Fernando
Manejamos otras tres horas hasta llegar a mi campo, no podía dejar de mirar por el espejo retrovisor para asegurarme que ningún patrullero nos estuviera siguiendo.
Alma y Mía solo se reían, las dos estaban más que alegres. Las dos actuaban como si le hubieran ganado al villano del cuento.
Avise al personal que iba estar llegando para que no se alarmaran y pudieran preparar tras habitaciones y así pasar la noche.
Una vez que llegamos a los establos acomodamos los caballos para que pasen una cómoda noche, ambos animales parecían relajarse cuando Alma se mantenía cerca de ellos.
-Nuestros cuartos están preparados –les aviso a ambas.
-Me gustaría quedarme con ellos un rato más para que se calmen –Alma cepillaba el pelo de uno de ellos.
-Está bien, puedo encender una fogata para mantenernos calientes.
-¡Excelente idea garoto! –Mía rebusca en su bolso y saca dos botellas de vino -¡Además tenemos que celebrar!
-¿Ahora? ¿Con este frio? –La miro como si le hubiera crecido otra cabeza, estamos a unos ocho grados.
-Me parece una buena idea –responde Alma sin alejarse de sus caballos
-Está bien voy a preparar el fuego y traernos unas mantas.
Prepare el fuego y fui a la casa a buscar las mantas.
Para cuando volví, ambas ya se habían tomado una botella y bailaban alrededor del fuego.
Me senté frente al fuego y deje que ellas disfrutaran su momento. Hasta que Alma se alejó para ir al baño, dejándole el resto de la botella a su amiga
Mía se acercó a mí y se dejó caer a mi lado.
-Hoy hiciste algo muy bueno por ella.
-¿Ser un criminal?
-No, ser alguien en quien puede confiar.
-¿Me vas a dar la bienvenida oficial al limitado club de amigos de Alma Soler?
Ella golpea con fuerza mi brazo –Somos muy exclusivos, deberías de estar honrado.
-Pero no quiero ser solo su amigo.
-Estoy de tu lado, tampoco quiero que seas solo su amigo.
-¿Entonces porque dejas que contrate los servicios de un tercero?
-¿Te enteraste de eso?
-Lo vi con mis propios ojos.
-En su defensa es una mujer soltera que no le debe explicaciones a nadie. Ella necesita tener todo en control, incluso sus citas.
-Pero me lo podría haber pedido a mí.
-Te hizo parte de un momento de su vida, ¿te pensas que eso hace con las citas a quienes paga?
-y para demostrarte que estoy de tu lado me voy a ir adormir, ustedes pueden terminarse lo que queda de la botella de vino.
Mía se paró y se alejó hacia la casa mientras que Alma iba llegando. Y se deja caer a mi lado, justo donde antes estaba sentada Mía.
-¿Estas bien? –No me responde, solo se deja caer hacia atrás quedando acostada boca arriba.
-Hace mucho tiempo no me divertía como hoy – me dejo caer hacia atrás imitando su posición.
-¿Tengo que planear otro acto delictivo para nuestra próxima salida?
-No, no fue el acto delictivo sino a quien se lo cometí.
-¿Me vas a decir? –No me responde
-La noche está muy estrellada. Mi papa solía enseñarme todas las constelaciones y nombres de las estrellas.
-¿Eras muy unida?
-si
-¿Y con tu madre? –me sorprendió lo alejada que se mantenía de ella durante la cena.
-Lo éramos, pero después de que murió mi padre ella se volvió diferente.
-¿Cuándo se volvió a casar?
-Antes, Ricardo solo lo empeoro
-¿Fue el quien robo los caballos?
-Si
Se incorpora quedando sentada –Estoy mareada, creo que voy a vomitar.
Alma
Me despierto rodeada por unos fuertes brazos y un rayo de sol golpeando mi cara. El aire huele a restos de madera quemada.
Mi cabeza se parte y solo quiero quedarme así unos minutos más antes de tener que hacer frente al resto del día.
Me quedo mirando la cara de Fernando hasta que el abre los ojos.
-Me vas ojear gatinha –escondo mi cara bajo las mantas.
-¿Te duele la cabeza?
-y el estómago, tengo mucha hambre.
-Mía y vos se pusieron a beber antes de que 'pueda traerles algo para comer. Pero si queremos desayunar tenemos que acercarnos a la casa.
-¿Enserio?
-Si, además una ducha caliente nos va venir bien a ambos, tengo los músculos duros.
Hizo de colchón toda la noche, solo cuando duermo en la casa de mi abuela o en lo de Mía duermo tan relajada como ayer. Y al perecer los brazos de Fernando es mi nuevo lugar favorito.
-Vamos –Fernando se pone de pie primero y luego extiende su mano hacia mí para ayudarme.
Caminamos hacia la casa principal, Fernando me indica una habitación para que pueda usar el baño –En ese ropero hay algo de ropa de cuando era más joven que seguro te queda.
-¿Esta es tu habitación?
-Sí, te dejo para que puedas seguir, por cierto en el primer cajón hay un cargador por si necesitar cargar tu celular –antes de cerrar la puerta me guiña un ojo.
Revisar mi teléfono es lo último que quiero hacer, pero por las dudas lo pongo a cargar antes de darme un baño.
La ducha me deja como nueva, reviso en el ropero y saco unos pantalones de algodón y una camisa estilo leñador.
Enciendo mi teléfono y las notificaciones comienzan a caer.
Cecilia: Nuestro padre ya sabe que sus caballos no están, queremos nuestro efectivo.
Carolina: Alma necesitamos el efectivo, papá está furioso y queremos irnos.
Mónica: Alma, ¿Dónde estás? ¿Por qué no pasaste la noche en casa?
Ricardo: Alma, Necesitamos hablar sobre la beca.
Ricardo: Lo estoy pidiendo amablemente.
Ricardo: Si no me respondes voy aparecer por las oficinas Soler.
No le respondo a ninguno, Carolina y Cecilia pueden esperar. Y Ricardo tiene prohibida la entrada al edificio.
Guardo mi teléfono y me dirijo al comedor, donde Fernando y Mía ya están desayunando.
El desayuno que se encuentra en la mesa es digno de un banquete, café, tostadas, medialunas, fruta, jugo. Todo lo que me gusta se encuentra en esa mesa.
Tomo asiento al lado de Fernando, sin que se lo pida me prepara una taza de café con leche y una tostada con manteca y mermelada.
-¿Por qué el garoto sabe exactamente como te gusta tu desayuno?
-Porque hemos coincidió un par de veces en el mismo lugar para desayunar –Fernando le ofrece a Mía una tostada.
-Gracias, pero soy una persona de medialunas. ¿Entonces que vamos hacer esta hermosa mañana?
-Tengo que ir a la constructora
-¡Aburrido! Pensé que podíamos seguir en modo diversión.
-No puedo – y le doy mi mirada de "hay problemas con ya sabes quién" para que no insista más.
-Yo tengo que quedarme, pero pueden volver en mi auto. Por la noche para a retirarlo.
El teléfono de Mía suena –Perdón, es nuestra florista tengo que atender –se levanta y se dirige hacia el patio.
-Me gustaría que tuviéramos una cita esta noche. Una cita de verdad.
Tal vez sea los restos de la adrenalina de anoche
Tal vez sea porque siento que por una vez algo me salió bien contra Ricardo.
O tal vez sea porque sabe exactamente como me gusta mi desayuno.
-Está bien.