¿Eres Famoso?

By Ale_Lires

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A veces las personas se encuentran porque se necesitan entre si. Imagínate conocer a un chico encantador y pa... More

Inicio
1.- Félix del Valle
2.- ¿Conoces Acapulco?
3.-Fue mi culpa
4.- ¿Quieres acompañarme?
5.- ¿Por qué no me lo dijiste?
6.- ¿Qué manera de disculparte es esa?
7.- ¿Me acompañas un mes a Canadá?
8.- ¿Qué haces tú aquí?
9.- Te lo juro Alessia Sofía
10.- ¿Quién te dijo semejante mentira?
11.- Eres auténtica ¿Lo entiendes?
12.- ¿Te gusto?
13.- ¿Crees que tenga una oportunidad con él?
14.- ¿Por qué aceptaste quedarte conmigo?
15.- Eres más bonita en persona
16.- Golpes, discusiones, reconciliaciones y besos
17.- Les tengo una propuesta
18.- ¿Por qué era tan difícil decírselo?
19.- Estábamos pensando lo mismo
20.- ¿Si ubicas quiénes somos?
21.- ¡YA CÁLLATE!
22.- ¿Dónde está tu papá?
24.- Alessia, no es lo que tú crees
25.- Te lo prometo
Epílogo

23.- Feliz cumpleaños, Alessia

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By Ale_Lires


Capítulo veintitrés 

Feliz cumpleaños, Alessia

Habían pasado varias semanas, hoy era el día especial para Alessia, ese día que esperamos muchos por los regalos, por convivir con las personas que queremos, por la comida o por el pastel, su cumpleaños.

Se levantó como todas las mañanas, se bañó y se preparó para ir a la escuela, después de media hora estaba lista, se miró al espejo y sonrió.

Tomó su mochila y salió de su cuarto, su madre la felicitó al igual que sus hermanos, desayunaron y al finalizar todos se fueron a lavar sus dientes, tomaron sus cosas y se subieron al auto para irse a la escuela.

Este sería un cumpleaños diferente, tenía nuevos amigos, había logrado su sueño de Actuar, había conocido personas increíbles y seguía contando con sus amigos, no eran muchos, pero era mejor calidad que cantidad.

Dejaron primero a Franco y Ara en su instituto, después de varios minutos Andrea estacionó el auto enfrente de la escuela de Alessia, se despidió de ella con un beso en la mejilla.

Al entrar a la escuela, se encontró con Paulo y su ex discutiendo, ella no aceptaba que la relación había terminado, llevaba semanas insistiendo para que volvieran, en ocasiones Victoria se reía de ella o le gritaba "Rogona"

Paulo al verla la saludó con un leve movimiento de cabeza, la verdad era que él quería ir a felicitarla, pero su ex lo detuvo.

Al entrar al salón se llevó una sorpresa, todo estaba decorado con globos, serpentinas, en medio del Pizarrón con letras hechas de fomi diamantado decía F E L I Z   C U M P L E A Ñ O S   A L E S S I A    M I   A M O R

Esto sin duda lo había hecho Victoria, en su mesa de trabajo, había un globo transparente que dentro del tenía una globo en forma de corona, resaltaba por el tamaño y por el diseño, también había tres cajitas de regalo sobre la mesa, todas de distintos tamaños.

Sonrió al ver todo eso, sin duda no lo esperaba, todo era muy bonito, no cabía la menor duda de que su amiga la adoraba con todo su corazón.

―¡Mi amor! ―Alessia volteó y la abrazó ―feliz cumpleaños. 

―Gracias ―dijo al separarse ―no pensé que harías algo así.

―Eres mi mejor amiga y haría todo por ti ―sonrió ―no lo olvides nunca.

―Te quiero mucho ―la abrazó ―gracias ―alguien se aclaró la garganta, interrumpiendo el abrazo.

―Tenías que ser tú ―comentó de mala gana. 

―Ven aquí ―extendió su mano y él la tomó ―ustedes dos son amigos de años y no pueden terminar con esto por culpa de terceros ―añadió mientras tomaba la mano de su amiga ―¿No creen que deberían hacer las paces? ―los dos se miraron ―no los voy a obligar a nada, solo piensen en todo eso que han vivido, ¿realmente vale la pena tirar todos esos años de amistad a la basura?

―Viko, lo siento ―comentó arrepentido ―yo sé que no soy...

―Cállate ―Alessia y Paulo se sorprendieron al escucharla, se acercó a él y lo abrazó ―no digas nada ―sonrió. 

―Te extrañé ―susurró en su oído mientras seguían abrazados. 

―También yo ―respondió al separarse.

―Feliz cumpleaños ―la abrazó y le entregó su regalo ―espero te guste.

—Gracias, Paulo.

—Viko, a mi nunca me has hecho algo así por mi cumpleaños ―comentó mientras veía toda la decoración ―¿Se puede saber por...?

―Alessia es mi mejor amiga y el amor de mi vida, ¿crees que se merece menos? ―Paulo iba a contestar, pero no lo dejó ―por supuesto que no ―se respondió así misma ―si pudiera bajarle la Luna lo haría. 

―¿No crees que estás exagerando? ―cuestionó su amigo. 

―¿Te parece? ―le preguntó a su amiga y ella negó ―aunque quien le va a bajar la Luna las estrellas y todas las constelaciones va a ser alguien más, ¿verdad? ―levantó una ceja ―Pritzker ¿no es así? ―Alessia le dio un pequeño golpe en el hombro ―lo tomaré como un si. 

―Buen día ―entró el profesor ―¿Qué tenemos aquí? ―formuló mientras veía todo el salón decorado.

Victoria convenció a todos los profesores de que no quitaran lo que estaba en el pizarrón, no le podían decir que no, se trataba de Victoria Luisath siempre se hacía su voluntad, su apellido la respaldaba y todo el dinero que su mamá donaba a la escuela también.

Era intocable, podía hacer lo que quisiera y nunca habría consecuencias, sin embargo ella se mantenía al margen, solo cuando se metían con ella respondía, en algunas ocasiones aprovechaba del poder que tenía.

Durante las clases algunas compañeras veían mal a Alessia, su mejor amiga al notarlo se acercó a ellas y les dijo; ¿Envidia o coraje?

Se daban la media vuelta y Victoria sonreía.

Después de todo, ya era la hora de salida, la última clase se había cancelado, la profesora tuvo un inconveniente y se tuvo que ir, Alessia propuso jugar Voleibol, así que fueron por un balón y empezaron a jugar en la cancha.

Formaron los equipos con algunos alumnos que estaban por ahí, incluso el profesor de Inglés se unió, iban empatados, todos eran muy buenos, sin embargo Victoria anotó dos puntos al final, lo que hizo que ganaran.

Al terminar de jugar se sentaron en una banca y empezaron a platicar.

Mientras Victoria bebía agua, vio acercarse a un tipo, le pareció raro que estuvieras detrás de Alessia.

―¿Quién es? ―preguntó cuando alguien cubrió sus ojos con sus manos ―Victoria, ¿quién es?

―Pues... ―miró al sujeto ―es alto, guapo, pelo castaño, se ve que hace ejercicio...

―¿Qué color son sus ojos?

―Eso no te lo puedo decir.

―¿Por qué? ―quiso saber.

―Tiene puestos unos lentes de sol ―Alessia tocó sus manos y sonrió. 

―Agustín ―al decir su nombre, apartó sus manos de sus ojos.

―¿Agustín? ―formuló su amiga incrédula ―¿Tú eres el mejor amigo de Thomas? ―asintió ―no lo puedo creer.

Lo tenía a unos metros de ella.

Esto no podía ser cierto.

Al escuchar el comentario de Victoria, decidió jugar un poco con ella, más bien, molestarla.

―Créelo, Agustín Villareal está aquí ―Alessia sonrió.

—Que payaso.

—¿Quién es la señorita que piensa que soy un payaso?

—Victoria —se levantó de donde estaba sentada —¿Algún problema?

—¿Qué edad tienes?

—19 cumplidos.

—La señorita es legal.

—Para ti no.

—Corazón, quisieras.

Alessia estaba sorprendida, quería ver a donde llegaba la conversación.

Al ver que su amiga se estaba tardando en contestar supo que tenía que intervenir.

―Agustín ―sus ojos volvieron a Alessia ―¿Qué haces aquí?

―¿No te alegra verme?

―Yo no dije eso. 

―Vine por ti ―lo miró confundida ―hablé con tu mamá y el día de hoy yo te llevo a casa ―sonrió ―entonces... ¿Nos vamos?

―Claro, solo voy por mis cosas y regreso.

―¿Gustas acompañarnos? ―preguntó su amiga. 

—Corazón, ¿Para qué?

—Para que cargues las cosas, payaso.

Sonrió.

―Por supuesto.

Caminó detrás de ellas, hasta llegar al salón, al entrar se sorprendió al ver todo.

—¿Tú hiciste todo esto? ―asintió ―sin duda te quedó increíble.

―Gracias.

Le sorprendió que decorara el salón y no porque Alessia no lo mereciera, más bien, porque le parecía tedioso el hecho de que las personas se tomaran el tiempo de hacer este tipo de detalles.

—Corazón, espero que para nuestro aniversario te luzcas.

Tomó un balón del piso y se lo aventó, no lo golpeó porque logró atraparlo entre sus manos.

—Yo a ti nunca te haría nada.

—No me digas eso, corazón, yo por ti lo daría todo.

—Me estás empezando a caer mal.

Se acercó a ella.

—Del odio al amor, hay un pasó.

Se alejó de él y empezaron a despegar los globos, serpentinas, cartulinas que había pegadas en la pared con frases que decía Alessia.

Colocaron todo en bolsas negras, todo eso lo subieron al auto de Agustín, ya que todo eso se lo llevaría a su casa como recuerdo de lo que había hecho su amiga.

El globo enorme que le había dado Victoria a Alessia no cabía en el auto, ni aunque sacaran todo.

Los regalos que le habían dado ya estaban dentro del auto, no eran muchos, solo cuatro, tres se los había regalado su mejor amiga sin contar el globo y el otro Paulo.

―¿Qué hacemos? ―preguntó preocupada ―no cabe. 

―Mi amor, no te preocupes ―Agustín se sorprendió al escucharla ―me lo llevo yo, en la camioneta hay más espacio.

―¿Segura?

―Obvio ―abrió la puerta de su camioneta que se encontraba a unos cuantos pasos ―mira ―metió el globo en la parte de atrás ―voy a mi casa me cambio y luego voy a la tuya como habíamos quedado, ¿sí? ―asintió ―bueno, los veo allá ―se subió en el asiento del copiloto y contestó una llamada ―hola ―escuchó lo que decían al otro lado de la línea ―si mamá, ya Dan está aquí ―dijo refiriéndose al chofer ―no te preocupes, ya voy para la casa ―colgó la llamada ―mamá esta un poco preocupada porque no vino por mi.

—Que no se preocupe, estoy aquí para cuidarte.

—¡Ay, me voy a desmayar con ese comentario! —fingió estar emocionada —ridículo —sonrió ―Alessia, nos vemos en un rato ―se despidió de ella con movimiento de mano.

—Corazón, nos vemos.

No dijo nada y la camioneta arrancó.

Agustín Y Alessia se subieron al auto, en el camino pusieron música y cantaron, después de un tiempo ya estaban frente  a su casa, estacionó el auto y se quedaron un momento ahí.

―Tu amiga te quiere mucho ―comentó refriéndose a todo lo que había hecho ―debes quererla mucho. 

―La amo, es la mejor amiga, no solo lo digo por esto, siempre está cuando la necesito, nunca se rinde, es tan especial para mí.

―¿Sabes? ―la miró ―me sorprendió cuando te dijo mi amor. 

―Lo sé, tu cara se encargó de que lo supiera ―sonrió ―me dice así de cariño, ¿tiene algo de malo?

―Por supuesto que no, es solo que jamás lo había escuchado.

―No te niego que a veces cuando lo dice enfrente de personas que no nos conocen piensan otra cosa. ¿Entramos?

Salieron del auto, sacaron todas las bolsas y las llevaron a su cuarto, al igual que los regalos, luego lo presentó a su madre y hermanos.

Andrea no había decorado la casa, en la mesa solo estaba el pastel, vasos, cubiertos y platos, ella esperaba que su madre pusiera un par de globos y serpentinas, como lo hacía con sus hermanos, pero por lo menos está vez no lo olvidó, ya era un avance.

Luego de media hora, tocaron la puerta, Alessia y Agustín fueron a abrir, era Victoria, la saludó con un corto abrazo, detrás de ella venía Dan que con sus dos manos sostenía el globo, ambos pasaron.

Empezaron a caminar y volvió a sonar el timbre, ella ilusionada porque se tratará de Thomas abrió la puerta.

Al parecer era Paulo, se desilusionó, le dio un corto abrazo y lo invitó a pasar, estaba por cerrar la puerta, pero alguien se lo impidió.

―Hola ―trago saliva al escuchar de nuevo esa voz.

―¿Qué haces aquí?

―No quiero arruinar este día solo... ―Agustín se aclaró la garganta ―¿Quién es él?

―Eso a ti no te importa, ¿Quién eres tú?

―Nos podrías dejar solos ―Agustín miró a Alessia, ella asintió. 

―Si necesitas algo, gritas ―dijo antes de irse, Alessia abrió la puerta y salió. 

―Si vienes a...

—Te pido que me dejes hablar.

—Está bien.

―Mira, yo se que tú y yo pudimos tener algo, pero lo arruiné ―comentó arrepentido ―si estoy aquí es porque quiero desearte un feliz cumpleaños ―sacó una cajita de su bolsillo ―te hice daño y me arrepiento, pero no puedo cambiar el pasado ―extendió su mano con la cajita ―no rechaces el regalo, por favor ―lo tomó con mucho cuidado  ―te mentiría diciéndote que ya cambié, porque no es así ―bajó la mirada por unos segundos ―no quiero lastimarte más, por eso me voy con mis padres fuera del país.

—¿Te vas?

—Si, es lo mejor.

Por más malos ratos que le hizo pasar, no puedo evitar sentir un poco de tristeza, habían sido amigos durante años, pero el saber que se iba también le generaba cierta paz.

—Eres lo mas bonito que me pasó en la vida, no te supe valorar, te falté al respeto, te hice sentir mal y en serio lo siento ―tomó su mano ―te pido que me perdones, no ahora, porque se que no es posible, porque te lastimé durante años, ¿puedo darte un abrazo?

Asintió y la abrazó.

Gustavo en ese abrazó sintió todo lo malo que le había hecho.

—Feliz cumpleaños, Alessia  ―se separó ―te deseo lo mejor, porque te lo mereces, adiós.

Se dio media vuelta y empezó a caminar.

Gustavo había sido su amigo y algo más, si, la lastimó, pero ahora estaba arrepentido, no quería seguir lastimando a las personas que quería.

Alessia le toleró muchas cosas y por eso él sabía que si le hacía algo con una disculpa se arreglaría todo y así era, pero después se dio cuenta de que eso estaba mal.

Se estaba faltando al respeto a ella misma y eso no lo podía permitir, durante años vio como su madre había sufrido por eso, no podía dejar que le pasara lo mismo.

―Feliz Cumpleaños ―dijo una voz, ella se dio la vuelta para ver de quien se trataba.

―Pensé que lo habías olvidado ―negó y le dio un abrazo ―me alegra que estés aquí.

―Y a mí me encanta estar cerca de ti ―sonrió.

Gustavo a lo lejos los vio abrazados y sonrió.

—Se feliz Alessia, lo mereces.

Continuó su camino.

Entraron a la casa, hablaron un rato y le cantaron las mañanitas, bailaron, comieron, cantaron a todo pulmón.

Victoria y Agustín congeniaron bien, a su manera, claro.

Así pasaron las horas, hasta que anocheció, Victoria le pidió permiso a Andrea para que Alessia se quedara a en su casa todo el fin de semana, muy a su pesar le dio permiso.

Se despidieron y salieron de la casa, se subieron a la camioneta de su amiga y en trayecto cantaron sus canciones favoritas.

Bajaron los vidrios de la camioneta y le pidieron a Dan que aumentara la velocidad, las calles estaban vacías.

En 10 minutos llegaron  a su casa, lo que Alessia no sabía era que en casa de su amiga las estaban esperando Agustín y Thomas.

Se sorprendió al verlos en la sala, pasaron la noche entre risas, anécdotas y retos, todos se quedaron dormidos en la sala, pero Alessia se despertó al escuchar algunos gritos, en la mesa de centro había un celular, lo prendido para ver la hora, eran las cuatro de la mañana.

Empezó a caminar, necesitaba saber de dónde venían esos gritos, llegó hasta la entrada de la casa, abrió la puerta y vio a su amiga discutiendo con Alan, un ex novio que no la dejaba en paz.

―Victoria ¿Qué esta pasando? ―él resopló.

―Nada, no te preocupes ―respondió para tranquilizarla.

―Pero estás llorando ―se limpió las lagrimas y le regaló una sonrisa ―¿Tú qué haces aquí?

―Alessia, no te metas, es algo de los dos ―comentó Alan. 

―Estas no son horas, ¿Por qué no vuelves en la mañana?

―No es tu casa, así que mejor cállate.

―No le hables así ―intervino Victoria ―Lessia, por favor, déjanos solos.

―Está bien ―se dio la vuelta y entró a la casa.

Fue a la biblioteca, sacó algo de un cajón, lo guardó entre su ropa y volvió con ellos.

No iba a dejar a Victoria con Alan, él estaba loco.

Cuando salió vio como Alan le dio una cachetada, por el fuerte golpe terminó en el piso, no podía permitir eso, rápidamente la ayudó a levantarse, se aseguró que estuviera bien y se paró enfrente de él.

La sangre le hervía, como se atrevía a pegarle.

―¡Lárgate de aquí! ―levantó la voz ―es la última vez que le pegas ―rio.

―No te metas ―la miró ―quítate, me voy a llevar a Victoria. 

―Sobre mi cadáver ―estiró su mano, la estaba preparando para darle un golpe ―yo que tú, pensaba dos veces antes de pegarme.

―No tengo nada que pensar ―en ese momento Alessia sacó el arma que había guardado entre su ropa ―¿Piensas dispararme? ―preguntó incrédulo ―irías a prisión. 

―Aquí la única que tiene golpes es Victoria, así que fue en defensa propia ―él se quedó pensando, ella tenía razón ―acércate y disparo ―se quedó inmóvil ―la salida esta por allá ―apretó su puño, se dio media vuelta y se fue.

Al darse la vuelta se encontró con Agustín y Thomas, ambos estaban anonadados por lo que habían visto, no le tomó importancia a las caras de los chicos, fue con su amiga y la abrazó.

Era realmente increíble como podía permitir que le pegaran, su madre jamás le puso un solo dedo encima, para que viniera un idiota y le faltara al respeto

Entraron a la casa, fue por una manta y se la colocó, hacía mucho frio.

Se sentaron en la sala.

 ―¿Me explicas?

—¿Qué?

—¿Por qué lo dejaste entrar? ―Victoria desvió la mirada ―él no entra si tú no lo autorizas, tu casa tiene mucha seguridad. 

―Quería hablar conmigo ―Alessia negó ―pensé que... ―no pudo decir nada más y abrazó a su amiga.

―Tranquila ―acarició su cabello sutilmente para que se calmarla ―yo siempre voy a estar aquí, ¿lo entiendes?

―Siempre has estado, me has ayudado y defendido en muchas ocasiones sin importar las consecuencias. 

―¿Viste su cara? ―asintió con una sonrisa y se separó de su amiga.

―No conocía eso de ti ―comentó Agustín refiriéndose a lo que había pasado con el arma ―cada día nos sorprendes más. 

―¿De dónde sacaste un arma? ―preguntó Thomas.

―Pues... ―tomó el arma y le apuntó.

―Ten cuidado, puedes ocasionar un accidente ―Victoria y Alessia soltaron una carcajada ―¿Qué pasa?

―Es un arma es de utilería ―explicó.

―¿Mintieron? ―ambas negaron.

―Alan nunca preguntó si el arma servía.

―Si te hubiera preguntado, si era real o no ¿Qué le hubieras contestado?

―La verdad ―hizo una pequeña pausa y luego continuó ―que el arma es real.

―Estarías mintiendo,  ¿lo sabes?

―Por su puesto que no ―añadió rápidamente ―el arma es real, mira ―se la pasó ―que no sirva es diferente.

―Juego de palabras ―comentó Agustín con una sonrisa ―¿Entonces no tienen armas en la casa?

―Si tenemos ―esta vez habló Victoria. 

―Que sirvan.

―En toda la casa hay armas escondidas, obviamente sirven, por cualquier cosa, mi mamá me enseñó a usarla, uno nunca sabe lo que puede pasar.

—Tendré mucho cuidado contigo, corazón.

―Advertido estás —sonrió.

¿A qué se dedicaba su madre?

Quería preguntarle, porque si en la casa había armas, era seguro que su trabajo era peligroso.

―Alessia, ¿sabes usar un arma?

―Por supuesto, su mamá también me enseñó.

Hablaron un poco, Agustín acompañó a Victoria a la cocina a ponerse hielo, mientras Thomas y Alessia se quedaban solos en la sala.

Él la tomó de la mano y la llevó a afuera de la casa, estaban en la cochera donde estaba su auto, abrió la puerta del copiloto e hizo un ademán de manos para que entrara, lo miró confundida.

Ella no entró al auto, pedía que le explicara la razón, pero Pritzker no decía nada, minutos después se unieron Victoria y Agustín.

Victoria explicó que irían a otro lado y fue así como todos se subieron al auto.

Luego de unas cuantas horas el calor empezó a sentir más intenso y era extraño ya que apenas estaba amaneciendo.

Alessia se dio cuenta a donde se dirigían, ese camino ya lo tenía memorizado, los miró y se encogieron de hombros.

Llegaron a la residencia de Thomas, todos fueron a bañarse, Alessia ya estaba lista, su amiga seguía duchándose, tomó su celular y vio algunos memes en Facebook mientras la esperaba.

―Lessia ―levantó la vista de su celular para mirar a su amiga que traía puesta la bata de baño ―no tengo ropa. 

―No te preocupes ―se levantó de la cama y fue al closet de Thomas ―ponte esto. 

―¿Esto es de él? ―preguntó incrédula mientras sostenía en sus manos un vestido blanco de playa ―no sabía que usaba este tipo de cosas ―Alessia soltó una carcajada. 

―No es de él, es mío ―los ojos de su amiga casi se salían.

―¿Quieres decir que trajiste ropa de tu casa y la dejaste aquí?

―Obvio no, Agustín, Thomas y su familia me compraron ropa y decidí dejarla aquí.

―Este es el cuarto de Thomas, ¿verdad? ―asintió ―¿Me estas diciendo que comparten el closet?

―Si ―su amiga soltó un gritó ―¿Qué te pasa?

―Si alguien viene y entra aquí va a pensar que viven juntos ―Alessia frunció el entre cejo ―entras al baño y está tu cepillo de dientes y cosas personales, en el closet hay ropa de los dos, también hay una secadora, una plancha, una rizadora y cosméticos, son tuyos, ¿cierto?

―No creo que sean de él, ¿verdad? 

―Son como una pareja, me encantan.

―No digas tonterías y mejor vístete ―regresó al baño y después de unos minutos salió ―te queda increíble ―sonrió. 

El fin de semana la pasaron increíble entre restaurantes, compras y fiestas, ese sería un fin de semana inolvidable.

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