La lista || Terminada

By MsMistery19

379K 24.2K 13.8K

Nuestra historia empezó con un trato entre ambas. Un beneficio para las dos, un sentimiento disfrazado hacién... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capitulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Final
Epílogo
Epílogo extra

Capítulo 12

10K 620 293
By MsMistery19

Éramos la perfección juntos... Lastima que lo perfecto no existe.

Pov Narrador Omnisciente.

La noche había caído y la familia Garzón habían pisado su hogar totalmente cansados, despues de dejar en sus respectivas casas a las mejores amigas de María José.

Aún cuando los Garzón sentían el cansancio en sus cuerpos, no negaban que habían pasado unos días amenos y divertidos junto a la familia Calle. Y eso María José lo había confirmado muchas veces en su mente.

Su mente de alguna forma no procesaba el hecho de que, Daniela le había dado dos orgasmos, sus primeros orgasmos, había robado sus primeros besos y también, habían empezado un juego entre ambas que era peligroso, pero no tanto cómo para llevarlo a cabo.

Ahora la morena se encontraba en la comodidad de su cama, con su pijama, leyendo un libro con sus respectivos lentes que había extrañado usar.

— Quiero dormir mil siglos.— Mencionaba Valentina arrastrando los pies, entrando a la habitación de su hermana.

— Mañana debemos trabajar.— Respondió María José en un resoplido, Valentina se quejó.

—¡Ya! ¡Ya no quiero ese tonto trabajo!— Valentina caía a la cama de su hermana menor de golpe.

— Yo tampoco...— Murmuró la morena con duda, Valentina alzó su cabeza y vió a su hermana enchinando los ojos.

— Hablando del club... Quiero saber que pasó ayer.— Presionó Valentina, sentandose en la cama de la morena en forma de indio.

— Solo nos dimos besos.— Se excusó María José, haciéndose la desentendida.

—¿Besos en la concha o dónde más?— Arrojó la mayor con mala cara, la morena se sonrojó.

— No seas vulgar, Valentina.— Regañó María José negando con su cabeza, aún con sus mejillas sonrojadas.

— Déjate de pendejadas.— Contestó Valentina divertida, le quitó los lentes a su hermana y empezó a jugar con ellos.—¿Te desvirgaron o no?— Preguntó poniéndose los lentes.

— Uhmm.— María José se quedó pensativa.— Bueno no, aún no.— Concluyó encogiéndose de hombros.

— Aaah, hicieron jugo de papaya.— Soltó Valentina con experiencia, jugando con los lentes de su hermana.

—¿Jugo de qué?— Inquirió la peliazul frunciendo el ceño y los labios.

— De papaya.— Replicó Valentina rodando los ojos.— O sea, rozaron e hicieron el tsk tsk.— Añadía la mayor, uniendo sus manos y rozarlas entre si, María José abrió la boca sorprendida y avergonzada.

—¿Podrías dejar de ser tan vulgar?— Regañó con su cara color rojo, quitándole los lentes a su hermana.

La mayor soltó una carcajada.— Ay por favor, es normal.— Se defendió con simpleza.—¿Tuviste orgasmos? Son maravillosos, chihuahua.— Agregó Valentina mordiendo su labio inferior y llevando una mano a su pecho.

— Eres una degenerada.— Respondió María José cerrando el libro y ponerlo en la mesita de noche.

— Y tú una mojigata.— La morena rodó los ojos, acomodó sus lentes y vió a su hermana.

— Ya déjame.— Pidió bufando, Valentina negó con su cabeza divertida.— No te contaré nada de lo que pasó.— Determinó la morena cruzándose de brazos.

— Aburridaaa.— Canturreó la mayor con flojera.

— Eres un dolor de-

La morena se callaba y tomaba su teléfono a un lado, estaba sonando constante. Vió el nombre en la pantalla y su corazón se agitó y tragó grueso.

—¿Quién es?— Indagaba Valentina, intentando ver el teléfono de su hermana.

—¿Qué te importa?— Replicó María José, alejando a su hermana poniendo una mano en su frente.— Déjame sola. Shu, shu, shu.— María José corría a su hermana con sus manos, el teléfono aún vibraba.

— Harás cochinadas, sucia.— Valentina movía sus cejas pícaramente, María José se sonrojó por tercera vez.

—¡Largooo!— Gritó señalando la puerta, la mayor soltó una carcajada.

— No gimas tanto, quiero dormir.— Advirtió Valentina saliendo de la habitación.

—¡Valentina!— Se quejó la morena resoplando.

— Ya, ya me voy.— La mayor cerraba la puerta totalmente divertida.

La morena llenó de aire sus pulmones, sintiendo su teléfono vibrar otra vez contra su mano, tragó grueso y respondió la llamada.

+18

—¿B-ueno?— Titubeó, regañandose mentalmente por sus tontos nervios.

—¿Por qué tardaste tanto en contestar, enana?— La voz de Daniela envolvía los oídos de María José.

Estaba en el baño.— Se excusó con una mentira, tampoco iba a decir que estaba hablando con su hermana de jugo de papaya.

—¿Tan rápido empezaste sin mi?— Respondía Daniela con una risa entredientes.

No seas idiota, Daniela.— Replicaba María José rodando los ojos.

Idiota y todo pero abriste tus piernas para mí anoche.— Contestó Daniela con arrogancia, la morena apretó los labios.

No te sientas orgullosa.— Replicó María José, Daniela al otro lado alzaba una ceja.— Lo hice porque eres mi juguete por ahora.— Añadió la peliazul esbozando una sonrisa. La castaña rió.

Pues este juguete quiere estar entre tus piernas ahora.— Arrojó la castaña con voz gutural.

El solo pensarse entre las piernas de María José lamiendo cada parte de su vagina, causaba estragos en su vientre y entrepierna.

Calle...— Murmuró la peliazul, cayendo en su cama y acomodándose entre las almohadas.

—¿Qué?— Preguntó la castaña, curvando sus labios en una sonrisa, jugueteando con los cordones de su pijama.

No empieces.— Contestó la peliazul en un suspiro.

Aunque en el fondo María José deseaba que Daniela continuara diciéndole cosas sucias por el teléfono.

Sería excitante saborear tu humedad...— Murmuró la castaña con voz sensual, acariciando su abdomen.

Sabes exquisito, Poché.— Añadió relamiendo sus labios.

La castaña recordaba cómo el sabor de la morena estuvo en su paladar hace unas horas atrás.

—¿Si?— Susurró la peliazul, sintiendo su respiración agitada.

Demasiado.— Afirmó Daniela, sintiendo punzadas tortuosas en su centro.— Me gustaría que te corrieras en mi boca.— La peliazul mordió su labio inferior, sentía que podía jadear en cualquier momento.

Subir por tu abdomen... Pechos...

María José tragaba grueso, acariciando sus pezones erectos a través de la camiseta de su pijama, escuchando la voz hechizante de Daniela.

Tomar tu mandíbula y escupir sobre tu boca para que sientas tu sabor...

María José suspiraba moviendo sus caderas por inercia, intentando apaciguar el dolor de su entrepierna con sus movimientos.

Dime más.— Pidió con la respiración agitada, escuchó un espeso y largo suspiro al otro lado de la línea, aquello le pareció tan excitante.

Estar dentro de ti.— Soltó la castaña tragando grueso.

Necesitaba tanto apaciguar el fuego en su entrepierna.

Uhmm. Más.— Pidió María José cerrando sus ojos, colando su mano por su camiseta y tocar sus pezones, Daniela relamió sus labios.

Morder tus pezones.— Siguió la castaña, con la poca cordura que le quedaba.

En ése momento solo deseaba cogerse a María José cómo una desquiciada.

Mientras siento tu mojado y caliente interior.— La peliazul jadeaba al jalar su pezón, enviando corrientes dolorosas a la vagina de Daniela.

Más...— Musitó la morena con los ojos apretados.

Volverme loca y cogerte sin piedad.— La castaña cerraba sus ojos y empezaba a estimular sus pechos, sintiendo la humedad entre sus piernas.

Dios... Calle.— Gimió la peliazul en un suspiro excitante y sensual.

Tócate, María José.— Pedía Daniela totalmente desesperada, necesitaba escuchar los gemidos de María José y calmar su deseo.— Gime para mí.— Exigió causando un cosquilleo en el vientre de María José.

Y-yo-

Vamos, Poché.— Interrumpió la castaña, María José suspiró sintiendo su excitación.

Sé que estás mojada, totalmente deliciosa para que te masturbes.— Arrojó Daniela en tono de voz que no dejaba a dudas su necesidad de desear a la morena.

—¿Tú estás igual?— Preguntó María José, dejando sus pechos y bajar su mano por su abdomen lentamente.

Mi mano está bajando por mi abdomen justo ahora.— Respondía Daniela traspasando toda barrera de ropa y tocar su pubis.

La mía también.— Replicó la peliazul en un suspiro.

Estoy mojada, Garzón.

Daniela gruñía excitada, abriendo sus labios mayores con sus dedos para sentir su humedad latente.

Me pones cómo la puta mierda.—

Daniela maldecía y lubricaba su vagina para tocar su punzante y adolorido clítoris.

Uhmm, Calle...— Gimió María José al tocar su punto de nervios que necesitaba ser atendido.

Eso, gime y tócate para mí, Poché... Joder.

La castaña respiraba pesadamente escuchando los pequeños jadeos de María José, su dedo medio moviéndose de arriba hacia abajo estimulando su clítoris.

¡Aaah... Calle!

María José mordía su labio con fuerza reprimiendo sus gemidos, mientras su dedo hacía círculos contra su clítoris, enviando espasmos a la entrada de su vagina.

Mierda.— Gimió cerrando los ojos con fuerza, sintiendo una fina capa de sudor formándose en su frente.

Joder, Poché...— Daniela gemía, totalmente excitada al escuchar la respiración y gemidos de María José.

Se siente tan bien.— Murmuraba María José entre gemidos de gozo.

Sigue, no pares. Quiero escuchar cómo te vienes.

La castaña movía sus caderas con ímpetu sobre su cama, mientras María José mordía su labio inferior con fuerza, abriendo sus piernas y tener más acceso a su clítoris.

Mierda, estoy tan mojada.— La castaña podía escuchar su humedad chocar contra sus dedos, la peliazul gimió escuchando también su abundante humedad.

Calle... V-voy a correrme.— Habló la morena entre gemidos, moviendo sus caderas con fuerza, su dedo sin dejar de tocar su hinchado clítoris.

Correte para mí, Poché.

Ambas gimieron cada vez más cerca de su liberación de éxtasis, por sus teléfonos solo se escuchaban sus gemidos, maldiciones y respiraciones agitadas.

Fue María José la que arqueó su cuerpo, apretando el teléfono contra su oreja, soltando un fuerte gemido y sentir su vagina punzante. Cayó a la cama totalmente extasiada y la respiración agitada.

La morena escuchó el gemido de Daniela, dándole entender que ella también había llegado a su orgasmo. Solo respiraciones pesadas se escuchaban a través de la línea.

Dulces sueños, enana.

La llamada era cortada y María José soltaba su teléfono, agradeciendo que Daniela haya hecho aquello, porque no sabía que podía decir después de tener sexo telefónico.

«Eso fue intenso» Pensó la morena, sintiendo sus párpados pesados y caer en un sueño profundo.

(...)

Una peliazul merodeaba por las reposeras de la piscina, acomodando y recogiendo toallas húmedas de ellas, llenó de aire sus pulmones y pasó su antebrazo por su frente. El sol estaba más caliente que nunca y eso quemaba la piel de la morena.

Cómo era su rutina últimamente, María José despertó, desayunó y junto a su hermana salieron a su trabajo. Claramente Valentina no desaprovechó la oportunidad y molestó a su hermana en todo el camino, a la peliazul no le quedó de otra más que soportar.

Ahora se encontraba aburrida, viendo la vacía piscina de color azul, no tenía que hacer así que dejó las toallas en la cesta de ropa sucia y empezó a caminar. Había recorrido aquel inmenso lugar, pero no estaba de más que viera por su propia cuenta.

María José no supo cuántos minutos pasaron, pero cuando se encontró con el lago del club y vió a varias personas, su curiosidad ganó y no dudó en acercarse. Llegó hasta la orilla de lo que era un pequeño muelle, se quedó ahí observando el panorama, hasta que su vista se topo con algo interesante.

Un ojiazul iba en un bote sin camisa, sus brazos se movían de un lado a otro con un remo, iba totalmente concentrado y en cada movimiento que hacía con el remo su velocidad aumentaba.

Para María José aquella vista fue de deleite, de lejos se podía ver el trabajado cuerpo del chico viéndose más atractivo.

María José perdió de vista al chico, hasta que vió que su bote paraba y quedaba a la orilla del muelle.

—¡Eso, Lucas! ¡Eres cómo una maldita bala!— Una voz ronca y escandalosa llenaba los oídos de María José.

— Vamos mejorando de a poco, Luis.— Escuchó la voz de Lucas, María José se quedó quieta en su lugar, dudando si ir donde Lucas o irse.

— Tienes futuro, muchacho.— Apremió el hombre robusto y de voz ronca.

— Sabes que solo es un pasatiempo.— Contestó Lucas, encogiéndose de hombros, Luis negaba con su cabeza.

—¿Vendrás mañana?— Preguntaba Luis dándole una palmada en la espalda a Lucas.

— No lo sé, tengo que ver unas cosas con mi papá.— Respondía Lucas pensativo.

— Bueno, cualquier cosa me llamas.— Luis sonreía al muchacho.— Vas bien, eh. Sigue así.— Apremió alzando su pulgar y irse del lugar.

Lucas quedó solo y se acercó al agua para sacar el bote y el remo, María José dudó pero al final decidió acercarse al chico. Después de todo era su crush y tenía que buscar formas de acercarse a él.

— Hola.— Saludó a las espaldas de Lucas, el ojiazul al oír la voz de María José dejó el bote en el muelle y giró para verla.

— Hey, hola. No pensaba que estuvieras acá.— Saludó Lucas con alegría, María José sintió su cara calentarse.

— Trabajo aquí en realidad.— Explicó la morena con una sonrisa tímida.

—¿De verdad? Rayos, no lo sabía.— Respondió Lucas sorprendido, la peliazul asintió.— Me alegra que trabajes aquí entonces.— Añadió Lucas sonriendo.

—¿Por qué?— Inquirió María José, ladeando la cabeza.

— Porque así tendré la oportunidad de charlar contigo, chica linda.— Lucas sonreía radiante, mientras María José sentía su cara hervir.

—¿Hace mucho lo prácticas?— Evadió la morena, apuntando el bote, Lucas vió hacia donde apuntaba.

—¿Me viste?— Preguntó Lucas riendo, María José asintió con la cabeza.— Bueno si, hace 4 años lo práctico.— Agregó el ojiazul torciendo los labios, María José sonrió.

— Wow, eso es mucho tiempo.— Habló la peliazul sorprendida.

— No lo es cuando algo te gusta.— Contestó Lucas con sabiduría, María José quedó pensativa.

—¿Y cómo lo haces? Se ve muy difícil.— Dijo María José acercándose al bote, Lucas quedó a sus espaldas.

— No, bueno te acostumbras, todo está en respirar y el movimiento de tus brazos.— Explicó el pelinegro con experiencia, María José vió a su costado e hizo una mueca.

— Se escucha difícil para mí.— Contestó frunciendo los labios, sacando una corta carcajada por parte de Lucas.

—¿Te muestro?— Sugirió el ojiazul, tomando el remo.

— Claro. ¿Por qué no?— Contestó María José apretando seguridad, porque moría de nervios con hablar con su crush de años.

— Genial, ven entonces.— Lucas acercaba a María José a él. Mira, tienes que tomar el remo.— Lucas abrazaba a la morena, poniendo el remo frente a ella, la morena tragó grueso sintiendo el torso desnudo de chico.

— Vale...— Habló María José nervioda.

— Tus manos con cierta distancia.— Lucas tomaba las manos de María José, poniendolas en la extremidad del ramo.— Así no sueltas el remo por la fuerza del agua.— Añadió el ojiazul.

— Ok...— Susurró María José, intentando olvidar que el calor de Lucas rozaba su cuerpo.

— Pones los brazos así.— El pelinegro movía de un lado a otro los brazos de la morena.— Concéntrate en tu respiración y cada vez que remes con más fuerza tienes que controlar tu respiración.— Lucas se separaba de María José poniéndose frente a ella.

—¿Así?— Inquirió la peliazul haciendo los movimientos que le había mostrado el chico.

—¡Si!— Exclamó Lucas con una sonrisa, María José paró los movimientos.— Eres buena alumna.— Apremió Lucas, la morena rió.

— Tengo un buen maestro.— Halagó la ojiverde sonriente.

Lucas se acercó a ella y tomó el remo, sus manos rozando, el ojiazul miró a la peliazul, pasó una mano por su cabello viendo a María José, él esbozó una sonrisa y le quitó el remo a María José de las manos.

— Si quieres seguir aprendiendo, estoy disponible los jueves y viernes.— Bromeó el chico moviendo sus hombros jocoso, la morena soltó una risita.

— Lo tendré en cuenta.— Respondió llevando su dedo índice a su cabeza y dar pequeños toques.

— Demonios, no quisiera dejarte pero tengo un compromiso.— Lucas miraba el reloj en su muñeca.

— No te preocupes, la clase puede seguir después.— Respondió María José riendo, Lucas tomó su mochila y la llevó a su hombro.

— Podemos tomar un café algún día, o algo que te apetezca.— Sugirió el ojiazul ladeando su cabeza con una sonrisa.

— Me encantaría.— Respondió la peliazul feliz.

— Estupendo, entonces yo te busco.— Lucas alzaba su dedo índice apuntandola.— Sigue practicando, eh.— Bromeó con la morena, María José rió.

— Lo haré, superaré al maestro.— Contestó fingiendo arrogancia, Lucas sonrió.

— Nos vemos, chica linda.— Se despidió guiñando uno de sus ojos y empezar a caminar.

— Bye...— Musitó María José con una sonrisa de oreja a oreja.

Un rato después.

María José llenaba de aire sus pulmones, mientras escuchaba su estómago rugir, bajó de aquella silla en la piscina y empezó a caminar hacia el restaurante del club.

Empezó a caminar por los vestidores de la piscina, para así cruzar un pequeño campo y llegar al restaurante, iba a seguir caminando pero ciertos ruidos provenientes de los vestidores llamó su atención. Agudizó su oído y se acercó hasta los vestidores. Sabía que si alguien estaba teniendo sexo en los vestidores era prohibido, por lo cual tenía que intervenir.

Se acercó y empezó a escuchar gemidos, negó con su cabeza y se adentró a los vestidores, escuchó el agua correr y los gemidos cada vez más fuertes. Enfocó su vista y fue cuando la vió. Sintió su estómago revuelto y rodó los ojos.

—¡Hey!— Gritó la peliazul lo suficientemente alto.

Una castaña con gotas de agua recorriendo su cuerpo y totalmente desnuda, giró su cuerpo y sus ojos se abrieron cómo platos al ver a María José. La morena rodó los ojos por segunda vez al ver a la chica con quién estaba.

«¿Con Rebeca? ¿Es en serio?» Pensó María José negando con su cabeza.

—¿Poché, qué-

— Es prohibido tener sexo en los vestidores, te lo dejo cómo dato.— Interrumpió María José a Daniela con simpleza.— Bye.— Se despidió dando media vuelta y salir de ahí.

—¡Poché! ¡Ey, espera!— Gritó Daniela a sus espaldas, la morena detuvó el paso y se giró.

—¿Si?— Respondió cruzándose de brazos, Daniela rascó su nuca sosteniendo la toalla que envolvía su cuerpo.

— No es lo que cre-

— Daniela.— La morena callaba a la castaña.— No me importa lo que hagas, no tienes que darme explicaciones.— La morena se encogió de hombros, Daniela frunció el ceño.

—¿Espera qué?— Soltó la castaña torciendo el gesto.

— Solo cogimos, castaña engreída.— Le recordó la peliazul con obviedad, soltando una risita.

— Eso sí, tú estás con Rebeca ahora así que olvídate de que tú y yo sigamos cogiendo.— Añadía María José poniendo sus brazos cómo jarras.

— Pero-

— Pero nada.— Callaba la peliazul otra vez.— Seguiré fingiendo ser tu novia, pero hasta ahí.— Determinó alzando su mano.

— Terminaremos, me darás mi lista y tú y yo nunca nos conocimos.— La morena sonrió ante su perfecto plan, la castaña quedó pérdida.

— Emm-

— Ahora.— María José apartaba a Daniela del camino.— Si me disculpas tengo hambre y Rebeca ha de estar echando raíces. Nos vemos, Calle.— Y sin más la morena se iba muy tranquila hasta el restaurante del club.

«¿Qué mierda acaba de pasar?» Se preguntó Daniela, viendo la espalda de la peliazul totalmente confundida.













































Meta: 140 votos y 100 comentarios.

Poché valiendole madres todo supremacy JAJAJA.

¿Calle la cagó? Piemzoooo.

Seguirán con la lista? Uhmmm.

*Se va escuchando Somebody else de The 1975*

Continue Reading

You'll Also Like

274K 21.1K 47
¿Existe el amor de una vida pasada en otra vida? Nadie lo sabe. Sus caminos se cruzarán después de que al parecer sus almas se conocen desde antes, y...
774K 47.9K 65
Un viaje de negocios a Las Vegas Nevada mejor conocida como la ciudad del pecado, traerá como resultado un giro inesperado en María José Garzón cuand...
399K 26.9K 51
Una destinesia, había llegado dónde estaba ella, a su mundo, el problema es que había olvidado cómo volver al mío.
6.5K 501 4
¡ h i s t o r i a o r i g i n a l ! Soy un buen amante a la antigua Solo porque a veces Tsukishima y Kageyama no eran el dúo de amienemigos que to...