Un pequeño trato [kiribaku]

By LeOkumura

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Dos versiones distintas de una misma historia pueden causar catástrofes en el amor. Katsuki y Eijirou son he... More

ACLARACIONES
Prólogo
~Capítulo 1~
~Capítulo 3~
~Capítulo 4~
~Capítulo 5~
~Capítulo 6~
~Capítulo 7~
~Capítulo 8~
~Capítulo 9~
~Capítulo 10~
~Capítulo 11~
~Capítulo 12~
~Capítulo 13~
~Capítulo 14~
~Capítulo 15~
~Capítulo 16~
~Capítulo 17~
~Capítulo 18~
~Capítulo 19~
~Capítulo 20~
~Capítulo 21~
~Capítulo 22~
~Capítulo 23~
~Capítulo 24~
~Capítulo 25~
~Capítulo 26~
~Capítulo 27~
~Capítulo 28~
~Capítulo 29~
~Capítulo 30~
~Capítulo 31~
Epílogo

~Capítulo 2~

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By LeOkumura

Carta Masaru

Dos días después del incidente, Eijiro se dirigió al hospital en el que se encontraba su buen amigo. Según el padre del pelinegro, llamó la noche anterior para avisarle que había despertado. Fue así que el chico de ojos carmesí tomó camino con uno de sus colegas para visitarlo y llevarle ropa para cuando saliera.

El camino fue corto y tan pronto ingresaron al edificio buscaron quien los guiará a su habitación, una mujer de tez morena los llevó por los pasillos que, a pesar de ser cortos, los nervios de ambos chicos los hacían sentir interminables.

Por fin llegaron a su destino. Sero estaba completamente despierto cuando el pelirrojo y compañía entraron, este último le regalo una gran sonrisa de alivio al chico postrado en cama.

- te ves horrible como de costumbre – el rubio pronto tomó lugar a lado del herido recibiendo un pequeño empujón para que saliera de su espacio personal, aunque en realidad no le molestaba en lo absoluto.

- Cállate, me veo mejor que tú- rieron juntos – y también que tú- dijo sonriéndole al pelirrojo que aun venia vendado de su hombro.

Eijiro le devolvió la sonrisa y los tres amigos se sentaron juntos en la angosta camilla del hospital, compartimento chiste y bromas entre ellos.

El azabache estaba perfectamente bien, solo esperaban que dieran de alta y así todos regresaran a la mansión de los Kirishima para seguir con sus actividades y hacerse cargo de unos trabajos que se les habían asignado por una de las madres de Eijiro, que tenían pendiente.

E

n, literalmente, el otro lado de la ciudad el chico de cabellos arena se hallaba sumido en su laboratorio experimentando, con sustancias y materiales de alta combustión, nuevas formas para crear explosiones inmediatas. Su madre le había asignado un trabajo de negocios la próxima semana en la cual al parecer irían representantes de la familia rival, los Kirishima, por lo que Katsuki pensó en lo divertido que seria que sus vehículos estallaran con su gente dentro de ellos.

A pesar de que ambas familias tuvieran un "tratado de paz" que, realmente no es que como que alguno lo respetara mucho, no los salvaban de las acciones del rubio. En realidad, el tratado solo marcaba los límites territoriales de cada familia  sin embargo, había lugares y ocasiones que se encontraban en un espacio neutro de dicho convenio en el cual las dos mafias daban rienda suelta a las atrocidades mutuas.

Katsuki se sentía extasiado al imaginar el daño que podía hacer encontrándose en este espacio neutro.

Estaba completamente absorto en colocar el ácido nítrico concentrado con el ácido sulfúrico y glicerina, de esa manera crear una minina explosión de prueba para fijarse si las cantidades eran adecuadas, cuando un peliverde irrumpió en su laboratorio.

El ojirubí se detuvo inmediatamente y giro a verlo muy molesto.

- ¡¿Qué sucede contigo, maldito nerd!? ¡¿Cuántas veces tengo que decirte que no me interrumpas cuando estoy ocupado?!- el joven de ojos verdes se encogió ante los gritos del chico con gafas de laboratorio.

- ¡pude estallar toda la mansión! - volvió a gritar. Eso era mentira ya que las cantidades de químicos eran tan pequeñas que solo hubieran provocado dejar al rubio cenizo con un par de quemaduras mínimas.

- Lo siento Kacchan, pero mi tía... quiero decir- corrigió rápidamente- la señora Bakugo, dice que el tratado se mantiene en la reunión del sábado. Nada de explosiones o intentos de homicidio. - recalcó el menor regalando una mirada a su amigo de "lo digo en serio".

Katsuki puso los ojos en blanco bastante fastidiado, ya lo sospechaba un poco, si su madre quería una cena tranquila entonces ¿para qué iba él?

- Entonces no voy, solo me voy a aburrir. - dijo en voz alta.

- Se lo dije, pero ella quiere que aprendas hacer negocios de forma civilizada. Kacchan, te harás cargo de todo esto y no solo te puedes dedicar a torturar a la gente.

El cenizo se sintió todavía más fastidiado por el comentario, el peliverde tenía razón, pero no lo iba a admitir. Si es tratado se mantenía significaba que líderes de otros países y mafias estarían presentes para el cierre de tratos y quizá alguna que otra subasta.

- Agh, como quiera esa maldita bruja. ¡Ahora lárgate que estoy ocupado! - le dio la espalda a su amigo, sus ánimos ya estaban decaídos y él muy molesto. - maldita bruja, todo quiere y nada me da - Katsuki comenzó a murmurar sus quejas mientras se movía de un lado a otro.

- ¿Puedo ir? - el ojiesmeralda estaba emocionado por la reunión, ya hace mucho que no salía a trabajos de ese tipo y cuidar a Kacchan sería difícil, pero valdría la pena si sus sospechas de que cierto hombre de cabello disparejo podría aparecer en el fin de semana.

- ¡Ya vete de aquí maldito nerd o te matare por fastidioso! - el rubio tomó al menor por el cuello de la camisa arrastrándolo de su laboratorio y lo empujó fuera. El pecoso iba a protestar, pero antes de poder hacerlo el joven de ojos carmín le cerró la puerta en sus narices.

Katsuki maldijo al aire de solo imaginar que su única tarea seria firmar permisos para circulación al mercado negro. Por lo menos si los mercaderes clandestinos también asistían podría participar en las subastas y matar el tiempo en lo que el resto terminaba.

La semana transcurrió rápido y estaban a solo un par de horas para que el cenizo partiera junto a su compañera de larga cabellera a la recepción. Katsuki vestía un traje color azul marino con rosas blancas en el chaleco como símbolo de su familia y camisa roja, mientras momo portaba un precioso vestido rubí de espalda descubierta, para estar a juego.

El ojirubí estaba exasperado puesto que no encontraba su corbata negra, cuando otros tres jóvenes de su misma edad surgieron del pasillo a su cuarto con vestimentas muy elegantes.

- ¿Quién quieres que maneje? - pregunto la pelirrosa- yo dije que puedo hacerlo, pero Uraraka dice que será mejor si entro con ella, pero resulta que Midoriya no quiere quedarse en el carro.

La chica seguía discutiendo con sus otros dos amigos por quien pertenecería a las afueras propiedad, el cenizo estaba procesando un poco la situación y divisó las vestimentas de los jóvenes.

- ¡¿Qué demonios...?! ¡¿Por qué están vestidos de esa forma?! - todos callaron y miraron al rubio como si estuviera loco- ninguno de ustedes irá, Yaoyorozu será la única acompañante así que jodanse.

los tres mostraron indignidad por la orden y inauguraron sus reproches.

la pelinegra entro a la habitación mientras sus amigos rodeaban al cenizo con preguntas que apenas y se entendían, este estaba a nada de estallar e hizo lo más correcto que le cruzó por la mente. Intervenir.

- ¿Qué sucede?

- ¡Sucede que ya nos vamos! - contestó Katsuki

- ¿Y nosotros qué? - brinco la castaña y los otros dos chicos se pegaron a Katsuki cual chicle en el zapato.

- ¡Ustedes nada, no va a ir y ya!

- ¡¿pero por qué?!

El de ojos carmín ya irritado señaló al peliverde- parlanchín- dijo, su dedo voló a la pelirrosa- exhibicionista- y por último la castaña- distraída.

Los señalados más indignados que antes iba a comenzar una discusión cuando la señora Bakugo entró a la habitación haciendo callar de inmediato a todos con su imponente presencia.

- se supone que ya estén de salida, la camioneta los está esperado.

- ¡Ya me iba, pero estos inútiles se ponen en mi camino! - volteó a mirar a la de vestido rojo- momo, vámonos - la pelinegra asintió y comenzaron a caminar por el pasillo.

- Tengo que viajar más tarde así que los cinco asegúrense de volver completos.

- Querrás decir dos.

- Cinco dije- sentenció la mujer- necesitan refuerzos y quienes te cuiden la espalda.

Mina, Uraraka y Midoriya estaban hechos piedra en el umbral de la puerta, sin nada que decir o hacer, momo estaba detrás de Katsuki sujetando su mano como señal de apoyo, el cual tenía las manos cerradas en puños para controlar un poco su ira.

- ¡no necesito que me cuiden, bruja!

La madre del cenizo no cambio su expresión autoritaria pero ahora también reflejaba tanto ira como dolor- sí, bueno. Eso dijo tu padre y ambos sabemos cómo acabo.

creo que lo mejor será subir los capítulos miércoles y/o jueves, para escribir a gusto los fines de semana. 

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