todos los presentes levantamos la cabeza en su dirección—. No me malinterprete, su presencia es un regalo, pero simplemente tengo curiosidad.

—Jung-ah, olvidaste aclararle que no debe responder a eso si no quiere —aunque no es una pregunta y tampoco un reproche, sueno bastante a la defensiva y eso me inquieta un poco.

Jung-ah es, en definitiva, la más entrometida de la familia. Aunque no estoy completamente seguro de que esa sea la palabra adecuada para describirla. Ella siempre es correcta a la hora de abordar cualquier tema, jamás le ha faltado el respeto a nadie... Pero sí logró incomodar a más de uno. De hecho, la admiro bastante por no tener un candado en la lengua y poder expresar a viva voz sus dudas u opiniones.

—Está bien, Jungkook —Seokjin me murmura tranquilo, con un ápice de candidez. Luego, se vuelve hacia mi prima para ofrecerle una respuesta a su pregunta—: Yunbi y yo no somos la clase de pareja que hace todo de a dos. Respetamos muchísimo nuestros espacios personales y ella hizo planes para este día que yo no quise compartir.

Jung-ah parece satisfecha con la contestación abreviada, ya que asiente con la cabeza y le sonríe al mayor.

—Ese tipo de parejas son las que realmente valen la pena. —Jimin expresa, marcando un semblante pensativo en su rostro.

—A ver, a ver... —El ceño de Dae se frunce y al mismo tiempo se gira y lo encara—. ¿Intentas decirme algo?

— ¡No, no! —Jimin vocea, luciendo algo aterrado—. Lo que trato de decir es que, en una relación, me parece muy valioso nunca olvidar que lo importante es seguir siendo personas independientes —espeta su punto de vista—. Nada tiene que precisamente variar o modificarse a causa de tu pareja, y si sientes que sí, entonces no quieres realmente a esa persona y ella tampoco te quiere a ti.

Sé que no es momento, pero no puedo evitar pensar en todas las noches que Seokjin y yo salimos por separado desde que empezamos a estar juntos. Me resulta imposible no destacar que ninguno, jamás, se ofendió porque el otro salía con amigos o compañeros de trabajo... Excepto cuando él se reúne con Yoongi; esas noches yo lloro.

—Profundo —tío Yunho aparece con la bandeja de pan recién horneado, que coloca en el centro de la mesa—. Por eso sigo soltero.

— ¿Qué pasó con tu casi-novia? —Le pregunto.

—No lo sé... —Bufa—. Debería llamarla, ¿no? —Nos da un vistazo, al tiempo que frunce los labios—. Me gustaría una acompañante para mi viaje a Polonia.

Ah, carajo, este tío divertido, usualmente borracho y benévolo tiene la vida que muchos deseamos. A pesar de estar soltero, sin hijos y sin siquiera una mascota, a él le va bastante bien. Tiene un trabajo más que estable en la firma que comparte con mi padre, y todo el dinero que gana lo derrocha en viajes. Ya ha conocido Brasil, Uruguay, Francia, Australia, Portugal, Botsuana y muchos países más. Me atrevo a decir que ha recorrido el mundo más que Seokjin.

—Yo puedo acompañarte si me pagas el boleto y la estadía, tío. —Nayeon ve la oportunidad y se arroja a por ello.

Prontamente su semblante comienza a destilar diversión, aunque bien contenida.

—Nayeonnie, eres muy pequeña para comprenderlo, así que te explicaré —él empieza a recitar—: cuando tu tío se refiere a que quiere una acompañante para su viaje, no se refiere solamente a alguien con quien hablar durante el vuelo —aclara, haciendo que algunos soltemos una risa—. A diferencia de un par que conozco, el incesto no me interesa. Perdóname.

Mi risa desaparece y se convierte en una expresión seria, indignada. Mis primos, mis tíos e incluso Seokjin hacen el fallido intento de retener las carcajadas. Jimin, como se está volviendo costumbre, nos observa con aquellos ojos de niñito perdido.

¡Los odio!

Empujo con mi mano la torre de maderitas apiladas y mis primos son los primeros en protestar por mí accionar.

—Ya perdí —digo falsamente—. Qué pena.

— ¡Fuera de la familia! —Exclama Seojung, volviendo a rearmar el estúpido jenga.

— ¡Jungkookie! —Mi abuelo me llama y yo me acerco hasta la sala, donde se encuentra sentado leyendo un libro—. ¿Podrías ir a buscar más vino a la bodega?

Asiento ante su petición y dirijo mis pasos hacia la despensa ubicada en el sótano, en donde guardan las bebidas obtenidas de la uva.

En el corto trayecto que debo recorrer, percibo que alguien viene detrás de mí y me muerdo el labio al reconocer que se trata de Seokjin, cuando miro por encima de mi hombro. ¡Al fin, carajo, un poco de privacidad!

Dejo que él atraviese la puerta para cerrarla cuidadosamente y, un segundo más tarde, sus labios se unen a los míos. El beso que compartimos es descuidado, desesperado y bastante húmedo, que deja en evidencia cuánto necesitábamos sentir el sabor del otro. Lo extrañaba muchísimo, y sé que él a mí.

Capto la necesidad de su lengua por ingresar en mi cavidad y fusionarse con la mía, así que se lo concedo, dejándome abrasar por su calidez. Aprieto una de mis manos en su nuca y mi brazo libre rodea sus hombros, mientras que sus amplias manos se aferran a mi cintura.

Nos separamos por la simple necesidad de recuperar el aliento, pero eso no me impide llenar su rostro de besos.

—Tu tío me cae muy bien —murmura sobre mis labios con palpable ironía.

—Cállate. —Digo, arrugando la nariz.

—Tu familia es muy grande —puntualiza y acaricia mi nariz con la suya antes de agregar—: Me gusta.

—Lo sé —le doy otro beso—. ¿No te asusta estar rodeado de tantos Jeon?

—Un poco... —Admite, para luego encogerse de hombros con simpleza—. Pero tú me das paz, así que está bien.

Sus palabras me dejan inmovilizado, es como si alguien hubiese apretado el botón de pausa para levantarse e ir a ver qué tal está el clima. Pues, ese clima es soleado y para nada sofocante. No hay ninguna nube en el cielo e incluso los pajaritos cantan. Así me siento.

Esto es lo que Seokjin me hace sentir. A pesar de que no tengo experiencias amorosas previas para meditarlo mejor, sé que este es un amor diferente, un amor correspondido, forjado a partir de la confianza y los errores previos de los cuales aprendimos.

Desde que nací tuve a mi familia, el mayor pilar de mi existencia. Luego, a lo largo de mi vida hice amigos, que son un factor fundamental para afrontar a la vida con sus idas y vueltas.

Y ahora tengo a mi amor, que es una gran parte de mí.

— ¿Sabes una cosa?

— ¿Qué, vida? —Ladea la cabeza.

Me relamo los labios y suspiro.

—Te amo —suelto, y las palabras suenan más frescas, relajadas y honestas de lo que me esperaba.

Todas mis emociones se convirtieron en el mejor de los líos, un remolino carente de violencia que me envuelve en una nube de placer. Me siento feliz, y muy orgulloso de mí mismo.

He tenido atragantado ese "te amo" durante bastante tiempo y por fin pude contárselo.

Le gané al miedo, lo pisoteé como la mierda que es.

Dije, finalmente, mi mayor verdad.

Estoy atento a su reacción, pero no demuestra nada de todo lo que tenía pensado. Se queda quieto, mirándome a los ojos y noto que sonríe levemente. No parece sorprendido ni impresionado, más bien luce contento, como satisfecho.

Sus voluminosos y rosados labios se entreabren para contestarme, con el mismo matiz y el mismo sentimiento:

—Te amo.

Escuchar que eso provenga de sus labios y confirmarme —una vez más— que el amor es recíproco, es la más suave de las caricias a mi corazón.

—Supongo que esto es a lo que llaman "romance". —Sueno tranquilo, pero mi lenguaje corporal irradia júbilo.

Una risita se le escapa a mi novio y mi corazón se estruja por la dulzura que me transmite. ¡Carajo! Se siente como si decirnos que nos amamos (de una buena vez) haya sido el componente faltante para desbloquear un nuevo nivel en nuestra relación.

—Definitivamente.

Bueno gente procedo a llorar de felicidad por estos dos AAAAAAAAAAAAAAAAA
¡Nos vemos el viernes!

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