Axe
Lo que estamos encontrando no me gusta nada, no es lo que habíamos pensando al salir.
Hemos dado con otro campamento arrasado, completamente arrasado.
Y nuestros alfas ya estaban avisados, los alfas del sur han venido, pero algo me dice que es mala idea desproteger ese frente. Las hordas no suelen ser numerosas, arrasan y se van, no continúan una detrás de otra, no funcionan así, y suelen deshacerse porque los deltas no saben convivir, no aceptan jerarquías, no son una manada.
Suelen destruirse entre ellos, pero el grado de violencia que encontramos no es el habitual.
Todos estamos tensos, es normal, siempre tenemos amenazas, pero suelen venir de manadas, y las manadas son civilizadas, una manada que quisiera hacerse con nuestro territorio no lo destrozaría, no lo quemaría todo, no aniquilaría a los gammas.
Y aunque esto está tomando unas dimensiones mucho más grandes de las que pensábamos, tengo más problemas con los que lidiar.
Saw.
Saw está sobre mí, siempre sobre mí, creo que incluso está respirando mi aire.
Y lo peor es que no es la única, todos tienen sus ojos sobre mí, saben que me pasa algo, y nuestro mundo, nuestra jerarquía es muy rígida y está sustentada sobre dos principios, la fuerza y el respeto.
En los momentos en los que descansamos de la búsqueda, ocurre lo que tiene que ocurrir entre alfas, luchas, luchas que acaban en sexo. Salvo que las mías nunca acaban así, nuca consumo mi victoria y esto está menoscabando el respecto de mis alfas.
Y sin su respeto, da igual la fuerza, porque perdemos la jerarquía, y ellos siempre van a ser más.
Este extraño equilibrio pende de un hilo, y ese hilo está en las manos de Saw.
Hace más de una década que los primeros no luchamos, no nos retamos, y Saw está calculando, la conozco lo suficiente para saber qué es lo que está pensando.
Y que en el fondo tiene dudas.
Pasará, y cada vez lo tengo más claro. Pero hasta que ocurra, protegeré a mi manada.
—No podemos dejar el sur desprotegido. —Ella solo me mira, está tallando una ramita con su cuchillo— Esto no es una horda de deltas común.
Por primera vez asiente, ella también sabe que algo anda mal en todo este asunto.
—Fóllate a Drill esta noche. —Es su única respuesta.
Me ahorro el bufido, no, no voy a follarme a Drill ni esta noche ni la siguiente.
Me levanto pateando el fuego que tenemos delante, y abandonando la hoguera.
—Fóllate a un puto alfa esta noche, o no sé si mañana te levantarás siendo el Segundo.
Estaba esperando su amenaza, y estoy dispuesto a asumirla. Pero ella solo me retira del resto, me arrastra al bosque, hasta que decido pararla.
—Estoy harto de estas estúpidas normas, de este estúpido proceso de lucha y sexo —le digo.
—Olvídate de Dagger —me gruñe ella—. Nunca más volverás a estar con él, tiene a su omega, supéralo.
Estoy tan enfadado, pero tan enfadado que ni siquiera me doy cuenta de que ya la he atacado.
—Supéralo —me dice atrapando con dureza mi cuello con su brazo—. Supéralo —me dice antes de morderme.
Pero no puedo superarlo, es que no puedo superar lo que siempre he sentido por él, el puesto que ocupaba bajo su cuerpo, contra su cuello.
Pero ella es ahora la que aprieta mi cuello, la que me asfixia, y por un instante solo quiero que apriete tan fuerte que acabe con todo.
—Supéralo.
Su tono es de rabia, de pura rabia, pero también de desesperación.
Su brazo sigue apretando, pero su otro brazo me sujeta, abrazándome, apretándome contra ella.
Estoy a punto de perder el conocimiento, y entonces la siento, la siento bajándome los pantalones, el clítoris de una alfa puede crecer hasta tomar unas proporciones casi masculinas, nunca será el miembro de un macho alfa, pero sí lo suficientemente grande para saber que va a follarme.
Y por primera vez en meses me excito, casi no me deja respirar, casi sé que si solo aprieta un poco más todo se acabará.
Pero lo que hace es follarme y yo gemir debajo de ella, hemos acabado contra el suelo, mi rostro contra las hojas, contra la tierra, ella me arranca el cuello de mi camisa, me muerde, y grito de placer.
Nada más importa en este momento, nada más que el éxtasis, y por un momento no es Saw, es Dagger, es Dagger mordiéndome, follándome, y por un instante vuelvo a ser feliz.
Solo sé que he eyaculado contra el suelo, que mi nudo sigue grueso contra mi abdomen, y ella jadea en mi oído.
Siento su frente sudada contra mi nuca, he perdido mi puesto, y en nada perderé el derecho de seguir en la manada.
—Supéralo, Axe, porque no pienso perderte— me dice, antes de levantarse y dejarme allí solo.
Cuando vuelvo con el resto lo lógico hubiera sido que varios me atacaran, la jerarquía había sido rota, ahora llegaba el turno de la escalada. Pero nadie me dijo nada, una mirada quizás.
Saw no lo había contado, y eso no tenía ningún sentido. Tampoco que me hubiera excitado tanto que me dominara.
El sexo no es solo placer, es el modo en el que nos organizamos, ningún alfa, a parte de Dagger o Hammer, tienen derecho a someterme, mucho menos Saw.
Pero miro a mi alrededor, la nuestra, la de los Primeros, es la jerarquía más rígida, pero no es la única; solo los alfas rasos pueden elegir cómo quieren hacerlo, son iguales, y aún así, siempre hay alguna que otra lucha. Y la lucha nunca está definida por el sexo, sino por quien dominaba a quién.
Solo Dagger, Hammer y yo podríamos dominar a Saw, ella sabía que lo que había hecho, lo cambiaba todo, pero yo seguía allí, y eso sí que lo cambiaba todo.
Tras más de una semana de rastreo, nos encontramos con otra partida de alfas de Clear Mountain, las noticias eran igual de malas.
Los deltas sabían que estábamos allí, e iban por delante.
Y aunque no teníamos ningún acuerdo con esa manada, por una noche firmamos una tregua, todos lo necesitábamos.
Desde la noche que Saw me dominó no hemos vuelto a estar juntos, y la veo yéndose con el Primer alfa de la otra manada, pero yo sé que no voy a confraternizar con nadie.
Mis ojos la siguen, sus gemidos se oyen a través de las finas telas de la tienda de ese Primero, ambos tendrán marcas al acabar, y las lucirán orgullosos.
Saw
No tendría que haber callado, su puesto es mío, pero solo puedo recordar esa noche.
Lo he hecho tantas veces de ese modo, como alfas con los que me he acostado, soy dominante y tengo que serlo. Soy una Tercera, pero puedo afirmar que nunca lo he disfrutado de ese modo como con él, ni tampoco me ha apenado tanto que haya tenido que ser así.
Cabalgo al Primero mientras agarra tan fuerte mis caderas que quedarán sus dedos grabados en mi piel. Y solo pienso en Axe, ¿desde cuándo no puedo dejar de pensar en mi Segundo, en mi amigo de siempre?
No quiero pensarlo, pero lo que he hecho con él es muy imprudente, es algo que está prohibido.
He sido débil, y yo nunca los soy, no debería haberme dejado arrastrar por su debilidad, o esta acabará con los dos.
El sexo con el primero de Clear Mountain me ha despejado la mente, no es momento de pensar en Axe, entre las dos manadas acabaremos con la horda rebelde.
Pero no estoy sola a la salida, Axe me espera, Axe me espera desde aquella noche.
—Tenemos que hablar. —Y sí, tenemos que hablar, pero no tengo la más mínima intención esta noche.
Mi tienda está al otro lado, tengo sueño, y hoy no tengo guardia, el sexo con un Primer alfa siempre es fuerte, aunque jamás permitiría que me anudara, su pene era muy grueso y aún puedo sentirlo palpitando dentro.
Necesito dormir o las cosas solo se pondrán peor, pero Axe parece no darse cuenta de lo tensa que está mi cuerda.
—Tercera, a mi tienda. —Su voz de mando sigue siendo poderosa, y yo se la he permitido, la culpa es mía por no desterrarlo de la manada cuando correspondía.
Pero me doblego ante la jerarquía y me meto en su tienda, los nuestros saben que algo pasó entre nosotros aquella noche.
Y se han calmado al saber que Axe es exclusivo, y que no estará con nadie que no sea de los Primeros. O ese es el rumor que he dejado que corra, si supieran que lo tuve clavado al suelo follándomelo, sería lo último para él.
Pero no estoy de humor, sencillamente el sexo me ha relajado y mi cuerpo pide sueño.
—No es el momento, necesito dormir —le digo, mientras me tumbo sobre sus mantas.
—¿Por qué lo hiciste? —Lo noto a mi lado, pero tengo tanto sueño que ni siquiera le pateo para que se aparte.
—No voy a renunciar a ti, eres mi Segundo.— Noto como el sueño me domina, los alfas somos bastante sencillos, comemos, follamos y peleamos.
Y cuando dormimos, porque no hay peligro, dormimos sin poder remediarlo.
Lo último que noto son su brazos rodeándome, si pudiera le diría que me soltara, que no creo en esas mierdas, que no las quiero ni necesito. Pero la ausencia de peligro es tan fuerte en este momento, que mi lado animal me obliga a dormir.
Y a pesar de todo, siento que lo que hice con Axe es lo correcto, aunque acabe con nosotros dos.
Lo siento, me encantan las mujeres alfas.
¿Demasiado fantástico? Es un omegaverse, me tomo unas licencias buenísimas jajajaja.
Nos leemos.
Besitos.
Sara