De persecuciones y hermanos c...

By MariaRose95

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⌈YoonGi sólo quiere acercarse al lindo omega que acaba de llegar al instituto sin morir en el intento a manos... More

¡Bienvenidos!
¡Intro!
¡Uno!: distracciones bonitas y entrenamientos fallidos.
¡Dos!: vergüenzas constantes y clubes escolares.
¡Tres!: chicos no tan emos y castigos injustos.
¡Cuatro!: padres no tan cariñosos y encuentros que revolotean corazones.
¡Cinco!: omegas presionados y alfas encantadores.
¡Seis!: posibles parejas predestinadas y alfas no tan empalagosos.
¡Siete!: pequeñas señales y personas inseguras.
¡Ocho!: omegas escurridizos y pequeños momentos de sonrisas y sonrojos.
¡Nueve!: amigos preocupados y típicos fines de semana.
¡Diez!: pequeños escondites y malhumores repentinos.
¡Once!: vistazo a una vida conflictiva y más preocupaciones a la lista.
¡Doce!: situaciones incómodas y omegas sacados de quicio
¡Trece!: brownies de chocolate y números telefónicos.
¡Catorce!: pensamientos de enamorados y traumas de hermanos.
¡Quince!: padres molestos y malentendidos dolorosos
¡Dieciséis!: alfas lastimados y sentimientos de tristeza.
¡Diecisiete!: celos repentinos y alfas enloquecidos.
¡Dieciocho!: alfas enojados y madres comprensivas
¡Diecinueve!: peleas insensatas y nuevas amistades.
¡Veinte!: sensaciones complicadas y conciertos de hip-hop (pt.1)
¡Veintiuno!: sensaciones complicadas y conciertos de hip-hop (pt.2)
¡Veintidós!: citas fallidas y madres salvavidas.
¡Veintitrés!: emociones conflictivas y fiestas de adolescentes.
¡Veinticuatro!: amigos desaparecidos y omegas enfermos.
¡Veinticinco!: peleas entre amigos y sospechas entre alfas.
¡Veintiséis!: omegas incómodos y besos amorosos.
¡Veintisiete!: partidos de basket y problemas familiares.
¡Veintiocho!: aventones a casa y alfas misteriosos.
¡Veintinueve!: cenas familiares y lobos heridos.
¡Treinta!: regalos sorpresivos y alfas consolados.
¡Treinta y uno!: conversaciones vergonzosas y omegas con olor a rosas.
¡Treinta y dos!: visiones diferentes y mariposas en el estómago.
¡Treinta y tres!: hermanos desesperados y amistades casi románticas.
¡Treinta y cuatro!: betas algo egoístas y alfas competitivos.
¡Treinta y cinco!: "alfas" hipócritas y exámenes finales.
¡Treinta y seis!: confesiones a medias y disculpas necesarias.
¡Treinta y siete!: un omega resignado y un omega enamorado.
¡Treinta y ocho!: vidas aparentemente secretas y finales culminados.
¡Cuarenta!: más padres insensibles y preparativos para eventos importantes.
¡Cuarenta y uno!: adolescentes celosos y charlas desagradables.
¡Cuarenta y dos!: desahogos emocionales y hermanos enojados.
¡Cuarenta y tres!: reconciliaciones torpes y conflictos amorosos secretos.
¡Cuarenta y cuatro!: competencias de karate y betas rebeldes.
¡Cuarenta y cinco!: eventos de verano y confesiones traumáticas
¡Cuarenta y seis!: concursos de belleza y alfas atrapados en el baño

¡Treinta y nueve!: hermanos "egoístas" y citas "complicadas".

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By MariaRose95

YoonGi se miraba fijamente en el espejo del baño, tratando de mantener la calma porque sus ojeras se veían horribles y él no había logrado dormir en toda la noche debido a la inminente cita con quien él consideraba el amor de su vida. Desgraciadamente, no podía verse de esa manera frente a JiMin, lucía como un animal arrollado, o peor, como uno muerto en vida.

—Mierda —frunció sus cejas en preocupación, acercándose un poco más al espejo para ver con más detalle sus ojos.

Cuando despertaba, sentía que sus ojeras eran mucho más pronunciadas, el color oscuro se extendía debajo de sus ojos como un pequeño océano y usualmente no le importaba mucho, pero desde que notó que JiMin mantenía sus ojos en su rostro, aquella inseguridad comenzó a crecer lentamente en su pecho.

Así mismo, como ahora había acabado de ducharse, podía verse su pecho descubierto frente al espejo del baño y pasó saliva al ver sus brazos y su torso en absoluto tonificado. No era escuálido, no tanto realmente, pero no tenía nada firme en él que no fueran sus estúpidas erecciones matutinas. Su clavículas se marcaban un poco, pero él sentía que llamaban demasiado la atención. Su cintura era acorde a su cuerpo, pero él sentía que era demasiado pequeña para un alfa o alguien de su tamaño. Incluso sus brazos se sentían pequeños y blandos, a pesar de que, de hecho, estaba en su peso correspondiente.

Un gruñido de estrés acompañó su sufrimiento y deslizó sus manos sobre su cara, harto de sus pensamientos. No se había planteado ese tipo de cosas antes de JiMin, ni siquiera cuando hablaba con otros omegas, pero ahora el efecto del rubio sobre él lo estaba haciendo perder la cabeza en más de un sentido.

No se sentía suficiente y de alguna manera, estuvo de acuerdo con el señor Park.

En ese momento su madre tocó la puerta del baño.

—Ya voy —avisó con desgana.

—Has estado mucho tiempo ahí, ¿pasa algo? —preguntó del otro lado, curiosa de lo que hacía su hijo—. Nunca te das duchas tan largas, ¿vas a salir?

El alfa chasqueó la lengua, fastidiado por las preguntas. Su madre solo tenía curiosidad, pero él no tenía ganas de hablar ni mucho menos, después de todo en ese momento estaba en mitad de su crisis con respecto a su horrorosa apariencia física y lo que menos necesitaba era un interrogatorio.

—Mamá, no tengo ganas de hablar ahora —se quejó, abriendo la puerta y encontrándose con la mujer parada del otro lado, cruzada de brazos.

—¿Por qué te molestas? Estoy haciendo una pregunta —frunció sus cejas, ofendida por la reacción malhumorada de su hijo—. Tampoco me contaste cómo te fue en la comida del otro día, ¿pasa algo? No me estás diciendo nada...

YoonGi frunció un poco sus labios y desvió la mirada hacia un lado, dudando sobre si debería decirle algo con respecto de todo lo que estaba sucediendo en su cabeza, pero no creyó que fuera relevante para ella. No lo había escuchado antes, que preguntara ahora no significaba realmente que ella estaba dispuesta a escuchar cada una de las cosas que él tenía para decir y, a sabiendas de que sus problemas eran los suficientes como para hartarla, decidió simplemente dejarlo pasar.

—Nada, ya terminé —sujetó con firmeza la toalla que rodeaba su cintura y caminó hacia su habitación—. Aunque sí voy a salir, así que... —soltó a modo de aviso y la mujer frunció un poco sus labios por aquello.

—¿A dónde? —cuestionó, pero YoonGi soltó un ruido de flojera.

—A comer algo, no sé...

YoonGi se encerró en su habitación y abrió el armario, buscando algo de ropa decente que le quedara bien y que no lo hiciera ver como un mondadientes.

Finalmente, optó por algo cómodo y se colocó una sudadera negra y un par de jeans rasgados en las rodillas, sus zapatos deportivos de confianza y una de sus gorras sobre su cabeza. Con la ropa holgada su cuerpo no se veía tan flacucho y al menos podría disimular un poco al lado de JiMin.

Buscó entre sus cajones dinero extra que pudiera tener suelto por ahí y tomó una cantidad que, aunque no era mucha, serviría para invitar una o dos bebidas. Sabía que JiMin era quien lo había invitado, pero no quería darle a él todo el trabajo de pagar la salida y, pese a que sabía que era un poco tonto fastidiarse por eso, un alfa que cortejaba debería tomar el control de ese tipo de cosas.

Tomó su tarjeta de autobús por si acaso iban a algún otro lado, rezo para que tuviera suficiente dinero dentro y bajó las escaleras en dirección a la puerta.

—YoonGi —su mamá lo llamó cuando estuvo a punto de salir y el alfa se giró para mirarla, luciendo igual de serio como había estado hacía un rato en el baño—, ¿con quien vas a salir? ¿Con tus amigos? —preguntó—. ¿Con el chico de la cena?

YoonGi se encogió un poco en su puesto, dudando un poco sobre sí debería contestar. No estaba de ganas para que su madre lo interrogara, así que prefería guardarlo para sí mismo.

Ella, sin embargo, seguía siendo su madre y según dicen por ahí: el silencio dice más que mil palabras.

—Espera ahí —pidió.

YoonGi suspiró, esperando algún regaño o alguna charla sobre no comportarse como un malhumorado todo el tiempo, así que metió sus manos dentro de los bolsillos de su sudadera, mirando cómo su madre tomaba su cartera y rebuscaba algo en ella. Cuando regresó, puso en su mano un fajo de billetes. El alfa miró con duda a su madre y ella le sonrió, luciendo más animada y mejor humor para lo que YoonGi estaba acostumbrado.

—Si es una cita, deberías comprarle algo lindo —fue lo que dijo.

YoonGi miró el fajo y una sonrisa sorprendida subió por sus labios, sin creerse del todo que ella le estuviera dando dinero extra después del comportamiento que había tenido hacía un rato.

—Gracias —dijo emocionado y decidió abrazarla—. De verdad, gracias mamá. Vuelvo en un rato.

—Está bien, ve tranquilo —se despidió, suspirando cuando el contrario terminó de salir de la casa—. Eres idéntico a tu padre... —murmuró en la soledad, mirando hacia el interior de la casa y cruzándose brazos contra su pecho por la sensación de vacío que llegó a ella en un segundo, una sensación que prefería evitar a toda costa.

En la calle, YoonGi miraba las pequeñas tiendas que habían a los alrededores, buscando algo que pudiera llevarle a JiMin. Aunque no estaba muy seguro de qué podría escoger, ni siquiera creía que las flores fueran una buena idea porque no sabía dónde meterlas luego.

Entonces, a mitad de camino de su destino, se encontró un pequeño local con pequeños accesorios y una idea brilló en su cabeza.

JiMin se miraba en el espejo de cuerpo completo con una sonrisa en sus labios, ese día se sentía particularmente ansioso, emocionado y lindo al mismo tiempo, con la confianza subiendo hasta el techo mientras su lobo movía la cola contento por la idea de que vería pronto a YoonGi.

Mientras subía el cierre del pantalón negro que escogió, comenzó a notar que estos se sentían un poco más ajustados y frunció sus labios cuando logró abrocharlos. No se sentían realmente diferentes, sólo más pegados al cuerpo y suponía que era por la musculatura que estaban tomando sus piernas debido al club de baile, además de la posibilidad de haber subido un poco de peso.

Quizás debió notar las pequeñas señales ocultas en su aroma y en su actitud, pero se encontraba más concentrado en mirar por sobre su hombro, traviesamente contento por el contorno que le daban esos pantalones a sus piernas. El bochorno no estaba por ningún lado, ni siquiera por pensar en YoonGi mirando su trasero, así que quizás aquel día se sentía más confianzudo, no estaba seguro de la razón detrás de aquello, pero sólo podía pensar en una cosa: ver al alfa.

Cuando escuchó la puerta del cuarto de su hermano abrirse, tomó su pequeña mochila negra y salió tras él, bajando las escaleras mientras colocaba un par de lentes de sol sobre su cabello.

—¿Ya nos vamos? —preguntó emocionado cuando lo vio abrir la puerta y el alfa se giró, consternado por la presencia de su hermano.

Le dio una mirada rápida de cuerpo completo y frunció un poco más el entrecejo al verlo todo arreglado.

—¿Qué? —cuestionó el mayor.

—Ah, ¿van a salir los dos? —preguntó su padre, saliendo de la cocina con un delantal puesto. JiMin asintió a la pregunta y el hombre suspiró en alivio—. Qué bueno, así no tengo que hacer el almuerzo para ustedes y JiMin no estará solo cuando me vaya a la oficina. Menos mal que no he metido todo el pollo a la olla todavía.

—¿Qué? No —ChanYeol negó de inmediato mientras su hermanito caminaba hacia él, sonriente como si estuviera cometiendo una gran travesura—. Mi salida es... —dudó, intercalando su mirada entre su padre y el rubio—. Mi salida es sólo para mí —sentenció, bufando al final

JiMin formó un puchero.

—¿Entonces por qué me dijiste que me arreglara? —preguntó con ojos de perrito y el mayor no pudo creer que en serio estuviera usándolos de esa manera tan sucia en su contra.

Su padre enarcó una ceja, confundido por la situación.

—ChanYeol, lleva a tu hermano, ¿no ves que ya está vestido? —señaló con una espátula que tenía en su mano. ChanYeol jadeó con indignación y miró a su padre sin creérselo—. No le hubieras dicho para salir si al final ibas a cancelarle, además, es mejor que esté contigo a que esté aquí solo.

—Tienes toda la razón, papi —apoyó JiMin con una sonrisa y manos en la espalda.

—¿Me estás...? —su pregunta fue cortada por él mismo cuando su padre endureció su expresión y retuvo un gruñido furioso, abriendo la puerta de la casa—. Bien —aceptó a regañadientes, bufando por lo bajo mientras JiMin salía de la casa casi dando brinquitos.

—¡Hasta luego, papi! —se despidió el omega.

ChanYeol miró a su padre.

—¿Acaso no te das cuenta que te está llamado "papi"? —señaló—. Sólo lo hace cuando quiere salirse con la suya —trató de ser escuchado por su progenitor, pero este hizo un ademán con su mano y volvió a meterse a la cocina, así que el alfa salió de ahí hecho una furia—. ¿Por qué haces esto? —le cuestionó cuando ambos estuvieron fuera de la casa, luciendo enojado y harto, JiMin sólo ladeó su cabeza.

—No entiendo de qué estás hablando, Hyungie —sonrió y se dio media vuelta para caminar hacia la avenida.

Sí, ambos eran hermanos y ChanYeol era muy sobreprotector con él, era obvio que amaba a JiMin con todo su corazón, pero ahora quería ahorcarlo.

—JiMin —gruñó, siguiéndolo—. ¿Estas es tu venganza? ¿Quieres arruinarme la única cita que he logrado conseguir de Baek? Te he seguido el juego todos estos días sobre el idiota de YoonGi, ¿por qué...? —JiMin se giró para mirarlo, toda expresión de ternura e inocencia que había tenido dentro de la casa se había esfumado y ChanYeol casi gritó un "ajá" porque sabía que no estaba loco.

—Por más que me gustaría arruinarte tu cita y vengarme por tu salvaje comportamiento de meses anteriores, no es lo que voy a hacer —explicó y Yeol enarcó una ceja.

—Pues parece ser exactamente eso, JiMin —reclamó.

—No, lo que va a pasar ahora es que voy a salir con YoonGi, nosotros dos vamos a tener nuestra propia cita y tu vas a estar tranquilo con BaekHyun sin que tu hermanito esté ahí siendo un tercero, haciendo y diciendo cosas que te avergüencen y que hagan que Baek no quiera volver a salir contigo —sonrió y su hermano mayor casi podía sentir un tic subir hacia su ojo.

—¿Por qué crees que no entraría corriendo ahora mismo a decirle a papá tus verdaderas intenciones? —cuestionó, bastante curioso por la respuesta que tenía la pequeña pulga para eso y tan sorprendido como consternado del maquiavélico plan del rubio y sus grandes habilidades de manipulación.

—Porque si tu haces eso, le diré sobre todas las veces que me has dejado solo en el instituto. Incluso le diré que la última vez que fui a estudiar fue en casa de YoonGi y tú lo sabías, pero no dijiste nada. ¡Es más! Le contaré que aquella vez en el centro comercial fue de hecho una cita con mi lindo novio alfa con el que estás poniéndote de acuerdo para poder salir tú solo sin que yo esté molestando.

¿A dónde se había ido el mocoso que era su hermano y por qué fue reemplazado por ese pequeño demonio?

—¿La reunión de estudio no fue en la casa de JungKook? —casi se escandalizó.

—Sí, pero, ¿a quién le van a creer? —sonrió de aquella característica manera en la que sus ojos desaparecían y ChanYeol no podía creerlo—. Si me delatas, yo también lo haré y no creo que papá te deje salir ni hoy ni mañana. BaekHyun tendrá que esperar a la próxima vez, pero quién sabe cuándo será eso —se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa.

El alfa se quedó sin palabras y señaló a su hermano, buscando algo para responderle. Sin embargo, nada salió a la primera, y él no podía creer que JiMin siguiera ahí sonriendo como si no acabara de amenazarlo.

—Ahora mismo siento lástima por YoonGi —fue lo único que atinó a decir y se acercó a su hermano, tomando sus hombros para sacudirlo un poco—. Tú eres satanás —concluyó y lo soltó, retomando su caminata hacia la avenida y por ende, a la parada del autobús—. ¡El mismísimo satanás!

JiMin rió y caminó a su lado, contento porque todo había salido a la perfección.

—¿Dónde es tu cita? —preguntó entre dientes, resignado con lo que estaba sucediendo.

—Luego te mando la ubicación, pero deberías concentrarte más en Baek porque creeme que ir a una cita con alguien que no te presta atención es la mejor manera de odiar de esa persona —explicó con seguridad y ChanYeol quiso mirar al cielo y preguntarle a la luna por qué estaba pasando por algo así.

—¿Desde cuándo te comportas así? —cuestionó, pero el menor sólo se encogió de hombros—. Lo peor es que hablas como si tuvieras mucho conocimiento en citas —viró los ojos.

—Hay muchas cosas que no sabes de mi —fue su respuesta y se sentó en espera del bus.

—¿Disculpa? —su hermano no pudo evitar exaltarse, pero el omega lo ignoró.

Entonces, JiMin recibió una notificación y la abrió, yendo directamente al chat que tenía con YoonGi. El alfa ya estaba saliendo de casa y JiMin sabía que debía apresurarse un poco porque la cafetería que había conseguido quedaba mucho más cerca de la casa del pelinegro que de la suya.

Su hermano miró por encima del hombro del rubio, tratando de ver qué le habían enviado y cuando vio el montón de corazones en los mensajes, quiso golpear su cabeza contra el poste que había a su lado.

Un autobús apareció en la avenida y JiMin se levantó al ver que era el que debía tomar, su hermano sólo lo observó y chasqueó la lengua cuando se dio cuenta de que no era el suyo y de que al ser autobuses diferentes, probablemente terminarían en lugares alejados del otro. Aunque, siendo honesto, también prefería que su hermano estuviera lo más lejos posible de su cita así como el tonto de YoonGi, después de todo BaekHyun debía ser su interés en ese momento.

—Cuando termines, iré a buscarte —avisó y JiMin asintió—. Supongo que sabes que papá debe vernos regresar juntos —agregó y JiMin volvió a asentir, levantando su mano para que el bus se detuviera—. Ten cuidado, ¿bien? —no pudo evitar decir.

—Tranquilo Hyung, voy a estar bien —le sonrió, esta vez sin engaños ni manipulaciones detrás, simplemente una sonrisa de carisma real antes de subirse al bus—. ¡Disfruta tu cita!

ChanYeol se despidió con un movimiento de su mano y suspiró, sintiendo a su lobo emocionarse por la cita-no-cita tanto como se preocupaba por su hermano, pero tal parecía ser que debía prestarle atención a sólo uno de esos sentimientos y decidió que por una vez, al menos, intentaría concentrarse en sí mismo.

Él era un buen hermano, no pensar en JiMin no lo hacía egoísta, ¿verdad?

YoonGi jugueteaba con su celular mientras esperaba a JiMin dentro del local, sentado en una mesa con asientos acolchados pegados a la pared y una pequeña cajita a su costado en donde habían puesto el pequeño regalo que le había comprado. Estaba un poco nervioso en ese momento, revisando su cara de vez en cuando en la cámara de su celular para corroborar si las ojeras seguían tan pronunciadas como en la mañana así como para revisar si no había algún grano nuevo por ahí a punto de arruinarle la cita por completo.

De repente, sintió el aroma a frutos rojos de JiMin en el aire, dulce y atrapante, aunque esta vez se sentía un poco más atrayente de lo que estaba acostumbrado. Sus ojos se dirigieron hacia la entrada en busca del rubio y sonrió como un niño cuando lo encontró caminando hacia su dirección, luciendo hermoso como siempre y quizás aún más esta vez porque no lo estaba viendo con el típico uniforme escolar.

Se dedicó a mirar un poco al rubio mientras se acercaba, desviando sus ojos un poco hacia abajo y notando la manera en la que los pantalones negros del omega se cerraban sobre sus piernas, así como en el movimiento de sus caderas y en el detalle de que la camiseta que llevaba tenía un cuello algo holgado, dejando a la vista parte de su hombro derecho.

—Hyung, ¿esperó mucho a que llegara? —fue la pregunta que sacó a YoonGi de su burbuja y se dio cuenta de que ahora JiMin estaba parado enfrente de él, mirándolo con ojos curiosos y algo apenados por la aparente demora.

El alfa se maldijo internamente por haberse distraído y negó con la cabeza en respuesta a la pregunta del omega, esperando que la voz regresara a él mientras JiMin se sentaba a su lado.

—No, no... de hecho acabo de llegar —excusó y JiMin enarcó una ceja con una pequeña sonrisa formándose en sus labios.

—Siempre dicen eso para no hacer sentir mal a quien se demoró —fue su respuesta, haciendo un puchero pequeño que apachurró el corazón de YoonGi.

—Bueno, es verdad, pero no te demoraste mucho, en serio —le dijo con seguridad.

El omega entrecerró un poco sus ojos sin creerle del todo al alfa, pero su atención fue rápidamente absorbida por la pequeña cajita que reposaba al lado de la mano de YoonGi.

—¿Qué es eso? —señaló el objeto con la mirada.

El alfa pareció recordar la existencia del regalo y rápidamente lo tomó entre sus manos, sintiéndose nervioso de repente. JiMin lo miraba curioso y algo emocionado por lo que vendría a continuación.

—Bueno, ya sabes... como alfa que soy no podía venir con las manos vacías, entonces... —divagó y JiMin sonrió suavemente—. Mi mamá me dio dinero extra y pues, conseguí algo que te podía gustar, pero si no te gusta está bien, no tienes que usarlo, pero si te gusta entonces yo...

—Hyung —lo interrumpió, recibiendo una mirada algo avergonzada del alfa—, no necesariamente por ser alfa debe traer algo, además, no tiene que ponerse tan nervioso. Cualquier cosa que me dé se sentirá como el mejor regalo del mundo —consoló, tomando la mano libre del otro que reposaba sobre la mesa y quizás poniéndolo un poco más nervioso sin quererlo realmente.

YoonGi sabía que no estaba hablando con un extraño, era JiMin, el omega más dulce del mundo. Sin embargo, la incertidumbre y la duda seguían ahí, por lo que detalles como esos hacían a su lobo flaquear y sentirse un poco intimidado por la idea de ser rechazado por el omega, más aún sabiendo que probablemente este podría ser su destinado. ¿Arruinarlo con tu destinado podría ser un nuevo nivel de desgracia? YoonGi no estaría sorprendido si sucediera, quizás debió ahorrar más para comprar algo mejor.

—Es una tontería igual... pero espero que te guste —terminó de decir, extendiéndole la pequeña cajita al contrario.

JiMin la abrió para encontrarse con la cadena de un collar, era simple y contenía un dije en forma de estrella de color plateado.

—Hyung...

—Si no te gusta está bien, puedo regresarlo. Sinceramente creo que es algo tonto, ya sabes, porque el día de la fiesta dije algo sobre ti y las estrellas y pensé que... —su divague se cortó cuando JiMin se inclinó sobre él para darle un abrazo.

—Me encanta —le dijo suave, con tono enamorado. Cuando se separó, una sonrisa brillante decoraba su rostro sonrojado—. ¿Puede ponérmelo? —YoonGi asintió y él le entregó el collar, girándose sobre el asiento—. Realmente me gustó mucho, no entiendo de qué se avergüenza, es lo más tierno que alguien ha hecho por mi.

—¿Sí? —preguntó algo más sorprendido de lo esperado, peleando con el pequeño broche del collar y se lamentó haberse mordido tanto las uñas mientras esperaba—. Tú deberías tener mil pretendientes dándote regalos hermosos, no un tonto como yo con un collar tan simple... —explicaba tan seguro de lo que decía que cuando JiMin se giró con el collar ya puesto y lo miró con sus cejas algo fruncidas, no estuvo seguro en qué parte de la oración había fallado.

—Hyung, no diga esas cosas —le dio un pequeño golpecito en el pecho—. No miento cuando le digo que ha sido el único alfa que he conocido que se ha comportado así de dulce conmigo, todos los demás parecen pensar con la cabeza equivocada —agregó, virando un poco los ojos al recordar eventos anteriores—. Este es el mejor regalo del mundo, se lo digo en serio —para finalizar, besó la mejilla del alfa y YoonGi no pudo evitar sentir el calor subir a su cara.

—Ah... ya veo... —bajó su cabeza y comenzó a jugar con sus dedos, sintiendo su cara caliente y su corazón alterado sobre su pecho. El aroma de JiMin tampoco ayudaba, lo sentía particularmente dulce ese día, así que estaba un poco perdido—. Uh... gracias... —trató de decir algo más.

—Usted es muy tierno —cuando levantó la mirada, se encontró con los ojos profundos de JiMin frente a sus narices y una sonrisa que alteró su corazón, así mismo, sintió un aura alrededor de él que no había sentido antes y no sabía por qué se sentía más acalorado de repente—. ¿Deberíamos pedir de una vez? ¿Qué le gustaría? —preguntó suave sin alejarse del otro, batiendo sus pestañas de una manera linda.

YoonGi se preguntó si ya estaba en el cielo o aún no había muerto de sobredosis de JiMin.

—Pues... me gustan las malteadas de fresa —respondió tímido y JiMin asintió.

—Bien, la pediré por usted, yo invito esta vez —tocó la punta de la nariz del alfa con la propia y se levantó de la mesa para acercarse a la caja.

YoonGi trató de procesar el gesto anterior y comenzó a sentirse cada vez más acalorado, suponiendo que su reacción debía ser obra de los tratos de JiMin. Es decir, el omega a pesar de ser extra mimoso en varios aspectos, ahora mismo estaba mostrando una faceta de él a la que el alfa no estaba del todo acostumbrado y al mismo tiempo YoonGi no sabía decir qué era exactamente aquello diferente en JiMin que estaba haciendo a su lobo aullar como si la luna estuviera frente a él, quizás por sus pantalones ajustados, podía jurar que era por eso.

Si ChanYeol se enterara de que estaba viendo a su hermano de una manera no muy inocente seguro arremetería contra él como un toro, pero estaba seguro de que no lo estaba haciendo a propósito, simplemente era una adolescente con un lobo impulsivo y un casi-novio demasiado atractivo como para ser real, claro que su cabeza podía irse por otros lugares y claro que él iba a admirar el cuerpo de JiMin. Además, por tonto que sonara, tenía la sensación de que JiMin lo había hecho a propósito o que al menos lo estaba disfrutando, porque la sonrisa que le dedicó cuando lo atrapó mirándolo mientras esperaba en la fila puso a YoonGi más rojo todavía.

Los nervios no le dejaron levantarse de la silla y decirle a JiMin que él prefería pagar las cosas con el dinero que había sobrado. Así que quizás, por esta vez, podía dejarse mimar un poco.

Por otro lado, ChanYeol se sentía extraño y con un presentimiento raro dentro de su pecho, pero suponía que era por la idea de que su hermano estuviera lejos de su cuidado y que de paso fuera a una cita con Min idiota YoonGi, aunque la bonita cara de Baek y sus historias sobre cómo se coló en una fila para el estreno de una película lo distraían lo suficiente.

JiMin estaba seguro, claro que sí, en su mochila siempre llevaba el gas pimienta que le dio su madre y supresores extras por si su aroma se volvía muy llamativo, su hermano era perfectamente capaz de sobrevivir un día mientras él se concentraba en su propio crush, no era egoísta por querer un momento para él, en absoluto.

Sin embargo, su cabeza no dejaba de recordarle que su padre lo mataría si se enterara.

—¿Estás bien? Si sigues raspando el vaso le harás un agujero —Baek llamó su atención y ChanYeol se dio cuenta de que en vez de estar metiendo helado a su boca, había estado rascando el fondo del envase de plástico—. ¿Pasa algo?

Quiso negarse, pero los ojos inquisidores del omega eran demasiado para él.

—Algo así... —soltó la cuchara y peinó su cabello hacia atrás, tratando de reorganizar sus pensamientos—. Estoy un poco preocupado por JiMin, es todo —explicó, sintiéndose un poco avergonzado por el hecho de que se notara su estrés frente al omega—. Disculpa, sigue hablándome de tu matanza en el cine —hizo un ademán con su mano y Baek viró los ojos con una sonrisa.

—Oye, está bien, puedes contarme si quieres. ¿Tiene que ver con YoonGi? —preguntó relajado, metiendo una cucharada de helado en su boca.

—No necesito que YoonGi sea el tema de conversación ahora —bufó por lo bajo y el contrario no pudo evitar reírse suavemente—. ¿Qué?

—A veces cuando te enojas frunces tu nariz y tus labios, es lindo —comentó el pequeño gesto, señalando al alfa con su cuchara mientras este desviaba la mirada hacia otro lado para disimular su sonrojo—. En todo caso, sabes que puedes contarme lo que quieras —se encogió de hombros y el alfa lo miró sin estar del todo seguro—. Para eso estamos —agregó sonriente, metiendo otra cucharada a su boca.

ChanYeol apretó sus labios y consideró además que la última vez que había hablado con Baek sobre el tema el omega había hecho un gran trabajo no sólo en calmarlo sino en aclararle un par de cosas que lo tenían atormentado.

—Bien... —accedió, lamentándose un poco por revolver su cita en torno al tema de su hermano y YoonGi, aunque claro, Baek no sabía que era una cita como tal, pero aquello era otro tipo de historia.

En todo caso, la historia de autocontrol de YoonGi parecía ser mucho más interesante que el dilema de hermano mayor que estaba experimentando ChanYeol en ese momento, ya que el lobo del mencionado alfa estaba casi completamente despierto ahora, olfateando el aire con emoción mientras JiMin disfrutaba de su pastel de chocolate.

—¿Quiere un poco? —preguntó JiMin con un tono dulce que atontó un poco al alfa.

YoonGi se cuestionó sobre a qué se refería con exactitud el contrario hasta que vio la cuchara con un pedazo de pastel frente a él. De inmediato accedió y no pudo evitar sentir su cara caliente mientras entraba en cuenta de que se estaban comportando como una pareja empalagosamente cursi; JiMin dándole de comer en la boca y él aceptando gusto como un cachorro obediente.

Mierda, si pudiera mover la cola lo haría, sentía a su lobo hacerlo de hecho, ¿no era demasiado? JiMin lo tenía en la palma de su mano, enredado en su dedo meñique a su gusto.

A él no le molestaba, sin embargo.

—Creo que somos demasiado cursis —comentó con una pequeña sonrisa entre sus delgados labios, saboreando el chocolate del pastel antes de tomar un sorbo de su malteada de fresa—. Incluso la malteada tiene dos popotes —agregó, esta vez riéndose con pena.

JiMin asintió, inclinándose un poco hacía adelante y descansando su mejilla sobre su puño cerrando, mirando al contrario con ojos brillantes mientras batía sus pestañas de aquella manera que había estado haciendo desde que llegó al local y que tenía a YoonGi en el piso.

—Me gusta ser cursi, ¿a usted también? —preguntó, inclinando un poco su cabeza hacia un lado.

YoonGi se preguntó para sus adentros cómo se respiraba.

—S-Sí —admitió, asintiendo torpemente. JiMin lucía bastante contento con la respuesta—. Contigo no me molestan estas cosas —tomó un largo sorbo de su malteada—, solo que si lo veo en otras parejas seguramente vomitaría.

El omega rió.

—¿Como HoSeok y JungKook?

—¡Sí! —señaló—. ¿También te has dado cuenta?

—Es demasiado obvio —soltó con una expresión casi ofendida y YoonGi se carcajeó.

—Pareciera que en cualquier momento se van a lanzar sobre el otro —arrugó su nariz, aparentemente asqueado por las reacciones de sus amigos—. Es decir, yo estaría igual, pero...

JiMin ladeó un poco su cabeza, mirando inquisidoramente al alfa.

—¿Estaría igual? —la expresión que tenía en su rostro era coqueta, no había otra manera de describirla y YoonGi lamentó no poder llenarlo de besos en ese segundo.

—Bueno... lanzarme encima suena muy salvaje, ¿no? —respondió sin mirarlo directamente y volviendo a tomar un sorbo de su malteada. El omega sólo seguía observándolo, esperando una respuesta más elaborada—. Pero, ya sabes a lo que me refiero...

—La verdad no, Hyung —negó con la cabeza—. ¿Puede explicarme?

YoonGi cubrió la mitad de su cara con su mano, sintiéndose abochornado por la obvia coquetería del omega y por su propia e insulsa manera de responder a ella.

—JiMin... —se quejó, esperando que el omega entendiera su pánico y así lo hizo.

El menor rió enternecido y quizás algo orgulloso de haber provocado esa reacción en el alfa. Hizo un ademán con su mano en señal de que olvidara lo que había dicho y metió otro pedazo de pastel a su boca.

—¡Oh! Deberíamos tomarnos fotos para el recuerdo —dijo luego de tragar, sacando su propio celular del bolsillo—, sonría —pidió con tono cantarín y YoonGi no supo qué cara poner, así que se cubrió el rostro de nuevo, provocando una risa de parte de JiMin—. ¡Hyung!

—¡Perdón! Entré en pánico... —refunfuñó—. Dame, yo te tomaré una —le quitó el celular y luego de virar los ojos, JiMin sonrió suavemente frente a la cámara—. Y... ¡Listo! —observó el resultado, sonriendo con amor—. Ah, tienes que enviármela, luces precioso...

—¿Sí? —se encogió en su puesto, sonriendo en grande por el cumplido y luciendo tan lindo que YoonGi no pudo evitar tomar una foto de aquello también—. ¡Hey! —se quejó entre risas, estirándose para tomar su celular de vuelta—. No se vale, usted ya tiene dos mías, me toca a mi.

—Hoy no me veo bien, intentalo luego cuando me vea más decente —se negó a entregárselo y JiMin infló sus mejillas en protesta.

—¡Hyung!

YoonGi alejó el aparato un poco más y comenzó a molestarlo con eso, ambos riéndose por el pequeño juego que estaban haciendo, ignorando por completo el hecho de que no estaban solos y de que quizás estaban demasiado cerca del otro, cosa que YoonGi sí notó al último momento cuando sintió que JiMin subía una pierna sobre la de él y de inmediato bajó el celular a la altura ajena, su sonrojo incrementándose mientras comenzaba a entrar en consciencia de la posición en la que estaban.

JiMin ni siquiera tomó su celular, simplemente se quedó quieto en su lugar mientras parecía procesar que estaba a centímetros del rostro del alfa con su mano libre sobre el pecho del mismo, ambos mirándose mutuamente con la repentina necesidad de acercarse más, pero siendo detenidos por la idea de que estaban en público. De hecho, la misma idea hizo que YoonGi fuera quien se alejara un poco, devolviendo el celular de JiMin en sus manos y empujando con delicadeza al omega para que ambos tomaran una distancia decente.

Quien se veía en desacuerdo con ello fue JiMin, ya que luego de hacer un puchero, se acercó nuevamente a YoonGi al punto de que ambas piernas estuvieran rozándose y hasta el punto en el que el alfa quedó casi acorralado contra la pared al lado de la mesa.

¿Por qué de repente YoonGi sentía que le faltaba el aire?

—Hyung... —escuchó al otro llamarlo y aunque su cabeza estaba gacha por la pena, le dedicó una mirada corta a omega, sus mejillas calientes no sólo por la cercanía, sino por el aroma dulzón de JiMin que arremetía contra su nariz—. ¿No quiere... uh...?

YoonGi escuchó una tos repentina y su atención se dirigió a un hombre que carraspeaba y que había mirado un segundo a JiMin. Luego, notó cómo dentro del local habían un par de personas más que les habían dirigido unas cuantas miradas que parecían ser de molestia o de incomodidad, a la par que notó cómo parecían tratar de cubrir su nariz de alguna manera.

En ese instante se dio cuenta de lo que sucedía y se levantó de la mesa.

—JiMin, tenemos que irnos —el omega lo miró sin entender, luciendo algo adormilado—. Tu aroma es muy fuerte, vamos —tomó su malteada casi vacía para terminarla y tirar el envase.

—¿A dónde...? —lucía un poco perdido, mirando a los alrededores sin entender del todo cuál era la prisa.

—Vamos a mi casa —fue su primera idea por lo cerca que estaba, de ahí podría pensar en conseguir supresores y JiMin no estuvo en desacuerdo, de hecho, sus ojos parecieron obtener más brillo y una sonrisa emocionada apareció en su rostro.

Claro, YoonGi no estaba seguro de lo que podía significar tener a JiMin en soledad sabiendo que en público nada parecía querer detenerlo de besarlo, pero decidió pensar en eso luego, ahora ambos salían de la cafetería para alivio de los demás clientes y con el pastel de JiMin sin terminar en su mochila luego de que YoonGi lo pidiera para llevar.

Durante las cuadras que recorrieron para llegar a su casa, YoonGi supuso que se le ocurriría un buen plan, quizás debería detenerse en alguna farmacia a conseguir supresores, pero consideró que era mejor que JiMin estuviera en un lugar seguro antes de estar en la calle durante mucho tiempo.

—¿De casualidad tienes supresores contigo? —preguntó cuando iban a mitad de camino. JiMin sostenía su brazo y tomaba su mano, demasiado metido en su mundo como para sacar una conversación que no girara en torno a lo mucho que quería besitos de YoonGi.

JiMin pareció pensarlo un poco, moviendo sus labios mientras trataba de recordar si los había metido en su mochila. Por otro lado, YoonGi trató de concentrarse en caminar y no en los belfos de JiMin.

—Creo que hay en mi mochila... —dijo con una voz adormilada y suave, pero sin estar seguro del todo.

Eso fue suficiente para el alfa.

—Bien, es que creo que puedes estar entrando en celo. Tu aroma es muy fuerte, cuando lleguemos a mi casa tomarás uno y luego veremos qué hacer, ¿bien? —le explicó y el omega asintió con una sonrisa pequeña, mirando al otro como si su mente estuviera flotando lejos de su cuerpo.

YoonGi se sintió como un tonto por no haberse dado cuenta de la situación antes, pero al menos ya estaba tratando de resolverlo. Entendió entonces por qué su lobo se había emocionado tanto y tan rápido por la presencia del contrario, así mismo, se alegraba que no se sintiera particularmente afectado por el aroma del omega o por su presencia, casi se sentía como si aquello hubiera pasado las suficientes veces como para estar acostumbrado a que primero debía conseguir tenerlo seguro y luego, quizás, mimarlo un poco.

Al fin y al cabo, su principal meta era tener cuidado a JiMin.

Faltando una cuadra para llegar a su casa, un grupo de alfas apareció en la acera, y YoonGi no pudo evitar notar la manera en la que varios de ellos se giraron a mirar a JiMin al sentir el llamativo aroma de un omega en celo y no dudaron en comenzar a silbar como si aquello fuera atractivo, un par de hecho haciendo ademanes de acercarse al contrario como si no notaran la existencia de YoonGi.

JiMin se aferró a su brazo como si tuviera miedo. Dentro de él la necesidad de protección apareció y no supo de dónde exactamente, pero de algún lado tuvo que salir el gruñido fuerte y enojado que le dedicó al grupo cuando uno de ellos dio un paso hacia la pareja y aquella reacción fue suficiente para que ellos se alejaran un poco cuando ambos pasaron a su lado.

Min no les quitó la mirada de encima hasta que estuvieron lo suficientemente lejos y ni siquiera notó la manera en la que JiMin parecía mirarlo con ojos cargados de corazones, sólo podía pensar en que quería llegar a su casa, cuidar a JiMin y que nadie los molestara.

—Con permiso —dijo suavemente el omega cuando entró a casa de YoonGi, quitándose los zapatos y dando pasos cortos por la sala de estar mientras el alfa parecía buscar algo con la mirada.

—¿Mamá? —la llamó, alzando un poco su voz—. ¡Mamá! ¿Estás en casa? —volvió a preguntar en el inicio de las escaleras y se giró hacia JiMin un segundo—. Voy a revisar su cuarto, ya regreso —el omega asintió y él subió las escaleras.

Abrió con cuidado la habitación de su madre y frunció un poco sus cejas cuando no la vio en ella, luego revisó el baño y al no ver rastros de su progenitora, le envió un mensaje preguntándole donde estaba y si iba a volver pronto. Claro que ella no contestó al momento y él decidió que debería bajar las escaleras para concentrarse en darle el supresor a JiMin.

—Bueno, no está, debe ser por el trabajo —avisó a sabiendas de que no era la primera vez que aquello sucedía, encontrándose con JiMin sentado en el sofá frente a la televisión apagada.

—¿Ah, sí? —ladeó un poco su cabeza, mirando a YoonGi quien asintió sin darse cuenta de la mirada ajena—. ¿Trabaja los sábados también? —se recostó a un lado del apoyabrazos mientras mantenía sus ojos fijos en el alfa.

—Podría decirse, a veces la llaman de imprevisto —se encogió de hombros y ni siquiera notó la manera en la que la sonrisa de JiMin se intensificó porque estaba más concentrado en escribirle otro mensaje a su madre explicándole que había llevado a JiMin a casa y por qué—. Bueno, busca el supresor en tu bolso, yo te sirvo un vasito con agua —se dirigió a la cocina—. ¡Puedes encender la televisión si quieres! —avisó a mitad de camino.

YoonGi era lento en muchas cosas, la lista era larga sin dudas. A pesar de que JiMin soltara feromonas que alteraban a su lobo y oliera de aquella manera tan dulce que lo hacían sentir atontado, él estaba lo más tranquilo que podía al respecto, después de todo el inicio de un celo no era necesariamente fuerte como lo sería uno en todo su esplendor y pues, en su cabeza no podía caber un JiMin que no fuera tímido a morir.

Así que claro que cuando regresó a la sala y JiMin le pidió que se sentara a su lado él aceptó inocente sin sentir que estaba siendo llevado a una trampa con cachetes bonitos.

—Deberías tomar el supresor de una vez para que... —el pequeño discurso fue callado cuando los labios de JiMin se colocaron sobre los suyos y por la sorpresa casi tira al suelo el vaso que había servido.

El lobo de YoonGi aullaba con emoción mientras él buscaba a tientas la mesa de centro para dejar el vaso, consiguiéndolo al fin en el momento justo, porque definitivamente le se iba a caer al suelo cuando sintió que una de las manos de JiMin cayó sobre su pierna, buscando impulsarse un poco más hacía delante para profundizar el beso.

Aquel era un beso un poco desesperado, quizás hasta demasiado emocionado y es que no lo podían culpar cuando desde hacía mucho que había estado esperando estar a solas con el alfa de nuevo. El estar siempre en el instituto así como tener salidas en grupo no dejaba muchas chances libres y quizás el lobo de JiMin había tomado un poco el control de la situación por culpa del celo reciente.

—JiMin... el... —trató de hablar entre besos, tomando la mano que había reposado sobre su pierna para alejarla de la zona y al levantarla esta terminó sobre su cuello, rodeando sus hombros mientras JiMin movía sus labios sobre los delgados belfos de YoonGi—. El supresor... Ji... —un suspiro se escapó de su boca, perdiéndose poco a poco en los besos suaves del omega.

—Luego —fue su respuesta, dándole medio segundo al alfa para que recuperara el aliento antes de besarlo de nuevo y quitarle la gorra para que esta no estorbara, tirándola a la mesita de centro.

Bien, YoonGi sólo lo besaría un poco, luego haría que se tomara el supresor. No era la gran cosa, después de todo él también quería disfrutar un poco de la soledad y de la intimidad de poder compartir un momento como ese, tenía el autocontrol suficiente como para saber cuándo parar.

—Bien... —suspiró—. Está bien... —murmuraba en aceptación, asintiendo mientras trataba de seguir el ritmo sin perder la cabeza en el proceso.

Los labios de JiMin se movían más de lo que se habían movido antes en sus pequeñas sesiones de besos. Así que, perdido en las sensaciones, YoonGi comenzó a tomar en cuenta que de hecho no habían tenido muchas sesiones como tal y ciertamente no sabía qué tanto podía hacer JiMin en situaciones como esas, así que ahora mismo estaba tan impresionado como alterado.

Cerró su mano sobre su rodilla cuando la pequeña lengua del omega comenzó a asomarse entre besos y su respiración se volvió irregular a la par que se aventuraba a responder de la misma manera. Los suspiros entre besos eran tormentosos como deliciosos y sentir a JiMin mover su rostro sobre el suyo lo tenía hipnotizado.

Ninguno reparó mucho en la posición incómoda que era besarse sentados al lado del otro, más bien seguían con el juego como si no fueran a tener dolor de cuello luego y aunque las temblorosas manos del alfa no sabían dónde colocarse con exactitud, él podía aceptar estar todo el rato que JiMin quisiera en esa posición si eso significaba seguir sintiendo cómo el omega acariciaba su cuello con sus pequeñas y suaves manos.

El chasquido de sus besos resonaba tranquilo por la desolada sala de estar, nada parecía interrumpir el momento y la brumosa sensación que YoonGi comparaba con volar lo estaba haciendo sentir adormilado, junto con el aroma dulce y fresco de JiMin cargado de hormonas que lo mantenía con los pies sobre la tierra. Aquello no podía ser bueno para su lobo, mucho menos teniendo en cuenta que este se sentía al borde del delirio, pero sólo era un momento, no era para tanto.

De repente, el celular de YoonGi resonó y este se separó de JiMin en un chasquido de labios que lo hizo temblar un poco.

—Hyung... —se quejó, inclinándose hacia delante para besarlo de nuevo.

YoonGi jadeó, mirando los labios del omega.

—Espera, espera... —se alejó de nuevo y JiMin soltó un quejido, colocando sus manos sobre el pecho ajeno—. Debe ser mamá, espera... —decía con un hilo de voz que lo hizo carraspear y se inclinó hacia adelante para tomar el aparato.

Leyó rápido el mensaje, tratando de no perder la información importante mientras sentía a JiMin acurrucarse cada vez más a su lado y respirar cerca de su cuello mientras hacía soniditos de queja pidiendo que continuara besándolo. Lo único que rescató del mensaje fue «trabajo» y «6:00 p.m». Revisó la hora, eran las dos de la tarde, tenía tiempo. Respondió con un «ok» y lanzó el celular sobre la mesita de centro, girándose de nuevo para encontrarse con los húmedos labios de JiMin.

El omega suspiró suave entre besos, acurrucándose sobre el cuerpo de YoonGi hasta el punto de estar casi encima de él.

JiMin sabía como el pastel de chocolate que había comido y YoonGi tenía un ligero sabor a fresas dentro de su boca. Ambos estaban perdidos en la sensación de los besos ajenos, sumergiéndose cada vez más en la bruma que los atontaba y en la necesidad de repetir una y otra vez la satisfactoria sensación de lenguas asomándose y saliva humedeciendo sus labios.

Ninguno estaba seguro del momento exacto, pero JiMin quizás colocó su pierna sobre la de YoonGi y él quizás la tomó y la jaló más cerca de él, acción que el omega interpretó de manera que se empujó un poco más sobre el pelinegro y de repente estaba sentado sobre las piernas del alfa mientras sus labios devoraban los ajenos y sus manos se sujetaban a sus hombros y mejillas.

YoonGi tardó en reaccionar, pero cuando lo hizo no pudo evitar jadear tembloroso. No sólo porque era la primera vez que tenía a JiMin encima de sus piernas, sino porque lo tenía en circunstancias como esas, devorando su boca como si ambos lo hubieran estado deseando por mucho tiempo... aunque aquello no era del todo erróneo.

—Estás en... estás encima de... —trató de hablar YoonGi, sintiendo su cabeza echar humo por lo mucho que necesitaba procesar lo que sucedía.

—¿Te molesta, alfa? —preguntó en voz baja que casi sonaba como un ronroneo, sus labios rozando a los ajenos y su aliento chocando contra la boca de YoonGi.

Min sintió el calor no sólo subir hasta sus orejas, sino bajar hasta su cuello. Su lengua se enredó no sólo por el apodo sino por la manera informal de hablar del omega y sus manos se aferraron con toda la fuerza que tenía en ese momento a los cojines del sofá porque no quería tocar de más la cintura o los muslos de JiMin que lo tenían prisionero.

—N-No —respondió como si no tuviera aire en sus pulmones, mirando al omega desde abajo ya que debido a la posición JiMin lo estaba acorralando contra el sofá—, pero yo... cue... cuan... hum... —no estaba seguro de qué estaba tratando de decir, pero tuvo que cerrar los ojos para concentrarse porque JiMin lo miraba como si se lo fuera a comer entero y sus manos no dejaban de acariciar su cuello—. Creo que... yo, JiMin, uhm... —suspiró tembloroso mientras el omega se acomodaba en su sitió.

No había manera de que fuera legal que alguien tan precioso como JiMin estuviera sobre él, mirándolo con esos ojos hermosos cargados de corazones y azotando su nariz con aquel aroma tan delicioso. Su alfa estaba inquieto, demasiado, le pedía hacer cosas que no podía ni iba a hacer, pero con las que estaba totalmente de acuerdo, por más vergonzoso que aquello fuera. Aunque ni siquiera era capaz de sostener a JiMin por la cintura o por cualquier otra parte, ¿qué clase de alfa era entonces? Se supone que él debería tener el control en situaciones como esas, pero JiMin lo sofocaba de una manera que no creyó que podría ser tan gratificante.

De repente, como si JiMin supiera lo que lo estaba atormentando, tomó las manos de YoonGi que se aferraban al sofá como un gato lo haría a su dueño a la hora del baño y las colocó sobre su pequeña cintura, sonriéndole con dulzura desde su posición. Él no pudo evitar mirar hacia abajo y luego hacia arriba, intercalando su mirada entre ambos y tanteando qué tan fuerte podía sostener la cintura ajena porque de verdad necesitaba aferrarse a algo que lo mantuviera en tierra y no quería rasguñar a JiMin sin darse cuenta.

—Mierda... —jadeó de nuevo, cerrando sus ojos con fuerza.

Si ChanYeol viera marcas de rasguños en su hermano probablemente lo mataría. Quizás incluso iría con su padre hasta su casa y lo matarían entre los dos, pero él se lo iba a merecer de todas formas.

El pensamiento de una repentina muerte fue suficiente para sacarlo de la burbuja calenturienta que lo había hipnotizado y de inmediato se sentó derecho, pegándose más al pecho de JiMin sin quererlo y provocando que este arqueara un poco la espalda, acción que sintió entre sus manos.

Sentía que se derretía por la necesidad de colocar su cara en el pecho del omega, pero no, necesitaba concentrarse.

—Te tienes que tomar el supresor —le dijo lo más firme que pudo, pasando saliva cuando la expresión de JiMin se volvió quejumbrosa y un puchero apareció en sus labios—. Lo siento bebé, c-creme que no me molesta, pero no puedo aprovecharme de esta situación, tu celo...

—¿Me llamaste... "bebé"? —sus ojos parecieron brillar y su aroma incrementó su fuerza.

YoonGi se quedó en blanco un segundo.

—¿Lo hice? —jadeó con la cara roja.

JiMin sonrió en grande, soltando risitas emocionadas mientras se inclinaba sobre YoonGi y comenzaba una sesión de besos en las mejillas del alfa.

—Espera, espera... JiMin —suspiró, disfrutando de los mimos sin poder evitarlo. Simplemente se dejó hacer mientras cerraba los ojos, hasta que sintió los besos bajar más de lo necesario—. Ah, oye... JiMin de verdad yo... necesito que... uhg... —sin poder evitarlo apretó un poco el cuerpo ajeno contra él, sus dedos subiendo de manera indirecta por debajo de la camisa de JiMin y su propia nariz encontró su camino hacia el cuello ajeno, olfateando el aroma del chico que lo tenía totalmente enamorado.

Tenía mucho calor, demasiado, sentía toda su cara roja y su cuerpo entero temblar. Era un alfa enamorado, uno con necesidades, como todo el mundo claro está, pero obviamente le daba pánico pasarse de la raya sabiendo las circunstancias y el estado en el que se encontraba JiMin. No quería dejarse llevar demasiado, pero el omega era como una droga y por más que tratara de alejarse siempre terminaba regresando por los besos suaves y húmedos que estaba dejando en su cuello.

Sin embargo, el repentino y fuerte tirón que sintió en aquella zona muy al sur de su cuerpo cuando JiMin chupó su piel fue un completo «no» para él y de la manera más delicada que pudo, apartó a JiMin de su regazo y lo recostó sobre el sofá.

—Ahora sí, te toca el supresor —anunció con seguridad, soltando la cintura ajena y viendo la cara de decepción en el rostro del rubio.

Dudó en levantarse del sofá, pero lo hizo, y después de corroborar que nada sobresaliera de sus pantalones, tomó la mochila de JiMin y la abrió, encontrándose con un blíster con un único supresor. Se sentó nuevamente en el sofá, dejando el bolso en la mesa y tomando el vaso de agua para dárselo al omega.

—No me mires así —pidió con sus cejas fruncidas en algo parecido al arrepentimiento y es que JiMin frunciendo su nariz y sus labios por estar enojado era la cosita más tierna del mundo—. Después de que te lo tomes seguimos con los besitos, ¿bien?

JiMin pareció estar de acuerdo con eso por la sonrisa que puso y luego de intercalar su mirada entre la pastilla y YoonGi, abrió la boca.

—¿Qué haces? —cuestionó con nervios.

—Métemela en la boca —pidió.

Si el vaso hubiera sido de plástico seguramente habría quedado destruido en la mano de YoonGi.

—Eres... —pasó saliva, recuperando el aliento y metiendo la pastilla en la boca ajena, sólo para ver cómo JiMin la cerraba con delicadeza y le sonreía—. Eres un pequeño demonio, ¿te lo han dicho? —preguntó tenso, descansando su codo sobre el apoyabrazos y colocando la mano sobre su rostro sonrojado, esperando que al otro no se le ocurriera decir algo más en ese tono porque sino perdería la cabeza.

JiMin rió y tomó el vaso con agua.

—Justo hoy me dijeron algo así —le dijo luego de pasar la pastilla y se inclinó para dejar el vaso sobre la mesa de centro, acciones que YoonGi no pasó por alto ya que, después de todo, ya su cabeza estaba en ese mundo en el que JiMin lo metió—. ¿Puedo usar el baño un segundo? —Min asintió—. ¿Dónde está?

—Arriba a la derecha —explicó cortamente, luciendo sin energía y es que quizás JiMin lo había dejado demasiado ido.

—Gracias, ya regreso —se levantó y se inclinó hacia él, plantando un beso corto en sus labios que YoonGi correspondió.

Cuando escuchó la puerta del baño cerrarse, YoonGi se lanzó sobre el sofá y colocó uno de los cojines sobre su cara para gritar y pensar en cosas terribles para no tener una erección.

—Abuelas desnudas, abuelas desnudas... —murmuraba debajo del cojín mientras se lamentaba porque realmente habría querido llegar más lejos, pero eso definitivamente no estaba permitido. No sólo porque JiMin se encontraba en una situación cuestionable, sino porque ni siquiera eran pareja, así que no podían cruzar esa línea todavía—. Perritos llorando, perritos llorando... —seguía pensando desgracias.

Escuchó entonces un celular resonar cerca y se quitó el cojín de encima, tomando la mochila de JiMin para ver el nombre de su hermano brillar en la pantalla. En casos anteriores habría dudado en contestar, pero esta era una situación diferente y él definitivamente necesitaba ayuda, aunque aquello implicara una patada en las bolas.

—¿Hola?

Hola JiMin, ya ter... ¿por qué contestaste tú y no JiMin? ¿Dónde está? —preguntó en el instante que procesó que la voz grave no era de su hermanito.

—Está en el baño y se encuentra en perfectas condiciones, por si eso te preocupa —explicó lo más tranquilo que pudo a diferencia de cómo había estado antes—. ¿Vas a venir por él?

Estoy en camino, ¿por qué?

—Bueno... apresúrate —no supo cómo decir lo siguiente, así que suspiró y decidió soltarlo—. Entró en celo hoy y creo que olvidó la fecha en la que le tocaba. Logré que se tomara un supresor, pero no es buena idea que esté por aquí en sus condiciones —se rascó la nuca, cerrando uno de sus ojos en espera de algún grito.

La línea se quedó en silencio un par de segundos y YoonGi temió que el contrario estuviera lanzando algún tipo de maldición en silencio.

¿Dónde están? —preguntó en un tono neutro.

—En mi casa, lo traje porque en la cafetería comenzó a molestar a los demás con su aroma y... apenas llegamos se tomó el supresor —bien, una mentira blanca tampoco era tan mala, no le iba a decir que estuvo a punto de tener una erección por culpa de su hermano menor—. Estamos a cinco cuadras de la cafetería, podemos encontrarnos ahí si lo prefieres...

La línea quedó en silencio una vez más y YoonGi pasó saliva.

Estoy llegando a la cafetería que me dijo JiMin, ¿dónde queda tu casa?

Claro que él no quería revelar esa información porque definitivamente sería como darle la ventaja al enemigo, pero sabía que no tenía de otra, además del hecho de que ChanYeol no iba a querer que JiMin saliera de nuevo a la calle es su estado actual. Simplemente soltó un suspiro corto y le dictó su dirección, recibiendo un «ok» cortante antes de que el otro cortara la llamada.

Dejó el celular de JiMin sobre la mesita y se recostó de nuevo sobre el sofá, colocando su antebrazo sobre sus ojos para descansar un segundo y tratar de limpiar su mente de las imágenes que lo estaban atormentando de todas las maneras posibles.

De repente, sintió un peso sobre él y cuando liberó su vista se encontró cara a cara con un sonriente JiMin quien tal parecía no se había quedado satisfecho con la sesión de besos anterior.

Al menos el supresor parecía estar comenzando a hacer efecto porque la intensidad de su aroma se redujo.

—Hola otra vez, Hyung —alargó la palabra, acurrucándose sobre el alfa y acariciando la mejilla de este con la punta de su nariz, olfateando el aroma a chocolate y a café que el contrario desprendía como señal de que le estaba gustado lo que sucedía.

YoonGi se dejó hacer entre suspiros y abrazó al otro por la cintura, moviéndose lo suficiente como para que ambos quedaran cómodos sobre el sofá.

—Hola otra vez, JiMinnie —decía con voz cansada, mirando la manera en la que el omega se erguía un poco en su puesto.

—¿Puedo seguir besándolo? —preguntó con un puchero.

YoonGi se mordió el labio un segundo y asintió, disfrutando de la manera en la que JiMin se había vuelto a recostar sobre él para atrapar su boca.

Los conocidos chasquidos de labios no demoraron en hacerse escuchar y mientras YoonGi trataba con todas sus fuerzas de disfrutar el contacto a la par que pensaba en escenarios horribles para que el calor no se le fuera de las manos, JiMin había encontrado un particular gusto por mover su mano sobre el cuello y pecho del alfa, suspirando entre besos.

Las piernas de JiMin se habían enredado entre una de las suyas, enganchándose a ella como si necesitara sujetarse de algo y YoonGi no estaba seguro de si había sido él exactamente, pero levantó su rodilla con un pequeño impulso primitivo dentro suyo y esto provocó que JiMin diera un saltito, separándose del beso a la par que un sonido corto moría en su garganta, cerrando sus ojos con fuerza.

YoonGi sonrió y encontró su lugar en el cuello ajeno, olfateando la zona para deleitarse con el aroma a frutos rojos y caramelo, así como los retazos de un pequeño y tercer aroma que no estaba seguro de qué era, pero era dulce y le encantaba. Como todo alfa esclavo de un lobo impulsivo, sus labios no tardaron en besar la piel de aquella zona con lentitud y no dudó en mover sus manos un poco para mimar al otro mientras trataba con delicadeza la zona que merecía una hermosa marca en ella.

Se resistió a chupar la zona, no quería dejar marca alguna que pudiera ser razón de un puñetazo luego y por más que su lobo pedía para que mordisqueara un poco la zona, lo único que terminó haciendo fue provocar un pequeño temblor en JiMin a consecuencia de los gruñidos profundos que se formaban en su pecho.

Quería más y más y más.

—Sus manos... están frías... —murmuró JiMin entre suspiros, atontado por la atención que estaba recibiendo.

En ese instante, YoonGi se dio cuenta de que había subido demasiado la posición de sus manos, sintiendo a la perfección la piel ajena debajo de su tacto y colorando su cara a más no poder al darse cuenta de que estaba a pocos centímetros del pecho del omega. De inmediato, quitó sus manos de ahí, dejándolas a los lados de su cabeza para no volver a pasarse de la raya.

—Perdón, d-disculpa, no era...

—No me molesta —fue su respuesta, su voz era adormilada y coqueta, así como sus labios se encontraban curvados en una pequeña sonrisa—. Usted es muy tierno, Hyung —decía mientras subía sus propias manos y las entrelazaba con las de YoonGi.

Cuando sus labios se encontraron otra vez y el calor lo hizo temblar, YoonGi recordó algo importante.

—Mierda, tu hermano viene para acá —dijo, separándose del beso y tomando por sorpresa a JiMin—. Debe estar cerca —soltó las manos del omega para tratar de apoyarse sobre el sofá y sentarse de una vez—, llegaría en menos de diez minutos y no nos puede encontrar así o me va a...

—Pero... —JiMin se quejó, aferrándose a los hombros del alfa y provocando que este estuviera a punto de caer acostado en el sofá otra vez—, ¿por qué viene? Quiero quedarme así...

—Le dije que viniera, no puedes estar así conmigo en estas condiciones —explicó lo más calmado que podía.

El omega hizo un puchero y YoonGi resistió las ganas de besarlo porque sino caería otra vez.

—¿En estas "condiciones"? —repitió, sonando dolido—. ¿No quiere besarme? —cuestionó con sus cejas frunciéndose lentamente como si estuviera a punto de ponerse a llorar.

—¿Qué? ¿De qué hablas? ¡Claro que quiero besarte! —respondió sin dudar, tomando el rostro ajeno entre sus manos—. El problema es que estando en celo pueden haber cosas que termines haciendo y de las que luego te arrepientas, no me gustaría que... nos dejemos llevar demasiado —su voz bajó un poco su tono al final ya que era algo penoso decirlo en voz alta y en admitir que un escenario como ese no era imposible entre ambos.

JiMin desvío la mirada, luciendo tímido otra vez y sus mejillas rosadas adquirieron un color rojo.

—No me molestaría dejarme llevar si... es con... usted... —su voz también era baja, casi un murmullo lleno de pena y timidez por el tema de conversación y por lo que sus palabras implicaban, pero YoonGi lo escuchó a la perfección por la cercanía y en ese segundo sintió que se iba a morir.

¿Acaso JiMin acababa de insinuar lo que YoonGi creía?

YoonGi no supo qué decir en ese momento y sólo cerró los ojos, tratando de regular su respiración porque el aire desapareció de sus pulmones. Además, no sólo su corazón se sintió eufórico en ese segundo, así que ahora tenía otro problema que resolver agregado a la lista.

Cuando volvió a abrir los ojos, JiMin lo miraba fijamente y una de sus manos sostenía la ajena de YoonGi que reposaba sobre su mejilla. Ambos se encontraban sentados en el sofá, mientras que JiMin estaba arrodillado sobre los almohadones, YoonGi se encontraba sentado con el omega entre las piernas, deseando a todos los dioses y diosas posibles que a este no se le ocurriera mirar hacia abajo.

—Bueno... a mi tampoco me molestaría... si es contigo, claro... —admitió igualmente y la cara de JiMin se tornó en bochorno puro.

Ambos mantuvieron la mirada fija en el otro un par de segundos como si necesitaran procesar todo lo que acaban de decir y no fueron necesarios muchos minutos para que sus ojos comenzaran a mirar los labios ajenos y la necesidad de contacto fuera demasiada.

JiMin no lo dudó más y entrecerró los ojos, inclinándose hacia delante para besar de nuevo al pelinegro, suspirando cuando sus labios se encontraron otra vez. YoonGi comenzó a luchar internamente con el hecho de que tenía algo que resolver a la par de que debía estar atento por si ChanYeol tocaba la puerta, pero los labios de JiMin eran tan suaves que no quería separarse nunca de ellos.

Sin embargo, no fue necesario nada más y nada menos que la mano de JiMin sobre su pierna para hacerlo saltar del sofá y despertar de una vez.

Claro, JiMin simplemente había usado el gesto porque no tenía de dónde apoyarse y quería inclinarse más hacia delante para profundizar el beso otra vez, pero esa era una zona peligrosa ahora y YoonGi se disculpó y avisó que necesitaba usar el baño mientras subía las escaleras a toda velocidad.

Había huido como todo un cobarde, lo aceptaba, pero si hubiera estado un segundo más así, su lobo probablemente lo haría ponerse estúpido e impulsivo.

Para el momento en el que ChanYeol llegó, YoonGi se había lavado la cara con agua fría tantas veces que había regresado a su tono pálido natural, sin una pizca de sonrojo, y había imaginado tantas veces a abuelas desnudas que no creía que la imagen se le fuera a desaparecer en mucho tiempo. Así mismo, cuando abrió la puerta y se encontró al hermano de JiMin, lo que menos esperó es que este estuviera aparentemente tranquilo a pesar de que estaba viendo de frente cómo JiMin se encontraba abrazado de la persona que odiaba y tampoco se esperó del todo que estuviera acompañado de alguien más.

—Hola Baek —saludó algo sorprendido al verlo un par de metros lejos de la entrada y el omega levantó la mano como saludo, luciendo una sonrisa tranquila.

—YoonGi —fue su manera de saludarlo.

—Bien, nos vamos —Yeol señaló hacia la calle y JiMin hizo un puchero, escondiendo su rostro en el cuello de YoonGi—. JiMin, es en serio —insistió, pero el contrario sólo lo ignoró—. Tenemos que irnos ahora antes de que papá llegue y se de cuenta que saliste estando en celo, también tengo que quitarte el aroma a alfa o nos va a matar a los dos.

—No quiero —se aferró más al contrario y YoonGi se encogió un poco en su puesto cuando el alfa contrario soltó un gruñido enojado—. Déjame aquí, no me quiero ir.

Baek rió por la escena y ChanYeol miró hacia el cielo un segundo, casi rezando.

—JiMin, no me hagas...

—¡No! —respondió, provocando que su hermano apretara la mandíbula.

ChanYeol comenzó a plantearse la idea de usar la voz de mando, aunque aquel fuera su último recurso.

De repente, Baek suspiró.

—¿Por qué no le das algo para que se lleve? —preguntó el omega con aroma a rosas y tanto Yeol como YoonGi lo miraron en duda—. Tener algo con tu aroma lo puede ayudar a pasar un celo más tranquilo, además, no se sentirá tan mal cuando se vaya —se encogió de hombros—. A mi me ha funcionado —agregó, mirando hacia otro lado.

ChanYeol frunció un poco los labios por la idea de Baek pasando su celo con la prenda de alguien más y YoonGi se dio cuenta de que había sido una buena idea.

—Bueno, supongo que no haría mal intentar —dijo YoonGi, tanteando terreno con ChanYeol porque si el alfa le ponía una cara de muerte él no se iba a quitar la sudadera. JiMin, en cambio, se separó de él con una sonrisa, asintiendo y esperando que le entregara la prenda.

—Como sea... —Yeol viró los ojos, metiendo las manos en sus bolsillos—. Pero si papá se entera de esto, te echaré toda la culpa a ti, JiMin.

El mencionado le sacó la lengua y miró nuevamente a YoonGi, sonriendo contento cuando el alfa se quitó la sudadera que había usado ese día y se la entregó en sus manos. Debajo de la misma había una camisa negra simple que le quedaba algo suelta y grande, pero por mucho que le avergonzara que vieran su cuerpo flacucho debajo de la gruesa prenda, JiMin se sintió más enamorado de él y quizás las ganas de lanzarse encima del alfa habían regresado.

—¿No dijiste que se había tomado un supresor? —cuestionó ChanYeol con duda al sentir el aroma de JiMin volverse tan dulce que empalagaba e incomodaba.

—Lo juro —se defendió, recibiendo un nuevo abrazo de parte del rubio y un par de besos en su mejilla—. Ay, JiMin... —decía avergonzado, tratando de no mirar a nadie a los ojos.

—Bien, ya basta —tomó el brazo de su hermano para alejarlo del contrario mientras BaekHyun se reía de la situación—. Mete eso en tu mochila y vayámonos —JiMin hizo un puchero, pero igualmente accedió.

—Nos vemos el lunes, Hyung —movió su mano como despedida y el alfa correspondió el gesto.

—Nos vemos, JiMin —le sonrió con cariño y el omega le lanzó un beso volador que lo hizo reír y sonrojarse.

Cuando el pequeño grupo se alejó lo suficiente, YoonGi cerró la puerta y fue directo hacia su habitación a lanzarse sobre su cama y lanzar el grito al aire de cara a la almohada. La cita había salido muchísimo mejor de lo que esperó y aunque ahora extrañaba horriblemente a JiMin mientras procesaba la soledad de su casa, igualmente suspiró enamorado por todas las imágenes hermosas que habían quedado en su cabeza.

—Me duelen los huevos... —se lamentó mientras miraba hacia el techo con cara de enamorado.

No se arrepentía de nada.

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