La lista || Terminada

By MsMistery19

382K 24.2K 13.8K

Nuestra historia empezó con un trato entre ambas. Un beneficio para las dos, un sentimiento disfrazado hacién... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capitulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Final
Epílogo
Epílogo extra

Capítulo 28

7.5K 572 360
By MsMistery19

Debí darte todas mis horas cuando aún tenía la oportunidad.

Pov Poché.

2/2

Miré el papel que tenía frente a mi y quería echarme a llorar cómo nunca antes, quería romper todo a mi alrededor y gritar llena de odio y rencor. Había creído una mentira y vivido en ella.

Bajé la vista y corroboré lo que decía aquel papel dejándome ver a la luz una verdad, pero también dejándome ver que había herido a la chica que quería por una vil y falsa mentira.

Resultados de ADN.

La prueba patentada entre María José Garzón y Juan Carlos Garzón, arrojó un resultado de 0.000% en compatibilidad.

Negativo.

La prueba patentada entre el ADN de María José Garzón y Germán Calle, arrojó un resultado de 0.000% en compatibilidad.

Negativo.

Arrugué el papel con furia posando mi puño en mi frente, mi labio comenzó a temblar y un nudo horrible apretaba mi garganta dejándome sin voz.

«No soy su hija, no soy su hija» En mi mente solo se repetía esas palabras cómo un disco rayado, recordando al que creía hasta hace poco mi padre.

— Te lo dije, Poché.— Escuché una voz a mi lado.

Miré al hombre a mi lado y mis lágrimas no se detuvieron, Germán me estrechó contra su pecho y me consoló acariciando mi espalda dándome apoyo.

— Se fue...— Murmuré al recordar que Daniela ya se había ido de Colombia.

Germán me abrazó con fuerza, mientras yo no dejaba de llorar contra su pecho con dolor. Había sido engañada en un momento de total tristeza, justamente cuando todo mi mundo se vino abajo.

¿Cómo pude confiar en mí madre...?

Flashback.

No sé cómo el tiempo había pasado tan rápido para los demás y para mí, había pasado tan lento, tan torutuoso, tan agonizante, tan triste y desgarrador.

Me sentía cómo si estuviera en el desierto y el sol quemaba todo mi interior dejándome con la boca seca y totalmente vacía por dentro.

Miré hacia el frente y comencé a llorar, viendo el ataúd de mi papá y cómo era metido en aquel enorme hoyo en la profundidad de la tierra.

No quería que se fuera, no quería aceptar que no lo volvería a ver jamás.

Sollocé sintiendo mis piernas débiles y a punto de desmayarme, pero cuando sentí su calor y su cuerpo pegado al mío, sabía que podía morir, pero esos ojos avellanas no me dejarían caer.

— Tranquila, mi amor. Te tengo.— Me aferré a su cuerpo sin dejar de llorar, sintiendo cómo dejaba un beso en mi cabeza.

Calle no se había separado de mi en ningún instante, y aquello lo agradecía demasiado, porque no sabía que hacer si no la tuviera a mi lado.

El sepulcro fue doloroso, el peor sentimiento que pude sentir en toda mi corta vida, despedirme de papá junto a mi hermana fue cómo una pesadilla, simplemente ambas llorabamos sin control y dejamos una triste flor con un beso de ambas en su tumba.

Uno a uno las personas que nos acompañaban se terminaron yendo, hasta que solo quedamos unos pocos en el cementerio. Daniela me sostenía de la mano, Laura, Paula y Valentina estaban juntas viendo la tumba de papá.

Los señores Calle también se habían presentado, y habían sido tan amables de ayudarnos en todo.

Por otro lado, mi estómago se revolvía al saber que también mi madre estaba aquí, eso solo me dejaba un mal sabor de boca, sabía que ahora su presencia sería más constante pero no quería afrontar la realidad.

— Pochesita, nosotros ya nos vamos.— Mafe se acercaba a mi con semblante triste, dándome un abrazo.

— Estaré pendiente de ustedes.— Escuché a Germán.— Si necesitas algo, no dudes en avisarme.— Añadió dándome un abrazo también.

— Muchas gracias por todo.— Agradecí con la voz rasposa, separándome del abrazo.

No es nada a comparar la tristeza que sentimos.— Germán sonrió con tristeza y sus ojos algo rojos, él había llorado.

—¿Te quedas con Poché, cierto?— Mafe se dirigía a Calle.

— Si, no me quiero separar de ella.— Respondió la castaña, rodeando mi cintura con su brazo.

Muy bien, nos vemos entonces.

Los señores Calle se terminaron yendo, solté un suspiro y cerré los ojos unos momentos rodeando la cintura de Calle, su aroma a frutas invadió mis fosas nasales dándome paz.

—¿Quieres irte, bonita?— Murmuró Calle sobando mi espalda, suspiré.

Si, ya no quiero seguir viendo a mi papá en este lugar, al menos no hoy, frutita.— Respondí sintiéndome agotada de pies a cabeza.

Iré por el coche, ¿Si?— Habló con dulzura.— Así nos vamos, bonita.— Asentí con mi cabeza separándome un poco de ella.

— Está bien, te espero aquí.— Murmuré viendo sus ojos, llevando un mechón de su cabello castaño detrás de su oreja.

Daniela dejó un corto beso en mis labios y caminó hasta donde estaban las chicas, les estaba diciendo algo al parecer.

Suspiré y miré a mi costado, sentía los ojos cansados y ardiendo de tanto llorar, pero no estaba tan ciega para ver lo que pasaba a lo lejos.

Mi mamá estaba discutiendo con alguien muy lejos de la tumba de papá, fruncí mi ceño y sin darme cuenta comencé a caminar hasta dónde estaba.

Mientras más me acercaba, se podía escuchar algunos gritos, miré la espalda de la otra persona y yo sabía que la conocía muy bien.

—¡Tienen que saberlo!— Abrí mis ojos intrigada al escuchar la voz de mamá muy alterada.

—¡Dame tiempo y se lo diré yo!— Respondió su acompañante con frustración aparente.

—¿Qué tengo que saber?— Inquirí a sus espaldas.

Los dos mayores giraron sus cuerpos y se pusieron del color de una hoja de papel, alcé mis cejas esperando una respuesta por su parte, pero nada. Mamá y César, si mal no recuerdo que se llamaba así, solo me veían.

No podía creer el cinismo de mi madre al tener a su amante en el entierro de su esposo.

¿Y bien?— Presioné cruzandome de brazos.

— Hija, no es el momento, pero tienes que saber algo.— Mamá tragó grueso viéndome con nerviosismo.

— De acuerdo...— Musité sin entender, viendo a las dos personas frente a mi.

Quiero que sepas que hubiera preferido escoger otro momento para esto, pero-

Al grano.— La interrumpí sintiéndome inquieta, ella suspiró

— Juan Carlos no era tu padre.— Arrojó sin anestesia, fruncí mi ceño sintiendo mi corazón acelerarse.

—¿Qué?— Repliqué sintiendo la boca seca.

Tu padre es...

— Germán Calle.— Soltó el acompañante de mi madre, mi madre miró el hombre a su costado y yo no entendía nada.

—¿De qué mierda están hablando?— Solté sintiendo que me faltaba el aire.

— Cómo oyes, Germán Calle es tu padre.— Replicó César guardando sus manos en sus bolsillos.

— Usted no se meta, no es su asunto.— Corté tajante, miré a mi mamá.— Mamá, dime qué no es cierto.— Supliqué sintiendo mi corazón a punto de salirse de mi pecho.

Un silencio denso se creó en la atmósfera, esperaba una respuesta mientras mi mamá bajaba la mirada, miró a César y luego a mi.

— Lo siento, pero es la verdad.— Soltó, comencé a negar con mi cabeza.

«Eso no es cierto, es imposible» Pensé.

—¡Ustedes están mintiendo! ¡Yo no puedo ser hija de ese hombre!— Grité alterada.—¡Juan Carlos Garzón era mi padre!— Añadí con mi respiración agitada.

Hija, cálmate y déjame explicar.— Pidió mamá.

¡Ni una mierda! ¡Tú me estás mintiendo!— Apunté con mi dedo índice enfadada.—¡Germán Calle no puede ser mi padre!— Abrí mis ojos al caer en cuenta de la situación.

Daniela no podía ser mi hermana, yo no podía ser hija de Germán, me negaba a creerlo.

—¡Pero lo es!— Gritó mamá.

— Esto es mentira, no pued-

— Hay pruebas de ello, yo ví su romance.— Acotó el acompañante de mamá, suspiré.

—¡Usted no se meta!— Escupí con enojo hacia él.

— Poché, hija, César dice la verdad.— Negué con mi cabeza llorando.

—¡No, no, no! ¡Yo soy hija de Juan Carlos!— Sollocé jalando mis cabellos.

Poché-

Me niego a creerlo, es imposible. ¡Tú amante era él!— Puntualicé señalando el hombre a su lado.

César apareció mucho después.— Replicó ella intentando acercarse a mi.

— No puede ser cierto, tú te fuiste con él. ¡Además Germán no me dejaría acercarme a su hija sabiendo que es mi hermana!— Sacudí mi cabeza dando media vuelta para irme.

—¡Nunca lo supo!— Exclamó tomándome del brazo y encararla.— Lo mío con Germán fue algo pasajero, una noche en dónde nos sentíamos solos.— Arrugué el rostro sintiendo mi estómago revuelto.

No puede ser verdad, y-yo-

— Lo lamento...— Susurró con los ojos llorosos. Me solté de su agarre y me alejé.

Calle no podía ser mi hermana, no podía Dios no. No podía querer románticamente a mi hermana. ¡Habíamos estado juntas! Esto era absurdo, no podíamos ser medias hermanas.

(...)

Habían pasado días y quería morirme, dejar de existir o de respirar, maldita sea me dolía el alma con solo respirar.

Aún no podía asimilar que mi padre no era Juan Carlos Garzón, que Valentina no era mi hermana cómo tal y que, podía ser la hermana de la chica con la que pasé lindos momentos juntas.

— Calle...— Murmuré posando mi frente en mi escritorio.

Tapé mi rostro con mis manos sintiéndome más fatal, la noticia de mi madre no me cayó nada bien, había insertado esa duda en mi y no sabía que hacer.

El solo recordar cómo trate a mi castaña engreída me duele, me quema cada célula por dentro.

—¿En qué piensas, Poch?— Limpié mis lágrimas escuchando a Paula a mis espaldas.

En nada, Pau.— Contesté cortante.

Estaba alejando a todos, por más que los quisiera cerca o contarles la verdad no podía, no quería que esto se hiciera más grande.

Paula estaba acompañándome en mi habitación, había recién llegado del colegio, mala elección al ir hoy. Mi mente solo vaga en cómo traté a Calle, en cómo le rompí el corazón, en cómo sus palabras y mis palabras nos hirieron a ambas. Era una total mierda.

—¿Crees que Valentina y Lala se arreglen?— Inquirió sentada en mi cama, leyendo un libro del colegio.

No lo sé.— Fui honesta.— Lala es muy orgullosa y en cierto modo tiene una buena razón para no perdonar a... Mi hermana.— Las últimas palabras las sentía agrias.

— Creo que no terminó bien.— Mencionó Paula al escuchar un portazo, suspiré.

— Iré a ver.— Avisé parandome de mi escritorio.

Salí de mi habitación arrastrando los pies, solté un suspiro para llegar hasta la sala de nuestro hogar, detuve mis pasos cuando escuché la voz de mi mamá.

— Necesito hablar con María José.— Insistía a mi hermana.

No.— Respondió Valentina severa.— Mejor vete.— Añadió con voz tensa.

Decidí aparecer.— Valentina, déjala pasar.— Hablé a sus espaldas, ella giró rápidamente.

Pero Poché-

Déjala entrar, por favor.— Pedí con voz serena, Valentina dejó la puerta con enfado.

Ojalá no te arrepientas luego.— Murmuró seria pasando por mi lado.

Dió un portazo entrando a su habitación, pasé una mano por mi cabello escuchando el portazo de Valentina, miré a la mujer frente a mi con un mohín.

—¿Qué quieres hablar conmigo?— Inquirí cansada, viendo cómo entraba y cerraba la puerta.

Mamá se quedó en la puerta, llenó de aire sus pulmones y se puso a hurgar lgo en su bolso, una vez encontró lo que buscaba alzó su vista viéndome.

— Te vine a entregar esto.— Fruncí mi ceño al ver cómo me pasaba un papel.

—¿Y qué es?— Repliqué tomando el papel.

Es una carta que me dió Germán después de nuestro encuentro.— Declaró pasando una mano por su cabello.

¿Qué?

Desdoblé el papel algo arrugado en mis manos y me dispuse a leer.

“Lo siento, pero no podemos volver a hacer lo que hicimos, Martha.

No vuelvas a buscarme, olvida lo que pasó y simplemente vivamos para nuestras familias”

Me quedé pensativa mirando la letra del papel, algo no andaba bien y es que está no era la letra de Germán. Yo conocía la letra de Germán porque trabajé para él con los libros de contabilidad en su club.

—¿Ahora me crees?— Salí de mis pensamientos al escuchar su voz.

— Si, te creo.— Contesté segura, aunque sabía que estaba mintiendo.

Hija...

—¿Puedes irte?— Interrumpí.— Quiero estar sola.— Añadí soltando un suspiro sonoro.

Está bien.

Salió de casa y erró la puerta. Me quedé con la carta en mano, necesitaba hablar con alguien urgentemente y sabía dónde encontrar a esa persona.

(...)

Caminé por el club con las manos metidas en mis bolsillos y mi cabeza tapada por el gorro del suéter, suspiré y apreté el papel en mi bolsillo. Llegué a la oficina de Germán y toqué la puerta, un “adelante” se escuchó y me adentré a su oficina.

Poché, hola.— Habló con media sonrisa, acercándose a mi.—¿En qué puedo ayudarte?— Indagó con intriga.

Hola, Germán.— Saludé.— Bueno, quizás sea algo atrevido para usted pero, miré esto.— Saqué la carta de mi bolsillo y se la entregué.

Germán empezó a leer el papel y su ceño se frunció inmediatamente, alzó su vista y me vió confundido, no había sorpresa ni nada.

—¿Qué es ésto?— Replicó.

Mi madre me confesó hace unos días que no soy hija de Juan Carlos.— Expliqué haciendo un mohín.

Pero qué-

— Y me dijo que usted y ella tuvieron un romance.— Germán abrió sus ojos sorprendido.— De ese romance nací yo y que soy su hija y que usted nunca lo supo.— Finalicé rascando mi nuca.

—¿Tú madre está loca?— Preguntó dándome la carta.— Yo nunca estuve con ella, Juan Carlos era mi amigo no le haría eso.— Sus palabras demostraban seguridad.

— Yo no sé que creer, todo esto ha sido demasiado para mí.— Tapé mi rostro intentando no llorar.

A este punto iba quedar más seca que un limón de llorar tanto.

Tranquila.— Consoló Germán.— Puedo demostrarte que no soy tu padre, Poché.— Quité mis manos de mi rostro.

— Iluminame, Germán.— Pedí con agotamiento.

Hice una mueca sintiendo el dolor de cabeza que no ha sido todo este tiempo, tenía una migraña horrible que no se iba y no me dejaba en paz.

— Ven conmigo.

Flashback off.

—¿Qué harás ahora?

Salí de mis pensamientos al escuchar la voz de Germán, limpié mis lágrimas y me separé de él.

Después de todo Germán si me había ayudado, por eso estábamos aquí, en un laboratorio de ADN para comprobar la mentira de mi madre y dejarme más destruída.

Por mi mente solo pasaba que no era hija de Juan Carlos y que mi madre era una vil mujer mentirosa. También estaba Calle, de la cual puedo decir que me duele demasiado el hecho de que la haya perdido.

— No lo sé, por un lado siento un gran alivio al saber que no tengo lazos con usted, por otro lado no sé si mi papá es Juan Carlos Garzón o algún otro hombre.— Declaré.— Y para finalizar, me siento terrible por perder a Calle y haberla cagado tanto.— Finalicé bajando la vista.

—¿Se lo dirás a tu madre?— Cuestionó con voz dudosa.

— Si, la quiero lejos de mi.— Determiné con seguridad.— No sin antes decirme quién es mi padre.— Añadí.

—¿Y Valentina?— Me quedé silencio.

No quería herir al único ser que más amo, la única familia que tenía era Valentina, y si debía vivir con la cruz de guardar el secreto de que no soy hija de Juan Carlos, correría ese riesgo.

— Ella no lo sabrá.— Afirmé.— Es mi hermana y siempre lo será.— Germán a mi lado sonrió.

—¿Y qué harás con Daniela?— Inquirió de pronto, suspiré.

—¿Sabe a dónde se fue?— Pregunté arrugando mis cejas, Germán negó.

— No, terminamos muy mal.— Confesó con pesar.— No quería que se fuera con César después de que me contaste todo esto, pero es una terca y al final solo dejó una carta despidiéndose, no dijo lugar o dejó algún teléfono aparte del suyo.— Finalizó con voz melancólica.

— Ella me odia.— Afirmé recargando mis codos en mis rodillas.

— No lo creo.— Germán rió ligeramente.— Mi ratona contigo se veía feliz, volvía a ser la adolescente que alguna vez se perdió, pero que tú la volviste a poner en el camino.— Sonreí a medias al escuchar sus palabras.

— Y así cómo la puse en el camino la dejé sola.— Mi sonrisa se borró.— La lastimé, Germán.— Aseguré con pesar.

— No fue tu culpa.— Consoló.

— No podía estar con ella cuando la duda de si era mi hermana o no habitaba en mi cabeza.— Resoplé sintiendo una punzada en mi pecho.

— Debiste decirle.— Replicó Germán, hice un mohín.

— Iba hacerlo.— Aseguré.— Pero ya estaba muy herida cómo para darme una oportunidad.— Musité por lo bajo, jugando con mis dedos.

— Por una parte te entiendo, no es fácil darte cuenta que el hombre que viste cómo héroe no es tu padre.— Germán se ponía de pie para verme.— Que te digan que es otro hombre que tiene una hija de la cual tienes sentimientos, agregando la muerte del hombre que más amabas y más cosas.— Finalizó haciendo un ademán con su mano.

—¿Pero?— Inquirí viendo su cara.

— Pero fue muy inmaduro de tu parte actuar cómo lo hiciste, debiste acudir a mi, a Daniela o no sé.— Sacudió sus manos soltando un suspiro.— Hacer algo Poché, no sufrir con esa duda todo este tiempo y alejar a mi hija de ti.— Añadió con obviedad.

— Lo sé, soy una imbécil.— Afirmé en un bufido.— Pero tenía miedo, no quería no sé, descubrir todo esto. No quería arruinar tu familia tampoco o algo así.— Hablé con pesadez.

—¿Te llevo a casa?— Germán rodeaba un brazo en mis hombros, asentí con mi cabeza.

— Si, por favor.— Pedí tomando los resultados e irnos.

En la noche.

Mis mejores amigas estaban conmigo, tiendo a creer que las desalojaron de su casa y se vienen a quedar conmigo para no estar bajo un puente. Valentina había salido a comprar chucherías y hamburguesas.

Estábamos en mi habitación, Laura y Paula y yo éramos un sándwich humano en mi cama, veíamos una serie de Netflix, mientras ambas chicas me daban mimos.

Para mí mala suerte la vida era color mierda, agregando que también era roja porque estaba en mis malditos días. Mi suerte no podía ir peor.

— No entiendo porque el baboso de Joe se vino tan rápido.— Mencionó Paula rodando los ojos.

— Porque es un precoz, mana.— Respondió Laura.— Beck ni había calentado motores.— Soltamos una risita las tres.

— A mi me gusta Beck, es muy linda.— Comenté viendo a la rubia en la pantalla.

— Re si.— Contestó Paula.— Lo malo es que muere.— Soltó con tranquilidad.

—¡Paula, marica!— Me quejé dándole un almohadazo.

—¡No tenías que dar spoilers!— Exclamó Laura rodando los ojos.

— Ay que maripositas me salieron.— Replicó Paula sacando la lengua.

— Calle me mostró mariposas.— Comenté sintiendo mi labio inferior temblar.

— Ya la cagaste, pendeja.— Reprochó Laura a mi mejor amiga.

— Yo también la cagué.— Comenté lloriqueando.

Empecé a llorar haciendo pucheros recordando a mi castaña engreída. La extrañaba de maneras desconocidas, pero no podía hacer nada cuando la había perdido.

— Ay, Poch.— Laura me abrazó y Paula también.

—¡¿Pero por qué joden?!— Gritó Paula al escuchar el timbre, suspiré y salí del sandwich humano.

— Yo voy.— Avisé yendo a la puerta y salir de mi habitación.

Caminé con mi pijama de cerditos voladores hasta la puerta de mi sala, limpié el rastro de mis lágrimas llegando a la puerta, abrí ésta y el enojo invadió cada parte de mi cuerpo.

—¡Lárgate!— Escupí furiosa, mi madre me observó asombrada.

—¿Qué pasa, hija?— Inquirió con voz nerviosa acercándose a mi.

—¿Qué me pasa? ¡Eres una cínica mentirosa! ¡Eso me pasa!— Repliqué apretando la mandíbula, dando un paso atrás.

—¿De qué hablas?— Frunció el ceño, reí satírica.

—¡Lo sé todo!— Siseé entredientes.— ¡No vengas a hacerte la víctima, Martha Guzmán!— Espeté con la respiración agitada y el enojo vivo.

— Y-yo-

—¡Por tú culpa perdí a la mujer que quiero!— Rugí apuntandola con mi dedo índice.—¡Se fue a miles de kilómetros de distancia por tu puta culpa!— Grité con rabia.

— Poché, hija.— Mamá tomaba mi mano, la alejé bruscamente.

—¡No me toques! ¡Eres una... Agh!— Gruñí frustrada jalando mis cabellos.— ¡Germán no es mi padre! ¡¿Por qué me mentiste?!— Inquirí con dientes apretados.—¡Por tu maldita culpa herí a Daniela!— Mamá comenzó a llorar.

— Creo que entendiste mal.— Sollozó negando con su cabeza.

—¡Deja de llorar y di la verdad!— Exigí dando un paso al frente.—¡Germán no es nada mío y Juan Carlos Garzón no es mi padre!— Escupí tomando sus brazos con enojo.

—¿Qué...?— Escuché una voz, abrí mis ojos cómo platos al ver a Valentina a punto de llanto.

«Oh Dios no» Pensé viendo a mi hermana destruída y la mujer que dice ser mi madre llorando.












































Meta: 195 votos y 175 comentarios.

Pobre de mí esposa Vale, banda ;(

Esa Martha arrasa con todo, pana.

En fin, digan que team son.

*Se va escuchando Roses de The Chainsmokers*

Continue Reading

You'll Also Like

23.3K 1.7K 27
Emma Girard es una chica conflictiva, de temperamento fuerte y arrogante, en su adolescencia se veía con un futuro resuelto en las grandes ligas de b...
265K 13.7K 60
María José Garzón Guzmán(Mejor conocida como Poché), una joven con sueños y aspiraciones llena de ganas de empezar a vivir su vida y elegir que haría...
954 80 5
Malia Morningstar mayormente conocida como El Arcángel de la muerte/ Azrael.. debido a trabajar como Sicaria para su tío uno de los mayores jefes de...
393K 20.9K 41
María José es una reconocida actriz y empresaria. Llega a España para la segunda temporada de una serie y por su seguridad. Del elenco hay una person...