"Tendencia + Torpeza" (Adap.)...

Af jjkkbunie

115K 15K 6.3K

En donde Jungkook no tolera a su reconocido jefe y Seokjin estรก harto de su torpe asistente. ๐ŸŽ–#1 btsstory โ–ช0... Mere

โ€ข Sinopsis โ€ข
โ” Prรณlogo โ”
๐ŸŽ๐Ÿ
๐ŸŽ๐Ÿ
๐ŸŽ๐Ÿ‘
๐ŸŽ๐Ÿ’
๐ŸŽ๐Ÿ“
๐ŸŽ๐Ÿ”
๐ŸŽ๐Ÿ•
๐ŸŽ๐Ÿ–
๐ŸŽ๐Ÿ—
๐Ÿ๐ŸŽ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ‘
๐Ÿ๐Ÿ’
๐Ÿ๐Ÿ“
๐Ÿ๐Ÿ”
๐Ÿ๐Ÿ•
๐Ÿ๐Ÿ–
๐Ÿ๐Ÿ—
๐Ÿ๐ŸŽ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ‘
๐Ÿ๐Ÿ’
๐Ÿ๐Ÿ“
๐Ÿ๐Ÿ”
๐Ÿ๐Ÿ–
๐Ÿ๐Ÿ—
๐Ÿ‘๐ŸŽ
๐Ÿ‘๐Ÿ
๐Ÿ‘๐Ÿ
๐Ÿ‘๐Ÿ‘
๐Ÿ‘๐Ÿ’
๐Ÿ‘๐Ÿ“
๐Ÿ‘๐Ÿ”
๐Ÿ‘๐Ÿ•
๐Ÿ‘๐Ÿ–
๐Ÿ‘๐Ÿ—
๐Ÿ’๐ŸŽ
๐Ÿ’๐Ÿ
๐Ÿ’๐Ÿ (๐Ÿ)
๐Ÿ’๐Ÿ (๐Ÿ)
๐Ÿ’๐Ÿ‘
๐Ÿ’๐Ÿ’ (๐…๐ˆ๐๐€๐‹)
๐„๐๐ˆ๐‹๐Ž๐†๐Ž
๐„๐ฌ๐ฉ๐ž๐œ๐ข๐š๐ฅ #๐Ÿ: "El Niรฑo"

๐Ÿ๐Ÿ•

2.1K 301 208
Af jjkkbunie

Mis manos tiemblan y me duelen los nudillos.

Pero mi presentimiento fue tan acertado, que no puedo evitar sonreír con aire victorioso.

Ni siquiera me doy cuenta de cuán jodido estoy realmente, hasta que mi oponente aprieta sus manos alrededor de mi cuello, dificultando el paso del oxígeno a mis pulmones.

Sin embargo, Seokjin no se demora en socorrerme, y rodea al tipo con su brazo (a la altura de la garganta) para jalarlo hacia atrás, con la intención de que me suelte.

En medio de la desesperación y varios jadeos erráticos, el tipo comienza a arrojar golpes hacia Seokjin y, a pesar de que él se la ingenia para esquivarlos, veo claramente que un puño acierta en su ojo izquierdo.

Hijo de puta. A mi hombre nadie lo golpea.

El eco de gritos ahogados y exclamaciones aterradas de todos los testigos de esta caótica escena vuelve a intensificarse una vez que, nuevamente, me abalanzo contra el hombre que es apenas un poco más bajo que nosotros dos.

— ¡¿En la boda de mis padres, cabrón de mierda?! —Le grito, justo antes de estrellar (otra vez) mi puño en su cara—. ¡¿El viejo que te contrató no te enseñó modales?!

El hombre no es capaz de responder, pero sigue intentando defenderse.

—Jungkook, déjalo —escucho que Seokjin me dice—. Por favor. Ya tuvo suficiente.

«Suficiente tuvieron mis bolas»

Con la respiración hecha un desorden, consigo incorporarme. Un poco de sangre brota de mi labio y me limpio el mismo con la manga de mi camisa blanca antes de proporcionarle una última patada al hombre, que gime en respuesta ante el brusco contacto de mi pie con su muslo.

—Te vas a arrepentir de esto, mocoso —consigue decir en un gruñido ronco.

—Sí, claro. Chúpamela.

Reviso otra vez el iPhone que le pertenece al hombre y vuelvo a reírme al ver las últimas imágenes mías enviadas por correo a un tal "Kang Wooshik". Reviento el aparato contra el suelo y luego lo pisoteo.

Cuando me doy la vuelta con la intención de encarar a Seokjin y enfrentar todo lo que tenga para decirme, noto que un mesero del salón me está mirando con cierto temor, pero también con enfado palpable.

—Ustedes tres —dice, mientras que Seokjin, el golpeado y yo somos señalados por su dedo acusador—. Llamaré a la policía. ¿Qué creen que están haciendo? Este es un espacio familiar.

La reacción de mi persona es mirar a Seokjin y, de pronto, noto que su expresión facial es la definición misma de soberbia. Se relame los labios antes de posar delicadamente su amplia mano en el hombro del empleado.

— ¿Tienes idea de quién soy yo, jovencito?

Los ojos del muchacho se amplían un poco mientras ve a Seokjin directamente a los ojos. Como acto seguido, efectúa una reverencia larga con una mezcla de veneración y miedo.

—Sí —contesta.

—Muy bien —le da una palmadita amable—. No hay nada roto, ¿verdad? Entonces... ¿Te parece realmente necesario llamar a la policía?

El chico traga saliva, pero niega con la cabeza.

—Podemos simplemente olvidarlo —Seokjin se encoge de hombros, con un gesto modesto mientras tuerce los labios hacia abajo.

No soy consciente del billete de color verde que se desliza con disimulo a la mano del jovencito, hasta que su boca se abre debido a la absoluta consternación que lo embarga. Mis ojos se amplían por la mera realización del accionar de Seokjin, pero pronto chasqueo la lengua.

No puedo creerlo. ¿Por qué este hombre va por la vida con dólares en los bolsillos?, ¿se cree que vive en los malditos Estados Unidos? ¡No es normal!

—Ayuda a este pobre hombre a levantarse y procura que lo saquen, ¿sí? —Le pide al empleado que sigue en shock—. Muchas gracias, lamento lo ocurrido.

La molestia comienza a ser un verdadero obstáculo en mi sistema, así que me volteo para marcharme rápidamente. Las personas que estaban observando se abren paso de mi camino como si fuese un monstruo, pero eso no me desconsuela en absoluto.

Jimin me mira y tiene la intención de acercarse a mí, pero soy contundente cuando niego con la cabeza. Se queda quieto en su lugar y me murmura que luego me llamará.

Ahora mismo, no soporto a ningún ser humano. Afortunadamente, Jimin es de las pocas personas que comprenden y respetan mis drásticos cambios de humor.

Mi mano derecha es la más perjudicada, aunque el dolor es soportable. Mientras doy largas zancadas para llegar al ascensor, me protejo los nudillos enrojecidos con mi palma libre porque siento que palpitan como si un demonio fuese a salir de ahí.

Cuando me meto al ascensor, no demoro en darme cuenta que Seokjin avanza por el pasillo a toda velocidad con una expresión que asustaría a cualquiera. Me aferro desesperadamente al panel con los botones y comienzo a presionar incontables veces el número cinco con la intención de huir en este preciso momento.

Justo cuando la puerta está cerrándose, mi ex jefe logra entrometerse al espacio cerrado.

Me cago en todos mis carajos.

— ¿Qué demonios fue eso? —Gruñe, sonando furioso e indignado en proporciones iguales.

Sí, no se necesita tener más de una neurona para saber que Seokjin está completamente enojado. Ni siquiera se molesta en poner como pantalla aquel gesto inexpresivo que utiliza, mayormente en el trabajo, cuando está rodeado de gente que no soporta. Tanto su mirada como su tono de voz son densos y envían un escalofrío por mi espina dorsal.

—Oh, ¿de repente vas a callarte? —El sarcasmo se filtra en sus vocablos y yo trago saliva—. Sin mencionar que querías escaparte de mí.

Mi –poca– paciencia se esfuma y me giro hacia él.

— ¡Mira tu mano! —Chilla con preocupación, pero también noto el reproche en su exclamación—. ¡¿En qué mierda estabas pensando?!

— ¿Le diste un dólar al chico? —Digo, y sueno más indignado de lo que pretendo—, ¿es en serio, Seokjin?, ¿crees que puedes comprar a todo el mundo solo por ser millonario?

Con evidente frustración, Seokjin se cruza de brazos.

—Le di cincuenta —me corrige, y eso me hace rodar nuevamente los ojos—. Además, ¿querías que la policía se involucrara en esto y quedar como un matón delante de tu familia?

Mi boca se abre para responder, pero ninguna palabra viene a mí, así que la cierro de golpe.

—No deberías de haberte entrometido —le murmuro—. No tienes ni idea.

—No, no la tengo —espeta—. Pero la tendré cuando me cuentes todo lo que debes contarme.

Estoy a punto de quejarme, pero él es más veloz.

—No digas más nada, Jungkook. Y vas a dejar que te cure esa mano.

Quiero protestar, pero sé que no servirá... Además, quiero pasar tiempo con él. No sé qué medidas tomará Wooshik luego de que se entere que le he roto el tabique a uno de sus informantes y tampoco quiero pensar en ello ahora mismo. Solo quiero dejarme abrazar por la seguridad y la calidez que Seokjin me transmite.

En lugar de ir hasta mi habitación, Seokjin aprieta el botón correspondiente del elevador para que se detenga en el tercer piso. Dándome una indicación —bastante autoritaria— con su mano, efectúo cortos y tímidos pasos hasta salir.

— ¿Te duele? —Me pregunta, mientras toma del bolsillo de su pantalón la tarjeta para abrir la puerta.

—No mucho.

—Pudo haberte lastimado peor —dice, aunque no suena como un reproche. Más bien, parece asustado por la simple idea.

—Y a ti también —agrego—. ¿Por qué decidiste meterte?

—Porque estaba haciéndote daño. Siempre voy a arremeter contra cualquiera que intente lastimarte.

El corazón se me estruja con fuerza, pero mi cerebro alocado no puede evitar enviarme una imagen mental de Seokjin partiéndole una silla en la espalda a Wooshik. Hermoso.

Mis ojos están fijos en el hombre que se pasea por el cuarto mientras se quita la chaqueta deportiva para dejarla, junto con la máscara facial, sobre la pequeña mesa delante de la cama.

Me pregunto si en algún momento de su estadía aquí, a él se le bajó la presión debido a la humildad de la estancia. Es probable.

Veo que Seokjin sale del baño con una toalla en manos, y luego se encamina hacia el frigo bar en busca de hielo.

—Siéntate —ordena.

—Estoy bien —digo en voz baja.

Parece que lo he ofendido, porque me gano una mirada cargada de molestia.

—Cierra la boca y siéntate.

Trago saliva.

—Seokjin, de verdad, ni siquiera me duele...

—Jungkook —pronuncia disconforme—, no voy a repetirlo.

No hay manera de ganar esta innecesaria disputa, así que obedezco. No pasan más de dos minutos antes de que Seokjin se ubique junto a mí sobre el colchón y, con movimientos precavidos, toma mi muñeca para colocar la toalla con los cubitos de hielo sobre mi piel hinchada.

Él no está haciendo nada destacable, pero saber que está molesto logra intimidarme hasta la mierda, así que por eso prefiero no hacer contacto visual y murmurar un débil «gracias».

La molestia en mis nudillos comienza a desvanecer poco a poco, y no sé cuánto tiempo llevamos tan cerca. Pero la paz que se ha instalado en el ambiente, desaparece una vez que Seokjin abre la boca.

—Comienza a hablar.

Mi cuerpo entero se tensa en respuesta, pero me las ingenio para fruncir el ceño y fingir que no sé a lo que se refiere.

— ¿Disculpa? —Digo—, ¿de qué hablas?

Una risa carente de humor abandona los labios de Seokjin.

—Abre esa boquita linda que tienes y dime todo.

Ahora mismo soy un manojo de nervios, pero me resulta imposible no mirarle como si él se tratase de una escultura digna de toda mi atención. Sin siquiera intentarlo, él me parece la criatura más atractiva y caliente de todo el universo.

Concéntrate, Jeon Jungkook.

—No sé de qué...

—Déjame ser claro —me interrumpe—: tú simplemente te aventaste contra ese tipo y le rompiste la cara porque tuviste ganas, ¿verdad? Sí, eso es muy lógico.

El gesto irónico que esboza me da a entender que no va a parar hasta obtener una explicación racional de mi parte.

—Él... —Mi voz suena temblorosa, así que me detengo y me aclaro la garganta antes de intentarlo de nuevo—: Él te estaba tomando fotografías sin tu consentimiento.

Finalmente, logro –sin querer– colmar la buena predisposición de Seokjin y él se levanta con brusquedad.

— ¡Deja de mentirme, mierda! —Vocifera y mis labios se presionan.

No sé cuánto tiempo me pierdo mirándolo, pero sé que no voy a salir de esta habitación sin contarle todo lo que está pasando. No hay manera.

Quiero lucir tranquilo y relajado, pero todo dentro de mí parece ser un nudo de sentimientos y pensamientos encontrados. Una parte de mí espera encontrar una escapatoria al enojo de Seokjin y seguir en la incertidumbre llamada "Kang Wooshik". Pero, por otro lado, estoy ansioso por relatarle todo, absolutamente todo.

—De acuerdo... —Empiezo a decir, y siento que los dedos de mis manos tiemblan durante un momento—. Pero no me odies y prométeme que no le dirás nada a nadie.

Él levanta una ceja.

—Eso lo determinaré cuando termines.

Carajo.

Trato de esforzarme hasta conseguir el valor suficiente para proseguir mientras que el entusiasmo y la inquietud en la mirada de mi contrario es casi incontenible. De pronto, los latidos de mi corazón son irregulares.

—Wooshik... Él me encaró hace unas semanas y...

Automáticamente, Seokjin se lleva las manos al cabello y se da la vuelta.

—Lo sabía —dice—. Él sabe de nosotros.

—No, no —atajo con rapidez—. Él cree que Yunbi y yo tenemos una aventura. Me ofreció dinero y un trabajo, y al no aceptar nada de eso me amenazó con mi familia.

El desconcierto en la expresión de Seokjin hace que todo mi cuerpo se estremezca violentamente. Ansío que diga algo, pero su rostro se ha convertido en un semblante inamovible, como si toda su mente se encontrase en blanco justo en este instante.

— ¿Seokjin? —Digo luego de una larga y silenciosa pausa.

Mi voz logra hacerlo reaccionar. Se relame los labios antes de volver a hablar.

— ¿Qué clase de amenaza? —Cuestiona, y su tono áspero me hace agachar la cabeza.

—Mis padres sacaron un crédito para pagar la boda, él dijo que iba a conseguir que los intereses aumentasen si yo no me alejaba de Yunbi.

El silencio que le sigue a mis palabras me resulta insoportable, y mi mirada está fija en absorber cada pequeño detalle de la reacción de Seokjin.

Parece pensativo, pero no sorprendido... Y aquello es lo que más me inquieta.

—Cabrón, ciego e hijo de puta —dice, empezando a dar vueltas por la habitación—. Sabía que él estaba detrás de todo esto.

— ¿De verdad? —Pregunto con timidez. Me siento como un cachorro en busca de su mamá ahora mismo.

—Por supuesto que sí. Te conozco lo suficiente como para saber que nos distanciamos porque alguien más te dijo que lo hicieras.

Suspiro profundamente luego de escucharlo. Carajo, mi pecho se siente un poco menos contraído ahora que él lo sabe. Soltar aquello fue muy liberador, como si me hubiera deshecho de un peso aplastante.

—Voy a matarlo —él anuncia y mis ojos se ensanchan—. Voy a matar a ese condenado hijo de...

—No, por favor —me apresuro a levantarme—. Prometiste que...

—No te prometí nada.

«Touché. No lo hizo»

—Por favor, Seokjin —el tono suplicante que utilizo no consigue otra cosa que no sea hacerme sentir más miserable de lo que ya me siento, pero necesito tener bajo control todo este desorden—. Sabes que esto le afectará a Yunbi si se entera de lo que está pasando. Hice lo que el viejo me pidió y ha funcionado hasta ahora.

La expresión facial del hombre vacila por un segundo.

— ¿Ha funcionado, dices? —refunfuña, irritado—. Te alejaste de mí por su puta culpa, Jungkook.

—Lo sé, lo siento —la pena arremete contra mí con tanta crudeza, que no puedo evitar cubrirme el rostro con las manos—. Perdóname, pero no sabía qué hacer. Tenía miedo por mi familia, no quería que se vieran perjudicados por mi culpa.

Entonces, veo que una mirada de comprensión se instala en los orbes oscuros y expresivos de mi contrario. Con su pulgar y el índice, acaricia sus labios.

—Pudiste habérmelo dicho desde un principio —susurra.

—Lo lamento —repito, ojalá por última vez—. Él dijo que no debía decirle a nadie. Además, no quería que él se diera cuenta de que tú y Yunbi son...

—Pues tendrá que enfrentar la realidad algún día —vocifera, y sé que se mantiene enojado. No puedo evitar comparar su postura y su semblante con la de un león enjaulado.

—No ahora —puntualizo—. Debemos pensar en Yunbi. Tú la conoces mejor que nadie, sabes que enterarse de esto solo será una piedra en su zapato. Está embarazada, Seokjin.

Mencionar a Yunbi es mencionar el punto débil de Seokjin. Ella siempre fue, es y será como su talón de Aquiles.

De repente, su expresión se suaviza y vuelve a sentarse junto a mí. Luce amable y también desarmado; un claro contraste con la imagen autoritaria y dominante que siempre me ha mostrado.

El hombre que me gusta tanto y yo compartimos una mirada larga, ardorosa y reconfortante y, nuevamente, su sola cercanía me llena de una inexplicable sensación de seguridad. Es tan extraño y tan precioso a la vez. No he experimentado nada en mi vida comparable a esta emoción que me producen sus ojos expresivos con tan solo observarme.

Veo fijamente que sus labios se separan para hablar.

—Pensé que me odiabas por tener un bebé.

Un destello apenado se filtra en su mirada y la culpa incrementa otro poco en todo mi sistema.

Procurando ser cauteloso y gentil, mi palma sana se detiene en la suya; el gesto parece tomarlo con la guardia baja, pero no se inmuta. Con lentitud, mis dedos fríos se entrelazan con los suyos, cálidos y largos.

—La noticia de tu bebé es la segunda cosa que más me hizo feliz este año —digo, y alzo la cabeza para encontrarme con su rostro a poca distancia del mío—. La primera fue conocerte.

De repente, uno de sus dedos se desliza bajo de mi barbilla. Su semblante es ahora mucho más dulce y su contacto tiene un efecto tranquilizante en mí.

Seokjin se inclina con lentitud y su mano libre se ahueca en el lado izquierdo de mi rostro. Carajo. Lo siguiente que percibo es su aliento cálido golpeando contra mis labios entreabiertos, y también el aroma a perfume costoso que me inunda las fosas nasales.

Me acerco un poco más y eso es el detonante para que Seokjin capture mi boca.

Es un beso descuidado, húmedo y hambriento por culpa de la necesidad. La presión de sus labios contra los míos es tan consistente, que mi boca se entreabre un poco más para recibir su beso como debe de ser.

Mi mano se pierde en su cabello y mis oídos logran captar un leve gemido gutural.

Soy preso del sabor dulce de su beso y del tacto caliente de sus manos; puedo jurar que el mundo entero parece haber frenado su apresurado andar solo para que ambos seamos capaces de absorber y disfrutar de este ansiado reencuentro.

—Te quiero —le digo, entre pequeños besos.

Noto que las comisuras de su boca se elevan, y prontamente vuelve a presionar sus labios contra los míos.

—Fue un infierno estar sin ti —dice. Su dulce voz parece como una canción de cuna.

Toda mi figura se estremece a raíz de su declaración. Mi frente se apega a la suya y cierro los ojos.

—Perdóname. Quería protegerlos a ambos.

—Sin pensar en tu propio bienestar. —Refuta seguidamente.

—No me importó.

Ambos decidimos mantenernos en silencio y él suelta un profundo suspiro. Siento que una de sus manos acaricia mi nuca con dulzura y lo siguiente que hace es regalarme un beso casto.

—Nada pasó con Hoseok —espeta de repente, y mis ojos se abren por cuenta propia—. Solo... No lo sé. Tenía la esperanza de herirte —se encoge de hombros, pero parece preocupado—. ¿Lo conseguí?

Sus ojos preocupados consiguen sin problema cargar a mi corazón con ternura.

Lo beso de nuevo.

—Un poco.

—Lo lamento —suelta, y es su turno de besarme.

—No te disculpes. Sabía que estabas enojado y herido.

— ¿Cómo no estarlo? —Se aparta un poco y me mira con el entrecejo fruncido—. Mi niño estaba alejándose de mí y yo no podía hacer nada.

Una sonrisa tonta me asalta al momento en que sus labios pronuncian esa palabra. Mi apodo favorito.

Me acerco a su rostro y amenazo burlonamente con morder su nariz, por lo que él se inclina hacia atrás mientras ríe.

—Dilo de nuevo —le pido, con la mirada atenta a sus labios y mis hoyuelos marcándose en mi rostro.

Seokjin me cubre los ojos con las manos y siento se aproxima nuevamente hacia mí.

—Niño.

Un beso es robado de mis labios y vuelvo a reír.

—Extrañé eso —confieso—. Te extrañé.

Él deja escapar una risita mientras que con su pulgar me acaricia la mejilla.

—No hay palabras para explicar cuán feliz me encuentro ahora.

Le doy otro beso antes de dejar descansar mi frente sobre su hombro, y el alivio que experimento es tan inmenso que siento que ya nada más importa. Ya no importa Wooshik ni sus amenazas. Solo importa este instante y esta cercanía tan reconfortante y reconstituyente.

— ¿Qué vamos a hacer? —Pregunto, luego de un largo silencio.

—Improvisar, niño —contesta, al tiempo que me acaricia el cabello de la nuca dulcemente—. Tú y yo somos muy buenos en eso.

Me incorporo para mirarle a los ojos.

—Quiero volver a pedirle a Wooshik el dinero que me ofreció.

El gesto de Seokjin se transforma rápidamente en una expresión pícara. Una mueca burlona tira de las comisuras de sus labios y ladea un poco la cabeza.

—Mi niño quiere corromperse, ¿eh?

—Tu niño no tiene empleo —le recuerdo sarcásticamente.

—Sabes que lo tienes.

—Debería esperar un poco antes de regresar —razono, secando mis nudillos húmedos y aún heridos—. Si se entera que he dejado de trabajar en la empresa, quizás tu suegro se invente otra telenovela en la cabeza y me deje en paz.

—Es una buena teoría, pero no te recomiendo tomar su dinero —espeta—. No vale la pena.

Un bufido se escapa de mi garganta mientras analizo a detalle la situación. Examino las posibilidades que tengo y, entonces, llego a la conclusión de que tomar dinero de aquel hombre, sólo me convertirá en una escoria como él lo es. Y no quiero eso. Seokjin está en lo cierto.

—Sí, tienes razón —hablo—. Olvida lo que dije.

Él se inclina para regalarme otro beso suave. Pero, a la hora de distanciarse, se queda a mitad del camino, por lo que su aliento tibio logra acariciar mi labio inferior.

—Puedes tomar el efectivo de papi.

Oh, carajo.

—No eres mi... —Intento decir, pero la mirada tan inquietante y opaca que me enseña consigue que me muerda el labio, reprimiendo la oración para pensarlo mejor—. No voy a aceptar dinero de tu parte.

—Y yo no voy a dejar que tengas una crisis económica, Jungkook —manifiesta firmemente—. No seas necio.

Ruedo los ojos.

—Quiero que sepas que solo admito dólares.

Tal como esperaba, mis vocablos le extraen una carcajada al hombre que, a mis ojos, es el sinónimo de paz.

—Si te casaras conmigo, la mitad de mi patrimonio te pertenecería.

Sus palabras me toman por sorpresa. La única reacción que puedo ofrecerle es un balbuceo torpe, que le causa gracia.

El aspecto burlón presente en su rostro me hace saber que es consciente de que me ha provocado un descarrilamiento cerebral por lo que acaba de soltar con tanta naturalidad.

Me aclaro la garganta mientras que le ruego a Dios (Yoongi) que él no sea capaz de escuchar la manera feroz en la que late mi corazón, ni tampoco cómo mi cuerpo flaquea. Carajo. ¿Cómo se atreve?

—Pero no podemos casarnos —contesto, en voz baja—. ¿Olvidaste lo injusto que es nuestro país?

—No me lo recuerdes —dice, en compañía de un suspiro molesto.

—Me casaría contigo —espeto velozmente, porque sé que es mi momento de atraparlo con la guardia baja—. Así podría quedarme con todos tus millones y luego huir con Agust D mientras perseguimos un anaranjado atardecer.

—Sí, y luego suena la alarma y te despiertas —contesta, moviendo la cabeza al tiempo que se acerca más a mí con la finalidad de besarme otra vez—. Lees muchas novelas románticas para adolescentes, vida.

—Prefiero leer eso antes que tu revista.

El grito ahogado que Seokjin suelta, en compañía del semblante excesivamente indignado que se hace presente en su rostro, solo consigue que la habitación se ateste de mis ruidosas carcajadas.

— ¡Era mentira, lo juro! —Me retracto, buscando que él descruce sus brazos—. Jin, ¿por favor?

—No, estoy sumamente ofendido —hace un gesto dramático con la cabeza—. Tendrás que esforzarte para conseguir mi perdón.

Suspiro y me abalanzo con lentitud hacia adelante, hasta que mis rodillas contactan con el suelo del cuarto.

—Está bien.

La mirada que Seokjin me dedica cuando me encuentra arrodillado me resulta tan chistosa, que debo morderme el labio para no seguir riendo.

—No es gracioso —me reprime, pero noto que también quiere reírse.

— ¡Acabas de decir que debo esforzarme!

—Eres un estúpido, Jeon Jungkook —su voz refleja una nota severa y divertida.

Aún estoy riéndome cuando, prácticamente, me arrojo sobre él. El peso de su cuerpo en conjunto con el mío queda reposado sobre el colchón y pronto nuestros labios vuelven a unirse. Percibo que las manos de Seokjin se entrelazan por encima de mi cintura baja, apretándome más contra él.

—Este estúpido está perdidamente encantado con su —respiro profundamente antes de articular esa palabra— papi.

Seokjin aplica sobre mí una mirada tan indescifrable, que por un momento quiero rectificarme.

Su sistema parece reiniciarse y, lentamente, separa sus labios con el fin de contestar.

—La próxima vez que me llames así, juro que te voy a...

La frase —estoy casi seguro de que era icónica— de Seokjin es interrumpida por el chillante sonido que emite mi teléfono al ritmo de una canción de Yoongi. Él rueda los ojos y yo suelto una risita, pero le doy un último beso.

—Solo será un momento —le prometo—. Puede ser mi padre.

—Rápido —dice, a regañadientes.

Me acomodo a horcajadas sobre él y rebusco mi teléfono. Al tomar el aparato, mi entrecejo se arruga al notificar que "Número Privado" brilla en la parte superior de la pantalla.

Miro a Seokjin, pero él está muy concentrado jugando con sus dedos en mi cadera.

Contesto, y que sea lo que Dios (Yoongi) quiera.

— ¿Quién es? —Insto, con un tono inseguro.

El soplido prolongado y desinteresado que se escucha del otro lado me hace tiritar. Es el doctor diabólico.

—No debiste hacer eso, hijo.

Por fin Seokjin y Jungkook saben la verdad sobre su separación, sin embargo ahora Wooshik posiblemente tomé cartas en el asunto.
¿Vendrán más malas consecuencias? ¿O Jungkook y Seokjin encontraran una manera de que lo suyo no se sepa?
¡Nos vemos el lunes! ❤️✨

Fortsรฆt med at lรฆse

You'll Also Like

90.3K 12.8K 27
Jin es un omega que vende su cuerpo por dinero y trata de sobrevivir por su bebรฉ, una noche desafortunada es mordido en el cuello por un Alfa descono...
46.9K 5K 18
Cuando Seokjin se enterรณ que estaba esperando un bebรฉ de el hombre que amaba, no pudo estar mรกs feliz con la noticia y creรญa que รฉl igual lo estarรญa...
431K 43.8K 110
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves mรกs a fondo en vastante tierno mรกs que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
454K 73.1K 32
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraรฑo. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...