Los ojos del emperador

By Menhera_Chan-3-

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Hace poco, el emperador de la secta Kongyun murió y su hijo debe ocupar su lugar. Nadie sabía de él hasta el... More

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By Menhera_Chan-3-

Los mensajes llegan con las peligrosas aguas de la guerra

La calma se mantuvo en el palacio de Kongyun por aquellas dos semanas en las cuales no se recibieron noticias de la emperatriz de Shui. En aquellos días, el excéntrico Meng HuanYue seguía encargándose de proteger a su soberano velando por su comida y cuidando de que su secreto no se diera a conocer. Estaba siendo un martirio para Xen ShenTai soportar las ocurrencias de aquel indisciplinado sirviente suyo, pero al final aceptaba que servían para algo más que solo molestar.

-Llevas toda la tarde jugando con los pinceles. Te dije que te enseñaría a escribir bien, ¿por qué no te puedes comportar ni siquiera para algo que te va a ser útil?- el emperador volvía a perder la paciencia con él, no era difícil puesto que apenas había logrado que aprendiera los caracteres principales y escribirlos bien no estaba dentro de lo que Meng HuanYue consideraba entretenido.

-Ya sé hacerlos bien, majestad. ¿Por qué necesitaría más práctica? Quiero dibujar, me gusta mucho hacerlo. Nunca antes había tenido estas cosas y quiero jugar con ellas un rato más.- en contraste con la molestia del mayor, el ladrón estaba feliz como un niño pequeño al que le dan un regalo.

Y así se sentía, ya que en su niñez poco pudo disfrutar. Sin embargo, con las cosas que le enseñaba y ofrecía su emperador, podía revivir aquella inocencia que había perdido por los largos años de sobrevivir del robo y la miseria. Harto ya de insistir, Xen ShenTai se levantó de la mesa y fue a paso lento hacia su amado guqin. Comenzó a tocar una melodía que se imponía a sí misma ser apacible con tal de relajar sus alterados nervios. En aquellas dos semanas, su vista no había vuelto a empeorar y eso era un gran logro para él y su sirviente. Aún así, le era casi imposible distinguir algo más allá del alcance de sus codos, y apenas eso que lograba ver era claro. Todo su mundo estaba difuminado y sin ninguna certeza de qué era lo que estaba frente a sus ojos. Meng HuanYue era lo único seguro que había en su vida y no lo quería aceptar. Como tampoco quería aceptar que se burlaba de él a menudo.

-¿Qué te parece, majestad? Está muy bonita la grulla que dibujé, ¿verdad?- inútilmente en ladrón mostraba frente al rostro del emperador el trozo de papel con sus garabatos, lo cual hizo que el mayor solo cerrara los párpados.

-Ni aunque lo acercaras al punto de pegarlo a mi nariz seré capaz de ver lo que has hecho en ese papel. Meng HuanYue, te he dicho varias veces que no soy capaz de leer por mucho que me sepa los caracteres. Entonces tampoco soy capaz de ver un simple dibujo.

-¡No lo llames así!- replicó fingiendo sentirse insultado.- No es un simple dibujo, es una obra maestra. Y pienso que se verá muy bien adornando tu habitación.

-Menudo insulto a la armonía de estas paredes.- comentó sin detener la melodía.

-Te haces el fino, pero últimamente te gusta meterte conmigo.- con tono pícaro, el sirviente sonrió de medio lado.

-Hay que ponerte en tu lugar. Eres demasiado descarado y, al menos en mi presencia, debes comportarte.

-Como digas, majestad...- guardó el dibujo doblado en su túnica y fue a acomodarse en la ventana como tantas veces que se ponía a observar a la gente caminar en los terrenos de palacio.- Aún me pregunto por ella...

-¿Hablas otra vez de esa niña fantasma? No lo pienses más, Meng HuanYue, tu mente enloquecida te engañó en un momento de distracción y ahora ves a esa chica en todos lados. No has parado de hablar de ella desde que llegamos de la Torre.

-No es eso... ¡Y no es un fantasma!- reafirmó frunciendo el ceño.- Sí que estás aprendiendo a molestarme...- volvió a mirar fuera soltando un suspiro a la vez que apoyaba la cabeza en el marco de la ventana.- Es real... y extraña... pero no es de esa niña de quien hablo. Es de esa otra persona que acompañaba a la emperatriz de Shui, alguien que solo estuvo cuando llegó... y nunca más le volví a ver...

La melodía del guqin se detuvo de repente, Xen ShenTai estaba concentrado en las palabras de su sirviente. Había aprendido a distinguir cuándo este hablaba seriamente por su tono de voz, y esta era una de esas ocasiones. Sus manos sostuvieron las cuerdas del instrumento y las acariciaron sin soltar sonido alguno, estaba concentrado. Cada cosa que decía Meng HuanYue era como una nueva pista del mundo para él.

-Si te refieres a Jiang ShanMei, es la hija de Madame XiaHe. Ni siquiera me percaté que estuviera presente en la Torre... Es una chica muy callada...

-Tanto que nunca dijo palabra. Y se desvaneció pocos minutos después de haber llegado a Xing Hu. Creo que su madre es muy sobreprotectora con ella. Le mantiene cubierto el cuerpo y el rostro en gran parte, pero... aún así tiene una belleza que destaca por sobre cualquier tela que le cubra.

-Hablando así de una mujer... me sorprende de un manga cortada como tú.- se burló Xen ShenTai.

-Nunca dije que lo fuera. Aunque... ¿qué problema hay si lo soy?- se bajó de la ventana de un salto y encaró al emperador.- ¿Acaso te gustaría más aún...?

Una nueva cachetada llegó a la mejilla de Meng HuanYue seguida de la risa de él y los sonidos de molestia del mayor. Le gustaba demasiado provocarlo, eso era seguro, como también lo era que Xen ShenTai cada vez se convencía más de que su sirviente era un tonto masoquista.

(...)

-Aun no pasa ningún mensajero o ave. ¿Cuánto más tendremos que esperar...?- aburrida y sentada sobre la gruesa rama de un árbol, Sheng Guang movía sus pies de un lado a otro suspirando con pesadez.

En la cercanía de las raíces, Yong ChaoHeng permanecía sentado en pose de loto, meditando apaciblemente con su báculo sobre sus piernas. Su concentración fue perturbada por la voz de la joven, pero esto más que molestar, le sacó una sonrisa.

-Debemos conocer las noticias que llegarán de Shui, mi pequeña. Si no es por este método, es posible que lo sepamos en un momento en el que no podamos hacer nada para remediar una catástrofe.

-Maestro... sigue convencido de que algo malo va a pasar... ¿por qué...?- la chica se colgó boca abajo de la rama y miró con confusión al mayor.

-A-Guang... Ya te conté que Dalai KongShun es una persona de oscuro corazón. Temo lo peor siendo él un sirviente directo de la emperatriz de Shui...- confesó poniéndose serio.- Además... también temo que Shui no sean los únicos que estén tramando algo para derribar la paz en estas tierras...

-Puede ser... hay mucha tensión en...- la niña no pudo terminar de hablar, sus palabras fueron interrumpidas por un leve, pero constante estruendo proveniente de la tierra.- ¿Un terremoto...?- preguntó volviendo a sentarse en la rama.

-No, es algo peor...- Yong ChaoHeng se levantó rápidamente tomando su báculo y frunciendo el entrecejo.- Son caballos... y muchos... vienen hacia aquí. ¡A-Guang, es tiempo de irnos! ¡Se acerca un ejército!

(...)

-¿Quién inventó esto del paseo real...?- se quejaba el sirviente mientras ocultaba su rostro lo más posible con su suelto cabello.

-No comprendo tus quejas, Meng HuanYue. Desde que me hablaste de tu vida como ladrón callejero quise ser benevolente con mi pueblo y conocerlos de cerca un poco más. ¿Cuál es el problema de salir un poco a dar un paseo?

-Que tú llevas un adorno en la cara que bien podría disimular quién eres...- se interrumpió para acercarse al oído de este.- Y tu corta visión también...- luego se alejó y siguió hablando con el mismo tono de queja.- Pero yo estoy desprotegido aquí. ¿Sabes cuántas veces en mi vida he robado a estos vendedores?

-Y por lo que sé, también ellos te han dado una buenas golpizas...- se burló Xen ShenTai con una risita y cubriendo su boca con su manga.

-¡¿Eh?! ¿Cómo sabes eso?- se sorprendió el de rojas vestimentas.

-No eres el único que le gusta investigar cosas, Meng HuanYue. Yo también sé preguntar a mi gente si necesito saber algo.

-Me sorprende lo mucho que has aprendido de mí en tan poco tiempo.

-No te creas superior a mí. No he aprendido eso de ti, solo lo he puesto en práctica, ya que antes no lo hacía porque no tenía la necesidad.

-Pues yo tengo la necesidad de comer. ¿Me das unas monedas para comprar unos bollos? Debes sentir su aroma desde aquí, de seguro te apetece uno.

-¿Es que siempre tienes hambre?- preguntó con tono molesto mientras sacaba su bolsa de monedas.- Ten, y no lo gastes todo. Aunque sea mucho dinero, no es para gastarlo por ser del emperador.

-No me enseñes de economía a mí. Ahora vuelvo.- Meng HuanYue se alejó por un momento al puesto de bollos que estaba en la esquina de la calle.

Mientras pasaban los segundos, Xen ShenTai se quedó allí, parado y deleitándose con las voces y sonidos de su gente. Había pedido que no lo trataran de forma especial, sino como uno más. Así fue como su pueblo lo recibió, ya que no era costumbre tener a los emperadores visitando a los más pobres. Era la primera vez que gente como aquella veía de cerca a su soberano y más aún, se les pedía que lo trataran como a un igual. Esa era la razón por la cual se sentía tan cómodo entre las risas de los niños que corrían jugueteando a su alrededor, los vendedores anunciando sus ofertas y las señoritas comentando mientras hacían sus compras.

Todo era maravilloso para el emperador cuando unos sonidos extraños llegaron desde detrás de él a lo lejos. La gente estaba asustada por algo, los escuchaba correr como si huyeran de algo, pero no sabía qué era. De entre todas las voces que pasaron cerca de él, una se escuchó con fuerza y preocupación.

-¡SHENTAI, APÁRTATE!- Meng HuanYue gritó desde la distancia, había visto qué provocaba aquel disturbio entre la multitud.

Una carreta estaba atravesando la calle a toda velocidad, el caballo se había salido de control y su dueño hacía lo imposible por detenerlo. Se dirigía rápidamente hacia el puesto de bollos, la gente se apartaba del camino en cuanto lo veía. Pero no fue así para Xen ShenTai. Este no sabía a dónde ir, hacia dónde debía apartarse, cómo ponerse a salvo. El miedo consumió su cuerpo dejándolo paralizado mientras escuchaba los cascos acercarse con mayor fuerza cada vez. Ya al tenerlo frente a él, una fuerza le provocó cierto dolor, pero lo apartó del camino a tiempo.

Los bollos rodaron por el suelo al igual que los dos hombres y el gorro que cubría el rostro del mayor. Meng HuanYue había corrido como pudo hacia el emperador y lo empujó de la forma que le permitió la prisa. Quizás le dejó algún golpe en la espalda o cintura, pero al menos estaba vivo. El caballo siguió avanzando por todo el callejón hasta que un muro cortó su paso haciendo que se detuviera tras levantar sus patas delanteras desesperadamente. Al parecer, se había calmado un poco, lo que permitió a su dueño bajarse del carruaje y disculparse con todos.

-ShenTai... ¿estás bien...?- el aludido apenas asintió aún temblando, Meng HuanYue apretó los labios y se puso de pie encarando con enfado al hombre del carruaje.- ¿Qué ha pasado que su caballo casi mata al emperador? ¿Cómo es posible que algo así pase, señor? Debería darle mucha pena por este incidente.

-¡Majestad, cuánto lo siento!- se disculpó haciendo reverencias una y otra vez mientras el sirviente ayudaba al soberano a ponerse en pie.- Mi potro se asustó por algo que presenciamos fuera de las tierras de palacio. Un gran ejército se dirige hacia aquí y portan estandartes y  vestimentas de Huo.

-¡¿De Huo?! Debe ser un error...- Xen ShenTai estaba desconcertado.- ¿Acaso pretenden declararnos la guerra?

-Así es, majestad. Lo escuché cuando pasaba cerca de algunos de los soldados. Me persiguieron por un tiempo, y mi caballo se asustó con la persecución. De ahí que llegáramos tan pronto. Estoy feliz de haberlo encontrado y poder decirle esto.

-No hay tiempo para hablar más.- anunció Xen ShenTai levantando su mano llamando la atención de la multitud a su alrededor.- ¡Tienen que evacuar ahora mismo! No quiero poner en riesgo la vida de mis súbditos. Los que se quieran brindar para luchar y resistir, estaré complacido de recibirlos, pero nadie está obligado. Kongyun podrá dejar de estar en este lugar si Huo gana la batalla, pero no significa que no podamos mantenerlo en nuestros corazones. ¡Pueblo mío, defiendan siempre su procedencia como este emperador defenderá su tierra! ¡Vayan ahora, deben ponerse a salvo!

Como había ordenado, todos en el pueblo se pusieron en función de tomar lo imprescindible y evacuar el lugar. Meng HuanYue se apresuró a sacar de allí a Xen ShenTai y llevarlo de vuelta al palacio. Caminaba con pasos presurosos y apretaba sus dientes balbuceando maldiciones. El mayor notó su molestia fácilmente debido a que lo estaba apretando más de la cuenta en el agarre de su brazo.

-¿Qué te ocurre, Meng HuanYue? Sé que estamos en un momento de crisis, pero...

-Me engañó... el emperador de Huo me engañó... Me hizo creer en su inocencia. Fue él quien planeó el ataque al gran Patriarca. Y de seguro su sirviente extranjero estaba en disposición de atenderle para asegurarse de que no muriera. Así tendría oportunidad de atacar las naciones vulnerables sin la intervención de la Torre.

-¿Cómo es posible? ¿Qué ganan ellos con eso?

-Dominar más tierras. Tal vez el poder sobre los otros clanes... No lo sé, solo sé que eso está ocurriendo ahora.

-Huo no tiene razones para atacarnos...

-¡Abre los ojos, ShenTai! ¡Están atacando a tu pueblo!

-¡¿Crees que no me doy cuenta?! En cuanto lleguemos a palacio, ordenaré que...

Una gran explosión se escuchó a lo lejos cortando las palabras del soberano. Entre las llamas, Meng HuanYue vio cómo el palacio había sido atacado y caía en pedazos provocando gritos histéricos en la gente del pueblo que huían.

-Meng HuanYue... eso... eso fue... ¿mi... mi...?

-ShenTai...- dijo con voz seca.- ... tu ejército está listo para responder a esto... te espera en las afueras de tu... de lo que era tu palacio...

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