ANHELO REAL - KookTae

By Electrahearth

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─Saludos, Su Alteza Real ─su voz estremece el aire, no paso por alto las miradas disimuladas de las criadas y... More

하나
여섯
열 하나
열 둘
열 셋
열네
열다섯
십육
열 일곱
열여덟
열아홉
스물
스물 하나
스물 둘
스물 셋
스물 넷
스물 다섯

아홉

399 61 19
By Electrahearth

Advertencia de lemon.

-electrahearth-


El crepúsculo avanza dando espacio a la noche, las linternas y las lámparas son encendidas en todo el campamento menos en mi tienda; sostengo a Tae Hyung en mi regazo, mis manos se cierran en su cintura reacias a soltarlo siquiera un segundo mientras mi boca deja una marca en la suya y viceversa, ambos seguimos a ciegas el impulso que generan nuestras pieles anhelando fundirse hasta que el eunuco Dong llama fuera.

─Su Alteza Real, vengo a encender las luces ─dice dando un par de pasos.

Mi tutor real trata de salir de la tina hasta que se da cuenta que sólo empeorará la situación, al cruzar miradas, lo devuelvo a mi regazo intentando no sonreír por su momento de torpeza.

─Es mejor que te quedes quieto o el eunuco Dong se enterará que no estoy solo ─susurro señalando el biombo que nos oculta.

─ ¿Su Alteza Real? ─llama el eunuco ingresando con cautela.

─Sólo necesitas encender las lámparas cercanas a mi cama ─ordeno con tono neutro.

─Como desee ─responde cumpliendo mi pedido a la perfección, se va a retirar cuando se detiene en seco─ ¿No estaba con usted el Tutor Real Kim?

Tae Hyung abre los ojos en pánico, mi dedo pulgar recorre su labio inferior sin sobresaltos adorando la textura de seda que tiene.

─Se retiró poco después que tú, ¿no lo viste?

─Comprendo, Su Alteza Real, mandaré a traer vino de flores ─responde sin cambiar su tono, como siempre, es un servidor digno del palacio real.

─No es necesario, sólo indica que no quiero ser interrumpido, me duele un poco la cabeza.

─ ¿Desea una píldora medicinal?

─Ya tomé una, me acostaré temprano.

─Descanse, Su Alteza Real ─habla al fin retirándose.

Durante la breve plática, no pude evitar jugar un poco con Tae Hyung viendo un lado desconocido de él, mis manos se colaron dentro de sus ropas encontrando la piel húmeda y suave tan dulce que mis palmas ardieron ansiosas por grabar cada recodo y curva, mi estricto tutor real sólo pudo bajar la mirada escondiendo sus pupilas en la penumbra, mordiendo su labio inferior para evitar que cualquier sonido traicionero lo delatara. Al encontrarnos solos otra vez, puedo notar su descontento, retiro mis manos con miedo a que este sea el fin de nuestro momento y estoy por decir algo cuando me calla con un beso corto, insuficiente para el deseo que ya no puedo contener, sostengo su cabeza y su cintura atacando sus belfos con ahínco, los muerdo con fuerza para ingresar mi lengua que busca enredarse con la suya sin darle oportunidad a alejarse hasta que se nos dificulta respirar.

Mis sueños fueron cautelosos, con todo y eso, Tae Hyung es el único que salió de mi control, al que no pude evitar, al que mis manos buscaron en medio de las noches infinitas, por eso tenerlo a mi alcance me hace parecer más y más impaciente.

─E-Espere, Su Alteza Real. ─Su tono generalmente plano y grave suena débil, casi lastimero mientras intenta regular su respiración, parece perdido en medio de la lucha de luz y sombra de la tienda─. Debió dejar que el eunuco Dong trajera el vino.

─ ¿Quieres que lo vuelva a llamar? ─respondo bajando peligrosamente mi toque hacia la parte baja de su espalda, lo siento temblar, suelta un jadeo cuando aprieto el par de mullidas colinas.

─No sabía que su corazón fuera obscuro, que estuviera tan... corrupto ─murmura aferrándose a mí como si perdiera el equilibrio en cualquier momento.

─Estoy lleno de sueños corruptos gracias a ti, Tae Hyung. ─Lamo la piel de su cuello gruñendo, la mordisqueo aumentando mi hambre de él.

─Jung Kook ─farfulla en mi oído; de sus labios, mi nombre suena diferente, casi siento que en realidad mi tutor real no es una persona sino un zorro de nueve colas hechizándome antes de devorarme.

─Perdóname esta noche, Tae Hyung ─sentencio al fin quitándole las prendas hasta dejarlo sólo con mi mirada como vestido. Trago pesado al ver su silueta bañada por la luz que se filtra desde la cama, luego de admirarlo totalmente anonadado, siento que no es suficiente. Lo cargo, lo dejo acostado en medio del edredón de seda sintiendo que mi corazón saldrá de mi pecho, que todo el campamento puede oír su latido como si fuera una legión de guerreros marchando por el camino.

En su mirada arde también el sentimiento que lleva devorándome hace mucho tiempo, reconocerlo me hace feliz, tan dichoso que lo acorralo para volver a besarlo; acaricio su cuerpo lento, me pierdo en cada curva, cada recodo viéndolo reaccionar bellamente, primero con mis manos, después con mis labios, me introduzco bajo su piel perdido y ebrio. Lamo el rabillo cristalizado de sus ojos, muerdo su pecho robando el dulzor de esos dos puntos encarnados que se endurecen por mi atención, él se arquea dándome más acceso.

Me he rendido a él hace tanto tiempo que siento que es insuficiente si no lo adoro por completo.

─D-Déjalos ─se queja luchando mientras retengo uno en mi boca, mis palmas separan sus suaves colinas tanteando su hendidura, en respuesta a mis caricias cada vez más íntimas, muerde su labio inferior hasta herirlo y sus uñas cortas se clavan en mi espalda.

No me pierdo ninguna de sus reacciones, recojo el rastro de sangre con la punta de mi lengua mirándolo a los ojos, viendo las expresiones que hace al dejar cualquier acto atrás.

─ ¿Está seguro de eso, tutor real Kim? ─bromeo inclinándome en su dirección, alzo mis dedos frente su rostro de flor de peral─, ábrete para mí, Tae Hyung.

─Deje de decirme cosas vergonzosas ─responde intentando alejarme.

Una de mis piernas separa las suyas, cubro con mi sombra su desnudez celeste, su sombra trémula vertida en la cama parece sonrojarse al sentir una de mis manos en su entrepierna.

─Ábrase para mí, tutor real Kim ─pido continuando mi tarea, lo veo estremecerse, trata de ser indiferente sin lograrlo porque su cuerpo reacciona a comparación.

─Bésame ─clama entrecortado, sabiendo que pronto coloreará la noche de blanco.

Cedo a su pedido con facilidad, en medio del roce él se convierte en un desastre manchando también mi mano. No puedo evitar comportarme como si hubiera sido poseído por un demonio lujurioso, lamo el néctar albo de mis dedos hasta que no queda rastro, después bajo la misma mano por la hendidura que bajo mi toque parece una flor dudosa en abrirse en plena primavera; volteo a Tae Hyung situándome cerca a su espalda baja, lo oigo respirar con dificultad mientras mis dedos lo acarician, mi saliva le brinda un brillo de rocío al inclinarme como un pájaro que codicia la miel entre sus pétalos.

Lo devoro y lo voy haciendo mío.

Al llegar el momento de fundirnos, vuelvo a ver su rostro, estoy por llevármelo todo. Le beso la nuca, trazo la línea de su espalda con mi lengua catando cada sabor que pueda encontrar, muerdo la piel a mi disposición y lo invado. Él se aferra al edredón de seda, intenta no gemir muy alto al sentirme, agarro su cintura, me muevo poco a poco, en cada embestida lo expongo a la estación donde los amantes se enlazan.

─Tae Hyung ─llamo cada vez que nuestras pieles se rozan, mi búsqueda es interminable, la sed que todo mi cuerpo siente no parece aliviarse sino incrementar hasta que los impulsos guardados en lo más obscuro de mi alma se atan a nuestras sombras, ni siquiera sé dónde termina la suya y empieza la mía.

─Jung Kook, a-ahí,... otra vez ─gimotea arqueándose al tocar cierto punto. Cada vez que me muevo de cierta manera, él pierde la coherencia en sus palabras, lo veo convertirse en cenizas bajo el fuego que corre por nuestras venas.

La noche no parece tener fin, lejos de la tienda parece no haber nadie, el cielo estrellado desluce, aunque no puedo verlo, sé que no nada más hermoso que el hombre que está entre mis brazos, la música se condensa en su aliento desigual, en sus susurros de pájaro misterioso.

─Te amo ─murmuro sin poder decirlo alto como en otras ocasiones, encerrando mis palabras, volviéndolas caricias a ver si así llegan a él.

─ ¿Dijo algo, Su Alteza Real? ─interroga cambiando de posición para estar cara a cara, me acaricia el rostro antes de guiar mi falo hacia su interior nuevamente. Sus acciones me dejan sin aliento─. Esto es algo que un maestro no suele enseñar...

─ ¿Por qué me lo enseñas entonces? ─pregunto lamiendo sus clavículas, muerdo ligero sin saciarme.

─ ¿No fue usted el que quiso tomarlo todo, Su Alteza Real? ─Se arquea y su oración termina en un gemido, algunas lágrimas recorren su rostro mezclándose con el sudor resbaladizo de su cuerpo, me toma en sus brazos y busca mis labios.

─ ¿Te arrepientes de haber aceptado ser mi tutor? ─Dudo embistiendo duro.

─N-No, no me arrepiento... no me arrepiento de nada, Jung Kook.

─ ¿No volverás a decirme que debo querer abrazar doncellas, que algún día descubriré que estaba equivocado?

─No lo haré.

─ ¿Qué soy yo para ti? ─deslizo mi lengua por la punta de sus dedos, por su muñeca y subo hacia su rostro.

Nuestras miradas se cruzan reflejándonos, nos visten en el deseo que brilla en los ojos contrarios, en el crudo anhelo. No obtengo respuesta, sus palabras son reemplazadas por jadeos, me cuesta continuar el ritmo actual porque de pronto se cierra reteniéndome, lo hace hasta mucho después de derramarse, tiembla como una hoja a merced del viento otoñal conmigo todavía unido a él. Lo beso tratando de distraerlo, de que olvide lo que dije, nos llevo en un nuevo vaivén que sólo se interrumpe para movernos de posición cuando resulta incómoda, él se derrama varias veces más, tomo todo lo que me ofrece.

─Profundo ─balbucea extraviado, acaricia mi torso y mi cabello con suavidad.

─Llegué a mi límite ─señalo cayendo, dudo un poco, antes de retroceder, siento cómo evita que me aleje.

─Sólo hágalo, Su Alteza Real.

Después de fundirnos, nos quedamos dormidos en un abrazo mutuo que se rompe mucho antes de salir el sol. Tae Hyung sale a hurtadillas de mi tienda sin haberse aseado, con la ropa arrugada y el cabello desordenado, yo ya no vuelvo al mundo de los sueños, no puedo hacer más que pensar en lo sucedido. Al ser hora de reunirme con los demás en la carpa del general Cha, me siento renovado, con un extraño buen humor que no intento ocultar. Cha Do Hwan hace un resumen de la batalla anterior.

─No debemos esperar a otro movimiento del enemigo para actuar ─finaliza.

─Si los dejamos en manos del gobierno local o usted viaja hacia la capital para que la corte intervenga como aquella vez, me temo que nuestro esfuerzo habrá sido en vano ─expresa uno de los soldados de confianza.

─ ¿Qué opina, Su Alteza Real? ─me pregunta─ Estuve pensando en dejarle el asunto a usted, ¿está dispuesto a intentarlo?

Sospecho que Tae Hyung y el general Cha siguen un programa conjunto, no sólo ellos, también los ministros Kim y... quizás mi padre real.

Eso me genera escalofríos.

─No lo defraudaré ─resuelvo con una pose solemne.

─Sé que no lo hará.

Al ver la mínima oportunidad, desvío mi camino al campo de entrenamiento para ir a ver a Tae Hyung, me anuncian antes de ingresar y lo veo acostado en la cama lanzándome una mirada de reproche.

─ ¿Cómo se encuentra hoy, tutor real Kim? ─interrogo dejando que una cortesana sirva un poco de té.

─Parece que enfermé por la noche ─contesta asegurándose que la muchacha se aleje, en ese momento, me lanza un cojín que tomo sin problema antes de que llegue a mi rostro.

Su lado infantil me maravilla, me acerco para besar sus labios pero me esquiva.

─ ¿Te hice daño?

─Su Alteza Real me dejó adolorido.

─ ¿Por eso no puedo besarte? ─susurro en su oído.

─Después del entrenamiento, tendré los libros listos para su lección, por el momento, la realizaremos aquí si no le molesta.

─Está bien.

Nunca el entrenamiento se me hizo tan largo ni tedioso; me baño, cambio mi armadura por un traje suave; los sirvientes trasladan papeles, plumas y tinteros mientras Tae Hyung ordena una pila de libros metido en sus propios pensamientos. Comienza la lección como si la noche pasada no existiera entre nosotros, lo sigo tratando de hacer lo mismo, mas, de vez en cuando, mi mirada se desvía hacia su cuerpo rememorando la sensación de tenerlo debajo del mío.

─Estos son los libros que debe leer ─empuja hacia mí tres tomos devolviéndome a la realidad─. Estuve pensando que Su Alteza Real necesita ir a la oficina del gobernador de la provincia.

─Yo también pienso que es necesario, le preguntaré al general Cha por los días libres de este mes, entonces podremos conocer más de la situación.

─Muy bien, Su Alteza Real.

─ ¿Recibió nuevas noticias de la capital?

─No por el momento.

Mi tutor real me saca a rastras de su carpa, sólo me da tiempo para tomar los tomos que debo leer. Como con los demás soldados y vamos a patrullar la puerta de la ciudad, me encargo de mis deberes con normalidad hasta que regreso, en ese momento, Cha Do Hwan me entrega una carta escrita por Su Majestad, decido abrirla en mi tienda, camino intentando averiguar el contenido y sin querer, regreso al lugar de Tae Hyung.

─ ¿Le sucedió algo, Su Alteza Real? ─pregunta notando que me siento extraviado, deja la pluma a un lado para acercarse a mí.

─R-Recibí una carta de mi padre real.

─ ¿Teme que sean malas noticias?

─No lo sé, el rey es un misterio para mí. Ni siquiera anticipé que me mandaría aquí...

─ ¿Qué puede hacer este servidor para que Su Alteza Real se sienta mejor? ─duda dejando la carta en la mesa cercana, sus dedos se entrelazan con los míos.

─ ¿No me sacarás a rastras en esta ocasión?

─Si no lo sacaba, usted no se iría y sus deberes no serían completados ─me reprocha antes de dejar un beso suave en mis labios.

Al sentir que la barrera cae, aprovecho la oportunidad para intensificar el roce recibiendo una respuesta favorable.





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