"Tendencia + Torpeza" (Adap.)...

By jjkkbunie

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En donde Jungkook no tolera a su reconocido jefe y Seokjin estรก harto de su torpe asistente. ๐ŸŽ–#1 btsstory โ–ช0... More

โ€ข Sinopsis โ€ข
โ” Prรณlogo โ”
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By jjkkbunie

Todo esto se siente incorrecto.

Hay algo erróneo en la forma en la que Kang Wooshik se desenvuelve conmigo cerca. Hay algo que esconde debajo de esa capa de serenidad que controla su expresión facial... Me hace sentir acorralado que se muestre tan impasible.

Desde que llegamos a su enorme oficina, él no me ha dado ningún motivo para sentirme incómodo. Pero estoy aterrado, completamente horrorizado.

A la espera de que el doctor hable de una vez por todas, mis ojos tímidos recorren la estancia prolija y limpia en la que me encuentro; el despacho es de un tamaño normal y acorde para una sola persona, hay algunas ventanas con cortinas grises y también enormes libreros repletos de libros de medicina. Su título universitario se encuentra en la pared blanca central, justo encima de su cabeza.

Mi mente ansiosa me grita que debo huir, porque está convencida de que él va a hacerme daño. Pero mi cerebro, que aún se mantiene razonable y en sus casillas, trata de convencerme con que el aclamado cirujano no tiene esa finalidad. No tiene motivos concretos.

Su secretaria, una señora de unos treinta y tantos, se abre paso a la oficina luego de anunciar su presencia con dos golpecitos en la puerta. Se acerca al escritorio con una bandeja y vierte café caliente en dos pequeñas tazas.

—Gracias —le murmuro con timidez y ella me dedica una gentil sonrisa en respuesta.

—Gracias, Lee —Wooshik agrega justo antes de mirarme—. Adelante, hijo, no te cohíbas.

Trago saliva mientras observo la taza de café. Las náuseas provocadas por la inestabilidad de mis nervios alterados conllevan a que una arcada se construya en mi garganta y me impida degustar la bebida caliente. No puedo apartar las manos de mis rodillas.

—Solamente quiero entender la razón de esta reunión imprevista, doctor Kang —me las ingenio para sonar seguro y relajado cuando lo encaro.

Él se toma su tiempo para contestar y se dedica a revolver pacientemente el café.

—Creo que usted y yo sabemos el motivo a la perfección, joven —habla, y suena como si diera por hecho que yo sé por qué estoy aquí—. Ahora, si me permite, solo me apetece hacerle una pregunta.

—Dígame, por favor.

— ¿Cuánto quiere?

La pregunta del doctor me saca de balance por completo.

— ¿Perdón? —Cuestiono, atónito y desorientado en partes iguales.

— ¿Cuánto dinero quiere para mantenerse alejado de Yunbi? —Suelta con pesadez, como si mi confusión le molestase más que nada en el mundo—. Y, ¿en qué moneda lo quiere?

—Perdón, pero no... No comprendo —mi ceño se frunce en señal de desequilibrio absoluto.

Con aire indiferente y una tranquilidad que me inquieta, Wooshik abre el cajón de su escritorio para rebuscar dentro del mismo hasta dar con una carpeta negra que desliza y deja justo frente a mí. Lo miro con una expresión más que perdida y él me da un asentimiento con la cabeza.

«Por favor, no, no, no...»

Muy a mi pesar, tomo el archivo.

Una vez que abro el documento que me otorga para revisarlo, mi corazón comienza a latir con fuerza contra mis costillas y mi mandíbula se aprieta intensamente. Vacilo entre el ahogamiento y el alivio al mismo tiempo.

Esto no puede estar pasando. Quiero convencerme de que, en cualquier momento, voy a despertar exaltado. Voy a abrir los ojos y esto solo será otra pesadilla más.

Son fotografías mías y de Yunbi; de las veces que hemos salido a cenar, cuando caminamos por la calle y ella me abraza, cuando tomo su mano antes de cruzar grandes avenidas de nuestra ciudad. Incluso está retratado cuando ella llegó a mi departamento, esa vez que Seokjin se había ido a Suecia.

Toda la información cae sobre mí como una piedra gigante, que me aplasta cada parte del cuerpo. Por un lado, estoy feliz de que no haya ningún tipo de evidencia que conecte a Seokjin y a mí, como tampoco a Minjoo y Yunbi.

Pero, por otro lado... El instruido y respetado doctor Kang Wooshik, cree que yo tengo una aventura con su hija... Lesbiana.

— ¿Ahora comprende, Jeon? —El hombre mayor vuelve a hablar una vez que se ha cerciorado de que vi suficiente, y se recarga en el respaldo de su silla giratoria—. Sé lo que está ocurriendo entre usted y mi hija, y no me simpatiza en absoluto. Pensé que le había enseñado íntegramente a Yunbi el significado y el valor de la palabra "fidelidad", pero al parecer ella decidió investigar otros senderos.

No tengo palabras. No puedo hablar. Si trato de hacerlo, este señor notará las ganas inmensas que tengo de echarme a llorar y reír. Solo puedo repetirme una y otra vez que esto es una mierda.

Es el mayor de los malentendidos, y no puedo refutarlo de ninguna manera.

Si me atreviera a hacerlo, significaría condenar las vidas de Yunbi y Seokjin. De exponer sus verdaderas orientaciones sexuales.

—No es necesario que diga nada, Jeon —Wooshik suena aburrido mientras se rasca la barbilla—. Limítese a escribir aquí su precio... O puedo conseguirle otro empleo —ofrece, como si fuese lo más sencillo del mundo—. Sé que usted fue a la universidad y obtuvo una licenciatura en recursos humanos. Deduzco por cuenta propia que los empleos que a usted realmente le interesan requieren experiencia, ¿verdad? Por eso está en la compañía de mi yerno. Con una llamada, puedo conseguirle un puesto como jefe de recursos humanos en el grupo Kumho.

Dejo las imágenes y alzo la mirada con rapidez; el asombro se apodera de mi rostro con tanta rapidez, que me es imposible no parpadear varias veces.

Estoy en blanco. Esto no puede ser real.

Tengo el trabajo de mis sueños frente a mis ojos... Pero mi dignidad vale muchísimo más. No puedo y tampoco quiero rebajarme de tal manera.

—N-No puedo aceptar eso... —Quiero arrojarme por la ventana por lo endeble que he sonado frente a este poderoso hombre.

Un suspiro cargado de pesar se le escapa.

—No me diga que se ha enamorado de mi hija y que no quiere ninguna suma de dinero... —La mirada dura del doctor se fija en mí y mi estómago se estruja ante la desaprobación con la que me observa—. No voy a caer en eso.

Sigo sin poder separar mis labios para hablar. Solo puedo pensar en los centenares de escenarios fatalistas que se me vienen a la mente y que me inundan los pensamientos en cuestión de segundos. Me obligo a permanecer quieto, y mostrarme firme y cauteloso frente al hombre que me mira como si fuese un estorbo.

—Jovencito, hágame un favor. Mírese. ¿Ve lo que yo veo? —Wooshik ladea un poco la cabeza—. Usted no tiene comparación alguna con Kim Seokjin, usted nunca podrá ser él. Kim Seokjin es todo lo que mi hija necesita, y usted no puede cambiar eso.

El tal Kim Seokjin me gusta tanto, que no puedo sentirme ofendido ni dolido por sus palabras. No puedo tomar en serio su intento de rebajarme.

—Lo sé —murmuro.

—Entonces ya tenemos el cincuenta por ciento del problema solucionado —suena animado ahora—. La otra mitad se basa en que usted se aleje completamente de mi hija.

—Yo...

—Hijo, de veras, no sigas —pide, con un semblante cansado—. Te conviene quedarte al margen de todo esto, porque no quiero tener que usar mis influencias y contactos para que te des cuenta de que te estás metiendo en un lugar sin salida.

Soy un manojo de emociones; confusión, nerviosismo, miedo... Toda esta mierda colisiona en mi interior y me tiene tan desconcertado, que no puedo procesar absolutamente nada. Solo puedo escuchar. Pero sigo sin ser capaz de ordenar la maraña de pensamientos que me llenan la mente.

Un balbuceo ininteligible se me escapa de los labios y él niega con la cabeza. Decide volver a atacar de una manera muy sosegada.

—Sé que tus padres sacaron un préstamo bancario para cubrir los gastos de su boda —dice, y mi mirada se levanta deprisa debido al pánico que me causa su declaración—. Puedo hacer que los intereses de ese trámite se eleven hasta las nubes —hace un gesto con la mano—. Piénsalo. Yo solo debo realizar una llamada.

No, por favor, no...

Las lágrimas pican en mis ojos, pero no voy a llorar. No debo mostrarme frente a él como un hombre débil, porque no lo soy.

Hago el amago de decir algo, pero él se me adelanta a propósito.

—Por cierto, también sé que tu primo Byuk hará el Suneung para ingresar a la facultad de medicina este verano.

Byuk, oh, no. El menor de mis primos... No, no puede meterse con él.

Mis manos se aprietan en puños con fuerza, pero trato de contener la ansiedad y el nerviosismo lo mejor que puedo.

—No te gustaría que el niño fracase luego de tanto esfuerzo, ¿verdad? —Me mira con fingida consternación—. Quizás sepas que reprobar el examen más importante es...

—Deténgase —decido interrumpirlo. Mi voz suena más inestable que nunca, pero también determinante. No puedo soportar más esta amenaza del carajo.

Mi respuesta parece tomarlo por sorpresa, pero una mueca tira de las comisuras de sus labios al tiempo que se cruza de brazos.

—Ustedes dos deténganse.

—Tiene mi palabra —la respuesta sale de mis labios sin que pueda detenerla, y mi sistema se alivia en demasía una vez que noto que Wooshik sella su boca—. Por favor, deje a mi familia fuera de todo esto.

—De acuerdo —contesta en voz baja, dándole un largo sorbo a su taza de café sin quitarme la vista de encima.

— ¿Puedo irme ya?

—Ni siquiera has probado tu café. —Por el matiz que utiliza, percibo que él está burlándose de mí.

Tomo el delicado recipiente que se encuentra totalmente cargado de líquido oscuro y lo empino en mi boca. Tardo unos treinta segundos en beber todo el contenido cálido, sin molestarme en detenerme hasta que siento que ya no queda café en la taza. Luego, con el ceño fruncido, relamo mis labios, mientras me esfuerzo por ignorar el intenso sabor a cafeína amarga que tengo en la boca.

Así debe sentirse ser Seokjin.

—Ya terminé.

Wooshik sonríe sin humor.

Tomo mi mochila, hago una pequeña reverencia al hombre que acaba de conminarme y me doy la vuelta.

—Una última cosa... —La voz del doctor a mis espaldas me hace frenar para escuchar lo que sea que tenga para decir—: Reza para que el feto que lleva mi hija en su vientre sea de Seokjin, porque de lo contrario, prometo que voy a arruinar tu vida y la de los que más quieres.

Una abrumadora e intensa sensación de furia comienza a crecer en mi interior velozmente.

—Es de él —espeto con seguridad, porque es cierto.

—Lo sabremos cuando nazca —la inexpresividad en su tono solo hace que la inquietud previa incremente—. Ahora vete, mi secretaria llamará un taxi que te lleve a tu casa.

—No... Gracias.

Se encoge de hombros. No le importa un carajo mi seguridad.

—Como quieras. Oh, y creo que no es necesario aclararte que nadie debe enterarse de esta charla.

Estoy pacientemente esperando a que una de las dos botellas pequeñas de cerveza que compré para mi solitaria noche, me conteste todas las preguntas que hago al aire.

Pero eso no ocurre.

En cambio, siento que mi sistema comienza a sentirse pesado debido a la poca resistencia que tengo frente al alcohol. Carajo. No sirvo ni para beber.

Una montaña de pensamientos oscuros y confusos crece sin cesar en mi cabeza mientras, sentado en mi comedor, bebo el líquido frío y refrescante. No encuentro una manera efectiva de ordenar todas mis ideas y de deshacerme de los desenlaces negativos que mi ansiedad se esfuerza por poner frente a mis ojos.

No sé qué carajos voy a hacer.

Kang Wooshik decidió hacer su peligrosa aparición en el peor momento.

No puedo decirle nada a Seokjin porque debo cuidar a mi propia familia. Además, no puedo ponerlo en riesgo, porque si Wooshik comienza a mirar el mapa de otra manera, no tardará en descifrar la homosexualidad de su amado yerno.

Por otro lado, tengo que mantenerme alejado de Yunbi. Ella y Minjoo están al borde de la reconciliación... Prefiero —y por mucho— que el cabrón de su padre piense que entre nosotros hay una aventura, en lugar de que sospeche que su hija es lesbiana.

Más carajo. Ella está embarazada. Debo hacer todo lo que esté a mi alcance para protegerla; si tan solo se enterase de la advertencia para nada amistosa de su padre, Yunbi perdería la cabeza. La conozco lo suficiente como para saber que le darían veinte crisis simultáneas, y eso no le haría bien ni a ella, ni al bebé.

Y Wooshik fue específico: nadie debe enterarse de esa charla.

Seokjin y Yunbi pueden resultar muy perjudicados si todo esto se sale de control...

Estoy atado de pies y de manos. Y también tengo una soga apretando mi cuello.

El nudo en mi garganta es igual de intenso que cuando estaba en el despacho de Wooshik hace unas horas, pero siguen sin haber lágrimas en mis ojos. Solo una inmensa y espantosa sensación de ahogamiento.

Mi mejilla está pegada al pico de la botella de cristal cuando mi teléfono comienza a sonar repentinamente.

Me froto mis cansados ojos con la mano y extiendo el brazo para tomar el aparato infernal que chilla sin cesar.

Una insoportable punzada de ansiedad me recorre cuando veo que el nombre de Seokjin se ilumina sobre los íconos de respuesta y rechazo de llamada; por varios instantes, considero la posibilidad de no responder. Me esfuerzo por convencerme de que eso es lo adecuado, pero mi parte razonable sabe que no es cierto.

Además, sé que eso le resultaría muy raro a Seokjin. Y lo que menos necesito ahora, es que se aparezca nuevamente en mi apartamento.

Cierro los ojos por un momento.

Finalmente, deslizo mi pulgar por la amplia pantalla y el teléfono viaja a mi oído derecho.

—Hola.

— ¿Hablo con mi niño?

Mis labios comienzan a temblar y mis ojos no tardan mucho en humedecerse con lágrimas que amenazan con salir en cualquier momento.

—Hola —repito, pero esta vez mi voz suena bastante inestable, y solo puedo rogarle al cielo que él no lo note.

—Hola, vida —la calidez en su voz profunda no hace más que sacudirme el pecho violentamente.

Vida. Ese apodo se ha vuelto muy familiar para mí en las últimas semanas..., pero hoy duele. Muchísimo.

— ¡Vida! —Escucho una segunda voz femenina, que reconozco de inmediato—. ¡Amo esto! —Exclama con emoción.

Saber que estoy en altavoz y que Yunbi está acompañando a Seokjin justo ahora, solo logra que una abrumadora oleada de tristeza cree un enredo en la boca de mi estómago.

—Estamos regresando de la cena que tuvimos y pensamos... Bueno, pensé que sería lindo escuchar tu voz.

Se siente como si sus palabras fueran capaces de crear un agujero profundo y doloroso en mi corazón. Esto es una mierda, carajo.

A pesar de que mis labios siguen temblando debido a las inmensas ganas que tengo de romper en llanto, me limito a aclararme la garganta y procurar sonar lo menos sospechoso posible.

—Aquí estoy —murmuro.

— ¿Estás bien, Kookie-Kookie? —Yunbi pregunta, y automáticamente quiero pegarme la cabeza contra la mesa.

—Sí, solamente tengo mucho sueño —contesto con la verdad, mientras continúo frotándome mis párpados húmedos.

—Ve a descansar, vida —Seokjin agrega—. Mañana tenemos un largo día por delante.

—Lo sé.

Detesto ser tan cortante con él.

— ¿Qué te parece esto? —Vuelve a hablar y noto un matiz divertido en sus vocablos que no hace más que seguir doblegándome—. Tú, sushi, mini sushi y yo. Barbacoa hecha por mí. Mañana... Y probablemente Minjoo también.

—Uh, no pienso faltar —la embarazada espeta con gracia.

El miedo a quebrarme empieza a generar que mis palmas tiemblen también.

—En realidad, tengo planes —sueno neutro e incluso tedioso; sin embargo, agradezco el hecho de que mi voz no delata mi estado tembloroso actual mientras hablo.

Un silencio confuso se instala entre ambas partes de la comunicación telefónica.

—Oh, bueno —Seokjin prosigue y, para mi sorpresa, no lo escucho molesto ni desilusionado—. Quizás pasado mañana.

—Sí, quizás —murmuro y me apuro a continuar—: Tengo que irme, buenas noches a ambos.

Mi pulgar da por finalizada la llamada y el teléfono cae sobre la mesa.

Me cubro la boca con mis manos para ahogar el llanto que amenaza con abandonarme, y doy mi mejor esfuerzo por no llorar, aunque es lo único que deseo ahora mismo.

La ansiedad, la frustración y la incertidumbre que experimento parecen estar hundiéndome sin piedad. Odio saber que estoy en este apriete, odio ser consciente de mi inutilidad. Detesto tener en claro que no hay nada que pueda hacer para resolverlo, al menos no ahora.

El lamento me arde en los ojos, por más de que no es bienvenido. Lo que quiero —y necesito— es recobrar la calma, porque la vida sigue.

Me levanto de la silla e, inevitablemente, una lágrima cae por mi rostro.

En un impulso cargado de furia le doy un violento manotazo a la botella de alcohol y, como resultado, la misma termina estrellada en pedazos en el suelo.

Estoy tan jodido, carajo.

Jungkook se ve acorralado entre la espada y la pared para proteger el secreto de Seokjin y Yunbi... ¿Pero cuando llegará a su límite?
¿Que hará Wooshik para llegar al límite?

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