"Tendencia + Torpeza" (Adap.)...

Por jjkkbunie

116K 15K 6.3K

En donde Jungkook no tolera a su reconocido jefe y Seokjin estรก harto de su torpe asistente. ๐ŸŽ–#1 btsstory โ–ช0... Mais

โ€ข Sinopsis โ€ข
โ” Prรณlogo โ”
๐ŸŽ๐Ÿ
๐ŸŽ๐Ÿ
๐ŸŽ๐Ÿ‘
๐ŸŽ๐Ÿ’
๐ŸŽ๐Ÿ“
๐ŸŽ๐Ÿ”
๐ŸŽ๐Ÿ•
๐ŸŽ๐Ÿ–
๐ŸŽ๐Ÿ—
๐Ÿ๐ŸŽ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ‘
๐Ÿ๐Ÿ’
๐Ÿ๐Ÿ“
๐Ÿ๐Ÿ”
๐Ÿ๐Ÿ•
๐Ÿ๐Ÿ–
๐Ÿ๐Ÿ—
๐Ÿ๐ŸŽ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ‘
๐Ÿ๐Ÿ’
๐Ÿ๐Ÿ“
๐Ÿ๐Ÿ”
๐Ÿ๐Ÿ•
๐Ÿ๐Ÿ–
๐Ÿ๐Ÿ—
๐Ÿ‘๐ŸŽ
๐Ÿ‘๐Ÿ
๐Ÿ‘๐Ÿ
๐Ÿ‘๐Ÿ‘
๐Ÿ‘๐Ÿ“
๐Ÿ‘๐Ÿ”
๐Ÿ‘๐Ÿ•
๐Ÿ‘๐Ÿ–
๐Ÿ‘๐Ÿ—
๐Ÿ’๐ŸŽ
๐Ÿ’๐Ÿ
๐Ÿ’๐Ÿ (๐Ÿ)
๐Ÿ’๐Ÿ (๐Ÿ)
๐Ÿ’๐Ÿ‘
๐Ÿ’๐Ÿ’ (๐…๐ˆ๐๐€๐‹)
๐„๐๐ˆ๐‹๐Ž๐†๐Ž
๐„๐ฌ๐ฉ๐ž๐œ๐ข๐š๐ฅ #๐Ÿ: "El Niรฑo"

๐Ÿ‘๐Ÿ’

2.5K 265 109
Por jjkkbunie

La sorpresa de Nahyun no fue nada más ni nada menos que dos camisetas oficiales de mi amado Agust D. Una personalmente autografiada por Yoongi donde escribió «recupérate pronto, te envío todas mis fuerzas, nos vemos la próxima» y la otra limpia, para que la luzca cada vez que lo desee. ¡Me fascinan!

Mi compañera también comentó que su idea inicial era arrastrar a Yoongi para que me visite en el hospital, pero él tenía mucho trabajo y aquello no pudo concretarse. Le dije que no había problema con eso y, por supuesto, chillé un millón de «gracias» por el obsequio que me trajo.

Me dieron el alta a las seis de la tarde, cuando los doctores obtuvieron los últimos resultados de mis estudios. Aparentemente todo estaba en orden. Me costó muchísimo vestirme y sufrí en el proceso, pero con la ayuda de Hyanie pude lograrlo.

En la sala de espera del hospital se encontraban la mitad de mis primos y dos de mis tíos, los cuales hicieron una pequeña fiesta al verme caminando. «Qué felicidad verte en una sola pieza» me dijeron. Les agradecí por preocuparse, por tomarse la molestia en ir hasta aquí y luego les propuse un almuerzo pronto, cuando me sintiera un poco mejor.

Dae no está muy feliz con la idea de reunir a toda la familia para disculparnos, pero sabe que es lo correcto.

Les comunico a mis preocupados padres que voy a quedarme con mis amigos por unos días y, nuevamente, intercambian esa mirada llena de sospecha. Esto es algo nuevo para ellos, sí. Ninguno de los dos se imaginaba que mi confianza con Minjoo, Yunbi y Seokjin alcanzaba esos niveles elevados, pero por suerte no interrogaron al respecto... Al menos no por ahora.

En fin. Luego tendré tiempo para las explicaciones y responder a sus dudas... A algunas de las dudas.

Para evitar cualquier posibilidad de un escándalo mediático (uno nunca sabe qué esperar de los paparazzi, esa es la única y certera verdad), comparto el coche con Minjoo, mientras que Yunbi y Seokjin van en otro. La dama me coloca el cinturón de seguridad y me pregunta qué quiero escuchar, por lo que decido que IU es la mejor opción ahora. Aunque, sin embargo, pasamos gran parte del viaje a la casa charlando sobre las futuras elecciones legislativas.

Una vez que Joo apaga el motor, desciende de su asiento y rodea el vehículo para ayudarme. Dos minutos más tarde, el Audi manejado por Seokjin llega y lo estaciona precariamente, porque también se apresura en llegar a mí para poder darme una mano.

A pesar de que me duele absolutamente todo el cuerpo, decido no mencionar nada con respecto a eso. Las buenas intenciones de los tres y sus cuidados están siendo de lo más hermoso, y no quiero arruinar esta atmósfera tan cariñosa.

Mientras que Yunbi y Minjoo me ayudan a mantener mi equilibrio sosteniéndome los brazos con cuidado, Seokjin se agacha y me quita los zapatos antes de ingresar a la calidez de la casa.

Lo primero que veo es la imponente figura blanca y negra de Mantae, corriendo a toda velocidad hacia nosotros con una expresión que solo puedo describir como alegría, y mis ojos se abren con tanta amplitud que siento que se me van a salir de lugar.

«Ya. Me llegó la hora»

Pero Seokjin le grita al animal antes de que pueda saltar sobre sus patas y, afortunadamente, lo frena. Amo a Mantae, pero lo único que necesito ahora es que me quiebre el brazo sano que me queda.

—Kang Sushi, hablo en serio —Seokjin espeta, notablemente cabreado con el can de patas largas—, voy a darle una patada a esta bestia y volará a Indonesia.

—Déjalo en paz, es un perrito que necesita atención las veinticuatro horas del día —Yunbi replica, acariciando la gigantesca cabeza de su mascota.

El gran danés no deja de mover la cola mientras nos adentramos en la casa, pero al menos ya ha dejado de lado su deseo por saltar sobre nosotros, lo cual es un alivio.

—No es un perro, es una abominación —Seokjin continúa y yo no puedo evitar rodar los ojos. ¡Mantae es adorable! No entiendo por qué lo rechaza tanto—. ¿Puedo atarlo?

Yunbi se frena de inmediato y, con una lentitud que consigue ponerme los pelos de punta, se gira hacia Seokjin para encararlo. Su reacción ha sido muy similar a lo que ocurre en una escena de la famosa película "El Exorcista", específicamente ese momento cuando la poseída hace girar su cabeza.

—Te atreves a atar a mi pequeño y te vas de esta casa, Seokjin. —Le advierte, levantando su dedo índice en un gesto casi dictador.

—Ti itrivis i itir i mi piquiñi y ti vis di isti quisi, Sikjin —el sensato y maduro hombre contesta, y termina ganándose un golpecito en el brazo.

—Bueno, ¿qué quiere cenar nuestro pequeñín quebrantado? —Joo me pregunta, una vez que nuestra marcha se detiene en el inicio de la sala.

— ¡Minjoo! —Jin y Yunbi vociferan al unísono, a modo de regaño.

Pero yo no puedo evitar carcajear. ¡Vamos! Mi situación es tan absurda que es inevitable no reírme de ella.

— ¿Hamburguesas? —Hablo, luego de pensármelo un momento.

—Hamburguesas serán, entonces —me frota dulcemente la espalda con su mano.

—Gracias, noona.

—Llevaré a este niño a la cama y luego vendré a ayudarlas —Seokjin anuncia, posicionando su palma en mi cintura baja mientras desviamos nuestro rumbo en dirección a las largas escaleras.

—Nosotras nos encargamos de la cena —Yunbi dice—, tú ayuda a Kookie-Kookie.

Enfrentarme a las escaleras es sinónimo de tortura y, aunque no lo expreso en voz alta, temo que mis piernas fallen y termine cayéndome. Pero muy en el fondo sé que estaré a salvo, porque Seokjin se mantiene firme a mi lado, siendo paciente y muy tierno conmigo. Me alienta a dar los pasos que restan para terminar de subir los escalones y también me recompensa robándome algunos besitos en el proceso.

Cuando logramos llegar a la segunda planta de la mansión, tengo la necesidad de festejar..., aunque ese deseo se esfuma tan pronto como llega, justo cuando recuerdo que estoy en pésimas condiciones físicas.

Me siento como si me hubiesen molido a golpes.

... Que fue exactamente lo que sucedió.

Soy un delgaducho decorado con puros puñetazos, y también muy enamorado.

Entramos en la habitación de Seokjin y el alivio me recorre enteramente cuando mi cuerpo contacta con el cómodo colchón. Hasta ese momento, no me había percatado de cuán tenso y necesitado de descanso me encontraba, ¡y eso que no he hecho ningún desgaste de energía digno de mención!

Jin acomoda varias almohadas en la cabecera de la cama para que me apoye en ellas y luego se sienta junto a mí, al tiempo que me acaricia la barbilla con sus dedos.

—No podré jugar mis juegos —digo, acompañado de un suspiro profundo.

Noto que Seokjin se esfuerza por reprimir una risa, ya que presiona sus labios, que se curvan ligeramente hacia arriba.

—Bueno, podemos hacer esto: me dices cómo y dónde debo comprarlos, los instalo en mi ordenador, tú me guías y yo juego —ofrece, sus ojos oscuros y redondos me escrutan—. Sé que no es tan divertido, pero al menos podrás burlarte de mí y de mi nula experiencia.

Sonrío tan honestamente, que el dolor se dispara en todas las direcciones posibles.

— ¿Te ridiculizarías para hacerme reír?

—Haría y daría todo con tal de ver tu risa —contesta.

Tengo tantas ganas de decirle que lo amo. Pero mi inseguridad no me permite avanzar hacia esa casilla en el tablero de nuestra relación, no sé si es el momento adecuado o si es correcto de mi parte. Simplemente no lo sé.

Estar enamorado es algo nuevo para mí, y no quiero cagarla ni mucho menos asustarlo. Quizás es algo intenso de mi parte confesar aquello.

Por eso mismo, decido guardarme esas palabras y cambiar de tema luego de regalarle un pequeño besito a modo de agradecimiento.

— ¿Nahyun dijo algo sobre mi madre? —Le pregunto.

Mueve la cabeza en una negativa.

—Ara no estaba en tu departamento cuando ella fue a preparar el bolso.

—No quiero que siga quedándose ahí —digo, aunque eso no es ninguna novedad—. Necesito que se vaya.

Se inclina para darme un beso en los labios antes de volver a hablar.

—Mañana haré que cambien la cerradura de tu casa y te traeré copias de las llaves.

— ¿Crees que soy un mal hijo? —Interrogo con cierta vergüenza, lo que me lleva a bajar un poco la mirada.

Deja de acariciarme y repentinamente eleva mi mentón con delicadeza, buscando mi mirada. Cuando nos observamos a los ojos, me encuentro con un semblante que es una mezcla de dulzura y comprensión.

—Creo que ella es una pésima madre, niño —comienza a espetar, aunque eso no logra consolarme en absoluto—. Tengo experiencia con respecto a vivir en pie de guerra con mi padre, y puedo afirmarte que ella no merece ni una pizca de tu atención, mucho menos de tu bondad u hospitalidad.

Tengo muchas ganas de preguntar más acerca de su padre, conocer el porqué de su repulsión hacia su propio progenitor, saber cuál es la razón de que no tengan contacto alguno. Sin embargo, la parte sensata de mi cerebro (o lo que queda de ella), me dice que no debo hacer interrogatorios ahora mismo. No es un buen momento. Además, no debo invadir la privacidad de Seokjin de esa forma. Quizás él me cuente algún día o quizás no, pero es su decisión y yo no soy quién para presionarlo.

—Yo pagaré los gastos por la cerradura —me limito a decir, sabiendo de antemano su contestación.

—No.

«¡Ahí lo tienes!»

Como entiendo que no hay nada que lo haga cambiar de opinión, ruedo los ojos con gracia y suspiro hondamente. Por alguna razón, lo siguiente que diré me inquieta un poco, en el mejor y más extraño de los sentidos.

—Si no te ofende, me gustaría que tú tengas una copia de la llave... —Trago saliva y clavo los ojos en su rostro, atento a su reacción—. Solamente si quieres.

Mis palabras parecen impactarle un poco, ya que sus labios se entreabren casi por sí solos.

— ¿En serio? —Bisbisea.

—Sí —asiento, y un atisbo de sonrisa se filtra en mis labios lastimados—. Sé que el edificio es poco discreto, pero puedes venir cuando quieras... Como si también fuese tu casa.

—Aprecio mucho esto, mi vida —no estoy muy seguro, pero casi puedo jurar que su voz ha temblado un poco—. ¿Quieres hacerme llorar?

Sonrío y me acerco para atrapar sus labios entre los míos, ignorando el dolor punzante que me asalta al preciso instante. Nuestro contacto es intenso pero increíblemente dulce, como si pudiese derretirme en sus brazos aquí y ahora. Puedo sentir que la emoción se esconde tras sus gruesos labios, y ser consciente de eso solo me hace querer besarlo más y más.

—Niño —susurra, en medio de una batalla de piquitos—. Cuando te dije que quería hablar contigo sobre algo importante, no era solo por la propuesta de trabajo.

Nuestras frentes se unen y vuelvo a fruncir mis labios hasta alcanzar su nariz.

—Cuéntame.

—Quería pedirte... —Hace una pausa nerviosa y se aclara la garganta—. Bueno, mejor dicho, preguntarte si...

Frunzo el ceño y me aparto un poco para poder mirarlo detenidamente, descubriendo algo poco habitual en su rostro. Aunque su aliento cálido me roza los labios, sensibles por nuestro reciente contacto, noto que otra vez está tratando de evadir mis ojos.

—Jin, estás rojo como un tomate —puntualizo en voz alta.

—Si quieres ser mi novio.

Siento que mi corazón, literalmente, se detiene por un momento para luego empezar a latir a toda velocidad. Late con tanta fuerza, que tengo el absurdo pensamiento de que es capaz de hacer un agujero en mi pecho y huir.

¡Carajo! ¿Estoy soñando?... Deseo darme un par de bofetadas para corroborarlo, pero la molestia presente en mis extremidades no me lo permite ni en broma... Y es justamente aquel dolor que siento, el que me confirma que esta es la realidad. Que esto no es parte de un sueño, que él realmente acaba de decir eso.

Sé que debo verme como un idiota ahora mismo, pero nunca me puse a pensar en la posibilidad de ponerle un título tan significativo y grande a esto que construimos los dos. Y notificar que Seokjin me observa con ojos tímidos y suavemente pincelados con una pizca de susto, solo logra que mi cuerpo entero hormiguee con más precisión.

Como mi silencio parece ser interminable, él vuelve a hablar.

—Lo sé, joder, esta es la peor propuesta del mundo —trata de sonar agraciado, pero me doy cuenta de que está algo avergonzado—. Tendría que haber preparado algo especial y pedírtelo en otro lugar, quizás en la playa o en alguna azotea llena de fuegos artificiales —dice, negando con la cabeza—. Lo sé, perdóname, pero con todo lo que ocurrió... Necesitaba soltarlo. Es bastante liberador decirlo, aunque contestes que no quieres, me siento más liviano. ¿Sabes qué? Olvídalo.

Ser testigo del estado actual de Seokjin me enseña algo: él habla mucho cuando está nervioso. Realmente alterado.

Y aunque a otros podría parecerle un detalle tonto y sin sentido, a mí me resulta de lo más gratificante. Amo aprender más sobre este hombre, con cada día que pasamos juntos; adoro descubrir diversas facetas y humores de la persona de la que estoy profundamente enamorado. Es una sensación única, muy similar al sabor dulce de sus labios.

La abrumadora sensación de miedo que está en nuestras vidas por todo lo que se ve obligado a ocultar del ojo público intenta golpearme, pero considero y defiendo que el temor no es más grande que el amor que sentimos el uno por el otro.

Pese a todo esto, no encuentro palabras. Estoy tan sorprendido, que mi lengua no logra encontrar una conexión exitosa con mi cerebro.

Ah, el poder de Kim Seokjin y sus inesperadas propuestas.

—Yo...

—Niño, solo di que no —me interrumpe, con un gesto desinteresado—, lo comprendo a la perfección.

Frunzo el ceño.

—Quiero decir que sí, pero... —Presiono los párpados, porque ha llegado mi momento de humillarme. Pero no tengo opción; es preciso que él sepa cómo me siento—. Yo nunca tuve novio, ni siquiera una novia... ¿Qué debo hacer?

Una risa dulce se le escapa y me acaricia el cabello, acomodando hacia atrás algunos de mis mechones oscuros.

—Bueno, una relación es como armar muchos rompecabezas en equipo —da inicio a sus dichos, con aire sosegado—. A veces puede ser frustrante e incluso irritante, pero si nos ayudamos, nos escuchamos y nos queremos, podremos resolver cualquier cosa.

—Podemos hacer eso. —Contesto al mismo tiempo que asiento con la cabeza.

—Claro que sí —me da un pequeño beso en la nariz—. Creo que la base de un buen noviazgo nace en la confianza y la comprensión.

—De acuerdo, pero... —Musito con la mayor seriedad del mundo, y quiero reírme por la forma drástica en la que el semblante de Seokjin se ha modificado en un abrir y cerrar de ojos—. Yo nunca voy a comprender el odio rotundo que le tienes a Mantae.

Él suspira, notablemente aliviado de que mi "pero" no haya sido más que una simple broma, una de las tantas que suelto a diario.

—Entonces... —Se relame los labios, observándome con cierta impaciencia—. ¿Es un sí?

Me está matando de ternura lo inocente, dulce y gentil que se muestra frente a mí.

—Sí. —Replico mientras muevo la cabeza de manera positiva, sonando más que convincente.

Mi mano sana se aferra a la parte posterior de su cuello para acercarlo más a mi demacrada figura, y nuestros labios se reencuentran. Seokjin ladea un poco la cabeza para profundizar e intensificar más el beso.

Es un beso distinto, que se siente diferente y trascendental, ya que es el primero como novios oficiales.

¡Carajo, soy novio del ser humano más perfecto que habita en el planeta!

Su lengua acaricia lentamente a la mía sin pudores y con mucho entusiasmo, y la forma en la que se permite una pausa para morder mi labio inferior y sostenerlo entre sus impecables dientes, hace que un gemido se ahogue en mi garganta.

—Carajo, me siento pésimo ahora mismo —suelta, apenas nuestras bocas se toman un respiro. Vuelve a unir nuestras frentes y su actitud llena de desilusión logra confundirme—. Te mereces mucho, muchísimo más, vida. Esta es la peor decisión que tomé en mi existencia —parece que el enojo va aumentando en su torrente conforme pasan los segundos—, ¡¿cómo se me ocurre proponerte esto en mi habitación?! Dios, soy un imbécil...

No sé qué me indigna más: que crea que su propuesta de noviazgo ha sido trivial o que acaba de decir "carajo" sin pedirme permiso antes.

—Hey, no te robes mi palabra, ¿o acaso quieres que rompamos ya? —Bromeo, pero eso no es suficiente para acabar con su expresión pesada.

No sé qué decirle para que olvide esa frustración que él mismo se está encargando de sembrar, todo lo que tengo ahora es mi sinceridad. Y muchos besos.

Busco acortar la distancia entre nosotros y mi mano se detiene en su rostro, dejando un rastro de caricias por su piel suave.

—Jin, esto ha sido perfecto —espeto con cuidado cada palabra. Quiero que me crea, quiero que sienta que no estoy diciendo esto solo porque sí—. No me importa que estemos en tu habitación, que yo tenga comezón en un dedo o que Mantae y Gwanhi estén ladrando abajo como si los estuviesen asesinando. Una vez te dije que todo lo que tenga que ver con tu cara me gusta, ¿recuerdas?... —Hago una pausa, frunciendo el ceño cuando me doy cuenta de las estupideces incongruentes que estoy soltando—. No sé qué tiene que ver eso con esto, pero lo que quiero decir es que me gustas muchísimo y que estoy muy feliz ahora.

Por la pequeña sonrisa que esboza, me doy cuenta de que mis vocablos han tenido el efecto deseado y me relajo un poco, al igual que él. Mi mano izquierda busca la suya para entrelazar nuestros dedos, creando una sensación tibia y agradable entre nuestras pieles, y luego él lleva sus labios hasta el dorso para regalarme un beso en dicha zona.

—Ser novios implica tener muchas citas, también —agrega, sonando algo pícaro—. Tengo bastantes planes, niño.

—Aceptaré con gusto... —Le guiño un ojo antes de añadir—: Cuando sea capaz de tomar unos palillos yo solo y sin chillar del dolor.

Jin suelta una carcajada que se siente como un coro angelical. Ah, carajo, estoy tan enamorado de él que hasta creo que sus pedos huelen a rosas.

—Mientras tanto, papi va a ayudarte a comer. —No me pasa desapercibido el tono seductor que tiñe su voz.

Con el paso del tiempo, he comprendido que ya no me sirve de nada negar que él es mi papi. Seokjin lo sabe, yo lo sé..., ¿para qué seguir atentando contra su inflado ego?

— ¿No te molesta tener que cuidarme?

—No, me hace sentir especial.

—Eres especial... —Me muerdo el labio inferior—. Y eres mi novio.

Otra sonrisa se planta en sus labios rosados y se acerca para robarme un beso lento. Parece que dejarle en claro que él ahora es mi novio, hace que su arrogancia vuelva a hacer acto de presencia.

—Qué gran honor.

Han pasado ocho días desde que me molieron a golpes, y siete desde que Seokjin y yo somos pareja.

¡Carajo!, ¡pareja! Me encanta.

Tres días después de ese acontecimiento que me dejó internado, pude bajar las escaleras yo solo (Y Joo me regañó por hacerlo, sí). Cuatro días después, pude empezar a mover mi brazo derecho, muy de a poco y con absoluto cuidado. Al quinto día, hablé con Dae y luego con mis padres, para luego comenzar a organizar el almuerzo familiar que tenía en mente.

Seokjin apoyó mi idea sin protestar, pues le parecía una buena forma de disculparme. Vamos, somos coreanos; un plato delicioso de comida en la mesa y perdonamos cualquier cosa.

Por otra parte, no he sabido nada de Jung Hoseok. Sé que sigue trabajando porque mi novio (¡novio!) me lo mencionó, pero ellos no han cruzado ningún tipo de palabra. Ambos, simplemente, se limitan a hacer su trabajo. Pero la inalterable idea de Seokjin sigue en pie: despedirlo. Y, siendo honesto, eso no me parece la solución a nada.

Siento algo de pena por él, a pesar de que tiene una vida prácticamente perfecta en comparación de la mía. Es millonario, famoso, lindo, talentoso y amado por muchísimas personas. Sin embargo, se ha enamorado de un hombre que no le correspondió y eso conllevó a que tome decisiones de mierda, como por ejemplo, meterme a mí en la ecuación, aunque yo no tenía nada que ver.

Cuando no podía dormir en las noches a causa de las punzadas de dolor que me atacaban sin aviso previo, me ponía a pensar sobre qué había ganado Hoseok al hacerme esto. ¿Se sentiría contento, orgulloso, satisfecho, apenado, o simplemente le daba igual? No tenía idea, y me daba cierta curiosidad obtener una respuesta a ello.

Finalmente el día del almuerzo había llegado y se juntó con el control médico que me correspondía a primera hora, así que decidí levantarme más temprano de lo habitual para poder ducharme. Afortunadamente Seokjin tenía el sueño muy pesado y no se despertó, porque estaba seguro de que me regañaría.

De hecho, todos en la casa roncaban cuando yo bajé las escaleras y, luego de tomarme mi tiempo para darle de comer a Mantae y a Gwanhi sin esforzar demasiado a mi cuerpo, me senté en la extensa mesa del comedor con una taza de té y abrí Netflix en mi teléfono para ver un capítulo de Friends mientras desayunaba.

Yunbi fue la primera en levantarse y, luego de saludarme con un beso en la cabeza, se sentó a mi lado con su rutinaria taza de café. No pude evitar fijarme en el pequeñísimo pero definido bulto en su pancita, que delataba claramente el inicio del crecimiento de la bolita de amor que lleva dentro.

Cuando el reloj marcó las seis con treinta de la mañana, el alba se apoderó del cielo. Vimos que Mantae corrió enérgicamente hacia arriba, y Yunbi y yo pensamos que iría a despertar a Minjoo... Pero cuando escuchamos el grito furioso de Seokjin, comprendimos que el gran danés tenía otros planes en mente. Y no pudimos evitar explotar en carcajadas. El animal amaba mucho a su segundo dueño, aunque no fuese recíproco.

Tuvimos que apurarnos para alistarnos y salir de la casa, pues todos nos distrajimos bastante debatiendo sobre la situación política en el extranjero, específicamente en el continente Americano.

Joo, Sushi y Seokjin tenían trabajo y yo tenía que llegar a mi chequeo, donde me reuniría con mis padres, quienes insistieron en acompañarme antes de ir a su casa a preparar el almuerzo.

Los tres se ofrecieron a llevarme al hospital y, en lugar de ponerse a discutir, lo resolvieron civilizadamente con una piedra, papel o tijera que Minjoo ganó. La escena me causó una incontenible ternura, pero también me hacía sentir como un idiota muy inútil.

Me despedí de mi novio con un beso —o unos cuantos, en realidad—, le dije que lo llamaría apenas terminara con mi reunión familiar y acordamos continuar en la noche con la serie que llevábamos viendo desde hacía dos días. Finalmente, me subí al auto con la mayor de mis noonas y la casa quedó vacía, porque hasta Mantae y Gwanhi se fueron con sus respectivos dueños.

Mis estudios pintaban bien y, según el médico, mis costillas estaban evolucionando correctamente. Me recordó no hacer esfuerzos físicos y seguir poniéndome hielo en dicha zona. En cuanto a mis dedos, me dio a entender que en una semana más ya podría quitarme el yeso, pero que por el momento, procure no moverlos.

A Hyanie se le caían las lágrimas mientras escuchaba el parte médico; ella lo hacía ver como si me estuviesen diciendo que me quedaban dos horas de vida, pero pasé por alto aquello. Estaba preocupada por mí, como la buena mamá que es.

Cuando por fin salimos de la cita médica, llamo a Dae con mi mano buena.

— ¿Dónde estás? —Le pregunto.

—Llegando. —No me pasa por alto el tono amargo que tiñe su voz, y sé que es a causa de lo que va a acontecer en las próximas horas.

— ¿Estás bien?

—Siento que tendré un ataque de pánico —dice, y la alarma se dispara en todo mi sistema.

—Recuerda lo que nos decía ese profesor de cuarto año: no es la situación lo que te está causando las molestias, son tus propios pensamientos.

—Cállate —gruñe por lo bajo—. Estaré ahí en veinte minutos.

—Te amo.

Mi prima se limita a contestarme un «yo no» antes de cortarme.

Una vez que arribamos a la casa de mis padres, con la única mano que tengo disponible me dispongo a buscar platos, vasos y cubiertos para rellenar la mesa con ellos. Trato de contar mentalmente a mis familiares, pero pierdo la cuenta tan rápido que quiero golpearme. Creo que somos entre diecinueve y veintidós, pero no estoy seguro.

Cuando mi prima llega, lo primero que notifico es que ya está enrojecida, similar a un volcán en plena erupción. Evita las charlas con mis padres y se limita a comenzar a preparar la comida. Sin embargo, luego me pregunta qué tal me ha ido en la revisión y le cuento las novedades.

Los Jeon comienzan a arribar a la casa de mis padres cuando el reloj marca las doce en punto del mediodía. A pesar de que me encanta ver a mi familia reunida, debo recordarme más de una vez cuál es el verdadero motivo de este encuentro. No es una simple fiesta de comida ni la celebración de un cumpleaños, no, es la forma más eficiente de mostrar nuestro arrepentimiento por lo que Dae y yo manteníamos oculto desde que éramos unos hormonales niñatos de dieciocho años.

Mi prima y yo nos dedicamos a servir el ramen caliente en todos los platos de la mesa, y por un instante pienso que hemos tardado más haciendo eso, que preparando la comida en sí. Nuestra familia es demasiado numerosa.

Como noto que el cerebro de Dae se encuentra en una pausa nerviosa e irrevocable, decido ser yo quien hable. Le doy un largo sorbo al vaso de agua que tengo frente a mí y luego me pongo de pie para mirar a los rostros de todos mis familiares.

—Gracias por venir. —Es lo primero que sale de mis labios y el ceño se me frunce de inmediato. ¡Soy un idiota! ¿Acaso no tenía algo mejor para decir, carajo?

—Yo vine por la comida —Hojung espeta desde su asiento, robándose algunas risitas disimuladas de mis primas.

—Sí —Jungseok (mejor conocido como el padre de Dae pero mejor, mejor conocido como mi tío, también) asiente y me mira directamente a los ojos, consiguiendo inquietarme un poco—, Jungsoo dijo que habría almuerzo.

—Dae y yo cocinamos —digo, tratando de sonar lo más relajado posible.

— ¿Cocinaron algo más aparte de comida? —Nayeon, recargando su peso contra el respaldo de la silla, acentúa un gesto serio pero que denota sarcasmo.

La respiración se me atasca y Dae se ahoga instantáneamente, ya que justo estaba bebiendo de su vaso.

— ¡Nayeon! —Exclaman sus padres a modo de regaño.

Mis primos están cabizbajos y rojos como tomates, porque están intentando contener las carcajadas. Tío Yunho también.

¡Odio a esta gente!

—Nayeon, respeta a tus primos —mi abuela murmura.

Nayeon (o mejor dicho: Na-zorra) se encoge de hombros, restándole importancia a su comentario.

—Solo estaba preguntando.

Le doy un vistazo a Dae y me doy cuenta de que necesitamos acabar con esto ahora mismo. Debemos disculparnos rápido, almorzar y pretender que nada de esto pasó jamás. Pero la presión que siento es insoportable y hace que mis ideas se desorganicen a cada minuto.

—Les debemos una disculpa a todos —comienzo a decir, sacando fuerza de quién sabe dónde para no desmayarme en el transcurso de mi improvisado discurso—. Sé que descubrir... eso, no fue agradable —hago una pausa—. Y comprendemos a la perfección si no nos quieren aquí para Chuseok.

— ¡Solo fue una vez! —Dae chilla desde su asiento, como si su voz estuviese secuestrada por la angustia.

— ¡Shhhh! —Siseo con el ceño fruncido.

—Perdón —susurra y toma una respiración antes de añadir—: Lo que quiero decir es que... son cosas que en ciertas familias simplemente ocurren.

Los rostros de cada uno de mis tíos —excepto Yunho; él está disfrutando de este fracaso, al igual que el resto de mis primos— vacilan entre el desconcierto y la incredulidad. Siento que pueden echarnos de la casa en cualquier segundo.

—Cállate, yo me encargo —le murmuro a Dae. ¡Carajo! La amo, pero ella necesita cerrar la boca y dejar de arruinar esto—. Entonces... Eso. Lo lamentamos muchísimo, de verdad.

—Se han cuidado, ¿cierto? —Mi tío menos favorito nos mira con fingida curiosidad y desazón—. He leído que los bebés producto de un incesto, suelen salir deformes.

— ¡Yunho! —Sus hermanos mayores le reprenden al unísono.

—Dae —Hyemin (la más cuerda y decente de mis primos) es quien toma la palabra ahora—, ¿tú no tenías un novio?

—Sí, pero terminé con él hace un par de meses. —Dae replica.

— ¿Y estabas con Jungkookie mientras salías con ese joven?

— ¡No! —Prácticamente grita, aterrada y nerviosa a la vez—. No, no, no.

—No profundicemos en el asunto —interfiero, notando cuán al borde del colapso se encuentra Dae—, ella está muy avergonzada.

— ¿Y tú no, Kookie? —Jungseok puntualiza, revelando lo muy indignado que lo tiene todo este asunto—. ¡Es tu prima!

Sé que mi tío desea arrancarme la cabeza por haber intimado con mi propia prima, lo veo en sus ojos. Pero ya no hay nada más que podamos hacer, además de pedir disculpas. No podemos ni debemos atormentarnos por este asunto, simplemente debemos ponerle un cierre apropiado y —con algo de suerte— nunca volver a mencionarlo.

Suspiro y me digno a mirarlo directo al rostro.

—Son cosas que en ciertas familias simplemente ocurren —reitero textualmente la contestación de Dae y, entonces, el silencio se instala en la mesa familiar.

Por el intercambio de miradas entre los presentes, me doy cuenta de que no hay nadie demasiado enfadado ni decepcionado. De hecho, estoy casi seguro de que todos quieren comenzar a comer ya, pero no se atreven a dar el primer bocado.

—Solo quiero decir que me resultó algo asqueroso eso entre ustedes —el desconcierto tenso y silencioso es sustituido por la voz de mi abuela Miri, quien habla desde el extremo de la mesa, con sus ojos fijos en Dae y en mí—, pero creo que puedo llegar a comprenderlo porque los dos son jóvenes y muy apuestos. Y por supuesto que tendrán un plato en la mesa para las festividades, las equivocaciones que cometan no deben afectar a la mesa familiar.

—Gracias, abuelita —murmuro, junto con una reverencia desde mi lugar.

—Bueno, ¿quién tiene hambre? —Mi tío Yunho vocifera con una gran sonrisa, arraigando el inicio de la degustación. No sabe disimular: se está muriendo por comer.

— ¡Estoy hambriento! —Espeta el más pequeño de mis primos, Seojung, haciéndonos reír.

—Jungkookie, ven a sentarte aquí, alejado de las chicas.

Ruedo los ojos ante la ocurrencia bromista de mi primo mayor.

—Jungnam, por favor... —Mi tono destila reproche, pero sus facciones divertidas me hacen reír. Acepto cambiar el lugar con su hermano, para sentarme a su lado y empezar a comer.

—Siempre tendrás mi apoyo, primito —al decir, me palmea juguetonamente el brazo y yo chillo de dolor al instante; él se lleva las manos a la cabeza al caer en cuenta de su error—. ¡Perdón, perdón, perdón!

Seokjin me acaba de enviar un mensaje diciéndome que ya salió del trabajo y que puede pasar a recogerme cuando se lo diga. Le pido que, por favor, me de unos diez minutos más, para poder despedirme de mis padres. Él contesta con un sticker de un perrito levantando su dedo pulgar.

Guardo el teléfono y le doy el último sorbo a la taza de té que sostengo con mi mano, para acabar con su contenido.

Papá me saluda con cuidado ya que se irá a pasear a su perrito antes de que oscurezca más, y yo le agradezco por haberme permitido llevar a cabo el almuerzo en su casa. Él no dice nada, se limita a sonreírme, revolverme el cabello y decirme que me llamará mañana, para saber cómo evoluciona mi brazo.

Cuando Hyanie y yo nos quedamos a solas, también le expreso la correspondiente gratitud.

Pero quiero decir más que eso, y no sé si es buena idea.

—No puedo decir que el hecho de que cometiste incesto me agradó —empieza a espetar mientras lava las tazas que utilizamos previamente—, pero manejaste esto con mucho respeto y madurez. Estoy orgullosa de ti —una pequeña mueca tira de sus comisuras y rápidamente añade—: Sin mencionar que soportaste como un campeón todas esas horas en el hospital.

Guardo silencio y me mantengo cabizbajo, mientras estoy sentado en una de las sillas del comedor. Hay muchas palabras arremolinadas en la punta de la lengua, pero ninguna logra encontrar la forma de salir. La ansiedad y la necesidad de contarle sobre Seokjin a alguien se mezclan en mi pecho, comenzando a picar en todo mi sistema como si mil mosquitos me atacasen al mismo tiempo.

—Mamá. —Pronuncio.

— ¿Qué? —Me mira, al tiempo que seca sus manos.

Cierro los ojos mientras dejo escapar el aire que estaba conteniendo en mis pulmones.

—Estoy enamorado.

El rostro de Hyanie palidece de un segundo a otro, y su ceño se frunce con lentitud. Se ve estremecida, sorprendida a raíz de mi declaración tan inadvertida.

— ¿Q-Qué?

—Y de novio, desde hace ocho días —agrego.

Otra vez, se establece el silencio.

—Espera, quieto —me muestra sus palmas y niega con la cabeza—. No me digas que te enamoraste de tu prima...

—No —me apresuro a refutar rápidamente, pues de todas las teorías, esa es la más desacertada—. Carajo, no, no de ella. Dae es mi mejor amiga.

— ¿Entonces?

La miro una última vez y me permito absorber sus facciones antes de hablar. Estoy tan nervioso que puedo sentir que mis orejas arden y que un rastro de sudor comienza a hacerse sentir en la parte posterior de mi nuca.

—Su nombre es Kim Seokjin.

La boca de Hyanie se cierra, pero no aparta los ojos de mí. No parece muy segura de qué hacer, simplemente se inclina hacia atrás, manteniendo un semblante anonadado. Es claro que acabo de decir algo que ella ni siquiera hubiese imaginado en la privacidad de sus sueños.

— ¿Estás...? —Ella reacciona y mueve la cabeza en una negativa—. Jungkook, ¿desde cuándo haces estos chistes?, ¿me estás haciendo una broma?

—No.

—Pero... —Su mirada parece perderse por un momento—. Espera. Él... No. Su prometida...

No se necesita ser un genio para saber que la confusión está nublando sus brillantes ojos negros.

—Es una larga historia, pero no, no la engaña —aclaro y me relamo los labios—. Ella...

Un grito ahogado brota de la garganta de mi madrastra.

—Oh. Por. Dios —pronuncia, casi sin aire—. ¿A Kang Yunbi le gustan las mujeres? —Me susurra, justo antes de cubrirse la boca con sus palmas.

—Nadie puede saber sobre esto, Hyanie, te lo suplico. Estoy poniendo mi vida y la de Seokjin en tus manos.

—Estoy... —Musita, claramente sorprendida e impactada en proporciones iguales—. Esto no puede estar sucediendo. ¡Todo tiene sentido ahora! Los boletos de crucero, el hecho de que él no se movió de tu lado cuando estuviste en el hospital, que te vuelva a aceptar en el trabajo...

—Perdón —espeto—. Entiendo perfectamente si estás molesta por ocultarte tanto, pero no podía decir nada. Ah, y los boletos fueron un regalo de Yunbi y Minjoo —la miro, una sonrisa se filtra momentáneamente en mis labios—. El punto es que Seokjin y yo hemos pasado por mucho.

—Jungkookie... —Pronuncia y suspira, por lo que puedo ver un atisbo de sonrisa también—. No tienes que pedirme perdón, cielo. Es tu vida, tú debes manejarla como te parezca correcto —detiene su mano sobre la mía y le da una gentil caricia—. Gracias por contarme, tu confianza significa el mundo para mí.

—Eres la persona en la que más confío, Hyanie. —Confieso, porque es cierto.

— ¿Él te quiere? —Me pregunta absolutamente interesada.

Me siento muy optimista y seguro para replicar a esto.

—Nos queremos mucho.

Hyanie sonríe.

—Estoy tan feliz y sorprendida —dice—. Y orgullosa, carajo, muy orgullosa.

— ¿No te molesta que esté de novio con tu eterno crush? —Bromeo.

—No, cariño. Sabes que tú y tu padre son lo más valioso que tengo en la vida, ¿verdad? —Ladea la cabeza—. Su felicidad es todo lo que me importa.

Asiento reiteradas veces como un niño pequeño.

—Y si tú, pequeñín, eres feliz con ese magnífico hombre —prosigue, picando mi nariz con su dedo en un gesto tierno—, entonces sigan persiguiendo esa felicidad y no dejen que nadie se las arrebate de las manos.

¡¡¡VIVAN LOS NOVIOS CARAJOOOOOOOO!!! ¡WOOOOOOOOOOOO!
OLEEEEE OLE OLE OLEEEEE
¡Nos vemos el viernes!

Continuar a ler

Tambรฉm vai Gostar

Mistake (YoonJin/Hopekook) Por ~Ly~

Ficรงรฃo Adolescente

61.1K 6.4K 13
HoSeok y SeokJin son mejores amigos desde que tienen memoria. Y ambos tienen una particular atracciรณn por los chicos mรกs populares del instituto, Seo...
98.3K 15.3K 57
nacido en una familia llena de talentos aparece un miembro sin mucho que destacar siendo olvidado sin saber que ese niรฑo puede elegir entre salvar o...
85K 6.9K 22
ยฟCrees que el amor puede combatir enfermedades mentales? ยฟO que tal vez la enfermedad puede terminar corrompiendo el corazรณn puro? Ambas opciones son...
37.9K 4.5K 18
ยฟtener miedo de quedar en el olvido? ยฟque harรก Park Jimin para no hacerlo? ยกEl mundo pide Yoonmin... pero y Jimin ยกยฟDรณnde estรก?! ยกยฟAparece un nuevo S...