Falsos prejuicios

By Coldstar3212

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¿Te imaginas tener un compañero detestable? ¿Te imaginas que "ese compañero" fuera tu nuevo novio? Él es Jaso... More

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Los amigos de tu enemigo son tus amigos

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By Coldstar3212

—¿Hans? —murmura Jaden no muy convencido.

—Harper —le corrijo cruzándome de brazos.

Dexter permanece a mi lado alternando la vista entre ambos, sin entender demasiado de que va la conversación

—Te dejo traer a dos amigos, y tú vas e invitas a ¿Harry? —repite por tercera vez Jaden.

Frunzo el ceño con indignación.

—¿Cuál es el problema? —digo en un tono algo entrecortado.

—Eso. ¿Cuál es el problema? —interviene Dexter disgustado.

Jaden le lanza una mirada intimidante.

—Tú a callar —gruñe en modo de advertencia.

Jaden me había invitado a una casa extraña que tiene en el monte, para celebrar la victoria del partido. He estado a nada de mandarlo todo a la mierda y contarle mi "asombrosa" jugada, en cuanto me ha explicado con satisfacción que él era el responsable de que ganarán. 

Me encantaría contaros lo que haremos en la cabaña, pero no le he prestado demasiada atención mientras me explicaba las actividades y esas cosas.

Detrás están los amigos del señor cabecilla, guardando la quinta caja de alcohol en el coche. 

Siendo sincera, no conozco ni a uno de sus compañeros, y no tengo la intención de dirigirles la palabra. Paren los típicos tíos superficiales, que su mayor preocupación es con cuantas se han acostado en una noche.

—Entonces, ¿para qué me dejas invitar a dos amigos? —le recuerdo sin mucho interés.

Jaden resopla pasándose la mano por el rostro, sin poder aguantar más las ganas de darme un puñetazo.

—Está bien —acepta no muy convencido—. ¿A quién más has traído?

La verdad, en ningún momento se me ha pasado por la cabeza traer a "alguien más", por una sencilla razón: no conozco a "alguien más".

Miro con perplejidad a Harper, como si él pudiera responder por mí o darme alguna idea.

—¿Y... bien? —pregunta ante mi silencio.

Aunque no lo demostrara, era consciente de que si me había dejado traerme a dos amigos, no era por qué se hubiera vuelto amble de repente. Si no más bien para recordarme lo sola que me encontraba.

Él levanta una ceja esperando una respuesta.

Me muerdo el interior de mi mejilla, pensando en las opciones que me quedan, o al menos intentándolo, porque no se me ocurría nada.

Le lanzo una última mirada a Jaden, antes de dejarlo solo y entrar en mi apartamento.

—¿Bebé? —lo llamo con la estúpida voz que se me pone cuando hablo con él.

Sale por detrás del sofá meneando la cola con mucho entusiasmo.

—Bichito —vuelvo a avisarlo mientras extiendo los brazos para abrazarle.

No sé en qué momento dejo de ser una completa trastornada con la vida, para ser dulce con mi perro. Si hasta da la sensación de que tengo sentimientos.

Doy un par de silbidos para que me siga hasta dónde están los demás.

—Ni de coña —suelta Jaden en cuanto ve cuál son mis intenciones.

Tampoco es que me esperara otra reacción, teniendo en cuenta cómo reaccionó Zeus con él la primera vez que lo vio... Vale sí, fue mi culpa, pero no me arrepiento de nada. Se estaban cogiendo demasiada confianza para ser el primer día que se conocían. 

—¡Mira Jaden, nuestro futuro hijo! —comenta con entusiasmo uno de sus amigos, mientras se acerca para acariciar a Zeus.

Vale, a lo mejor sí que puedo llevarme bien con uno de ellos.

—¿Cómo se llama? —pregunta éste levantando la vista hacia mí.

Me lo quedo mirando sorprendida. La verdad, no me imaginaba que se fueran a encariñar con  mi perro. Se nota que tiene los genes Murphy.

—Bigotitos —contesta una chica con el pelo plateado, que se dirige hacia nosotros.

—No puede llamarse "Bigotitos", es un perro —indica Jaden en un tono odioso.

—No discrimines a los gatos —suelta frunciendo el ceño.

—Eso ni siquiera existe, listilla —replica Jaden .

Ambos me miran, esperando una respuesta.

—Bigotitos —asiento yo, únicamente para molestarlo.

Ella lo mira levantando la cabeza, y se aleja hasta llegar a los autos.

—Está bien, tráelo —accede al fin con frustración.

Ensancho una sonrisa sin apartar la mirada de su rostro.

—Si se caga o se mea lo limpias tú, ¿entendido? —me advierte apuntándome con el dedo.

—Gracias por recordarme como cuidar a un perro.

Me aparto de él, y me acerco a la puerta trasera del auto.

—Tú delante —me gruñe Jaden desde atrás, antes de rodearme para entrar en el coche.

Resoplo con fastidio, y me subo de copiloto.

Le iba a preguntar que hacía con Mercedes una mierda como él. Pero luego recordé que su padre trabajaba en el "supersticioso" canal de televisión, el cual me da igual su nombre. Por lo que en un podio yo quedaría en la mierda número uno. Él seguro que se quedaría en el segundo puesto, o al menos eso me hace sentirme mejor...

En la parte trasera se suben los mismos chicos que se habían acercado para acariciar al señor Bigotitos. Así que tampoco me disgusta la compañía.

Ahora que lo pienso, no sé adonde se ha metido Harper, pero tampoco es que sea mi mayor dilema ahora mismo.

—Hola, soy Freya —se presenta la chica, tendiéndome la mano entre los dos asientos.

Tiene el pelo plateado por encima de los hombros. Lo que hacía que sus cejas azabaches resaltaran aún más.

—Jera —murmuro—. Me gusta tu pelo.

—Gracias, me lo hice...

—Jimmie —le corta el otro ofreciéndome la mano—. Pero todos me llaman Miller.

Así que Jimmie...

El mismo Jimmie al que...

¿Sabía él que lo reemplace en el campo?

Freya lo mira con fastidio.

—¡Vaya, gracias Miller por tu bondad!—ironiza con los brazos cruzados.

—No hay de que —contesta éste con un guiño.

Jaden no parece demasiado extrañado por la pequeña pelea entre sus amigos. Supongo que no es la primera vez que discuten por estupideces.

—Niños, parad de pelearos —interviene él sin despegar la vista de la carretera.

Detrás de nosotros, nos sigue otro coche. Por lo que deduzco que serán más amigos suyos. ¿A cuánta gente debe conocer?

—No os pasa que estáis hablando con alguien..., y de repente pensáis: ¿Qué pasaría si le doy un puñetazo? —pregunta Miller colocando los codos entre los dos asientos.

Me giro hacía su dirección levantando una ceja.

—¿Te diste un golpe muy grande de pequeño?

—Espera, ¿tú no lo piensas? —interviene Freya apartando a su amigo.

¿Por qué ahora me siento como un bicho raro, no tendría que ser Jimmie el raro?

—Bueno..., cuando estoy en clase miro al techo para saber a quién le caería el proyector, pero aparte no suelo pensar cosas tan extrañas —confieso frunciendo el ceño.

Jimmie abre los ojos con entusiasmo, mientras se señala frenéticamente a si mismo.

—No jodas. Yo también hago eso —comenta con una sonrisa, que deja ver todo sus dientes.

Cuando me cambié por Jimmie en el partido, no me imaginaba que fuera a ser de esta manera. Teniendo en cuenta que varias chicas van detrás de él. Aunque la verdad, es que me cae bastante bien. 

—Y yo —añade Freya, mirándome con ternura.

—Seréis raros —murmura Jaden colocando el codo sobre la ventanilla.

Lleva unas gafas de sol, que le dan un aire entre sensual y odioso.

—Mierda —mascullo.

Todos colocan los ojos sobre mí, esperando una explicación.

—Me he dejado la plancha —aclaro mirando a Jaden—. ¿Podemos volver?

Suelta una risa floja mientras niega con la cabeza.

—Faltan diez minutos para que lleguemos, ¿tengo pinta de querer volver? —escupe  en un tono que no admitía quejas.

Genial, mi autoestima depende de la plancha, y ahora ni eso tengo.

—Yo te puedo dejar la mía —accede Freya con una sonrisa amable.

¿Por qué siempre sonríe? ¿Es que nunca está triste?

¿Celos, Murphy?

Cállate, ¿quieres?

—Gracias —agradezco sin mucha ilusión.

Puedo parecer una malhumorada con la vida. Bueno no lo parezco, lo soy. Pero es que aún no me acostumbro cuando la gente es bondadosa sin esperar nada a cambio. Nah, la verdad es que no lo entiendo ¿Para qué vas a ayudar a nadie sin siquiera conocerlo? ¿Qué te aporta? 

La gente solo aporta problemas.

Exacto.

—¿Puedo poner música? —pregunta Miller con ojos de súplica. 

—No —responde Jaden de forma seca.

—Me encanta hacer tratos contigo —murmura, abalanzándose hacia el equipo de sonido.

—Vas a romperlo con tus manazas, idiota —gruñe dándole pequeños empujones con el codo.

Miller levanta el brazo haciendo presión contra el cuerpo de Jaden, mientras con la otra mano sincroniza su móvil en la pantalla del coche.

Observar la situación desde afuera. La verdad se me hace bastante gracioso. 

Al menos no soy la única que le estresa Jaden.

—Ya está. No hacía falta que te comportarás como una vieja estreñida —refunfuña Jimmie, buscando en su lista de canciones.

—Pon a Harry Styles —sugiere Freya.

—No pongas esa mierda —escupe Jaden.

—A ti todo te parece una mierda.

—No, solo Harry Styles me parece una mierda —corrige haciendo énfasis en cada palabra.

—¿Y qué propones tú?

—Los Rolling Stones —indica con obviedad.

—Los Rolling Stones —repite Freya con voz infantil—. Eso sí que es una porquería.

Jaden se muerde el interior de la mejilla.

De repente me empiezan a caer bien estos dos inútiles. No pensé que alguien pudiera irritar a Jaden más rápido de lo que lo hago yo. Ahora mismo, se acaban de volver en mis ídolos.

—No, no lo es —responde, rasgando el cuero del volante con las uñas.

—Callaos, garrapatas., que empieza —anuncia Miller con ilusión.

El ritmo de un violín comienza a sonar por los altavoces.

—¿Qué es esta basura? —gruñe Jaden.

Si no fuera por qué lleva gafas, estaría al cien por cien convencida de qué tiene el ceño ligeramente fruncido, y con una mueca de asco en la mirada.

Movimiento naranja, el futuro está en tus manos —canturrea Jimmie acercándose al oído de Jaden.

—Aparta, imbécil —resopla aplastándole la cara con la palma de la mano.

Movimiento naranja, Movimiento Ciudadano —se une Freya. 

Si me digieran que solamente están cantando para molestarlo, la verdad es que no me parecería sorprendería.

¡Todos atentos, llegó el momento, llegó la hora del movimiento! —chillamos los tres cerca de Jaden. 

Jimmie le da aplausos enfrente de la cara siguiendo el ritmo de la música, mientras que él se mueve en todas direcciones tratando de mantener la vista en la carretera.

El coche se detiene de una sacudida. Nos abalanzamos de golpe, haciendo que el cinturón se endurezca en mi pecho. El otro auto de sus amigos actúa del mismo modo, y empiezan a pitar esperando explicaciones.

La música sigue sonando de fondo, pero nadie se atreve a decir nada salvo Jaden que tiene la cabeza metida sobre el volante. Las venas del cuello se le sobresalen hasta el punto que temo que puedan explotarle.

Explotarle Jera, ¿en serio?

Que sí, lo vi en una película.

Si tú lo dices...

—Bajad del puñetero coche —gruñe en un tono que hace que me estremezca.

Intercambiamos entre los tres una mirada de terror. Sin haber compartido ninguna palabra, sé que están igual o incluso más sorprendidos que yo. 

Como nadie responde, Jaden se enfurece aún más.

—¡Ahora! —chilla clavándonos dos estacas con los ojos.

Nos bajamos del auto como si la vida nos fuera en ello. Incluso se me ha atascado el manillar de la puerta con las prisas.

Sus amigos se acercan hacia nosotros con el ceño fruncido sin entender nada.

—¿Qué pasa? —pregunta uno de ellos—. ¿Estáis todos bien?

Freya y yo seguimos algo pasmadas, así que Miller se encarga de contestar por nosotras:

—Estábamos molestando a Jaden, como de costumbre. Pero esta vez se ha molestado un poco—se limita a decir con la respiración agitada.

Con todo este asunto, no me había fijado que Harper se encontraba detrás de ellos.

Su amigo no parece demasiado sorprendido por la situación.

—Seréis imbéciles —maldice, mientras intercambia una mirada con la chica que está junto a él.

El chico parece darse cuenta de que estoy ahí plantada sin decir nada.

—Por cierto soy Mason —se presenta extendiéndome la mano—. Y ella es Kailyn, pero siempre le llamamos Kelly.

—Jera —contesto devolviéndole el saludo.

Tengo que alzar un poco la cabeza para poder mirarla. Tiene el cabello castaño con algunos mechones teñidos de rubio, y un cuerpo con más curvas que mi estabilidad emocional.

La chica solamente alza la cabeza repasándome todo el cuerpo.

Os presento a Kelly, el escáner humano, con una simple ojeada puede hacerte una radiografía y decirte el tipo de fractura que te has hecho.

Y por si fuera poco, es asquerosamente guapa.

Como que me han entrado ganas de enterrar un cadáver...

—Tu perro no ha dejado de ladrar durante todo el viaje. Debe de echarte de menos —escupe Kailyn con una mueca entre repugnancia y sorpresa. 

—Eso, o tendrá hambre —me apresuro a decir con una sonrisa forzada.

El sonido de una puerta, hace que todos clavemos la vista en el auto. O más bien al demonio que se acerca queriendo matarnos a todos.

—Aquí llega Cruella —bromea Mason en voz baja.

—Hay un cambio. Kelly, Hans, venís conmigo —anuncia Jaden, clavándonos una mirada no muy amistosa—. Vosotros tres con Mason.

Sin decir nada más, se gira, y se vuelve a meter en su coche.

Mason se gira en mi dirección, con una mueca compasiva.

—Tranquila, siempre es así de... —desvía la mirada hacia el cielo, tratando de buscar la palabra más acertada— intenso. Aun así, os acabaréis llevando  bien.

Entreabro los labios para contradecirle. Pero se le ve tan seguro de sus palabras que no me atrevo a intervenir.

—¿Intenso? Creo que me he cagado encima —balbucea Miller, revisándose la parte trasera de los pantalones.

Se me escapa una carcajada intensa, por el repentino comentario de Jimmie. Cada vez me cae mejor este chico.

—Al menos el coche de Mason es descapotable —destaca Freya ladeando la cabeza.

Miller se gira lentamente, hasta plantar la mirada hacia su amiga. Ambos se quedan espectando con concentración.

—¿Qué les pasa? —susurro acercándome a Mason.

Antes de que pueda contestarme. Freya y Jimmie salen disparados hacia la puerta delantera del coche.

—Es mi turno —protesta Freya empujando a Jimmie con el codo—. Antes se ha puesto Jera.

—Ese no es mi problema —contraataca tirando de la manilla del auto.

—¿Siempre son así de infantiles? —murmuro con diversión.

Mason se acerca a ellos y empuja del tirador del coche con más fuerza que Jimmie, haciendo que los dos caigan al suelo.

—Jera, entra —indica con una expresión de disculpas.

—Pero eso no es justo —resoplan los dos cruzándose de brazos.

Sonrío dedicándoles una mirada ganadora. Hace medio segundo me he quejado de lo "infantiles" que eran, y ahora yo me comporto igual que ellos, lo sé. Pero no me arrepiento de nada. Y además, no es un asunto de "inmadurez", sino de poder. Vale, a lo mejor sí que es de inmadurez.

notita

¡Hola!

Os he publicado un capítulo más —y algo más largo— esta semana, porque seguramente tardaré en publicar el siguiente, lo siento.


















































































































































































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