Odette & Caden [Sensaciones #...

Door Rea_Louve

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Una historia donde existen las almas gemelas. ¿Crees en el amor? Donde el camino es rocoso, pero el paisaje e... Meer

Prólogo
1. Comienzo
2. El karma
3. Sensaciones
4. Recuerdos dolorosos
5. Nuevos vecinos
6. El encuentro
7. La piscina
8. Lencería
9. Eterno
10. Mi ángel
11. Una alocada decisión -parte 1
12. Una alocada decisión -parte 2
13. Confesiones
14. Hegan Becker
15. Promesas
16. ¿Eso es un sí?
17. Dibujos
18. ¿Quién es Hegan?
19. Lo sabía
20. Secretos revelados -parte 1
21. Tres horas -parte 2
22. Momentos inolvidables
23. La fiesta
24. Las dos noches despierta
26. Quiero pedir dulces
27. Feliz cumpleaños
28. El futuro
29. El comienzo de una nueva vida
Epílogo
Agradecimientos
Aclaraciones + dudas

25. Su lugar especial

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Door Rea_Louve

Capítulo 25

Cuatro días después...

ODETTE

Después de la noticia de... Hegan... no pude dormir ni comer, síntomas clásicos si te dan una noticia de esa magnitud. Me habían dicho que Hegan estaba manejando a toda velocidad y... perdió el control. Cuando me dijeron el lugar en donde había perdido la vida, lo entendí; Hegan me había dicho que por esa zona es donde iba con Alda, decía que se podía ver la ciudad desde los aires, decía que era su lugar favorito en todo el mundo, junto a ella. Hasta pinto el paisaje, es realmente hermoso. Supongo que algunas personas no pueden tener un "felices por siempre". Sus padres están devastados, los conocí cuando fui a su casa. Realmente son buenas personas.

Ahora me encuentro en un avión, hacia Alemania, precisamente, a su hogar natal. Junto a Caden, que está sentado a mi lado, con su cabeza apoyada en mi hombro, durmiendo. No podía dormir, no cuando hubo una leve turbulencia. Pensé en la vida, en la corta vida que tengo. Mi madre, mi padre, mis amigos y... Caden. Pensé en lo rápido que pasa el tiempo, en los cortos momentos, tanto bueno como malos, en lo que dije, en las decisiones que tomé... Es curioso cuando la muerte aparece en tu vida, te hace reflexionar de todo lo que hiciste.

La muerte nos hace reflexionar de la vida.

Extraño a Hegan, no estuvo un año o más, pero lo suficiente para conocerlo toda una vida. Se volvió una persona muy importante para mí, pero él no quería vivir, no si no estaba con ella. No me imagino el dolor que sintió al enterarse sobre su muerte, no me imagino el sufrimiento que vivió durante meses. Yo no podría vivir ni un día sin Caden. Simplemente no me lo imagino.

Caden se remueve en su lugar, colocando su brazo en mi abdomen, como si podría acercarse más a mí. Sonrío como tonta y despeino su cabello, dándole leves masajes. Su respiración es delicada, tranquila, que relaja el mío en el proceso.

¿Cómo puede hacerlo? Es decir... ¿Cómo puede ser tan cariñoso y romántico y a la vez tan...?

—Duerme, terca —susurra Caden, sorprendiéndome. Y una sonrisa diminuta surca mis labios, asintiendo con la cabeza.

Me acurruco más a su lado y apoyo mi cabeza sobre la suya. ¿A mí me llama terca? Si él es el terco; estamos en primera clase, por mí no había ningún problema estar en la segunda, pero no, él quería estar en la primera. Y no porque sea crea "superior", no, si no por mí. Porque la primera es medio vacía y sí, sí lo está. Me dijo: "No quiero que nadie te vea dormir, esa es mi fascinación". A veces están celoso, pero se ve adorable cuando dice ese tipo de cosas. No lo sé.

Cierro mis ojos, en un fallido intento de dormir, pero no sé cómo, Caden consigue que me duerma en tan solo unos minutos.

...

Aterrizamos hace unos minutos, y ya estamos con nuestras maletas, caminando hasta la salida donde nos espera un taxi. ¿Por qué vinimos a Alemania? Fácil: el funeral de Hegan. No me lo quería perder y tuvimos que tomar el primer avión que nos llevara para asistir al funeral. Pasó cuatro días y el funeral es mañana. Mañana, con tan solo pensarlo... Cuando salimos del aeropuerto, el frío invierno nos envuelve con intensidad, estremeciéndome. Caden localiza el taxi y prácticamente corremos hacia él. La nieve nos recibe y tengo que sostenerme del brazo de Caden para no caer. Al frente hay una plaza con flores apenas visibles, cubiertos sobre la nieve y hay personas altas en todos lados, entrando y saliendo con maletas. Hay uno que otro niño haciendo muñecos de nieve o lanzándose bolas de nieve. Sonrío por inercia y Caden me jala para entrar al taxi mientras mete las maletas hacia adentro, indicándole la dirección del hotel y arranca. Por suerte, Caden pidió a un taxista que hable nuestro idioma, para que sea más fácil comunicarnos. Yo hubiera hablado, ya que, Hegan me enseñó a medias hablar alemán. No sé mucho, pero sí lo suficiente. Pero estoy demasiada fascinada con la vista para articular una palabra o reaccionar, hasta que Caden coloca una mano sobre la mía y recuesto mi cabeza sobre su hombro, apreciando el paisaje. Espero volver algún día. Llegamos a la ciudad y... todo es diferente, las calles, las personas, todo. Las construcciones de las casas y edificios. Algunas cafeterías, librerías y tiendas. Por donde vea, siempre habrá un chico rubio; la mayoría son altos. La mayoría de las casa son con los techos puntiagudos y hay nieve sobre ellos. Luces amarillas y uno que otro árbol con luces también. Algunas son de color beige con café en las líneas, otras son de color blanco o, incluso, verde hoja. Muñecos de nieve sobre las aceras o parques. Familias enteras caminando con sus abrigos, niños saltando, riendo. Dios... las mujeres son hermosas, altas y tiene una elegancia increíble. Los hombres... son... altos también.

Exageradamente divinos.

Llegamos al hotel y bajamos las maletas, caminando hasta el ingreso y un calor nos envuelve. Nos quitamos los abrigos y los gorros, mirando hacia todas partes. La recepción está al lado izquierdo, al frente hay unas gradas con una alfombra de color rojo, con un pasamanos de color dorado, al lado derecho están unos sofá de espera de color verde oscuro con los bordes dorados, unas plantas en el recibidor y una entrada giratoria de color dorado. Unos tres ascensores y la mayoría de las personas están hablando con los trabajadores del lugar. Parece que fuera de la realeza este hotel, voy a matar a Caden. Esto es... demasiado, debió costar una fortuna. Solo nos quedaremos unos días, no un mes...

—Iré a hablar con la recepcionista —avisa Caden y asiento con la cabeza, demasiada distraída. Escucho su risa y ya no lo siento a mi lado.

—Disculpe, señorita, le ayudaré a llevar las maletas —anuncia un joven de cabello rubio y ojos azules claros, con un perfecto inglés. Con una diminuta sonrisa en los labios. Debe tener unos 25 años o más. Asiento con la cabeza, mirando a Caden viniendo en nuestra dirección, con una tarjeta en sus manos. El joven levanta las maletas en un carrito de típico de hoteles, junto a otras maletas y se va al ascensor.

—Apenas llevamos unos minutos en otro país y ya te están intentando ligar —dice Caden cuando llega a mi lado, colocando su mano en mi cintura, pegándome a él. Niego con la cabeza, rodando los ojos. Caminamos en uno de los ascensores y Caden aprieta el botón del piso 9. Suena una melodía tranquila y me separo ligeramente de Caden.

—¿Cuánto costó? —pregunto de golpe, enarcando una ceja.

—¿Cuánto costó qué?

—Tú sabes.

—¿Cuánto me costó levantar las maletas? Si es así... no fue mucho, pero creo que llevas demasiada ropa solo para unos días, pero no me quejo.

Suelto una risita involuntaria, y vuelvo a mi seriedad.

—Caden.

—Odette.

Lo fulmino con la mirada.

Suspira pesadamente, —No importa el dinero, Aniston, lo que me importa es que al menos disfrutes del viaje, al menos por unos días.

Sonrío de poco a poco y vuelvo a abrazarlo.

—Eres un exagerado.

—Eres una gruñona.

Sonreímos y le doy un casto beso en los labios.

Intenta juntar otra vez mis labios sobre los suyos, pero mi mano en su pecho se lo impide.

—No —una sonrisa maliciosa surca mis labios —. Ese será tu castigo, Harris.

Se cruza de brazos, haciendo un leve puchero con los labios.

—Ese truco no funciona conmigo, ladrón. Ese en truco.

Se escoge de hombros, divertido, —Tenía que intentarlo.

Se abre las puertas del ascensor y salimos, caminando sobre la alfombra roja hasta nuestra habitación y Caden ingresa la tarjeta, se escucha un click y entramos y Caden aprende la luz. Las maletas ya están en la habitación; la ventana está cerrada con las cortinas de color beige oscuro, una cama matrimonial con sábanas de color blanco, unas dos mesitas largas en los pies de la cama, con toallas blancas y el baño está al lado derecho. Y dos mesitas a cada lado de la cama con lámparas.

—Solo falta la cama llena de rosas rojas en forma de corazón, vino sobre un cubeta de hielo y dos vasos de vidrios para parezca una luna de miel —confieso, divertida, abriendo mi maleta para empezar a sacar mi pijama para dormir, estoy agotada. Escucho su risita que envía cosquilleos en mi interior.

—¿Ya pensaste en una luna de miel? —pregunta, colocando ambas manos en mi cintura, pegándome a él. Su cercanía me descontrola a nivel que no puedo manejar. Aparta con una mano mi cabello y deja un beso en mi cuello.

—No —miento descaradamente, mordiendo mi labio y, por un momentos, me olvido del por qué estamos aquí para empezar —. Solo me recordó a la película Una luna de miel en familia.

Ajam —es lo único que sale de sus labios y deja otro beso en mi cuello, estremeciéndome, —. No te creo, nena —me hace girar y me da un beso en la punta de mi nariz, robándome una sonrisa y me doy la vuelta para volver a hacer lo que estaba haciendo.

Me cambió de ropa en el baño y salgo con una polera calientita de color negro con mangas largas y un buzo de cuadraditos de colores: rojo, negro y plomo. Me hago un moño desaliñado. Y veo a Caden con una polera azul marino de mangas cortas con un buzo de color negro. Sonrío; parecemos una pareja de esposos. Camino hasta el lado derecho de la cama y me meto debajo de ellas, y Caden apaga las luces e imita mi acción, y con su mano atrayéndome hacia él. Mi espalda choca con su pecho y siento su respiración en mi cuello. Me acurruco más a su lado y cierro los ojos, confesando en un susurro:

—No quiero perderte.

—Yo tampoco.

...

El frío invierno de Alemania hace que me tiemble cada hueso de mi cuerpo. Pero cada vez que avanzo... siento que el alma se me va del cuerpo. Me detengo en seco por ver ya a las personas en el funeral, hablando entre sí. Siento que mi labio inferior empieza a temblar y me cruzo de brazos para entrar en calor. Y Caden también se detiene a mi lado, preocupado.

—No puedo seguir... —mi voz tiembla por ambas razone: frío y nostalgia. Miro hacia abajo, a la nieve en mis botas.

—Claro que sí, Odette —su mano con guantes de color negro hacen contacto con mi mentón y lo levanta —. Eres fuerte, lo eres, y siempre lo serás, ¿de acuerdo? Recuerda que estaré contigo en todo momento —una pequeña lágrima se desliza en mi mejilla y asiento con la cabeza, decidida.

—Gracias... —susurro y me regala una sonrisa tranquilizadora. Caminamos hasta el funeral y trago grueso, sintiendo de nuevo el dolor creciendo en mi pecho, impidiéndome respirar por unos largos segundos. El ataúd está a un lado, pero su madre Freda me dijo que lo cremaron; y solo en el ataúd hay un cuadro de pintura que hizo Hegan. Observo las sillas alrededor de donde se realizará el funeral, y hay varias personas vestidas de negro, algunos con tristeza reflejada en sus rostros, nostalgia y otros... devastados, esa última palabra incluye a la familia. Me acerco con pasos lentos hasta la familia para darles el pésame, que están sentados, mirando el ataúd cerrado. La señora Freda levanta la mirada y se levanta junto con su esposo.

Freda tiene el cabello rubio canoso, con unos enormes ojos verdes, lleno de ojeras. Es una mujer agradable y amistosa. Su esposo, Anton, tiene el cabello rubio canoso, ojos verdes jade y una postura intimidante. Recuerdo que él ayudó a mi rescate. Le debo mucho. Me detengo cuando estamos frente a frente y Freda se lanza sobre mí, sollozando en mi hombro y tengo que hacer mi mayor esfuerzo para no hacer lo mismo.

—Gracias por venir, Odette —susurra en mi oído, separándose y limpiando sus lágrimas con sus dedos.

—No tienes nada de qué agradecer, Freda —digo cómo puedo, tragándome las lágrimas. Ella asiente con la cabeza.

—Me alegra que estés aquí, con nosotros —mira a Caden por un breve instante y se vuelve a sentar, dirigiendo mi mirada a Anton que está cruzado de brazos, con una pequeña máscara de indiferencia. Se vuelve a sentar junto a su esposa y entrelaza su brazo con el de su esposa.

—Lamento su perdida —murmura Caden y ellos le dan un asentimiento con la cabeza. Caden y Hegan no se llevaban bien, pero hicieron lo posible por mí.

Nos sentamos en las otras sillas que están al lado derecho. Agarro con fuerza el ramo de flores de color azul en mis manos. Levanto la mirada de las flores y observo a Katharina caminando, la hermana de Hegan. Me levanto y le entrego el ramo de flores a Caden y camino hasta Katharina y entrecierra los ojos cuando llego estar frente a frente con ella.

—¿Eres Odette Aniston? —pregunta desconcertada, mirándome fijamente. Katharina tiene el cabello rubio ondulado, casi como su madre, ojos de color verde jade como su padre y es alta. Su inglés es perfecto, pero notando su acento alemán.

Asiento con la cabeza, —Es un gusto de por fin conocerte, Hegan me habló de ti... —me cuesta pronunciar su nombre, duele —. Lamento que sea en estas circunstancias.

Asiente con la cabeza, apretando los labios, —Lo mismo digo —es lo único que dice, pasando por mi lado, me doy la vuelta y observo que llega hasta sus padres y se sienta al lado de su madre.

Empiezo a caminar hasta al lado de Caden y me siento a su lado, respirando pesadamente y agarrando el ramo de flores nuevamente.

Esperamos unos largos minutos y llega el padre con la biblia en sus manos, hablando con delicadeza en alemán. Dando un discurso. Sigue hablando y todos escuchamos con atención, entiendo algunas palabras, pero no muchas, pero no es necesario. Hasta que llega el momento de enterrar el ataúd y las personas se acercan para lanzar flores, me acerco para ser una de las primeras, ya que la última es la familia. Me acerco junto a Caden y ambos lanzamos los ramos y les doy una última mirada hacia los padres y hermana de Hegan y sigo caminando para irnos de ahí.

...

Bajo del taxi donde Caden me esperará hasta que... hasta que pueda bajar. Camino costa arriba, por un mini caminito. Después de unos largos minutos de caminar, he llegado hasta el mirador que muchos desconocen. El lugar donde Alda y Hegan venían; la vista es espectacular ante los ojos de cualquiera, se puede ver la ciudad con nieve en todas partes, el sol apenas ilumina el lugar, las personas se ven como hormigas desde aquí, es muy tranquilo, solo se escucha la brisa del viento y unos mini copos aparecen en el aire. Me siento en un árbol grande con nieve en sus hojas. Es tal cual a la pintura que hizo Hegan. La nieve le da un toque nostálgico, pero de seguro cuando no hay nieve... con las luces de la calle, la luz de la luna... un paisaje maravilloso, como en la pintura. Aunque en lugar esté con nieve, puedo visualizarlo en mi mente.

Doy un profundo respiro y empiezo a hablar:

—Hola, Hegan... —Digo en un murmuro —. Aun no entiendo por qué te fuiste, pasó tan rápido... fue... fue doloroso, ¿sabes? Debí pedirte que te quedaras para las fiestas, pintar como lo hacíamos, con tu sarcasmo y tu voz burlona, yo replicando e irritándote. Te extraño, pedazo de idiota —me callo de golpe, inclinando mi cabeza hacia atrás y una idea se me cruza por la mente —. Es la primera vez que me quedo sin palabras, Hegan, pero creo que esto será mucho mejor —me levanto y saco mi celular, tomando una foto al horizonte y llamo a Caden.

—¿Qué pasa, Odette? ¿Estás bien?

—Necesito que me traigas una navaja, por favor.

—¿Qué...?

—Solo hazlo, por favor.

Unos minutos después, bajo hasta el taxi y Caden está con la navaja en sus manos, frunciendo el ceño, me lo entrega y le digo que luego le explico. Subo de nuevo, prácticamente corriendo y otra vez me detengo en el árbol.

Con la navaja en mi mano, empiezo a escribir en el tronco, sintiéndome culpable por dañar un árbol... Pero no me detengo aunque quisiera.

Después de unos minutos, doy un paso hacia atrás y observo lo que escribí.

Alda y Hegan, este siempre será su lugar.

Aunque la vida los separara de una forma cruel, ahora su recuerdo vive en este árbol.

Siempre te recordaré, Hegan.

Odette Aniston.

Sonrío como tonta por la imperfección en la escribí. Tuve que cortar la corteza del tronco y cámbium, hasta llegar a la albura del árbol para así poder escribir con más facilidad. Aunque me corté y entro una que otra espina, valió la pena. Creo que pasó una hora o más, y sabía que Caden estaba detrás de mí, a una distancia suficiente para observarme y darme espacio. Y también tuve que pedirle ayuda para sacar la corteza.

Sonrío y empiezo a derramar lágrimas, mordiéndome el labio y Caden llega detrás de mí, abrazándome y me derrumbo en sus brazos, sollozando.

Adiós, Hegan Becker. 

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