Negociando con el Corazón ||...

By quivaresc

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Gael, un joven Omega con una personalidad volátil, es contratado para trabajar en la empresa de uno de los cl... More

La entrevista
Una cuestión de biología
Divinos pensamientos
El arquero, la presa
Pasando del miedo al pánico
Un paso a la vez
Dudas
Comienzos
La manzana de la tentación
Convivencia
Zona de confort
Los secretos de Ismael
Minaccia
La palabra con P
En otra vida
Deseo
Rescatando a un renegado
Propiedad del Rey
La familia de Gael
Mira lo que me hiciste hacer
Cosas de pareja
Perversión
Un consejo
Paz
En la intimidad
Estado de gracia
✨¡SEGUNDA PARTE!✨

Primer contacto

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By quivaresc

Día 13: Supresores.

Nota: Recién me doy cuenta que me pasé el día de los supresores, pero aquí lo traigo. Jaja, estoy bien mongola.

▬▬▬▬▬ஜ۩۞۩ஜ▬▬▬▬▬▬

Gael se cubría la cara con pena. Estaba en el sofá, descalzo y asustado. Eran más de las once de la noche, hacía una hora había ocurrido el pequeño incidente con Ismael.

—Gael, ¿puedes venir?— llamó Jerald.

El pelirrojo caminó por el pequeño pasillo hasta detenerse en la puerta de la habitación de Ismael. Junto a él estaba Jerald, los dos miraban al rubio siendo atendido por el enfermero que normalmente le daba sus dosis del tratamiento.

—¿Cómo está?— preguntó Gael apretando sus manos.

—Está bien— respondió relajado. —. Cuando llamaste pensé que había sido por algo malísimo... ¿Me repites que fue lo que pasó?

El pelirrojo solo podía ver cómo encima de la cama, estaba Ismael conversando con el enfermero. Recordando, lo que había ocurrido recién...

Ismael estaba en brazos de Gael, no sabía lo relajante que podían ser las feromonas de un omega. La lavanda le sacaba el estrés reciente. No podía abrir los ojos, ni siquiera se sentía con las ganas necesarias como para hacer algo coordinado. Sentir las manos de Gael recorriendo su rostro era todo lo que le importaba en el momento, mientras estaba recostado sobre sus piernas. Todo pretendía ser solamente para ayudar al rubio y que Gael pudiera regresar el favor de cuidarlo como había estado haciendo durante el fin de semana.

En algún momento, Gael posó sus ojos sobre el cuello de su camiseta. Deslizó sus dedos hasta llegar ahí. Sentía curiosidad. Su mano pasó más allá de la tela, su piel se sentía húmeda y cálida. Poder sentir sus músculos lo hizo morderse el labio inferior. Hacía caricias, que en Ismael provocaban que su respiración se acelerara un poco, en medio de su trance no podía reaccionar como normalmente lo haría ante tales gestos. 

En los pensamientos de Gael, dejó de tomar importancia el querer mantener relajado a Ismael. Aparecían los recuerdos de aquellas dos veces en que el rubio le había puesto en situaciones comprometedoras. Sintió como la cara le ardía.

—Gael— el pelirrojo cerró los ojos con miedo. —... Vamos a la habitación...— Gael sacó su mano y se aclaró la garganta.

—Perdón— susurró.

El dulce chocolate se empezó a sentir en el momento que Gael cerraba la puerta. Encaró a Ismael y se topó con esa mirada roja resplandeciente. El rubio se veía sonrojado. Gael bajó la cabeza al sentirse acorralado. Puso en práctica sus ejercicios para controlar su respiración, quiso apartar a Ismael de su paso. Pero este le puso una mano en el mentón. Levantó su rostro, Gael se veía asustado. Ismael, enternecido, le regaló una sonrisa ladeada para luego darle un beso.

El pelirrojo cerró los ojos, sentía las manos del otro recorrer su pecho encima de su ropa. Llegó a sus hombros, descendió por sus brazos y se sujetó de sus manos con fuerza. Logró ponerlas contra el portal, Ismael dejó sus labios para ver al chico jadeando por más. Era obvio que ya no pudo resistir más el aliento. Lo tomó en sus brazos y lo llevó hasta su habitación, cerró la puerta mientras se volvían a besar. Gael se sostenía de sus piernas al rodear la cintura del rubio. Terminaron por caer en la cama.

Estaban abrazándose uno arriba del otro, sin querer dejar de besarse. Pasaban sus manos más allá de la tela. Ismael se quitó la camiseta. Cosa que bastó para provocar al menor a quedarse arriba de sus caderas, manoseando su piel. Palpando esos músculos con deseo. Ismael se detuvo al cubrirse la cara, se sentía ahogado por su propia temperatura. Hubiera querido continuar con el joven, pero un malestar repentino hizo que su dulce esencia pasara a tierra mojada.

Gael se repugnó al instante.

—¿Qué pasó?— se tapó la nariz. Seguía encima del otro. —¿Isma?— el rubio se veía muy cansado.

—No me siento bien, Gael...

El nombrado se restregó la cara para terminar de sacarse la sensación de hace rato.

—Vamos al baño, tal vez un poco de agua fría te ayude— se hizo a un lado y tomó sus manos para ayudarlo a sentarse.

—Despacio— pidió apretando los ojos. —. La cabeza me duele, ah...

Gael quiso ponerlo de pie, pero ni él consiguió ponerse así mismo de esa manera. Ismael otra vez se había puesto sobre su cuerpo, Gael quedó boca arriba, sintiéndose preocupado por él. Olía a chocolate, solo que con menos intensidad. Algo le decía que eso no era normal.

Se sacudía molesto para poder sacárselo de encima. El rubio se agachó a besarle el cuello, Gael puso sus manos en su pecho para empujarlo.

—¡Me estás asustando, Ismael! ¡Detente!— no podía apartarlo.

—¿No era esto lo que hace rato querías?— murmuró sobre su piel. Le abrió la camisa, dejando al descubierto su torso. —Siempre quise hacer esto— se pasaba la lengua por sus colmillos.

—¿De que hablas?— Gael ahora sonaba preocupado.

—Quiero que seas mío— sonaba imponente.

—¡Basta, basta!— el menor se sacudía con mayor fuerza, quería safarse de allí. Ismael se empezó a acercar a su cuello. —¡Ismael, basta!

El mayor no prosiguió, Gael se fatigó por la tierra mojada que esté despedía. Cayó rendido por segunda vez, ahora encima del joven omega.

—¡No sé que tengo!— decía Ismael asustado. Gael se lo sacó de encima por fin, se alejó de la cama. —... Ayúdame...— el menor se lo pensó un poco, repasando lo que había visto en el departamento.

—Te daré un supresor— sugirió acercándose al baño. —. Te ayudará a estabilizarte.

—Gael, no...

—Hazme caso, estarás bien.

...

—Señor Sorní— la voz del trabajador le llamó la atención. Los tres caminaron hasta la sala. —, Ismael estará bien.

—¿No se va a morir, verdad?— sus contrarios se rieron. Gael se sentía avergonzado. —¿Qué fue lo que pasó?

—Por el tratamiento, Ismael va a estar experimentando alteraciones en su ciclo, cosa que es normal— decía el uniformado de vino tinto. —. Su excitación fue a causa de sus feromonas, según me contó Ismael — Gael no podía ni mirar a Jerald, se quedó con la cabeza gacha. —. Como su organismo todavía se está adaptando al tratamiento, es normal que se disparen sus hormonas con la más mínima estimulación— el pelirrojo se sintió calmado al saber el motivo. —. Por ejemplo, utilizar feromonas de omega— Gael lo miraba como si se quisiera morir. —. Para la próxima, procure no darle Supresores, por favor.

—Pero se supone que son para estabilizar las hormonas, ¿no?— Gael se cruzó de brazos.

—Sí, pero en el caso de Ismael es necesario que estas afloren naturalmente. Darle un supresor  o utilizar feromonas de omega sería echar para atrás todo su avance... ¿Él no se lo dijo?— Gael negó con la cabeza.

—¿Qué puedo hacer en caso de qué esto se repita?

—Recomendaría no hacer nada que pueda comprometer su salud al punto de desmayarlo— dijo en tono de regaño. Después suspiró. —... Nada de supresores, empezando por allí, muchísimo menos vayas a usar feromonas— Gael asintió. —. Para la temperatura recomiendo mucha agua fría y no quitarle los ojos de encima.

—Okey, lo haré— el enfermero miró a Jerald preocupado.

—¿Lo va a dejar a cargo del chico?— Jerald asintió.

—Estoy seguro de qué no se repetirá, ¿cierto Gael?— esa voz era amenazante. Gael solo asintió.

—Bueno caballeros, si me disculpan, tengo una guardia que finalizar— salió del departamento.

Jerald se aproximó a la puerta, Gael lo detuvo antes de irse.

—Jerald, creo que es mejor sí tú lo cuidas y yo me retiro a mi casa— este le mostró una sonrisita. —. Casi mato a Ismael, Jerald.

—Wow, relájate, no es la primera vez que le pasa algo como esto a mí hermano— ahora estaba calmado. —. Normalmente, soy yo el que lo desmaya— se rieron. —. Creo que es mejor que vivan esto juntos... Digo, ya qué ustedes están— Gael lo miraba atento, esperando que terminara de hablar. —... Solo quédate, estarán bien.

Gael suspiró.

—Okey...— hizo un puchero.

—Llámame si necesitas algo, buenas noches— se fue.

Gael se quedó allí parado por un momento más. Tratando de sacar fuerzas para poder irse con Ismael. Con su mano mordida sobre el pecho, empezó a apagar las luces del departamento para llegar a la puerta de la habitación por última vez esa noche.

Apagó la luz apenas cerró el portal. Solo estaba encendida la lámpara de la mesa de noche del lado de Ismael. El pelirrojo se acercó a la cama. Se acostó un poco incómodo, no se hallaba sin almohadas. Le dio la espalda al rubio y se acomodó en posición fetal. No tardó mucho en sentir como aquel par de brazos fornidos lo sujetaron con fuerza.

Gael no decía nada.

—Oye, estaré bien...— murmuró en su oído para besar su mejilla.

—¿Y si te hubiera matado?— Ismael se rió.

—Estás exagerando— apretó al chico.

—Ahora tengo que quedarme a cuidarte— se quejó. Ismael se sonrió.

—A este paso será mejor que te mudes conmigo, ¿no crees?

Gael se acomodó mejor entre sus brazos, se puso contra su pecho. Ismael le besó la cabeza al tenerlo tan cerca suyo.

—Lo siento, no era mi intención...

—Sh— Ismael enredó sus dedos en sus cabellos finos, cerró los ojos para disponerse a descansar. —... ¿Esto cuenta como una venganza por lo de Walter?— se empezaron a reír por eso. Cuando sintieron el silencio, Ismael volvió a hacerle esa propuesta a Gael. —... Ven a vivir conmigo, por favor...

Gael lo miró a los ojos. Hizo una sonrisa pequeña en sus labios.

—Lo voy a pensar.

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