Sostenme en tus brazos

Autorstwa BTbae_MinYoonJi

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Kim NamJoon es un arrogante doctor católico con una vida perfecta de acuerdo el estándar coreano pero que no... Więcej

Sostenme En Tus Brazos
CAPÍTULO UNO: When I Was Done Dying
CAPÍTULO DOS: Oblivion
CAPÍTULO CUATRO: Tender
CAPÍTULO CINCO: Beetlebum
CAPÍTULO SEIS: Play dead.
CAPÍTULO SIETE: Bury A Friend
CAPÍTULO OCHO: Il Pleut
CAPÍTULO NUEVE: We Were Friends
CAPÍTULO DIEZ: Wake
CAPÍTULO ONCE: Save Me
CAPÍTULO DOCE: Nobody
CAPÍTULO TRECE: Let It Happen
CAPÍTULO CATORCE: Magic
CAPÍTULO QUINCE: Me Gustas Tú
CAPÍTULO DIECISÉIS: Venus As A Boy
CAPÍTULO DIECISIETE: Algo Sucede
CAPÍTULO DIECIOCHO: Song For you.
CAPÍTULO DIECINUEVE: Generous Palmstroke
CAPÍTULO VEINTE: Parents
CAPÍTULO VEINTIUNO: Peanut Butter & Tears
CAPÍTULO VEINTIDÓS: Borderline
CAPÍTULO VEINTITRÉS: Felicidad
CAPÍTULO VEINTICUATRO: When Memories Snow
CAPÍTULO VEINTICINCO: Your Blood
Q&A PERSONAJES SETB pt1
CAPÍTULO VEINTISÉIS: Candy - Fantástico
Q&A PERSONAJES SETB pt2
CAPÍTULO VEINTISIETE: Ilomilo
CAPÍTULO VEINTIOCHO: Come Sweet Death
CAPÍTULO VEINTINUEVE: Call Out My Name
CAPÍTULO TREINTA: Final
CUENTA DE TWITCH
Universo En Desarrollo
NO ES UN CAPÍTULO, ES UN MEME

CAPÍTULO TRES: Alice

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Autorstwa BTbae_MinYoonJi

«¿Podrás sacarme de esto con vida? ¿Dónde está mi cuerpo? Estoy atrapado en mi mente. Oh, Dios mío, estoy cansado de gritar, a todo pulmón. Oh, Dios mío, estoy en el agujero, estoy cayendo muy hondo, cayendo demasiado hondo.»
(Lady Gaga, Alice, 2020)

Aparcó el auto en el estacionamiento de aquel complejo de apartamentos en el que vivía. Justo en el espacio que le correspondía, al pie del tercer edificio de los seis que eran en total. Los faroles estratégicamente colocados en las esquinas alumbraban cada rincón del lugar. NamJoon suspiró y miró el espejo retrovisor. Un vistazo que no fue suficiente.

Se giró en su asiento y encontró al joven. Una media sonrisa en su blanco rostro, ojos cerrados bajo el flequillo negro de su frente. Una imagen que lo trajo de vuelta a la realidad.

¿Qué carajos estaba haciendo?

NamJoon odiaba los problemas. Repudiaba cualquier cosa que estuviera fuera de su control o que afectara mínimamente su ordenada vida, no obstante había decidido agarrar a ese hombre y llevarlo consigo a casa, como si con eso fuera a lograr... ¿a lograr qué? ¿Para empezar, cuál había sido su principal objetivo?.

Se rascó la cabeza con algo de irritación, mirando de nueva cuenta al estacionamiento. Poco movimiento, un auto aparcado por allá y otro saliendo en dirección a la avenida principal. No es que los vecinos fueran demasiado entrometidos o que le preocupara que alguien adivinara la clase de persona que lo acompañaba, simplemente no le gustaba llamar la atención y que la gente inventara extraños rumores.

Así que fue cuidadoso, bajando del auto, sobreactuando con normalidad, fingiendo que llevar una persona drogada a su casa era de las cosas más comunes que alguien como él podría hacer. Por supuesto la cosa no le salió, ni de lejos, como él pretendía. Empezando porque cuando abrió la puerta de atrás y despertó a aquel tipo, este sonrió y le buscó la boca una vez más.

Está de más decir que NamJoon lo empujó antes de mirar a todas partes, cerciorándose de que nadie hubiese podido verlos. Respiró aliviado ante la quietud de ese sitio.

«Es la hora de la cena» dijo en su mente, claro que no había nadie que los viera. De todos modos se dio prisa y pasando el brazo de ese muchacho por detrás de su cuello, y sosteniéndolo de la cintura, lo llevó al interior del edificio. Al hacerlo noto algunas cosas a las que no había puesto atención minutos atrás, por ejemplo, la ropa vieja que volvía a ser insuficiente para cubrir correctamente a alguien del frío o el olor de sudor mezclado con el humo de cigarro y el polvo de la calle.

Luchó un poco con el peso y las risas medioahogadas de ese idiota, pero lo logro. Casi. Su apartamento estaba en el cuarto piso, así que tuvo que detenerse a decidir si tomaría las escaleras o el elevador y lo que cada una de esas opciones implicaba.

¿Encerrarse con un prostituto maníaco en el elevador que todos tomaban o llevar el peso medio muerto por las escaleras a lo largo de cuatro niveles? Terminó por inclinarse a la primera, rezando que nadie lo usará por los siguientes cinco minutos.

Cristo decidió escucharlo esta vez. Al menos eso quiso creer NamJoon.

Al llegar a su casa sólo tuvo que poner la clave en la cerradura antes de sentirse completamente librado de una misión secreta que claramente él mismo se había autoimpuesto por sus propias impulsividades. Metió el cuerpo del joven que no paraba de reír entre tambaleos y lo dejó caer sobre el sofá tan pesado como era antes de tomar asiento también él.

Sus ojos se mantuvieron un rato sobre el cuerpo menudo del muchacho, quien a pesar del ajetreo se quedó dormido y con sonrisa en rostro en el sofá. Ah, pero que si le parecía increíble eso a NamJoon. Debería haberlo despertado. Tal vez darle café o meterlo bajo el agua bien fría de la ducha. Pero desistió de esas estúpidas ideas.

Sabía perfectamente que eso era inútil y contraproducente. Ya mucho había hecho esa noche como para hacer las cosas tan mal de aquella forma. Simplemente decidió esperar que el efecto de lo que sea que se hubiese metido pasase, pensando en ofrecerle a lo mucho un poco de agua tibia, un poco de té si acaso.

A pesar de ello, no lo hizo, porque justo en ese momento el desconocido lucía demasiado apacible mientras dormía y NamJoon no tenía energías suficientes para lidiar con él en caso de despertarlo. Por eso solo lo dejo dormir y ya. Esperando.

Y mientras esperaba, NamJoon observaba por la gran ventana de su sala. Había una fina capa de escarcha sobre los cristales entonces se encontró pensando que ya era mediados de diciembre y aún no caía la primera nevada del año. Al invierno se le había hecho demasiado tarde en realidad.

¿Por qué la nieve había decidido demorar tanto?

...

Por aquellas fechas afuera las hojas de los árboles habían empezado a caerse y el cielo era casi gris todos los días. Él, que ya había vuelto del jardín de infantes, había estado mirando por largo rato a través de su ventana hacia la calle.

En su cuadra no había muchos niños de su edad pero si se quedaba esperando el tiempo suficiente podía ver, de vez en cuando, a unos cuantos caminando por la calle, ellos bien agarrados de la mano de sus respectivas mamás. A él se le agitaba el corazón solo de mirarlos, tan emocionado. Pero después, cuando él se miraba las manitas vacías era entonces, como cada vez, que su corazón le dolía.

Ella solía llegar muy tarde, poco antes de la cena. Se veía cansada mas siempre saludaba a la anciana. Él la miraba desde el marco de la puerta de la pequeña cocina. Sin recibir miradas ni saludos para él.

Cenaban en silencio. Mucho silencio. Sólo se podía hablar en la mesa para rezar antes de los alimentos y agradecer antes de recoger la vajilla sucia. Y él se iba a la cama.

La mayor parte del tiempo podía quedarse muy callado en el rincón de esa habitación que compartía con ella. Sólo la seguía con la mirada. Le gustaba verla, sobre todo cuando ella cepillaba su largo y negro cabello. Era bonita, muy bonita.

Era un niño bien portado, o al menos eso intentaba con todas sus fuerzas. Sin embargo, a veces fallaba, a veces su necesidad era más fuerte que su voluntad. Entonces se armaba de valor y bajaba de la cama.

Caminaba en silencio hacía el tocador e intentaba tocarla aunque realmente detenía su mano a varios centímetros de ella pues ya sabía que, si la tocaba sin su permiso, muy probablemente, recibiría una bofetada que lo dejaría tirado de nalgas en el suelo.

Había aprendido a ser precavido y mejor optaba por algo menos invasivo. Algo más seguro, muy a pesar suyo que ya se sabía la respuesta.

-¿Me... me abrazas?

No insistía, sólo esperaba. Él era muy paciente, mucho de verdad. Ni una mirada, ni una sola palabra. Ella sólo dejaba el cepillo en su viejo tocador y se iba directo a la cama, apagando la luz sin importarle que él siguiera allí de pie junto a la cama.

Su corazón dolía, dolía mucho, muchísimo. Pero no podía llorar, porque si lloraba ella lo enviaría a la única otra habitación. Entonces ellas discutirían y él tendría que quedarse en medio de las dos no sabiendo quien le pegaría primero.

Mejor era limpiarse las lágrimas y subirse a la cama junto a la de ella. Mejor era ser un buen niño para que así ella lo quisiese aunque fuera un poquito.

Mejor.

...

La cabeza de NamJoon reclamó la falta de descanso en algún punto de su vigilia, motivo por el que tuvo que ir a la cocina y tomar cualquier analgésico antes que el cerebro le reventara. Se pasó dos píldoras por la garganta con ayuda de media botella de agua. Fresca y fría. Sus ojos en dirección a la sala y la luz de algún auto colándose entre la tenue iluminación.

NamJoon observó la hora en el reloj de la cocina. Ya era más de media noche y eso quería decir que habían pasado un par de horas desde que llegase a casa con aquel bulto. Sacudió la cabeza y fue a la estancia, encendiendo un par de luces. Luego se sentó de nuevo en uno de los sofás.

No fue cuidadoso al hacerlo y eso provocó que la tela y madera crujiera. Suficiente ruido para despertarlo. Un puchero en ese rostro blanco junto con una chispa peculiar en la comisura de sus ojos. NamJoon no evitó prestarle atención. ¿Acaso él estaba...

Una inhalación fuerte y de pronto esas manos maltratadas estaban frotando su cara. El joven pareció recobrar un poco los sentidos, al menos lo suficiente para alzar la vista y examinar no con mucha meticulosidad a su alrededor. Luego lo miro a él y entonces le sonrió.

-Eres de esos a los que les gusta la privacidad, entiendo, así puedes estar más cómodo.

NamJoon bufo con asco y disgusto.

-No te traje para eso, imbécil.

-¿Uh, dices que no quieres que te la chupe?- El joven pálido sonrió-, entonces...

NamJoon no iba a responderle. Que pensara lo que quisiese. Así que guardó silencio.

En cambio el muchacho siguió mirando a las paredes. Una sala bastante amplia para tratarse de un apartamento, con un televisor sobre la estantería llena de libros y dos repisas con fotografías encima de este, también pequeñas figurillas hechas de papel en varias partes. Curioso, era curioso, o tal vez era otro de esos locos con los que solía toparse muy a menudo.

Entonces se detuvo, encontrando al fin algo sumamente interesante a lo que mirar. Sonrió más amplio al caer en cuenta de aquel crucifijo colgado en la pared del frente.

-Un hombre de «Dios», eh -Su voz cargada de ironía al sacudir la cabeza-. Ustedes son los peores.

Maldito imbécil. ¿Qué acaso no escuchaba? ¿Además que tenía que ver lo uno con lo otro? NamJoon sucumbió ante la provocación.

-No te traje aquí para eso.

-¿Y para qué me trajiste?

-¿Acaso no me recuerdas?

El muchacho no respondió simplemente entrecerró los ojos un segundo antes de encogerse de hombros. Tenía el cerebro frito, de eso estaba seguro NamJoon.

-Fui uno de los médicos que te atendieron aquella vez, cuando casi mueres, luego te escapaste del hospital y te robaste las cosas de otro paciente. No puedes no acordarte de eso.

-La mayor parte pero no de tu cara, lo siento -respondió el muchacho al alzar una ceja, luego se encogió con indiferencia.

NamJoon lo observó fijamente un segundo.

-¿Entonces qué quieres que haga? -continuó preguntando, NamJoon con extrema irritación negó con la cabeza, él rió- Vamos doctor ...

-Kim

-Doctor Kim, no puede ser que me haya traído aquí por nada a cambio. Pida lo que quiera, creame que no hay cosa alguna que pueda sorprenderme ya a estas alturas de mi vida. Soy discreto.

-No quiero tus estúpidos servicios, prostituto asqueroso. Si te traje aquí fue... -¿Ah pero porque lo había llevado allí? De nuevo esa pregunta sin respuesta a la que NamJoon no encontró más forma de esquivar, sobre todo con la inquisitiva mirada de ese tipo encima suyo.

Suspiro irritado, intentando encontrar la respuesta más lógica y menos trastornada posible. Nada. No tenía nada con lo cual responder y el chico lo notó, riéndose en su cara.

-Bueno, aunque no hagamos nada, tiene que pagarme, Dr. Kim y también darme dinero para el tren de vuelta.

¿Qué estaba diciendo? NamJoon lo señaló con desprecio.

-No voy a darte un solo won, ni siquiera tienes un verdadero trabajo para que lo considerara al menos.

-Necesito el dinero -respondió el chico seriamente pero NamJoon ignoró por completo ese destello turbio en su mirada -Anda. ¿No se supone que "Dios" ayuda a todos los necesitados?

Fue así como, de la nada, surgió una absoluta revelación, la respuesta a su pregunta, tal como una epifanía. El corazón de NamJoon latió extasiado y sus ojos destellaron. El muchacho se quedó viéndolo con interés, pensando que había dado en el clavo. NamJoon sonrió.

-Tienes razón, te ayudaré -le respondió.

-Gracias -dijo el chico antes de estirar la mano, la satisfacción de NamJoon fue aún mayor.

-A que te rehabilites -agregó.

Aquella idea no fue bien recibida por el sujeto ese, quien disgustado se quedó en silencio un segundo para después protestar casi que ofendido al levantarse del sofá.

-¿Qué puta broma es esa? -reclamó.

NamJoon le hizo frente al levantarse también del sillón, sacándole varios centímetros de altura.

-Evité que murieras no una sino dos veces, la primera en el hospital y la segunda justamente hoy, porque estoy seguro que de dejarte en la calle en el estado que te encontre esta noche habrías terminado siendo atropellado, invertí mucho de mi tiempo, esfuerzo y dignidad como para dejar que te largues a matarte de una sobredosis después de eso. Así que me lo debes.

-Nadie te pidió que me salvarás, no pretendas que te debo algo. Si no me quieres pagar, bien. Al carajo tu maldito dinero.

Él muchacho dio muestra de querer caminar hacia la puerta por lo que NamJoon rápidamente se interpuso en su camino. Su semblante firme y confiado al sonreír.

-Bien, entonces sólo te entregaré a la policía -dijo, sorprendiendo al chico-. Tengo suficiente para que te metan en la cárcel por algunos meses sino es que un par de años. Posesión y consumo ilegal de drogas, prostitución, robo, actos inmorales en vía pública- enlistó con los dedos de su mano y sonrisa en rostro-. Como sea, de una u otra forma no obtendrás la cocaína.

-No tienes pruebas.

-Claro que sí, me ofreciste tus servicios a mitad de calle. Y no necesito pruebas, tengo amigos en la policía y soy un respetable médico. ¿Tu palabra contra la mía? Dudo que funcione.

-¿Qué ganas tú de esto?

Otra excelente pregunta. De un lado tenía la satisfacción de haber vencido a ese maldito imbécil aunque por el otro... Alzó la cara un segundo y sus ojos recayeron en el crucifijo que su madre le dio al mudarse de casa, un escalofrío recorriendo su espalda y un recuerdo desagradable aflorando a través de su piel.

-Puntos -contestó sin más intentando no perder la compostura.

La expresión en el pálido rostro de ese hombre retorciéndose en ingenuidad y confusión.

-¿Puntos de qué maldito loco?

-No de qué sino con quién -río poco antes de señalar hacia arriba con la mirada.

El pelinegro se giró inmediatamente echando un vistazo a la cruz, luego se volvió y le frunció el ceño con repudio. NamJoon carcajeó por lo bajo.

-Tú lo dijiste, nosotros somos de los peores.

El joven se quedó viéndolo fijo, apretando los puños sin decir una sola palabra. NamJoon decidió ejercer un poco más de presión, orillándolo. Tomó el móvil de su bolsillo y lo agitó al aire para que pudiese verlo, luego activó la marcación.

Uno.

Uno.

¿Saldría corriendo? ¿Lo intentaría golpear para poder escapar? NamJoon estaba demasiado curioso al respecto. Un "dos" más y lo podría averiguar. Su dedo haciendo un pequeño 'tap' en la pantalla. La línea conectando y los ojos de ese chico completamente quietos sobre su persona.

Algo se apretó en el estómago de NamJoon al tiempo que la voz grave de ese tipo murmuraba a secas un «está bien».

Colgó la llamada antes de que ninguna asistente lo atendiera, mirándolo satisfecho.

Fue entonces que un destello blanco, pequeño y distante captó la atención de ambos. Cada uno volteo hacia la ventana. Un pequeño copo de nieve cayendo, luciendo suave y ligero. Tras de él un copo más y luego otro, y otro, y otro. Estaba nevando, la primera nevada del año al fin llegaba. Entonces NamJoon lo observó a él.

El muchacho le devolvió el gesto.

A la mañana siguiente había un manto grueso y espeso de nieve cubriendo el suelo de todas partes y los autos quitanieve recorrían las calles. Lo primero que hizo NamJoon al despertar fue revisar la cerradura electrónica de su puerta, verificando que siguiera trabada tal como la había dejado la noche anterior.

Lo segundo que realizó fue darle un vistazo a su nuevo huésped al que había tenido que instalar en la única habitación libre, justo la que quedaba a lado de su pequeño estudio improvisado y en frente de su habitación, y al que obligadamente le había hecho dejar la puerta abierta. Asomo la cabeza y allí estaba recostado boca abajo. Por un instante le cruzó la idea de que estaba muerto pero al escuchar uno de sus pequeños suspiros esta preocupación le abandonó.

Camino a la cocina, directo al fondo del apartamento, allí había una puerta que separaba el cuarto de servicio. Al abrirla encontró la ropa sucia de ese tipo en el suelo. Claro que lo había hecho tomar una ducha y le había dado algunas de sus prendas para que vistiera. Se debatió en si debía lavar aquella ropa asquerosa o simplemente tirarla a la basura. ¿Tal vez debía preguntarle a ese chico?

Ese chico. Unas horas atrás lo había hecho quedarse en casa y todavía no sabía su nombre. Mal. Aquello hizo sacudir la cabeza a NamJoon pensando en lo rápido que había pasado todo. Tan rápido que ni siquiera se había detenido a pensar en algunas cosas básicas. Por ejemplo, ¿Quién cuidaría a aquel joven mientras él trabajaba?

Ese día era sábado y por ser prácticamente un residente de último año sus fines de semana estaban libres pero cuando el lunes llegará, entonces sí tendría problemas. Para llegado ese día seguro la desintoxicación habría empezado a tener efectos poco agradables.

Bien, podría internar al tipo en el hospital en el área de rehabilitación y olvidarse de preocupaciones pero eso no era opción, en primera y única porque ¿cómo iba a explicar que él había decidido responsabilizarse de alguien que apenas y conocía nada más porque... porque sí? Tenía entonces la opción de traer una enfermera del hospital pero ya sabía cómo eran ellas y aunque no le hicieran preguntas los chismes correrían más pronto que tarde entre todos los trabajadores del lugar.

Así que precisamente fue por ello que decidió que tener una enfermera externa sería buena idea aunque necesitaba asegurarse que fuera una persona competente, pues si algo caracterizaba a NamJoon como médico era su exigencia para que las cosas fueran hechas bien y en forma. Resultaba gracioso tomando en cuenta las causas por las que ahora estaba en esa situación. Además necesitaba alguien que fuera capaz de controlar a ese tipo cuando, inevitablemente, se pusiera agresivo.

Entonces había muchos requisitos que cubrir y nada de tiempo para elegir. Solo una persona se vino a su mente estando bajo aquellas circunstancias. ¿Sería correcto llamarlo? Bueno, no es como que hubiera más opciones en su lista. Por supuesto no tenía su número agendado, así que se vio obligado a pedir un poco de ayuda a los de recursos humanos a cambio de algún favor.

Maldita gente aprovechada.

Después de eso solo le quedó hacer una llamada rápida y tan pronto como eso pasó aquel aceptó reunirse con él allí en su apartamento. Y mientras NamJoon lo esperaba se encargo de pedir comida a domicilio pues por lo general la nevera estaba lo que le seguía de vacía, y cocinar... NamJoon no era muy bueno para eso. La cirugía y el origami era lo que mejor hacía, nada más.

También procuró buscar ropa que pudiera darle a ese chico, seleccionando la que parecía que se ajustaría mejor a su delgado, delgado cuerpo. Y al llevarle la ropa junto con otros implementos básicos de higiene lo encontró despierto, mirando directamente en dirección al pasillo, en dirección suya.

Su rostro lucía algo más sonrojado de lo que recordaba y su respiración más agitada de lo normal. NamJoon no se lo señaló, sólo dejó la ropa ahí junto a él, justo sobre el único mueble de esa habitación, la cama.

-¿Cómo te llamas?

El chico se quedó en silencio. Ya se lo imaginaba.

-Supongo que tampoco me dirás tu edad entonces -dijo cruzándose de brazos y recargando su espalda contra la pared- ¿No?

Otro silencio aunque más corto que el anterior. Luego respondió.

-Me llamo YoonGi.

YoonGi, un nombre no muy común para una persona común. Excelente.

-¿Qué hay de tu nombre familiar?

YoonGi no dijo otra cosa y NamJoon supo que no importaba si insistía, de todas formas él no le diría más. Por tanto lo dejó solo en eso. YoonGi a secas.

- Bueno, yo soy Kim NamJoon. Un gusto.

YoonGi asintió y luego bajó la cabeza mirando sus manos, las cuales NamJoon notó estaban ligeramente apretadas sobre la tela de esos pantaloncillos que le quedaban enormes.

Iba a preguntarle si se sentía bien, a pesar de ya saber la obvia respuesta, sin embargo, no pudo hacerlo pues de la nada llamaron a la puerta. Solo había dos posibles opciones para la visita, el repartidor o el enfermero.

Era el segundo.

NamJoon lo saludó, sorprendido de que llegara tan rápido.

-Es gracioso, al parecer vivimos cerca -dijo TaeHyung al adivinar sus pensamientos, después agregó:- Ha pasado un tiempo.

-¿Dos meses?

-Casi tres-sonrió el de cabellos castaños y ondulados mientras NamJoon le invitaba a pasar, quitándose este los zapatos y el abrigo- Me sorprendió que llamaras, de todos los del trabajo no pensé que tu fueras de los que me recordará con afecto... tampoco recuerdo haberte dado mi número.

-Lo hiciste para que pudiera dárselo a Hyejin aunque admito que lo tire antes de que llegara a manos de ellas. Se lo pedí a recursos humanos.

-Creí que mis datos eran confidenciales.

-La confidencialidad es solo una ilusión de la burocracia que los ingenuos se tragan.

Una sonrisa más al llegar a la sala.

-Tan encantador como siempre, Dr. -dijo en broma-. Veo que no solo yo lo pensaba.

TaeHyung y NamJoon se volvieron al pasillo, recargado en el marco de una de las puertas YoonGi los miraba, luciendo nervioso.

-Oh, no sabía que había alguien más -señaló.

NamJoon asintió.

-Sí, bueno. Él es YoonGi y tiene algo que ver con que te llamara.

TaeHyung formó una suave O con sus labios al asentir, después se presentó alegremente con YoonGi, sin embargo, se puso serio al acercarse más y muy posiblemente notar su estado.

-¿Estás bien? -preguntó.

YoonGi no respondió de primeras pero luego de dirigirle un vistazo rápido a NamJoon pronunció un tenue "eso creo".

NamJoon le dijo con la mirada que esperara en la habitación, advirtiendo en ese mismo gesto que no intentara fugarse o hacer alguna cosa extraña. El pelinegro pareció entender porque su rostro no lucía contento aunque sí resignado.

Le hizo tomar asiento a TaeHyung antes de ir directo al grano. El joven enfermero escucho, a veces asombrado, a veces divertido por la anécdota completa.

-¿Y solo decidiste traértelo?¿Así como así?

NamJoon resopló.

-Lo hice y ahora necesito tu ayuda.

-Quieres que lo vigile.

-Voy a pagarte.

-Claro que lo harás -rió con un gesto de obviedad, continuando con su charla-. Sin embargo es algo que me parece que Kim NamJoon no haría. ¿Qué diría el señor Kim respecto a esto? ¿Así te educó él?

-Así nos educaron a todos. Ayudar al prójimo.

-Al prójimo que es medianamente igual a nosotros, no a los inferiores como dirían ellos. Fue por eso que no quisimos estar más ahí -TaeHyung suspiró mientras NamJoon no se contuvo en mirarle un tanto comprensivo-. Como sea, si así lo recuerdas tú, está bien. De igual modo me alegra que lo hagas.

A eso le siguió un corto silencio antes de acordar los términos del nuevo empleo de TaeHyung porque claro, él ya tenía un trabajo en una clínica geriátrica y tenía un horario a cumplir. No fue fácil arreglar los horarios ya que TaeHyung mayormente cubría sus turnos a domicilio, cuidando a ancianos que vivían solos pero se negaban a abandonar sus hogares de toda la vida, además sus turnos eran algo largos aunque la paga era buena.

-¿Y si te contrato a través de la clínica? -había propuesto NamJoon después de que no pudieran llegar a nada favorable para ambas partes-. Les diría que los servicios son para mi anciano padre. Así no tendríamos que preocuparnos de los horarios y de que puedas llegar a fallar, y me aseguraría de que estuvieras con él en todo momento.

-Pero en ese caso deberás contratarme por al menos dos turnos seis días a la semana y nuestros servicios de por sí ya son caros.

-Seguro puedo pagarlo.

-Seguro que sí pero eso no es lo que quería decir.

Claro, NamJoon no demoró en entenderlo. Y lo entendió porque TaeHyung tenía razón, él jamás hubiera hecho algo así y sin embargo, allí estaba él, sin saber cómo echarse para atrás. NamJoon intentó no detenerse a pensar mucho en ello. TaeHyung simplemente no le insistió más al respecto y solo sonrió, diciendo que llamaría a la clínica para arreglar el papeleo. NamJoon lo aceptó aunque le pidió no esperar hasta el contrato para empezar con su turno, para conocer a YoonGi, cosa que obviamente él apenas hacía.

El enfermero aceptó sonriente diciendo que podría quedarse hasta que su turno de sábado empezará pues sus servicios ya estaban reservados y pagados hasta ese fin de semana por una anciana. A NamJoon le pareció justo.

- ¿Y bien, has visto a mi primo? ¿Qué nuevas tiene SeokJin? -NamJoon había olvidado lo esporádico que TaeHyung podía ser a veces durante una conversación y por eso mismo, tan tomado de sorpresa no supo qué cosa inventar, limitándose a sonreír apenado, TaeHyung supo inmediatamente-. Entiendo.

NamJoon no era especialmente afecto a sus primos aunque sí a sus hermanos y sabía que para TaeHyung, SeokJin había sido como uno en muchos aspectos, por eso sintió pena de su actual situación. El joven castaño solo continuó sonriendo, escondiéndose.

- Bueno, supongo que deberé preparar algo para que YoonGi coma -dijo TaeHyung

- No tengo mucha comida en la alacena pero no te preocupes por eso, ya he ordenado algo aunque sinceramente dudo que él quiera comer mucho -Se apresuró a explicar-. Ya se ha puesto ansioso.

Entonces llegó el repartidor de comida. Así decidieron que comerían juntos aunque tal vez sería una cosa difícil de lograr, después de todo, YoonGi empezaba a lucir nada bien cuando lo fueron a ver a la habitación.

La desintoxicación daba inicio.

Próxima actualización, capítulo cuatro - 14/01/22

💊🦄 Bien damas y caballeros, aquí en último capítulo del año pero no el último de esta historia. De una vez aviso, esto va para largo y es más de lo que siempre les traigo, aunque como siempre digo también, no confíen mucho en mi, puede darles sorpresas.

Gracias por estar aquí apoyándome una vez más, está ocasión he procurado traerles un contenido de mayor calidad, con mejor redacción y mejor trama (según yo, jaja). Espero les esté gustando como pinta todo. La próxima semana es hiatus. Tres capítulos seguidos cada viernes por uno de descanso, recuerden. Volveré el 14 de enero con el próximo cap.

Les deseo un feliz fin de año y un próspero año nuevo, coman mucho, abrazance mucho y quiéranse mucho. De mi parte les mando muchos besos, abrazos y mis mejores deseos. Los quiero.
Atte. Minmin YoonJi. 🦄💊

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