[Mericcup] Teach me how to Lo...

By MarySueSanders

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Mérida Dunbroch tiene que mudarse a Nueva York con su familia debido a una nueva oportunidad laboral que se l... More

Prólogo: Fucking Big City
Capítulo 1: The new girl in town
Capítulo 2: Needing help
Capítulo 3: Secret feelings
Capítulo 4: Give me some
Capítulo 5: A little sweetness
Capítulo 6: Secret lovers
Capítulo 7: Game rules
Capítulo 8: Silence
Capítulo 9: The red queen (Parte 1)
Capítulo 10: The red queen (Parte 2)
Capítulo 11: The red queen (Parte 3)
Capítulo 12: Strongest Love
Capítulo 13: Ocean siren
Capítulo 14: Your spell
Capítulo 16: White man
Capítulo 17: Storm clouds
Capítulo 18: Problems
Capítulo 19: Drink to forget
Capítulo 20: Change for you
Capítulo 21: Seduction tricks
Capítulo 22: Threats
Capítulo 23: Heart demons
Capítulo 24: Not a love story
Capítulo 25: Suicide
Capítulo 26: One more chance
Capítulo 27: Irrational
Capítulo 28: The perfect housewife
Capítulo 29: Old friend
Capítulo 30: Goodbye
Epílogo: Last words
Remind me how to love

Capítulo 15: You earned it

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By MarySueSanders

(+18) ADVERTENCIA DE CONTENIDO: Éste capítulo está dirigido a un público adulto, para ser más precisas, a personas mayores de 18 años. Si tú tienes menos de esa edad y aún así deseas seguir con tu lectura, es completa y llanamente TU responsabilidad.

ACERCA DE: Si no te gustan este tipo de relatos, puedes simplemente pasar de leerlo y no te perderás de nada importante en el transcurso de la historia. Lo único que necesitas saber de éste capítulo es que Mérida y Hiccup pasaron la noche juntos.

CONTIENE: Lenguaje vulgar y situaciones sexuales explícitas.

SE RECOMIENDA DISCRECIÓN.

-.-.-.-.-.-.-.-

Pongámonos en situación: Pétalos de rosa, vino frío, sábanas de algodón egipcio y yo muriéndome de los nerviosa.

Hiccup se había deshecho de mi tapado rojo y ahora besaba mi cuello lentamente. Sus manos recorrían mis brazos, amenazando con dejar caer las finas tiras que sostenían mi vestido negro.

Lo intentaba, pero no podía parar de temblar, sea por ansiedad, por nerviosismo o por preocupación. Era imposible excitarse de esa forma. Mi mente estaba tan preocupada de hacerlo bien, que de tanto pensar que cualquier cosa podría salir mal, no hacía nada. Estaba inmóvil y rígida, a pesar de que todo mi cuerpo temblaba.

-Relájate.- Me susurró Hiccup con sus labios sobre mi cuello. ¿Cómo? ¿Cómo podría relajarme? Era irónico, porque siempre era yo la caliente de mierda que quería tener relaciones. Pero esa noche, me congelé. Hiccup dejó de besarme en cuanto notó que yo no colaboraba y caminó despacio para ponerse frente a mí. Me miró con los ojos cargados de preocupación antes de tomarme con sus enormes manos de mi rostro y obligarme a mirarlo.- Meri, ¿qué tienes?- Preguntó, con dulzura.

-Y-yo...- Tartamudeé.- E-estoy nerviosa, Hicc.- Me sinceré, desviando la mirada con las mejillas enrojecidas.

-¿Por qué razón?- Arqueó una ceja y volteó mi rostro con suavidad para que lo mirara nuevamente.- ¿Piensas que voy a lastimarte?- Negué rápidamente la cabeza. No quería que se ofendiera. Confiaba en el, pero no confiaba en mí.- ¿Entonces qué?- Hiccup hizo una pausa.- ¿Eres virgen?- Preguntó, sonriéndome con ternura.

-Solo... tengo miedo de no hacerlo bien.- Contesté, evadiendo la pregunta. Si vas a acostarte con alguien, hablar sobre tu pasado sexual con dicha persona no es la mejor opción.

-Mérida, solo con pasar esta noche contigo ya la hace perfecta.- Comentó, deslizando suavemente su mano desde mi mejilla hacia mi mentón, para luego tirar de el ligeramente hacia arriba hasta que mis labios se unieron a los suyos.

¿Qué demonios me pasaba? ¿Cómo siquiera se me pudo ocurrir rechazar una noche con Hiccup? Estaba segura que lo amaba. ¿Por qué no consolidar nuestro amor?

Deslicé mis brazos hasta rodear con ellos su cuello y ésto provocó que tuviera que pararme de puntillas. Él me tomó por la cintura y acortó nuestra distancia para profundizar el beso.

Lentamente abrí mi boca para cambiar de posición, a la vez que mi lengua encontraba la suya. Hiccup sabía y olía delicioso. Nunca estaba desalineado o tenía olores corporales desagradables. Todo en el era perfecto.

Nuevamente nuestras bocas cambiaron de posición y yo sentía mi cuerpo subiendo de temperatura. Hiccup me tomó por los glúteos y me alzó para que yo enredara mis piernas en su cintura. Cuando estaba en cima de él, yo quedaba más alta, por lo que le facilitaba llevar sus labios a mi cuello y besarlo sin control. Su respiración ya comenzaba a ser agitada, al igual que la mía, y cada suspiro que liberaba me provocaba más y más descontrol.

Volví a buscar sus labios y me dediqué a, sin exagerar, comerle la boca. Era demasiada adictiva y yo la quería entera para mí. Él recorría una de sus manos por mis piernas, levantando mi vestido para llegar más allá del límite. De repente la ropa comenzó a molestarme.

Me separé de él para observar sus ojos con la respiración jadeante. Él me miraba con tanto deseo que me estremecí. Aún mirándolo, bajé mis manos hasta llegar a su camisa y empecé a desabrochar esos inútiles botones a los cuales ya había tomando rencor. Uno por uno hasta llegar al último. Me detuve un segundo para observarlo y tocarlo curiosamente. Su pecho, sus anchos hombros, su plano y ligeramente marcado estómago, brazos de nadador...

Hiccup me bajó lentamente y, al momento de tocar el suelo, me rodeó con sus brazos y me acarició suavemente la espalda hasta hallar lo que buscaba: El cierre de mi vestido. Tiró de él hasta que la apertura dejara pasar todo mi cuerpo y, luego, deslizó ambas tiras del vestido por mis hombros, en donde éstas resbalaron por mis brazos y dejaron caer el vestido al suelo. Como era imposible usar un vestido escotado con brasier, Hiccup ahora disfrutaba de mi torso completamente desnudo.

Al igual que yo me detuve para observarlo, él también lo hizo conmigo. Dobló ligeramente la cabeza y se mordió el labio mientras me observaba semidesnuda. Me ruboricé debido a su intensa mirada y deseé poseer el poder de leer mentes para averiguar qué pasaba por la suya en ese momento.

Él me tomó por los hombros y me acercó a él para besarme. El roce de la piel desnuda de nuestros torsos me hacía estremecer y sus suaves caricias a lo largo de mi espalda tampoco ayudaban a controlar mis impulsos. Comenzó a caminar, haciéndome retroceder hasta llegar a la cama, en donde tropecé y caí de espaldas. Hiccup tomó lugar sobre mí, en cuatro patas y atacó vorazmente mi cuello.

Yo soltaba suspiro tras suspiro sin poder callarme a mí misma. En cierto momento, Hiccup comenzó a deslizar su boca desde mi cuello hasta el centro de mi pecho, en donde se desvió hacia la derecha. Me mordí el labio fuertemente para esconder un gemido en cuanto Hiccup deslizó su lengua sobre mi pezón. Mi respiración era profunda y descontrolada. Lo tomé del cabello en el momento en que introdujo mi pezón en su boca y jugó con él con su lengua.

Gemí. Tan sonoramente que podría jurar que los de las habitaciones vecinas lo escucharon. Sentía cómo mi entrepierna quemaba y se humedecía con las caricias del castaño. Cuando terminó con uno de mis pechos, se desplazó al otro, haciéndome gemir cada vez más fuerte.

Una vez volvió a mis labios, mis manos se movieron solas y comenzaron a desabrochar su pantalón, el cuál parecía estarle quedando ajustado debido a su evidente erección. Me alegraba haberle excitado, incluso si hasta el momento no había hecho mucho. Saber que él me deseaba tanto como yo a él me ponía eufórica.

Ya con su pantalón en el suelo, Hiccup volvió a mis labios. Estaba tan absorta en su boca que no noté que él bajaba lentamente su mano hacia mi entrepierna hasta que ésta estuvo allí, debajo de mi ropa interior. Con suavidad, comenzó a masajear mi intimidad, lentamente con movimientos circulares.

Mis gemidos eran silenciados por sus besos, pero aún así la experiencia era exquisita. Sabía donde y cómo tocarme para generar en mí el más profundo placer.

-Hiccup.- Susurré, respirando profundamente, totalmente perdida. Deliraba, sentía que mi alma estaba abandonando mi cuerpo. Mientras él me acariciaba, cada vez con más velocidad, nada importaba, solo él. Solo nuestros cuerpos.

En cierto momento, retiró su mano, dejándome sedienta por más. Separó nuestros labios y me brindó una sonrisa satisfecha.

-Me encanta verte así.- Pronunció y yo sonreí con torpeza. Volvió a mi cuerpo, besando mi cuello, bajando por mi pecho y atravesando mi estómago. Dios, sabía donde iba a terminar aquello. Cerré los puños en cuento Hiccup se separó levemente de mí y comenzó a tirar de ambos lados de mi ropa interior, dejándome completamente desnuda. Alcé la cabeza para mirarlo deshacerse de mi última prenda con voracidad. Sus ojos se fijaron en los míos, los cuales estaban cargados de súplica.

Y entonces ocurrió. Se inclinó y comenzó a besar mi intimidad. Me llevé un dedo a la boca y lo mordí tan fuertemente que seguro me había dejado una marca. Hiccup deslizó su lengua y yo contuve la respiración. Mierda, ¿cómo podía hacerme sentir aquel placer? Apreté los puños fuertemente, mientras con cada beso, un estímulo recorría mi cuerpo y me hacía gemir con desesperación.

-¡Hiccup!- Gritaba, sin poder controlarme. Me sentía suya, lo había sido en el momento en el que el puso sus hermosos ojos verdes sobre mí. Desde el día en el cual nos vimos por primera vez, había imaginado este momento, pero nunca así de erótico. Nunca así de maravilloso.

El continuaba lamiendo y besando mi intimidad, mientras que con una de sus manos libres me acariciaba una pierna. Temblaba de ansiedad. No podía más. Lo quería dentro mío en ese preciso instante, o sentía que moriría.

Como si hubiese leído mi mente, Hiccup se reincorporó, dejándome respirar con normalidad nuevamente. Lo observé con voracidad mientras el se relamía los labios. Se veía tan sensual, tan erótico. Se quitó los boxers de un movimiento, dándome una entera y gloriosa vista de su masculinidad, para luego ubicarse en cuatro patas sobre mí. Me aferré a su cuello, estaba lista; siempre lo había estado.

El miembro de Hiccup ingresó suavemente en mi intimidad, como si estuviera probando el terreno. Habían pasado dos años en los que no había experimentado ninguna relación sexual de ningún tipo, y debo admitir que dolió levemente. Necesitaba pensar en otra cosa, por lo que busqué los labios de Hiccup.

Lo besé y el volvió a embestirme lentamente. Solté un gemido agudo, que pareció intensificar el deseo de mi amado. Otra embestida y ya no dolía. Ahora quería más.

Incrementamos la velocidad gracias a que yo enredé mis piernas a sus caderas y comencé a ayudarlo en sus movimientos. Cada vez lo hacíamos más rápido, con más desesperación. Hiccup gemía sobre mi cuello y yo rasguñaba su espalda en un intento de atraerlo más hacia mí. Gemí y Hiccup mordió mi cuello.

En cierto momento, lo sentí. Fue así, repentino, pero supe que estaba llegando el orgasmo. Con el castaño embistiéndome con brutalidad, solo podía sentir que necesitaba algo que no podía alcanzar.

-No pares...- Susurré.- Hiccup, no pares.- Le rogaba yo. Él entendió la señal y no se detuvo, es más, puso todo su empeño en hacerme sentir un delicioso placer que invadía todo mi cuerpo. El jadeaba, yo gemía y nuestros cuerpos sudaban por el esfuerzo. Sin embargo, la pasión que sentíamos valió sus frutos, puesto que mi respiración se cortó, mis uñas se hundieron en su espalda y mi cuerpo se tensó por unos segundos. Había llegado y mierda que se sentía bien. Hiccup se quedó quieto hasta que vio mi rostro relajarse y mi respiración volver a la normalidad.

Lo miré con una sonrisa de idiota, embriagada por el placer que había sentido segundos atrás. Por otro lado, noté que él aún no había acabado y puse mi semblante serio. Lo empujé levemente para que quedara de espaldas y yo sobre él. Él me miraba atónito por el repentino cambio de roles, pero en cuanto comencé a balancearme de adelante hacia atrás lentamente, Hiccup llevó su cabeza hacia atrás y dejó escapar un gemido gutural que me heló la sangre.

-¡Agh! ¡Mérida!- Gritaba él, colmado de placer, mientras yo me movía más rápido. Me tomó por las caderas y acompañó mi movimiento, mientras que al mismo tiempo elevaba sus glúteos para llegar más profundo. Los gemidos salieron solos de mi boca y sentía como nuevamente, iba a llegar.

Excitados, susurrábamos el nombre del otro por puro acto de deseo y, en cuanto volví a sentir que mi cuerpo se contraía por haber llegado a la cima del placer, también noté cómo el miembro de Hiccup endurecía y llenaba mi cuerpo con algo cálido. Eso hizo que la sensación de llegar al orgasmo se intensificara por mil.

Una vez Hiccup acabó y yo también, me dejé caer rendida sobre su cuerpo desnudo. Respiraba tan agitadamente que sentía que mi corazón se saldría de mi pecho. Él, igual de jadeante, me rodeó con sus brazos y me quitó algo de cabello de la cara; para luego dejarme caer sobre la cama. Lo miré y sentí que no había visto sus ojos en una eternidad. Me miraba profundamente y en cuento nuestros ojos se encontraron sus labios formaron una sonrisa. Su rostro estaba empapado y varios cabellos mojados caían sobre su frente. Estiré la mano para quitarlos de sus ojos, puesto que interrumpían mi visión total.

-Te amo.- Le confesé, seria, perdida en aquellos ojos verdes. Él me aferró más cerca de su cuerpo, obligando a nuestros labios a rozarse.

-Yo también.- Susurró él, para luego darme un dulce y suave beso.

Ahora, todo era perfecto.

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