—Me caes muy mal —fueron las palabras que Baekhyun dejo salir cuando estuvo sentado, almorzando con su marido.
—Eso no quita que el arroz este muy salado —fue todo lo que respondió sin ni siquiera mirarlo.
—Me esforcé cocinando, mínimo haz como si te gustará —frunció su ceño mientras apuñalaba el puré de papas con sus palillos.
—No creo en los matrimonios basados en mentiras —dijo casualmente mientras pasaba con agua el arroz salado.
—Eres un tonto —apretó los labios y continuó comiendo, claro, disimulando sus gestos de náuseas al masticar los granos blancos.
Después de comer, Chanyeol se levantó, alzando su plato para luego ir a lavarlo; sabía que era trabajo de Baekhyun, pero tantos años de vivir solo ya lo acostumbraron a hacer sus propias cosas. Suspiró para luego secarse las manos e ir a su habitación, quería descansar un poco antes de seguir haciendo sus deberes.
Baekhyun por su parte hacía pucheros, pensando en que aunque la cocina no era su fuerte, si se había esforzado. Cuando acabo de comer fue a lavar su plato y el resto de utensilios que había utilizado para cocinar; sus hombros cayeron cuando vio que hizo un auténtico desastre en la cocina solo para hacer un arroz con pollo frito y puré de papas. Con desánimo comenzó a lavar todo.
Era cierto que aún no se acostumbraba a su vida de casado, pero trataba de simplemente hacer sus cosas sin pensar en el matrimonio. Había pasado un mes desde su boda y Chanyeol seguía como siempre, amargado como un viejo.
Cómo no había algún aparato para reproducir música como en los bares del pueblo a los que había ido con su ex algunas veces, entonces decidió el mismo comenzar a cantar usando un cucharón como micrófono. Pensaba que así era más divertido, que con el silencio absoluto como fondo.
Chanyeol rodó los ojos cuando escuchó a su esposo cantar, no era que tuviera fea voz, al contrario, era preciosa; el problema real era que lo hacía casi gritando y eso no le dejaba descansar. Considerando que se levantaba a las cinco de la mañana y se acostaba a las once de la noche, quería un poco de sueño en ese momento.
Cogió una almohada para ponerla sobre su rostro y así amortiguar el sonido proveniente de su diminuto esposo. Para ser tan pequeño hacía mucho ruido, ya que no era solo su voz; no sabía cómo, pero lograba armar un escándalo mientras lavaba los platos. Chanyeol era un hombre más de silencio, que solo era interrumpido por los sonidos de los animales, los cuales no eran tan irritantes como Baekhyun.
—Otto —llamó el pequeño en la cocina mientras llenaba dos platos con carnes cocidas que había estado preparándose mientras ellos comían—, Otto —volvió a llamar mientras salía de la casa—. Lassie —llamó al otro can.
Los perros pastor alemán corrieron hacia él y se colocaron frente a sus respectivos platos llenos de comida. Baekhyun se acuclilló, mirándolos con cariño, eran animales bastante alegres y lo quisieron desde que llegó, aunque, Otto era más apegado a Chanyeol que a él.
También tenían un pequeño gato, no era de Chanyeol en realidad, ya que él no lo adoptó; simplemente el gato vino una semana después de la boda y se aposento en su casa. Su marido intento sacarlo de la casa, pero Baekhyun se puso a llorar, diciendo que era un hombre cruel, así que el alto con un resoplido los dejó.
Cuando los canes terminaron, Baekhyun levantó los platos para ir a lavarlos y los perros se quedaron a dormir en la sala.
—Ya te he dicho que los perros no pueden entrar,m —escuchó la voz de Chanyeol—, deben estar afuera —intentó sacarlos.
—Dejalos, no seas malo —hizo un puchero mientras secaba sus manos.
—No —respondió—, vamos, afuera —los espantó con las manos y los perros suspirando se fueron.
Baekhyun rodó los ojos, siempre le decía eso, pero él usualmente dejaba que los perros estuvieran adentro cuando Chanyeol se iba a dar de comer a los animales o cuando estaba en su tractor.
Después de mirar como los canes salían con sus colitas entre las patas, vio como Chanyeol observaba de reojo al pequeño gato que se estiraba junto al televisor mientras bostezaba. Le causaba un poco de gracia la mueca de su marido.
—¿Qué harás? —preguntó Baekhyun cuando se dio cuenta que Chanyeol salió de la casa.
—Cosas —es todo lo que dijo antes de colocarse sus botas y un sombrero grande para finalmente alejarse sin voltear atrás.
Baekhyun mordisquea su labio inferior, sintiéndose molesto. Chanyeol era la persona más odiosa que había conocido y aunque ya lo sabía antes de casarse con él, ahora solo lo reafirmaba.
Al día siguiente, Baekhyun estuvo a punto de poner pimienta sobre el café de Chanyeol, pero por fortuna el gato maulló despertándolo. Era realmente difícil despertar a la misma hora que su marido lo hacía; es decir, ni el sol salía aún y Chanyeol ya estaba con toda la energía. Sacudió su cabeza para luego sacar el pan que había metido al horno de ladrillo hace una media hora. No le salía tan rico como el de su mamá, pero al menos su marido no se había quejado.
—¿A dónde vas? —preguntó al ver que Chanyeol no se había puesto las botas de caucho esa vez y vestía un poquito menos ranchero.
—Debo dejar una mercancía en el puerto —respondió.
—Supongo que no conseguiré más información —suspiró para luego meter unas rebanadas de queso dentro del pan hirviendo, consiguiendo así que se derritiera junto a la mantequilla.
Baekhyun sirvió la comida para luego empezar a desayunar, el tomaba chocolate, ya que no era un fanático del café amargo como Chanyeol.
—¿No necesitas ir al pueblo? —preguntó Chanyeol mientras veía como Baekhyun casi se dormía sobre su plato.
—Uhm ¿Tú haciéndome preguntas? Parece que va a llover —se burló y bostezó—. Supongo que necesito algunas cosas para la casa —respondió finalmente cuando vio que Chanyeol seguía con su expresión estoica.
—Arréglate un poco, te llevaré —dijo para luego dar una mordida a su pan, sintiéndolo delicioso.
—Yo siempre estoy lindo y arreglado —sonrió pícaro mientras peinaba delicadamente su cabello.
Chanyeol ni siquiera reparó en él y Baekhyun resopló para luego seguir comiendo. Al menos podría salir un rato de la granja, le causaba aburrimiento estar todo el día ahí alejado del resto de humanos.
Después de desayunar, Baekhyun puso los platos en el lavadero, ya que después se encargaría de ellos. Ahora fue a la habitación a cambiarse su pijama por una ropa cómoda y bonita, además maquilló un poco su rostro, quedando con una belleza natural de ojos profundos y labios rosas.
Cuando salió con una canasta con ruedas, vio que había un pequeño camión delante de la casa y Chanyeol estaba manéjandolo. Él no sabía que su marido tenía uno, pero no le prestó mucha atención, así que simplemente abrió la puerta para subirse.
—Me voy a demorar unas tres horas en el puerto, así que si quieres visita a un amigo o lo que sea —dijo mientras metía cambio para subir una pequeña montaña de las muchas que había por ese lugar.
Baekhyun asintió con su cabeza, pensando en que los pocos amigos que tenía también vivían en granjas o ranchos. La única persona que conocía y se llevaba bien de la ciudad con él, era su exnovio. Aunque suponía que eso ya no contaba ahora.
Después de un largo tramo de sacudidas por el camino rural, el camión se detuvo a la entrada del pueblo. Chanyeol buscó en su pantalón y sacó algunos billetes que le dio a Baekhyun.
—En tres horas te quiero aquí de nuevo o si no me iré —le advirtió, levantando una ceja.
—Sí, sí, como sea —se encogió de hombros, recibiendo el dinero para luego bajarse del camión.
Los pequeños pies cubiertos de sandalias bajas de Baekhyun aterrizaron en el suelo de tierra y luego vio como el camión se iba por la tangente del pueblo. Debido a los cables de electricidad, no podía entrar, así que tenía que irse por otro lado.
Su largo abrigo ondeaba mientras caminaba, viendo todo a su alrededor; había extrañado estar en el pueblo. Mientras buscaba la tienda de ropa, se topó con un pequeño parque con juegos infantiles. Sus mejillas se calentaban cuando recordaba que su ex le había robado su primer beso en ese lugar.
Baekhyun contó el dinero una vez entró en el local que había estado buscado; al parecer Chanyeol podía ser un amargado, pero no era nada tacaño, así que aprovecharía eso. Decidió comprar algo de ropa nueva y unos abrigos, ya que en la granja hacia más frío que en el pueblo.
No quería aún hacer las compras de la comida, porque no quería andar con ese peso hasta que Chanyeol llegará a recogerlo, así que se compró un helado de cono y comenzó a pasear por el lugar. Algunos hombres le lanzaban piropos, porque su camisa de botones se apretaba bien en su cintura dejando ver una silueta de reloj de arena.
—¿Cómo puede el dueño de una joya dejarla sola? —dijo un chico que se encontraba con la espalda recostada contra un poste.
Los oídos de Baekhyun zumbaron y al inhalar pudo percibir claramente aquel aroma a cigarrillo mezclado con caramelos de menta; su corazón se aceleró mientras que sus músculos comenzaron a temblar de la emoción. Al girarse pudo verlo, tan atractivo como siempre; Seunghyun, el amor de su vida.
—Baekkie, tanto tiempo —sonrió mientras exhalaba una nube de humo cancerígeno.
—Hyun —apretó el cono de su helado y su otra mano soltó la canasta para luego correr hacia el chico, abrazándolo—, te extrañe mucho —comenzó a llorar en la camisa del alto.
—Pensé que después de tu boda me olvidarías —susurró mientras volvía a dar otra calada.
—Por supuesto que no —formó un puchero mientras se separaba—. Les rogué a mis padres poder casarme contigo, pero ellos simplemente no escucharon —se lamentó.
Baekhyun dejó caer sus hombros y bajó la mirada, así que no pudo ver la mueca de disgusto que el otro hizo cuando escuchó la palabra "casar" involucrándolo a él. Respiró profundo y luego formó una sonrisa irreal.
—Lo que no se pudo, simplemente no se pudo —acarició con su pulgar la mejilla de Baekhyun—. ¿Qué haces por acá? —cambió de tema.
—Mi... marido —tragó la palabra, ya que aún le causaba disgusto pronunciarla— me dejo acá para que hiciera algunas compras. Él se fue al puerto —respondió mientras se separaba, ya que algunas personas se los quedaron viendo.
—Así que estarás solo un buen rato —saboreó las palabras mientras dejaba caer la colilla de su cigarrillo para luego aplastarla con su bota—. ¿Quieres ir a un lugar más tranquilo? —susurró con su característica voz grave.
—Bueno —asintió sonrojado y luego comenzó a caminar con el otro.