Se necesitaron dos semanas sin clases y un buen terapista gratuito para recompensar la humillación que la escuela me provocó. Mamá estaba furiosa, al igual que papá. Desde el día del enfrenamiento jamás los había visto tan unidos y de acuerdo en todo. Papá fue repetidas veces al instituto para hablar seriamente con el director sobre la noche del Baile y, por lo que me contaba Hiccup vía texto, las cosas cambiaron bastante en la escuela.
Mamá no se alejó un segundo de mi lado y permanentemente me recordaba que ellos jamás cambiarían lo opinión que tenían sobre mí. Mi dulce amante tampoco se quedaba atrás, todos los días recibía un ramo gigante de flores firmados por mi "No-príncipe". Mamá estaba fascinada con mi admirador secreto y yo no podía evitar reír cuando ella leía los poemas que acompañaban a las flores con aire enamorado y somnoliento. Me presionaba con que le dijera de quien se trataba, pero yo insistía al decir que "no lo sabía".
Las acciones de Hiccup no solo se quedaban en las flores diarias, sino que todas las noches, a eso de las una de la madrugada (Cuando mis padres dormían), me llamaba a mi móvil y charlábamos hasta altas horas de la mañana. Me halagaba diciéndome que la escuela no era lo mismo sin mí y que deseaba verme con demasiada intensidad.
Cuando las semanas libres terminaron, solo tuve que asistir una semana más para los exámenes finales, luego vendrían las vacaciones de verano. Los primeros días fueron horribles, puesto que mi video se volvió viral en Internet, al igual que la foto que había tomado aquel muchacho; pero con el paso de los días todos comenzaron a tomar mi presencia como desapercibida. Yo tuve que introducirme en los libros para poder aprobar todas las materias y así no tener que asistir a la escuela de verano, por lo que Hiccup y yo no nos veíamos fuera de las clases habituales de física.
Si algo bueno tuvo la revelación del video en el Baile, fue el hecho de que no era un video mío y de Hiccup, por lo que pudimos continuar con nuestra relación a escondidas. Sin embargo, me concentré únicamente en los exámenes para así poder concentrarme en Hiccup en las vacaciones.
Ni bien el último día de clases finalizó, Hiccup y yo quedamos para cenar. Le dije a mamá que me reuniría con una compañera de matemáticas para ayudarla a comprender a fondo la materia ya que ella asistiría a la escuela de verano y salí de casa poco arreglada llevando únicamente una mochila. Cuando estuve a un par de calles de mi casa, ingresé en una estación de servicio para cambiarme de ropa y maquillarme un poco. Me puse un vestido de encaje corto de color crema, especial para una cena romántica; unos tacones negros y un collar de oro que tenía una 'M' grande y dorada al final.
Salí de la estación de servicio como otra persona y, a poco más de un minuto, Hiccup pasó por mi en su elegante auto. ¿Cómo un profesor de secundaria podía tener semejante coche? Tenía un Audi A4 negro, que brillaba bajo las luces de Nueva York. Estacionó frente a mí y apagó el coche, para luego bajarse y besarme.
-Que delicia.- Comentó de repente, para mi sorpresa, deshaciendo nuestro beso pero sin soltarme de la cintura.- ¿Eso es sandía?- Solté una carcajada y le mostré dentro de mi bolso un Pack de chicles de sandía, al cual le faltaba solo uno que había comido mientras me arreglaba. Él sonrió con superioridad.- Lo sabía.-
-Señor Haddock, usted tiene muchos talentos.- Sonreí yo, seductoramente y volví a besarlo. Disfrutamos un segundo de nuestro beso antes de que él se separara instantáneamente.
-Tenemos que irnos.- Anunció, abriendo la puerta del acompañante. Sonreí ante el caballeroso gesto e ingresé al auto. Olía a cuero nuevo. Él tomó asiento a mi lado y arrancó velozmente. Ahora que estaba plenamente consciente (Porque todas la veces que había estado en su auto estaba dormida o desmayada) notaba lo rápido que conducía. Él se burló de mí en cuanto abroché mi cinturón de seguridad.
-¿No confías en mí?- Preguntó, haciéndose el ofendido, al mismo tiempo que soltaba el volante para llevarse las manos al pecho.
-¡Hiccup!- Le regañé, él simplemente rió y tomó el volante nuevamente. Respiré aliviada.
Llegamos al restaurante en menos de lo que podía imaginar. Noté que era un lugar muy elegante y agradecí haber traído el atuendo adecuado acorde la situación. Ni si quiera sabía el motivo de esa cena, Hiccup simplemente me había enviado un mensaje diciendo: 'Tu. Yo. Cena. Esta noche.'.
Me ayudó a bajar del coche, le entregó las llaves al Valet e ingresamos al lugar. Allí solo había poco más de nueve mesas para dos personas. Parecía un lugar muy reservado y de alto nivel. Mi estómago se retorció. ¿Cómo pagaríamos eso? Un elegante mesero se acercó a nosotros y, tras recalcar que yo lucía hermosa y Hiccup muy apuesto, nos llevó a nuestra mesa.
-Te haré una pregunta y quiero que seas honesto conmigo.- Le advertí a Hiccup, mientras el mesero nos servía dos copas de Champan. Una vez él se retiró, continué.- ¿Qué hiciste exactamente para obtener una reservación aquí?- Él sonrió de lado, coquetamente.
-Simplemente les dije que esta noche tendría una cita con una hermosa jovencita y que necesitaba la reservación.- Comentó, dándole un sorbo a su copa. Yo sonreí levemente, algo sonrojada, y también disfruté de mi Champan. Luego, como acto reflejo, apreté lentamente los labios para corregir cualquier imperfección de mi labial.
-No hagas eso.- Pidió Hiccup, ansioso. Yo reí.
-¿Que no haga qué?- Pregunté, fingiendo inocencia.- ¿Ésto?- Dije y volví a fruncir los labios con sensualidad.
-Me parece que la señorita Dunbroch se está buscando un castigo después de clases.- Bromeó él, con su voz ronroneante.
-¿Qué quieres que te diga? Soy una chica muy mala.- Le seguí yo, mirándolo con voracidad. Él se mordió levemente el labio mientras sonreía discretamente.
-No me provoques.- Amenazó. Yo volví a fruncir los labios, intentando contener la sonrisa.- Muy bien, tú lo pediste.- Reí por lo bajo mientras que Hiccup me llevaba hacia los baños. ¡Cómo había extrañado eso! Gracias a las semanas libres y luego a la semana de exámenes, llevábamos casi un mes sin vernos y sin poder saciar nuestro deseos. Afortunadamente, en los baños solo podían ingresar una persona a la vez, por lo que tendríamos privacidad ante cualquier par de ojos curiosos. Hiccup golpeó la perta del baño de mujeres, estaba ocupado; golpeó la de hombres y no hubo respuesta.
Abrió la puerta y, tras lanzar una pequeña mirada a nuestro alrededor para verificar que nadie nos estuviese observando, entró conmigo siguiéndolo de cerca sin soltar su mano. Ni bien terminó de cerrar la puerta, yo pegué un saltito para subirme sobre su regazo y rodear su cintura con mi piernas. Él apoyó mi cuerpo contra la pared de azulejos, los cuales debido a la alta temperatura de mi cuerpo no sentí ni si quiera fríos.
Rápidamente llegaron los besos, tan desesperados que parecían sacados de película pornográfica. Hiccup me tomaba con una mano de la nuca y con la otra me sostenía para no caerme. Nuestras bocas dejaban pase libre a nuestras lenguas, quienes felices de verse después de tanto tiempo, no desperdiciaban ni un segundo. Podía sentir cómo rápidamente perdía el control de mis acciones, embriagada por la sensualidad que mi amante me provocaba. Bajé mis besos desde su boca hasta su cuello, en donde me atreví a morderlo con voracidad. Hiccup soltó un gemido grave, que me erizó la piel y provocó que mi entrepierna comenzara a humedecerse.
-Hiccup.- Jadeaba yo.- Por favor, hazme tuya.- Le suplicaba. Ya no podía más. Lo deseaba, lo soñaba, lo necesitaba con todas mis fuerzas. Él me siguió besando con desesperación el cuello, dejando un tibio rastro de saliva, hasta que llegó a un punto determinado, en donde comenzó a besarme con demasiada fuerza. Al principio creí que dolía, pero no era así. Me encantaba. Gemí. Dios, ya no podía.- ¡Hi-hiccup!- Supliqué, tomándolo fuertemente del cabello, subiendo y bajando mi pecho por mi incontrolable respiración.
Una vez su salvaje beso terminó, siguió rozando sus ardientes labios con mi piel, recorriendo cada centímetro de piel desnuda que mi vestido no tapó. Yo, aferrada a su cuello, deslicé mis manos por debajo de su camisa, acariciándole la espalda y lo que podía alcanzar de su pecho. Sentía como su cuerpo hervía y me quemaba al tacto. Gemí suavemente en cuento sus labios se deslizaron por mi escote y terminaron en el centro de mi pecho. Con su mano que antes mantenía aferrada a mi nuca, ahora me sostenía uno de mis glúteos y lo apretaba con fuerza. La otra, se mantenía ocupada acariciando mis piernas desnudas. Cada roce parecía ser una tortura. Estaba demasiado excitada, no podía controlar mis jadeos y suspiros desesperados. Respiraba agitadamente y sentía como si mi cuerpo ya no estuviese conectado a mi cerebro.
Pero de repente, Hiccup separó sus labios de mi piel y me soltó repentinamente, provocando que yo perdiera el equilibrio y tuviera que apoyar mis pies nuevamente sobre el suelo. Seguía acorralándome contra le pared, mientras respiraba con fuerza sobre mi cuello. Aún jadeante, alzó la mirada y encontró mis ojos cargados de confusión. ¿Qué es lo que te detiene, Hiccup?
-Escúcheme bien, señorita Dunbroch.- Pronunció, con tono de amenaza.- La próxima vez que vuela a desafiarme no seré tan sutil.-
-No quiero que lo seas.- Repliqué yo, mordiéndole el labio inferior. Él se apartó.
-Irás conmigo a California este verano.- Me ordenó, autoritario.- Encuentra la forma de que tus padres lo permitan.- Continuó.- Y cuando estemos allí, en el día de tu cumpleaños, te haré el amor tan fuerte que no me olvidarás jamás.- Mi cumpleaños: En una semana, tendría dieciocho. Estremecí, se veía tan serio y decidido. No estaba bromeando. A continuación me dio un beso rápido, se acomodó la camisa y el cabello; y salió del baño tras mirarme con voracidad. Me quedé unos segundos analizando lo que había ocurrido y cuando me acerque al espejo para arreglar mi desalineada imagen, note que Hiccup me había dejado un obsequio para recordarme que le pertenecía: Un flamante chupón* en mi cuello.
Dios, sálvame.
*Chupón: En Argentina, le decimos 'chupón' a un moretón realmente visible que se deja sobre la piel en cuanto uno besa o succiona demasiado fuerte una zona. También pueden aparecer marcas de mordidas e incluso, si es demasiado apasionado o violento, puede llegar a haber cortes. No estoy muy segura si se dice en todos lados igual, pero quería especificarlo si es que alguien no lo entendía. Si aún no tienes una idea clara, puedes ir a Google imágenes y buscar una foto. Lo reconocerás de inmediato.
Créanme, luce peor de lo que es... Así que no se asusten.