La lista || Terminada

By MsMistery19

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Nuestra historia empezó con un trato entre ambas. Un beneficio para las dos, un sentimiento disfrazado hacién... More

Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capitulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Final
Epílogo
Epílogo extra

Capítulo 2

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By MsMistery19

Iba amarte hasta el final de la línea, lastima que era muy corta.

Pov Poché.

—¡Arriba, levanta esas nalgas!

Me quejé y me envolví en la calidez de mis sábanas, cerré los ojos y olvidé los gritos de Paula.

—¡Arriba, minion! ¡Levántate!

Me hice bolita en la cama cuando mi mejor amiga me quitaba la sábana, abracé mis piernas aún con los ojos cerrados.

—¡María José Garzón! ¡Que te levantes coño!— Gritó Paula moviendome cómo rama seca en la cama.

— No digas groserías, Pau.— Escuché la voz de Laura muy calmada. Algo característico de ella.

— Lau, yo te amo, pero decir groserías me da inteligencia.— Respondió mi mejor amiga, se escuchó silencio.

—¿O sea que yo no soy inteligente?— Preguntó Laura con voz triste, apreté los labios intentando no reír.

— No, no, no.— Contestó Paula rápidamente.

—¡Ja! ¡La cagaste!— Exclamé soltando una carcajada.

— Lala, eres más inteligente que yo, pero ahora solo intento... ¡Despertar a ése chihuahua flojo!— Bufé y me senté en mi cama en forma de indio.

—¿Por qué despiertan tan temprano? Es domingo.— Me quejé dando un bostezo largo, estiré mi espalda y escuché mis huesos crujir.

— Hoy empieza el plan PPSS.— Fruncí mi ceño viendo a Paula, Laura aplaudió feliz.

—¿Qué carajos significa eso?— Pregunté viendo a mis mejores amigas.

— Poché se pone perra, sabrosa y soltera.— Torcí la cabeza y abrí mi boca sin entender.

—¿Ah?— Solté, tal vez el sueño aún no se iba del todo en mi cerebro.

—¿Está genial, no? Lau me ayudó a escogerlo.— Soltó Paula con emoción, mientras Laura asentía eufórica con su cabeza.

—¿Y el plan se basa en...?— Dejé la pregunta al aire para recibir una explicación.

— Se basa en que tú en un mes te pondrás más apetitosa que un bombón.— Laura daba un aplauso cerca de mi rostro, di un pequeño salto.

— Harás ejercicio, comerás bien.— Acotaba Paula, tomando a Lau de los hombros.

— Iremos de compras, te enseñaré a cuidar tu cabello.— Laura añadía más.

— Yo a maquillarte.— Soltaba Paula.

— Te buscaremos un estilo de ropa que te guste, iremos a la peluquería y-

— Alto, alto, alto.— Detuve el entusiasmo de mis mejores amigas.—¿Tantas cosas tengo que hacer?— Inquirí rascando mi cabeza.

Todo me estaba abrumando y ni habíamos empezado. ¿Tanto costaba ser mujer? ¡Pero si era más estrés que otra cosa! ¿Por qué simplemente no andábamos en pijama todo el día?

— Obvio.— Salí de mis quejas mentales al oír a Paula.

— Pero-

Iba a quejarme, pero la presencia de mi hermana interrumpió todo. Fruncí mi ceño al verla en mi habitación.

— Oye Poché... Ah, hola.— Saludó mi hermana con su ya característico humor. Era una pesada.

Valentina Garzón, mi hermana mayor. Ese ser igual de enano me llevaba 4 años, parecíamos perros y gatos. Nos queríamos si, pero era un amor extraño entre hermanas, aunque a fin de cuentas es el amor que siempre hay en los hermanos, nada raro.

—¿Qué haces aquí, Valentina?— Pregunté viéndola con los ojos enchinados.

—¿Tú quién eres?— Preguntó Paula, abrí mis ojos cómo platos al ver un chico.

— Hola, cuñadita.— Un chico de pelo gris me saludaba alegremente con su mano.

—¿Qué demonios? ¿Metiste a un chico a la casa?— Exclamé alterada, lanzando una almohada a mi hermana.

— Claro.— Contestó sin más, negué con mi cabeza.— Suerte que los cuartos son a prueba de sonido.— Añadió sonriendo, hice una mueca de asco.

— En realidad no.— Soltó Laura viendo a mi hermana.

Increíble, mis mejores amigas escucharon a mi hermana tener sexo. Por suerte era una piedra cuando dormía, suficientes traumas tenía ya.

—¿No? Bueno mala suerte.— Sin ninguna pizca de vergüenza mi hermana rió.— Tú vete por la ventana.— Le explicó al chico que estaba parado cómo estatua.

— Emm bueno, un placer conocerlas.— Y así sin más el chico salía por mi ventana.

—¿Por qué demonios usas MI ventana?— Inquirí remarcando la palabra, mientras veía a Valentina con una ceja alzada.

— Porque es más espaciosa, bueno x.— Mi hermana movió su mano desinteresada, resoplé.—¿De qué hablan?— Preguntó a todas, su don era ser chismosa.

— Poché quiere un cambio de look.— Laura le explicaba la situación a Valentina, en Laura no existían los secretos con nadie.

—¡Oh Dios, tus milagros existen!— Exclamaba mi hermana exageradamente, rodé los ojos.

—¿Quieres ayudar?— Abrí y cerré mi boca al escuchar a Paula.

— He esperado este momento toda mi vida, queridas.— Llevé una mano a mi frente.

Empezaba a arrepentirme de hacer está locura, pero bueno ahora no podía hacerme para atrás.

— Poché, mueve tu culo.— Me apuró Valentina grosera, cómo siempre.— Las espero abajo en 15.— Añadió antes de salir de la habitación.

— Wow, Valentina ayudándote.— Comentó Paula sorprendida.

En realidad yo también lo estaba, mi hermana siempre que me daba su ayuda quería algo a cambio. Supe que siempre que me hacía un favor quería algo.

Lo recuerdo porque en uno de mis cumpleaños (que por cierto es en halloween), por darme uno de mis chocolates favoritos, le dí una calabaza entera de dulces. Eso no ha cambiado hasta el día de hoy.

— Es una babosa.— Respondí a Paula, parandome de la cama e ir al baño.

— Pero tienes que aceptar que puede ser una gran ayuda.— Habló Pau algo fuerte, ya que estaba en el baño.

—¡Muevan el culo, no tengo todo el día!— Gritó Valentina desde abajo, suspiré.

— Que genio.— Comentó Paula, entrando al baño.

— Y la llevo soportando toda mi vida.— Respondí llenando de aire mis pulmones.

—¿Creen que los cerditos vuelen?— Y ahí estaba nuestra tierna Lau.

(...)

Caí en el césped con la respiración nula, sentía que cada parte de mi cuerpo dolía, mi cuello sudaba asquerosamente al igual que todo mi cuerpo. Definitivamente hacer ejercicio no era lo mío. Odio sudar, tenía que huir.

Con las chicas habíamos venido a un parque cerca de casa, era un parque muy lindo, generalmente siempre estaba muy concurrido por las mañanas. Había un lago con patos, juegos para niños y todo, era muy divertido venir aquí.

Pero yo no estaba divirtiéndome con el ejercicio.

—¡¿Otra vez tirada?! ¡Apenas y corriste 1 metro! ¡Un maldito metro!— Reprochó Valentina, intentando pararme del suelo.

—¿Estás loca? ¡Corrí más!— Exclamé con el poco aire que me quedaba.

— Hasta el viejito que venía detrás de nosotras es más rápido, te rebasó y todo.— Negué con mi cabeza, quedándome en el suelo.

—¿Otra vez te detuviste, Poch?— Escuché a Paula, fruncí los labios viéndola.

—¿Cómo pueden estar tan relajadas? ¡Hemos corrido demasiado!— Hablé alzando mis brazos al aire, tirandolos de nuevo en el césped.

—¿Qué? Llevamos 10 minutos, Garzón.— Respondió Paula frunciendo el ceño.

—¡Dios, ayúdame!— Pedí al cielo, sintiendo mi cuerpo sudoroso.

— Eres una pinche floja.— Alegó mi hermana mayor, le saqué la lengua.

—¡Adiós, señor! ¡Fue divertido hablar con usted!— Escuchamos a Laura acercarse hacia nosotras.

—¡Adiós! ¡Dile a tu amiga que es una lenta floja!— Gritó el anciano, abrí mi boca ofendida.

—¡Viejito traicionero!— Grité levantando solo mi cabeza del suelo.

— Poch, no pelees con el señor.— Me regañó Lau, la ví ofendida.

— Pero Lau-

— Ya.— Nos calló mi hermana.— Corramos otra vez.— Añadió, tendiendome su mano, resoplé y la tomé parandome del suelo.

Las cuatro empezamos a correr otra vez, sentía mis piernas cómo gelatina en cada trote que daba. El ejercicio no era lo mío, tenía cero contextura física. Intentaba ir concentrada en mi respiración, así tal vez no moría en el intento de hacer ejercicio.

Me concentré tanto que olvidé a las chicas atrás, seguía corriendo y corriendo, por alguna razón había sacado energía de no sé dónde, dando hasta mi último esfuerzo en correr.

Todo iba bien hasta que alguien se cruzó en mi camino, parando toda energía de golpe haciéndome caer abruptamente al suelo.

—¡¿Acaso no te fijas?!— Grité viendo la espalda de la persona, levantándose del suelo y girar su cuerpo.

— No me jodas que choque contigo.— Rodé mis ojos al oír la voz de Daniela.

Era lo único que me faltaba, chocar con Daniela otra vez.

— Mi mañana iba bien, hasta que ví tu cara.— Ataqué levantándome del suelo, Daniela alzó una ceja.

— Ya quisieras ver esta cara todos los días.— Se defendió, frunciendo las cejas.

— Preferiría ver a un payaso que a ti.— Respondí empezando a caminar.

—¿Payaso? ¡Retractate, Garzón!— Escuché la voz de Daniela a mis espaldas, paré en seco.

—¿Por qué? ¿He herido el gran ego de Daniela Calle?— Respondí, imitando un letrero imaginario con mis manos.

—¡Eres una enana insoportable!— Gritó Daniela dándome la espalda.

—¡Y tú una engreída!— Rodé los ojos y empecé a caminar.

Fijé mi vista al frente y miré a las chicas corriendo hacia mi, llené de aire mis pulmones pensando que ya iba acabar la rutina de ejercicio, o eso pensaba.

Porque cuando fui alzada por el aire y me llevaban a un hombro cómo costal de papas, supe que terminaría furiosa.

—¡Si no me bajas en este instante grito!— Espeté golpeando la espalda de Daniela.

— Cállate, chihuahua rabioso.— Me calló dándome una nalgada en mi trasero.

—¡¿Acabas de nalguearme?!— Le di un golpe a su espalda.—¡Te vas arrepentir! ¡Daniela, bájame!— Espeté furiosa, aún golpeando su espalda.

— Bueno.— Respondió ella, fue entonces cuándo me tiró al suelo, pero un estúpido charco.

—¡Eres una idiota!— Grité limpiando mi ojo lleno de lodo.

— Para que aprendas a disculparte.— Me señaló con su dedo índice, apreté los labios.

Daniela rió y estaba a punto de irse, pero no lo haría, me las iba a pagar. Fue entonces cuando tome su brazo y la jale conmigo, haciendo que cayera al lodo conmigo.

—¡Y así aprendes que nunca te daré una disculpa!— Mencioné parandome del suelo rápidamente.

—¡Garzón! ¡Ven aquí!— Gritó Daniela histérica, sonreí falsamente sacándole el dedo medio.

— En tus sueños, tonta castaña engreída.— Respondí corriendo lo más rápido posible de ahí.

Corrí lo más rápido que podía, cuando me encontré con las chicas lo agradecí internamente. Recargué mis manos en mis rodillas buscando aire.

—¿Y a ti que vergas te pasó?— Preguntó Paula, dí una bocanada de aire para erguirme y verlas.

— La estúpida de Daniela me aventó en un charco.

Se escucharon estruendosas carcajadas, mis mejores amigas y hermana casi se iban al suelo sin dejar de reír. Las ví incrédula, mientras ellas se seguían burlando.

—¿Tienes lodo en la raya?— Preguntó Paula entre risas, Valentina soltó otra carcajada.

— No sé quién es Daniela, pero que maldita.— Habló mi hermana entre risas, limpiando una lágrima de su ojo.

— Lo siento, Poch. Pero esto da mucha risa.— Mencionó Lau sosteniendo su estómago.

— No pues gracias por los ánimos, eh.— Respondí negando con la cabeza, empecé a caminar sintiendo el olor a tierra mojada.

—¡Espera! ¡Sigue contando!— Pidió Paula burlona, moví mi mano molesta chillando los dientes.

—¡No diré nada, ratas!— Exclamé girando mi cuerpo para sacarles el dedo medio.

—¡Aburridaaaa!

En el centro comercial.

Miré hacia arriba observando al hombre que revisaba mi cabello con detenimiento, él hizo una mueca y yo fruncí mis cejas. El hombre giró y tomó otro mechón de mi cabello inspeccionando.

Estaba molesta, no podían hacerme sufrir de hambre. ¡Necesitaba comida! Pero no, en vez de eso estaba en una peluquería, viendo cómo mi hermana y mejores amigas estaban muy tranquilas con revistas de farándula en mano. Bufé al escuchar mi estómago rugir.

—¿Y bien?— Habló mi hermana viendo al hombre.

—¿Cómo esta niña se descuidó tanto el cabello, mami?— Rodé los ojos al escucharlo, era un exagerado.

—¿Lo puedes arreglar o no, Paolo?— Preguntó Paula, el hombre sin nada de pelo en su cabeza me vió, torció el gesto y negó.

Irónico que tenga una peluquería cuando estaba más pelón que una vereda.

— Mami, yo no puedo arreglar eso.— Respondió Paolo moviendo sus manos exageradamente.— Esto está opaco, enredado, con puntas abiertas.— Empezó a enumerar, fruncí los labios.

— También apestoso... Ay no.— Abrí mi boca indignada escuchando a Laura.

— Tu si sabes, dame cinco.— Laura reía y chocaba su palma con la de Paolo.

—¡Bueno ya!— Alcé la voz, todos me vieron.— Tengo hambre, mis pies duelen, estuve horas en la ducha intentando quitarme el lodo.— A este punto iba a levantar todos los dedos de mi mano.

— Estoy molesta con esa castaña idiota, me duele el trasero y... Solo quiero irme a casa. ¿Es tanto pedir?— Agregué en un suspiro, quitando mis gafas y restregar mis ojos.

— Paolo, ¿No ves su sufrimiento? Haz algo, putito.— Presionó mi hermana, Paolo rodó los ojos y asintió.

— Tranquila, mami. Vas a quedar preciosa.— Paolo tomó mis hombros,  me sonrió a través del gran espejo que estaba enfrente de mi.

— Gracias.— Mencioné esbozando media sonrisa.

—¡GINA, RORI!— Pegué un respingo en mi asiento ante el grito de Paolo.— ¡ACÁ HAY UNA EMERGENCIA!— Agregó yéndose moviendo sus brazos dramáticamente.

—¡Escogeré el color de pelo!— Exclamó Laura emocionada.

—¡Nooo!— Dijeron Valentina y Paula, Laura hizo un puchero y se cruzó de brazos.

— Yo le iba a escoger un arcoiris.— Murmuró cómo perrito regañado, abrí mis ojos cómo platos haciendo un gesto de terror.

— En otra ocasión, Lau.— Consoló Paula, Laura asintió y sonrió cómo si nada.

— Yo digo que los colores fantasía te van.— Comentó mi hermana de pronto, alcé una ceja.

—¿Qué sugieres?— Inquirí rascando una de mis cejas.

— Tu déjalo en mis manos.— Respondió Valentina, mientras sonreía lentamente.

«Dios, soy yo de nuevo. Te pido que no me dejen calva, mira que me diste cabeza de huevo de por sí, amén» Pensé sintiendo impaciencia.

(...)

Paolo daba un suspiro de alivio y a la vez de orgullo, quitó la capa que estaba alrededor de mi cuello, antes de meter sus dedos en mi cabello y revolverlo un poco, lo ví y el sonrió sastifecho.

— Quedaste divina, no por nada soy Paolo Santana.— Paolo sonrió antes de girar la silla y dejarme frente al espejo.

Me quedé estática en mi lugar, viéndome frente al espejo sin poder creer la imagen que veía.

— Ya se hizo narcisista.— Escuché a Valentina.

— Poch, quedaste cogible.— Esa era Paula.

— Estás hermosa, Poch.— Y esa era Laura.

No podía creerlo, me veía tan diferente que no lo asimilaba, solté una risita sintiendo mis ojos aguados por las lágrimas. Era otra, alguien nueva y... Me gustaba esa alguien nueva.

— Gracias.— Agradecí viendo a Paolo, él hizo una pequeña reverencia sonriendo.

— Bueno ya. Tengo hambre, muevan los ovarios que se cargan.— Rodé los ojos al escuchar a mi hermana.

—¡Pizzaaaa!— Celebró Laura alzando sus manos al aire, reí.

Con las chicas salimos del salón después de pagarle a Paolo, Valentina se quejaba con Paula de que ambas tenían un hoy negro esperando ser llenado por comida, mientras Laura paraba en casa tienda en el que veía un pony.

— Faltan muchas cosas. Por ejemplo quitarle esos trapos viejos a mi querida hermana.— Mencionó sin ningún tacto mi hermana mayor.

—¡Hey!— Me defendí haciendo un puchero.

— No es por ofender, Poch. ¿Pero esas cosas no te dan calor?— Preguntó Paula viéndome, me ví a mi misma y no veía nada de malo.

— En realidad no.— Contesté tranquila.

— Andas de manga larga y con faldas largas todo el tiempo.— Añadió rodando los ojos.

— Son cómodas.— Me defendí encogiendome de hombros.

— Cómodas mis nalgas.— Soltó Valentina, fruncí los labios.— Comeremos y te compraremos ropa decente.— Determinó bufando.

—¿De dónde estás sacando el dinero, Valentina?— Inquirí curiosa, habíamos gastado algo de dinero ya.

— De la tarjeta de papá.— Contestó sin más, llevé una mano a mi frente.

— Valentina...— Hablé negando con mi cabeza.

— Es por una buena causa, tú calla y disfruta.— Me cortó aún caminando, suspiré.

Negué con mi cabeza rodando los ojos, acomodé mis lentes y seguí caminando, por suerte la pizzería estaba cerca ya.

— Dejen de empujar.— Me quejé con mi mejor amiga y hermana, al parecer se estaban llevando muy bien.

— Deja de ser amargada.— Reprochó Paula divertida.

Ambas se pusieron a mi lado, dejándome en el medio de las dos empezando a empujarme de un lado a otro, me quejé intentando detener sus movimientos, ya que mi cerebro se estaba batiendo constantemente.

Entonces dejé de ver en resolución 4k a ver píxeles moviéndose de un lado a otro.

—¡Ya basta!— Grité molesta, intentando ver sin mis lentes.

— Ay mierda, ya te dejamos ciega. No te muevas.— Dijo Paula, rodé los ojos.

Enchiné mis ojos intentando ver algo, buscaba sostenerme de algo claramente. Suspiré porque odiaba no ver ni un carajo.

— Creo que esto te pertenece.— Escuché una voz varonil, intenté ver de quién se trataba pero solo veía un bulto.

—¿Quién eres? Lo siento, no puedo ver sin mis lentes.— Me disculpé con la persona que tenía enfrente.

De pronto sentí unos dedos rozar mi cara, mi visión volvió al percibir cómo ponían mis lentes de nuevo, enfoqué mi vista y me quedé estática.

¡Tenía a mi amor imposible enfrente de mi!

—¿Ahora sí me ves?— Preguntó Lucas con una sonrisa linda.

«¡Reacciona Garzón! ¡Tu crush está enfrente de ti!» Pensé viéndolo cómo idiota.
















































Meta: 65 votos y 30 comentarios.

Poché calva nuestra religión ahuevoooo.

Díganme qué les va pareciendo el ff.

Gracias por el apoyo 7u7

*Se va bailando sensualmente Stranger de Sam Smith*

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