"Tendencia + Torpeza" (Adap.)...

Por jjkkbunie

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En donde Jungkook no tolera a su reconocido jefe y Seokjin estรก harto de su torpe asistente. ๐ŸŽ–#1 btsstory โ–ช0... Mรกs

โ€ข Sinopsis โ€ข
โ” Prรณlogo โ”
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Por jjkkbunie

Se siente como si pudiese gritar en cualquier momento.

La frustración y la incredulidad corren en mi sistema a alta velocidad, y creo que son el motivo de la rapidez en mis pasos. Incluso, las plantas de mis pies duelen un poco, pero probablemente también se deba a que mis zapatos son algo incómodos.

Sin embargo, no dejo de caminar, porque necesito alejarme lo suficiente de la aglomeración de personas interesadas en el evento. Con un poco de suerte, unas calles más arriba podré conseguir un taxi que me lleve a casa. Trato de encontrar un punto positivo, y ese es que el aire helado es bien recibido por mis nervios alterados.

Trato de concentrarme en el golpeteo rítmico que hacen mis pies conforme camino por la acera, pero la imagen de Seokjin mirándome con esa fingida culpabilidad sigue golpeando mi mente.

Mi mandíbula se aprieta con fuerza cuando el enojo vuelve a causarme comezón en las palmas.

—Cerdo —digo, aunque no hay nadie para escucharme.

Después de caminar seis calles, logro localizar un taxi y le indico mi dirección. Por suerte, es uno de esos conductores que no está interesado en charlar y, por ello, me relajo en el asiento trasero del vehículo y luego me limito a observar las calles familiares pasar por la ventanilla.

En el trayecto, no puedo dejar de pensar. Y llego a una conclusión.

No puedo enojarme con Seokjin por esto; no cuando ni siquiera estoy seguro de que me guste ni yo a él. De todas formas, no puedo evitar sentirme indignado hasta el carajo por solo saber que me mintió... ¿Cuál era su necesidad?

Estoy molesto y frustrado conmigo mismo, porque cometí la estupidez más grande del año.

Para empezar, nunca debí besarlo. Ni corresponder a sus besos. Tendría que haber sido más prudente y poner un límite, tanto a la situación como a sus acciones.

Pero no lo hice, porque disfruté cada momento que compartimos.

No puedo controlar a los recuerdos de los que he tratado de escaparme desde que subí al taxi; no hacen más que llenarme la cabeza y me impiden hacer otra cosa que no sea pensar en Seokjin.

Una vez que llego a mi edificio, le pago al conductor y le digo que se quede con el vuelto. No estoy de humor y quiero refugiarme en la comodidad y seguridad de mi casa lo antes posible.

— ¡Qué elegancia! —Exclama San apenas me ve pasar las puertas de la entrada—. Te ves bien, Kook.

—Gracias, San —me esfuerzo por sonreírle—. ¿Qué estás haciendo aquí? Es sábado, deberías estar divirtiéndote.

—Le pedí a mi padre si podíamos cambiar el día, saldré con Mia mañana en la noche.

—Salúdala de mi parte —le digo con amabilidad y jalo burlonamente de la gorra gris que trae en la cabeza—. Buenas noches, Sanni.

—Buenas noches, hyung favorito.

Su contestación logra mejorar un poco mi estado de ánimo y me roba una sonrisa sincera. ¡Nadie, nunca, jamás en la vida me había dicho "hyung favorito"!

Cuando las puertas metálicas del ascensor se abren en mi piso, me deslizo con pesadez hacia la entrada de mi hogar y rebusco perezosamente las llaves en mi bolsillo. Cualquier pensaría que quiero morirme ahora mismo.

Los incómodos zapatos vuelan a algún lado de mi sala una vez que logro entrar; a ellos, le sigue el saco azul, que aterriza sobre el sofá.

Un suspiro largo y lento brota de mis labios mientras niego con la cabeza. Esto es una mierda. Yo no debería estar sintiéndome así, y mucho menos debería estar pensando en lo que se avecina... No sé exactamente por qué me siento así.

Pero estoy seguro de que las cosas van a ser muy incómodas entre nosotros a partir de ahora. Él, probablemente, haga oídos sordos a lo que aconteció esta noche, pero yo no seré capaz de entrar en su despacho sin sentirme como un completo idiota.

No me sorprende en lo absoluto saber que, aparentemente, solo fui una distracción para él.

Luego de cambiarme la camisa por una camiseta, me desplomo en el sofá de la sala con la intención de olvidar todo, al menos por un rato.

El silencio reina en la estancia, pero es brevemente interrumpido por el sonido que emite mi teléfono al avisarme acerca de una nueva notificación.

Tomo el aparato y deslizo mi dedo por la pantalla para desbloquearlo.

Hay un mensaje de Nahyun en el cual me pregunta dónde carajos estoy. Otro de Yunbi, que me pregunta si me encuentro bien. Por otra parte, en Instagram, Jimin respondió a mi reciente historia diciéndome que soy guapo y que quiere mi número.

Como no estoy de ánimos para absolutamente nada, me limito a responderle solo a Yunbi, diciéndole (y mintiendo) que me encuentro bien.

Un bufido cargado de pesar se me escapa cuando pienso que ni siquiera pude embriagarme, como tenía pensado hacer. Todo en esa fiesta fue hermoso hasta que decidí ir a buscar a ese impresentable ser.

Mi intención de meterme en la cama para dormir hasta olvidarme de este día es interrumpida cuando mi teléfono comienza a sonar. Un nudo aprieta en mi estómago cuando mi subconsciente dice que podría tratarse de Seokjin, pero trago saliva y me obligo a tomar el aparato.

Un suspiro aliviado brota de mis labios al ver que se trata de San.

—San, ¿estás bien?

—Jungkook, ese tipo otra vez se metió al ascensor y no pude detenerlo. ¿Tienes problemas con él? Parece enojado. Creo que puedo con él, ¿quieres que vaya a sacarlo?... O puedo llamar a la policía. ¿Qué hago?

El tono nervioso y ansioso de San no se compara con la forma en la que mi corazón comenzó a latir; a toda velocidad y con rudeza pura.

Es Seokjin.

—Yo me encargo —le digo, y me sorprende lo determinante que acabo de sonar.

San me dice algo más pero, entonces, un puño cerrado golpea contra mi puerta y me apresuro a cortar la comunicación.

—Jungkook, abre —escucho la ronca y elevada voz de mi jefe que, al parecer, cree que vivo solo en el edificio—. Sé que estás ahí, ábreme.

Mis párpados se cierran y exhalo con lentitud el aire que ni siquiera sabía que estaba conteniendo; los latidos de mi corazón son raudos e incluso incómodos, pero estoy decidido de ponerle un freno a este hombre.

— ¡Jungkook! —Exclama, sin dejar de golpear.

Doy pasos firmes hasta alcanzar la puerta y, de un tirón, abro la misma. Entonces, me encuentro con el rostro apenado de Seokjin y me cruzo de brazos.

—Los vecinos —le reprocho con indiferencia—. No necesitan enterarse que estás aquí.

—Gracias por abrir —espeta temblorosamente.

La intención de Seokjin es entrar a mi apartamento, pero mi brazo se interpone y le bloquea la entrada. En respuesta, él no dice nada, ni siquiera se mueve. Se limita a mirarme con sorpresa, con ese gesto descompuesto que parece haber poseído su rostro.

— ¿Qué es lo que quieres? —Pregunto, sin molestarme en ocultar la molestia que siento por su presencia a mí alrededor.

—Hablar —contesta, y cada vez suena más desesperado.

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Niego con la cabeza firmemente.

—A menos que sea algo laboral, no tenemos nada de qué hablar.

—Niño...

La intención de Seokjin es tocarme cuando eleva su temblorosa mano derecha, pero me aparto con rapidez, como si su tacto fuese una agonizante peste.

—Intenta tocarme una vez más y te rompo la cara —le advierto, sonando tranquilo y determinante.

Seokjin parpadea unas veces mientras me mira, y su ceño se frunce levemente. Está asombrado por mi reacción, aunque no sorprendido.

—Tenemos que hablar —repite—. Por favor, déjame...

—No, no es cierto. Tienes que irte.

No voy a darle más espacio a sus mentiras. No estoy dispuesto a escuchar sus patrañas ni esta noche, ni ninguna otra.

—No es lo que parece —tiene el descaro de decir.

Una risa irónica y amarga se apodera de mis labios.

—Oh, ¿de verdad? —Ladeo un poco la cabeza—, ¿qué es, entonces? Creo que todo lo que vi es una simple ilusión, ¿cierto?

—Yo solo... —Se detiene de repente, como si las palabras muriesen en la punta de su lengua solo para tomarse un momento para pensarlo mejor—. Sé que tú no tienes experiencia y no quería que te sintieras presionado. Yo necesitaba... Quería...

Una sensación de abrumadora furia comienza a crecer en mi interior, porque no puedo creer la estupidez que acaba de soltar. Tampoco puedo creer la forma en la que está divagando, tirando contestaciones absurdas y que parecen al azar.

¿Quería follar y, como yo nunca le di luz verde para llegar a esos extremos, no tuvo mejor idea que irse a coger a su mano derecha mientras tenía a ciento cincuenta invitados ricachones en una fiesta?

Estoy tan cansado de su mierda.

— ¿Qué demonios...? —Suelto en un gruñido y vuelvo a negar con la cabeza en una negativa cargada de indignación—. Vete o te voy a sacar a patadas del edificio. Te juro, Seokjin, estás acabando con mi infinita paciencia.

—Por favor —su tono se escucha suplicante y genuinamente dolido—, sé que estuve mal.

Quiero gritar de la frustración. Quiero que esto deje de afectarme. Quiero que este tipo me deje en paz. Quiero dejar de fingir que no estoy dolido.

— ¿Sabes lo que creo, Seokjin? —Empiezo, haciendo uso de una voz que delata mi desasosiego—. Que al estar encerrado en el clóset, necesitas saber con seguridad de que al menos tienes un culo confiable en donde meter tu maldito pene. De lo contrario, te morirías, ¿no es así?

A mis declaraciones, le sigue un tenso silencio en donde Seokjin y yo nos sostenemos la mirada durante unos instantes. Algo se revuelve en mi interior cuando noto que sus ojos están algo cristalizados.

—Niño, eso no...

—Dejaste sola a Yunbi en esa fiesta de mierda —le interrumpo—, sabes que ella ni siquiera quiere estar ahí. Vete ahora, Seokjin, no volveré a repetirlo.

Nombrar a Yunbi, por supuesto, es tocar su punto débil. A juzgar por su expresión, él ni siquiera recordó a la dama cuando tomó la estúpida decisión (seguramente por impulso) de venir a mi casa a estorbar y desequilibrar mi existencia.

—Estaré libre en dos horas —me informa y traga saliva—. ¿Podemos...? Por favor, ¿podemos hablar más tarde?

—No —no dudo ni balbuceo al replicar.

—Jungkook -—pronuncia con dureza y un escalofrío de inquietud pura me recorre el cuerpo de pies a cabeza. Luce colérico ahora, como si estuviese a punto de estallar.

— ¡Dije que no!

Seokjin se queda quieto, con sus ojos fijos en los míos. No sé qué es lo que intenta ver en mí, pero apuesto a que no le gusta el humor que logró en mí. Su gesto triste y apagado no hace más que estrujarme el pecho, pero me enfoco en no dejarle ver cuán afectado me encuentro realmente. Ni siquiera eso merece.

—De acuerdo —dice en voz baja—, perdón por molestarte.

Su expresión y su voz son más serenas y apáticas de lo que espero; pero no luce feliz. Es como si estuviese teniendo una crisis o un debate en su interior, como si luchara contra sus propios impulsos, como si el resentimiento estuviese apoderándose de todo lo que es.

Ninguno se anima a decir otra cosa y, una vez que sus piernas parecen reaccionar, Seokjin se da la vuelta para alcanzar las escaleras, porque carece de interés en utilizar el elevador.

De repente, se frena en seco y vuelve a girarse hacia mí, mientras que sus labios se entreabren listos para retomar la palabra.

Sin embargo, yo soy más rápido que su voz y cierro la puerta de mi apartamento.

Respiro profundamente y apoyo mi frente contra la madera que compone a la entrada.

No sé qué carajos siento. Todas mis emociones están hechas un desastre, un remolino que parece envolverme en una insoportable nube de confusión.

Una parte de mí está feliz por haberle puesto un límite al hombre que me vio la cara de estúpido.

Pero otra parte, mucho más chica y sensible, se lamenta una gran pérdida.

Procedo a llorar por mí Jungkook ;;----;;

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