La lista || Terminada

By MsMistery19

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Nuestra historia empezó con un trato entre ambas. Un beneficio para las dos, un sentimiento disfrazado hacién... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capitulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Final
Epílogo
Epílogo extra

Capítulo 23

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By MsMistery19

Dos gotas de agua perfectas, pero de diferentes tormentas.

Pov Juan Carlos.

—¿Qué...?— Musité casi sin voz, sintiendo mi pecho doler.

Martha solo lloraba y yo veía mi mundo caer en mil pedazos. ¿Cómo era posible? No, me negaba aceptar que Poché, mi niña hermosa no era mía, no era de mi sangre.

—¡Responde, Martha!— Exigí a la que era mi aún esposa, ella paró de llorar y limpió sus lágrimas.

— Teníamos 4 años de casados, Valentina ya estaba grande y, apareció César...— Susurró bajando la mirada, sentí mis ojos aguados.

— Dijiste que me habías sido infiel cuando las niñas estaban grandes.— Arrojé apretando mis puños sobre la mesa.

—¡Te mentí! ¡Lo siento, tenía mucho miedo!— Exclamó llorando otra vez, negué con mi cabeza.

—¡¿Y te parece qué ocultarme la verdad era lo mejor?!— Grité con furia.

Muy poco me importaba la gente a mi alrededor con miradas inquisidoras.

— En aquél momento lo ví así.— Musitó Martha con voz rota, no podía creerlo.

—¿Cómo pudiste?— Musité con dolor.— ¡Me mentiste, todo ha sido una mentira!— Grité parandome de la mesa de golpe y dejar unos billetes.

— Y-yo-

Sacudí mi cabeza y salí de aquel lugar disparado, no quería saber más. Todo era cómo una mala pesadilla sacada de una película de terror.

— Poché no es mi hija...— Susurré con lágrimas en mis ojos.

— Juan Carlos.— Escuché la voz de Martha a mis espaldas.

— Yo crecí viendo a esa niña cómo uno de mis más grandes tesoros. ¡¿Cómo pudiste?!— Rugí encarando a mi esposa con tono de voz furioso.

— Tenía miedo, no sabría cómo reaccionarías.— Replicó sacudiendo su cabeza, pasé una mano por mi cara frustrado.

—¿Tú amante lo sabía?— Inquirí con tono de voz frío, ella negó con su cabeza.

— No, yo le dije que estaba embarazada de ti.— Solté una risa irónica negando con mi cabeza.— Se alejó y yo estaba contigo, pero apareció de nuevo y, tiene sus dudas ya que piensa que Poché es su hija.— Sentí el enojo avivarse en mi.

—¡Jamás!— Escupí colérico.—¡Nunca, escúchame bien! ¡María José Garzón es mi hija, ella no es una Bustamante!— La apunté con mi dedo índice molesto, dando media vuelta e ir a mi coche.

— Juan Carlos, espera.— Martha me pisaba los talones con desespero.

— Déjame en paz.— Hablé sintiendo mi brazo doler, hice una mueca.— Aléjate de mis hijas, nos veremos en un tribunal y juro por Dios que nunca las verás de nuevo.— Informé con rigor en mi voz.

— No puedes hacerme eso.— Detuve mis pasos en seco para encarar a la cínica de mi esposa.

—¡¿Y tú si podías mentirme de esta forma?!— Escupí apretando mis puños, Martha sollozó.

—¡Fue mi error, lo siento! ¡Pero nos casamos tan jóvenes y-

—¡¿Entonces por qué te casaste conmigo?!— Interrumpí enfurecido.

—¡Porque te amo!— Declaró jalando sus cabellos, reí en su cara.

— Eso no cierto.— Mencioné con voz rota, sintiendo mi brazo doler.— Si me hubieras amado no te hubieras revolcado con César Bustamante.— Negué con mi cabeza y di media vuelta para ir al coche.

— No me quites a las niñas.— Suplicó con tono de voz anhelante.

— Aléjate de ellas y también dile eso a César.— Amenacé buscando las llaves del coche.— Poché no podrá ser hija de mi sangre, pero yo la crié y es mía y de nadie más.— Hablé tajante.

— Juan Carlos, por favor...

—¡No!— Grité haciendo una mueca, sintiendo mi pecho contraído.—¡Deja de llorar y hacerte la víctima! ¡Nunca verás a las niñas, te lo prohíbo!— Amenacé con voz firme.

— No te vayas así, espera a calmarte.— Martha se acercaba a mi tomándome de las manos, me alejé bruscamente.

—¡No me toques!— Grité sobando mi pecho.—¡Eres una mentirosa, una mala madre!— Reproché con voz seria.

— Perdóname...

— Aléjate de ellas, Martha.— Fue lo último que dije antes de caminar hasta mi coche.

Llené de aire mis pulmones sobando mi pecho, mi brazo dolía demasiado y lo sentía adormecido, apreté el puño aguantando el dolor. Subí al coche y encendí el motor empezando a manejar a casa.

«Solo necesito descansar» Pensé apretando los ojos al ver borroso.

Pov Poché.

+18

Besarla era una perdición, caía en un abismo infernal encendiendo cada rincón de mi cuerpo, su solo aroma y el sabor de sus labios me fascinaban.

Calle era muy hipnotizante que parecía una drogadicta, pero con su cuerpo.

Sus manos se dirigieron a mis nalgas y acarició la zona por encima del buzo gris que portaba, me separé de ella y quedé a escasos centímetros de su boca, nuestras respiraciones mezclándose agitadas y deseosas.

—¿Dónde quieres la corbata?— Musitó con voz excitada, dando un apretón a mis nalgas.

— Dani...— Susurré su nombre cerrando mis ojos unos momentos deseosa.

—¿La quieres aquí?— Preguntó juguetona tomando mis muñecas, mordí mi labio inferior.—¿O... Aquí?— Susurró tomando mi cuello con una de sus manos.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al ver sus ojos oscuros, sus dientes se aferraban a su labio inferior volviendome completamente loca por descubrir que haría conmigo.

— No importa donde, solo quiero que me cojas, Dani.— Y esa fue la luz verde para que todo su autocontrol se fuera a la mierda.

No esperó más y me besó con ansias y desesperación, chupaba mi labio inferior con vehemencia y mis dientes mordisqueaban el suyo a mi antojo, sacando jadeos de sus labios. Por inercia empecé a mover mis caderas contra su pelvis, aquello solo me calentaba más.

Mis dedos se clavaban en mi nuca sacando gruñidos placenteros de mi garganta, Calle me besaba con tanta intensidad que ambas estábamos en una cuerda floja cayendo en la excitación.

Su lengua invadió mi boca entrelazandose con la mía, sacando jadeos exquisitos de nuestras bocas. Estaba desesperada, el juego de la corbata me tenía un guindo, solo quería que me tomara a su antojo.

— Me encantas tanto.— Declaró entre besos, mi corazón hacía eco contra mis costillas y mi entrepierna palpitaba necesitada.

Sin dejar de besarme, tomó mis nalgas con sus manos y me recostó en la alfombra, se coló en medio de mis piernas besando mi cuello. Solté suspiros abrumadores acariciando sus nalgas y caderas.

Acarició mi abdomen con sus largos dedos, enviando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo centrándose en mi centro. Una de sus manos se coló por mi camiseta ancha y ella jadeó al descubrir que no tenía sostén. Gruñó estrellando sus labios con los míos, tomando mis pezones entre sus dedos.

Gemí mordiendo su labio inferior, mientras mis uñas se clavaban en su espalda baja, subiendo su camiseta de a poco y sacarla por su cabeza con mi  respiración echa un desastre.

Tomó el pezón erguido entre sus dedos y jaló de el sacando un gemido de placer de mi garganta, sentí su sonrisa en mis labios mientras bajaba y disponía toda la extensión de mi cuello, chupaba y lamía con impaciencia acariciando mis pezones que hacían que me pusiera más mojada.

— Uhmm, Calle.— Musité acariciando su apetecible abdomen.

Subió mi camiseta hasta la altura de mis ojos, la dejó ahí dejándome ver oscuridad, mi pecho subía y bajaba, sintiendo cómo Calle tomaba mis manos que acariciaban su abdomen y pechos por encima del top que portaba.

Me quedé expectante, tragando saliva sintiendo sus labios en mi pecho, sus manos aprisionando las mías permitiendo no moverme. Arqueé mi espalda cuando sentí su lengua aterciopelada y mojada mamar uno de mis pezones con fuerza.

— Me encantan tus tetas.— Aquellas palabras me hicieron jadear.

Percibí su rodilla en mi centro, sacando pequeños gemidos de mis labios al sentir su lengua mojar y estimular mi pezón. Necesitada comencé a mover mis caderas contra su rodilla intranquila, intentando apaciguar mi deseo.

En un acto de maldad la sentí alejarse de mi de golpe, me quejé frustrada sintiendo cómo liberaba mis manos y quitaba mi camiseta por completo, dejándome desnuda del torso.

— Ven conmigo, cumpliré una de tus fantasías, preciosa.— Me tendió su mano con una sonrisa pícara y le puse mala cara.

Solté un bufido indignada tomando su mano, empezamos a caminar para llegar a la habitación de la cabaña adentrándonos a esta.

En un movimiento Calle tomaba mis caderas, mi espalda chocó contra la pared más cercana sacando un jadeo de sorpresa, tomó una de mis piernas y la enganchó a su cintura, relamió sus labios algo hinchados y quedó a escasos centímetros de mi boca.

—¿Estás mojada?— Inquirió con un tono de voz engreído que odiaba, pero que también me encendía más.

Suspiré sintiendo su dedo índice recorrer mi pezón erguido y sensible.

— Demasiado, haz algo.— Supliqué viendo sus ojos.

Ella dispusó de mi boca en un acto que podía verse cómo canibalismo, pero no me importaba que los devorara, al contrario me fascinaba que solo deseaba saborear esos adictivos labios y saciar mi sed de ellos. Suspiré cuando sentí su mano bajar por mi abdomen, su mano se coló en mi buzo, sus dedos rozando mi intimidad y humedad.

—¡Aaah, Calle!

Dos de sus dedos habían entrado en mi interior de una sola estocada, Calle mordió mi labio inferior mientras movía sus dedos implacables dentro de mi. Me embestía con fuerza, fuera de si, escuchando el golpe de sus dedos contra mi humedad.

Gimoteé clavando mis uñas en su espalda, recargando mi frente en hombro y morderlo, moviendo mis caderas al ritmo de sus dedos haciéndome enloquecer de placer.

La besé para apaciguar mis gemidos, mientras ella se escondía y gruñía en mi cuello moviéndose dentro de mí.

— Joder que rico es estar dentro de ti.— Gimió lamiendo mi labio inferior con la punta de su lengua.

Aceleró el movimiento de sus dedos metiendolos hasta el fondo de mi interior.

— V-voy a correrme... Dios santo.— Gimoteé sin poder controlar mis gemidos o mis palabras.

— Correte para mí, Poché.

Su mano libre apretó mi seno con rudeza, mientras me comía la boca y movía sus dedos de una forma exquisita, encontrando ese lugar mágico que me hacía temblar las piernas.

Entonces lo sentí, me separé de su boca soltando un fuerte gemido, eché la cabeza hacia atrás sintiendo el orgasmo arrasar conmigo, los dedos de Calle empapandose con mis jugos, caí sobre su hombro respirando pesado.

— Aún no terminamos.— Informó con voz firme y excitada.

— Ay papito Dios.— Solté aún con estragos del orgasmo, Calle rió.

Ella calmó su risa y me alzó rodeando mis piernas en su cintura, llevándome directamente a la cama, me lanzó en ella y dejó un corto pero profundo beso en mis labios.

La ví caminar hasta el baño, con mi respiración irregular y mi entrepierna húmeda, me recargué con mis codos en la cama esperándola.

Después de unos minutos apareció, la cobarta estaba alrededor de su cuerpo, traía una caja rectangular en sus manos que no sabía que podría contener.

—¿Qué traes ahí?— Inquirí intrigada, viendo cómo dejaba la caja en la mesita de noche.

—¿Recuerdas el punto número 6 de la lista?— Replicó viéndome con ojos brillantes, tragué grueso.

“Un arnés, una habitación, mi pareja, yo y mi sumisión ante ella para que haga lo que desee conmigo”

Me senté en la cama viendo a Calle con mi corazón a mil por hora.— Si...— Musité recordando el punto de la lista.

— Quítate la ropa, Poché.— Exigió con voz posesiva.

Y esa parte posesiva y exigente aparecía en ella, me encantaba cuando aparecía, sabía que iba a cogerme salvajemente y mi lado sumiso le enloquecía eso.

Con algo de nervios quité el buzo gris, tirandolo en algún lugar de la habitación, quedé en una tanga verde qué también quité, quedando completamente desnuda.

Calle caminó lentamente hasta la cama quedando a un costado de ella, relamió sus labios viéndome de pies a cabeza. Comenzó a desvestirse y mi mirada estaba pegada a su cuerpo. Era una maravilla ver su delicioso trasero, su tersa piel y su feminidad.

Tomó aquella caja rectangular y saqué un arnés a lo que podía reconocer, sacó un pequeño bote y ladeé mi cabeza al ver un pene de goma.

¿Esa cosa tan grande iba a estar dentro de mí?» Pensé temorosa.

Calle debió darse cuenta de mi cara, porque me sonrió cálida mientras se ponía el arnés, tomó el pequeño bote y lubricó el pene antes de acercarse a mi con lentitud, suspiré intentando alejar mis nervios.

Con la corbata alrededor de su cuello, se subió a la cama y abrió mis piernas con sus manos para colarse sobre ellas, comenzó a besar mi cuello lentamente, el prominente juguete rozaba mi intimidad, Daniela suspiró en mi cuello lamiendo este.

— Estoy nerviosa.— Confesé sintiéndome totalmente patética.

— Tranquila, hermosa.— Me susurró mi acompañante en el oído, causandome un escalofríos.

Bajó sus besos y se aferró a mis pechos jugueteando con ellos, solté un gemido arqueando mi espalda, ella mordisqueaba mis pezones con sus dientes, el juguete rozando mi intimidad y sus manos apretando mis piernas.

— Quiero que me montes.— Exigió con voz ronca.

Sin esperar respuesta de mi parte, nos giró sobre la cama, abrí mis ojos grandes al quedar sobre su regazo, pose mis manos en su abdomen duro tragando grueso.

—¿C-cómo debo hacerlo?— Pregunté sin saber mi siguiente movimiento, Calle acarició mis piernas.

— Date la vuelta.— Respondió recargandose en sus codos.

Le dí un último vistazo antes de girar sobre su regazo, dándole la espalda a Daniela.

—¿Así?— Inquirí dudosa, sentí las manos de Daniela apretar mi culo, mordí mi labio inferior.

— No te asustes, solo déjate llevar.— Siseó con voz deseosa dejando besos en mi espalda.

Asentí con mi cabeza lentamente, llené de aire mis pulmones y tomé el pene falso entre mis manos, dirigí el juguete a mi entrada aún mojada, con ayuda de Calle sentí cómo lo metía de una sola estocada.

— Oh Dios...— Murmuré sintiéndome llena por el juguete dentro de mí.

— Muévete para mí, preciosa.— Gemí por lo bajo moviendo mis caderas, aquello se sentía tan bien.

Me sujeté de las piernas de Calle, moviendo mis caderas con más profundidad, sin poder evitarlo comencé a gemir porque el vaivén causaba estragos dentro de mí. Los dedos de Daniela se clavaron en mis caderas, moviendome de arriba hacia abajo.

— Oh mierda, sigue montandome, preciosa.— Calle gemía y clavaba sus dedos en mis caderas con fuerza.

Clavé mis pies en la cama y ambas empezamos a gemir, yo daba pequeños saltos sobre la pelvis de Calle, escuchando el rebote de mi culo y mi humedad contra ella.

—¡Mierda... Aaah!

Sentí las manos de Daniela tomarme de los hombros, metiendo toda la extensión del pene falso hasta el fondo, cogiéndome salvajemente, clavé mis uñas en sus piernas sintiendo cómo el sudor recorría mi cuello y frente.

—¡Joder!— Exclamé sintiendo mis piernas arder pero sin poder parar de montar a Calle.

De pronto me encontré con una asfixia que encendía cada célula de mi cuerpo, Daniela había enrollado la cobarta en mi cuello.

Aquello solo fue un plus para que empezará a sollozar de placer, sintiendo la cobarta alrededor de mi cuello, asfixiandome de una forma peculiar pero sumamente exquisita.

—¡Qué rica estas, mierda!— Grité extasiada al sentir cómo Daniela nalgueaba mi culo.

—¡Aaah¡ ¡Cógeme, Calle!— Gimoteé sin dejar de brincar sobre ella.

Mis gemidos eran incontrolables, todo era demasiado, la cobarta alrededor de mi cuello, las nalgadas que me daba Daniela, el cómo mis piernas temblaban y sentía toda la extensión del pene falso dentro de mí.

Cerré los ojos y me corrí mirando estrellitas por unos instantes, sentía mi corazón galopar contra mi caja torácica con fuerza, mi respiración era un desastre y sentía cada parte de mi cuerpo mojada por el sudor, mi culo ardiendo y totalmente extasiada.

Calle quitó la cobarta alrededor de mi cuello, me bajó de su regazo sintiendo mis fluidos bajar por mis muslos. Calle me recostó en la cama y quitó mechones de mi cara dejando un beso en mis labios.

— Me encanta ver cómo te corres por mi.— Musitó sobre mis labios, sonreí aún con respiración pesada.

— Espero sigas usando esa cobarta.— Mencioné con aire divertido, Calle me vió con ojos brillantes.

— Cómo ahora.— Replicó tomando mis manos y amarrarme con ella.

«Dios soy yo de nuevo, pido fuerzas para mí cuerpo y mi vayeiye, amén» Dije a mis adentros.

Sintiendo a una insaciable Calle aferrada a mis pechos.

(...)

Un estúpido sonido insistente me quitaba mis horas de sueño, abrí los ojos con pesadez y noté que era de noche aún. Me quejé y cerré mis ojos de nuevo, acurrucandome en el pecho desnudo de Calle.

— Apaga eso, Poch.— Murmuró Daniela con voz perezosa.

— Tengo sueño...— Musité escondiendome en su cuello.

Por un momento el teléfono se calló, lo cuál agradecí internamente, me acurruqué contra el cuerpo desnudo y calentito de Calle cerrando mis ojos, iba a conciliar mi sueño de nuevo cuando el estúpido teléfono sonó otra vez.

Me quejé frustrada y me levanté de la cama, hice una pequeña mueca al sentir algo de incomodidad en mi centro, rodé los ojos al ver la culpable de eso murmurar cosas incoherentes.

Salí de la habitación ya que el tonto teléfono sonaba por toda la cabaña, empecé a buscarlo con la poca luz que daba la luna, agradecí cuando se calló de nuevo.

Me acerqué a la cocina y la pantalla del celular iluminaba un poco el lugar.

—¿Quién molesta tanto?— Murmuré dando un bostezo.

Tomé el teléfono y miré la barra de notificaciones, tenía miles de llamadas perdidas de Valentina, de Laura y de Paula, fruncí el ceño sin entender.

Iba a marcarle a mi hermana cuando el teléfono comenzó a sonar en mi mano, respondí la llamada confundida.

—¿Valentina?— Respondí con pereza, mi hermana bufó.

—¡Poché, carajo! ¡Llevo horas llamándote!— Reclamó con la voz ronca, fruncí el ceño.

— No me grites. ¿Qué pasa?— Inquirí sin entender su insistencia.

— Es papá...— Murmuró en un hilo de voz, sentí un miedo invadirme sintiendo la presencia de Calle a mis espaldas.

—¿Qué? ¿Qué pasa con él?— Hablé con voz temblorosa.

— Tuvo un accidente y... No saben si va a sobrevivir.— Arrojó mi hermana, comencé a negar con mi cabeza.

—¿Q-qué?— Tartamudeé viendo la preocupación en Daniela.— No, no, no. ¡Voy para allá!— Añadí colgando la llamada.

Cerré mis ojos sintiendo un temor gigantesco en mi, las palabras de Valentina retumbaban en mi cabeza, sentí mis ojos aguados.

—¿Qué pasa, bonita?— Calle se acercaba a mi y me estrechaba en su pecho.

— Calle, mi papá...

En el hospital.

Calle y yo habíamos salido disparadas al saber la noticia de papá, habíamos tardado dos horas en llegar y cada minuto que pasaba yo sentía que me desvanecía en el aire.

— Tranquila, estoy contigo.— La castaña a mi lado apretaba mi mano entrelazada a la suya.— Juan Carlos estará bien.— Consoló viéndome unos segundos antes de ver el camino otra vez.

— Eso espero...— Musité soltando un suspiro agonizante.

Calle no había soltado mi mano en todo el camino, ese pequeño gesto me daba consuelo.

El alba se hacía en el horizonte y nosotras ya estábamos llegando al hospital, cuando Calle aparcó el coche me bajé de el rápidamente.

Corrí dentro del hospital escuchando a Daniela a mis espaldas, pero no me importaba necesitaba saber cómo estaba papá y pronto. A lo lejos miré a Paula, Laura y Valentina con un médico.

—¿Cómo está? ¿Qué pasó?— Pregunté desesperada, Valentina limpiaba sus lágrimas y el doctor nos veía con pena.

— Poché, cálmate.— Me pidió Laura tomándome de los brazos.

—¡No, Lala!— Exclamé frustrada al no saber nada.

— Poch...— Me llamó Valentina, me acerqué a ella y la tomé de los hombros.

—¿Dónde está papá, Vale?— Inquirí con mi corazón acelerado, mi pecho estaba contraído.

— No resistió...

Aquellas palabras se sintieron cómo miles de balas entrando a mi cuerpo. Sacudí mi cabeza sintiendo mis ojos aguados, eso no era verdad.

— No, me estás mintiendo, Vale...— Musité abrazándome a mi misma y negar con mi cabeza.

— Poché, hermanita, se ha ido.— Replicó mi hermana acercándose a mi, negué con mi cabeza.

—¡No, no, no!— Grité sintiendo un horrible nudo en mi garganta.—¡Me están mintiendo! ¡¿Dónde está papá?! ¡Quiero verlo, Vale!— Exigí tomándola de sus hombros y sacudirla, ella solo lloraba.

— Poché, cálmate y te explicamos.— Paula se acercaba a mi con los ojos rojos, dí un paso atrás sintiendo a Calle detrás de mi, negué con mi cabeza viéndola.

—¡No, Pau! ¡Papá no está muerto!— Espeté furiosa. Ellas solo estaban jugando, papá estaba bien.

— Poch, le dió un infarto y-

— Por favor no jueguen así conmigo, papá está vivo.— Murmuré sintiendo mis lágrimas salir sin control.

— Lo sentimos, señoritas.— El doctor se iba y yo sentía mi mundo caer.

—¡Papááááá!— Grité sintiendo mi garganta arder.—¡Nooo! ¡Por favor no!— Supliqué viendo al techo, esperando un milagro o algo.

Me deslicé por el suelo derramando grandes lágrimas, gritaba y pataleaba sin querer creer que papá había muerto. Me hice bolita contra la pared y empecé a golpearme sin poder parar de llorar.

Sentí unas manos detener los golpes a mi misma, alcé mi vista y miré sus ojos avellanas, solté un sollozo ahogado aferrandome a ella.

— No te hagas daño, mi amor.— Susurró en mi oído con voz rota.

— Calle, mi papá está muerto...

































































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No pago terapias, chau *se va a llorar en una esquina*

El drama viene, putitos de clóset.

¿Qué creen que pase?

*Se va escuchando Que bonito fue de El David* *llora*

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