GATO: Deséalo y perderás [+18...

By thebabypes

256K 23.4K 5.7K

Una joven oficial de policía deberá entrar al mundo del boxeo clandestino en los suburbios lugares de Londres... More

S I N O P S I S
P R Ó L O G O
R E P A R T O
U N O | C A M I N O A L I N F I E R N O
D O S | P R E P A R A D A
C U A T R O | G O L P E S
C I N C O | D U L C E S S U E Ñ O S
S E I S | P R U E B A D E F U E G O
S I E T E | M O N S T R U O
O C H O | D E D O S
N U E V E | A M E N A Z A S
D I E Z | C O N F U S I Ó N
O N C E | B O C A
D O C E | C I C A T R I C E S
T R E C E | S I M U L A C I Ó N
C A T O R C E | S O B R E L A M E S A
Q U I N C E | M A N O S L A R G A S
D I E C I S É I S | A F R O D I T A
D I E C I S I E T E | T R E S
D I E C I O C H O | T R O N O
D I E C I N U E V E | C R U D A R E A L I D A D
V E I N T E | D I F Í C I L
V E I N T I U N O | D E T E C T I V E
V E I N T I D Ó S | S E N T I M I E N T O S Y V E R D A D E S
V E I N T I T R É S | D I S C U S I O N E S
V E I N T I C U A T R O | S E R P I E N T E
V E I N T I C I N C O | S E C R E T O S
V E I N T I S E I S | ¿S I G U E S E N F A D A D A ?
V E I N T I S I E T E | U N I D O S
V E I N T I O C H O | C E L O S O
V E I N T I N U E V E | L O P E O R D E L S E R H U M A N O
T R E I N T A | H A B I T A C I Ó N D E S C O N O C I D A
T R E I N T A Y U N O | D E S T A P A N D O L A V E R D A D
T R E I N T A Y D O S | C O M O U N A F A M I L I A
T R E I N T A Y T R E S | N O Q U I E R O P E R D E R T E
T R E I N T A Y C U A T R O | A N T E S D E T O D O
T R E I N T A Y C I N C O | A P O C A L I P S I S
T R E I N T A Y S E I S | S O L O 1 0 M I N U T O S
T R E I N T A Y S I E T E | J U I C I O
EPÍLOGO
E X T R A

T R E S | G A T O

6.3K 700 246
By thebabypes

«Las cosas empezaban a ser interesantes en mi oficio»

Gato.

Caminé directa hacia la puerta de metal cuando escuché que el taxi se había marchado a su siguiente destino. El sonido de aquella canción que se metía en mi cabeza me traía desquiciada y el miedo por lo que me llegara a encontrar dentro de allí abundaba dentro de mí.

En mi mente deseaba volver al taxi e irme al piso para seguir con mi simple vida, con mis documentos, con los papeleos que tenía que hacer en la policía. Pero, por otra parte, sabía que este era mi trabajo, por el que me había especializado a pesar de no tener experiencia, así que tenía que atreverme, dar el paso para seguir adelante y no ser aquella niña cobarde que quería seguir ahí.

Apreté mis puños, me coloqué la falda corta y me puse frente a la puerta, tocando 3 veces consecutivas para luego escuchar a alguien abriendo aquella apertura, donde 2 ojos oscuros aparecieron de la nada.

Miraba con enfado, lo que hizo intimidarme un poco, pero no lo demostré.

—Contraseña —dijo con voz autoritaria y yo respiré hondo.

—Pochemuchka.

El hombre me observó como pudo desde detrás de la rendija de la puerta y, tras unos segundos, me abrió sin más demora.

La altura que me encontré me hacía mirar muy arriba, pudiendo medir casi los 2 metros, uno hombre muy ancho y fuerte que con cualquier sacudida podría matarme. Apreté la mandíbula y, al ver que no hablaba, ni mucho menos me dejaba pasar dentro, quedándose de brazos cruzados en medio de la puerta, decidí hablar.

—Solo vengo para ofrecerme como ayudante de Gato —respondí a aquella pregunta inexistente que me había hecho aquel hombre tan alto.

Y, creyendo que el tipo me cerraría la puerta en las narices, conseguí unos segundos de miradas por todo mi cuerpo.

Me sentí como un trozo de carne, pero ese era el objetivo, ser llamativa para que Gato me aceptase como su ayudante. Por lo cual, el hombre alto me observó desde los pies a la cabeza, parándose por ciertas zonas importantes de mi cuerpo y, al acabar de echarme el ojo, sonrió con perversión y me dio paso al interior del lugar.

Entré sin pararme a pensar, escuchando a mis espaldas como él cerraba la puerta con violencia, con más de cinco pestillos para cerrarla bien que hizo temblar el suelo. Y, sin girarme, un ambiente fiestero y rockero vieron mis propios ojos.

Luces rojas y azules iluminaban el lugar, pareciendo un bar con muchos hombres y mujeres disfrutando. Pero otros disfrutaban más de la cuenta, pareciendo que terminarían haciéndolo en la misma barra del bar y a nadie le importaba ver esa imagen. Al seguir, me encontré mirando hacia la planta de arriba, viendo varias plantas, los cuales algunos de esos dueños se encontraban asomados en la barandilla, bebiendo mientras escuchaban esa música rock en estas paredes.

El hombre que me abrió la puerta, se colocó frente a mí, volviendo a obligarme a mirarlo estirando la cabeza. Vestido completamente de negro y con el cabello calvo, elevó la ceja, frenándome en seco antes de seguir observando aquel sitio que parecía el local del orgasmo.

Una mujer exuberante se tropezó conmigo y me observó con hambre en su mirada, mirándome de arriba abajo y sonriéndome coquetamente antes de seguir al hombre con el que supuse que habría ligado minutos antes en el baño de mujeres.

Volví a mirar al tipo que me abrió la puerta, el cual parecía el guardián de ese sitio, o quizás tendría algún rango mucho más alto del que podría imaginar.

—Gato se está preparando para su combate. Tendrás diez minutos para convencerlo de que eres la indicada —dijo mientras nos adentrábamos al lugar—. Aunque empiezo a imaginar que lo eres... —susurró, volviendo a mirarme los pechos que me había levantado a posta gracias al sujetador que llevaba puesto.

Lo seguí, viendo que nos alejábamos de la muchedumbre y subíamos las escaleras que nos llevaban directo a aquellas habitaciones, el cual pensé que vivirían algunas personas con aquellas vistas al bar. Debería ser imposible conciliar el sueño por las noches, si es que dormían.

Al subir las 2 primeras plantas, un pasillo oscuro con luces de neón iluminando cada paso que dábamos, hizo que mis ojos se achinaran, pero poco a poco fui acostumbrándome.

Apretaba mucho mi mandíbula porque estaba más que nerviosa y no sabía dar un paso sin parecer que estuviese borracha, pero me alegré que podía caminar de la manera que Amy me había dicho que lo hiciera. Contoneando las caderas y dejando que los tacones se escucharan, varios silbidos se oyeron de fondo como si estuviéramos en un partido. Al girarme, vi varios hombres mirándome el trasero sin importarles nada y seguí mi camino, ignorándolos.

El hombre que estaba frente a mí, guiándome donde estaba aquel luchador, tenía los hombros muy anchos y era el doble que yo. Por su forma de hablar me hacía pensar que era de la Inglaterra más profunda, con un perfecto inglés hablado que ni yo misma podía explicar.

¿Para que mentir? Ahora mismo me daba más miedo lo que me podría encontrar que todo mi futuro siendo agente de policía. Pero claro, eso nadie de aquí tendría que saberlo y debía ocultarlo y tener sumo cuidado con las cosas que explicase o la imagen que tuviese que dar ante estas personas peligrosas.

Todo el murmullo que se escuchaba de fondo, empezó a sonar demasiado alto para mis tímpanos. Había demasiada gente, tanta como para ser incluso agobiante estar aquí dentro con tantas personas. A medida que los dos íbamos caminando, yo siguiendo al hombre que me había abierto la puerta, podía ver que la mayoría de esas personas eran hombres, por no decir que casi todos. Si, alguna que otra mujer, pero podían contarse con los dedos.

Por eso, cuando iba pasando intentando hacerme paso entre la multitud, escuchaba frases y palabras obscenas dirigidas a mí y que me entraban ganas de partirle la cara a diestro y siniestro. Pero aguanté y seguí caminando.

Me extrañó que no me encontrase el cuadrilátero. Solo un bar bajo muchas viviendas.

—Por aquí —habló el hombre demasiado alto y entramos dentro de otro pasillo, que parecía inmenso, pero algo más iluminado.

Esta vez habían luces cálidas, donde se iluminaba a la perfección aquella sala y al fondo un ascensor esperaba por nosotros.

Cuando entremos allí y un inmenso silencio se escuchó mientras íbamos subiendo de pisos. Mi nerviosismo no ayudaba y mis manos sudaban en significado de los nervios.

El edificio parecía mas grande de lo que creía, con pasillos secretos y un ascensor que se escondía frente a los demás.

—Sígame por aquí... —Me observó unos segundos, después de salir de aquel angustioso ascensor y yo respiré hondo.

—Lisa.

Él asintió y luego caminó por otra planta completamente distinta. Podría imaginar que es donde se preparaban los luchadores.

Y lo cierto es que era así.

Por cada paso que daba y veía una puerta, encontraba un nombre escrito por fuera. Eran nombres ficticios e imaginé que todos usaban nombres así para que nadie descubriese su vida privada.

—Es esta —dijo él y luego tocó la puerta donde estaba escrito el nombre de Gato.

Fue así que el miedo se incrementó todavía más y no parecía para nada un agente de policía.

Ahora entendía porque me habían metido a mí en este mismo lío.

De fondo se escuchó una voz grave de un hombre que decía "adelante". Imaginé que sería él, pero me contuve y dejé que el hombre que me había guiado hasta aquí abriese la puerta y entrase mientras yo esperaba en el pasillo bien iluminado.

Varios murmullos se escucharon al entrar el guardián del lugar y la voz del hombre que me guio hasta ahí se escuchó desde fuera.

—Gato, tienes una chica que quiere ser tu ayudante —respondió y escuché a alguien maldiciendo en voz baja.

Una voz grave, con mucha fuerza, comenzó a sonar en mis oídos.

—¿Otra vez? Ya te he dicho que no quiero ayudante. Ninguna sirve como tal —contestó con rabia y luego se escuchó unos pasos por el cuarto.

—Creo que esta te puede gustar —dijo y lo dejó con la palabra en la boca cuando él agarró mi antebrazo y me metió dentro del cuarto, viendo por primera vez a ese hombre de las fotos.

Me quedé estupefacta al verlo, tan tatuado como imaginaba y más.

El hombre que me había abierto la puerta, se alejó y cerró, dejándonos solos a los dos.

Y los ojos de él me explicaron porque lo llamaban Gato.

Tragué saliva al quedarme a solas con ese luchador, el hombre de las fotos. Era mucho más impactante cara a cara, con esa mirada dura, aquel cuerpo esculpido, sin camisa y todos esos tatuajes. Prácticamente parecía que llevaba una camiseta de manga larga de toda la tinta que llevaba encima.

Él, que no dejó de mirarme de arriba abajo, caminó hacia mí con cautela, recto y con unos músculos que impresionaban nada más ver y me observó con delicadeza, llegando incluso a caminar a mis espaldas posiblemente para poder verme desde esa posición. Quizás quería hacerse una idea de como me vería así.

Yo no sabía que decir. Tenía a un luchador clandestino a mi lado y, al que encima, tenía que ayudar. Mi trabajo era involucrarme en este sitio para un caso, acaramelarlo, llevármelo como si era a la cama para sacarle información. Y viéndolo ahora no me importaría hacer aquello último.

Pero a veces el miedo te nublaba la vista, como era mi caso.

—¿Te llamas? —cuestionó, quedándose frente a mí y tuve que obligarme a estirar demasiado el cuello para poder mirarlo a sus ojos claros. Pero no era tan alto como el guardián, pero tenía una altura perfecta a pesar de que me sacaba una cabeza.

—Lisa —contesté nerviosa que luego él sonrió forzosamente, mientras levantaba la ceja.

Él se cruzó de brazos para luego poder respirar profundamente, consiguiendo sacarme del nerviosismo apenas un poco por distraerme en su cuerpo esculpido y en esa jodida "v" que se formaba en la parte baja de su estómago, con aquellos pantalones que colgaban de sus caderas.

Me relamí los labios sin pensarlo.

—Aquí no podemos usar nombres reales. Así que a partir de ahora serás mi felina —dijo sin más para luego darme la espalda y caminar hacia su sillón, sentarse y tomar un cigarro de una caja plateada.

Y mi irritación se incrementó sin pensarlo.

—¿Tu felina?

Él sonrió, como si se alegrara que me hubiera enfadado por aquello y encendió su cigarro para calar fuertemente el humo.

—Pareces como una felina presumida y me llaman Gato... Creo que "felina" te va bien —respondió echándose atrás en el respaldo de aquel sillón, mientras se abría las piernas para estar más cómodo.

No podía evitar pensar que en esa posición estaba muy bien, pero debía ser algo fuerte, no parecer un manojo de nervios, por lo que saqué las garras como él seguramente desearía.

—Usted no me va a llamar así delante de nadie —dije sin pensar y él parecía que le divirtió que dijera aquello.

Echó otra calada y luego se inclinó en el sillón entre sus rodillas para poder mirar mis piernas desnudas y juraría que sus ojos brillaron ante ello.

No podía meterme en la mente de ese hombre, pero me imaginaba que no estaría pensando cosas dulces cada vez que observaba mi cuerpo.

—¿Usted? —preguntó divertido con esa sonrisa pícara—. Sabes lo que hacen las ayudantes con los luchadores, ¿verdad?

Y ahí no supe que contestar. Solo podía mirar el reloj como marcaba las doce de la noche y los minutos pasaban a medida que más tiempo pasaba con ese hombre. Mis ojos se oscurecieron y no quise responder ante aquella respuesta. Yo solo sabía lo que yo tenía que hacer y lo que haría por sacar información.

—Si, lo sé muy bien —murmuré tímidamente y Gato ladeó la cabeza ante mi gesto.

Tomó otra calada, se levantó del sillón y caminó con galantería hacia mí. La altura que me sacaba era considerable y yo era demasiada poca cosa frente a él.

—Las ayudantes no solo están para ofrecerles ánimos a los luchadores clandestinos... Sino para follar con ellos después de un combate —habló con crudeza y mi corazón dejó de latir al instante en el que escuché aquel tono de voz tan desconsiderado.

Su mirada me transmitió algo que quise desear aún más. Y ahora era yo quien lo miraba como si de un trozo de carne fuera.

—Tan solo respóndeme a una pregunta —anunció. —¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este? —cuestionó y yo apreté la mandíbula, quedándome en blanco ante su pregunta.

Tardé mi tiempo en pensar una respuesta, pero no tardé tanto como pensaba.

—Necesito trabajo y esto era lo único que había —respondí y él asintió con la cabeza, echándome todo el humo en el rostro y haciendo que tosiera por ello.

—Bien... —susurró sin dejar de mirarme con aquellos ojos tan atrayentes—. Hagamos una cosa. Yo no necesito una ayudante y no es porque no quiera, sino porque no lo necesito... No me gusta la compañía femenina de esta forma.

Yo levanté la ceja ante su respuesta y no entendía lo que quizo decir.

—¿A que se refiere?

—Tutéame, felina. Si aguantas pasaremos mucho tiempo juntos —explicó y yo miré hacia otro lado—. Me refiero a que me gusta tenerlas en mi cama dándoles placer y no como animadoras en una mierda de lugar como este. —Tomó otra calada para luego echarlo por algún lugar de su cuarto—. Quiero que ellas estén conmigo porque quieren, no por dinero.

Levanté la cabeza, pero él siguió;

—Tampoco es que me atraigas mucho. Pareces muy delicada a simple vista y mis gustos sexuales son... Raros para alguien como tú, así que solo me acompañarás en los combates, curarás mis heridas al final y te largarás a tu casita. ¿De acuerdo, niña? —Declaró, consiguiendo que me enfadase aún más por su forma de hablarme, como si fuese una cría de seis años.

—Creo que ambos sabemos que no soy una niña.

—Me importa un bledo, felina —dijo. —No quiero saber nada de tu vida. Tan solo tíñete al papel, así no me tendrán que dar más la tabarra sobre una nueva ayudante.

Lo observé a los ojos claros y no supe si darle un guantazo o quedarme callada por todo lo que me había dicho. Como mujer que era eso fastidiaba y mucho cuando un tío te decía que no le atraías mucho. Prácticamente es como llamarte poco atractiva y las ganas de estamparlo hacia el lugar más cercano no eran pocas.

—Vámonos, el combate va a empezar en cinco minutos. —Me dijo y volvió a mirarme de arriba abajo con una sonrisa en la cara—. A ver si me das suerte tú y esa falda corta.

Y con eso, apagó en cigarro en el suelo y se marchó del cuarto, dejándome unos segundos sola, anonadada por todo lo que había pasado en tan pocos minutos.


***

Gato va a ser un personaje muy diferente a otros que haya creado, y creo que en este capítulo lo habéis conocido un poco.

¿Que les ha parecido?

¿Que piensan de este lugar en el que la protagonista se ha infiltrado?

¿Creen que se llevarán sorpresas?

Nos leemos el miércoles :3

Patri García

Continue Reading

You'll Also Like

1.2K 55 14
La muerte se enamoro de los jóvenes, deseosos de ser amados.
1.2K 175 5
SINOPSIS Naruto Namikaze vive junto a su madre en un prostíbulo. Tan solo tiene 10 años pero aun así ya entiende el dolor de ser marginado y despreci...
219K 16.4K 45
Jayden Lewis, salvaje, brutal, despiadado. Tres palabras que lo describen a la perfección, al menos sobre el cuadrilátero. Tessandra Green, testarud...
247K 17.6K 30
Luego de la segunda guerra, los estudiantes vuelven a la escuela para terminar sus estudios, algunas viejas rencillas aún existen y otras, se transfo...