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A Chaeyoung le gusta cantarle y le gusta contarle historias a Mina.
A Mina le gusta que le lean, pero a ella le gusta más cuando Chaeyoung sólo habla, porque su voz siempre es tranquila y nunca habla demasiado rápido para que Mina la entienda.
Mayormente, a Mina sólo le gusta escuchar, y es raro porque usualmente Mina solía hablar cuando estaban ellas dos, llenando la habitación con su presencia, pero las cosas son diferentes ahora y Chaeyoung entiende eso y está bien. Está bien.
— ¿Recuerdas estos? — Chaeyoung le pregunta una mañana, sus dedos rozan el anillo en el dedo anular de Mina, mientras se mueve para señalar el anillo a juego en su propia mano.
Mina frunce los labios, entrecerrando los ojos y asomando un poco la lengua mientras se concentra, tratando de encontrar el recuerdo donde sea que esté enterrado en lo más profundo de su cerebro. Finalmente, con una mirada de desesperanza y derrota, sacude la cabeza, con los ojos cada vez más vidriosos.
— Está bien — Chaeyoung le asegura rápidamente, acariciando su mejilla. — Sólo significa que soy tu otra mitad. Al igual que eres la mía — explica lentamente, presionando sus dedos suavemente en la mano de Mina. Ella la mira con curiosidad, como si ni siquiera supiera cómo llegó eso allí. Se ve frustrada cuando mira a Chaeyoung, sus ojos vidriosos parecen decir que lo siento, lo siento mucho, no lo recuerdo, lo siento tanto.
Chaeyoung sólo la abraza y susurra, — Está bien. Está bien, Minari. Es solo un montón de metal, de todos modos. Lo importante es que te amo, ¿bien?, y tú también me amas, ¿verdad?
Mina asiente rápidamente, presionando su fría mano en el pecho de Chaeyoung. Por supuesto que te amo, dice el gesto. Chaeyoung besa su naricita fría y la deja descansar, esperando hasta estar segura de que Mina está dormida para dejar que su rostro se relaje y se desmorone.
Ella realmente no quiere que Mina la vea llorar.
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Chaeyoung sabe que se acerca. Se ha estado acercando durante mucho tiempo y, francamente, ha tenido más tiempo con Mina de lo que nunca pensó que obtendría desde el día en que le diagnosticaron, y debería estar agradecida, pero en cambio está enojada, enojada porque no quiere perder a Mina y enojada porque Mina ya no puede recordar nada y uno de estos días se despertará y olvidará el nombre de Chaeyoung, y eso va a ser el final.
Eso va a ser la gota que derrama el vaso, y no puede lidiar con que Mina muera sin saber quién es, sin recordar cada detalle, cada noche que han pasado enredadas juntas, cada mañana mientras ponían ojitos de enamoradas mientras tomaban el desayuno, cada espectáculo con adrenalina bombeando a través de sus venas y amor en sus corazones, y...
Mierda. Chaeyoung no puede hacer esto. Mierda.
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Mina está viva para el cumpleaños de Chaeyoung. Y Chaeyoung no puede creerlo, y se siente como la persona más afortunada del planeta.
— Yo no... no te compré nada — dice Mina tristemente, sosteniendo el avión de papel y el amuleto del latido de Chaeyoung con fuerza contra su pecho. Sus ojos demuestran disculpa, casi avergonzados.
Chaeyoung casi la aplasta con un abrazo, susurrando: — Estás aquí. Estás aquí conmigo, amor. Ese es el mejor regalo que pude haber pedido
Y lo es.
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Las pestañas de Mina revolotean. Ella pensó que estaba cansada, y lo estaba. Pero esta vez, el sueño no la atrapa de inmediato. Es extraño.
La voz de Chaeyoung la toma por sorpresa, suena áspera, rota y cansada. Ella no está acostumbrada a escuchar a Chaeyoung así. Mirando a través de sus pestañas, ve a la rubia sentada en la esquina de la habitación, con el rostro iluminado por la tenue luz de la lámpara del escritorio, el teléfono presionado contra su oreja, la cabeza gacha.
— Joder, no sé. Se está poniendo realmente mal. Como, peor que de costumbre. Está teniendo muchos problemas para entender las cosas que estoy diciendo y no come ni bebe nada. Joder, podría ser esta noche. Es como si apenas estuviera aguantando allí — Una pausa embarazosa, entonces, — Joder, no. No estoy lista. Realmente no lo estoy. Tengo miedo de dormir, porque no quiero... perdérmelo. Tengo miedo de que yo me vaya a dormir y cuando me despierte se haya ido. No quiero que esté... sola. Cuando suceda. ¿Sabes? Solo quiero que esté bien
Ciertamente no es una conversación que ella tendría si supiera que Mina está despierta, y de alguna manera eso lo empeora aún más.
Ella no quiere morir, excepto que lo hace.
Pero la idea la pone triste, así que simplemente se da vuelta y aprieta sus ojos cerrados con fuerza, su cerebro explotando una y otra vez y sólo quiere que se acabe.
Ella espera que Chaeyoung pueda dormir esa noche.
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Están sentadas en el sofá, mirando las repeticiones del Running Man mientras tazas de té medio vacías se quedan en la mesita frente a ellas, frías y abandonadas. Mina está acurrucado en el regazo de Chaeyoung, con la cabeza apoyada en el pecho de la rubia y la gran manta de lana amarilla en la que está envuelta. Ninguna mira la televisión, no realmente. Mina entra y sale de su conciencia periódicamente, pestañas largas revoloteando contra la manta. Está tan cansada. Chaeyoung la está mirando más que a nada, una de las manos de Mina en las suyas, alisando su piel y ahuecándola con la esperanza de proporcionar algo de calidez.
— Chaeng — murmura, o al menos lo hace en su cabeza. Los ojos de Chaeyoung todavía están fijos en la ventana, y es entonces cuando Mina sabe que las palabras nunca salieron de su boca. Frustrada, tira suavemente de la camisa de Chaeyoung, y eso definitivamente funciona porque, de repente, toda la atención de Chaeyoung está sobre ella, los dedos presionando contra su frente, alisando su cabello hacia atrás, ahuecando su mandíbula.
— Hey, Minari — dice, enunciando cada palabra para que sea más fácil de entender para Mina. Ella abre los ojos un poco e inclina la cabeza, como para preguntar, ¿Qué pasa?
Mina cierra sus ojos otra vez, aprieta los labios, buscando en el lío dentro de su cabeza las palabras. No toma tanto tiempo como normalmente lo hace. Un último golpe de suerte, tal vez. — Sólo... — comienza, sus dedos se enroscan más apretados alrededor de la tela de la camisa de Chaeyoung, con la cabeza palpitando mientras lucha por hablar. — Te amo — Las palabras se arrastran muy, muy suavemente, pero ella puede ver por la expresión del rostro de Chaeyoung que ella comprende. Débilmente, inclina su cabeza hacia la menor y Chaeyoung hace el resto, presionando sus manos temblorosas en las húmedas mejillas de Mina y susurrándole palabras que ella no entiende, sus narices rozando y parpadea cansadamente, tratando de reunir una sonrisa de alguna forma, pero Chaeyoung simplemente ahoga un sollozo y pega sus bocas juntas.
Se siente como en casa.
El alivio que siente, sin embargo, después de que finalmente escupe las palabras es lo mejor que ha sentido en meses, y deja que sus ojos se cierren de nuevo con los labios de Chaeyoung todavía sobre los suyos. Eso es, eso es, eso es, su mente canta. Es tan reconfortante que casi no siente que Chaeyoung se pone rígida debajo de ella. Casi. Chaeyoung está hablando, ahora, pero hay demasiadas palabras, demasiado rápido y frenético, y Mina está demasiado cansada como para intentar siquiera entender lo que significan.
Se siente como si estuviera cayendo por el agujero del conejo, el mundo a su alrededor se oscurece cada vez más y es demasiado agotador intentar salir incluso con la ayuda de Chaeyoung. Ella solo quiere dormir.
Hogar, piensa, presionando su rostro en el pecho de Chaeyoung y respirando profundamente. Hogar.
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No termina con una explosión como Chaeyoung se ha estado preparando. Es un susurro y un suspiro suave y entrecortado, el frágil pecho de Mina se levanta una, dos, tres veces más y luego todo está quieto, como si la tierra hubiera dejado de girar sobre su eje.
De alguna manera, saber que vendría no lo hace menos doloroso. En todo caso, lo empeora, como si cada lugar que Mina alguna vez le tocara estuviera ardiendo, las llamas lamiendo con avidez su piel ampollada.
Le toma mucho, mucho tiempo moverse, e incluso más tiempo para liberarse de Mina porque está tratando de tener cuidado. Mucho, mucho cuidado.
"No despiertes a Mina, no despiertes a Mina", piensa.
Sus dedos tiemblan mientras marca el número, lo tiene memorizado en este punto, ha estado lista durante semanas, y su voz se agrieta un poco mientras explica la situación al operador.
Mina se ve bien, al menos, menos cansada, con la boca floja. Ella parece una niña otra vez.
Chaeyoung espera que ya no esté sufriendo.
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Cuando finalmente llegan los paramédicos, Chaeyoung está pasando sus dedos temblorosos por el pelinegro cabello de Mina, como a ella le gusta, le gustaba, se recuerda, sintiendo que otro fragmento de su cordura se desmorona sobre la alfombra, y casi se siente normal. Casi.
Después de que se la llevaran, Chaeyoung se sienta en el borde del sofá, temblando y agarrándose las rodillas mientras se hunde en el fondo de su corazón que nunca volverá a ver a Mina de nuevo y ha metido el puño a través del muro de yeso antes de que su razón pueda ponerse al día.