La lista || Terminada

By MsMistery19

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Nuestra historia empezó con un trato entre ambas. Un beneficio para las dos, un sentimiento disfrazado hacién... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capitulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Final
Epílogo
Epílogo extra

Capítulo 25

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By MsMistery19

Cada invierno me recordaba nuestra distancia y frialdad.

Pov Valentina.

Pasé una mano por mi cabello soltando un suspiro, estaba agotada, sentía una tremenda carga en mis hombros con la cual no sabía lidiar.

Por un lado estaba la muerte de mi papá, que me dolía cómo nada en el mundo, hubiera preferido morir yo que él.

Por otro lado estaba el hecho de estar para mi hermana, no sabía que le pasaba pero últimamente no era la misma, pensaba que era por la muerte de papá, pero siento que algo más le afectó y por más que he intentado hablar con ella, simplemente me aleja.

Ser la hermana mayor era una tremenda responsabilidad, a veces solo deseaba tener una máquina del tiempo y ir a esos días en donde estaban papá, mamá, Poché y yo en ropa interior viendo caricaturas animadas con la voz de mamá de fondo haciendo panqueques.

Limpié la lágrima que resbalaba por mi mejilla, me levanté de la silla de la mesa y fui abrir la puerta, el timbre sonaba y no sabía quién podría ser. Con los pies arrastrando caminé hasta la puerta, tomé el pomo de ella y la abrí.

—¿No llevaste las llaves?— Pregunté a mi hermana con Paula y Laura detrás.

— Las olvidé.— Contestó cómo robot, tirando la mochila al suelo e ir a su habitación.

—¿Me perdí de algo?— Pregunté viendo a las chicas, ellas se vieron entre si y negaron con su cabeza.

— No la conocemos hace una semana.— Contestó Paula afligida, suspiré.

—¿Se quedan?— Pregunté dandoles el paso a entrar.

La verdad es que la compañía de las chicas nos ayudaba mucho a mi y a Poché, aunque sabía que Laura se quedaba más por mi hermana. La había cagado con ella y eso solo me hacía sentir cómo una basura.

— Yo si.— Contestó Paula entrando a cada.

— Yo no.— Replicó Laura viéndome.— Tengo cosas que hacer.— Añadió ajustando la mochila en su hombro.

— Pero dijiste que-

— Tengo cosas que hacer, Pau.— Interrumpió la pelinegra dando media vuelta.

— Lala.— Llamé su atención sosteniendome de la puerta.— ¿Podemos hablar?— Musité con mirada suplicante.

— Valentina...— Respondió cerrando los ojos unos momentos suspirando pesado.

— Por favor.— Rogué curvando la comisura de mis labios en una sonrisa fantasma.

— Bueno, veré si ya puso la marrana.— Paula se iba al cuarto de Poché.

Laura y yo quedamos solas, suspiró y se adentró a la casa en silencio, cerré la puerta a mis espaldas y rasqué mi nuca nerviosa.

—¿Quieres algo de tomar?— Sugerí jugando con mis manos.

— Valentina, ve al grano.— Pidió Laura cruzándose de brazos.

¿Cómo le decía que la extrañaba con cada parte de mi y que su lejanía me dolía cómo si me quemasen viva?

— Te extraño.— Me limité a decir, tragando grueso.— No sabes cuánto lo hago.— Agregué viendo su rostro.

—¿Ya acabaste?— Replicó alzando una ceja, negué con mi cabeza.

— No. Sé que la cagué, arruiné todo y si, merezco esto y más, pero Lala...— Me acerqué a ella a pasos lentos.— Te juro que nunca había sentido esto por nadie.— Declaré mordiendo mí labio inferior inquieta.

No sabía cómo debía arreglar el problema, pero no quería perder a Lala. Ella me hizo dar cuenta de muchas cosas, ella me ve por lo que soy y me quiere tal cual cómo soy, aunque sea una mierda y la haya lastimado.

—¿Y quieres qué te crea?— Replicó irónica, suspiré.—¿Después de descubrir tu mentira?— Declaró descruzando sus brazos.

— Arruiné tu confianza, lo sé.— Murmuré mirando al techo.— Pero créeme que con Sofía hace mucho no tenía nada, yo de verdad iba y voy en serio contigo.— Agregué viendo sus ojos que tanto me encantan.

—¿Y no pudiste terminarla antes?— Replicó poniendo sus brazos en jarras.— Digo, tuviste muchas oportunidades. Cómo cuando me robaste nuestro primer beso por ejemplo.— Puntualizó con voz sarcástica.

— Es que-

— Cómo cuando me metiste a ese baño y me dijiste que era lo más tierno y hermoso para ti.— Apuntó la puerta del baño interrumpiendome.— Cuando miramos las estrellas en aquel yate y me dijiste que era tu estrella fugaz, y el cómo yo te dije estrellita.— Sentí unas horribles ganas de llorar.

— Lala.— Murmuré al ver cómo sus ojos se cristalizaban.

— Cuando dormimos juntas esa misma noche y dijiste que solo estaba yo. Cuando... Dios, Valentina.— Alzó sus manos molesta dándome la espalda.— Cuando me entregué a ti y me dijiste te quiero.— Bajé la vista recordando esa noche juntas.

— Iba a decírtelo, lo juro.— Me acerqué a Laura tomando su cintura, ella se alejó y lo sentía cómo miles de golpes en la cara.

—¿Cuándo ibas a hacerlo?— Inquirió viéndome, estaba rígida y tensa.

— Tan pronto terminara con Sofía.— Declaré con voz terminante, Laura negó con su cabeza.

— No te creo.— Recalcó.— Cada día sufro con recuerdos y me preguntó si eran falsos, reales, si tú sonrisa era genuina, si tú de verdad me querías.— Confesó dejándome ver una lágrima rebelde por su mejilla.

— Cada palabra, cada sonrisa, cada cosa que vivimos juntas lo decía en serio. No fui honesta y fue mi error, pero pensé que-

— Podías terminar con Sofía y seguirme mintiendo.— Espetó con rabia, suspiré frustrada.

— Lala, mi amor...

— No, Valentina.— Me calló.— Estoy cansada de que siempre yo termino lastimada, de dar todo y creer que alguien hará lo mismo que yo.— Negué con mi cabeza sintiendo mis lágrimas en mis ojos.

— Yo quiero darte todo.— Afirmé intentando acercarme a ella, pero simplemente se alejaba.

— Creí que eras diferente y esta vez había alguien que me correspondía igual, pero me equivoqué.— Replicó soltando sus lágrimas, me dolía verla así.— No sabes cuánto me arrepiento de darte una oportunidad.— Murmuró limpiando sus lágrimas.

Laura caminó hasta a la puerta para irse, justo cuando la iba abrir lo impedí y la acorralé contra mi cuerpo y la puerta. Miré sus ojos cafés tristes, aumentando mi dolor y el mis lágrimas salieran.

— Yo no me arrepiento.— Musité con voz quebrada.— Porque me mostraste lo que es querer a alguien... Ser yo sin miedo, Lala.— Añadí pegando mi frente a la de Laura, ella cerró sus ojos.

— Es un poco tarde para eso.— Susurró con melancolía, negué con mi cabeza aún pegada a su frente.

— No me rendiré, voy a demostrar que lo eres todo para mí.— Aseguré con una pequeña sonrisa.— Te quiero, te quiero conmigo.— Confesé con el corazón en la mano, Laura acarició mi mejilla con semblante triste.

— Adiós, estrellita.— Susurró con tono de despedida, alejándome de ella.

Salió de casa rápidamente sin siquiera intentar decirle más, pegué mi frente en la puerta llorando. Estaba tan jodida con la vida y lo único bonito que tenía se iba de mi lado, todo por lo culpa y eso me destrozaba más.

— Lau, por favor...— Supliqué entre lágrimas, cómo si ella pudiera escuchar mis ruegos.

Limpié mis lágrimas y solté un suspiro, iba a dirigirme al cuarto de Poché cuando el timbre sonó, algo irritada abrí la puerta, sentí que mi día iba de mal en peor.

—¿Qué quieres?— Hablé hostil viendo a mamá.

— Vengo a verlas.— Murmuró determinada.

—¿Para qué?— Repliqué satírica.— Te fuiste hace años y no creo que te importe cómo estamos ahora.— Añadí obvia, mamá suspiró.

— Valentina, hija, soy su madre y no he sido la mejor, pero quiero cuidarlas ahora que su papá no está.— Apreté los labios sintiendo molestia.

— Pues Poché y yo tenemos suficiente con ambas.— Declaré tajante.

— Por favor, déjame entrar.— Mencionó mamá.— Necesito hablar con María José.— Añadió pasando una mano por su cabello.

— No.— Determiné seria.— Mejor vete.— Añadí intentando cerrar la puerta.

— Valentina, déjala pasar.— Giré rápidamente al escuchar la voz de mi hermana, fruncí el ceño.

— Pero Poché-

— Déjala entrar, por favor.— Interrumpió con voz serena, negué con mi cabeza y abrí la puerta.

— Ojalá no te arrepientas luego.— Mencioné pasando por su lado e ir a mi habitación.

Cerré la puerta a mis espaldas de un portazo, dí un grito frustrado y caminé hasta mi escritorio y poner música a todo volumen, necesitaba sacar mi rabia de alguna forma.

Pov Calle.

Había estado en mi habitación dos días encerrada, no fui a clases porque sencillamente no quería ver a Poché o a Lucas, simplemente quería quedarme en mi cama hasta que la estúpida sensación de sentirme usada, humillada e imbécil se fuera.

Había recibido mil llamadas de Dallas e Irina, pero cuando sus llamadas fueron insistentes apagué el estúpido teléfono. Mamá había tocado mi puerta avisando de que saldría y que Dallas había llamado, respondí con una respuesta monótona para que me dejara sola.

Ahora estaba aquí, sola en una inmensa casa sin mis padres, sin la que iba a ser mi novia, mi corazón roto y dos botellas de ginebra. No hay mejor remedio que el alcohol para estos casos, alcohol y música claramente.

No sabía cómo pero acabé escuchando música de señora divorciada con 3 hijos y el abandono de su esposo. Lo peor de todo es que estaba cómo una idiota llorando con la estúpida música.

«He caído tan bajo por ella» Pensé.

—¡Ya lo veeees, la vida es asíííí!— Empecé a cantar abrazando la botella.—¡Tú te vas y yo me quedo aquíííí. Lloverá y ya no seré tuya, seré la gata bajo la lluviaaaa... Y maullare por ti!— Negué con mi cabeza y bebí de la botella.

Limpié mis lágrimas empinando la botella, dando grandes tragos a esta, la voz de la mujer que no conocía sonaba a todo volumen en mi cuarto, mientras las palabras de Poché retumbaban en mi cabeza.

“No me gustabas tú, me gustaba la atención que me dabas”

—¡¿Por qué maldita sea?! ¡Sal de mi cabeza, enana malvada!— Grité con rabia.

Solté un sollozo al recordarla antes de que me mandará a la mierda.

Se veía tan feliz a mi lado, sus ojitos se enchinaban cuándo sonreía, cómo nos besamos bajo aquella cascada, cómo me sentí completa otra vez.

— No tienes corazón, ni alma...— Murmuré cerrando mis ojos llorarando.— Pero maldita sea cómo me encantas.— Solté una risita ladeando la cabeza y beber de la botella otra vez.

—¿Cal?— Escuché a mis espaldas, giré mi cabeza y vi a mi mejor amigo.

—¡Parqueeee!— Exclamé parandome del suelo, sentí un mareo y me sostuve de la cama.

—¿Cuál parque?— Cuestionó mi mejor amigo, tomándome de los brazos y sentarme en la cama.

— Tu, tu apellido es Park y en español es parque.— Solté una risita viendo cómo todo me daba vueltas.

— Muy graciosa, avenida.— Murmuró mi mejor amigo rodando los ojos.

—¿Qué haces aquí? ¿Vienes a cantar conmigo?— Inquirí tomando su mejilla entre mis dedos.

— No, vengo a detener tu depresión.— Replicó mirando al suelo viendo las botellas, tomó una y negó con su cabeza.

— Ay no, déjame beber tranqui.— Me quejé tirando mi espalda en el colchón.

— Tienes demasiado tiempo cerrada.— Regañó Dallas con semblante serio.

— Déjame, es mi depresión.— Murmuré cerrando mis ojos, dejando una mano en mi estómago.

—¿Y si me acompañas a una fiesta que hizo el colegio?— Sugirió mi mejor amigo, bufé.— Así te distraes.— Añadió dando un golpe a mi pierna.

— No, no quiero.— Contesté pasando un brazo por mi frente y dejarlo ahí.

— Vamos, Iri también irá.— Presionó mi mejor amigo apretando mi pierna, le di un golpe ya que me dolió.

Dallas soltó una corta carcajada mientras me sobaba la pierna, de niños él siempre hacía, apretaba un punto estratégico en mi pierna causandome dolor, yo le causaba dolor pero con un golpe en la cabeza.

— No, Das.— Me quejé dándole un golpe en su cabeza, él gimió sobándose.— Mejor escuchemos a la señora esa vestida de gata bajo la lluvia o algo así.— Agregué rápidamente, Dallas arrugó el rostro.

— Cal, no puedes detener tu vida por Poché.— Aconsejó ladeando la cabeza, rodé los ojos.

—¿Cómo qué no? Mírame cómo lo hago.— Respondí tomando la botella y dar un trago.

— Deja eso.— Reprochó Dallas quitándome la botella, me quejé.— En vez de estar aquí lamentandote, deberías salir y llevar tu vida normal, así le demuestras a Poché que no es importante en tu vida.— Añadió dejando la botella en el suelo, me quedé pensativa.

—¿Algo así cómo recuperar mi dignidad?— Inquirí rascando una de mis cejas, Dallas asintió lentamente.

— Y tu orgullo, querida.— Añadió, resoplé.— Vamos, salgamos y se la Calle de antes.— Habló con voz jocosa.

Llené de aire mis pulmones recordando a la yo de antes, andaba de fiesta en fiesta, las chicas morían por mi y en cada oportunidad terminaba teniendo sexo.

Mi actitud era un tipo de escudo, no mostrar mis emociones ante los demás, y por muchos años había logrado no verme vulnerable ante nadie, pero llegó ella y todo se fue al carajo.

Le bastó una maldita noche en aquella mesa de billar para que me tuviera a sus pies. Si, así de fácil había caído y ni me había dado cuenta.

—¿Sabes qué? Tienes razón.— Hablé harta.— Yo antes era una perra, cogía con quién sea y no sufría por un gnomo de jardín azul.— Mencioné parandome de la cama.

Hoy enterraba a la estúpida y vulnerable Daniela, dejando a la luz a la Daniela que no le importaba nada y solo buscaba sexo y diversión.

—¿Entonces vienes?— Soltó Dallas con una risita.

— Nos vamos a dar la putivuelta, Fernando.— Afirmé sonriendo, Dallas arrugó el rostro.

— No me llames así.— Regañó me reí burlona.— Odio mi segundo nombre, me recuerda a mi ex.— Añadió fingiendo un escalofrío.

— Fernanditooo.— Canturreé.—¿Me sobas la pancita?— Añadí sobando mi abdomen.

—¡Ya, Cal!

—¿Me sobas la colita, Fernandito?— Canturreé divertida, acercándome al rostro de mi mejor amigo.

— No seas odiosa.— Se quejó dándome un ligero empujón, reí.

— Fernandito, lele pancha.— Hablé con voz de bebé, haciendo pucheros.

—¡Ya! ¡Son recuerdos de Vietnam!— Exclamó mi mejor amigo asqueado y tapando sus oídos.

— Dabas pena ajena con tu lele pancha, idiota.— Mencioné soltando una carcajada.

— Mejor apúrate, se hace tarde.— Apuró sacando su teléfono y juguetear con el.

— Cómo digas, lele pancha.— Bromeé yendo a mi baño.

—¡Ya!— Gritó lanzandome una almohada, reí esquivando la almohada y meterme a la ducha.

(...)

Aparqué el coche y apagué el motor, miré a mi costado y el jardín de aquella casa estaba lleno de personas, más que todo eran adolescentes con vasos rojos en sus manos, música fuerte y puedo asegurar que había hasta marihuana en la fiesta.

Salí del coche y miré a Dallas texteando algo en su teléfono, me acerqué a él y lo ví apagar su teléfono y asegurar su coche que estaba detrás del mío.

—¿Se ve divertido, no?— Cuestionó señalando con su cabeza la fiesta.

— Eso te lo diré luego.— Repliqué divertida, Dallas rodó los ojos divertido.

Ambos empezamos a caminar hacia adentro, en el camino robé miradas provocativas de chicas lindas, uno que otro guiño y sonrisas coquetas, pero no estaba en esta fiesta por chicas, al menos no hoy.

—¿Dónde está Iri?— Cuestioné a mi mejor amigo, él se encogió de hombros.

— Voy a escribirle.— Mencionó alejándose un poco, asentí con mi cabeza.

Miré a mi alrededor y me adentré por completo a la casa, ya que estaba en el ático. La voz de Bad bunny retumbó en mis oídos al entrar, en medio de la sala había una pista improvisada con parejas perreando hasta abajo y a punto de coger con ropa claramente.

El olor a humo de cigarro y marihuana invadió mis fosas nasales, olía a sudor y alcohol por todos lados, habían ciertos grupitos dispersados por ciertos puntos de la casa. Me quedé ahí parada y me sentí sin ninguna emoción y con ganas de irme al carajo.

—¡Pero miren quién volvió!— Escuché un grito, enfoqué mi vista y miré a Tayler un amigo de fiestas.—¡Daniela Calle nos honra con su presencia!— Añadió con cerveza en mano, sonreí.

— Veo que ya empezaste la fiesta.— Señalé la cerveza, dándole un breve abrazo.

— Oh, querida, cuánto extrañé verte.— Tayler hacía una reverencia, reí.— Sin ti las fiestas no son fiestas.— Añadió frunciendo los labios.

—¿Qué me tienes?— Cuestioné rodeando un brazo en sus hombros. Ambos empezamos a caminar.

—¿Te apetece whisky y chicas ardientes?— Propusó con cara pícara, sonreí.

— Tu si sabes, Tay.— Respondí dándole una palmada en su hombro.

—¡Hora de celebrar, cabrones!— Gritó Tayler, la fiesta dió un fuerte grito animado en respuesta.

Lo cierto era que Tayler era un animador en las fiestas y mis épocas pasadas, yo acompañaba el sentimiento. Al final de la noche siempre terminabamos con una o dos chicas y totalmente ebrios.

Tayler era un chico alto, cabello negro de rizos, cuerpo atlético y sonrisa coqueta. Todas las chicas siempre caían ante él y su caballerosidad, porque a pesar de un promiscuo, tenía valores.

La fiesta comenzó y yo empecé a beber de un vaso de whisky, luego se unió Dallas e Irina con los amigos de Tayler.

Cuándo ya iba por mi tercer vaso de whisky estaba en ambiente con la fiesta. Tayler y yo ahora jugábamos ping pong de mesa con dos chicas, el que pierdera tenía que tomar de su vaso y quitar una prenda.

—¡Vamos, Cal!— Tayler hacía porras a mi lado.

Tomé la bola blanca y preparé mi tiro, la lancé y la bola cayó en un vaso de las chicas, Tayler celebró a mi lado abrazándome por los hombros.

—¡Prenda, prenda, prenda!— Gritaba el resto de la fiesta.

La chica morocha que jugaba conmigo negó con su cabeza con una sonrisa, me encogí de hombros con una sonrisa guiñandole un ojo.

Las chicas bebieron de sus vasos de golpe, escuchando vitoreos de los otros en la fiesta. Después de beber sus vasos de vodka, quitaron sus blusas quedando en sostén.

—¡Voy por ti, castaña!— Exclamó la chica apuntandome con su dedo, reí lentamente.

—¡Uuuuh!— Gritó el público divertidos.

La chica que claramente coqueteaba conmigo me dió una mirada lasciva, antes de preparar su tiro y lanzar la bola, metiendo la bola en el vaso.

—¡Nooo!— Gritó Tayler soltando una carcajada y fumando un cigarrillo.

—¡Prenda, prenda, prenda!— Lentamente los gritos se hacían más en la multitud.

— Reglas son reglas, Tay.— Miré a mi amigos y él negó con su cabeza.

Tomé el vaso rojo y lo alcé a la dirección de la chica con una sonrisa, ella sonrió triunfante y bebí el trago de golpe, tiré el vaso a mi lado y Tayler imitó mi acción.

Los gritos no pasaron desapercibidos cuando empecé a quitar mi camiseta, ya que ya me había quitado mi chaqueta de cuero. Quedé en un top negro y Tayley quedó en sus jeans.

—¡Déjame lamer esos abdominales, bombón!— Gritó una chica, negué con mi cabeza riendo.

—¡Papasito!— Gritó una voz que se me hacía muy conocida.

Con el entrecejo arrugado comencé a buscar esa voz, giré mi cabeza y me encontré con Paula y Laura. Ambas estaban muy emocionadas y se les notaba copas de más.

Las chicas al verme abrieron sus ojos grandes, me alejé de la mesa escuchando abucheos de la fiesta, Paula y Laura intentaron irse pero las detuve.

—¿Qué hacen aquí?— Cuestioné frunciendo los labios.

— Callecita, no pensamos que anduvieras por acá.— Contestó Paula dándome palmaditas en el hombro.

—¿Poché está aquí?— Inquirí alzando u a ceja, Laura y Paula se vieron entre si.

— Emmm...— Dudaron viéndome.

—¿Si lo está?— Hablé sorprendida al ver que dudaban tanto.

— Bueno.— Mencionó Paula bebiendo de su vaso.— Es que nos invitaron y la convecimos para venir.— Iba abrir mi boca pero una cuarta voz me interrumpió.

— Permiso.— Miré cómo Valentina se hacía paso entre la multitud.—¿Dónde carajos está Poché?— Preguntó a las dos chicas, ellas fruncieron el ceño.

—¿No estaba contigo?— Valentina pasó una mano por su cara frustrada.

—¡Fui al baño las dejé a cargo!— Reprochó a las chicas, Paula y Laura se vieron preocupadas.

— Voy a buscarla, puede hacer algo malo en su estado.— Avisé a Valentina, ella asintió.

— Carajo.— Soltó antes de abrirse paso ante la gente.

Las chicas se dispersaron y empecé a buscar por toda la casa a Poché, Tayler y Dallas me preguntaron que pasaba, pero me limité a responder que ya volvía. Fui a la planta de arriba de la casa, los pasillos estaban a oscuras, algunas parejas se besaban y olía a mucha marihuana.

No sé cuántos minutos pasaron buscando a María José, pero no lo encontraba. Por lo cuál empecé a buscarla habitación por habitación, abrí la primera y no estaba, la segunda tampoco, en la tercera estaba una pareja muy ocupada, me disculpé avergonzada y cerré la puerta.

Abrí la última puerta y entonces sentí mi corazón acelerarse, mi pecho se hundió de dolor y mi boca se seco, apreté mis puños con rabia.

Poché estaba besándose con Lucas en el baño muy apasionados. Al ver mi presencia se separaron, Poché tragó grueso viéndome.

— Perdón la interrupción.— Mencioné cerrando la puerta de golpe.

—¿La encontraste?— Valentina aparecía en mi campo de visión, reí irónica.

— Míralo por ti misma.— Repliqué pasando rápidamente por su lado.

Quería romper todo, quería gritar de frustración y golpear a mi primo. ¡Con mi maldito primo! ¡Estaba besándose con mi maldito primo! Joder, estaba hecha mierda por María José.

Bajé a la planta baja y fui a la mesa de ping pong, tomé mi camiseta y chaqueta para irme, estaba vistiendome murmurando cuan imbécil era cuando alguien se posó frente a mi.

—¿Ya te vas?— Alcé mi vista y vi a la chica con la que estaba jugando.

La observé, era una morena hermosa, cabello café con destellos rubios, boca apetecible y curvas peligrosas. Miré a la planta de arriba y luego a la chica, entonces sonreí.

— No.— Contesté acercándome a ella, la chica me sonrió.

—¿Y si vamos arriba?— Propusó la chica coqueta, relamí mis labios para sonreír.

— Vamos.— Respondí tomando su mano e ir arriba.

Mientras iba a la habitación miré a Valentina discutir con María José, ella me vió y yo solo aparté la vista tomando la cintura de aquella chica, abriendo la puerta de una de las habitaciones y besarla.

«Se acabó» Pensé besando a aquella hermosa chica con ganas y enojo.





























































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Cómo me encanta el drama, pana.

En fin, todo valió pito.

Díganme. ¿Son team Calle o team Poché?

¿De qué hablaron Martha y Poché?

*Se va escuchando Cuando nadie ve de Morat*

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