No te emociones tanto

By PaulStonem

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Una chica normal y corriente con una obsesión: Un cantante de rock los 90 en plena crisis de los cuarenta. Él... More

Sinopsis
PRÓLOGO
1. No te enfades tanto
2. No te enfades tanto
3. No te agobies tanto
4. No te agobies tanto
5. No te muevas tanto
6. No te muevas tanto
7. No te obsesiones tanto
8. No te obsesiones tanto
9. No te emborraches tanto
10. No te emborraches tanto
11. No te líes tanto
12. No te líes tanto
13. No me llames tanto
14. No me llames tanto
15. No te rías tanto
16. No te rías tanto
18. No me esperaba tanto
19. No me beses tanto
20. No me beses tanto
21. No me subestimes tanto
22. No me subestimes tanto
23. No te emociones Tanto
0o0o Spoileati-me o0o0
24. No te emociones tanto
Epílogo

17. No me esperaba tanto

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By PaulStonem

17. No me esperaba tanto

Un nuevo lunes en la oficina. Vio y Vega estaban cada una a su movida, en sus mesas, tras sus ordenadores. Mientras desayunaban, a primera hora de la mañana en la cafetería de abajo, Vio le había preguntado a Vega por los avances con Alan. Ya nada puede ser un secreto cuando tienes un grupo de Whatsapp llamado GossipGirls en el que Rico es el administrador. El chico había contado lo del centro comercial nada más llegar a casa aquella tarde. Vega estaba contenta porque ese sábado habían ido ella y Alan a una exposición que él quería ver sobre animación. Era un friki de PIXAR y a Vega no le disgustaban en absoluto los dibujos animados. Después habían cenado juntos. Habían estado parte de la tarde decidiendo a donde ir porque Alan conocía mil sitios geniales en la ciudad y Vega se sentía atraída por cada uno de ellos, aunque no estaba segura de si era por la comida o porque a Alan le gustaban. Al final, como se les echaba la hora encima y no llegaron a ninguna conclusión, Vega propuso una pizza en su casa y una buena peli de fondo. Al llegar a esta parte, Vio alzó las cejas de modo sugerente y sonrió, pero Vega negó con la cabeza con una sonrisa. No, no había pasado nada. O sea, muchos besos, abrazos y esas cosas, pero nada más allá.

—Tía, qué raro —le había dicho su amiga.

—¿Por?

—En tu casa y no te mete mano. ¿Es un viajero en el tiempo y viene de los años cuarenta? Bueno, es que incluso en los cuarenta seguro que metían mano a las chicas. Mira Elvis.

—¿Elvis? Tía, deja de poner ejemplos con músicos famosos porque no tienes ni idea de nada —se rio Vega restándole importancia a las tonterías de su amiga—. No sé si es un viajero en el tiempo, pero me gusta así.

—¿Sin triki-triki-triki-mon-amour?

—Sí —se confesó Vega. Luego miró a su amiga y se rio—. A ver, no. O sea, me gusta, me da igual si pasa mañana o si pasa pasado. Sé que va a pasar.

—En el fondo es súper tierno y te envidio —le dijo Vio poniendo cara de adolescente emocionada que piensa en uno cualquiera de los One Direction—. Aunque tiene unas pedazo de cejas que no son normales, tía.

—Ah… —se rio Vega—. ¡A mí me chiflan!

—Sí, y también te chifla el entrecejo de Den Murphy. Es acojonante, sólo tiene una puta ceja. ¿Puede haber alguien en el mundo que sea guapo con una sola ceja? ¡Él es el único!

—Totalmente de acuerdo. El entrecejo más sensual del planeta Tierra.

Y acabada esa conversación que tiraba a lo absurdo, se subieron a la oficina y se pusieron a trabajar. Hasta ese rato, ya a media mañana, que alguien irrumpía en su despacho haciendo que las dos levantaran la vista hacia la puerta, que estaba entreabierta y una cabeza asomaba por allí con una gran sonrisa. Vio y Vega se miraron con estupefacción y volvieron la vista al sujeto que las saludaba. Fue Vega la que saludó primero después de soltar una risita. Vio alzó una ceja en plan escéptico y terminó saludando como si quien tuvieran delante fuera un conocido de toda la vida.

Cob abrió la puerta del todo y entró con una amplia sonrisa y una mano en el bolsillo en plan estrella del cine. La verdad es que la pose le pegaba mucho, porque era guapo a rabiar. O a lo mejor era guapo porque salía en la tele. Es de esas cosas de la vida que no sabes si una persona es guapa porque todo el mundo lo dice o porque lo es. A lo mejor si fuera el frutero en el súper de debajo de casa, pasaba totalmente desapercibido tras los melones y nadie lo miraba.

—Hola chicas —dijo apoyándose en la mesa de Vio—. ¿Cómo estáis? Ya os dije que volveríamos a vernos.

—Una pena que sea aquí —dijo Vio en un tono como tirante, pero del que se intuía ironía y buen humor—. Yo hubiera preferido que nos viéramos en el restaurante más caro de la ciudad y que tú pagaras la cena.

Cobe soltó una carcajada sincera y Vega miró a su amiga como si estuviera loca. ¡Joder, cómo le gustaba que fuese así! Por eso eran amigas. Cob miró a la chica, sin sentirse para nada cohibido, recordó que la había visto con un chico en aquella discoteca. Quizá por eso no se había puesto rojo como un tomate, o quizá era por otra cosa.

—Si salen bien los negocios, estaréis invitadas al mejor restaurante de la ciudad y todo correrá de mi cuenta —les dijo asintiendo totalmente convencido. Invitar a las dos ponía un poco de límites entre ellos y, quizá, Cob prefería que hubiera límites entre él y la pelirroja.

Vega sonrió al chico con gratitud y Vio lo miró con media sonrisa. Le caía bien. Les caía bien. Ellas le caían bien a él. Vega ordenó sus cosas en la mesa como si estuviera dando por finiquitado el trabajo y miró a Cobe con una de sus grandes sonrisas, prestándole, ahora sí, toda la atención del mundo. Vio volvió la vista al ordenador como si ellos no estuvieran.

—¿Y qué parte del negocio te ha traído hoy aquí? —le preguntó la morena al chico.

—Pues he venido con mi abogada. Temas de licencias de obra y esas movidas de las que no sé nada…

—¡Ah! Entonces eso me toca a mí —le dijo—. Yo llevo todas esas movidas de las que no sabes nada. Podríamos decir que me apasiona ir a pelearme con los funcionarios donde haga falta por conseguir hacer felices a los clientes.

—¡Qué bien! —exclamó él de forma divertida—. Entonces, si algo no va bien, podemos echarte a ti la culpa.

—Ella siempre tiene la culpa de todo… —dijo Vio con la mano en el ratón y sin apartar los ojos de la pantalla. Cobe la miró y sonrió antes de volver la vista a Vega. Vega puso cara de resignación y ambos se rieron.

En la puerta aparecieron dos personas y llamaron la atención de todos. Eran su jefe, el más feje de todos, con una mujer castaña con unos ojos azules que ni el cielo y una sonrisa de Miss Universo que Vio y Vega se quedaron anonadadas al mirarla. Su jefe la presentó como Jill, la abogada de Cob. En el mundo de los famosos son todos así, ¿no? Guapos a rabiar. Hasta sus abogados son como estrellas de la gran pantalla. El chico se levantó de la mesa de Vio, como si no se permitiese tanta informalidad, y sonrió al jefe de las chicas y luego a Jill.

—Vega, tendrás que estar en contacto con Jill durante un tiempo, ya sabes. Te vas a encargar de las cosas de este proyecto. Cob se ha empeñado en hacerlo aquí, no le hemos convencido de que se fuera a otro estudio —bromeó el hombre haciendo que Jill y Cob sonrieran de forma cordial. Vega alzó las cejas y sonrió también por cumplir.

—¡Fantástico! —le dijo a todos—. ¿Plazos?

—Eh… cuanto antes, luego te paso un dossier. Pero estaría bien ir solicitando cosas antes de que acabe abril.

Genial, más trabajo para abril que apenas acababa de comenzar. Como si no tuvieran suficiente con el centro comercial para el día trece. Vega inspiró aire y asintió de forma agradable. Jill le hizo un gesto a Cob de que salía fuera para seguir hablando con el arquitecto. La sonrisa que se dedicaron después fue algo sospechosa. Vio miró a Vega con cara de situación y Vega arrugó la frente para que su amiga le quitara importancia. El arquitecto se despidió de las chicas y salió comentando a Jill los planes que tenía para ese garito que quería Cob abrir. Vega miró al de la tele con los ojos muy abiertos.

—Esa mujer… —dijo exagerando el gesto y vocalizando mucho—. ¡Es guapísima!

—Sí, no está mal… —agregó Cobe como si viera miles de esas al día. En verdad las veía.

—¿Es buena abogada? —apuntó Vio alzando una ceja. Lo que pasa es que cuando una mujer es guapa no puede ser buena en el trabajo y si es fea, es que folla bien. Estereotipos.

—Sí, no está mal… —dijo Cob en el mismo tono antes de soltar una risita.

Vega sonrió y cogió su agenda para mirar cómo iba en las próximas dos semanas. El día doce estaba decorado con subrayador rosa como la agenda de una adolescente. Pasó la hoja y vio que el trece tenían ese proyecto. La cosa iba bien, por el momento, seguro que harían todo a tiempo. Alzó la vista y miró al de la tele con una cara que parecía pedirle piedad. Él frunció el ceño con algo de confusión y medio sonrió. Ella cogió un lápiz del bote de lápices que estaba otra vez lleno, alguien los había recogido del suelo finalmente, y miró al chico de nuevo.

—A finales de abril, tendré que ponerme manos a la obra pronto, pero puedo empezar la semana que viene —dijo.

—Bueno, sé que te ha dicho finales de abril, pero si puede ser antes… —empezó a decir él un poco cortado, rascándose bajo la barbilla, preocupando a Vega que lo miraba como si no pudiera estar hablándole en serio—. A mediados, mejor.

—¿A mediados? —preguntó ella—. ¡Tendría que empezar ahora mismo! Pero… —ojeó la agenda, reparando en ese día pintado de rosa y levantó la vista—. ¿Mediados el quince de abril? O sea, es casi imposible…

—Pero sería genial —agregó él con una amplia sonrisa.

Vega se dejó caer contra la mesa dándose en la frente con dramatismo. Exageraba mucho en esas situaciones, Vio ya se lo sabía y miró a Cob haciéndole un gesto con la mano en plan «deja, ahora se le pasará». Cob se rio y le guiñó un ojo, entonces Vio sonrió y entendió que el chico lo único que estaba tratando de hacer era vacilar a la chica.

—¿Algún problema? —preguntó él haciéndose el interesado. Vega alzó la vista.

—¡No me esperaba tanto! Se me amontona el curro para el doce de abril, nada más. ¡Todo a la vez! —exclamó con ese tono exagerado. Dedujo que el chico estaba tomándole el pelo.

—¿Doce de abril? ¿Y qué pasa el doce de abril?

—¿Cómo, no lo sabes? —preguntó Vio como si Cob fuese de otro planeta, o algo así, para luego sonreírle de forma simpática—. Toca Deneb Murphy con su banda —soltó como si no fuera importante y señaló a Vega—. Ella le ama.

—¿A Den? —preguntó el de la tele con total confianza, como si estuviera hablando de su primo el del pueblo—. ¡Es muy amigo mío! El mejor, de hecho.

Las chicas lo miraron como si acabaran de decirles que les había tocado el Euromillón. Luego se miraron entre ellas y se dieron cuenta de que tenían caras bastante estúpidas. Vega se rio y miró a Cob como si le estuviera tomando el pelo. Era demasiado bromista, ¿no? Primero lo de las fechas y ahora eso. Cob se rio y asintió, les estaba diciendo la verdad. Las chicas volvieron a mirarse y Vio tenía la boca abierta como un dibujo anime sorprendido. Vega se echó a reír por no ponerse a dar saltos encima de la silla. ¡No podía ser!

—Si salen bien los negocios, ¿nos invitarás a cenar en el mejor de los restaurantes de la ciudad con Deneb Murphy? —soltó con desparpajo y de forma animada haciendo reír al chico que se encogió de hombros en plan «¿por qué no?».

Vega soltó un gritito de emoción antes de taparse la cara con los brazos sobre la mesa. Vio miró a Cob, en realidad estaba emocionada también, sólo que supo aguantar el tipo haciendo como que su amiga estaba loca perdida. Cobe asintió como si no la creyera, deduciendo que también le emocionaba todo eso.

—Le diré que me acompañe el próximo día al estudio —dijo el chico con media sonrisa. Ser amigo de Deneb le hacía ponerse a la altura de una estrella del rock y eso molaba mucho.

—¡Ay! Y yo me muero…

—Se muere —asintió Vio mirando a Cob con preocupación fingida.

Cob se rio. Le caían bien.

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