Lovely Idiot || SaNayeon

By Andy_Kim_19

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Sanayeon [Mini Fic] ✓ Nayeon se enamoró de su mejor amiga; pero esta es una "idiota" incapaz de entenderlo. H... More

II : Lovely
III : Curious
IV : Obvious
V : Falling
VI : Heartbeat
VII : My Love
VIII : Lovely Cupid
Final : I Wanna Be Yours

I : Idiot

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By Andy_Kim_19

Otra vez esa estúpida sonrisa coqueta, otra vez esa caricia en la mano de aquella ingenua chica frente a ella.

A ese paso, Nayeon estaba segura de que esa desconocida sería la nueva conquista de una noche de la pelinegra.

No entendía como era que hacía la menor, siempre era lo mismo, llegaban a algún bar y sólo con sentarse a tomar agua esta ya tenía la atención de toda la población femenina en un radio de 10 cuadras sobre ella.

Mientras que lo único que podía hacer la mayor era mirar, algo de lo que estaba cansada, aunque su paisaje fuera la misma Sana.

Porque no era sencillo sentarse a mirar como la chica que le gustaba coqueteaba y se divertía con todas la que se le pasaban por el frente, porque la envidia de que fuera ella a quien la pelinegra le sonreía, acariciaba y hacía sentir el centro de su universo, hervía su sangre.

Esa tarde al igual que cada viernes habían ido a uno de los bares de la ciudad, lugar donde sus padres no tenían ni idea que ellas entrarían, y al igual que cada viernes cada una se había ido por su lado con el objetivo de divertirse.

Algo que aparentemente únicamente Sana estaba logrando, pues Nayeon la veía sonreír a medida que su mano subía por la pierna de aquella pelirroja de apariencia tímida, pero tan descarada como para permitir que alguien que acababa de conocer la manoseara de ese modo.

O era lo que veía la coreana desde el segundo piso del bar.

Sus ojos dorados se desviaron de aquella ubicación en el momento que el siguiente movimiento de la japonesa llegó, colocarle el mechón detrás de la oreja a la contraria para luego besarla y tenerla en su mano, lista para complacerla como deseara.

En sus seis años de amistad, Nayeon se preguntaba que era eso que tenían los besos de su mejor amiga que eran capaces de causar aquel efecto en las chicas, dejándolas completamente locas e incluso adictas a ella.

Y jamás necesitó tanto esa respuesta como aquella tarde.

Tal vez era el calor del ambiente, o el efecto del vaso de tequila que tomó, algo curioso considerando que tenía una tolerancia bastante alta y que su ropa no era la más abrigada del mundo, o puede que subestimara el efecto de Sana en ella.

Pero decidió dejarlo pasar cuando volvió su vista a la pareja y vio que ya iban por su tercer beso.

Si no hubiera estado tan envidiosa quizá habría bostezando de aburrimiento, conocía tan bien las técnicas de seducción de su amiga que incluso le parecía ridículo que funcionaran.

Es porque aún existían chicas con el cerebro más pequeño que una nuez y el apetito sexual por los cielos” pensó sonriendo divertida.

Pero por desgracia para la japonesa, la noche no terminó como deseaba.

Si pasaron por todo el protocolo que llegar al auto de Nayeon y manosearse mientras esta hacía de chofer hasta el motel más cercano implicaba.

Pero no contaban con la presencia del padre de la pelirroja llegando al lugar con un bate de béisbol listo para ser usado contra las partes sensibles de la pelinegra, y que esta tendría que salir a medio vestir y con una notable erección en su pantalón. —¡Uff! Eso estuvo demasiado cerca. — Se quejó la japonesa colocándose el cinturón, al mismo tiempo que los neumáticos rechinaban sobre el asfalto y se perdían en el tráfico de la ciudad.

Era gracioso en cierto punto, pero por alguna razón, Nayeon no pudo disfrutar de aquello, no como lo habría echo antes o como lo harían alguno de los amigos de la pelinegra, definitivamente algo estaba mal con ella. —Bueno, tuviste suerte de que lo más letal que tuviera el sujeto fuera un bate. — Fue lo único que dijo, apretando su agarre sobre el volante luchando con las ganas que tenía de darle un vistazo al bulto en los pantalones ajenos.

Pero como siempre, Sana no estaba ni enterada de eso. —¿Suerte? Casi logra dejarme sin descendencia. — En lugar de eso siguió quejándose sobre lo cerca que estuvo el hombre de lograr su cometido, mientras Nayeon sólo escuchaba en silencio.

¿Que porque estaba en aquella situación? Era una gran pregunta, con una respuesta que todavía no lograba entender del todo.

Si tenía que ver el que no pudiera negarse a la expresión suplicante de Sana, si tenía que ver su enamoramiento masoquista, y sí tenía que ver el que la mayoría de sus amigos no fueran de fiar, pero había algo más.

Al principio cuando no tenía idea de que estaba enamorada de su mejor amiga, la idea de acompañarla cada viernes a conseguir chicas con la perfecta excusa de que estarían estudiando, era simplemente perfecta, porque a pesar de que no siempre encontraba alguien con quien pasar un rato divertido, podía liberarse del estrés de sus tareas y olvidarse de las penas que una chica de 18 años puede tener.

Pero cuando la japonesa lo volvió una rutina, cuando se enteró de que podía pedirle el favor a otro de sus amigos y seguía prefiriéndola a ella, entonces Nayeon se sentía confundida y terminaba cuestionándose porque Sana no sólo la usaba como coartada y listo, dándose ella misma la respuesta cuando recordaba la forma en la que la cuidaba cuando algo salia mal, cuando la japonesa no deseaba sexo sino únicamente tomar y se convertía en una bebé necesitada de cariño.

Sana perdería su reputación si alguno de sus amigos la viera en ese estado, el mismo estado en el que Nayeon maldecía verla, porque fue por esos momentos en los que Sana se concentraba únicamente en ella y su cuidado que terminó enamorada, lo sabía a la perfección.

Sin embargo la situación no dejaba de ser confusa para ella, aunque por su propio bienestar, no tocara el tema. —Y con un gran problema que resolver. — Comentó luego de un rato de camino, en el momento que las quejas de la pelinegra cesaron.

Escuchando como inmediatamente esta bufaba. —Tendré que entrar por la parte trasera de la casa o mamá sabrá que no estábamos estudiando. — Un mohín se formó en sus belfos y Nayeon no supo si estaba relacionado con su miedo por ser descubierta o por su diversión frustrada.

—¡¿Me lo dices a mi?! — Cuestionó a modo de reclamo, recordando la multa que tuvo que pagar una vez por culpa de una de sus aventuras, aprovechando el color rojo de aquel semáforo para mirarla por primera vez. —Espero que nadie haya anotado las placas de mi auto, porque te castraré Minatozaki. — Amenazó señalándola con su índice, no tiene idea de como hizo para no caer en la tentación y mirar los pantalones de su amiga, pero se dio palmadas mentales por ello.

Y una vez más, Sana no lo notó. —No seas tan exagerada, mejor acelera ¿Quieres? Esto duele. — Respondió la japonesa casi a gritos, haciéndola dirigir su mirada a aquella zona sin poder evitarlo, y no sabe si fue eso o la irritación que ya traía encima cuando la vio besar a aquella pelirroja, pero algo la hizo alcanzar su límite.

—¡NO ME MANDES IDIOTA! — Gritó sin apartar la vista del camino, perdiéndose de la expresión confusa y sorprendida de la japonesa, tomando aire para calmarse y pensar una buena excusa para no parecer histérica. —Tengo suficiente sueño como para tener que aguantarte. — Dijo rápidamente, arrepintiéndose por gritarle a la contraria, que prefirió guardar silencio el resto del viaje, consciente de que cuando su mayor tenia sueño definitivamente perdía todo rastro de amabilidad de su cuerpo.

Y luego de una frustración sexual, un susto de aquel tipo y el dolor que persistía en sus pantalones, lo último que deseaba Sana era ver a su mejor amiga molesta.

¿Les gustó la nueva portada?

Saludos.

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