"Tendencia + Torpeza" (Adap.)...

By jjkkbunie

116K 15K 6.3K

En donde Jungkook no tolera a su reconocido jefe y Seokjin estรก harto de su torpe asistente. ๐ŸŽ–#1 btsstory โ–ช0... More

โ€ข Sinopsis โ€ข
โ” Prรณlogo โ”
๐ŸŽ๐Ÿ
๐ŸŽ๐Ÿ
๐ŸŽ๐Ÿ‘
๐ŸŽ๐Ÿ’
๐ŸŽ๐Ÿ“
๐ŸŽ๐Ÿ”
๐ŸŽ๐Ÿ–
๐ŸŽ๐Ÿ—
๐Ÿ๐ŸŽ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ‘
๐Ÿ๐Ÿ’
๐Ÿ๐Ÿ“
๐Ÿ๐Ÿ”
๐Ÿ๐Ÿ•
๐Ÿ๐Ÿ–
๐Ÿ๐Ÿ—
๐Ÿ๐ŸŽ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ
๐Ÿ๐Ÿ‘
๐Ÿ๐Ÿ’
๐Ÿ๐Ÿ“
๐Ÿ๐Ÿ”
๐Ÿ๐Ÿ•
๐Ÿ๐Ÿ–
๐Ÿ๐Ÿ—
๐Ÿ‘๐ŸŽ
๐Ÿ‘๐Ÿ
๐Ÿ‘๐Ÿ
๐Ÿ‘๐Ÿ‘
๐Ÿ‘๐Ÿ’
๐Ÿ‘๐Ÿ“
๐Ÿ‘๐Ÿ”
๐Ÿ‘๐Ÿ•
๐Ÿ‘๐Ÿ–
๐Ÿ‘๐Ÿ—
๐Ÿ’๐ŸŽ
๐Ÿ’๐Ÿ
๐Ÿ’๐Ÿ (๐Ÿ)
๐Ÿ’๐Ÿ (๐Ÿ)
๐Ÿ’๐Ÿ‘
๐Ÿ’๐Ÿ’ (๐…๐ˆ๐๐€๐‹)
๐„๐๐ˆ๐‹๐Ž๐†๐Ž
๐„๐ฌ๐ฉ๐ž๐œ๐ข๐š๐ฅ #๐Ÿ: "El Niรฑo"

๐ŸŽ๐Ÿ•

2.4K 361 205
By jjkkbunie

— ¿Qué está haciendo aquí? —Solo eso tengo en mente, por ende, es todo lo que brota de mis labios.

Seokjin me mira mientras traga saliva reiteradas veces y la puerta del ascensor se cierra, por lo que él se tambalea hasta encontrar soporte en la pared del corredor.

Por mi poca experiencia lidiando con borrachos, el tipo parece estar ahogado en alcohol. La forma errante en la que su cuerpo se balancea y la manera en la que sus párpados se entrecierran lo confirman. Además, toda su persona desprende un horrible olor a licor que se mezcla con su perfume costoso.

— ¿Conoces al chico de abajo? —Pregunta con la voz ronca y arrastrada, ignorando por completo mi cuestionamiento.

—Sí, es el hijo de uno de los conserjes —contesto de vuelta, y automáticamente me siento un idiota por darle detalles (que no necesita saber) sobre San—. ¿Ya me dirá qué está haciendo en mi casa?

— ¿Me lo puedes presentar? Llevaba largo tiempo sin ver un rostro tan lindo —dice, mordiéndose el labio inferior.

Ruedo los ojos.

—Usted está borracho, ¿lo sabía?

Entonces, la mano que él tenía escondida detrás de su cintura aparece, revelando el último álbum de mi rapero favorito. Siento que las puntas de mis dedos laten de la emoción. Cumplió con la promesa que jamás prometió.

—Oh... —Suelto, anonadado—. Oh...

— ¿Lo quieres? —Murmura con gracia, moviendo el obsequio.

—Sí.

— ¿Y qué me darás a cambio?

Siento que el universo entero ha decidido aminorar su apresurado andar para permitirme procesar lo que acaba de decir... Uno, dos, tres, cuatro segundos pasan y yo sigo callado. De todas formas, no consigo interpretarlo.

—Nada, por supuesto. Rechacé su dinero a cambio de eso, ¿lo recuerda? —Digo, y me cruzo de brazos. Estoy totalmente listo para discutir con el borracho de mi jefe.

— ¿No lo venderás por Internet, ni-ni-ni?

—No, Seokjin.

— ¿Lo escucharás, ni-ni-ni?

Quiero y necesito reírme. Pero debo contenerme, porque ebrio o no, él es mi jefe; y si mañana recuerda que me reí de él en su cara, me hará la vida imposible en el trabajo.

—Sí, Seokjin.

— ¿Y pensarás en mí cuando lo escuches?

Mi ceño se frunce automáticamente.

— ¿Por qué debería pensar en usted mientras escucho a mi amo y señor Agust D? —Reprimo; incluso formular aquello me resulta una completa locura.

—Bien. Tómalo, es tuyo.

Seokjin me arroja el álbum y mis desesperadas manos se mueven a su rescate para atraparlo en el aire. Cuando lo tomo y veo que está autografiado, mis labios se presionan con fuerza intentando contener la amplia sonrisa y el histérico grito que anhelo expresar.

«Para Jeon Jungkook, con mucho amor.

Agust D.

P.D.: Y muchos abrazos. »

Tengo la necesidad de gritar, pero hacer eso me metería en problemas con mis vecinos.

—Esto es... súper... increíble —espeto con voz casi chillona mientras que mis mejillas duelen por la manera en la que sonrío—. Venga aquí, necesito abrazarlo.

—No des un paso más —levanta su palma como una barrera ideal para impedir nuestro acercamiento. Con su otra mano solicita el elevador y mi ceño se frunce.

—Seokjin, ¿cómo regresará a su casa?

Con la boca cerrada y sin mirarme, me enseña las llaves de su coche... Uno de los tantos que tiene.

—No puede conducir. Está ebrio, podría tener un accidente o provocar uno.

—No tengo tanta suerte.

—Seokjin —insisto; entonces él, lentamente, se gira para encararme—. Hablo en serio. Si usted se mata, yo me quedo sin empleo.

Una carcajada natural se le escapa al hombre pasado de copas que tengo a centímetros de mí. Luego, suelta un profundo suspiro.

—Aprecio mucho tu honestidad, niño —habla—. Pero no necesito que te preocupes por mí.

—En la mañana Yunbi le dijo que no bebiera demasiado —agrego, con la esperanza de hacerlo entrar en razón—, la hará enojar.

— ¿Entonces qué es lo que el niño inteligente sugiere? —Comienza a hablar con aquel tono tan irritante que tanto detesto—. ¿Invitarme a pasar la noche en su departamento barato y funesto?

Algo se estruja dentro de mí con violencia, pero me obligo a ignorar la sensación de enojo que me invade. Me repito, una y otra vez, que él está ebrio y que —probablemente— no diría algo semejante si se encontrara sobrio.

—Le llamaré un taxi —le respondo serenamente.

—No.

Es cuando voy a responder, que las puertas del elevador se abren frente a Seokjin, quien no demora más de un segundo en ingresar a la caja metálica sin siquiera despedirse.

Pero antes de que pueda marcharse, me adentro a la reducida estancia también.

— ¿Qué demonios crees que estás haciendo? —El jefe refunfuña con una expresión molesta—. ¡Estás descalzo!

El ascensor comienza a bajar con nosotros dentro.

— ¡Y usted está alcoholizado! —Replico, igualando su tono—. Si se atreve a conducir en este estado, mañana mismo le revelaré a todo el mundo que es gay.

Un grito ahogado se escapa de su garganta, al mismo tiempo que abre la boca y se lleva ambas manos al pecho. Se dedica a observarme como si yo fuese la criatura más cruel existente en la tierra.

—No te atreverías...

— ¿Quiere apostar? —Levanto las cejas—. Apuesto mi nuevo álbum autografiado.

Seokjin emite otro grito ahogado, más ruidoso y exagerado que el anterior. Sabe que no estoy bromeando.

—No quiero que un maldito chofer, que no es mi chofer, conozca el camino a mi casa en donde vivo con mi mujer lesbiana —gruñe, golpeando la dura pared. Su fastidio es casi palpable—. Soy muy precavido y me gusta mi privacidad.

— ¿Por qué no llama a su chofer?

—Le di la noche libre, es el cumpleaños de su hija.

— ¿Y Eunwoo?

—Ese mocoso es parte de la categoría "un maldito chofer".

Las puertas se abren sorpresivamente una vez que llegamos a la planta baja, y lo primero que mi jefe y yo vemos es el rostro desorientado de San.

—Hola, San. Ignora nuestra presencia, ya nos vamos —le digo con una pequeña sonrisa.

—Hola, niño —Seokjin agrega al mismo tiempo.

La confusión se apodera del rostro del jovencito mientras que mi jefe lo saluda inocentemente con su mano izquierda. Por mi parte, me apresuro a presionar el botón para regresar a mi piso.

— ¿Y ahora a dónde mierda me llevas? —Mi jefe pregunta, haciendo uso de un tono exasperado y cansado.

No le ofrezco ninguna contestación. Me limito a mirar al frente y cruzarme de brazos.

—Niño —insiste en que le responda e incluso empuja levemente mi hombro, pero no cedo—. Ni-ño...

No pienso dirigirle la palabra hasta mañana y espero que lo deduzca por mi rostro.

—Niño, ¿qué te pasa? —Continúa y, por extraño que parezca, suena como si estuviese preocupado. Me mira el rostro con detenimiento y un pequeño puchero se forma en sus labios gruesos—. Oh... Creo que ya sé...

Mantengo mi postura seria y callada, aunque por dentro me siento ansioso por oír lo que va a decir.

—Te molestó que le diga "niño" al chico bonito —afirma, y soy capaz de percibir la sonrisa en el tono de su voz. No se molesta en reservarse la fuerte carcajada que se formó en su interior—. ¿Niño está celoso?

—Mi nombre es Jungkook —murmuro.

Los nervios previos que sentí aumentan considerablemente dentro de mí cuando Seokjin envuelve uno de sus brazos alrededor de mi cuello en un abrazo incómodo y algo bruto. Con su mano libre, aprieta mis mejillas, por lo que mis labios efectúan un puchero que no quiero hacer.

A pesar del pánico que me genera que mi jefe me esté tocando, me esfuerzo por mantener una expresión serena.

—Sabes que eres mi niño —dice con gracia, jugando con mis cachetes—. No te reemplazaría por nadie en el mundo... Bueno, por casi nadie, porque si el chico bonito me...

—Suélteme, ebrio antiestético.

Me obedece, pero no deja de reírse.

— ¿Vas a tenerme como prisionero, niño? —Comienza a decir sarcásticamente—. Te lo advierto: soy muy irritante.

Una risa igual de sarcástica se me escapa y Seokjin vuelve a llevarse las manos al pecho. Dios, ¡no hay hombre más dramático que él! Me pregunto cuál será su signo zodiacal.

— ¿Te parezco irritante...?

—No me parece. Es un hecho.

Las puertas del elevador se reabren en mi piso y le hago una seña a mi jefe para que avance. Para mi sorpresa, lo hace sin protestar, pero sin despegarse de aquella amargura inquebrantable que predomina en su rostro.

—Sus opciones son las siguientes, Seokjin: llama a su chofer, lo acompaño a un hotel, le llamo un taxi, llamo a Yunbi o se queda aquí. Decida rápido, tengo que dormir.

Una mueca peligrosa se desliza en sus labios antes de que dirija sus pasos hacia el interior de mi apartamento. Mis ojos se presionan con fuerza, y es entonces cuando comienzo a maldecirme a mí mismo por la manera ridícula en la que estoy sintiéndome; todo mi sistema está en alerta por la simple presencia de mi jefe, y eso me parece tan absurdo.

— ¿Cómo te las ingeniaste para pagar por este lugar? —Es lo primero que el arrogante ogro espeta cuando ingresa a mi apartamento. Parece estar analizando hasta el espacio más recóndito de la estancia mediana—. ¿Sedujiste a una abuela y te heredó millones?

—Mis padres lo compraron para mí. Fue un regalo por mi graduación hace unos meses —replico desinteresadamente—. Puede dormir en mi cama, le prestaré ropa.

—De acuerdo —murmura, mientras se dedica a mirar el aparador junto a la puerta de mi habitación, el cual se encuentra decorado por muchísimas fotos de mi numerosa familia.

—Se dice gracias, no "de acuerdo" —contesto, no sabiendo con exactitud cómo moverme con él alrededor.

Esto es estúpido. Estoy en mi maldita casa y me siento más incómodo que nunca.

—Te daré las gracias cuando me consigas el número de Han.

—En primer lugar: su nombre es San. En segundo lugar: él tiene novia.

Ante mi contestación, Seokjin se gira hacia mí, su vista aburrida y para nada sorprendida se alza para encontrarme.

—Yo también tengo novia, ¿cuál es el problema?

Sostengo su mirada durante breves instantes, pero corto con ello para negar reiteradas veces con la cabeza. Él es increíblemente odioso, sí.

Sin embargo..., debo admitir que su comentario me resulta tan audaz y original que me parece digno de una risa, al menos. Pero no. No le daré el gusto.

—Venga, señor inteligente. Es hora de que se duerma y deje esa borrachera.

Avanzo hasta mi cajonera y busco algunas prendas casuales para poder prestarle. Por encima de mi hombro, observo que el hombre se sienta sobre el colchón y sigue mirando su alrededor.

— ¿Esta es tu mamá?

Me giro hacia él y sonrío de lado al darme cuenta que se refiere al marco que contiene la fotografía de mi padre y Hyanie.

—Sí. Bueno, mi madrastra —me encojo de hombros—. La considero mi madre.

—Las fotos de la sala, ¿quiénes son?

—Primas, primos, tíos, tías... Mi familia es muy grande —contesto, al tiempo que le hago entrega de la ropa—. Lamento no poder decirle con exactitud de qué marca son estas prendas, pero le aseguro que están limpias y huelen bien.

— ¿Tienes comunicación con todos? —Continúa, pasando por alto mi información acerca de la ropa que le presto.

—Sí, por supuesto. No los veo seguido, la gran mayoría residen en Busan.

Noto que un atisbo de sonrisa se forma en los labios rellenos de mi jefe, pero la contiene.

—Sabía que eras de Busan. Eres muy torpe.

—Mi torpeza no tiene nada que ver con mi lugar de nacimiento —refuto con cierta indignación—. ¿Necesita algo más?, ¿un vaso de agua, quizás? Puede utilizar mi cargador si su teléfono–

—Niño, ¿tu familia...?, ¿se reúnen para las festividades?

Hay algo mal con este tipo, no debo ser un genio o conocerlo demasiado para percatarme de ello. Ya no noto la indiferencia o arrogancia en su tono, en cambio, suena melancólico.

—Sí, lo hacemos cada año —respondo y, cautelosamente, me siento junto a él—. Seokjin, ¿hay algo de lo que quiera hablar?

El silencio que le sigue a mi pregunta es tenso, pesado y cargado de incertidumbre. Mi mirada está fija en él y soy testigo de cómo su expresión comienza a quebrarse en contra de su voluntad, pues se esfuerza por bajar la cabeza para que yo no pueda verlo.

Entonces, lo escucho sollozar.

Pareciera como si todo en su interior se mezclase y estallara en pequeñas y dolorosas dosis.

—Seokjin, ¿qué sucede? —Expreso con genuina preocupación, pero no me atrevo a tocarlo.

Con el dorso de su mano veo que se limpia las lágrimas que caen de sus ojos y siento que mi estómago se aprieta fuertemente.

—Yunbi es mi única familia —finalmente dice, con evidente frustración, como si una batalla se desatara en su interior—. Y mis días con ella están contados, no vamos a poder sostener nuestra farsa durante mucho tiempo más... No quiero perderla, niño, voy a morir en el preciso momento en que ella se aleje de mi lado.

— ¿A qué se refiere con perderla? —Pregunto, porque deseo con todas mis fuerzas comprender—. Yunbi lo adora, nunca lo abandonará.

—El señor que vino a visitarme hoy es el padre de Yunbi. Nahyun de seguro te lo comentó —espeta de regreso y bufa profundamente, levantando un poco la mirada pero sin observarme a la cara—. El hombre vino a protestar, ¿sabes? Quería saber por qué su hija y yo llevamos más de un año comprometidos, cuando deberíamos habernos casado hace meses. También quería saber por qué su hija no está embarazada, porque considera que Yunbi está en la edad ideal para tener un bebé.

—Seokjin, ni él ni nadie puede obligarlos a hacer algo que no quieran —le digo, midiendo su reacción—. Sí, es una costumbre que el compromiso y el casamiento vayan casi de la mano, pero no siempre tiene que ser así. Y lo del bebé...

—No podemos hacer una inseminación artificial —me interrumpe, con la mirada perdida en un punto fijo del suelo—. Su padre es el cirujano mejor pagado del país y una eminencia para la medicina. Si tan solo nos atreviéramos, él se enteraría en un segundo.

De pronto, hablar se siente como la cosa más difícil del mundo para mí. Es como si mis cuerdas vocales se negaran a emitir cualquier sonido y solo puedo escuchar todo lo que él tiene para decir.

—Le dije a Yunbi que podríamos intentarlo, ya sabes, hacer un bebé como cualquier pareja. Podemos hacerlo —asiente para sí mismo, seguro de sus dichos—. Pero Minjoo se puso como loca, tuvimos una discusión muy fuerte esa noche... Y es entendible. Vamos, ¿qué pensarías tú si tu pareja está dispuesta a tener sexo con su prometido por conveniencia solo para complacer a los demás?

No puedo enviar la sensación de pena y aflicción lejos de mi sistema. No puedo evitar sentirme totalmente conmovido por este hombre que parece portar una armadura de hierro a todas horas, pero que ahora mismo, es el ser más indefenso y lleno de miedos y preocupaciones.

—Seokjin, yo... No sé qué decirle...

—Y Yunbi está tan cansada —prosigue, como si se encontrase volando en medio de sus dilemas—. Ella quiere ser libre con Minjoo. Quiere ir a cenar con ella, caminar de la mano con ella, presentarla a su familia formalmente... Pero no puede, y eso la destroza. Y, al mismo tiempo, me destroza a mí.

—Usted la ama muchísimo —digo con un tono afirmante, porque es verdad—. Tienen que hacer lo que sea mejor para ambos, y dejar de sufrir. Seokjin, la sociedad ha cambiado muchísimo en los últimos años y ya no condena a los homosexuales, ¿qué es lo que le preocupa?

—Pero sí condena a las celebridades, siempre ha sido así. Me preocupa la revista, me preocupa mi trabajo, me preocupa Yunbi —un largo suspiro brota de su boca—. Ya puedo ver lo que dirán los encabezados... "Kang Yunbi no fue suficiente para Kim Seokjin", "Kim Seokjin prefiere la compañía masculina que la de Kang Yunbi".

—Nunca será feliz si se preocupa demasiado por lo que un montón de personas envidiosas y mediocres puedan decir sobre usted.

—No me importa lo que digan sobre mí. Me importa lo que digan de Yunbi, niño. Me niego a verla humillada, triste, apagada... Este mundo de mierda no es mundo si ella está triste. No puedo permitirlo —vocifera, y continúa con las lágrimas.

La incomodidad previa que cargaba en mis hombros a causa de mi jefe se esfuma de un segundo a otro, y me atrevo a poner mi mano sobre su hombro. Él mira de reojo mi gesto cuidadoso, pero no dice nada.

—Seokjin, puedo comprender su miedo —empiezo a decir, brindándole una caricia suave a su hombro—. Pero usted debe comprender que se merece ser feliz, al igual que Yunbi. Sé que usted tiene muchos admiradores a lo largo del mundo, y estoy completamente seguro de que a ellos no les importará si es gay, bisexual o heterosexual. Siempre lo apoyarán sin cuestionar su orientación sexual.

El jefe permanece en silencio y cabizbajo, sus manos juntas sobre el regazo.

—La decisión que tome estará bien, siempre y cuando la tome para su propio bienestar y el de Yunbi —finalizo.

Los ojos de Seokjin y los míos se encuentran por unos segundos, pero él aparta la mirada y se frota los párpados.

—Estoy muy borracho, no debería hablar contigo sobre esto.

—Pero ya lo hizo, porque sabe que puede confiar en mí —contesto—. ¿Se siente mejor ahora que ha soltado todo eso?, ¿más liviano, quizás?

—No.

—En ese caso, lo lamento —mi voz se suaviza un poco más mientras hablo—. Generalmente, contarle los problemas o miedos a alguien consigue que el alma se relaje un poco.

—Estoy bien —habla, tratando de sonar frío y sereno, pero falla en el intento—. Deberías descansar.

—Sí, usted igual —le replico y me levanto, aunque una leve sensación de decepción me aborda—. Buenas noches, Seokjin. Despiérteme si necesita algo.

— ¿Dónde dormirás?

—En el sofá.

—Niño —espeta aquella palabra con una pizca de dulzura que logra sorprenderme. Me volteo hacia él y lo miro con detenimiento—. Yo... Gracias.

Aquella única y simple palabra logra hacerme temblar de pies a cabeza una vez que sale de sus labios, la alegría resplandeciente se expande por mi rostro y no soy capaz de controlarla. Es la primera vez que me agradece honestamente y no por obligación. Por ello, no puedo evitar sonreír y, cuando lo hago, él rueda sus ojos con desdén.

Finalmente, abandono la habitación.


Son las seis y media de la mañana cuando me levanto, procurando hacer el menor ruido posible. Inevitablemente, mi cuerpo percibe que no ha tenida mucho descanso la noche anterior, pero me esfuerzo por ahuyentar el mal humor.

Le doy un vistazo a Seokjin, quien continúa durmiendo —y roncando— plácidamente en mi cama. Procuro arroparlo con cuidado y salir del cuarto.

Me doy una ducha rápida, y luego me dispongo a preparar mi desayuno y algo para mi jefe. Supongo que aceptará mi café, aunque no sea Starbucks.

Ahora, ¿cómo despierto a este tipo?

Pruebo aclarando mi garganta fuertemente, pero no funciona.

Luego, pruebo con fingir que toso. Pero Seokjin no se inmuta, sigue sumergido en la somnolencia total.

Entonces, intento tocando su hombro con mi dedo índice y también con mucho miedo.

Nada. Él está profundamente dormido.

—Seokjin... —Comienzo a decir, inclinándome un poco hacia adelante—. Kim Seokjin, se solicita su presencia en la realidad... Seokjin —repito, un poco más alto.

De repente y asustándome hasta el carajo, el jefe abre los ojos y se incorpora a toda velocidad, por lo que nuestras frentes se chocan. Ambos soltamos una maldición —la misma— y nos frotamos dicha parte que recibió el impacto seco.

— ¿Qué demonios estás haciendo? —Dice con brusquedad y la voz más profunda de lo habitual.

—Primero que nada, buenos días —me las arreglo para hablar sin tartamudear—. Estaba intentando despertarlo, no sabía cómo hacerlo. Le traje un café y una pastilla para el dolor de cabeza, por si tiene resaca.

— ¿Y mi teléfono? —Suelta, y detecto un filo tenso en sus vocablos roncos.

Señalo, únicamente con la mirada, hacia el aparato que descansa sobre mi mesita de noche.

Cuando Seokjin lo toma, vuelve a vociferar una palabrota al darse cuenta de que su dispositivo no tiene nada de batería. Sin decir ni una palabra al respecto, conecto el cargador para él... Su forma de agradecerme es con un entrecejo fuertemente ceñido.

Y aquella dureza en su ceño fruncido no hace más que confirmar lo que ya sospechaba: no está feliz con esto. No está feliz con haber dormido en mi cama, y tampoco con tener que verme la cara desde tan temprano.

—Tengo que irme —anuncia mientras se levanta—. Vete para que pueda cambiarme.

—Le preparé un café.

—No lo quiero. Quiero mi medicina.

Mi mirada se alza para encontrar su rostro y mi entrecejo se arruga en confusión.

— ¿Qué? —Digo, desconcertado.

No me dice nada. De hecho, por su expresión, me doy cuenta de que no quiso decir aquello, pero que simplemente se le escapó.

Comienza a actuar más extraño a raíz de lo que comentó por error.

— ¿Qué medicina, Seokjin? —Repito, siguiéndolo con la mirada mientras busca sus prendas y se coloca los zapatos.

—Olvídalo, Jungkook. Te devolveré esto más tarde, procuraré que laven tu ropa y la dejen presentable antes de dártela —espeta, con un gesto incierto en su rostro adormilado—. A las once en punto debes recoger a Gwanhi del sitio B y llevarlo al sitio C. Luego me das los detalles.

Desconecta su móvil del cargador y, apenas teniendo cuatro por ciento de batería, unos pitidos interminables comienzan a resonar en la habitación, avisándole sobre sus notificaciones pendientes. Parecen llamadas perdidas y mensajes, muchos mensajes.

— ¿No va a beber el café que le preparé? —Pregunto, tratando de reprimir la irritación que su actitud desinteresada y desconsiderada me provocan. Pero la manera en la que pronuncio las palabras me delata.

Con la boca sellada y una rapidez que me altera, Seokjin cierra la puerta de mi apartamento una vez que se marcha.

Continue Reading

You'll Also Like

359K 33.2K 67
Freen, una CEO de renombre, se ve atrapada en una red de decisiones impuestas por su familia. Obligada a casarse con Rebecca, una joven que llegรณ a s...
61.1K 6.4K 13
HoSeok y SeokJin son mejores amigos desde que tienen memoria. Y ambos tienen una particular atracciรณn por los chicos mรกs populares del instituto, Seo...
256K 36.7K 93
Kim SeokJin tiene 24 aรฑos, trabajador de uno de los nigth club mรกs prestigioso de su ciudad. Kim SeokJin tiene una doble vida y muchos clientes impo...
8K 1K 11
Ambientado en la dรฉcada de 1960, Kim Seokjin fue uno de los sastres mรกs infames de la sociedad de clase alta de Seรบl. Arrastrรกndose desde el fondo, S...