Your Demon, My Angel {Bajifuy...

By CaritoHidden7

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« Al fin y al cabo, los demonios son ángeles desterrados al infierno » 𓃵Baji Keisuke × Chifuyu Matsuno (TR) ... More

Prólogo
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Epílogo
Your Demon, My Angel

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By CaritoHidden7

Otra vez eran las tres de la mañana y yo seguía despierto, envuelto en mis sábanas por el frío, hecho bolita por el miedo. Podía jurara que aún temblaba un poco por el shock.

Me dolía saber que Baji la estaba pasando mal y dormíamos en cuartos separados, pero Mikey me había dicho que lo dejase solo y eso estaba haciendo por mucho que me gustara ir hasta él. Me pareció algo contradictorio ya que (por lo general) cuando nos sentimos mal por alguna pérdida preferimos tener a alguien consolandonos.

Aunque tal vez no era su caso. Baji es especial.

Me removí y giré mi cuerpo hacia un costado para estirar mi brazo y tantear sobre la mesita de noche en busca de mi móvil, a ciegas en la oscuridad de la noche, tal vez podía encontrar algo con lo cual despejarme. Me sentía tenso y nervioso. Y triste.

Solo la tristeza me recordaba que todavía estaba vivo. Calaba en lo profundo de mi corazón con rabia y brutalidad.

La imagen de Isamu tirado en el suelo se me vino a la cabeza y decidí pensar en lo que podríamos hacer ese día para llevar nuestra mente a otro lugar. Sentí el roce de la yema de mis dedos con la pantalla fría del móvil y volví mi mano algo brusco para tomarlo, tirando con la acción un vaso prácticamente sin tocar y lleno de agua que me había traído de la cocina hace unas horas.

Me sobresalté cuando el recipiente impactó contra el suelo y se rompió en pedazos, esparciendo su contenido por esa zona del suelo. Había roto el silencio del departamento de golpe y ni Baji ni Mikey estaban dormidos, por lo que segundos luego, cuando yo ya me había incorporado en la cama y prendido la luz de la lámpara, la puerta de mi habitación se abrió y él apareció.

Sus ojos se veían perdidos y preocupados al mismo tiempo, hasta que dieron con los míos, que estaban casi iguales pero por distintas razones. Entonces, él reaccionó.

¿Qué fue eso?

Tiré un vaso.

¿Por qué tiraste un vaso? —Frunció el ceño y se acercó para levantar los pedazos grandes de vidrio con los dedos. Cuando lo hizo logré darme cuenta de que solo llevaba unos pantalones largos de color negro. Su piel irradiaba calor.

No lo hice a propósito, Baji-San. Quise buscar mi teléfono y lo tiré sin querer... ¿Estás bien?

Baji se tensó notablemente ante mi pregunta y yo sonreí. Jamás se acostumbrará a que yo me preocupe por él.

Porque no podrá y porque, si estuviéramos juntos, tampoco lo haría.

Él se fue a tirar los vidrios a una bolsa vacía que encontrara en la cocina y luego volvió, cerró la puerta detrás de su espalda y se subió a la cama conmigo. Escuché que susurró algo cuando pasó por el pasillo, pero lo ignoré.

Se acomodó junto a mi y me hizo acostarme también, quitándome las sábanas del torso para luego tomarme del brazo y moverme hacia él.

¿Y tú? —Preguntó examinandome en busca de alguna herida, pero sabía que no era eso a lo que se refería— ¿Estás bien?

Tal vez.

Aún seguía un tanto aturdido por lo sucedido. Mi mente me había hecho una mala jugada en ese momento.

Estiró su brazo para correrme el pelo de la vista y poder mirarme a los ojos azules y brillantes, aprovechando que aún quedaba tiempo, sin querer perder ni un solo segundo.

La cuenta regresiva había comenzado.

2 míseros días.

Esto se trata de ti, Baji. ¿Aún te sientes mal? ¿Qué importo yo en un momento como-? —Baji me calló tomándome con brusquedad por la mandíbula, deteniendo el recorrido de sus dedos sobre la piel de mi rostro.

Cierra la boca, Chifuyu.

Y luego de eso ya no hubo palabras. Baji me soltó, se estiró sobre mi y apagó la luz. Me atrajo hasta su cuerpo porque sabía que ninguno podía dormir esa noche estando separados, así que ignoramos que no debíamos enamorarnos y entregamos una partecita más de nuestros corazones que luego sería destrozada.

Por la tarde decidimos hacer el entierro que Isamu se merecía y fuimos hacia la parte trasera del edificio. Peke J nos acompañó, yo lo traía en brazos.

El lugar no era el mejor ni por asomo, pero era "nuestro" edificio al fin y al cabo, por lo que decidimos que lo mejor era enterrarlo ahí.

Baji se ofreció a cabar un pozo donde pudiera entrar el cuerpecillo de un gato y luego fue el encargado (por petición propia) de enterrarlo.

Tras unos exámenes hechos por Mikey, llegó a la conclusión de que le habían hecho tragarse algo que lo terminó por matar. Las marcas en su lomo eran signos de violencia humana, por lo que Baji soltó al instante que seguramente había vuelto con la persona que lo había criado y resultó ser un loco de remate.

¿Qué es eso? —Preguntó Mikey al verlo sacar algo de su bolsillo.

Semillas. Leí en el aparato digital de Chifuyu que las plantas pueden crecer de forma diferente si hay un cuerpo de animal en descomposicion cerca —Explicó y se encogió de hombros, tapando las semillas con tierra.

¿Cuáles elegiste? —Pregunté yo.

Unas anaranjadas. Su pelaje era del mismo color.

Recibí una llamada de mi madre hace unas horas. Sinceramente no quise contestar pero lo hice, sentí la necesidad de hacerlo. El nudo en mi garganta me lo suplicaba.

Quise volver a sentir lo que era la tranquilidad plena solamente escuchando su voz, aunque sea a través de una pantalla. Sentir y recordar, engañarme unos minutos, diciéndome que aún era ese niño con años de vida y un futuro brillante (o tal vez algo opaco) por delante.

Pero Baji me estaba mirando, así que no pude. Y no lo hubiera elegido de otra manera.

En ese momento me encontraba sentado en el escalón de la entrada atandome los cordones. Baji estaba a mi lado, con el cuerpo tenso y los dedos contraídos en la cerámica. Sus ojos estaban fijos en el piso.

¿Te sientes bien?

Sí —Bufó y echó su cabeza hacia atrás para mirarme y sonreír a medias— Era un gato nada más, Chifuyu. Ni siquiera es como que lo tenga desde hace mucho tiempo.

Mentiroso. Siempre serás un mentiroso.

¿Percibiste lo mismo que yo?

¿Qué cosa? —La sonrisa en su rostro flaqueó al ver que no me estaba riéndo, que parecía hasta consternado.

Olvídalo. Vamos a salir otra vez, aún hay cosas que debo mostrarte.

Debió haber visto la sonrisa en mi rostro cuando tomé las llaves para abrir la puerta, porque de repente pareció más animado y se levantó con la energía macabra que solo Baji transmitía.

¿Dónde iremos hoy? ¿A robar algo nuevo? ¿A irrumpir en otro lugar? ¿A bailar otro tipo de música?

No... —Me reí y cerré a nuestras espaldas. Mientras bajábamos por las escaleras giraba las llaves en mi dedo índice, mi otra mano se mantenía en el bolsillo de mi chaqueta negra— ¿Quieres bailar de nuevo? No sabía que... te había gustado.

¿Por qué no me gustaría?

«Diablos, cállate. Haces que me duela el pecho de lo rápido que late mi corazón.»

¿Has... hablado con ese chico estos últimos días? —Preguntó cambiando de tema. Sabía perfectamente de quién hablaba, o intentaba hablar, pues se notaba que le costaba, pero aún así no percibía ningún tipo de maldad o celos en su pregunta.

No hablé con Kazutora pero he estado pensando en él... —Recordé hace unos días, cuando estaba tocando la batería para Baji, que pensé en Kazutora por unos instantes y lo que me había enseñado mientras aún era solo un adolescente de catorce años, y no un adolescente de catorce años que iba a morir— ... y en cómo hacer para que sea el primero en enterarse de lo que me va a suceder. Tal vez deje una nota en su casa antes, si es que me lo permites.

Lo miré, pero él no me miraba. Sólo cuando se formó silencio fue que contestó con una vaga sonrisa amarga.

Claro.

Y no hubo más palabras. Últimamente con Baji no había muchas.

Pero tampoco es que las necesitaramos.

Di unos pasos al costado, torpes pero disimulados, y choqué levemente mi hombro con el suyo. Me miró de reojo y tomé su codo y aplasté mi mejilla contra su hombro. No estaba acostumbrado a dar ese tipo de afecto, por lo general yo era el que lo recibía, pero me daba igual. Todo me daba igual en ese momento. Cuando se trataba de Baji solo podía pensar en él y no en lo que estaba haciendo, en lo que me estaba metiendo...

En lo que me había metido.

Pero ya no importaba, porque salir iba a doler de cualquier manera. Pero tampoco quería hacerlo aunque deba tarde o temprano.

Por las buenas o por las malas.

Y el mundo a mi me odia.

Yo siempre le mostré mi lado más detestable y feroz al mundo, ¿Ahora cambiaría eso solo por la mínima probabilidad de sobrevivir unos segundos más? No, no lo haría.

Así que dejé de darle la espalda solo para sacarle el dedo del medio.

¿Qué tiene tan ocupada tu mente, Angelito?

¿Ah? —Le miré con media sonrisa. Dejé de tomar el codo de Baji y lo hice pasar su brazo por mis hombros, así me sentía mejor— Que el mundo puede irse bien al carajo. Hoy somos tú y yo, Baji-San. Un humano y un demonio que no tienen otro destino que colarse en una pileta publica a las diez de la noche.

Las comisuras de Baji se extendieron más de lo que últimamente lo hacían, a tal punto de que mostró sus colmillos.

Me encanta que tengas una boca tan sucia. Es irónico.

Basta con eso, estúpido.

Hice que cruzaramos la calle corriendo y solo mirando a los costados, sin ver de qué color estaba el semáforo. Podría habernos pisado un auto, de hecho nos tocaron bocina algunos. Pero daba igual. Pasamos por el pasto hasta las rejas que cercaban la pileta pública.

¿Quieres que te alce así puedes pasar del otro... —Baji cerró la boca al ver que había tirado mi chaqueta hacia el lado contrario y trepado la reja con experiencia. No era la primera vez que lo hacía— ...lado?

Una vez, en el verano pasado, cuando nombraron a Hina vice-capitana de la Tokyo Manji, con Smiley nos encargamos de traer a los más cercanos a nosotros aquí para festejar. Nadie se había negado, pensamos que tal vez Hina lo haría, pero al contrario fue la primera en lanzarse al agua.

Recuerdo que entre Senju, Kazutora y yo tuvimos que agarrar a Takemichi y lanzarlo al agua para que fuese con su novia. Se había estado quejando de que hacía mucho "frío" como para meterce y que no quería mojar su ropa pero también se negaba a quitársela, y terminó siendo quién gritó "Son unos aguafiestas, ¿Por qué salen del agua?" Había sido todo un tema.

Sonreí con orgullo y salté hacia el otro lado. Baji observó mis movimientos con una leve sonrisa de labios cerrados en el rostro.

Me acerqué a él solo para molestar, ni siquiera reaccioné cuando se agarró del alambre con ambas manos. Miraba desde arriba pero con respeto. Yo lo miraba desde abajo pero con 'victoria' tatuado en la frente.

¿Vas a pasar?... Y que ni se te ocurra atravesarlos. Saltar sobre los alambres es parte de la adrenalina.

Como tú digas, Angelito.

Baji se agarró de las rejas más arriba e hizo fuerza para subirse y pasar del otro lado. Le tomó simples segundos, también tenía experiencia.

¿Podemos incendiar un auto cerca de esta fecha?

Hoy no es día de incendiar autos, hoy es día de un chapuzon nocturno.

¿Eso significa que podemos incendiar uno otro día?

No me molesté en contestar y él no se molestó en esperar una respuesta, porque para ese entonces yo ya lo había empujado y hecho caer al agua. Seguido de eso fui yo el que se lanzó.

Estuvimos jugando y riendo un rato fuera y dentro del agua. Hoy no correriamos de policías ni guardavidas por mala suerte, pues nadie se fijaría en aquellos dos niños que se metieron Dios sabe cómo a una pileta pública.

Salí del agua y le dije a Baji que se quedara quieto para no lastimarlo (aunque dudaba que un ser inferior como yo pudiera lastimarlo con una patada) pero más vale prevenir que curar, dicen por ahí. Me subí al trampolín más alto que había, que no superaba el medio metro ni por asomo, esa pileta solía ser usada por niños pequeños o ancianas que sólo tomaban sol en las reposeras.

¿Quieres que te atrape?

¡No! Joder, hay que explicarte todo a ti. No quiero pegarte por accidente, solo quédate quieto y yo sabré dónde caer.

Baji asintió y yo analicé un poco la pileta por encima. Y salté. Salté por encima de Baji y me sumergí en el agua no muy lejos de él.

Miré hacia arriba y nade hasta la superficie donde estaba Baji, con mi pecho subiendo y bajando rápidamente. Inhalé aire más rápido y puse mis manos en sus hombros, sus manos se dirigieron a mis muslos al instante para sostenerme.

Aún estando bajo el agua en la noche, cerca del invierno, Baji emanaba calor.

Un calor que me envolvía y me relajaba. Era como sentir las jodidas llamaradas del infierno chocar contra tu piel, pero teniendo la certeza de que no te harían nada.

Pronto ese calor hogareño se fue y junto a ello el agua fría se hizo paso. Baji había hecho que me suelte y me metiese debajo del agua junto a él de golpe. Pude tomar algo de aire, el suficiente como para estar unos segundos antes de comenzar a ahogarme. Segundos en los que Baji tomó mi rostro y pegó nuestras frentes, dudando.

Y luego...

Volvió a arrepentirse. Porque me soltó y salió a la superficie, dejándome sin aire bajo el agua, que comenzaba a invadir mi organismo.

Salí lo más rápido que pude y tosí. Tosí, tosí y tosí hasta que unos brazos cálidos me sostuvieron con cautela y suavidad y me dejaron en el borde de la pileta. No me dejaron sostenerme por mi cuenta, tal vez pensaban que iba a hundirme si no lo hacían.

Quise gritarle y reprocharle que casi me ahogaba por su culpa. Quise escupir las injusticias que estaban atoradas en mi garganta desde hace casi un mes. Quise odiarlo por todo lo que me estaba haciendo pasar. Pero no lo hice.

Porque no se lo merecía.

Porque lo quería.

Así que lo dejé levantarme y sentarme en el borde de la pileta, y lo dejé separar mis rodillas para posicionarse entre mis piernas. Lo sentía preocupado y arrepentido.

Yo estaba... yo quise... ah... hm.

Está bien —«No lo está. Nada lo está.» Le sonreí débilmente. Sentía los ojos rojos por el cloro que contenía el agua— Yo... lo comprendo —«No lo comprendo. No entiendo nada. ¿Por qué nunca pides perdón?» Peiné su cabello hacia atrás una o dos veces, tal vez tres.

«¿Por qué nunca me pediste perdón?»

No, no lo comprendes —Y mi sonrisa decayó junto a mis dedos— Basta. Deja de decir tonterías y dime las mierdas que me decías antes. Gritame e insultarme como lo hacías los primeros días.

Me quedé callado, contemplando en silencio cómo poco a poco Baji perdía la cabeza.

¿Por qué no me odias?

¿Por qué te odiaría?

Quedó perplejo unos instantes. Yo siempre lograba sorprenderlo. Siempre lograba salirle con algo nuevo.

¿Cuanto daño te he hecho, Chifuyu? Clavó sus dedos y levemente sus uñas en mis muslos, pero no dolía, no aún— ¿Cuantas cicatrices te dejé debajo de esa camisa o en el rostro?

Aún no has dañado mi corazón, Baji. Y aunque lo hicieras yo no te odiaría.

Sentí sus dedos tensarse sobre la tela oscura de mi pantalón.

Mi corazón también te eligió, ¿Sabes?. Voy a amarte aunque no quiera hacerlo, aunque no quieras que lo haga.

Mikey te lo dijo, ¿Verdad? —Murmuró por lo bajo. Fue un murmullo que se mezcló entre los sonidos silvestres y de los autos que aún pasaban por las calles. Un murmullo nuestro, que se quedaría ahí hasta la eternidad.

Había muchas verdader que yo todavía no conocía, muchos secretos que aún no habían salido a la luz. Pero... ¿Qué importaba todo eso si el final estaba cerca? ¿Qué importaba querernos un poco más si el resultado iba a ser el mismo?.

Sólo... deja que te quiera, Baji. Déjame quererte...

😇 • 😈

Yo solo rezo para que nadie pida mi cabeza para los reyes magos.

Feliz año nuevo, gente bonita 🥳<3

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