Más Allá de la Sangre [TERMIN...

By veronikamurillo

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La guerra le roza los talones a la princesa Ariana y para detenerla ha tomado una decisión que pone en jaque... More

⚔ Derechos de Autor 🛡
⚔ Advertencia 🛡
⚔ Las Eras de Trondheim🛡
⚔ Resumen🛡
⚔ Prólogo 🛡
⚔ Capítulo 1🛡
⚔ Capítulo 2🛡
⚔ Capítulo 3🛡
⚔ Capítulo 4🛡
⚔ Capítulo 5🛡
💔 Carta desde el campo de batalla 💔
⚔ Capítulo 7🛡
⚔ Capítulo 8🛡
⚔ Capítulo 9🛡
⚔ Capítulo 10🛡
⚔ Capítulo 11🛡
⚔ Capítulo 12🛡
⚔ Capítulo 13🛡
⚔ Capítulo 14🛡

⚔ Capítulo 6🛡

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By veronikamurillo

CAPÍTULO 6. TITIRITERO

Ariana dirige la marcha cuando vamos de vuelta al castillo. Una tenue luz se insinúa en el horizonte. Aun es invierno, el sol no llegará a tocarnos con su luz.

Usamos el pasaje secreto y entramos sin que nadie lo note, al parecer la princesa se mantiene al tanto sobre los cambios de rondas y todo con respecto a la seguridad tanto dentro, como en los alrededores del castillo.

Se mueve con el sigilo y precisión de un soldado y demostrando una gran firmeza. Aunque la falta de experiencia la pone en problemas en misiones de campo, un poco más de entrenamiento y algunos meses en el campo de batalla, la convertirían en una guerrera letal, lo que no deja de ser extraño.

"¿Por qué sigues entrenando?"

Se convertirá en reina dentro de poco, no le será de utilidad saber pelear contra un enemigo que pronto dejará de serlo. Breoghan ganó, ella será suya y yo no puedo hacer nada para evitarlo. Siento como se me retuercen las entrañas al imaginarla a su lado y me repito a mí mismo que es su decisión y tengo que respetarla.

—Bueno, yo me separo aquí —dice Dimitri una vez que estamos dentro de los pabellones del castillo—. Ariana, no olvides nuestro trato.

Ella se ríe y le responde en tono juguetón.

—No fue un trato, Dimitri.

—De hecho, yo lo llamaría extorsión. —Le sigue el juego el príncipe y se estrechan la mano—. El rey no sabrá nada —termina con tono serio.

—Descuida —afirma ella, también adoptando un tono serio.

Su amistoso intercambio me irrita. Tengo que parar de ponerme a la defensiva con cada hombre que se le acerca. Por más que intento mantener mis emociones lejos de ella, se me hace muy difícil controlarme cuando la tengo cerca.

—Ariana, Hilda no tarda en llegar a tu habitación. —Margueritte se vuelve a mí y me da un golpe en el hombro—. ¡Nunca más vuelvas a desaparecer así!

—No estaba de vacaciones, Margueritte.

—Por lo menos ten más cuidado.

Sé que estaba preocupada, aunque no lo quiera demostrar. La princesa, por otro lado, me regala una mirada de ansiedad que no intenta ocultar para nada.

"¡No me compliques más la tarea de mantenerme alejado de ti!"

Tengo que volver a la batalla lo más pronto posible, no quiero pensar lo que signifique permanecer en el castillo tratando de evadirla cada momento del día... y la noche.

—¿Seguro que no quieres que vaya contigo?

"¡Sí quiero! Quiero que vengas y que huyamos de nuevo. Quiero que vengas conmigo y tomarte en mis brazos y protegerte y que nadie nos vuelva a separar jamás".

Me pasé la noche pensando en planes para obligarla a escondernos en aquel pueblito de la frontera y, al mismo tiempo, recordándome lo estúpido que es guardar esperanzas cuando ya no las hay.

—Será más fácil darle una explicación al rey que no la involucre a usted, mi lady —respondo, guardándome todas las súplicas que no sirven para nada.

—Bueno, entonces... Me da gusto que hayas vuelto.

Le doy una inclinación en respuesta y ella se aleja con algo de renuencia.

Ojalá hubiera seguido siendo fría y distante. Cuando sus emociones se reflejan en el azul transparente de sus ojos, es imposible mantenerme indiferente. Vivo una lucha permanente para no acercarme, abrazarla, decirle que estoy a su lado sin importar lo que pase, pero son palabras que ya no tengo derecho de pronunciar, así que la dejo alejarse, aunque los dos sepamos que nuestros deseos van en la dirección contraria.

Me dirijo inmediatamente al salón privado del rey usando la red de túneles que conectan las áreas más importantes del castillo. Escucho detrás de un panel de madera oculto tras un tapiz y me doy cuenta, por el silencio, de que está solo.

Empujo suavemente y me sorprendo cuando, al entrar, sus ojos ya están clavados en mí.

—Tardaste menos de lo que pensé. —Sus palabras me dejan congelado, sin embargo, me hace una señal para entrar. Hago el saludo correspondiente, con una rodilla en el suelo y la espada clavada ante él, en señal de respeto y obediencia.

—Su majestad —digo con la cabeza baja.

—Bienvenido, capitán. Nos tenías preocupado. —Su mano en mi hombro es la señal para ponerme de pie.

Me levanto y acepto la copa de vino que me ofrece en silencio. Nos sentamos frente a la chimenea, lo cual agradezco, han sido mucho días a la intemperie con el frío de finales del invierno.

—Al parecer, usted está bien informado.

—Es mi deber y prerrogativa —dice, llevándose la copa a los labios.

Los últimos meses parece haber envejecido diez años. Cuando volvimos de Bleakville descargó su ira sin miramientos, por lo que supe que nunca más volvería a confiar en mí y, sin embargo, cuando hicimos frente común contra Ariana en las votaciones del consejo, creí que había recuperado su confianza, aunque no hayamos logrado impedir la alianza.

—Entonces sabe cómo logré volver.

—Una fuerza tan letal y certera como son los espías de Burgundia puede ser muy útil, ¿no lo crees?

No debería sorprenderme que estuviera detrás de esto, pero sigo sintiendo escalofríos de las habilidades de Frederick III moviendo a las personas y usando sus propias motivaciones para llegar a los propósitos que él quiere y es más difícil de asimilar al caer en la cuenta de que he sido una de sus piezas. No olvido cómo usó el relicario de Ariana y las consecuencias.

—Usted los envió a buscarme.

—No tengo la autoridad para hacer eso, no sobreestimes los alcances de un rey.

—Entonces, ¿fue idea de Angèle usar a los espías de Dimitri que, por pura casualidad, estaban en territorio donde no deberían estar? y ¿Fue idea de Dimitri informar precisamente a Ariana?

Mira el fuego tranquilamente, quisiera saber cómo hace para no perderse en los intrincados laberintos que traza su mente.

—Ariana es la única persona, después de mí, que entiende cómo se mueven los intereses de los nobles. Cualquier otro que hubiera obtenido la información podría significar tu muerte, no podía arriesgar la vida del último Guardia de Honor en quien podemos confiar.

—Fue peligroso para ella. —Si Frederick considera una falta de respeto la acusación que acabo de hacer, no lo demuestra.

—Ariana ya no es la niña que conociste hace años, ni siquiera la princesa asustada que huyó contigo el año pasado. Incluso a mí me sorprende el arrojo que ha demostrado y si tuviera que elegir un soldado en este reino, después de ti, la elegiría a ella.

Me irrita que la vea como un soldado, ella sabe usar una espada y se mueve como toda una guerrera, pero un soldado debe saber matar sin remordimientos y yo no estoy preparado para verla de ese modo.

—Fue una suerte que los rumores que ponían en duda la seguridad del príncipe de Burgundia llegaran a los oídos adecuados —comenta. Indica la dirección en la que debe ir la historia por si acaso se llega insinuar de alguna manera que él tuvo algo que ver en la incursión.

Jamás hubo ninguna acción concreta que confirme esos rumores, tampoco hay una orden ni ningún tipo de mandato desde Trondheim para realizarla. Fue una jugada perfecta.

—¿Y Angèle?

—Bueno, tu prometida es una joven muy inteligente, no necesité mucho para que sumara dos más dos y llegara a la conclusión de lo útil que sería contar con un grupo que no estuviera sujeto a los límites que tiene mi ejército regular quienes deben informar de cada movimiento, pedir autorizaciones y están bajo la mirada de los nobles. Los espías de Dimitri son libres de esas desventajas.

—No es mi prometida.

—Aun.

Otro de sus movimientos.

Afirmar nuestras alianzas es crucial en estos momentos, Lyon es nuestro aliado más fuerte y no nos podemos dar el lujo de que duden de la fiabilidad de Trondheim. Hizo que el rey rompiera el compromiso de su única hija soltera y convenció a Oswald de lo ventajoso de un matrimonio de su familia con la familia real de Lyon.

—Voy a reportarme con los hombres. —Me pongo de pie, necesito apartarme de la presencia de este hombre antes de que haga algo que me mande a un calabozo.

—Todavía no.

—¿Cómo dice?

—Nadie sabe que estás aquí. Prefiero que esperes unos días. Voy a divulgar algunos rumores sobre tu muerte y ver cómo reaccionan los nobles, quizá pueda descubrir quién está detrás del atentado en tu contra.

Le hago frente sin poder creer lo que está diciendo.

—No puede hacerle eso a Anbiorg. Al menos debe informarla de la verdad.

—Ariana lo hará.

—¿Cómo lo sabe?

—¿Acaso piensas que dejará que Anbiorg y Angèle sufran de esa manera sabiendo la verdad? Lo más seguro es que las tranquilice pero sin revelar nada concreto.

—Majestad —Respiro hondo ya que sé que lo que estoy a punto de decir podría significar unos días en el calabozo—, eso es ir demasiado lejos.

—Las cosas fueron así de lejos por tu incapacidad para proteger a Ariana.

La sensación de un golpe fue tan real que mi pecho se contrae de dolor.

—Ya no vale de nada seguir lamentando lo que les pasó allá... —sigue y noto en su voz que incluso el poderoso rey de Trondheim hace un esfuerzo para sonar firme—. Si no podemos impedir que Ariana se vaya, al menos voy a limpiar de sabandijas mi castillo. Solo no dejes que nadie sepa que estás aquí, no es una orden demasiado complicada para cumplir.

No digo nada. No puedo encontrar las palabras para replicarle. Me inclino ante él y me voy usando los mismos túneles.

Hay ocasiones en las que me digo a mí mismo que son las decisiones difíciles que debe tomar un rey, pero hay otras, como hoy, en las que me pregunto qué diferencia a Fredrick de Breoghan: ambos usan a las personas como piezas de sus retorcidos juegos; cierto que Frederick no ha ordenado la muerte de inocentes, que yo sepa, pero no puedo dejar de pensar que Kyle, Lucrecia, Amalia y todos esos aldeanos manipulados por los nobles, murieron porque Frederick ocultó la verdad de lo que estaba pasando con Laurassia.

Me dirijo hacia una de las habitaciones listas para recibir visitas en todo momento, suelen estar vacías, pero se encargan de acondicionarlas de vez en cuando.

Al entrar me deshago del uniforme y me voy al rincón donde suele estar una batea con agua, está fría, pero es justo lo que necesito ahora mismo, por lo cual, sumerjo la cabeza y dejo que el agua chorree hasta los hombros antes de intentar descansar.

Me dejo caer en la cama, exhausto, pero sin poder conciliar el sueño. Había imaginado muchas veces reencontrarme con Ariana, pero nunca imaginé las circunstancias en que ocurrió.

Anoche, cuando cambiamos los turnos de vigilancia y fue a descansar, no pude evitar recordar cuando viajábamos a Bleakville y todas esas noches en aquella pequeña casita, donde estúpidamente soñamos una vida juntos.

Se veía tan vulnerable como en aquel entonces y, por un momento, sentí que era una de tantas noches en las que no necesitaba más que despertarla y tomarla como si tuviera derecho, pero no lo tenía, nunca lo tuve, fue solo un sueño y ahora, teniendo delante la realidad, en medio de las maquinaciones de reyes y conspiraciones de nobles, solo nos queda enfrentarla, por dolorosa que sea.

"Las cosas fueron así de lejos por tu incapacidad para proteger a Ariana".

Hay mucho más detrás de lo que pasó, sin embargo, no me entrenaron para cuestionar, ni para preguntar, ni para dudar, me entrenaron para vencer o morir y es lo único que se espera de mí.

Al final, logro dormir y sueño con una casita en una aldea lejana y una pequeña voz que ríe, una voz sin rostro que, a pesar de sonar feliz, al escucharla, no puedo impedir que las lágrimas se abran paso sin permiso.


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