"Tendencia + Torpeza" (Adap.)...

By jjkkbunie

115K 15K 6.3K

En donde Jungkook no tolera a su reconocido jefe y Seokjin estรก harto de su torpe asistente. ๐ŸŽ–#1 btsstory โ–ช0... More

โ€ข Sinopsis โ€ข
โ” Prรณlogo โ”
๐ŸŽ๐Ÿ
๐ŸŽ๐Ÿ
๐ŸŽ๐Ÿ‘
๐ŸŽ๐Ÿ’
๐ŸŽ๐Ÿ“
๐ŸŽ๐Ÿ”
๐ŸŽ๐Ÿ•
๐ŸŽ๐Ÿ–
๐ŸŽ๐Ÿ—
๐Ÿ๐ŸŽ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ‘
๐Ÿ๐Ÿ’
๐Ÿ๐Ÿ“
๐Ÿ๐Ÿ”
๐Ÿ๐Ÿ•
๐Ÿ๐Ÿ–
๐Ÿ๐Ÿ—
๐Ÿ๐ŸŽ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ‘
๐Ÿ๐Ÿ“
๐Ÿ๐Ÿ”
๐Ÿ๐Ÿ•
๐Ÿ๐Ÿ–
๐Ÿ๐Ÿ—
๐Ÿ‘๐ŸŽ
๐Ÿ‘๐Ÿ
๐Ÿ‘๐Ÿ
๐Ÿ‘๐Ÿ‘
๐Ÿ‘๐Ÿ’
๐Ÿ‘๐Ÿ“
๐Ÿ‘๐Ÿ”
๐Ÿ‘๐Ÿ•
๐Ÿ‘๐Ÿ–
๐Ÿ‘๐Ÿ—
๐Ÿ’๐ŸŽ
๐Ÿ’๐Ÿ
๐Ÿ’๐Ÿ (๐Ÿ)
๐Ÿ’๐Ÿ (๐Ÿ)
๐Ÿ’๐Ÿ‘
๐Ÿ’๐Ÿ’ (๐…๐ˆ๐๐€๐‹)
๐„๐๐ˆ๐‹๐Ž๐†๐Ž
๐„๐ฌ๐ฉ๐ž๐œ๐ข๐š๐ฅ #๐Ÿ: "El Niรฑo"

๐Ÿ๐Ÿ’

1.9K 304 129
By jjkkbunie

"Hotel Fairfield. Se necesita personal en recepción de oficina principal; contestar llamados, confeccionar comprobantes electrónicos y efectuar pagos..."

Mi rostro parece iluminarse.

—Puedo hacer eso.

Sigo leyendo.

"... Un año de experiencia previa en el área. Sin excepciones."

—Vete al carajo.

Con el marcador rojo tacho el anuncio y continúo con mi lectura en la sección de clasificados.

Soy un maldito desempleado. Un joven, lindo y triste desempleado.

Me encuentro en mi sillón, leyendo esta mierda sin un poco de suerte y comiendo galletitas. Me convertí en todo lo que juré destruir luego de graduarme.

Un suspiro cargado de frustración se me escapa, pero me obligo a continuar buscando en el periódico. Debo encontrar algo, lo que sea.

Cuando leo la palabra «moda» en uno de los avisos públicos, los recuerdos invaden mi cabeza rápidamente. De pronto, me encuentro acorralado en un mar de memorias estresantes, irritantes, divertidas... Felices.

Pienso en Seokjin, y automáticamente mis ojos se cierran.

Ha pasado un día y medio desde la última vez que lo vi, y no hubo contacto alguno entre nosotros. Aunque en estas pasadas horas no dormí mucho, no consigo huir de él ni en la privacidad de mis sueños. Sus ardientes y expresivos ojos oscuros, su mirada penetrante, su cabello azabache y brillante... Todo me persigue y hace que la grieta en mi corazón se ensanche.

¿Me extraña? Seguramente no, pero yo lo hago... ¿Me odia? Quizás, es más que probable. ¿Ha encontrado a una nueva –o nuevo– asistente? Ah, carajo. Esa idea me hace tanto daño que la descarto de inmediato.

El sonido del timbre me expulsa violentamente del océano de pensamientos en el que me encuentro divagando y siento que el corazón me da un brinco.

Me levanto del sofá y voy hasta el interfono para contestar. No esperaba visitas.

— ¿Diga?

—Hola, sí, buenos días. Estoy buscando a mi torpeza.

Sonrío por primera vez en treinta y seis horas al reconocer la voz de Nahyun del otro lado. Sin decir nada más, presiono el botón correspondiente para que pueda ingresar al edificio.

Le doy un vistazo panorámico a mi departamento, comprobando que esté vagamente ordenado. Luego, voy a la puerta a esperar a mi compañera... Ex compañera.

Carajo. Hasta eso duele.

Un minuto transcurre hasta que las puertas del ascensor se abren en el piso y Nahyun sale del mismo. Vuelvo a sonreír. Ella, por supuesto, se ve preciosa, elegante y jovial como siempre, y consigo ver una pequeña mueca dulce en sus labios rojizos.

— ¿Vienes a hablarme sobre Jesús? —Pregunto, cruzado de brazos y con mi peor tono de seductor—. Porque con lo bella que eres, podría escucharte todo el día.

Ella me analiza con la mirada y arruga la nariz divertidamente.

—Te ves terrible —me dice.

—Lo sé, mi vida es una porquería.

Nahyun suelta una risa y nos abrazamos brevemente antes de invitarla a pasar.

—Perdona por no haber venido ayer.

—No te preocupes. Bienvenido al humilde hogar de un desempleado —digo, con la intención de sonar divertido. Por dentro, estoy llorando.

Mi amiga se gira en mi dirección y, oh, conozco esa mirada. Dos cosas pueden pasar a continuación: puede golpearme o puede darme su apoyo moral. Quizás ambas.

—Asumo que no quieres hablar sobre lo que ocurrió el otro día mientras yo no estaba...

Bajo la mirada hacia mis pies descalzos y trago saliva.

—Estás en lo cierto —contesto, y me obligo a devolver la vista a su rostro—. Quiero olvidarme de eso lo antes posible.

—Entiendo... —Dice, sonando comprensiva y permitiéndose una pequeña pausa antes de continuar—: De todas formas, necesitaba decirte que puedes hablar de ese asunto conmigo. Yoongi y Seokjin son muy buenos amigos, como ya sabes, y mi novio me ha contado cosas que probablemente no debería.

Mis facciones se iluminan con incrédulo asombro y terror al tiempo que mis ojos se abren con más amplitud. ¡Carajo, el mayor de los carajos en la historia del carajo! De todas las cosas que podía decirme, esta era la que menos esperaba de ella.

Trato de ignorar la sensación de nerviosismo puro que se apodera de mi cuerpo y me aclaro la garganta, pero las palabras no logran salir.

—Sí, me refiero a eso —Nahyun prosigue—. No te asustes; Yoongi nunca te ha mencionado específicamente, pero para mí fue sencillo unir los cabos sueltos.

—No digas nada, por favor —murmuro con timidez.

—Sabes que nunca haría eso —ella me da una palmadita en el brazo y automáticamente me siento aliviado—. ¿Qué harás ahora?

—No tengo idea. Tengo dinero ahorrado, puedo sobrevivir un mes con eso si lo organizo correctamente, pero necesito encontrar algo rápido.

— ¿Quieres que intente hablar con Seokjin? Quizás...

—Lo mandé a la mierda y renuncié en su cara —la interrumpo—. No hay "quizás".

—Bueno, la compañía para la que trabaja Yoongi–

—No solo trabaja, él ha comprado una parte —vuelvo a detener sus dichos para realizar la necesaria corrección.

Ella rueda los ojos.

—Bueno, sí, tienes razón. En fin, la empresa está reclutando personal en el área de recursos humanos, ya sabes, para contratar productores, escritores y demás —me cuenta y yo ladeo la cabeza—. Puedo darle tu resumen para que le dé un vistazo.

Las comisuras de mis labios se levantan y mi gesto se dulcifica.

— ¿Harías eso por mí?

—Por supuesto que sí, torpeza.

—No creo que me quieran ahí —mi culo pesimista entra en acción de inmediato—. Es una compañía muy grande e importante.

—Y, como mencionaste, Yoongi entra en la categoría de "jefes" —me recuerda, frunciendo los labios; parece más que orgullosa del logro de su pareja—. Puedo convencerlo de que te dé una oportunidad.

—No quiero saber cómo lo convencerás.

Nahyun suelta una carcajada y niega con la cabeza.

Un silencio cómodo y cálido se extiende durante breves segundos entre nosotros, justo antes de que ella vuelva a hablar.

—Tengo que ir a trabajar... Extrañaré tu despistada cara.

Su comentario tan propio de ella me hace reír otra vez.

—No me he muerto, podemos vernos cuando tengamos tiempo.

—Lo sé, y te llamaré —me asegura mientras caminamos a la puerta—. Y le enviaré tu resumen a Yoongi apenas llegue a la oficina.

—Gracias por esto, Nahyun —le digo con total honestidad—. Te quiero mucho, a pesar de que me estés engañando con mi novio.

Mi amiga sonríe y me acaricia el cabello.

—Yo te quiero más, niñito.

Mi humor mejora considerablemente luego de la visita de Nahyun, y es motivación suficiente para que me meta en la ducha. Soy un desempleado, sí, pero debo convencerme de que esa no es excusa para también ser un mugroso. Por otro lado, he comido apenas dos galletas en el último día porque pienso que, por arte de magia, la comida desaparecerá ahora que no tengo empleo.

Estoy loco.

Mi cabello se encuentra húmedo luego del corto baño —no pienso utilizar la secadora, debo ahorrar en electricidad— y estoy de pie frente a la cocina preparándome un sándwich cuando mi teléfono suena.

Todo mi sistema tiembla por un momento, pensando que podría tratarse de Seokjin. Pero suspiro —mitad de alivio y mitad de decepción— cuando veo que no es mi ex jefe, sino que Dae.

Acepto la llamada.

— ¿Qué pasa?

Un silencio inunda la comunicación durante un breve instante.

—Tranquilo, desempleado. Tu forma de contestar no es muy amable —escuchar el tono de voz tan directo y amable de mi prima sería una alegría si yo no estuviese a punto de tirarme por el balcón.

—No estoy de humor —aclaro, porque es cierto—. No eres tú el problema, soy yo.

—Lo sé —me replica, y automáticamente ruedo los ojos.

Ella es tan odiosa y sarcástica algunas veces... Justo como yo. La adoro.

—Espera..., ¿cómo sabes que no tengo empleo?

—Porque mi tío le ha pasado el chisme a toda la familia y está buscándote trabajo.

Con mi mano libre me froto el rostro con frustración, mientras que un gruñido quejumbroso se me escapa debido al malestar que me ha provocado su declaración.

Perfecto. Ahora todos mis parientes saben que estoy en la nada y, por la imagen torpe que tienen —y siempre han tenido— de mí, probablemente crean que me han despedido.

No puedo evitar pensar en Jimin. ¿Y si también se enteró de lo ocurrido? Amo a mi amigo, pero no quiero tener que lidiar con él... Pero tampoco quiero que se sienta decepcionado, fue gracias a él que conseguí el trabajo como asistente de Seokjin...

Todo esto apesta.

—Ah, carajo —continúo quejándome—. Esto no puede estar pasando.

—Relájate, no es el fin del mundo —dice, y deseo arrojarle un cojín por la cabeza en este preciso momento—. Estoy en Seúl, ¿quieres almorzar?

Arrugo la nariz.

— ¡Soy un desempleado, estúpida!

—Yo invito, imbécil —vocifera y chasquea la lengua en una muestra clara de molestia—. Carajo, me sorprende que no te hayan despedido por esa histeria que te controla.

—No quiero que pagues por mí, carajo.

—Jungkook, debes dejar atrás esa timidez del carajo —espeta, ahora con un tono más relajado—. El dinero viene y va, es simplemente papel.

Ahora que lo pienso, es un hábito muy Jeon exprimir la palabra "carajo" hasta el extremo.

—Eso es absurdo.

—Igual que tú —suelta con sosiego, y se apresura a agregar antes de que yo pueda hacer mi correspondiente berrinche—: ¿Nos vemos en nuestro lugar favorito?

Es mi momento de incomodarla.

— ¿En la cama? Sí, claro.

Dae enmudece. Yo no puedo evitar sonreír con aire victorioso.

—Idiota —murmura, y puedo imaginármela sonrojada ahora mismo—. Doce en punto, no llegues tarde.

—Y esa es la verdadera razón por la que terminé con él...

Una carcajada se me escapa mientras que Dae y yo caminamos a la par por la concurrida avenida del centro. Ambos estamos tan llenos, que no hay forma de que caminemos rápido. Las personas detrás de nosotros probablemente nos odian.

—En pocas palabras: porque era alguien aburrido —resumo, arqueando una ceja agraciadamente.

—Sí, no... No —niega con la cabeza—. Aburrido no es la palabra... Soporífero, sí. Eso suena menos cruel...

—Eres cruel y está bien. Eres una Jeon.

—No somos crueles —me regaña mientras entorna los ojos—. Y bien, es tu turno. ¿Sales con alguien?

El interés brilla en sus ojos curiosos y siento que mi estómago se aprieta en un nudo doloroso. Trago saliva, listo para soltar la primera respuesta carente de seriedad que se me viene a la mente.

—Sí, se llama ansiedad.

Dae rueda los ojos, pero veo que una pequeña sonrisa se ha asomado en sus labios.

—Vamos, cuéntame —insiste, dándome un empujoncito con su codo—. ¿Interés romántico?

Seokjin. Solo puedo pensar en él.

Dae es la única persona con la que yo me sentiría cómodo para hablar sobre esto que ha pasado con mi ex jefe, en esa aventura o lo que sea que haya sido. La única persona que sé que no me juzgaría o se burlaría de mí por atreverme a probar algo nuevo, con una persona de mí mismo género... Pero todo ha acabado tan mal entre él y yo, que prefiero responder con simpleza y ser tajante al respecto.

—De hecho... No, no hay nadie.

«Ya no»

Mi prima frunce el ceño en un gesto ciertamente confundido. Por un segundo, siento que no me ha creído.

— ¿Qué está mal? —Me mira cuando expresa su pregunta y ladea la cabeza—. Quiero decir, no eres tan feo y tu personalidad es aceptable.

—Gracias por el consuelo. —Procuro ser más que sarcástico al decir.

A medida que continuamos avanzando, mis pies se frenan por sí solos cuando mis ojos identifican el Starbucks que sigue resultándome tan familiar. Esa tienda ostentosa y concurrida que yo solía visitar varias veces al día, para proveer de café caliente a Seokjin.

Una nube de melancolía parece estacionarse justo encima de mi cabeza.

Siento que Dae me aprieta el brazo dulcemente.

— ¿Quieres un café?

Mi cuerpo reacciona por la pregunta que me hace y la miro, procurando instalar una expresión neutral en mi rostro.

—Sí —espeto—, tú pagas.

Mi prima suelta una risa, al mismo tiempo que niega con la cabeza.

—Miserable —me dice, justo antes de rodear mi muñeca con su pequeña mano para jalarme y seguir caminando.

El establecimiento de la reconocida cadena de café está más vacío de lo que acostumbraba a encontrarla. Eso me hace odiar todo lo que me rodea incluso más, ¡parece como si lo hicieran a propósito!

Dejo que Dae sujete mi brazo y me guíe hasta la fila, mientras que mis ojos están concentrados en la pantalla de mi teléfono, ya que estoy respondiendo a los dieciséis mensajes de mi padre.

—Los empleados tienen cara de que quieren morirse —la chica que me acompaña dice en voz baja, seguido de una risa.

Al mismo tiempo guardo mi móvil y levanto la mirada para comprobar lo que ha dicho. Reconozco a la mayoría de los jóvenes que trabajan en la tienda, y todos mantienen una expresión aterrada, como si estuviesen viendo un fantasma...

El «oh, carajo» que se me escapa repentinamente, hace que mi prima eleve la cabeza en mi dirección.

Seokjin está aquí, en la fila, como todas las personas que no somos millonarias. A eso se debe el asombro y el temor de los trabajadores.

Está de espaldas a mí, pero reconocería esos hombros, esa nuca y sobre todo ese aroma donde sea... Y está con un chico, un poco más bajito que él.

Mi escaneo continúa a sus prendas; pantalones púrpuras que solo al mismísimo Kim Seokjin pueden quedarle bien, una camisa junto con un chaleco ajustado de color blanco, y una corbata beige. Continúa manteniendo su cabello negro y lleva un poco de gel en mismo, y su perfecta frente está a la vista.

Sigo sin saber mucho sobre moda, pero sé que este tipo va a matarme en cualquier momento por el simple hecho de vestirse así de exquisito.

Se ve como un ángel, pero las apariencias engañan; él es maldito diablo.

—Vámonos —le pido, sonando más desesperado de lo que pretendo.

— ¿Por qué? —Dae no tarda en cuestionar—. No hay tanta gente.

Quiero decirle que no tengo ganas de cruzarme a mi ex... Lo que sea. En cambio, presiono mis labios hasta que estos se convierten en una línea tensa y me cruzo de brazos.

Solamente nos separa una persona que está delante de nosotros y eso dispara mi ansiedad hasta el espacio más recóndito de mi cuerpo. Doy todo de mí para no mirarlo, pero me resulta imposible no hacerlo cuando él palmea la espalda del desconocido con cariño.

Entonces, ocurre lo que hace tambalear todas mis creencias y fortalezas; Seokjin se gira ligeramente. Está sonriendo por lo que sea que su joven acompañante le acaba de decir.

De repente, Seokjin y yo nos encontramos sosteniéndonos la mirada. Y durante ese breve instante me quedo paralizado, contemplando a ese hombre atractivo, mandón e irascible, que me observa con cierto asombro mal disimulado. Su sonrisa se pierde de a poco, hasta que desaparece completamente de su hermoso rostro.

El mundo parece reanudar su marcha una vez que él vuelve a darme la espalda.

La situación es espantosa y me deja mal sabor de boca, pero me esfuerzo por no hacerle notar a mi prima cuán afectado estoy ahora mismo. Tengo que mostrarme cool, más cool que nunca.

La fila avanza y Seokjin —con ese desconocido del carajo— llega a la caja para hacer su pedido.

—Bueno, ¿qué va a querer mi nuevo asistente?

Mis ojos se abren involuntariamente debido a la sorpresa que me embarga a toda velocidad. Escuchar aquello, de su boca, es como un puñetazo en la cara.

De hecho, creo que un golpe dolería menos ahora mismo.

Ser consciente de lo que está ocurriendo cae sobre mí como balde de agua helada. Uno muy frío e insoportable.

Lo está haciendo a propósito, eso es lo que más me molesta. Él nunca habla así de fuerte, mucho menos en un lugar público, donde siempre evita llamar la atención.

—Uhm... ¿Frappuccino? —El chico de cabello oscuro apoya sus codos en la mesada.

— ¿Seguro que tu estómago lo resistirá? Es broma —Seokjin se ríe sarcásticamente—. Y guarda esa tarjeta, yo pagaré.

Es un hijo de puta... ¡Nunca en su condenada vida del carajo ha venido por cuenta propia a comprar a este lugar!

—No puede ser —las palabras salen sin que pueda contenerlas a tiempo.

— ¿Qué? —Dae, a mi lado, consigue escucharme.

—Nada.

Como acto seguido, mi brazo derecho rodea los hombros de mi prima y la acerco más a mi persona.

Noto que ella frunce el ceño.

— ¿Por qué estás tocándome? —Pregunta cautelosamente.

— ¿Porque eres mi prima, quizás?

—Estamos en público —me recuerda, mientras mira a sus alrededores.

Suelto una risa.

—No es como si te la estuviese metiendo frente a todas estas personas.

— ¡Jungkook! —Exclama, justo antes de darme un manotazo en el estómago. Su mano es tan diminuta que se siente como una caricia.

—Dame un beso —digo, más alto de lo necesario, tal como Seokjin ha hecho hace un minuto.

—Apártate de mí, lunático.

Vuelvo a reír y planto un casto beso en su frente. Una vez que vuelvo a levantar la mirada, me doy cuenta de que Seokjin ha observado la breve, torpe y bromista escena.

Su mandíbula está tensa cuando aparta los ojos de mí y de mi acompañante.

Una inesperada electricidad fluye por mi cuerpo y me deja un poco aturdido, además de sorprendido; ¿cómo puede ser posible que él me haga sentir así de nervioso con una sola mirada?

Trato de restarle importancia a todo esto que está ocurriendo y deposito toda mi atención en Dae; quiero estar atento cuando sea su hora de pagar por las bebidas, solo para burlarme de ella.

Seokjin y el chico obtienen sus pedidos, él paga, y luego se dan la vuelta para marcharse. No volvemos a mirarnos, pero yo no puedo controlar mis propios ojos y los mencionados acaban analizando sin remordimiento alguno a ese jovial desconocido, solo para confirmarme que nunca en mi puta vida lo había visto en la empresa.

«Se ve algo menor. ¿Quién carajos es?»

Dae y yo pedimos dos cafés simples y nuestra orden no se demora más de seis minutos en llegar a nuestras manos. Nos sentamos en una de las mesitas y continuamos con la amena y cálida charla, aunque me cuesta apartar a Seokjin de mis pensamientos.

Luego de un día relativamente divertido con una de mis personas favoritas, la acompaño hasta la estación ferroviaria para que regrese a casa antes del anochecer. Mientras nos despedimos, bromeo con que ojalá se desate un apocalipsis zombie dentro del tren que la llevará a Busan. Ella, obviamente, responde levantando su dedo medio frente a mi rostro.

Un impulso nacido quién-sabe-dónde, me hace acercarme a Dae con la intención de asustarla con un posible beso. Sin embargo, ella me dedica una de sus miradas cargadas de odio y yo no puedo evitar guiñarle el ojo.

El tren se marcha en horario puntual y yo abandono la estación para emprender mi regreso a casa, sintiendo mis ánimos sorprendentemente renovados. Gracias a este día poco productivo pero entretenido, ya no me siento tan fracasado.

Me encuentro a menos de una calle de casa y en mi mente tengo la teoría de que hoy será una noche fría, porque el viento está soplando fuerte incluso cuando todavía hay un rastro de sol.

Estoy tan absorto en mis ideas con respecto al clima cuando voy cruzando la avenida, que un grito se me escapa al momento que un coche me intercepta, frenando justo frente a mis ojos.

Conozco ese Bugatti rojo —mejor conocido como el coche más costoso de todo el mundo— como si fuese mío.

Mi corazón late despacio, parece vacilar y luego reanuda su ritmo a toda velocidad en el mismo instante que la ventanilla del conductor se baja automáticamente.

No vi de dónde carajos salió, pero de repente, Seokjin está aquí. Y me mira con palpable enojo desde el asiento principal de su lujoso coche.

—Veo que tú no pierdes el tiempo.

Percibir el sarcasmo en su voz solo logra que la irritación se dispare por todo mi sistema. Pero a pesar de estar jodidamente molesto, necesito controlarme. No podemos hacer una escena en la calle.

—Tú tampoco —le contesto con sosiego.

—Sube al auto —dice, y una de mis cejas se arquea.

—De ninguna manera.

No puedo evitar mirar a mis alrededores con nulo disimulo. ¿Y si Wooshik tiene a alguien vigilándome justo ahora...?

—Jungkook —pronuncia y se detiene; su mandíbula vuelve a ponerse tensa mientras parece estar pensando mejor en su elección de palabras—, podemos hacer esto por las buenas o por las malas. Es tu decisión.

— ¿Me estás amenazando?

Seokjin suspira con evidente frustración frente a mi contestación indignada.

—Por favor —espeta y, carajo, me ha comprado por completo al decir esas palabras mágicas—. Súbete y hablemos... Una última vez.

Opaa... ¿De qué será sobre lo que quiere hablar Seokjin?
¿Terminarán todo entre ellos? ¿O?

Continue Reading

You'll Also Like

46.9K 5K 18
Cuando Seokjin se enterรณ que estaba esperando un bebรฉ de el hombre que amaba, no pudo estar mรกs feliz con la noticia y creรญa que รฉl igual lo estarรญa...
90.3K 12.8K 27
Jin es un omega que vende su cuerpo por dinero y trata de sobrevivir por su bebรฉ, una noche desafortunada es mordido en el cuello por un Alfa descono...
6.3K 801 17
Solo en la ciudad de Baltimore, tras la espantada de su amante, el agente federal Kim SeokJin descarga su frustraciรณn sobre todo el que se cruza en s...
48.5K 3.6K 26
Los pongo un poco en contexto. Tori ingresa a su nuevo colegio, Hollywood Arts. Nada podรญa estropear su buen comienzo de clases. Hasta que tuvo que p...