"Tendencia + Torpeza" (Adap.)...

Von jjkkbunie

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En donde Jungkook no tolera a su reconocido jefe y Seokjin estรก harto de su torpe asistente. ๐ŸŽ–#1 btsstory โ–ช0... Mehr

โ€ข Sinopsis โ€ข
โ” Prรณlogo โ”
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Von jjkkbunie

No sé mucho sobre ecografías, pero estoy casi seguro de que lo que Jin está señalándome, es una manito minúscula.

— ¿Qué te parece? —Mi novio pregunta y levanta la mirada para observarme.

—Te lo dije... ¡Es una bolita de amor! —Exclamo contento, para luego atacar con besos el rostro de Seokjin.

Luego de que transcurrieron diecinueve días de esa histórica paliza, ya puedo sentarme en su regazo sin gritar como si me estuviesen apuñalando. De hecho, ahora —y gracias a Dios, digo, Yoongi— puedo hacer casi todo por mi propia cuenta. Mis dedos ya no duelen tanto, aunque en las noches suelo sentir una insoportable presión en dicha zona, lo cual me dificulta un poco el sueño.

— ¿Les dijeron el sexo? —Interrogo con genuino interés.

—Es muy pronto para saberlo, vida —responde, dejando la ecografía sobre su escritorio y vuelve a abrazarme—. Además, la doctora nos explicó que se está escondiendo... Le gusta la privacidad, como a su papá.

— ¿Ya pensaron en un nombre?

—No... —Hace una pausa, relamiendo sus labios—. De hecho, Sushi quiere que tú y Minjoo colaboren con la elección del nombre.

La sorpresa se filtra en mi rostro irreparablemente y lo miro con incredulidad.

— ¿De verdad?

Seokjin me dedica una sonrisa dulce y planta un beso en mi barbilla.

—Sí. Pero no te emociones mucho, créeme —rueda los ojos, pero la diversión no abandona su expresión—, ellas tendrán la última palabra.

Una carcajada se me escapa, para luego fundir mi boca en la suya, dando como resultado un beso sosegado y muy dulce. Nuestras lenguas apenas se conectan, pues el protagonismo simplemente se concentra en nuestros labios.

De repente, un sonido estridente y familiar invade nuestra audición, interrumpiéndonos. Seokjin expresa un gruñido quejumbroso contra mis labios antes de separarse y mirar la pantalla de su teléfono, notificando la llamada entrante.

—Te llamo en treinta minutos —dice apenas contesta, con ese tono frío y tajante que tanto lo caracteriza—. Estoy ocupado.

Vuelve a dejar su iPhone sobre el escritorio y un bufido cargado de pesadez brota de su interior. Devuelve sus ojos a los míos y hace un esfuerzo para poder sonreírme, aunque el gesto no se completa del todo.

—Kim Seokjin procrastinando en el trabajo... —Murmuro sarcásticamente—. Fingiré sorpresa.

—Es mi abogado, solo está cabreado conmigo —se encoge de hombros.

— ¿Por qué? —La curiosidad me embarga y me lleva a cuestionar al respecto.

Seokjin parece titubear, aparentemente dividido por algún dilema interno. Estoy absorto en su reacción facial mientras que la preocupación va en aumento a lo largo de mi torrente sanguíneo, e intuyo que en este preciso instante él está tomando la decisión de si decirme o no lo que está ocurriendo.

Se decide por la opción correcta: contarme.

—Alguien me acusó anónimamente por supuesto maltrato y yo no he hecho otra cosa más que guardar silencio al respecto.

Durante breves instantes lo analizo a detalle con una ceja enarcada, tal como esperando a que me dijera que es solo un chiste.

— ¿Qué estás diciendo? —Perplejo, murmuro con la voz contenida y ronca.

Él está tan relajado, que solo logra desconcertarme aún más.

—Es más bien un intento de escrache, no hay una denuncia formal ni legal —aclara—. Quieren dañar mi imagen pública.

Mi ceño se frunce duramente y ladeo la cabeza.

—Espero que no te ofenda mi pregunta, pero... —me humedezco los labios con mi lengua antes de proseguir—, ¿maltrataste a alguien?

—No —contesta siendo firme, pero no suena molesto por mi pregunta—. Sé que soy un poco borde y que no tengo paciencia, pero jamás le he faltado el respeto a ninguno de mis empleados.

—Te creo. ¿Entonces por qué te...? —Las palabras mueren en el inicio de mi garganta cuando mis neuronas, por fortuna, se conectan entre sí apropiadamente—. Oh...

—Exacto —asiente con lentitud, quitándome un corto mechón de cabello que interfiere en mi frente antes de añadir—: La familia de Yunbi está detrás de esto.

Me las arreglo para mantener a raya toda la furia desbordante que me atenaza el cuerpo. Sé que Seokjin dirá que no debo preocuparme por esto, pero es inevitable. ¿Es que acaso esa gente no tiene vida propia?, ¿el pasatiempo favorito de la familia de Sushi es ser un estorbo, una piedra en el zapato? Aparentemente sí.

—Esos hijos del carajo...

—Contaba con algo como esto, niño, descuida —sus labios rozan mi mejilla derecha en una caricia apenas perceptible—. Por otra parte, no creo que sea lo único que tengan en mente, sé que más cosas me caerán encima tarde o temprano.

Él se muestra optimista al respecto y eso me tranquiliza un poco. Sé que no puedo hacer otra cosa, más que dejarle en claro que tiene todo mi apoyo.

—Podrás con esto.

—Pero necesitaré energía —puntualiza—. Tendrás que darme muchos besos. —Al decir, me regala una sonrisa arrogante y un guiño.

Entrecierro los ojos con aire socarrón y mis manos se aferran al borde de su camisa blanca, para tirar levemente de él más cerca. Picoteo sus labios reiteradas veces, robándole varias risitas a mi novio.

—Quiero tu cara en la portada de todos los números de la revista. —Murmura contra mis labios, mientras me mira con detenimiento y un semblante severo.

Mi ceño se arruga agraciadamente y me aparto un poco.

— ¿Acaso inhalaste algo ilegal que te hace decir disparates? —Cuestiono. Mi intención es sonar bromista, pero a juzgar por sus facciones actuales, puedo jurar que lo he ofendido un poquito.

— ¿Está mal que valore a mi novio como la belleza omnímoda y extravagante que es?

Mis mejillas comienzan a tomar un color rojizo debido a sus palabras y hago un puchero.

—Me moriría de la vergüenza. —Admito tímidamente.

—Sé que no es el mejor momento, pero me gustaría que más adelante le des una oportunidad al modelaje. —Al decir, soy capaz de percibir un matiz entusiasmado en sus vocablos roncos.

—Sabes que mis intereses corren por otro lado, Jin. —Procuro que mi contestación no suene como un reproche, porque no es mi intención.

—Tienes razón, sí —asiente, comprensivo—. Simplemente es una sugerencia... Tienes un rostro fino y delicado.

No se me ocurre nada interesante para replicar, solo sé que quiero sentir su boca en la mía.

—Mm, quizás —le robo un beso—. No obstante, mi novio es más lindo.

En respuesta, Seokjin sonríe y se muerde el labio.

— ¿Qué tal te fue con Suhyeon? —Pregunta, luego de un momento silencioso.

—Muy bien —repentinamente, no soy capaz de contener la emoción—. Me ha explicado la forma de operación que tienen en el departamento de recursos humanos y me ha presentado a algunos de mis futuros compañeros —le cuento con ánimo—. Parece estar contenta con que yo sea su reemplazo.

—Ella es increíble, pero estoy seguro de que harás un muy buen trabajo también.

—Desearía poder empezar ahora mismo. —Replico, mientras que mis pulgares juguetean a gusto con su boca, articulando muecas divertidas.

—No te precipites, vida —expresa con cierta dificultad, pues su labio inferior está atrapado entre mis dedos—. Tienes que recuperarte al ciento por ciento.

Frunzo el ceño, en un gesto sobreactuado y dramático.

—Estoy en mi mejor momento —sueno a la defensiva y me llevo dos de mis dedos al puente de mi nariz, fingiendo un llanto imprevisto—, mírame, me veo increíble.

Mi ocurrencia estúpida hace que Seokjin explote en carcajadas e invada mi rostro de besos repetitivos y ruidosos.

Cuando mis piernas comienzan a sentirse dormidas por haber pasado los últimos veinte minutos en el regazo de mi novio, decido levantarme y él no pierde oportunidad en proporcionarme una mini nalgada en el trasero.

Me acerco al gigantesco ventanal de la oficina de Seokjin, que me regala una vista deslumbrante de la ciudad en la que vivo. Desde aquí se puede ver la autopista cargada de vehículos como en cada hora pico y también el templo Bongeunsa.

Ah, esa ola de autos a lo lejos parece ser un dolor de cabeza. La congestión se debe, estoy convencido, al desplazamiento de las familias a sus lugares de nacimiento para disfrutar del Chuseok.

—Me gusta mucho la época de festividad —empiezo a decirle, sin apartar mi mirada del gratificante exterior—. Las personas tienen un mejor ánimo, parecen más felices, ¿no crees?

—Chuseok siempre me ha dado igual —Seokjin contesta, encogiéndose de hombros, limpiando cuidadosamente los cristales de sus gafas de descanso—, no me paraliza la agenda como al resto de la gente de este país... Por cierto, Sushi pasará esos tres días con Joo y sus padres.

Me giro para mirarlo y una sonrisa aparece en mi rostro.

—Qué buena noticia —expreso, situándome detrás de su silla para darle un masaje en los hombros—. ¿Y tú?

—Estaré en casa, como siempre.

Detengo inmediatamente la fricción suave que mis palmas le regalan a su figura y me inclino hacia adelante para encontrar su vista. Él parece algo atemorizado debido a mi expresión digna de un asesino.

—No puedes estar solo durante Chuseok —puntualizo, rozando la indignación—. ¿Por qué no vienes conmigo? Iré a Busan, a casa de mis abuelos.

— ¿Con toda tu familia? —En lugar de sonar sorprendido como esperaba, suena más bien aterrado e inseguro—, ¿no crees que se verá algo raro?

—Las puertas de esa casa siempre están abiertas para cualquier amigo que, por algún motivo, está solo durante la festividades —le comento, levantando las comisuras de mis labios antes de regalarle un beso en la frente—. No será raro, créeme.

A pesar de que luce dulce y cálido, sus ojos negros están teñidos de irremediable duda. Me siento en la silla del otro lado de su escritorio y lo observo, esperando por su contestación.

—No lo sé, niño... —Espeta junto con un suspiro corto. Se inclina hacia atrás en su asiento, al tiempo que reubica las gafas de marco negro nuevamente en su rostro—. Aprecio mucho la invitación, pero... —Hace una pausa, relame sus labios y mira hacia un costado—. Bueno, tu prima, tu madrastra y...

Comprendo su punto y por eso mismo no puedo sentirme ofendido. No quiero ni debo obligarlo a hacer algo con lo que no esté cómodo. Y, a pesar de que a él le encanta bromear sobre la aventura física que mantuve con mi prima, sé que le incomoda un poco estar en la misma habitación que ella y yo. Me di cuenta de eso en el hospital, cuando recobré el sentido luego de la paliza.

—Entiendo, tranquilo —le ofrezco una sonrisa compresiva—. Pero... Piénsalo, ¿sí? Te daré la dirección. No voy a estar con mi mejor cara si sé que tú estás solo, cuando deberías estar en una mesa familiar llenándote con comida deliciosa.

—Lo pensaré, vida.

Su contestación me llena de genuina alegría y expreso mi gratitud mediante una sonrisa amplia.

Estoy a punto de volver a ubicarme en su regazo, cuando mi teléfono suena e interrumpe mis acciones premeditadas.

— ¡Mierda! —Seokjin chilla—. Odio estos aparatos, ¿puedo arrojarlo por la ventana? Luego te compro tres.

Miro la pantalla y digo—: Es Jimin.

—Oh, ¿ese desaparecido? —El matiz que utiliza es una muestra clara de indignación fusionada con sarcasmo.

Mi novio tiene un punto, de todas formas. Jimin es de esas personas que puede demorarse un mes en contestar tus mensajes, y aquello le ha costado algunas amistades que no querían tolerar esa falta de continuidad. Mi amigo de la infancia es un tanto despistado. Sin embargo, siempre está disponible cuando lo necesitas para llorar, beber o simplemente hablar.

Y eso no es todo; gracias a Jimin conocí a la persona que ahora es mi pareja. ¡Bendito seas, Park!

—Tienes que aceptar que él me quiere más a mí de lo que te quiere a ti. —Muevo las cejas con diversión.

—Blah, blah —contesta, luego de acentuar una mirada irónica en sus expresivos ojos negros, muy propia de su alma sagitariana.

Contesto la llamada antes de que se pierda y vuelvo a sentarme en la silla que previamente estaba ocupando.

— ¡Jungkookie! —Mi amigo exclama—. ¿Qué tal va tu brazo?, ¿alguna novedad sobre los atacantes?

—No, nada, ya ni siquiera pienso en eso —contesto, automáticamente sintiéndome un poco apenado por no poder decirle la verdad acerca de todo lo ocurrido—. Mi brazo está bien, creo que mañana van a amputarlo y problema resuelto.

Jimin suelta una carcajada.

—Eso es, la vida hay que tomarla con humor —elogia con ímpetu—. En fin, ¡prepárate! Con brazo o sin brazo, saldremos hoy.

— ¿Motivo?

— ¿Se necesita un motivo para celebrar? Estamos vivos, somos apuestos y tenemos salud —el regocijo que le tiñe la voz es casi palpable y muy contagioso—. Mi hígado me está pidiendo que lo bañe en un poco de alcohol y estoy convencido de que el tuyo dice lo mismo.

—Veo que no tengo otra alternativa, así que aceptaré —digo, y escucho que él festeja del otro lado de la línea por mi respuesta positiva—. Pero necesito cambiarme, estoy en la empresa.

—Perfecto, hermanito. Pasaré por ti en trece minutos y vamos a tu casa.

Cuando la comunicación finaliza, miro a mi novio.

—Salida de chicos. —Le informo.

— ¿Y no me invitó? —Sus cejas se levantan al esbozar un gesto indignado—. Es un mocoso. Yo no lo invitaré a mi cumpleaños este año, entonces.

—Papi dramático a la vista —bromeo, inclinándome para acariciar su nariz con la mía—. ¿Tienes planes?

—Cenaré con amigos.

— ¿Qué te parece si luego te quedas conmigo en casa? —Propongo.

Mi invitación le roba una pequeña mueca pícara, y sé que dirá algo atrevido a continuación.

—Sí —asiente positivamente—, extraño usar tu culo como almohada.

Miro a mi novio con una mezcla de vergüenza y diversión, y le doy un besito de despedida antes de retirarme de su despacho. Saludo a Nahyun también, pero ella insiste en acompañarme hasta los ascensores; claramente, le asusta que me encuentre por casualidad con Hoseok.

Cuando salgo del imponente edificio, solo me basta con esperar dos minutos hasta que el vehículo de Jimin aparca frente a mí. Y reunirme con mi amigo luego de aproximadamente un mes es la mejor de las sensaciones; él se ve feliz y de buen ánimo, lo que me hace sospechar que algo muy bueno está aconteciendo en sus días. Sin embargo, esperaré a que ingiera uno o dos tragos para preguntar si se trata de alguna chica o de un trabajo.

El vehículo se detiene a unos metros de mi casa y estoy a punto de invitarlo a pasar, pero él habla primero:

—Te esperaré aquí, tengo que hacer una llamada.

— ¿Seguro?

—Seguro —afirma, moviendo la cabeza—. Anda, ve a ponerte lindo para mí.

Mientras camino hacia la entrada del edificio, rebusco las llaves en mi bolsillo.

Una vez que abro la puerta de cristal transparente, levanto la cabeza con la esperanza de encontrarme a San, pero en cambio, la figura de mi madre se abre paso en mi campo de visión.

«Tranquilo. Decidiste que nada referido a ella volvería a afectarte»

—Ara. —Pronuncio con tono imparcial, manteniéndome relajado como tenía pensado.

—Jungkook —dice y se acerca a mí—. Perdón por aparecer sin avisarte.

—Descuida. ¿Está todo bien? —No puedo evitar preocuparme.

—Sí, solamente venía a despedirme —suelta, haciendo que mis cejas se disparen hacia arriba al instante—. Regresaré a China.

—Oh. Eso es... —No encuentro las palabras indicadas, así que corto mi discurso y carraspeo brevemente—. Son buenas noticias, creo.

Un breve silencio se establece entre nosotros, y ambos mantenemos la vista fija en el suelo, para evitar mirarnos a la cara.

—Gracias por... —Chasquea la lengua y mueve la cabeza en una negativa antes de simplificar todo lo que quiere decir—: Gracias.

El brillo tímido que hay en sus ojos me sorprende por completo; se ve como si su ego estuviese tambaleándose por decir aquella simple y significativa palabra.

—De nada. —Contesto.

—Espero que nos veamos pronto —añade—. Si vas a China en algún momento, si quieres puedes llamarme y salimos a cenar o algo.

—Está bien, mamá —tengo la intención de acercarme y abrazarla, pero escojo no llevar a cabo tal movimiento y, en cambio, simplemente agrego—: Cuídate mucho.

—Tú también —un atisbo de sonrisa se escabulle en su rostro—. Y felicidades por todo lo que lograste, hijo.

—Gracias.

Acorta la distancia entre ambos y me da una palmadita en el brazo que consigue paralizarme ligeramente. Vaya, ¡esto es muchísimo! Ahora mismo no puedo recordar la última vez que ella me demostró algo de afecto físico. Creo que la última vez que me abrazó, fue cuando yo tenía trece o catorce años. No es su especialidad, pero está bien.

—Bueno, ya me voy —anuncia y yo asiento.

La acompaño hasta la puerta, la veo subirse a un taxi y, justo antes de que el vehículo arranque su marcha, nos saludamos al mismo tiempo con la mano. Lo último que veo de su parte, es una sonrisa dulce y amplia.

Después de ese encuentro, me siento bastante realizado y tranquilo. Ara nunca fue una mujer a la que le guste dar las gracias, pero esta tarde al menos hizo el intento y le reconozco aquello.

Sé que muy en el fondo me quiere y que en algún momento me lo dirá.

Y todo es aún más estupendo debido a la increíble noche que paso en compañía de mi amigo de toda la vida. A pesar de que ninguno de los dos nos embriagamos —realmente queremos llegar vivos a casa—, las risas, las anécdotas, los proyectos y todo lo que compartimos en la cena me hace sentir como si mi batería se hubiese recargado por completo.

Luego de la salida, las cosas se ponen incluso mejor.

Cuando abro la puerta de mi apartamento, la figura de Seokjin reposando vagamente sobre el sofá de la sala me roba una ruidosa y feliz carcajada. Pensé que no le daría uso a la llave que le entregué, pero es claro que me he equivocado.

Nos acurrucamos un rato en el sofá, mientras hablamos sobre las salidas que tuvimos rato atrás y los chismes que nos enteramos.

Y esa misma noche, Seokjin y yo tenemos nuestra primera discusión oficial como pareja: no logramos ponernos de acuerdo sobre quién es el mejor personaje de Peaky Blinders.

Pese a nuestras diferencias, le permití dormir con su mano sobre mi trasero.

Mi mente se extravió en mis propios pensamientos durante el viaje de Seúl a Busan.

Hyanie, papá, Hojung y yo fuimos en auto; salimos de la ciudad durante la tarde del miércoles, para llegar esa misma noche a casa de mis abuelos y comenzar el jueves festivo con un gran desayuno, como es costumbre.

Cuando arribamos, Yunho, Yunjae, Jungnam —junto con su esposa y pequeño— y los gemelos ya estaban allí, compartiendo una cena improvisada con mis abuelos. El resto de mis primos estaban desaparecidos en acción, pues habían avisado que llegarían tarde, porque se reunirían con amigos antes de Chuseok.

Esa misma madrugada, Hojung y yo tuvimos que levantarnos a las tres en punto para ir a buscar a Hyemin, Nayeon y Kijung a la estación de trenes. Al regresar con ellos, compartimos unos tragos en el porche de la casa de campo propiedad de mi familia, pero nos fuimos a dormir pronto; nuestra abuela nos mataría si no nos levantábamos temprano la mañana siguiente.

Antes de dormirme, le envié un mensaje de buenas noches a Seokjin y también le mandé uno a Dae, preguntándole dónde carajos se había metido. Ella siempre era una de las primeras en llegar, pero parece que hoy fue la gran y extraña excepción.

Horas más tarde, desperté porque Seojung (el maknae de la familia) inició una guerra de almohadas que claramente ganó, porque yo estaba somnoliento por completo.

El desayuno se llevó a cabo en la espaciosa sala de la casa de mis abuelos y, como ya es tradición, mi abuela contó cómo casi se muere al dar a luz a Yunho. El más joven de los hermanos se defendió diciendo que él ni siquiera quería nacer, y las risas lo invadieron todo una vez más.

No había señales de Dae ni de Jungmin y Eun-Hee. Bueno, no precisamente, porque mis tíos habían enviado mensajes diciendo que estaban atascados en el tráfico. Pero mi prima ni siquiera me había respondido el mensaje de anoche y comenzaba a inquietarme.

Traté de no saltar hacia apresuradas conclusiones y me recordé, una y otra vez, que nada malo podría haberle ocurrido a Dae; ella simplemente estaba retrasada por algún asunto que luego explicaría. Y por eso, me centré en las anécdotas de mi familia mientras comíamos como si no existiese un mañana.

A las once de la mañana, Nayeon, Hyemin y yo comenzamos con los preparativos del almuerzo. Mis tíos y mi padre estaban recorriendo las hectáreas que pertenecían al terreno de la casa mientras bebían cervezas, así que fue nuestra tarea ocuparnos de la segunda comida del día.

— ¿Qué te parece? —Nayeon me pregunta, acercándome la cuchara para que pruebe su obra maestra.

—Necesita más sal. —Le digo, luego de degustar.

—Sabía que dirías eso —dice, llevándose una mano al pecho en un gesto dramático, que me recuerda muchísimo a Seokjin.

Carajo, Seokjin, mi novio. No debería estar solo hoy...

Pero mi cerebro regresa al aquí y ahora cuando escucho la exclamación de Jung-ah: « ¡Dae ha llegado!» Y tal como ella hizo su llegada, yo recupero el aliento y me deshago de esa preocupación con la que llevaba cargando desde el inicio del día.

— ¿Quién es él? —Escucho que mi abuelo pregunta desde su silla.

— ¿No te enteraste, abuelo? —Nayeon dice, aunque no estoy prestando atención—. Tu nieta menos favorita tiene nuevo novio.

—No son novios, simplemente llevan saliendo un tiempo —Hyemin corrige a su hermana, mientras me pasa la sal para agregar a la mezcla que me encuentro revolviendo.

—Nunca me entero nada sobre sus amoríos. —El reproche sobreactuado presente en la voz de mi abuelo nos hace reír.

Me volteo con la intención de recibir a mi prima y a su nuevo novio, y me obligo a jurarme a mí mismo que me mostraré sorprendido frente al tipo, como si Dae no cambiase de pareja en cada Chuseok.

Pero al voltearme, me encuentro con una imagen que es similar a un balde con agua fría en pleno invierno cayendo sobre mi cabeza.

—No. Me. Jodas. —Murmuro.

Mi prima es la primera en cruzar la puerta principal luego de quitarse los zapatos. Y detrás de ella, se encuentra Jimin.

—Hola, familia. —Dae saluda animadamente.

— ¡Park Jimin! —Exclama mi padre al encontrarse con la figura de su segundo hijo.

— ¡Jeon Jungsoo! —Mi amigo responde de vuelta.

Al tiempo que todos saludan a los recién llegados, inevitablemente pienso en la salida con Jimin que tuvo lugar el martes y, ¡carajo! Todo tiene sentido ahora. Recuerdo que él mencionó que estaba saliendo con una chica, pero que quería esperar un poco antes de hablar sobre ella, pues tenía el presentimiento de que su relación iba en serio. Mencionó que la conocía desde hace tiempo, pero que hacía apenas unos pocos meses se animó a invitarla a una cita.

Bueno, al menos no tengo que fingir sorpresa... Porque realmente estoy impactado hasta el carajo, en el mejor de los sentidos.

—Así que te arrojaste de cabeza al terreno Jeon —digo, esbozando una mueca burlona al tiempo que me acerco a mi amigo.

—No pude evitarlo —responde mientras compartimos un breve abrazo—. En realidad, es mi forma de llegar a ti, porque me tienes profundamente enamorado.

No puedo evitar reír.

—Me alegra que estés aquí, Jimin-ssi —le espeto con total sinceridad y él me palmea suavemente la mejilla derecha.

— ¡Jungkookie! —Oigo que Hyemin me llama desde la cocina—, ¡aquí encontré los vasos perdidos!

— ¡Voy!

Dicho y hecho, troto (esquivando a mis familiares) hasta llegar a mi prima mayor. Tomo la gigantesca y algo pesada pila de platos y espero a que ella me dé indicaciones, pues la conozco bien y sé que se desatará una guerra si armo la mesa a mi manera. Ella tiene un orden para todo.

—Somos veinticuatro —me dice—. Si mis cálculos no son erróneos.

—Creo que sí —me giro para mirar a todas las personas desparramadas por la sala y el comedor, antes de suspirar—. He perdido la cuenta de cuántos somos... Todos los años el número aumenta.

—Te extrañé mucho —ella comenta junto con un puchero luego de reírse y me aprieta suavemente la nariz con sus dedos tibios.

—Te amoooo —alargo

—Odio a los jóvenes —tío Yunho se entromete en la cocina en busca de algo, probablemente más alcohol—. Siempre tan melancólicos y mimosos.

—Nos adoras, tío —Hyemin replica y añade—: ¿Quieres otra cerveza?

—Me leíste la mente, mocosita. De todos mis sobrinos insoportables, sin duda tú eres mi favorita.

— ¡Oye! —Exclamo, absolutamente indignado—, ¡hace una hora me dijiste que yo era tu favorito!

Mi tío sonríe con picardía antes de contestar—: Nunca diría tal atrocidad.

Hyemin se burla en mi cara del comentario de nuestro tío y yo pretendo estar dolido por tales declaraciones. Por otra parte, tío Yunho se lleva otra cerveza y se va al jardín principal para continuar con la animada charla con sus hermanos.

El brazo me duele un poco cuando me toca cortar unos tomates, pero hago caso omiso a la desapercibida punzada molesta. Tengo algo muy en claro, y es que nada tiene que arruinar estos tres días, ni siquiera las secuelas de la paliza que recibí.

Dae se suma a la chef-line —compuesta por Nayeon, Hyemin, Kijung y yo— y toma unas cuantas patatas para comenzar a rebanarlas en pequeños cubitos. Me da una leve palmadita en el trasero para que me mueva un poco, ya que necesita tomar algo del cajón ubicado frente a mi figura.

— ¿Ahora guardas secretos? —Le pregunto, aprovechando que estamos solos.

No me molesta en absoluto que no me haya mencionado nada sobre su relación con Jimin, pero sí me tomó por sorpresa. Solía ser el primero en enterarme sobre sus relaciones, pero supongo que tendrá sus motivos para haberse guardado eso hasta hoy.

Se toma su tiempo para responder y ni siquiera me mira, pero desde mi posición, puedo notar el inicio de una mueca burlona en sus labios naturalmente rosados.

—Yo podría decirte lo mismo, pero no lo hago —me guiña el ojo y se inclina un poco hacia mí, para poder susurrarme—. Tú y tu amigo famoso deberían disimular mejor.

A pesar de que no tengo un espejo cerca para corroborarlo, estoy seguro de que mi expresión da un radical giro, pasando de la picardía absoluta a la sorpresa. Esto se siente como una patada en las bolas y sé que mi autocontrol está a punto de irse al caño, pero no puedo hacer nada para mantener a raya la oleada de nerviosismo que me invade.

—No sé de qué estás hablando —balbuceo, desviando la mirada de sus ojos para retomar mis tareas culinarias.

—Seguro que no —suelta con ironía, aunque no hay ningún ápice de maldad en su forma de hablar.

De todas formas, estoy totalmente preparado para arrodillarme y suplicarle a mí prima que no le diga nada sobre todo esto a Jimin.

—Niños —mi abuela pronuncia, llamando la atención de todos sus nietos desde el comedor—, ¿invitaron a alguien?

Me volteo para mirar por encima de mi hombro, enfocando la vista a través de la prolongada ventana que se destaca en la sala de estar.

—Oh, carajo... —Bisbiseo para mí mismo al reconocer ese Hyundai, avanzando por el sendero marcado luego de pasar por la tranquera de la residencia.

Y es Nayeon la que logra ponerme a temblar desenfrenadamente:

—Oigan, ¿qué hace Kim Seokjin aquí?

¡Hoooola bubus! ¿Cómo están?
¿Comieron? ¿Durmieron?
Estamos con otro capítulo de nuevo, ahora al parecer Seokjin se mostrará frente a la familia de Jungkook... ¡Que nervios!
¿Cómo creen que les irá a los dos?
¡Nos vemos el lunes!

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