Alone | Sero(kami)

By krbk_any

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«¿Vais a volver a dejarme solo?» ✨ Sero Hanta x Kaminari Denki. More

Alone

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By krbk_any

Kaminari Denki, el chico del que lleva años enamorado, está en la fiesta.

Bueno, era obvio que estaría allí porque él mismo fue quien le invitó, pero ahora que lo ve bailando en la pista no puede evitar sorprenderse. El rubio simplemente brilla, como si un foco estuviera sobre él constantemente para que Sero no se pierda ni un solo detalle. Está hermoso, nadie puede decir lo contrario.

La música suena muy alto, pero aún así teme que alguien pueda escuchar el latir emocionado de su corazón por encima de esta. Desde que se enamoró de Kaminari este ha sido un terror constante, pues ese curioso órgano parece querer salir siempre de su pecho para caer entre las torpes pero a la vez cuidadosas manos de su mejor amigo.

Está siendo un estúpido por no salir a bailar con el rubio. Lo sabe, y aún así decide que la mejor decisión será coger otra copa hasta que en algún momento de la noche, movido por la ebriedad y seguramente algún arranque extremadamente inusual de confianza, consiga acercarse aunque sea un poco a la pista, al chico que en ella baila como si nada más en la vida importara.

En cuanto ve la mesa de las bebidas, no tarda en servirse a sí mismo alguna mezcla extraña que se ganaría más de un grito de Bakugō acerca de la irresponsabilidad de sus actos. Le da igual, solo necesita acallar ese extraño dolor que en ocasiones envuelve su pecho y lo consume de dentro a fuera. Una llama eterna, eso parece habitar en su pecho desde hace algún tiempo y, para su desgracia, el fuego con alcohol no se extingue.

—Ey bro, ¿mala noche? —Escucha preguntar a una voz a su lado. No es complicado saber de quién se trata, ni siquiera cuando ya lleva bebidas más copas de las que le gustaría reconocer y su cabeza comienza a dar vueltas como una peonza.

—Está siendo una fiesta genial, Kiri, no te preocupes —Trata de tranquilizar al pelirrojo que ahora se ha situado a su lado con esa mirada entre preocupada y extrañada que desde hace unos meses siempre le dedica—. Solo necesito beber un poco, eso es todo.

Pero sabe que ese poco se convertirá en una resaca increíble al día siguiente; en unas quejas por parte de sus mejores amigos porque es incapaz de controlarse a la hora de beber. Ellos no lo entienden, desde hace meses beber es lo único que parece calmarlo todo.

Se excusa como cada noche a sí mismo, alegando que es solo un día y que mañana lo dejará. ¿Pero realmente es capaz de hacerlo? ¿O solo es una triste historia que se cuenta a sí mismo para no sentirse tan culpable cuando los ojos de Kirishima le dedican esa típica mirada?

—¿Sabes? Creo que Kaminari se va a aburrir bailando solo —Trata de convencerlo para hacer algo más Kirishima. Ambos saben que es inútil, está comprobado que cuando se trata del rubio se vuelve un completo cobarde—. ¿Por qué no le haces algo de compañía?

Vuelve a dedicarle una mirada al rubio, como si buscara una sola razón para atreverse a ir hacia él. Pero como siempre, Kaminari parece no necesitar de nadie para pasárselo en grande; baila, salta e incluso canta a todo pulmón, sin preocuparse ni un segundo por la gente que le rodea, por si hace el ridículo o molesta a alguien. Simplemente es él, y puede que ese sea el motivo principal que lo llevó a enamorarse de él.

—Yo creo que se lo está pasando muy bien —contesta sin entusiasmo, pero todavía sin apartar la vista del rubio que no deja de disfrutar de cada nota de la canción—. Además, estoy mejor aquí. Solo.

Si Kirishima ha entendido o no la invitación a irse, no lo demuestra. Solo se queda ahí, a su lado, en un silencio cómodo que busca evitar ese maldito sentimiento.

Soledad.

¿Hay algo peor que sentirte solo cuando estás rodeado de un montón de gente? La respuesta es no, pero desde hace meses ese es el único sentimiento que lo envuelve. Ni siquiera es consciente totalmente del por qué, al fin y al cabo tiene unos amigos maravillosos y el chico del que está enamorado se pasa los días pegado a su culo. ¿Entonces a qué viene ese maldito sentimiento? ¿Por qué se refugia en el maldito alcohol cuando su vida podría ser perfectamente un cuento de hadas?

Y mientras se come la cabeza pensando en eso, los ojos de Kaminari lo encuentran. Brillan ligeramente, casi como si buscaran otorgarle un poco de luz en ese pozo en el que siente que se ha sumergido. Y lo más sorprendente es que no se separan; mientras Denki salta y salta, sus ojos no lo abandonan.

¿Por qué sentirse solo cuando un chico como él lo está mirando? Entre todas las personas de la fiesta, ha decidido mirarlo a él; y una mirada suya solo puede ser sinónimo de una felicidad infinita.

Así que se levanta, decidido a por lo menos pasar unos segundos entre esa multitud de gente con él. Podría rozarle el pelo aparentemente sin querer, tomar su mano con la excusa de bailar juntos o acercar tanto sus bocas que no se distinga entre su respiración y la contraria. Puede hacerlo todo, pero no está seguro de que eso vaya a apagar la soledad.

—Ánimo, amigo. —Escucha susurrar en bajito a Kirishima, y no puede evitar sentirse increíblemente feliz por contar con un amigo como él.

En su corto camino hasta el rubio se encuentra con Mina y Bakugō también, los cuales pasan casi como una sombra a su lado. Pero lo siente; siente como la mano de Mina se aprieta en torno a la suya durante un momento, y como el hombro de Bakugō choca de manera suave contra el suyo en un gesto que solo él consideraría amistoso.

Y eso basta para generarle la confianza suficiente cuando llega frente a Kaminari, el cual le recibe con una amplia sonrisa y una mano extendida. Debe tomarla, oportunidades así no se presentan todos los días.

Cuando sus dedos rozan, siente algo que solo podría definir como eléctrico; como si ambos hubieran conectado irremediablemente y ahora, por mucho que quisieran, no pudieran soltarse jamás. Así que no lo hace, solo disfruta del sentir de los dedos de Kaminari rozando la callosa piel de sus manos —esa que se ha curtido a través de años de esfuerzo con la guitarra—, mientras se dedica a observar cada centímetro de su rostro.

Se siente como si hiciera demasiado tiempo que no lo ve, aunque llevan en la misma fiesta toda la noche y se vieron el día anterior para ir a las recreativas con los demás del grupo. Es un pensamiento extraño el que lo envuelve cuando se encuentran tan cerca, con sus ojos fijos en el otro y la sonrisa de su mejor amigo alumbrando cada rincón de su corazón.

No dicen nada durante aproximadamente diez minutos, en los que simplemente se dedican a observarse y seguir el ritmo. Sabe lo que quiere decirle su amigo, lo nota en su manera de morderse distraídamente el labio y en el pequeño tic de su ceja cada vez que empieza a abrir la boca para hablar. Es una conversación complicada, incómoda, pero en algún momento deben tenerla.

—Deberíamos hablar sobre... Bueno, ya sabes —dice tímidamente Kaminari, algo realmente inusual en él.

—Estoy bien, no hay por qué preocuparse.

Y de verdad no hay motivo para preocuparse. Es consciente de que la bebida está llegando al punto de ser un problema, lo sabe, pero no necesita que todo el mundo se lo recuerde. Ahora mismo es su refugio, y por algún extraño motivo es lo único que lo mantiene lo suficientemente cuerdo como para no acabar con absolutamente todo.

—Me preocupas —contesta con delicadeza su amigo, buscando desesperadamente algo en su mirada.

Pero sabe que en ella no va a encontrar nada, hace demasiado tiempo que su mirada se oscureció y se volvió un muro infranqueable. Ni un solo sentimiento saldrá de sus ojos, porque si los deja salir sabe que se derrumbará.

—De verdad, estoy bien. Solo me divierto bebiendo, eso es todo. —Otra mentira, ya casi es capaz de decirlas sin sentir la más mínima culpa.

—Hay otras maneras de divertirse, Sero. —La falta del apodo demuestra que está hablando totalmente en serio, que quiere su total atención. Así que se decide a hacer lo de siempre, mentir.

—Está bien, a partir de mañana dejaré de beber.

La enorme sonrisa que ilumina de golpe el rostro contrario y el casto beso que se deposita en su mejilla casi lo hace sentir culpable por mentir. Casi.

La alegría parece volver a reinar en el alma de Kaminari, como si le hubieran dado la mejor de las noticias. Puede que dejar de beber merezca la pena, siempre y cuando su amigo muestre ese increíble comportamiento cuando estén juntos.

—¿Sabes, Han-chan? —suelta emocionado un animado Kaminari—. ¡No pensé que pudiera convencerte! Pero todos insistieron en que solo me harías caso a mí, y me alegra que tuvieran razón.

Culpabilidad.

—Siempre te hago caso —contesta todavía bailando, buscando acallar el sentimiento tan horrible que lo invade.

—Tengo suerte. —Su voz casi se pierde entre la música, pero consigue escuchar lo siguiente—. No podría aguantar que te pasara algo, en serio.

—Yo tampoco aguantaría que te pasara algo a ti —susurra acercándose al rubio—. No puedes abandonarme, Kami. No puedo vivir sin ti.

Todo se vuelve borroso en ese momento y, por un segundo, le parece escuchar algo muy agudo y un llanto. Puede que a alguien le hayan roto el corazón en la fiesta, o puede que simplemente lo haya imaginado.

—Sí puedes, y lo harás.

Las palabras de Kami suenan cada vez más bajas, sus oídos parecen pitar demasiado fuerte y sus traicioneros ojos se llenan de lágrimas antes incluso de escuchar la siguiente frase. Pero extrañamente ya sabe lo que vendrá después, sabe exactamente lo que Kaminari va a decir.

—Te amo, Han-chan.

Silencio.

Por unos segundos todo lo que hay es silencio, hasta que una voz vuelve a sonar. Ya no hay nadie en la casa, todos los invitados se han ido y solo queda él.

Solo.

De nuevo está completamente solo en esa casa que cada día le parece más grande, más malditamente innecesaria para él. No quiere seguir ahí, no mientras todo le recuerde a ellos.

La puerta de su hogar se abre de golpe, dando paso a una sonrojada y acalorada Momo Yaoyorozu. Las lágrimas todavía caen descontroladas por su rostro pero cuando lo ve, todo se reduce a correr hacia él.

No tarda en sentir sus brazos a su alrededor, acariciando su cabello y llorando contra su hombro desconsolada. Otra vez, ¿cuántas veces en los últimos meses había hecho llorar a Momo? ¿Cuántas había estado tan cerca de morir por una sobredosis?

—Lo siento, lo siento —se disculpa Momo entre sus brazos. No puede hacer más por calmarla que acariciar su espalda, demostrarle que todavía sigue vivo y consciente—. No quería llorar, pero tenía mucho miedo. Sero, ya los perdimos a ellos. Por favor, no te vayas tú también.

Y el alcohol y las drogas ya no son capaces de callar la voz interior que lo lleva angustiando desde aquel día.

«Están muertos. Todos ellos están muertos.»

Así que se suelta del abrazo de Momo durante un segundo y, con los ojos todavía inyectados en sangre, susurra.

—Te amo, Han-chan.

Nunca una declaración de amor le había dejado un sabor de boca tan amargo como esa. Porque no le había dado tiempo a decirle que él también lo amaba, no había sido capaz de salvarle ni de cuidar de él como merecía. Lo había perdido, y no solo a él.

—Por favor Sero, tienes que parar —suplica todavía Momo con la voz entrecortada y la respiración cada vez más acelerada—. Vas a acabar muerto...

A lo mejor eso mismo es lo que lleva buscando cada día desde hace cinco largos meses. Puede que la solución a sus problemas no fuera el alcohol para olvidar lo sucedido, ni las drogas para imaginar que sus amigos todavía estaban a su lado; puede que todo lo que necesita sea simplemente acabar con su miserable vida de una maldita vez. ¿Por qué él debe seguir viviendo cuando sus amigos lo han abandonado tan egoístamente?

Todavía nota el efecto de las drogas en su organismo, pues por el rabillo del ojo la imagen de sus cuatro amigos con rostro preocupado lo atormenta. Sabe que no es real, ya no pueden preocuparse por él ni juzgarle por sus actos, pero los estupefacientes en su torrente sanguíneo le hacen imaginar que esa es la realidad; que esa habría sido su reacción si todavía siguieran vivos.

—Ojalá tuvieras razón —suelta casi sin pensar, todavía atento a todo a su alrededor. Porque teme, o más bien le aterra, que si se despista por un segundo sus imágenes vayan a desaparecer de nuevo.

«¿Vais a volver a dejarme solo?»

Por un temible segundo, su mente viaja de nuevo al día que los perdió. Recuerda la sangre cubriendo la acera; los gritos y llantos incontrolables al descubrir los cuerpos sin vida de sus amigos; la sonrisa todavía brillando en el rostro sin vida de Mina; las manos ensangrentadas de Kirishima y Bakugō entrelazadas en medio del caos; sus últimas palabras.

—Si vamos a morir, al menos que sea de una manera varonil.

—Cállate pelos de mierda, no vamos a morir.

—¡Claro que no! Cuando acabemos la misión, vayamos todos juntos a comer ramen. ¡Yo invito!

¿Cómo habían acabado así, tirados llenos de sangre en medio de la calle, cuando sonaban segundos antes tan llenos de confianza?

Y lo recuerda sobre todo a él. En medio de ese caos de muerte, su mente y sus ojos solo podían centrarse en él. Lo buscó desesperadamente, alejando por un segundo el dolor de la pérdida de sus mejores amigos para centrarse en él. Porque tenía que estar vivo, no había ninguna duda, la puta liga no podía haber acabado con Kaminari.

Entonces vio el brillo dorado de su cabello, como si ese maldito foco de luz se centrara solo en iluminarlo. Y por un solo segundo, un doloroso y eterno segundo, creyó que todo iría bien. No estaba solo para afrontar el dolor de la pérdida, no estaba solo para seguir viviendo.

O a lo mejor sí lo estaba.

Podría jurar que el mundo se detuvo en ese mismo instante; en el momento exacto en el que sus manos comenzaron a teñirse de rojo al abrazar el cuerpo de su mejor amigo. Todavía respiraba muy pausadamente, como si estuviera luchando por tomar una bocanada más de aire. Solo una más.

Sus ojos se cruzaron con cariño, aunque no recuerda exactamente el rostro de Kaminari en ese momento debido a las lágrimas. No recuerda tampoco haber respirado ni una vez desde que encontró a Kaminari hasta que lo perdió; tampoco recuerda haber podido pensar en algo que no fuera “por favor, quédate”.

—Aguanta Kami, ahora llega la ayuda —recuerda haberle susurrado a su mejor amigo. Porque en ese momento, estaba seguro de que la ayuda llegaría a tiempo.

Soñaba con poder decirle en el futuro que lo amaba; soñaba con que todo había sido una maldita broma del destino; soñaba con que podrían superar todo ese horror juntos; soñaba con muchas cosas, pero todas eran falsas.

Los labios de Kaminari se abrieron por la que sería la última vez en su vida, tan despacio como si estuviera saboreando cada palabra. Todavía nota su caliente aliento contra su piel al acercar su oreja contra su boca, buscando escuchar el pequeño susurro que salió aquel día de sus labios.

—Te amo, Han-chan.

Y sólo esas palabras bastaron para dejarle claro que esa era la última vez. No volvería a escuchar su risa descontrolada tras cualquier comentario gracioso; no volvería a encontrar su rostro entre la multitud; no volvería a oír esas dulces palabras. Su corazón se había detenido para siempre, y ya no había nada ni nadie que pudiera cambiar su destino.

Un grito desgarrador abandonó su garganta, bañado en el dolor y desesperación que lo invadían. Los había perdido para siempre, los había perdido a todos. A sus compañeros de vida, a sus mejores amigos, a las únicas personas que lo entendían. Ya no había consuelo, y todavía no lo hay.

—¿Sero? —pregunta asustada Momo por su silencio.

Entonces se gira hacia la imagen de sus cuatro amigos, todavía con sus rostros preocupados. Puede que sean solo producto de las drogas, pero cree que al menos se merecen la verdad. Solo una última vez.

—Lo siento, Kami, Bakugō, Kirishima, Mina... —se disculpa con el corazón en la mano y las lágrimas decorando sus ojos—. No puedo dejarlo.

Todos entienden el mensaje. No puede abandonar la bebida ni las drogas, porque son las únicas que le permiten volver a verlos; no puede pasar otra vez por la pérdida de sus amigos, así que ahora solo le queda eso.

Seguirá hiriendo a Momo, haciendo que se preocupe y suplique por su salud, seguirá buscando consuelo en el Vodka y la coca, y seguirá matándose lentamente hasta el día en que vuelva a estar con ellos. Porque está solo, y ya le da igual su destino.

⚡⚡

2906 palabras.
✨ Publicado el: 19/02/2023.

💫 N/a: ¡Hola a todos! Hacía muchísimo que no me pasaba con algo nuevo para publicar y estoy emocionadísima por volver con un pequeño OS. No recuerdo exactamente cuando surgió la idea, pero hoy por fin lo he terminado y estoy muy orgullosa de que tras el largo bloqueo en el que he estado haya podido escribir algo.

Solo espero que os guste un montón y lo disfrutéis tanto como yo disfruté el escribirlo y publicarlo❤️



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