Impostores

Par MissEmpanada

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Zek y Rowan siempre han sido amigos. Hacen todo juntos; romper reglas, hacer el ridículo, guardar secretos y... Plus

S I N O P S I S
REPARTO
3| Entrevista.
1| Declaración.
2| Desplazados.
4| Take A Chance On Me.
5| Nolan y una taza de té.
6| El destrozador.
7| ¿Tío Rowan?
8| Declaración de guerra.
Escena Extra [Jordin & Zek]
9| El remitente anónimo.
10| Suspensión.
11| Ese sistema no se caerá solo.
12| Si fueses un chico.
13| Garden Hill.
14| ¿Revancha?
15| Una única condición.
16| Impulsos.
17| Respaldo.
18| La verdad.
20| La razón muere un poco cada día.
21| Degustación.
22| Un retrato en vida.
23| Atentados en el mirador.
24| Semillas.
25| Impostores (Parte 1)
26| Impostores (Parte 2)
CURIOSIDADES + AGRADECIMIENTOS
ANIVERSARIO DE IMPOSTORES

19| ¿A que haz venido?

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Par MissEmpanada

La música retumba las paredes y la transpiración me brilla en la piel. Estoy jadeante, exhausto, pero debo imaginar que si se tratara de un escenario más comprometedor, no puedo parecer débil.

—Entonces... ¿esto es lo que hacen cuando están solos? —asume Nolan, pacientemente sentado en el sillón individual de la sala.

Zek y yo nos movemos con pasos sincronizados que nos sabemos de memoria por usar el Just Dance 2015 más que cualquier otro.

—No esperamos que lo entiendas —jadea Zek, concentrándose en darle actitud a sus movimientos.

Es de mis partes favoritas de bailar con él, somos ridículos, tontos, unos expertos y los mejores en sacarle todo el provecho a una coreografía preparada. De los dos, me atrevo a decir que Zek es el mejor bailarín, simplemente lo lleva en la sangre, es tan sencillo como respirar para él.

—¡Agua! —exijo con la voz agotada. Nolan me arroja mi botella y le doy un trago torpe aminorando la intensidad de mis pasos.

—No es por cuestionarles sus... rituales, pero, ¿por qué se torturan de esa forma? —pregunta con cara de espanto. Desde su punto estamos aquí siendo explotados a voluntad y puede ser aterrador vernos bailar hasta caernos muertos.

La canción termina y Zek cae al suelo como un muñeco de trapo.

—Estamos celebrando que el lisiado ya puede caminar —explico apuntando a lo que queda de Zek.

—Y bailar —resalta mi amigo con respiraciones pesadas.

Nolan nos contempla con una fusión de consternación y gracia. Como miras a algo que no comprendes pero disfrutas.

—Son muy raros —afirma—. A decir verdad, habría esperado cualquier cosa de ustedes menos... esto.

—¿Cómo qué?

—Sexo gay —contesta Zek antes de darle tiempo a Nolan para pensar.

—Eso no es lo que iba a decir —se defiende firmemente.

—Nolan nos imaginaba cogiendo, no puede ser —Se queja el ex-lisiado.

—¿Viniste esperando encontrar escenas ardientes entre nosotros, sinvergüenza? —Lo acuso.

—Bendito sea, ¡no es lo que iba a decir!  —Se irrita el pobre.

—Ya creo saber a donde va todo esto —Zek se pone de pie nuevamente y se tambalea al asiento de Nolan—. Crees que los dos somos atractivos, ¿eh? Querías sacudirte un poco con todo esto —Se señala a sí mismo. Los observo a la distancia conteniendo la risa.

Nolan parece captar que le estamos tomando el pelo y sus facciones se relajan cuando comienza a reír.

—No vine aquí para tener un trío con ustedes.

—¿No? —Me hago el confundido.

—Y yo que hasta me bañé hoy —Se decepciona Zek con las manos en la cadera.

Sin necesidad de identificar un tono rojizo en el rostro de Nolan, noto el bochorno al que cayó rendido por nuestras bromas. Él ríe y sé bien que lo hace de verdad. Me llena infinitamente que ahora sea nuestro amigo, no el chico inalcanzable de antes, sino uno común y mortal como nosotros que podemos joder con bromas de vez en cuando.

La mamá de Zek se asoma en la puerta con una mirada de cejas alzadas que en ella indica problemas. Zek y yo nos quejamos con la cabeza para atrás, desconociendo el lío, pero estando hartos antes de comience siquiera. Nolan es turista, pero hace su propia mueca de rechazo.

—Dilo ya, sin anestesia —pidió Zek.

—Tienes visita —suspiró ella.

En algún punto de nuestro tramo las visitas eran signo de malas noticias.

—Juro que si es Jaden voy a prenderle fuego —Me profesa Zek y su mirada de psicópata me angustia.

Sale dejándonos atrás, sin dar tiempo a su madre de explicarle.

—No estaría demás que... llamara a su abogado —recomendé. Le pedí a Nolan que esperara ahí y seguí a mi amigo con Portia marcando mis pasos.

La puerta principal estaba abierta de par en par y mi sentido preventivo se conmocionó de no encontrar a Jaden parado dispuesto a causar más problemas. Preferiría que fuera él ahora, pensando mejor las cosas y con más sensatez, sí, mejor era Jaden. Todo menos él.

Zek se mantuvo estático, espeluznantemente tranquilo.

—¿No debería estar poniéndose violento? —susurré a Portia.

Ella, de brazos cruzados, sacudió la cabeza en reproche.

—Deja que hierva el agua de esa tetera y verás.

Tenía razón. Cosa de mamás.

El papá de Zek nunca ha significado nada bueno.

Sin saludos, ni abrazos, ni choques de puño.

—Vengo a hablar contigo —apuntó a Zek.

Si me está intentando correr no le va a funcionar, yo quiero ver esto, ¿qué privacidad podría necesitar un hombre que no visita esta casa por más de diez minutos? Llega, deja un cheque, le pregunta a Zek como le va en el baloncesto y pisa el acelerador hasta el próximo mes. Es una relación política.

—...¿Creciste? —finalmente habló Zek.

Su papá, cuyo nombre ni siquiera soy capaz de recordar, frunce el entrecejo.

—¿Cómo que si crecí?

—Te recordaba más bajo. O era que tenía tanto tiempo viéndote a través de la ventana del auto que en realidad no sabía cuanto medías.

—No, Zek, no crecí —aclara con voz cansada—. ¿Podemos hablar en privado? —cuando su mirada filosa me apunta, pongo bien recta la espalda, saludandolo torpemente con la mano.

—Rowan... —saluda sin ganas—. ¿Podrías...? Por favor.

—Mi novio se queda —exige Zek cruzándose de brazos y no se da cuenta pero hace el gesto exacto de Portia.

—¡Por favor, Zek, no me vengas con tu tontería del novio! ¡Ya sé que no son pareja!

Zek abrió los ojos y la boca con una estupefacta expresión de indignación.

—¿Cómo te atreves a insinuar algo así?

—Esto es... esto es ridículo. Portia, ¿en serio permites esto? ¿Cual es el objeto de todo este escándalo?

—El amor juvenil es escandaloso —Zek se pone una mano en el centro del pecho.

—¡Casi matas a tu abuela de un infarto cuando se enteró!

—¡Al diablo con la abuela!

Los tres jadeamos.

—Tarado, es tu abuela, no te pases —susurre tentado a lanzarle un golpe.

—Callate, esa vieja me pinchó un balón y siempre olía a cigarros y Nivea para manos, que se joda la abuela —Mantuvo firme, decidido a sacar de quicio a su papá.

—¿Fue ella la que lo pinchó? —el interés de mi parte es genuino.

—¡Sí, esa vieja chimuela!

—¿Cómo es que pasó esto? ¿Desde cuándo eres un rebelde irrespetuoso? —exigió saber el señor papá de Zek.

—Él no es ningún rebelde —Portia dio un paso al frente.

Amo cuando Portia pone esa cara de: Acabas de meterte con mi bebé y es momento de que pagues. Me encanta, sus ojos echan fuego y es capaz de pasarme sus aretes para entrar limpia al ring de ser necesario.

Esperemos que no haga falta.

—¿De dónde sacas que mi relación es falsa? —cuestiona Zek. Nos vemos y cargamos el mismo pensamiento. Estamos pasando algo por alto.

—Soy tu padre. Te conozco.

¿Qué tanto lo puede conocer? Cualquiera que comparta espacio con Zek por más de media hora sabría más datos suyos que esté señor con impecable sentido de la moda. Parece que es cosa de padres creer que porque alguien está hecho con una porción de tus bolas puedes decir que sabes quién es. La gente no es predecible, sobretodo Zek, ni siquiera yo soy capaz de prevenir su siguiente movimiento.

—¿Crees conocerme? —intuye desbordando control.

—Estoy seguro —asiente su padre—. ¿Se te olvidó cuando estabas en segundo grado? Unos niños te dijeron que debías casarte con Rowan porque siempre estaban juntos y tú le tomaste la mano el resto del recreo y me llamaron más tarde porque los mandaste a comer mierda.

Ambos abogamos un grito. Nos giramos a ver si me dan ganas de reír con nada más acordarme.

—No me acordaba de eso —lloriqueo.

—Uno siempre vuelve a donde fue feliz —cita él.

Portia ya está acostumbrada a nuestros entretiempos para salirnos de la conversación, pero no se trata de ella esta vez. Estamos sacando a este señor de sus casillas.

—Bien, necesito que se comporten, estoy hablando con ustedes —regaña adoptando un tono más firme y sólido—. Esto que tienen no puede continuar un segundo más. La administración del instituto me llamó por ser el que cancela las cuotas y me informó de tu suspensión. ¿Cómo es que no sabía nada? ¿Cuánto tiempo pensaron que podrían esconderlo de mí?

—No era necesario que lo supieras porque ya está resuelto —Zek da un codazo—. Dile, Rowan.

—Ya está resuelto —confirmo.

—Te lo dije.

—Veo que no entienden la gravedad del asunto y lo más seguro es que no lo hagan hasta que maduren. No me voy a ir de aquí hasta estar seguro de que le pondrán un fin a todo este teatro antes de que el daño sea irreversible.

Viéndolo desde el punto de vista de un padre que quiere que su hijo alcance una lista de objetivos bien estructurada, comprendo que se quiere arrancar los pelos de raíz por no recibir aunque sea media respuesta concreta. Si conociera a su hijo, sabría que no la a obtener ni aunque se lo pida de rodillas. Lo único que hizo fue traer su ineficiente trasero hasta aquí para hacer lo peor que se le puede ocurrir a una persona que quiere conseguir algo de Zek, y eso es retarlo.

Claro, no dijo las palabras mágicas, pero en la mente de mi hermano se traduce como una propuesta de duelo y él ya viene con ganas de pelear.

—No es una negociación —advierte Zek.

—¿Por qué esto es tan importante para ustedes? ¡Ya probaron su punto!

—Si nuestra relación puede seguir ayudando a otros, no veo por qué deberíamos ocultarla —Zek se hace el idiota hasta la muerte.

—Ya deja esa tontería de la relación, Zek, no puedes mentir por siempre.

—¿Mentir? —Su espesa ceja se arquea—. ¿Quien habla de mentir?

Ante la mirada irritada y colapsada de su Santo Padre, Zek me afirma el rostro con las manos y me planta un beso.

Con los ojos cerrados y todo el maldito.

Mis neuronas se pelean por meterle una patada o seguirle la cosa y no dejaro tirado a estas alturas. Contengo la respiración como con el remedio que  daban de niño para que no me diera tantas nauseas. El beso no dura más que una bofetada, dejándome en plena rigidez mecánica y con la cabeza llena de ruido.

—¿Quieren que los dejemos solos? —Es Nolan, parado desde el pasillo, mirándonos como a una masa de incomodidad.

Zek me las va a pagar.

Lo escucho oprimir una risa y no le doy  con los dedos cerrados por no estropear el trabajo que llevamos.

El padre no parece estar impresionado, asqueado o mínimamente indignado. Fastidiado hasta los huesos quizá.

—¿Y tú eres? —pregunta a Nolan.

—Un nuevo aliado, señor —Le da un apretón de manos que no lo convence del todo, porque ya nada lo hará. Eso a Nolan no le causa inquietud.

Cuando me mira me doy cuenta de que se quiere reír. Mis músculos faciales están como piedras y tengo un pozo de saliva en la boca, como cuando aguantas las ganas de devolverlo todo. Quiero salir, escupir hasta quedarme seco y cepillarme los dientes con cloro.

—¿Te vas? —susurro.

—¿Vienes? —propone.

—Me gusta esa idea —apoya el padre.

Le entorno los ojos desafiante, lo que tampoco logra escandalizarlo. Zek me asiente, indicandome que le deje el resto a él.

Igual me las va a pagar, ¿cómo se atreve a agarrarme así y darme un asqueroso beso?

Me pongo mi chaqueta y huyo de ahí como una novia arrepentida. Nolan fue la campana que me salvó hoy, como ya le encanta hacer. Nos subimos a su camioneta y apenas cierro la camioneta, me deslizo en el asiento con las manos cubriendo mi rostro pálido.

—¿Qué fue eso? —Nolan está más que pasmado. Arranca como puede, con los ojos bien abiertos y muchas ganas de reír.

—El peor beso de mi vida.

—Zek perdió toda la caja de tornillos —Nos pone en marcha.

—No tiene límites —Con el dorso de mi mano limpio la sombra de los labios de Zek—. Por favor, llévame a un hospital... o a un cementerio de una vez.

Nolan libera una carcajada deliciosa que me hizo cosquillas. Ni besuqueandome con otro en sus narices puedo despertar algo de celos en su estómago. Mi parte soñadora desearía que eso sucediera, ese lado de mí sin el que no puedo vivir.

—No tenía idea de que los besos podían ser tan incómodos pero ustedes se superaron esta vez.

—¿A dónde me llevas, Nolan?

Él sostiene su humor. Yo le enseñé eso. No lo recuerdo tan ruidoso y divertido antes de hacernos amigos. Me bastaba con observarlo a distancia para comprender que era la clase de chico limitado, que recataba sus emociones escandalosas. Me atrevo a tomar el crédito de su recién descubierta libertad, de la que está tomando apenas los primeros sorbos.

Él no me da pistas, pero le indico que puede llevarme a donde se le pegue la gana, con tal de que haya enjuague bucal.

Y que esté él, no me atrevo a decir.

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¡Aquí estamos ahora con 5k lecturas!

Muchas gracias, secuaces. Leer sus comentarios riéndose, encabronandose y después volviéndose a reír me alimenta el corazón.

¿Cuales son sus opiniones a este punto de la historia?

No se limiten, me gusta saber. Gracias por seguir aquí.♡

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