Diana había conseguido coger una almohada y una manta para poder dormir por la noche. Las cosas estaban empezando a normalizarse, en lo que cabe estar atrapado en un aeropuerto. Había gente que se ofrecía a trabajar en puestos de comida para poder pasar el rato. Otros estaban montando clubs de lectura con los libros que se podían vender en las tiendas o en los que se compraban online para el ebook. Incluso había gente había decido hacer circuitos para hacer ejercicio.
En uno de las puertas de embarque había esterillas para hacer yoga con monitores incluidos. También había zumba y aerobic. Por el aeropuerto, se habían montado tres carriles, los de ida corriendo y los de vuelta y el último para aquellos que pasearan para ir a las tiendas y demás. Era como si todo el mundo hubiera pasado del estado de ira al de aceptación en cuestión de pocos días.
Diana estaba haciendo rutina lo de ir a los vestuarios a ducharse, cambiarse y desayunar Bruce. Con el cual conversaba sobre diversos temas. Hablaban sobre películas que habían visto, momentos graciosos de cuando iban al colegio, hablaban de mitología tema del que Diana sabía bastante, se decía que su familia estaba relacionada con los dioses griegos. Hablaban de sus trabajos y de lo que hacían, de como Diana trabajaba en un museo y como era que ambos habían acabado en ese aeropuerto.
Ese día no era distinto, Diana iba de camino hacia los vestuarios cuando vio que Bruce iba corriendo por uno de los carriles de deporte del aeropuerto. Vestía unos pantalones de chándal oscuros, unas deportivas con el símbolo de Adidas y una camiseta oscura ceñida que dejaba poco que imaginar sobre qué habría debajo de ella, parecía como si se moviera un poco en ella se rompería. Los músculos que se le notaban bajo la camiseta parecía haber esculpidos por el mismo Michelangelo. Se paró en seco al ver a Diana y salió del carril para no molestar a los demás.
— Buenos días — Saludó Bruce con una sonrisa en los labios. Una de las muchas que ya le había brindado a Prince.
— Haciendo ejercicio por lo que veo — Comentó Diana observando el atuendo del multimillonario que tenía delante.
— Sí, que sea Navidad no significa que deje mi rutina. — Pasó su mano por el cabello oscuro, haciendo que las gotas de sudor se le quedaran en la mano —. ¿Te apetecería acompañarme?
Bruce estaba deseoso de que Diana dijera que sí, le encantaba su compañía, sus desayunos en el Starbucks, hablando de cualquier cosa. Era como si todo lo que dijera con ella fuera comprendido, cosa que anteriormente no siempre le pasaba. Esperaba que ella dijera que sí y que le acompañase para poder pasar más tiempo juntos.
— Sí, — Aceptó Diana con una sonrisa y asintiendo con la cabeza —. Deja que me cambie ¿y quedamos en el Starbucks para empezar?
Bruce celebró mentalmente que ella hubiera dicho que sí a su pregunta. No es que hubiera un montón de cosas que hacer juntos en ese lugar por lo que si ella se animaba a hacer ejercicio lo mismo se volvería una rutina mientras que estuvieran allí.
— Por supuesto — Contestó Bruce. Diana sonrió y se fue camino hacia los vestuarios para cambiarse por algo más adecuado para poder hacer ejercicio.
Bruce caminó hacia el Starbucks para esperarla, mirando los mensajes que tenía en su teléfono y lo que estaba pasando en el mundo mientras ellos estaban encerrados en el aeropuerto de New York.
Al poco Diana apareció en su campo de visión, había dejado sus cosas en la taquilla del vestuario para que no la molestaran al hacer ejercicio. Llevaba unas mayas cómodas y unas deportivas además de una camiseta de tirantes blanca que ponía "JUST DO IT" en letras grises. Llevaba una coleta alta para sujetarle el pelo. Bruce pensó que cada día que la veía más bella y preciosa le parecía. Siempre le había parecido hermosa pero según pasaba más tiempo a su alrededor más se lo parecía.
— ¿Listo? — Preguntó Prince haciendo que Bruce saliera de sus pensamientos y asintiera.
Empezaron a correr por el carril que les tocaba, veían a gente que incluso echaban carreras para ver quién era el más rápido. Observaron como pasaron el lugar del club de lectura y la zona de ejercicio en la que sonaba Watch me (Whip / Nae Nae) de Silentó la cual bailaban varias personas con un monitor enseñando los pasos de baile.
— Esa canción me hace volver al 2015. — Comentó Diana según pasaban la zona —. Mi hermana y yo solíamos bailarla para nuestra prima pequeña Artemis.
— Mi hijo, también la solía bailar con unos seis años — Sonrió al recordar como el pequeño Wayne bailaba esa canción mientras bajaba las escaleras de la mansión Wayne.
— ¿Qué edad tiene tu hijo ahora? — Preguntó Diana mientras corrían, queriendo saber más acerca de la vida de Bruce y de como era.
— Doce, éramos muy jóvenes cuando Damian nació, no estaba planeado y no era nuestra primera opción tenerlo pero Ra's nos convenció, supongo — Contestó Bruce acordándose de como era su vida antes de que Damian naciera y entrase en las vidas de Talia y Bruce.
— A mí me gustaría en algún momento tener hijos de hecho, cuando estaba con Steve a menudo hablábamos sobre nuestro futuro, pero no funcionó como ves — Comentó Diana, hacía mucho que no sabía sobre Steve Trevor, pero tampoco le preocupaba demasiado, sus vidas estaban separadas. Las últimas veces que se vieron no fueron incómodos momentos pero tampoco tenían mucho en común ya.
— La vida es incierta, un día puedes estar haciendo planes sobre cómo será tu futuro con otra persona y al siguiente te distancias y ya no es como era — Respondió Bruce, era lo que le había pasado con Selina. Al principio todo era maravilloso pero poco a poco dejaron de estar como estaban y cambiaron, se distanciaron. Eran dos extraños en una relación.
— Y qué lo digas, un día estás planeando volver a casa y al siguiente te encuentras encerrada en un aeropuerto — Bromeó Diana haciendo que Bruce se riera mientras corrían por el carril.
Pasaron por unos grandes ventanales y observaron como había gente intentando limpiar la nieve, cosas que solía ser en vano ya que al anochecer volvía a nevar. Bruce se fijó en que Hal estaba limpiando la nieve con una pala.
— ¿Ves a ese de ahí? ¿El de las gafas de aviador, la pala, el cabello castaño y la chaqueta? — Preguntó Bruce señalando con el dedo a su amigo —. Ese de ahí es mi piloto, o al menos el piloto jefe que suele volar mi jet. Le conozco desde que teníamos cinco años.
— Vaya, parece que tienes un montón de amigos — Comentó Diana, acordándose de alguna de las anécdotas que le había contado Bruce en sus desayunos.
— No te creas que son tantos... La mayoría los conozco de cuando era pequeño o compañeros de colegio con los que he mantenido el contacto... Pero según te haces mayor y sales de esa burbuja donde todos tus amigos son iguales que tú, ya sabes ricos, colegios privados y demás la gente que conoces suele querer tu dinero — Explicó Bruce, no era lo mismo ahora que era adulto. La gente que conocía o bien era por negocios en una gala, o una fiesta cara de algún amigo o si no la mayoría lo único que querían era su dinero.
— Lo siento, eso debe de ser molesto para ti y para tu familia.
— Háblame de la tuya, ¿Cómo es? — Preguntó el magnate y playboy, poco sabía de la familia de ella salvo que se decía que descendían de las Amazonas.
— Bueno pues... estamos yo, mi hermano Donna que es algo menor que yo, mi madre Hipólita... Mi prima Artemis que es más pequeña que mi hermana y yo... Mi otra prima pequeña Cassie y ya... Nunca conocía a mi padre. — Respondió Diana haciendo memoria de lo que su madre le había contado acerca de su padre —. Se llamaba Zeus, o eso es lo que mi madre cuenta. Tenía el pelo negro, era grande y corpulento según lo que dice mi madre, cuando mi padre entraba en la habitación imponía un respeto impresionante. Tenía los ojos de un azul oscuro.
— Siento que no lo conocieras a tu padre.
— No te preocupes por eso — Sonrió Diana al magnate que tenía al lado.
Pararon de correr al poco para poder desayunar en su habitual Starbucks. Bruce pidió un Frapuccino de caramelo y un sándwich de huevo. Mientras que Diana pidió un chocolate y donut. Se sentaron en su mesa de siempre con sus bandejas.
— Veo que estás leyendo el Señor de los Anillos — Comentó mientras bebía de su café el jefe de Wayne Enterprise, que se acordó de que el primer día que desayunaron juntos y que ella estaba leyendo su libro.
— Sí, vi las películas primero y me encantaron, el libro está muy interesante — Contestó Diana. Donna le había introducido las películas hacía poco y tanto le gustaron que se compró los libros en cuanto pudo.
— Están genial las películas y la historia en si muy entretenida — Añadió Bruce a lo que estaba diciendo Diana. Comiendo parte de su sándwich.
— Oí que estaban haciendo una serie, o que querían hacerla.
— Lo leí en alguna parte, pero habrá que esperar a ver que tal es. Dudo que sea tan buena pero ¿quién sabe? lo mismo nos sorprende — Dijo Bruce. Aunque fuera difícil superar lo que Peter Jackson había hecho ¿quién sabe lo que podría ser de la nueva serie?
— Debo marcharme a cambiarme — Se despidió Diana al terminar de comer el desayuno, lista para volver a pasar un día más deambulando por el aeropuerto.
Bruce se despidió y marchó de vuelta la puerta de embarque por la cual salía y entraba todos los días, para poder irse a duchar en el interior de su jet. Bruce caminó por el camino que había sido nuevamente excavado tras la tormenta de la noche anterior. Por el día hacía sol y la nieve empezaba derretirse, pero al poco cuando la noche llegaba el agua que se había desprendido de la nieve se congelaba. Haciendo que fuera cada vez más difícil apartar lo nevado ya que se mantenía congelada durante el día.
Llegó al hangar y entró en su jet y se duchó, quitándose la ropa sudada que llevaba. Se vistió nuevamente con unos vaqueros, una camiseta de manga larga y un jersey. Ya vestido se sentó en uno de los sillones del avión con el teléfono en mano llamó a su mayordomo Alfred.
— ¡Padre! — Exclamó el pequeño Wayne al ver a su padre en la pantalla de la video llamada. Llevaba puesto un jersey Navideño de colores rojos y verdes. Supuso que Alfred había intentado mantener las tradiciones y que tocaba día de jerséis navideños y galletas de jengibre.
— Hola Damian. ¿Cómo te encuentras? ¿Habéis hecho muchas galletas? — Preguntó el magnate a su hijo que estaba cubierto de harina por todas partes.
— Bien, esperando a que vuelvas, te hemos dejado galletas — Contestó mostrando en pantalla las galletas con forma de muñeco.
— No sé cuando volveré pero espero que pronto — Bruce sonrió intentando que Damian no se sintiera abandonado.
Continuaron hablando por varios minutos más, y Alfred se unió a la conversación también. Hablando de las películas que verían al día siguiente en la zona de cine de la Mansión Wayne. Una lista de películas Navideñas como Love Actually, Solo en Casa 1 y 2 y demás películas típicas de las fechas.
🎅
Diana había terminado de ducharse, cambiarse y había estado hablando con diferentes personas por toda la mañana. Había conocido a varias personas que estaban en su misma situación, atrapadas en el aeropuerto de Nueva York.
Empezaba a ser la hora de la comida, la luz entraba por las ventanas del edificio indicando que el Sol empezaría a ponerse en varias horas. Diana tiraba de su maleta por el carril de caminar del aeropuerto cuando encontró un restaurante. Los platos que vio que servían hicieron que se le hiciera la boca agua.
Se sentó en una de las mesas y una camarera le mostró la carta que tenían mientras que observaba lo que comía vio como alguien se acercaba.
— ¿Está este asiento ocupado? — Preguntó la persona que se había acercado.
Diana pensando que se trataba de alguien que necesitaba una silla para sentarse con amigos por lo que sintió con la cabeza y siguió observando el menú. La persona se sentó con una carta en la mano.
— ¿Ya sabes lo que vas a pedir? — Inquirió Bruce dejando la carta en la mesa. Diana dejó la suya y observó a Bruce.
— ¿Qué haces tú aquí?
— Atrapado sin poder volver a mi casa — Respondió el magnate y playboy. Diana sonrió ante la respuesta.
— Voy a pedir una de esas hamburguesas que he visto — Diana contestó a la anterior pregunta.
Empezaron a hablar animadamente sobre cualquier tema que se les venía a la mente nunca se quedaban sin cosas de las que conversar. La camarera les interrumpió y ambos pidieron lo que querían y siguieron a lo suyo.
— Es que no lo entiendo ¿por qué fastidiar el final de Juego de Tronos con lo bien que estaba toda la serie? — Comentó Bruce con cierta indignación, poco le gustó el final que habían hecho en la serie.
— No lo sé, nunca lo comprenderé — Negó Diana con la cabeza, concordando con la opinión de Bruce.
— Un postre para la pareja — Dijo la camarera con una sonrisa de oreja a oreja.
Diana se puso colorada ante la suposición de la camarera. En cambio Bruce sonrió y tomó la mano de Diana en las suyas. Se inclinó y besó las manos de Diana con delicadeza.
— Volvíamos de la Luna de Miel y esto nos ha pasado — Se lamentó el magnate. La camarera les sonrió y se marchó. En cuanto estuvo fuera del campo de visión Bruce se echó a reír, contagiando la risa a Diana.
A Bruce le pareció que la risa de Diana era lo más maravilloso que había escuchado en toda su vida. Era un deleite para sus oídos. Era lo mejor que había escuchado, era como el canto celestial de un ángel. Y esperó que pudiera escuchar esa risa por el resto de su vida.
***
Hola a todxs!! Queda un día menos para Navidad, no queda nada! Espero que les esté gustando esta historia Navideña.
RocketHg