Cuando nos convirtamos en est...

By Briss_LG

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Un boleto de avión. Un joven sin casa. Y una chica deseosa de encontrar respuestas. Damian quiere dejar de... More

IMPORTANTE PARA LECTORES
E P Í G R A F E
D E D I C A T O R I A
P E R S O N A J E S
1| Fotografías delatoras.
2| No es un perro
3| Mercurio
4| Perro callejero
5| Espías
6| Venus
7| Ideas descabelladas
8| Derecho a ser idiota
9| Tierra
10| La familia Berlusconi
11| Huevos revueltos, chinchillas mojadas y perdimos a un niño.
12| Marte
13| ¿Eso que veo ahí es cerveza?
14| Un novio debería saber eso.
15| Júpiter
16| Grano de arroz en el zapato.
17| la diferencia entre una estrella y un planeta.
18| Saturno
19| Eso que tenemos en común.
20| Madrina
21| Urano
22| El río.
23| Las actas falsificadas
24| Mercurio
25| Un agujero negro.
26| La noticia.
27| Plutón
28| Malas hermanas.
29| Fogata de colores.
30| Osiris
31| Los acosadores.
32| Florencia
33| Haumea
34| Piera sabe la verdad.
35| No te entrometas.
36| Kepler
37| Celos americanos.
39| La verdad.
40| Decisiones difíciles.
41| Una oportunidad para los D'Fiore.
42| Planetario de estrellas.
44| Reencuentro.
45| Dejar el pasado atrás.
46| No te vayas.
47. Cuando nos convertimos en estrellas.
Epílogo
AGRADECIMIENTOS

43| Manhattan.

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By Briss_LG

43| Manhattan. 


No son ni siquiera las nueve de la mañana cuando la casa Berlusconi ya está hecha un revuelo y un campo de guerra, donde una infinidad de valijas vuelan por las escaleras y caen justo en la sala acompañadas de gritos y quejas.

Afortunadamente, una agotada Liz de cinco meses de gestación pone orden entre sus hijos y a eso de las once menos cuarto de la mañana, sorpresivamente para todos ya nos encontrábamos puntuales en la sala de espera del aeropuerto, acompañados por los D'Fiore que quisieron venir a despedir a Damian (Y a intentar rogarme otra vez a mí para convencerlo de que regrese) y también del señor Shamash y su hijo, que se ofrecieron a prestarnos su coche para que todos cupiéramos y pudiéramos llegar.

Y esta es la primera —y probablemente la última— vez que tengo la posibilidad de entablar una conversación verdadera con el señor Bethuel Shamash, durante todos estos meses lo he visto varias veces en el porche de su casa y nos hemos saludados con los habituales buenos días y mantenía esas típicas charlas habituales entre vecinos. Pero nunca conversé con él más allá de eso, a simple vista parece un hombre retraído y algo serio, pero bastó con un solo viaje de ida al aeropuerto para darme cuenta que en realidad solamente es tímido, y no habla demasiado inglés.

—Supongo que será una despedida breve porque nos veremos de nuevo dentro de unas semanas—oigo que comenta Adriano mientras abrazo a Ben y apretuja a Liz entre sus brazos—Todavía me debes una parrillada.

Los señores Berlusconi le prometen invitarnos a una enseguida vuelvan del viaje, y oímos por lo parlantes el segundo llamado al vuelo 202B. Veo como Lydia y Luigi se levantan de los asientos y a un par de metros desde un Starbucks Chiara se acerca junto a Joshué para comenzar con la despedida.

—Cuídense mucho ¿okey? —Bianca se me acerca para saludarme, a mi costado tengo a Damian con algunas valijas pequeñas en la mano. Este asiente y deja que su tía lo abrace.

—Lo haremos, ya estamos acostumbrados al frío de Manhattan.

—Y recuerda que siempre tendrás un lugar en nuestra casa por si decides volver—repite con una mirada destellante de anhelo.

—Ya veremos, quizá venga de visita dentro de algunos meses. —contesta y con cuidado pasa sus brazos por los hombros de Bianca, abrazándola de nuevo, supongo que aunque no vaya a aceptarlo del todo, es él quien no quiere separarse.

Oímos el tercer llamado.

—Va siendo hora de irnos. ¿nadie se olvida de nada? —pregunta Ben mirando a cada uno de los chicos, estos ladean la cabeza casi al mismo tiempo. Hay una nueva ronda de abrazos y cuando ya se están todos encaminando a la fila de embarque, recuerdo que he dejado mi valija de mano en uno de los asientos y voy hacia ella, cuando regreso y me enfilo de nuevo detrás de Chiara percibo la inquietud y los nervios de esta. Joshué está a su costado, pero del otro lado de la barandilla, supongo que se quedará hasta que ella entre.

—¿Paso algo? — le pregunta casi en un susurro, los ojos marrones de ella se abran con sorpresa.

—¿Qu...que? Perdona, tengo la cabeza en cualquier lado. No me pasa nada.

No se me pasa desapercibido el gesto.

—¿Estás segura? Tienes cara a que te pasa algo. ¿Te has olvidado de algo?

—No descuida...es solo que...—se corta balbuceando.

—No me digas que vas extrañarme. Yo sé que muy en el fondo me quieres—comienza a molestarla con humor, eso no hace más que los ojos de Chiara se blanqueen con molestia, aunque no se retracta.

—Quizá muy, muy en el fondo no te odie tanto—contesta al cabo de unos instantes.

Ya adelante de nosotros solo quedan un par de personas, estamos por ser las siguientes y todos los demás ya deben de estar arriba del avión.

—Promete que vas a traerme algo—le pide—recuerda que dentro de tres semanas es mi cumpleaños, me lo debes.

—Siguiente— avisa el hombre encargado, y la señora que está delante de Chiara se acerca para mostrarle su pasaje y hacer todo ese breve papeleo.

—Creo que quizá tenga un mejor regalo...—veo como la rubia aprieta fuerte los puños de su mano. —adelantado.

—¿En serio? —Joshué esboza una sonrisa a su lado.

—Siguiente—dice otra vez el encargado.

Chiara toma una enorme bocanada de aire. Y casi sin creer lo que tengo delante, veo como se pone de puntillas de pie y le planta un beso corto en los labios.

Lo toma tan desprevenido que ni siquiera le da tiempo a cerrar los ojos, se le enrojecen las mejillas y se queda quieto muy desorientado. Ella se aleja rápidamente y aunque el intenta cazarla en el aire para impedírselo, falla en el intento.

—Nos vemos pronto— dice ella despidiéndose rápidamente y prácticamente vuela hacia el otro lado del mostrador.

—¡Chiara! — la llama todavía confundido.

Ella ha desaparecido.

Y yo tengo una sonrisa genuina pegada a la cara, lo miro sin disimulo y él vuelve a sonrojarse sin poder evitarlo.

—Yo sabía muy en el fondo que ella estaba enamorada de ti. —le digo, y eso solo hace que entre la sorpresa y a emoción, se le plasme aún más la sonrisa.

El objetivo de la noche de películas se cumple exitosamente al apenas poner un pie arriba del avión. No tomó por sorpresa darme cuenta que todos se habían quedado dormido al cabo de media hora, y mucho menos me sorprendí cuando al abrir nuevamente los ojos ya nos encontráramos aprontándonos para llegar a Manhattan.

Encontrar un taxi en un aeropuerto y en plena víspera navideña no fue una tarea sencilla, y mucho menos sabiendo que en realidad necesitaríamos de dos taxis para que cupiéramos todos. Afortunadamente, Rose y Sonia nos esperaban ansiosas de volver a vernos y ya se habían encargado de todo para cuando pisamos el aeropuerto. No pude evitar que mis ojos se humedecieran un poco cuando ella corrió a apretujarme en sus brazos y decirme cuanto me había extrañado. Aunque yo estaba segura que la había extrañado el doble.

Llegar al departamento con tanto tráfico tampoco fue una tarea fácil, pero por primera vez no tuve grandes ansias de llegar a casa; el hecho de disfrutar de las vistas, de volver a ver esos árboles pintados de escarcha, las decoraciones navideñas, el gran árbol de navidad decorado con guirnaldas, el ruido, los aromas, todo me resultó tan familiar que recién ahí caí en la cuenta de lo mucho que había extrañado a mi cuidad.

—Ya quiero ver cómo se las apañan ahora que son ocho para un único baño —Inquiere Elena que al subir las escaleras del departamento ya estaba afuera de la puerta esperándonos para recibirnos.

Ruedo los ojos riéndome mientras termina de desarmar mi primera maleta.

—Los Berlusconi no se van a quedar con nosotros, alquilaron un hotel—la pongo al tanto. —Solo querían venir conocer a Rose.

La puerta de mi habitación entreabierta nos deja ver con disimulo, por allí podemos observar fácilmente a los chicos recostados en el sillón mirando una película junto con Damian, mientras que Liz y Ben se mantienen en la cocina junto a mi tutora y a Sonia conversando, al final hicieron buenas migas, y eso no me toma por sorpresa porque Rosé se emocionó mucho cuando les dije que ellos vendrían de visita.

—Ya veo... otra que está contenta al parecer eres tú—musitó con una sonrisa traviesa—. Yo sabía que te traías algo entre manos con eso chico, era innegable, ¡está buenísimo!

—Elena...

—¿Ya se acostaron? —la sonrisa pícara se plasma en sus labios.

—¡Elena! —y esta vez mi reproche va a acompañado con una de mis prendas, le tiro lo que parece ser una de mis camisas a la cara, pero ella ni se inmuta, se continúa riendo.

—Lo que daría porque Fredd se enterara que ahora sales con Damian. Se moriría de los celos, pero se lo merece por ser un imbécil—refunfuña— me alegro de que te hayas encontrado a alguien mejor.

Voy a contestar que yo también me alegro de haber encontrado algo mejor, pero la voz de Rose llamándome desde la cocina nos interrumpe y esa es la perfecta excusa para huir de esta conversación.

Salgo de mi cuarto dejando a Elena sola con la tarea de ayudarme a desarmar las valijas. Y en la sala de estar ya no encuentro a nadie salvo un par de maletas y a un pequeño Luigi todavía concentrado en la peli al que prefiero no interrumpir.

—¿Y los demás? —le pregunto a mi tutora apenas llego a su lado. Son alrededor de las dos de la tarde y la encuentro entretenida preparando un aperitivo para la noche.

—Se acaban de ir para darse una ducha y refrescarse, dijeron que volverían dentro de unas horas—contesta—. Creo que Damian también se está dando una ducha. Cuando ya estén todos de vuelta vamos a cenar juntos y a celebrar la víspera de navidad. Me encanta que esta vez seamos más que solo nosotras tres.

—Tienes razón. Los Berlusconi son una familia fabulosa. —miro por el rabillo del ojo a Luigi. —Y ese niño es lo más amoroso que hay en el mundo.

—Hasta me dan ganas de quedármelo —bromea mirándolo también. —Me encantaría tener a otro pequeño en casa ¿no crees? hay una energía diferente cuando hay niños.

Asiento totalmente de acuerdo, los niños tienen ese no se qué que cambia la atmósfera de cualquier sitio, vuelve a una casa más energética y brillante de lo habitual.

—¿Qué va a pasar con Damian ahora? —cambio de tema porque no me aguanto más esa duda en la punta de la lengua.

—¿Qué quieres que pase, cariño? — dice sin dejar de cortar las verduras —Me comentaste que encontró a su familia. Sonia ya está encargándose de todo eso.

—¿Se va a ir?

Esta vez si levanta la vista para mirarme.

—Esa no es decisión nuestra. Ella no se lo quiso decir para no preocupado, pero Paul ha salido de la cárcel y ni siquiera le han puesto tobillera, es peligro que Damian pase mucho tiempo en Manhattan. Es detestable.

—A los Berlusconi les gustaría que volviéramos con ellos— le cuento.

—Me lo comentaron hace un rato. Me sorprende que quieran eso después de haberse enterado del engaño. Se ve que hicieron un buen trabajo —medio me felicita medio me lo reprocha, no sé de qué lado se equilibra más la balanza. Es obvio que Rose se iba a enterar de todo, a ella no se le escapa nada.

—No estoy segura de lo que quiero hacer.

—Ya te darás cuenta, a mí me encantaría que te quedaras conmigo como habíamos acordado desde un principio, pero yo tampoco puedo decidir por tu futuro. Ya eres una adulta, y sé que te eduqué lo suficientemente bien para que sepas tomar buenas decisiones, haz lo que creas mejor para ti— deja a un lado la cuchilla para acercarse a mí y plantarme un beso en la frente—Por cierto, ya te había mandado un mensaje, pero feliz cumpleaños atrasado, cariño. No me puedo creer que ya tengas veinte.

—Pero han sigo los mejores, no los cambiaría por nada— manifiesto, abrazándola.

—¿Ni por saber más sobre el paradero de tu familia? —cuestiona, la mantuve muy al pendiente de eso durante todos estos meses.

—Mi familia eres tú. Y eso es suficiente.

Vuelvo a abrazarla, me apretuja otra vez en sus brazos, me gustaría quedarnos de esta manera toda la tarde, pero un carraspeo nos interrumpe. Levanto la vista y percibo a Damian parado a un costado del marco de la puerta.

—No quise interrumpir —se disculpa apenado, Rose le hace un ademan de despreocupación.

—¿Quieres comer algo? Te veo muy delgado —le tiende un cuenco de frituras que tenía ya preparado sobre la mesada. Este ladea la cabeza y lo rechaza con educación.

—Comí bien en el avión, pero gracias. La verdad es que me gustaría salir a caminar un rato— me mira en un reflejo. ¿Es una invitación? Siento como unas mariposas se remueven en mi estómago.

Pero la advertencia de Rose me quita la sonrisa de los labios.

—No sé si sea la mejor idea de todos, podemos quedarnos a hacer maratón de películas navideñas—ofrezco.

Pero no es suficiente.

—Extraño el ruido de mi ciudad.

—Salgan, ya le pediré a Elena que termine de ayudarme—nos interrumpe Rose volviendo a su tarea de cocina. —Pero recuerda lo que te dije, Quinn.

Y el destello de advertencia no pasa desapercibido para mis oídos.

—Cuídense—pide, y veo en su mirada un destello de advertencia.

El oji-gris asiente con la cabeza y yo hago lo mismo. Me despido de Elena cuando paso por la puerta de mi cuarto y ella con muy poco disimulo levanta su pulgar con orgullo al darse cuenta que él me acompaña. La miro con los ojos entrecerrados, pero no le digo nada, estoy más concentrando pensando que quizá esta es mi primera cita verdadera con Damian.




Publico rápido y me voy a ver la peli de A través de mi ventana. 😁

Alguien ya la vio?

Opiniones ➡


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