Engañar al que engaña es doblemente entretenido
—Jean de La Fontaine
Estoy muy nerviosa, este baile puede arreglar todo o joderlo. Miro a la chica reflejada por el espejo, con un traje rojo.
— Riley no sé si esto sea buena idea.
— Si lo es, ahora haz lo que te he dicho
Con inseguridad asiente, para que la música comience a sonar.
Lo único que ve el público es la sombra de una mujer, extendiendo la pierna de manera coqueta, añadiéndole unos movimientos de muñeca siguiendo con las caderas.
Los hombres abuchean, cosa que no me sorprende, pero allí es donde entra la voz neutra, pero con un toque de picardía a la hora de advertir que no van a ver más si siguen abucheando, eso los calma.
— ¡Todos quieren ver esos pasos de baile con más nitidez, ¿cierto?!
Por unos instantes se escucha un pequeño murmullo, que se detiene de golpe, pero igualmente sé que ya lo están deseando.
—¡Demuestren cuanto ansían ver a su bailarina!, ¡aplaudan, vitoreen y silben!
La música rompe al igual que sus aplausos y a lavaciones, es allí cuando todo el mundo ve a la mujer sonreír, mientras que sus pasos y movimientos se vuelven más sensuales e intrigantes.
— ¡¿Soy la única que ve mucha ropa?!
— ¡No!
Gritan unos pocos
— La bailarina no os ha oído. ¿Soy la única que ve mucha ropa?
Vuelven a negar, pero esta vez con más interés, no puedo evitar sonreír, pues la prenda cae dejando a la vista un top en el que sobresalen dos senos.
El movimiento de caderas se vuelve más rápido acompañando a la música, al igual que los pechos y los brazos.
— ¡Acércate preciosa!
Me repugna el comentario, pero lo hago, todo para quedar en primera fila delante de mis acompañantes que están boquiabiertos, por ser yo la que baila y no Betsabé
Me muevo por la primera fila, oyendo a los demás hombres pedir que me acerque.
— No te hagas de rogar y acércate...
— Señores, hoy hay bailarina de comer, Pero como siempre al mejor postor...
Me acerco hacia el hombre que grito la anterior frase y comienzo a mover las nalgas cuando me las toca, noto que tiran de mi brazo y es Ronan, para disimular le bailo llegando hasta donde se había sentado.
— ¡El caballero no se equivoca, el que más demuestre que la quiere en sus aposentos se la lleva! ¡Silben, aplaudan y vitoreen!, que se note que les tiene contentos.
Eso es lo que hacen. Doy un saltito para atrás para seguir moviendo el culo, con una sonrisa sabiendo que esto está más que ganado.
El espectáculo termina conmigo moviendo las caderas y el pecho.
— ¡¿Les gusto?!
— ¡Sii!
— ¡¿Seguro?!
— Si
Afirman haciendo aún más bullicio, tiro un beso al aire antes de que me vaya del lugar.
[...]
Acabo de abrocharme el pijama de dos piezas color blanco con tiras azules, Tengo mucho sueño, pero debo secar mi cabello húmedo por la ducha que me di previamente.
La puerta se abre y al ver que son el par de némesis sigo con mi labor de secarme el pelo.
— ¿Podríais tocar la puerta al menos?
— No, no podemos.
— ¿Cómo se te ocurre?
— En ningún momento dije que ella fuera a bailar. Solo dije que le enseñaría... Además, no es tan, grave, solamente hice esto.
Repito un par de pasos hasta llegar al frente de los dos que estaban tensos.
— No vuelvas a hacerlo.
— Últimamente, estáis muy juntos para odiaros, ¿no creéis?
Cambio el tema.
— Di que no lo volverás a apostar con tu vida Riley.
— No diré eso.
— Riley...
— Puedo hacer lo que me plazca con ella, es mía, ¿no?
— Y nuestra
Dicen a la vez, niego recordando eso de "eres mía".
— Promételo.
— Que no
Digo tajante, en ese instante el pelinegro me alza unos segundos antes de dejarme sobre su regazo, me iba a azotar. Lo confirmo cuando baja mi pantalón a pesar de que me sacudo.
— Pensaba que ya habías tenido suficiente pequeña.
— Pero es que no he hecho nada... Ro...
Callo cuando mi nalga rebota por su mano, no tardo en tener ganas de llorar, ya que nunca me habían puesto una mano encima, vuelvo a intentar sacudirme, pero me asienta otra nalgada.
— Si quieres que se detenga, promételo
Miro a Ronan, con cara de súplica, pues esta debe ser la nalgada número diez.
—Ya... por favor... ¡Por favor!
La primera lágrima se escurre, pero no es cien por cien por culpa del dolor, sino porque me preocupa que me esté humedeciendo.
— Para... Ronan dile que pare... me duele
— Lloras porque te siente culpable, ¿verdad?, pequeña
Niego, ahogando un grito.
— ¿Te sientes culpable porque te está gustando?... ¿Te gusta que te azote pequeña?
Acabo por asentir, miro al rubio que me analiza por completo, apenas siento mis glúteos, por lo que me rindo...
— No pondré más mi vida en peligro.
— ¿De quién eres?
— Vuestra. Toda vuestra, pero detente ya.
Su mano choca contra mi piel por última vez, y gimoteo.
— Te dije que no te pasaras.
Aspiro de sorpresa, cuando noto un líquido frío sobre mi piel seguido de unos masajes en círculo.
— no te tenses, es crema.
Sé que es el rubio quien la aplica. Noto como su mano hace un rastro hasta meterse dentro de mí, lo que hace que, que me sujete al pelinegro.
— Tenías razón.
Callum ataca mis senos, lo que me hace volver a respirar sonoramente, trato de controlar mis emociones cuando Ronan comienza a masajear mi zona, con la finalidad de lubricarla más
— ¿Sabes qué está haciendo Ronan?, está mirando como sus dedos salen y entran de ti cada vez más húmedos.
— N-nos van a dess... cubrir
Como la otra vez noto que estoy a punto de llegar, y aunque no aviso, el intentar que me penetren más rápido lo dice todo.
— No te vengas.
La piel me suda, pues estoy requiriendo de toda mi energía, para poder contenerme
— ¿Puedo?
Susurro notando como una gota se desliza por la parte interna de mi muslo
— Ahora
Suelto todo, dejándome caer en el regazo del pelinegro, ni siquiera tengo fuera para levantarme, pues la ola de placer es la más grande hasta el momento. La vergüenza llega cuando, noto el líquido sobre mí, seguramente llego a manchar a Lubóng. Abro los ojos para notar que me divisa, su mirada es tan penetrante que cierro de nuevo los ojos.
El mencionado anteriormente me deja sobre la cama, y allí escondo la cara, agachándola.
— Abre las piernas pequeñas.
Tardo un minuto, pero lo hago, poniéndome aún más roja.
— ¿Riley sabes quién será?
Asiento a la primera, pero aún más muerta de la vergüenza.
— Míranos Riley
Esta vez niego, pero al ser tan insistentes, levanto la vista viendo que tienen a su amigo en el exterior.
— ¿Quién?
— N-no lo voy a decir.
Esto es raro, pero me gusta. Y el simple hecho de que esté haciendo esto con dos hombres... Uf mama hubiera estado totalmente desacuerdo con mis actitudes.
Cuando salgo mis pensamientos los dos están a un lado, cada uno tratando de sonsacarme el nombre.
— Dudo que ninguno de los dos se enfade porque elijas al otro, ojitos, así que dilo
— ¿Quién te gustaría que rompiera tu pequeño coño?
— L... los dos
Suelto, he estado pensando en cómo sería, en cuanto me dolería, porque lo que les cuelga no es normal, y tampoco me podía decidir.
— Me gustaría que fuerais los dos
Vuelvo a pensar en otra cosa que es que sus miembros se restarían tocando, por lo cual dudo que acepten.
—Te dolería demasiado
— Podría sobrellevarlo
— Esto no se trata de lastimarte.
— Es lo que quiero.
— ¿Estás segura, ojitos?
— Mumm
Mi afirmación se vuelve gemido por lo que me decanto a callar, nuevamente los tengo a los dos delante tomando sus miembros tal y como la anterior vez. Recorren mi intimidad, Cada uno me toma de la cintura para ir entrando poco a poco. El dolor evidentemente aparece, tan fuerte que no puedo evitar llevar mi mano al cabezal de la cama.
— Dios
Digo, Ronan besa mis labios, tratando de hacerme más ameno ese dolor, mientras que Callum se resigna aceptando, la situación. Cada vez que se mueven me duele demasiado, tanto que llego a llorar, y a punto de decir que se salgan, pero cuando abro los ojos ya se detuvieron.
— Ya está preciosa
Me dice Lúdop, dejan un margen de tiempo para que me acostumbre, una vez que eso sucede comienzan un vaivén tan doloroso como la entrada. Pero cuanto más tiempo pasa más lejos, quiero que lleguen los dos miembros, no se concentran en solo eso, pues parecen tener la suficiente técnica a diferencia de mí para poder mimar otras partes de mi cuerpo.
Ya no me aguanto de la cabeza por dolor, sino porque las embestidas son tan fuertes y rudas que me empujan de un lado a otro
— Si supieras lo hermosa que te ves así pequeña, mojada, sudada, y roja por nosotros.
Se ponen de acuerdo mentalmente, ya que empiezan a embestir mucho más rápido, logrando que me desagua como la mantequilla al fuego.
Respiran tan agitados como yo, se esperan unos segundos antes de salirse lentamente y allí es cuando veo una cascada blanca.
Esta llega a tocarme, pero Lúdop toma su camiseta limpiándome antes de dejarse caer a mi lado, al igual que el pelinegro. Pensar que acabo de perder mi virginidad hace que sonría, dándole un pico a los dos y cerrar los ojos para dormir.
No sé dónde llevará esto, ni si van en serio. Pero sigo teniendo el mismo objetivo huir de Lacronette.